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Chocolate por Ari-nee

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Notas del capitulo:

Holaaaaa pues aqui terminando a ultimo momento el fic crack que tenia planeado desde hace tiempo, ya que yo amo el all x kagami, y no pude evitar a la mosquita que me decia que lo hiciera por lo que a ultimos momentos (y vaya que son los ultimos) lo termine

kuroko no basket no me pertenece~

 

día había sido normal, aunque no todos los días hacías lo que estabas haciendo en este momento. La única diferencia del día era que había tenido que viajar desde Akita por más de 2 horas para acompañar a Himuro a visitar a Kagami, su hermano del alma. Murasakibara se la paso todo el camino en su infantil mundo, degustando sus golosinas y pensando sobre "solo dios sabe qué cosa", eso sí era que al menos estaba pensando algo.

Cuando el viaje por fin dio por finalizado, ambos bajaron del tren, para dirigirse al departamento del pelirrojo. Estar tanto tiempo sentado hizo que el trasero se le inmovilizara, por lo que el tiempo que duro el recorrido se la paso quejándose del "maldito dolor", eso sumado también a los "Muro-chin ¿Ya vamos a llegar?" que decía el gigante cada cinco minutos. Qué bueno que el pelinegro era una persona paciente.

Al estar frente a la entrada del departamento, enseguida se escucharon los pasos de Kagami dirigiéndose hacia ellos para abrir la puerta. El doce no quiso tomar un taxi, diciendo que gastarían demasiado dinero y que era preferible usar sus pies. Por esa razon sus extremidades inferiores punzaban diciéndole que ya no camine más, como si miles de piedritas se insertaran en sus pies con cada paso que daba, sensación que no era muy agradable que digamos. El de Seirin abrió la puerta, topándose con la gran figura del joven de cabellos purpura apenas abrió.

-Hola Murasakibara – El nueve sabía que Kagami solo estaba siendo amable, ya que a ninguno de los 2 les gustaba la idea de tener que pasar tiempo juntos. Kagami no soportaba al gigante con esa actitud infantil, y Murasakibara tenía ganas de aplastar al pelirrojo por todo lo que hiciera.

-Hola, Kaga-chin – Aun si Kagami no le agradaba del todo, él siempre, absolutamente siempre, ponía una especie de apodo para las personas que conocía, dándoles a todos el sufijo "chin", ya que ese era su costumbre, por lo que el sobrenombre del pelirrojo no podía faltar.

-Hi Taiga – Himuro, que hasta hace poco había permanecido detrás de Atsushi, hizo su aparición para saludar a su hermano. El más alto chasqueo la lengua, consciente de que en segundos el doce comenzaría a hablar en ingles y no entendería ni una palabra. Aunque no era que él quisiera entender algo.

-¡Hi Tatsuya! – Miro como el rostro del de Seirin, que antes había permanecido en una mueca ceñuda cuando le vio, ahora cambiaba a una sonrisa de felicidad en cuanto escucho la voz del pelinegro, y su gesto se agrando en cuanto vio al mismo. Atsushi metió la mano en su bolsa de papas, tratando de algún modo de no pensar en lo incomodo que se encontraba ahí – Adelante, pasen.

Ambos jugadores de Yosen entraron en la vivienda, uno detrás del otro, acomodándose en los suaves muebles de la sala de estar del pelirrojo. Murasakibara siguió comiendo sus bocadillos -mismos que Himuro había utilizado para sobornarlo que lo acompañara- mientras "escuchaba" la extraña conversación en ingles que llevaban los otros dos chicos. Como no entendía nada, El pelimorado se limitaba a solo oír las raras pronunciaciones que estos emitían, ahogando algunas risas que amenazaban con salir cuando la palabra que decían sonaba demasiado ridícula y/o graciosa.

Las horas pasaron rápidas, ya que los tres muchachos se encontraban distraídos -dos hablando normalmente en otro idioma y el último riéndose en voz baja de sus palabras- por lo que ninguno noto que estaba oscureciendo, solo cuando el nueve termino sus golosinas y empezó a fastidiar alegando que se quería ir, fue cuando Himuro noto la hora.

La escolta murmuro contra sí mismo un "cielos" dándose cuenta de que era demasiado tarde, exactamente las 9:47 p.m, por lo que ya no habría trenes que estuvieran en movimiento a esta hora. Así que Tatsuya estaba destinado a encontrar un lugar donde quedarse; eso hasta que Kagami intervino diciendo que podrían quedarse en su APARTAMENTO, ya que de hecho había mucho espacio de sobra.

-¿Seguro que no te molesta Taiga? – El pelinegro no quería causar problemas, no después de haber arreglado el conflicto que había pasado con su hermano en la Winter Cup, donde después recibió unos puñetazos por parte del jugador de Fukuda, así que no sabía si quedarse sería una buena opción. Tal vez si encontraba otro lugar estaría mejor, pero en realidad buscar un HOTEL a esta hora seria también prácticamente imposible.

-Claro, no hay problema- Kagami hizo un gesto con la mano restándole importancia. Obviamente no habría problema, Tatsuya podría dormir en la habitación de invitados, y Murasakibara podía dormir en el sillón de la sala, en vez de desperdiciar dinero para una sola noche en un hotel.

-Está bien, si insistes – El pelinegro suspiro, sabiendo de que no podía hacer al ala-pívot cambiar de opinión, ya que cuando el pelirrojo tenía algo en mente, difícilmente podían convencerlo de lo contrario, eso si no era imposible; Su hermano era como un niño terco y testarudo, y eso explicaría su paciencia con Murasakibara, ya que el pelimorado era infantil y berrinchudo, igual que un bebé – Al menos deja que compre algunos alimentos para ayudarte y no resultar unas visitas desagradables – Taiga iba a decir algo, como que no hacía falta que el doce hiciera eso, pero este enseguida se le adelanto y continuo hablando – Además tengo que comprar frituras para Atsushi, o seguirá molestando.

Ambos miraron al nueve de Yosen, en cual estaba aun sentado en el sillón mostrando una mueca de disgusto en impaciencia al no tener nada en la boca para comer. El del lunar regreso su vista hacia el saltador, mientras metía una mano en el bolsillo de su chaqueta para extraer un pequeño dulce que después tendió a su hermano, el cual lo tomo un poco dudoso.

-Lo guarde de Atsushi para ti, pensé que te caería bien un chocolate. Se cuanto te gustaban de niño – Kagami observo el bocadillo que ahora se encontraba en la palma de su mano, por lo que no escucho al pelinegro despedirse para irse a la tienda, ni mucho menos el sonido de la puerta abrirse para después cerrarse consecutivamente. Cuando noto que Himuro ya no se encontraba con él se encamino hacia la cocina, dejando el chocolate en una repisa para colocarse el delantal que siempre utilizaba sin ningún problema, para después comenzar a preparar algo de la cena en lo que la escolta regresaba.

Murasakibara se moría de aburrimiento; Hace ya un tiempo que había terminado con su comida chatarra, y desde que encendió la televisión no pasaban nada bueno en ningún canal, y lo sabía porque ya había pasado todos al menos unas tres veces, buscando algo interesante aunque su búsqueda fue en vano. Decidió aventurarse a la cocina, solo para ver que tanto estaba haciendo el pelirrojo ahí. Nada interesante, como supuso, sin embargo un objeto brilloso que resaltaba en la cocina llamo su atención. Se encontraba sobre una de las tantas repisas del sitio, y al parecer era algo que él ya había visto antes y que reconocería en cualquier lugar, por lo que con paso apresurado llego a un lado del diez.

Justo cuando Kagami se daba la vuelta para lavarse las manos en el fregadero -después de terminar lo que sea que estaba haciendo- noto un cuerpo enorme obstruirle el paso. Choco inevitablemente con él solo para observar como el pelimorado alzaba la mano para tomar algo que se encontraba en la repisa. Más específicamente, su chocolate.

-¡Oe! ¡Murasakibara! – El de joven de cabellos purpura lo ignoro olímpicamente, por lo que no noto los ojos rubís ardiendo en llamas por no obedecerle. Kagami miro al nueve abrir la envoltura con toda la tranquilidad del mundo, sin siquiera notar las palabras que había dicho el pelirrojo - ¡Deja eso ahí! - Ese chocolate se lo había regalado Tatsuya. A él, no a Murasakibara, por lo que el pívot no tenía ningún motivo para venir como si nada y tomarlo.

Con una rapidez increíble, logro atrapar el dulce antes de que el otro adolescente se lo llevara a la boca; su acción fue por acto reflejo, al igual que lo que hizo a continuación: Pa evitar que el de hebras lila volviera a arrebatarle el chocolate para después comerlo, hizo lo que creyó mejor, que eso era llevárselo a la boca para resguardar el alimento ahí, sin masticar, tan solo esconder en su interior ante la atónita mirada de los ojos violeta.

Para Atsushi se suponía que ese chocolate era su última salvación, después de haberse quedado sin golosinas, se habían acabado por lo que no había nada más en su boca; y ahora, que finalmente encontraba uno que podía ayudarle en la espera de que Himuro trajera más dulces, este había desaparecido entre los rojos y carnosos labios del pelirrojo. Completamente fuera de sí, Murasakibara se abalanzo sobre Kagami en un intento por arrebatarle el dulce de la boca.

- ¡Murasakibara! – Bramo el ala-pívot en un vano intento por sacarse al jugador de Yosen de encima.

-¡Devuélvemelo Kaga-chin! – Cayendo en la cuenta de que tal vez el pelirrojo pudiera tragarse el alimento en cualquier segundo, tuvo que jugar su última carta que tenia bajo la manga.

Murasakibara apreso al diez de ambas manos, dejándolo completamente inmóvil. El apresado forcejeó, sin saber que era lo que estaba pasando por la cabeza de Atsushi en ese momento, tratando inútilmente de librarse. El pelimorado aprovecho el momento para introducir su lengua en la húmeda cavidad del contrario y degustar el dulce él mismo.

Kagami quedo estático, nunca se vio venir aquello y menos del más alto. Su mente se fue a volar por otro lado mientras el pívot seguía deleitándose con el dulce. Murasakibara dejo de aplicar fuerza, pues estaba a segundo de extraer el chocolate de la boca de Kagami, utilizando únicamente su lengua como punto de fuerza para "pelear" por el bocadillo; Kagami se dio cuenta, y enseguida reacciono a tiempo y cuando sintió el rostro del mayor alejarse lentamente a la vez que ya no sentía el dulce en la boca, inmediatamente se soltó del ahora flojo agarre del nueve, enredando sus brazos en su cuello, hundiendo sus dedos en la larga cabellera purpura, obligando al más alto a inclinarse aun más hacia abajo.

Kagami no sabía que estaba haciendo, pero solo una cosa era lo que tenía en mente, ese dulce era suyo por lo que no dejaría que el de orbes violetas se lo robara, y aparentemente el pívot pensaba lo mismo, pues no se separaba y seguía dándole batalla en esa lucha de lenguas por el dominio del territorio, o en este caso del chocolate.

El chocolate bailaba de aquí para alla, moviéndose en ambas bocas por el compás que marcaban los músculos bucales rosas; Para el par, era el mejor dulce que en su corta vida habían probado, o eso creían hasta que ambas lenguas entraron en contacto directo. El dulce se había ya derretido, por lo que ahora únicamente eran sus lenguas las que se tocaban entre sí, entrelazándose con deseo; disfrutando el choque de las bocas y los sonidos obscenos de la saliva cuando sus labios se movían de sus lugares.

El sabor era tan exquisito que en una de esas Murasakibara quiso aun más, atrapando con sus dientes la suave carne del labio inferior del de ojos rubí; este soltó un gemido involuntario, el cual llego como musica a los oídos del nueve. Kagami cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo y de inmediato trato de separarse, colocando ambas manos -que habían permanecido detrás de la cabeza del mayor- en sus anchos hombros en un intento por buscar un punto de apoya del cual sostenerse al alejarse, no obstante, el de cabellera purpura lo tenía bien sujeto de la cintura mientras seguía saboreando su boca, sin dejarlo escapar en ningún momento. Taiga sentía que se quedaba sin aliento y los pulmones se le achicaban, tan solo momentos antes de que el gigante dejara libres sus labios, tal vez por la falta de oxigeno.

El rostro de Kagami rápidamente quedo como semáforo, casi camuflándose con el color rojizo de su cabello, escondiendo su vergüenza entre sus manos. Murasakibara en cambio seguía con una expresión de despreocupación en el rostro, como si lo que acabara de pasar no le hubiera afectado en lo absoluto. El pelirrojo observo por entre sus dedos como el pívot se relamía sus labios, buscando algún rastro del dulce que quedara en ellos; sus mejillas ardieron aun más -si es que era posible- por saber que él había estado besándose con Atsushi, tocando esos labios que ahora miraba.

-Kaga-chin, si me sigues viendo así te comeré – Murasakibara entrecerró un poco los ojos para asegurarse que no estaba equivocado con respecto a ver al diez observándole con ojos brillosos. Y para su sorpresa este se descubrió el rostro mientras su mirada se notaba entre enfurecida y avergonzada. Aunque con la cara roja tal vez era más probable lo segundo.

-¡Porqué me besaste! – El más alto enarco una ceja, abriendo los ojos por la acusación. Es cierto que él se había lanzado sobre el de seirin pero solo era por el pequeño chocolate, nunca fue su intensión molestar al hermano de su amigo. Por su parte, la mente de Kagami estaba perdida, el beso paso tan rápido que no tuvo tiempo para pensar, y solo obedeció a su instinto, así que no era completamente culpa del pelimorado, el también había colaborado un poco.

-¡Haaa! ¡No escuche que te quejaras! –Esa fue la gota que colmo el vaso, porque Taiga sabía que Atsushi tenía razón, porque él no se quejo ni lo aparto, es más, profundizo el beso, y esas acciones que hizo sin concentración lo hacía rabiar. El joven de orbes violetas observo como el saltador salía de la cocina para dirigirse a la sala, por lo que no dudo en seguirle.

Apenas Murasakibara entro en el mismo espacio que Kagami, este huyo de él alejándose lo más que podía de su cuerpo. Atsushi no estaba para nada feliz correteando detrás del pelirrojo por toda la sala y parte del pasillo, ya que eso se estaba pareciendo más bien a una persecución de policías y ladrones. Solo cuando el diez tropezó y cayó al sillón pudo atraparlo. Le toco los hombros y enseguida el contrario se tenso, evitando contacto visual con sus morados ojos. No veía que Kagami quisiera cooperar así que hizo lo que se le vino a le mente.

-Si te hace sentir mejor… - El gigante había susurrado cerca de su oído, causándole suaves cosquillas con su cálido aliento, las palabras habían sido dichas en un tono ronco y deseoso, aunque Taiga no sabía no sabía muy bien el porqué – Kaga-chin es más delicioso que ese dulce.

Por fin el de hebras rojizas decidió devolverle la mirada, y se felicito por lo bien que había salido su técnica, aunque con un pequeño inconveniente. El ala-pívot se le arrojo, tumbándolo en el suelo con el diez dejando todo su peso encima de él. Los ojos rojo fuego se cruzaron con los suyos, con una clara señal de enojo, aunque Atsushi no sabía exactamente porque el pelirrojo estaba enojado.

-¡¿Por qué creerías que eso me haría sentir mejor?! – Kagami exploto en ira, con la cara completamente roja por el anterior comentario del de Yosen.

Murasakibara no contesto, es más, ni siquiera había prestado atención a las palabras del pelirrojo, ya que en la comisura de esos carnosos labios se hallaba un poco del chocolate que antes habían compartido. Ignoro las demás acciones del chico y se arrojo de nuevo en busca de su boca –o más bien del chocolate- sorprendiendo al menor en el acto.

La acción fue tan repentina que Kagami no pudo separarse cuando esos grandes brazos lo rodearon de nuevo. El pelirrojo abrió los ojos con sorpresa; el beso no fue el problema de su gesto sino mas bien el hecho de que se encontraba en el regazo del mayor y podía sentir algo "duro" rozar con su trasero. No muy seguro de que si en realidad era lo que se imaginaba, dirigió sus manos a "esa zona" para saber si en realidad era o no lo que pensaba. Su mente no le mintió.

Un grave gemido se escapo de los labios del pelimorado en el momento en que sus manos tocaron esa parte. Sin saber porque, eso logro excitarlo por lo que continuo con las manos masajeando el miembro de Atsushi por sobre la tela, provocando una fricción placentera para la mente del nueve.

-Kaga-chin… -La voz ajena que resonó en sus labios hizo que se detuviera, pero no aparto las manos. Observo los ojos purpura, los cuales estaban nublados por la excitación, y su mirada demostraba ser la de una fiera apunto de devorar a su presa. Y en este caso la presa era él – Te quiero comer todo… - Y fue cuando lo derribo en el suelo, golpeando la espalda de Kagami en el acto y dejando sus manos debajo de ella.

-¡E-Espera! – Pero su grito no fue escuchado, y Murasakibara descendió su lengua desde sus labios, pasando por su cuello y clavícula, para dirigir una de sus grandes manos al borde la camiseta, en donde tomo la prenda y la levanto ligeramente para que el pelirrojo tomara dicho borde con sus dientes, y dejara descubierto su torso.

Kagami no sabía el porqué hacia lo que estaba haciendo, pero en cuanto su camiseta fue acercada a su boca, la tomo de inmediato entre sus dientes. Sintió la lengua del contrario pasearse por sus pectorales, acariciando y succionando los pezones de vez en cuando para descender nuevamente a sus abdominales, su espalda se arqueaba por las sensaciones y sus ojos se mantenían cerrados, pero no abría la boca en ningún momento, para que así la prenda no cayera de nuevo sobre su pecho.

Pronto Kagami no sintió nada, y abrió uno de los ojos lentamente. En cuanto lo hizo pudo distinguir algo que enseguida le helo la sangre. Murasakibara era en verdad grande y no se refería solo en la altura; el gigante poseía una erección enorme y que ahora también se veía muy dolorosa. Su mirada rojiza se clavo en esa identidad, que se situaba a unos escasos centímetros de su rostro, la impresión le había causado tanto asombro que incluso dejo de morder su camiseta.

Murasakibara miro que el pelirrojo aun no entendía lo que estaba haciendo, por lo que acerco aun más su virilidad al rostro de Taiga, haciendo que chocara con su mejilla, pasando lentamente por sus labios. El diez entendió, y solo para asegurarse dejo salir su lengua en un rápido movimiento tocando el mini-Atsushi por escasos segundos.

-Moo~ ¿No me diras que tienes miedo? ¿Verdad Kaga-chin? – El de Seirin tomo eso como un desafío, y a él le encantaba los desafíos, así que no iba a perder este. Nuevamente saco la lengua rosa que se había refugiado en su boca, y lamio toda la extensión del nueve, luego, con ayuda de este pudo introducir el falo en toda su boca, a tal punto de casi atragantarse cuando el miembro increíblemente grande toco su garganta.

No sabía cómo demonios le había hecho para que aquella monstruosa virilidad entrara completamente en su boca, pero Taiga no se dejaba atormentar con cosas insignificantes, por lo que siguió con el oral como si su vida de pendiera de ello.

Kagami rozaba algunas partes con sus dientes en cuanto efectuaba los movimientos del vaivén y apretaba las mejillas en torno al miembro con fuerza en cuanto tenía oportunidad. Se enderezo para poder succionar la extensión con más facilidad, y hizo a su manos participes bombeando la extensión del pelimorado, rodeaba el grosos con una mano y a otra se encargaba de masajear los testículos. Escucho sonidos parecidos a rugidos que morían en la garganta del más alto debido a sus acciones, por lo que dirigió la vista hacia arriba para ver al contrario.

Murasakibara tenía los ojos entreabiertos por lo que pudo ver el rostro del pelirrojo cuando succionaba su miembro. Himuro le había dicho que el chocolate podía ser un fuerte afrodisiaco pero realmente no le creyó dicha palabrería, sin embargo ahora podía comprobar que lo que había dicho el pelinegro era pura verdad, pues ni en sus más locos sueño se hubiera esperado que Kagami Taiga, ala-pívot de Seirin, le estuviera haciendo un oral; si le hubieran dicho eso el día de ayer se hubiera reido y amenazado a los pobres parlatanes con aplastarlos.

Sintió que su miembro dio una especie de tirón, y supo que estaría por venirse. El adolescente de ojos escarlata, lejos de apartarse, devoro su miembro aun con más fuerza, como si quisiera que acabara en su boca; comprendiendo que Kagami no se separaría, lo tomo de los cabellos para que se adentrara aun más justo segundos antes de correrse en su boca.

El diez sintió el espeso liquido quemarle la garganta, y no dudo en tragarlo para evitar ahogarse. Se separo de Murasakibara y se puso de pie, pasando su lengua por sus labios, en busca de algún rastro del esperma que su hubiese escurrido por sus comisuras. Atsushi miro la escena, y su autocontrol no dio para más, por suerte el sillón se encontraba detrás del pelirrojo así que cuando se abalanzo sobre él pudo hacerlo caer en un lugar suave y mullido.

De nuevo su lengua se deslizo por la espalda del más bajo, cruzando su pelvis y bajando hasta llegar a la zona de los muslos, en donde mordió ligeramente escuchando los pequeños gemidos del de Seirin. Paseo su musculo bocal por toda el área en lo que fue una tortura de tiempo para Taiga, hasta que la humedad de la punta de su lengua dio en un punto sensible para el contrario.

-¡A-agh! ¡Murasakibara! – Los ojos de Kagami estaban brillosos por las lágrimas de placer acumuladas en ellos. Su lengua se refugió en el estrecho interior del diez, retorciéndola en el proceso tratando de entablar más contacto. La espalda del de hebras rojizas se encontraba arqueada, por las fuertes sensaciones de placer que le recorrían de punta a punta.

Uno de los largos dedos entro sin previo aviso en su interior, y le hizo soltar un fuerte grito que seguramente incluso el portero debió de haber escuchado. El dedo se removía inquieto, como si tratara de encontrar algo en él. La velocidad con la que se movía hacia que la mente de Taiga se quedara en blanco y se fuera a volar.

Un segundo dedo entro justo cuando se estaba acostumbrando al primero. Sentía que sus entrañas estaban a punto de desgarrarse, pero esto solo era un pequeño dolor para lo que se estaba aproximando. No pensó ser el de abajo, pero realmente no era opción pelear con la fuerza y altura devastadora que poseía el de orbes violetas, así que no tubo remedio.

Tiempo después sintió un vacio; noto que ya no estaban los dedos ni la lengua del más alto haciéndolo gemir, y supo que enseguida se estaba avecinando lo que seguramente lo partiría en dos. Atsushi tomo su miembro erecto y lo posiciono en la virgen entrada del menor, sintió que Kagami se estaba poniendo tenso, por lo que se apresuro a tratar de clamarlo.

-Kaga-chin, trata de calmarte – Pero su intento de calma fue interrumpido por la voz del pelirrojo.

-Solo mételo de una vez – Su tono fue demandante, tanto que el pelimorado le obedeció.

El nueve entro de un solo golpe, y su miembro era tan grande que dio con el punto exacto que hacia estremecer a Kagami en la primera estocada. El placer y el dolor que sintió fueron indescriptibles, Se sentía de alguna forma lleno, pero aun así eso no quitaba el hecho de que sentía su interior desgarrándose, a cada embestida, y no ayudaba mucho el hecho de que el de Yosen siguiera con aquello con más fuerza y rapidez de antes.

El interior del menor le succionaba de una manera realmente deliciosa, y se reñían en torno a él para invitarlo a adentrarse aun más. Los gemidos y jadeos suplicantes que salían de la boca del diez llenaban sus oídos, y eso producía que sus estocadas se volvieran en un ritmo desenfrenado casi dañando el interior del pelirrojo, debido al enorme tamaño de su virilidad.

La boca de Kagami ya no podía articular ni una sola frase más, estaba tan excitado en ese acto de deseo carnal, que lo demás ya no le importaba. El sonido chirriante del sofá quedaba corto con sus gemidos; el pelirrojo clavo las uñas en la ancha espalda del nueve, arañándola en el proceso y los ojos volvieron a humedecerse por causa del placer. Sus pensamientos volaron cuando el pelipurpura toco nuevamente ese punto que lo hacía enloquecer.

-¡M-Murasakibara! ¡Y-Ya no puedo soportarlo más…! –Y al parecer él tampoco duraría aun más, debido a que las paredes internas del contrario apretaban alrededor de su miembro incitándolo a sumergirse aun más en él. Las estocadas se volvieron más profundas, y el tacto de la pelvis ajena chocando con él cada vez con más fuerza y velocidad le indicaba que tan solo estaba a momentos de correrse.

Finalmente el orgasmo llego para ambos, Kagami se corrió sobre su propio vientre, pues las embestidas en su 'punto dulce' habían hecho a su virilidad llegar al clímax. Estas contracciones del cuerpo del de ojos sangre hicieron que el pívot de Yosen también acabara, solo que este lo hizo dentro del saltador.

Ambos cayeron rendidos, y el cuerpo de Atsushi cayó sobre el de Taiga luego de extraer su miembro de la entrada de este, en cual lo recibió entre sus brazos. Los 2 ases de sus respectivos equipos trataban de calmar sus agitadas respiraciones, en lo que podía considerarse como la sesión de sexo más loca que alguno hubiera tenido. Kagami no estaba muy seguro de que hacer, por lo que paso sus dedos por la larga cabellera purpura que caía sobre él rostro del más alto.

Murasakibara cerró los ojos, disfrutando del tacto reconfortante que le brindaba el menor, dejando que la suave piel en su rostro se llevara sus incomodidades, y claro, su apetito por los dulces, aunque sea por un breve lapso de tiempo.


Himuro llego un poco más tarde de lo que había pensado, ya que la fila en el supermercado se había puesto muy larga y paso la mayoría del tiempo ahí que en lo que escogía los ingredientes. Cuando llego todo parecía ir normal. Taiga aun seguía en la cocina, y Atsushi se encontraba durmiendo en el sofá.

Saludo nuevamente al pelirrojo que dio un pequeño brinco del susto, diciendo que no lo había escuchado venir y tomando los últimos ingredientes que faltaban para terminar la cena. Todo acabo bien, ellos dos comieron tranquilamente y Murasakibara no daba señal de querer despertarse, así que no hubo que preocuparse por más tiempo.

El pelinegro dio buenas noches para encaminarse a la habitación de invitados, mientras Kagami hacia lo mismo dirigiéndose a su propio cuarto. Aun así, el ala-pívot no pudo conciliar el sueño, y cuando el reloj marco la 1:30 de la madrugada, se levanto de la cama para caminar a la sala, en donde un enorme cuerpo seguía durmiendo en el sofá frente al televisor.

-¿Murasakibara? – Con ayuda de una de sus manos, movió levemente el hombro del contrario, provocando que este abriera uno de sus ojos, dejando ver ese color de iris tan único en el mundo - ¿Quieres dormir en mi habitación? Creo que la cama es más cómoda que este viejo sillón.

-Kaga-chin – Ahora había abierto ambos ojos, procesando la opción que el de orbes fuego le había propuesto, sin embargo había un pequeño inconveniente – Si voy no me contendré.

-No importa – El pelirrojo deseo ser un avestruz en ese mismo instante, para así esconder su cabeza en el suelo y que el más alto no pudiera notar el gran sonrojo que teñía sus mejillas; aunque igualmente con la oscuridad de la noche no se podía ver nada, solo la luna fue su guía para haber llegado a la sala sin tropezarse ni caerse con algo – Prometo que tratare de no gemir muy fuerte.

Sabiendo que el diez no se iría de ahí sin él, sonrió. Se levanto del sillón, el cual le había entumecido la espalda y lastimado sus costados, para seguir al otro chico que avanzaba a lo que sería la habitación de ambos. Al llegar diviso la cama, y cuando Kagami se recostó en ella no pudo evitar hacer lo mismo, aunque el propósito que cumpliría esa cama estaba muy lejos de dormir.

Notas finales:

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