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Intermisión por Sve

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Notas del fanfic:

Derechos: Nada es mío más que la creatividad para hacer esto, que no estoy muy segura qué es.

Advertencia: Tal vez un poco de OOC? Solamente vi el anime, leí unos dos o tres tomos del manga y las historias cortas, estoy todavía con la novela de estos jóvenes así que puede que haya utilizado algo mal. Ah! Y hay dos tiempos en la historia, espero que no sea muy confuso.

Dedicado a Sui porque yo necesitaba ver una serie nueva.

Intermisión

Por Sve.

(Del lat. intermissĭo, -ōnis). 1. f. Interrupción o cesación de una labor o de cualquier otra cosa por algún tiempo.

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ACTO PRIMERO

A diferencia de otros, tener poderes era tan común como respirar para Anna Kushina. Habían estado allí desde el primer día del cual tenía recuerdos. Si alguien estaba triste a su alrededor, ella estaba triste también, si alguien radiaba de felicidad, ella la sentía propia; y si esta persona feliz era la misma que la triste en dos días, también lo sabría, y eso le daría infelicidad.

Era un don y una maldición. Con apenas una década de vida había sido partícipe sin quererlo de tantos acontecimientos que su sabiduría sobrepasaba incluso la de aquellos que habían superado las cinco o seis décadas.

Pero, para ella no era algo fuera de lo común, era normal, era ella misma; a veces trataba de buscar lo mejor de esas situaciones extensas y perdurables. Sin embargo, en ocasiones buscar lo mejor significaba encontrar algo que no le agradaba o que no esperaba.

Curiosamente, lo más extraño, perdurable y raro que había encontrado, era algo que ella esperaba, aún, sin tener que hacer uso del saber futuro…

⎼ ¿Qué buscas Anna? ⎼ escuchó la niña a su espalda, no se giró a ver quién hablaba. Pero las esferas se posicionaron solas en un punto cercano al bar.

⎼ Nada⎼ contestó. La voz a su espalda rió y mencionó algo de "Niños, siempre igual"; excepto que nada, en esa ocasión significaba "Aquello que mantiene a Yata y a Fushimi, unidos".

.:.

Una cosa lleva a la otra, anunciaba el dicho. Yata había comenzado su día soñando con uniformes, risas, videojuegos y caminos infinitos. Eran recuerdos y no sueños, pero la realidad ya era lo más alejada de esos momentos de infancia e inocente juventud, sus días ahora pasaban entre peleas por territorios con dealers, el cuidado de su salud mental y la revisión del qué no hacer.

Como la traición.

Ese día se encontró con ella vestida de azul.

No era la primera vez que veía a quien había sido su mejor amigo en ese uniforme, sin embargo nunca dejaría de sentir el resentimiento por el traje. Pulcro, inmaculado. Ese ya no era Fushimi. Excepto que lo era. Yata había tenido que aprender que siempre había sido esa persona, que consolarse en la oscuridad cuando nadie oía no servía de nada si en realidad lo que lamentaba no era más que la verdad misma.

-Vaya, vaya, Misaki- había dicho como saludo el traidor, arrastrando las sílabas en el nombre de nacimiento del más honorable miembro de Homra.

Yata sabía que debía ignorarlo, sabía que en ese preciso instante tenía que ignorarlo, pero si tenía puntos débiles, Saruhiko Fushimi conocía todos y cada uno de ellos. Aunque en realidad, todo él era parte de un gran punto débil.

- ¿Qué haces aquí?-"mono traidor" agregó en su mente, nunca supo por qué no lo dijo en voz alta. Tal vez algo sobre ese día en particular, tal vez no.

Algo sobre patrullas que eran necesarias si el trabajo iba a ser bien hecho y con seriedad. Insultos por meterse en lugares que no correspondían, nadie transitaba ese callejón. Si la gente de Homra estaba ahí entonces era un lugar que patrullar. Insultos sobre muchas cosas. Auras haciendo el aire turbio y tenso.

Nunca se desenfundaron armas.

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ACTO SEGUNDO

Era su callejón.

El lugar donde los acontecimientos más significativos habían ocurrido. Decir que era un lugar especial sería decir poco, ese lugar significaba mucho más que algo especial, los sentimientos que allí se encontraban eran tanto que contarlos con las manos hubiera sido imposible. Era mucho más que lógico que el lugar donde las cosas siguieran sucediendo, fuera allí.

Yata lo sabía, escapar no estaba bien, su clan debería saberlo, pero nadie preguntaba y si nadie preguntaba, no mentía; y si alguien preguntaba, diría la verdad. El callejón lo ayudaba a pensar. El problema era en compañía de quién pensaba.

.:.

Ese primer roce entre labios había sido el principio y el fin. Saruhiko lo saboreaba, el dolor, el odio, la necesidad. Era demasiado de todo y nada. Tenía sed y era el primer trago en medio del desierto, tenía hambre y aún no había tenido ni un bocado.

El rose se transformó en un golpe, y luego otro, labio contra labio, dientes contra dientes, brazos contra brazos, sin encontrarse en ningún lado, sin saber qué hacer, sin comprender a dónde ir, donde dejar de ir. El beso que siguió, fue mera casualidad.

El infinito mismo no tenía lugar entre ellos, era desenfreno, era odio, era pasión y era todo lo que alguna vez podría haber ocurrido, pero no. Decisiones, caminos, actos, escapar de clases, una botella, pasos, el color rojos. Tantas cosas habían ocurrido que comprender por qué el beso más profundo y único que cualquier humano jamás hubiera tenido se sucedía sólo en ese momento y no en otro, no tenía sentido.

Fushimi nunca intentó buscarle una explicación, tampoco.

.

ACTO TERCERO

Pensar que la relación que ellos tendrían escapando de todos podría ser la misma que alguna vez como adolescentes tuvieron, sería una mentira. Los juegos no existían más, las bromas tampoco. Ni siquiera existían muchas palabras.

Pero existían otras cosas, posiblemente más importantes. Como la ansiedad, que estaba siempre presente en el temblor de las manos de Yata mientras esperaba que la hora no acordada llegara, mientras esperaba que llegara la persona equivocada, mientras esperaba que todo dejara de suceder.

Si su vida hubiera sido más simple, después de ese primer encuentro (donde luego de un par de mordidas apresuradas habían terminado ambos con un por lo menos un moretón en el rostro) todo habría terminado, habría sido un grave error que nunca debería repetirse; pero esas cosas eran de ficción. El desenfreno había sido satisfacción pura e incluso con el labio partido un insulto y un trote rápido sin rumbo, el joven pelirrojo aceptó que esa no sería la única vez, sólo la primera.

Nunca acordaban nada, las cosas simplemente sucedían, era tal vez lo único que aún conservaban del pasado. Los hábitos, los momentos libres. O no, Yata se solía decir, quizás Saruhiko tenía alguna manera tecnológica de ubicarlo y saber cada vez que estaba en el callejón. No se atrevió jamás a preguntarlo.

.:.

Esa noche, la lluvia no los detenía.

-Ahg - el dolor en su espalda producto del roce constante con la pared de ladrillos irregulares era más que una mezcla extraña sumada al goce de los labios que se abrían paso a través de su piel, en su cuello, en sus hombros, en su pecho, descendiendo.

Era incómodo, húmedo y desesperante. Sólo los pasos de una escalera de emergencia los tapaba del agua directa, ni siquiera la pared de los edificios servía demasiado.

Un instante de conciencia hizo que el chico de menor altura se preguntara cómo era que nadie nunca los había sorprendido en aquel lugar.

La mano de Fushimi levantando aún más su sudadera negra hizo que perdiera aún más la noción de las cosas, no eran movimientos suaves, eran mordidas dolorosas y perfectas. Yata no lo dejó seguir, perdería todo lo que necesitaba en un instante si dejaba que el chico menor acercara su boca al sur, estaba en un límite.

- ¿Hoy estás un poco exigente verdad?- la risa en la voz de Saruhiko era especial, mezclada con muchas cosas, su ropa era un desastre, el saco ya no lo traía puesto desde el principio, su chaleco estaba abierto y varios botones de su camisa fuera de lugar; la sonrisa estaba presente y los lentes inmaculados en su lugar, sin embargo sus ojos traicionaban lo que le quedaba de compostura. Yata lo reconocía ya, la oscuridad de la lujuria o lo que fuera que sentía en ese momento.

-Cierra la boca, mono -exigió Misaki mientras lo tomaba del cabello en la nuca, esperando causar dolor, obteniendo un gruñido mezclado con gemido como respuesta.

Sus lenguas batallaban como de costumbre, esperando obtener algo que ninguno sabía bien qué era. No importaba en qué posición tuvieran relaciones (aunque el callejón no ofrecía demasiadas alternativas) siempre existían besos eternos entre medio de todo.

Esa noche Fushimi no hizo ningún comentario cuando el chico pelirrojo abandonó su boca y apoyó las manos contra la pared (si hubiera cuestionado algo, la respuesta habría sido un insulto y que de ese modo tapaba su rostro de la lluvia), se limitó a bajar los pantalones y la ropa interior de ambos, sólo lo suficiente y sin preparación más que un minuto y algunas mordidas en la espalda de Yata, se introdujo totalmente en el calor.

Sus manos nunca se tocaban cuando cogían, eso era algo que los que se amaban hacían, si es que ellos sabían algo de gente que se amara; pero los labios siempre se unían de un modo u otro, era su único cable a tierra, lo único que justificaba que no estaba todo tan mal. Excepto que lo estaba.

La mano izquierda de Saruhiko se movió de su posición jugueteando con un pezón de Yata hasta su miembro. El agua caía fría, pero la calidez de ambos era suficiente para que nada terminara con la excitación y el éxtasis sucesivo.

Tres embestidas y diez segundos más de tocar a Yata fue todo lo necesario para que ambos alcanzaran el clímax tan anhelado.

Los sonidos de la ciudad inundaron nuevamente su espacio apartado. Automóviles no muy lejos, la lluvia golpeando todo a su paso y la respiración de ambos volviendo al planeta Tierra.

La despedida nunca era una despedida, era algo que no tenía nombre, un beso fuera de lugar y media vuelta. No había más palabras, no existían más declaraciones.

Su tiempo había terminado, hora de regresar.

.

ACTO FINAL

Las palabras nunca sumaban ni restaban para aquellos que simplemente no las necesitaban. El conocimiento podía ser aprendido, pero el saber, era otra cosa. Anna sabía, tenía la certeza y seguridad.

Dentro de Homra todos tenían algo, alguien incluso que los acompañaba, los solitarios no existían, excepto por… Era probable que nadie se molestara sabiendo la verdad, o tal vez ya lo sabían, pero preferían ignorarlo. No era importante.

Para todos eran intermisiones entre tantas cosas que hacer y no hacer, todos tomaban un descanso de vez en cuando, las personas tenían vidas, ¿verdad? Pero era diferente, el caso de Yata era diferente.

De vez en cuando Yata salía y si Anna se concentraba podía sentir la frustración, la inquietud y la paz en su ser.

Duraba momentos, minutos, nunca más.

Fushimi Saruhiko y Yata Misaki eran desertores por un instante, y desconocidos con algunos recuerdos, al otro. Nada más.

Notas finales:

Notas finales: Bueno jóvenes, voy a ser totalmente honesta con ustedes, escribí este fanfiction con el mero fin de probarme a mí misma que la chispa aún existía, ustedes juzgarán si es así.

Esta historia está escrita en una semana entre un antes y después de mi vida, por lo que tal vez de a momento parezca tener un rumbo que creo que ahora, mientras escribo esto y termino la historia en sí, no tenga. De todos modos, gracias por llegar hasta acá y tener la paciencia suficiente para leer mi historia.

Este es mi primer fanfiction de K! Así que, sean condescendientes!


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