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Mi Maldito Mejor Amigo por AkiFuyumi

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Notas del fanfic:

Holas!! Volví, no con el fic largo pero sí con algo que les ayude a pasar el rato xD

Será un one-shot, pero si a la gente le gusta puedo hacerle segunda, tercera, cuarta, quinta, etc. parte nwn así que siéntanse libres de exigir xD

Pido disculpas por si encuentran que la narración es algo cruda en algunos sentidos, como la falta de pudor al nombrar ciertas partes del cuerpo, de todas formas –y con la sociedad de hoy en día- esto está catalogado para no menores de dieciséis años.

Disclaimer:

D. Gray-Man le pertenece a Katsura Hoshino-sama 

Era tarde, el sol tenía ya ganas de acurrucarse en el horizonte y una clara señal de ello eran los colores anaranjados que tomaban los oscuros rayos de sol. Pero no por ello la playa dejaría de estar tan concurrida. Las olas seguían dándoles un buen día sábado a los surfistas.

Una de las pocas personas que decidió irse antes de aquel hermoso lugar casi tropical, era una chica de dieciséis, quien ya tuvo suficiente del agua salada, cambiándola por una refrescante ducha en la regadera. Bajó sus cosas del auto descapotable rojo, para ir directamente a su habitación. Eran alrededor de las seis y media y ellos, lo más probable, es que ya estaban en su casa.

Su habitación daba al patio trasero de la casa de en frente y, a pesar de estar a una distancia prudente, podía ver como el chico albino le miraba disimuladamente a través de la persiana americana que protegía su habitación de los rayos del sol.

Hace meses era lo mismo, y le gustaba, era una adolescente con las hormonas alborotadas, y qué mejor para encender su ego y calentura, que sentirse observada y admirada, no por uno, sino dos de los chicos más sensuales y deseados de la preparatoria. Saber que era la afortunada chica que toma la atención de sus lindos vecinos llevaba sus fantasías a las nubes.

Pero bien, no hay que tomar en cuenta a esa zorra con los delirios a flote.

Nos centraremos en los chicos de la casa de enfrente. Uno de los pocos sábados en los que prefirieron saltarse la ida a la playa y quedarse en casa de los Walker.

-Oye, ya llegó –Anunció el menor de los dos adolescentes, sentado en la cama, sin dejar de mirar por la ventana a la chica de rubios cabellos semidesnuda- Hoy es tu turno.

-Ya lo sé, no lo repitas enano –Respondió el moreno, de mala gana, dejando su cuaderno y lápiz en el escritorio a la vez que le subía el volumen a la escandalosa y pesada música, para luego acercarse al otro chico.

El mayor apoyo sus rodillas en la cama, acomodándose para quedar a un costado de él y sentarse. El albino, sin decir una sola palabra, miraba como la chica se quitaba delicadamente la playera celeste quedando con el traje de baño únicamente, a la vez que sentía como su acompañante le desabrochaba el pantalón, para luego masajear su miembro por sobre la tela.

 

 

Muchos lo encontrarían extraño, incluso la rubia vecina si lo descubriera, pero estos chicos eran así. Se conocían desde niños, en un Orfanatorio al de sur Londres. Fue ahí cuando el albino se autonombró el mejor amigo del malhumorado chico de descendencia japonesa, cuando tenía unos seis prematuros añitos. Siendo para éste, una jodida molestia que no se podía quitar de encima, un Brote de Habas andante, juguetón y sonriente. Claro que para el pequeño, seguirlo, imitarle y hacerle enojar, era lo mejor del mundo.
Casualmente, el hombre que había adoptado al moreno a los nueve años –un reconocido empresario- era socio del que, un año después, adoptaría al Moyashi (como solía llamarle el asiático) por lo que al fin y al cabo terminaron creciendo juntos. Para el seis de junio, el cumpleaños número diez del japonés -Tiedoll Yuu-, se instalaron en una ciudad al oeste del condado de Los Ángeles, California (Estados Unidos), donde habitan hasta el día de hoy, y que por “casualidad” fueron secundados por el socio de Froid Tiedoll, Mana Walker, quedando como vecinos contiguos.
Cuando Yuu pasaba los once años de edad, en la escuela secundaria les hablaron de la sexualidad, pues en su grado, la mayoría estaba entrando en la pubertad. Tocando temas absolutamente nuevos para el chico, quien nunca recibió tal educación en el Orfanatorio. En casa, Tiedoll continuó con las lecciones, entregándole consejos necesarios para que el chico no cometiera alguna acción irresponsable con una jovencita en el futuro. Aunque, de todas formas, el hombre no había calculado bien el nivel de curiosidad que el tema había despertado en el muchacho, quien inocentemente instruyó al albino, incluso en la práctica de la masturbación, sin tener en cuenta que este solo rozaba los nueve años.
Nunca creyeron estar haciendo algo malo, tampoco les contaron a los demás. Era, después de todo, una confianza que compartían entre ellos. Confianza que recaía en cualquier ocasión, desde una plática amena hasta golpes, desde suspirar por la chica más linda de la secundaria hasta ver, a escondidas de los padres, películas para adultos, cubriéndose siempre la espalda en la situación que se presentase. Guardar los secretos del otro, sin importar el nivel de gravedad. Eran buenos amigos (aunque el mayor nunca lo admitiese), como muchos otros adolescentes, dirán. Pero hay cosas que incluso los mejores amigos no harían entre sí.

Hay una fina línea que los separa de los demás…

 

 

Se removió un poco, acomodándose, procurando no alterar la quietud de la persiana ni perder la buena vista que tenía en el momento. Sintió sus testículos ser acariciados con una suavidad que no recordaba en el oriental, pero gustándole la sensación, no comentó nada al respecto, temiendo que Yuu se molestara y dejase de atenderlo. A medida que el ritmo de los vaivenes en caricias aumentaba, el miembro atendido comenzaba a despertar. Llegándole una necesidad de despojarse de la mayor cantidad de ropa posible, lo que sucedió con sus pantalones de jeans hasta las rodillas.

Luego de sacarle los pantalones cortos, Yuu observó sus piernas fornidas y levemente velludas notando que el sol ya estaba comenzando a broncearlas con sutileza, graciosamente hasta poco más arriba de las rodillas. Rozó la suave piel del chico, haciéndolo pasar rápidamente por una casualidad, para luego bajarle un poco los bóxers, lo suficiente como para dejar a la vista el excitado pene. Lo tocó con algo de cautela, levantándolo un poco para luego dejar al descubierto el glande y hacer pequeños círculos con la yema de su dedo índice. Un débil gemido, casi imperceptible entre la música que ambientaba adrenalínicamente la situación, provocó que le mirara de reojo, mas este no dejaba de ver a la chica a través de la ventana. Volviendo a su labor, se reubicó, quedando un tanto más atrás del canoso para así poder rodearle con el otro brazo, haciendo que fuese más fácil masturbarle con ambas manos.

Poco a poco, el pene del británico se hizo más grande y el líquido pre seminal que escurría del hace un rato, hacia más fácil el onanismo. Sentía su corazón latir con fuerza y su temperatura corporal ya le incomodaba, pero no podía despegar su mirada de reojo de la chica que –aun consciente de ser observada-, se paseaba con prendas menores en la habitación, tocando de vez en cuando su torso esbelto y desnudo.
La cercanía le había obligado escuchar como a Yuu, también, le costaba mantener una respiración regular. Sin quererlo, ya estaba apoyado en el torso tonificado de su amigo de la infancia, intentando que su cuerpo no cediera aun a las hormonas imprudentes que le han acompañado en la pubertad. No gemía, intentaba con todas sus fuerzas no mostrarle a su amigo tal acción que le parecía vergonzosa en un hombre. Allen dejó caer el brazo derecho, con el que no sostenía la persiana, llevándolo rápidamente hasta la entrepierna del moreno y, a pesar de que el estiramiento del jeans no le permitiera tener una respuesta más clara, logró notar que el japonés estaba igualmente excitado. No recibió una réplica de su parte, o uno de sus acostumbrados bufidos o gruñidos, mucho menos le apartó. Es más, al sentir la proximidad, comenzó a masturbarle más salvajemente, a tocarle con más destreza, a poner el pensamiento en la mente del albino, que se vendría en cualquier segundo.

-… ¿Sabes? –Dijo Allen, intentando que el hecho de que los músculos de su cuerpo empezaran a contraerse ante el placer no se reflejara en su voz. –Ya no sé… si estoy tan caliente por esa chica… o porque me estás tocando… -Finalizó sin mirarle, mientras que Yuu atinó a sonreír con un deje de malicia (simplemente no sabía hacerlo de otra forma, aparte de la burla), viendo lo sonrojadas que estaban sus mejillas. Lamió con algo de lascivia la hélix de la pálida oreja ajena, sintiendo como un sonido ronco proferido de la garganta del menor acompañó al placer y al movimiento hacia arriba que su cadera formuló con rapidez. Ya pronto llegaría a su orgasmo y tal sensación le hizo perder el raciocinio por unos momentos. Cerró los ojos, removiendo su cabeza contra el cuello de su amigo. Ni cuenta se dio, cuando ya estaba masturbando rápida y torpemente al japonés.

Pero rayos, se sentía muy bien…

La esencia caliente en su mano derecha le hizo caer en la cuenta de su propia secreción seminal, abrió los ojos lentamente para mirar de su abdomen hacia abajo, esta vez la cama no se había manchado, por lo que dio un suspiro interno, el semen que salpicó el mes anterior había manchado y costó mucho limpiar para que su padre no los descubriera –o a él, después de todo, nadie sabía que se masturbaban mutuamente desde hace años-.

-¿Me soltaras o quieres pajearme otra vez, Moyashi?

-Oh… lo siento –Susurró para luego soltar el pene, ya un poco flácido, del oriental –Oye… –Le llamó mientras veía el semen que bañaba a su mano, abriéndola y cerrándola sucesivamente.

-¿Qué? –Preguntó de malas, viendo como el menor jugaba con aquella sustancia blanquecina.

-Deberíamos hacer esto más seguido… una vez al mes es muy poco… dejémoslo en una vez a la semana –Habló decidido, esperando una respuesta que se demoró en llegar. Y que, la verdad, no le gustó.

-Ya no haré esto contigo

-¿De qué hablas? ¿Por qué no? –Dijo molesto, incorporándose para poder mirarle a la cara.

-Estas cosas… tienes que hacerlas con tu novia, no conmigo –Respondió seriamente, evitando mirar directamente los envolventes ojos plata.

-Ya estás de nuevo, te digo que no me interesa buscar novia, no todavía… en esta edad son muy complicadas –Refunfuñó desviando la mirada.

-Las mujeres son complicadas a cualquier edad, no busques excusas –Le regañó con una venita palpitante en la sien, lo que solo le sacó un puchero al albino. El moreno suspiró resignado ante el comportamiento terco de su amigo, tomándole del mentón (con la mano limpia) para voltearle y verse a la cara nuevamente- Hay cosas, más allá de una masturbación, que debes descubrirlas, hacerlas –Se corrigió- Con una mujer, con tu novia, Moyashi. Lo que hemos estado haciendo se termina aquí, si quieres seguir, dar “ese paso”, -Habló para luego hacer una pausa, tomar aire y reiterar por enésima vez, mientras apretaba su mejilla izquierda- ¡Consíguete una novia!

-¡Aauch! –Profirió sobándose la mejilla en tanto le miraba con molestia- ¿Y si yo no quiero dar “ese paso” todavía?

-Sí, sí querrás. Más pronto de lo que crees. Estas en la edad –Le respondió mientras acomodaba su flácido miembro dentro de su ropa interior, procurando que sus manos no mancharan nada.

Allen le miró fijamente, con una sensación extraña para él. Cierta preocupación le invadió y no pudo evitar preguntar.

-¿Y tú… ya diste ese paso? –Yuu le miró, de cierta forma esperaba esa pregunta, pero le sorprendió un poco la manera en que su voz la expresó –Creí que nos contábamos todo… y eso es algo importante…

-No me mires así, si hubiera hecho algo, ya lo sabrías –Respondió con algo de demora, restándole importancia.

-Pero entonces, ¿tú ya has querido tener sexo con alguna chica?

-…Tengo dieciocho, la respuesta es obvia, tonto.

-Ah, claro –Bajó la cabeza con desgana, algo le seguía molestando. Sabía lo que era, pero no sabía cómo poder quedar tranquilo…-¿Por qué aún no lo has hecho?

-...No sé... Quizá no he encontrado a esa chica... No tendré sexo con cualquiera... Ya súbete los bóxers, tu viejo puede llegar y verte en bolas –Le dijo, dando por terminada la conversación, pero el chico seguía cabizbajo, metido en sus pensamientos, hasta que notó que el otro se bajaría de la cama.

-¿Qué pasaría?

-¿Hum? –Le obligó a detenerse para mirarle. Esperando a que continuase.

-¿Qué pasaría si yo…? ¿Si esas cosas… quiero averiguarlas contigo? –Si en ese momento no estuviera viendo al muchacho a los ojos, si no estuviera viendo cuan decidido estaba de lo que decía, fácilmente pensaría que le estaba jugando una broma, una broma de mal gusto.

-…No me jodas –Respondió casi molesto, luego de salir de su estupefacción.

-No estoy bromeando –Refutó decidido, acercándose peligrosamente al rostro del asiático, quedando a escasos centímetros de chocar nariz con nariz –Te prometo, que no llegaremos lejos, nos detendremos cuando sea el momento

-¿Cuándo sabremos que es el momento?

-Solo lo sabremos

-¡Este es el momento!

-¡No! ¡No quiero que acabe ahora! Yo… quiero seguir un poco más –La mirada de confusión, estupefacción, no se le quitaba, ni siquiera se movió cuando notó que Allen comenzó a acortar aún más la distancia… Estaba a punto de besar a un chico ¡A su amigo! Su amigo de la infancia estaba a punto de besarlo. Otro hombre, besarse con otro hombre… Bueno, muchos dirían que después de hacer lo que hacían durante años, un beso es algo insignificante, ¿No?
Para el japonés de largos cabellos azabaches, no era algo insignificante. Para él, un beso conllevaba sentimientos, cariño. No los que significaban un simple contacto entre los labios, no, los profundos y llenos de pasión. Y por las intenciones que se observan a simple vista en el albino, no sería un contacto simple y superficial.

-Oye… ¿Estás seguro de lo que planeas hacer? –Un ligero movimiento de cabeza en gesto de afirmación fue lo que recibió, antes de verle cerrar los ojos y posar sus labios en los del mayor para quitarlos rápidamente, con la clara intención de iniciar un segundo.

Con el corazón latiéndole desenfrenadamente, Yuu cerró los ojos casi por inercia, cuando el británico se volvió a acercar, correspondiendo el rápido y levemente sonoro beso. Tímidos y cortos al principio, pero poco a poco se fueron tornando con más confianza. Era extraño y excitante, sin embargo, querían seguir, probar los labios del otro con un poco más de rudeza. Introducir la lengua en la boca ajena, fue lo que terminó desatándolos, lo que los alejo del miedo y los prejuicios. Si existieran arrepentimientos, vendrían después.

Allen, extasiado, tomó la delantera, posicionándose arriba del moreno. No es como si fuera su primer beso, pero ninguna chica a la que haya besado antes se comparaba con la sensación de besar a Yuu, a su malhumorado amigo de la infancia. Esto era mucho mejor.

El moreno, por su parte, se dejó hacer. Sintió como la mano curiosa de su infantil y estúpido autonombrado mejor amigo, escudriñaba por debajo de su camisa celeste, dejando que le tocara su abdomen tonificado a la perfección. Mientras que él, siendo un poco más atrevido, fue directamente a los muslos, bajándole los bóxers para acariciar sus piernas y glúteos con más libertad.

Los besos cada vez se tornaban más salvajes y demandantes, con decir que a los segundos de comenzar, Allen se encontraba sin polera y con los bóxers afirmados en un tobillo, Yuu tenía la camisa totalmente abierta y los pantalones junto a la ropa interior estaban ya lejos de la cama del albino.

Jamás se imaginó que podría estar degustando al británico, a pesar de haberlo convertido en un adolescente vencido por las hormonas. Cosechaba lo que había sembrado hace unos años.

Llegó un momento en que Yuu, cedió (en cierta medida, claro), tomando al niño por la cadera para apegarlo más hacia sí, tocando ambas erecciones, presionando una con la otra en una exquisita sensación que le provoco un extraño gemido al albino. Éste, sin esperar mucho tiempo, inicio un lento y dificultoso vaivén que masturbaba ambos miembros. Tosco pero excitante para los dos adolescentes.

La violenta ambientación que tenían en el cuarto de Allen, impedía a cualquiera escuchar los roncos, entrecortados y lascivos jadeos que emitían, solo ellos podían escuchar, de ellos era ese mundo y nadie podría cambiarlo o destruirlo… Claro que el sonido del auto del señor Walker, logró que el asiático aventara a su compañero cama abajo con facilidad.

-Hola chicos ¿Cómo están? ¿Fueron a la playa hoy? –A los pocos minutos de llegar subió a ver a los chicos, encontrando a Yuu sentado en el escritorio con su libreta y a su hijo acostado de cabeza en varios cojines “puff” mientras jugaba video juegos.

-Nos dio flojera, hoy nos quedamos aquí –Respondió Allen, lo más normal que pudo fingir, sin despegar su mirada de la pantalla gigante.

-Hola señor Walker –Saludó Yuu, incluyéndose en la conversación.

-Vamos Yuu, dime “Mana” ¿Hasta cuándo tan formal conmigo? –Dijo con gracia recibiendo un encogimiento de hombros de parte del menor, restándole importancia. -¡Ah! ¿Continuaste el dibujo?

-… ¿Eh? –El moreno tardó más de lo necesario en procesar aquella información y no fue hasta que dirigió su mirada hacia donde el hombre apuntaba que comprendió. –Ah, no… lo intenté… pero aún no me llega inspiración.

Mana se encaminó hacia el escritorio mientras le escuchaba hablar y para cuando el muchacho hubo acabado, éste ya estaba ojeando la libreta con bocetos de paisajes y casas que Yuu había estado dibujando.

-El arquitecto vendrá dentro de cinco meses, pero si logras terminar antes me comunicaré nuevamente con él.

-De acuerdo.

-La última vez que tratamos el tema, dijo que te necesitaría para el proyecto del Hotel en Venecia y el de Holanda.

-Lo hablaré con el viejo. De todas formas aun debo terminar el del Caribe.

-¿Otro proyecto?

-Sí, salió este mes, pero ya casi está.

-… Si es mucho el trabajo le diré al arquitecto que no estas interesado. No puedes descuidar los estudios por este hobby.

-Voy bien en la preparatoria, por el idiota de allá hay que preocuparse.

-¡Te oí! ¡Idiota!

-jajaja creo que tienes razón. Pero…

-Si no termino la casa y el Hotel del Caribe para fin del próximo mes, no tomaré los otros dos.

-Trato hecho –Finalizó satisfecho, entregándole la libreta al chico. -¿Quieren algo de comer o esperan la cena?

-¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Comida! ¡Comida! ¡Ahora! ¡Ahora!

-Eso era predecible… -Gruñó el oriental sacándole risas al padre del albino. -Yo estoy bien, gracias.

-Mmm de todas formas te traeré algo… ¿Helado?

-Como guste, gracias. –Reiteró.

-Entonces ¿helado de limón, pomelo o arándanos?

-El menos dulce, por favor.

-Ya no sé ni para qué pregunto –Sonrió gustoso. –Entonces vuelvo en seguida.

-Claro –Respondieron al unísono.

-¡Ah! Y chicos, para la próxima pelea, intenten ser más cuidadosos o terminaran rompiendo sus ropas en definitiva. –Informó con gracia antes de irse, en ese momento se percataron que, con la rapidez que utilizaron al vestirse, toda su ropa estaba echa un desastre.

-Hay que ser más cuidadosos –Dijo Yuu luego de un suspiro. –Unos segundos más y tu viejo nos…

Sin darle chance para continuar, Allen voltea la silla giratoria apresando la boca del moreno en un salvaje beso que no se dudó en ser correspondido.

Notas finales:

Bueno aquí está, espero les haya gustado C:

El comentario de Kanda sobre las mujeres NO IBA CON INTENCIÓN DE OFENDER A NADIE, pero si a alguien le molestó pido sinceras disculpas.

jejeje debo admitir, que cambiarle el apellido a Kanda por Tiedoll me resultó ultramente gracioso porque no pega ni junta, es extraño, pero era nada más que por un reto interno, espero no les haya sido un problema al leer, no creo que vuelva a pasar.

Como dije, esto lo publicare como one-shot, es algo corto pero si quieren ver la continuación de esta historia solo deben pedirla con un rr. nwn

No sé cuándo pueda actualizar mi fic "Un albino con otros ojos", pero trabajo en ello asi que no se preocupen, resulta que el capítulo que viene es un tanto más complicado, pero vendrá C:

Muchas Gracias por leer, espero haya sido de su agrado nwn/

Akiyama F.


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