Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El malo por Tasmania

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

A mi bebé Izumi, <3 que tanto quiero y en secreto admiro.

Te quiero mucho muñequita.

 

Los personajes no me pertenecen.

Notas del capitulo:

Bueno este one-shot hace mensión del KagaKuro pero de una forma triste. 

Kuroko debió darse cuenta que ese día, no sería como todos los demás de verano. Empezando con el crudo frío que había azotado la ciudad esa mañana.
Esa tarde tenía planeado hacer algunas compras, aunque con el inusual frío se había planteado posponer la salida, el testarudo pelirrojo que tenía por pareja le había insistido.


Tetsu había deseado quedarse en casa, envuelto como oruga en la cama, con un sensual "tigresito" mimándolo. Tal vez no lo había deseado lo suficiente.
Se ajustó de nueva cuenta su bufanda, acomodó su gorrito y se frotó las manos. ¿Qué diablos le sucedía hoy al clima? Eso era lo único que rondaba por la cabeza del menor. 


El súper estaba vacío, como era de esperarse. Kuroko suspiró mientras recorría a paso lento los pasillos del almacén. Repasaba mentalmente todo lo que hacía falta en la alacena, odiaría en verdad que se le olvidara algo teniendo en cuenta el enorme sacrificio que había hecho por salir de casa.
Después de estar conforme con lo que llevaba pasó a pagar y posteriormente llevó las bolsas hasta su auto.
Kuroko acomodó de mejor manera las cosas en la cajuela, procurando que ningún líquido se regara por error.

 

 

-Vaya, ¿ahora eres una ama de casa, Tetsu?

 

 

El corazón del peliceleste dio un vuelco, solo conocía una sola persona que podía llamarlo así; una sola persona la cual no había visto en mucho tiempo...

 

 

-Aomine...

 

 

Kuroko se dio media vuelta con los ojos un poco desorbitados y vio a su antiguo compañero de Teiko. Seguía tan imponente como siempre; cruzado de brazos, con el ceño fruncido y una sonrisa chulesca bailándole en los labios. Llevaba el cabello un poco más largo, una chamarra de cuero acentuaba ese porte duro que siempre lo había caracterizado haciendo juego con un pantalón de mezclilla oscura.

 

 

-¿Qué pasa, Tetsu?, parece que viste a un muerto.

 

 

Kuroko soltó todo el aire que había retenido inconscientemente mientras un débil sonrojo decoraba sus mejillas.

 

 

-Aomine-kun, tanto tiempo- dijo dedicándole una fugaz sonrisa al peliazul.

-¿eh, tan frío?, ¿así me saludas después de tanto sin verme?

 

 

Kuroko solo lo miro serio mientras su corazón parecía querer salir por su boca. No había razones para estar emocionado, se repetía mentalmente...

 

 

-No has cambiado nada, Tetsu-dijo Aomine mientras suspiraba metiendo las manos en sus bolsillos-¿Tienes algo de tiempo?


-eh... En realidad no... Tengo que llegar a casa...

-Vamos Tetsu, solo será un rato... Por los viejos tiempos.

 

 

El más pequeño asintió con la cabeza.

 

 

-Sigueme en tu carro.

 

 

Kuroko vio como Aomine daba media vuelta y caminaba hasta un deportivo negro que fácilmente se confundiría con las sombras; la noche caía rápido. Subió a su coche y esperó que Daiki saliera del estacionamiento.
Las manos de Kuroko parecían temblar sobre el volante y este ni siquiera sabía por qué. No le disgustaba la idea de compartir tiempo con el moreno, pero tampoco le agradaba. Probablemente le incomodaba no tener nada de qué hablar con el mayor después de tanto tiempo sin saber de él. O tal vez... Tal vez era otra cosa que incomodaba a Kuroko.

La idea de desviarse hacia su departamento le cruzó varias veces por la cabeza al peliazul pero al final de cuentas pensó que Kagami podía esperar un poco más, además no había razones verdaderas para declinar la invitación de Aomine.


Aomine parqueó en un pequeño bar, parecía de aquellos típicos lugares donde viejos amigos se reunían para conversar y pasar el rato. Seguro de que Tetsu lo seguía, entró al lugar con su imponente aura ganándose más de un par de miradas.

 

 

-Algún día mataras a alguien si sigues haciendo eso, Tetsu- dijo Aomine mientras se sentaba al lado del peliceleste.

 

 

Kuroko solo sonrió, recordando las incontables veces que espantó a Kagami antes de que este se acostumbrara.
Para el peliazul no pasó desapercibida aquella sonrisita, sonando la lengua se acomodó correctamente en el banquillo de la barra.

 

 

-¿Que vas a tomar?
-En realidad no bebo-contestó Kuroko un poco curioso observando su al rededor.

 

 

El lugar tenía un acabado bohemio, la madera del piso lucia desgastada pero le daba tranquilidad al local, al rededor habían mesas e incluso en el centro una pequeña pista de baile.
Aomine arqueó una ceja y río sarcásticamente.

 

 

-¿Toda una ama de casa, eh?

 

El peliceleste solo lo miro serio.

 

-Yo quiero un whisky...-dijo Aomine dirigiéndose al barman

 

 

Un silencio incómodo se posó entre ambos, Aomine sabía que Kuroko era de pocas palabras y era exactamente eso lo que más le gustaba de él. Daiki siempre había admirado en secreto esa paz que acompañaba siempre al más pequeño, muchas veces se preguntó cómo se vería su impasible rostro agitado, pero no del tipo de agitación que se daba en un partido, sino de otro tipo...

 

 

-¿Qué fue de ti estos años?-dijeron los dos al unísono.

 

 

El moreno río de lo absurdo de la situación mientras le entregaban su bebida. Kuroko solo se limitó a sonreír.

 

 

-Seguí en el mundo del basquet, es para lo que nací.

-oh, ¿estás de vacaciones?-preguntó Kuroko desinteresadamente.

 

Aomine soltó un fuerte suspiro mientras recargaba su barbilla en una de sus manos.

 

-Me retiré.

 

Kuroko lo miró incrédulo como si no hubiera entendido la respuesta, Aomine frunció el entrecejo al ver la confusión del menor, a decir verdad no le gustaba gritar a los cuatros vientos lo miserable que se había tornado su vida pero hablarle con rodeos al menor no era una opción así que decidió ser sincero por primera vez en mucho tiempo.

 

-me disloque un tobillo y… ah…-Aomine vaciló un momento- estuve un tiempo fuera de la liga, cuando volví me molestaba un poco pero no dije nada... En un partido caí mal y me disloque la rótula, se dieron cuenta de mi problema del tobillo y decidieron que ya no podía jugar, así que estoy fuera...-finalizó mientras su mano rascaba su nuca.

 

 

La cara de Aomine parecía molesta, como si sus desgracias le causaran fastidio pero Kuroko sabía que, si el moreno no tuviera tanto orgullo, probablemente estaría llorando. Kagami lo haría.

 

-Lo siento mucho, Aomine-kun.-dijo Kuroko de una forma muy sincera mientras posaba su mano en el hombro del mayor.

 

 

Aomine retiró molesto la mano del peliceleste mientras se bebía de un trago su copa.

 

 

-Vale, que no hay problema. La compensación está muy bien. Y ¿qué fue de ti, Tetsu?

 

-Jugué un par de años junto a Kagami-kun, después me retiré para seguir con el negocio familiar.


-¿Negocio familiar?, de qué va eso.


-Soy abogado, gané algunos casos pero ya no ejerzo.

 

El moreno lo miró realmente sorprendido.

 

-¿Abogado?, quién lo diría. Interesante, Tetsu.

 

 

Kuroko no contestó, recargo sus codos en la barra mientras pensaba en el frío que habría cuando saliera, su mente era una revolución total de palabras y no lograba juntar dos para formar una oración. Se sentía realmente tonto al lado del peliazul que seguía bebiendo sin decir realmente nada. No sabía cuánto tiempo había pasado, quizás nada, quizás dos horas, no lo sabía.

 

 

-Debo irme, Aomine-kun-dijo Kuroko mirando al peliazul.


-¿mmm?-Aomine solo gruñó en respuesta.

 

 

El peliceleste notó los ojos inusualmente caídos del mayor, sus mejillas parecían rojas y tenía una postura muy encorvada.

 

-Bebiste de más, Aomine-kun-afirmó el menor.


-¿qué?, yo no he bebido de más-protestó el moreno con una voz muy temblorosa.

 

 

Kuroko suspiró, ¿cómo había dejado que Aomine se emborrachara?, jamás dejaba que Kagami se pasara de copas si no era en beneficencia propia.
El peliceleste no sabía qué hacer, necesitaba llegar a casa antes de que su pareja se pusiera paranoica pero Daiki ni de broma podría manejar.

 

 

-Vamos, Aomine-kun, te llevaré a tu casa en mi coche.


-¿Casa?, un poco de alcohol no me vence, recuerda Tetsu, el único que puede vencerme... soy yo- fue lo último que alardeó Aomine antes de caer seminconsciente al suelo.

 

Kuroko odiaba a los borrachos, sobre todo si estos eran impertinentes, así que Kuroko había aprendido algunos movimientos para librarse de ellos.

 

***

 

Con la ayuda de dos hombres Kuroko llevó a Aomine hasta su auto. La gente se había asustado al ver la escena pero el peliceleste se disculpó apropiadamente.
Se acomodó en el asiento del chofer quitándose su gorro, se miró en el retrovisor y acomodó sus cabellos. Aomine lo observaba, sentado a un lado suyo.

 

 

-Tetsu...
-¿Qué sucede Aomine-kun?

 

 

Daiki no dijo nada, solo lo observó. Kuroko se sintió ligeramente incómodo, la mirada del peliazul parecía querer penetrarlo, como si de repente Aomine deseara leer sus pensamientos. Estiró sus brazos para poner el gorro en la cabeza del moreno, se acercó un poco para acomodárselo.

 

 

-Debes taparte las orejas, podrías enfermar.

 

 

Aomine no dijo nada, solo lo miró, serio, con una mirada que hizo estremecer al desbocado corazón de Kuroko. El corazón del peliceleste se estremeció, de repente sintió las endemoniadas ganas de enredar esos rebeldes cabellos entres sus dedos. Infiernos que lo quería.

 

 

-Tetsu...-El moreno sujetó de manera improvisada la muñeca del menor, provocando que se exaltara.-Tetsu... tú, ¿seguís con Kagami?...

 

Kuroko abrió los ojos sorprendido y un sentimiento de culpa se coló en sus pensamientos. ¿A qué venía eso? ¿Por qué Aomine le preguntaba eso ahora? Por un segundo, Kuroko tuvo la intención de mentir, pero no lo hizo.

 

-Sí

 

Aomine soltó suavemente la mano del contrario y suspiró sin decir nada.
El menor se acomodó nuevamente en el asiento. Tenía miedo, mucho miedo. Su corazón parecía querer escapar.

 

-¿Hacia dónde está tu departamento?

 

                                                                          ***

Kuroko manejó en silencio hasta el hogar del moreno. Aomine tampoco hizo el intento de decir algo, el alcohol removía sus sentidos y lo confundía.

Cuando llegaron al estacionamiento del departamento de Aomine, Kuroko fue el primero en salir, se apresuró para ayudar a bajar al moreno que trastabilló mientras intentaba hacerlo decentemente.
Caminaron hasta el elevador donde Aomine pensó que moriría. Por último el menor abrió la puerta con las llaves que le habían entregado segundos antes, Kuroko entró seguido por el moreno. Dejando las llaves en la primera mesa que vio se dio media vuelta dispuesto a salir, topándose con Aomine recargado en la puerta, mirándolo. Acechándolo como si en cualquier momento fuera a saltar sobre él.

"De nuevo esa mirada"

Kuroko pasó saliva y decidió calmarse, no era como si el mayor fuera un animal salvaje o algo así.

 

-No olvides mañana ir por tu auto, Aomine-kun, le dije al encargado del bar que lo dejarías como seguro de que irías a pagar mañana.


-Tetsu... ¿Qué haces aquí?

 

-¿Qué?...

- ¿Qué haces aquí, Tetsu?...

 

"¿Que qué hago aquí? ¿Acaso no es obvio?". Aulló su confundido corazón, necesitaba respuestas, tantas respuestas…

 

Kuroko no supo que responder y Aomine tampoco esperaba una respuesta.

 

-¿Por qué estás aquí? ¿Por qué viniste hasta acá?

-Yo... No te entiendo... Aomine-kun...

 

El peliceleste casi festejó por decir algo coherente, su cabeza era una ola de gritos y voces, algunas de advertencia, otras que no entendía tanto.

 

-Oh no, Tetsu, claro que entiendes... Tus ojos gritan tantas cosas… Realmente no has cambiado Tetsu… Pero conmigo no funciona ¿lo sabes, no?

<<No volverás a salir de aquí, Tetsu, eres mio.

 

***

Kuroko deseaba correr, encerrarse en el baño y llorar como el niño que no era.
No entendía para nada su situación, no sabía por qué estaba contra la puerta en la que debió haber salido hace media hora, no sabía por qué Aomine sujetaba sus muñecas mientras retiraba su bufanda para lamer su cuello o por qué su cabeza daba vueltas y su corazón brincaba como loco; no sabía por qué le gustaba. Pero Aomine sí.

 

 

-Aomine-kun, basta por favor.-dijo Kuroko en un tono tan frío que habría podido engañar a cualquiera. Menos a Aomine.

 

-No veo el motivo por el cual debería parar, Tetsu.

 

-Yo amo a Kagami-kun, estoy viviendo con él y probablemente ya debe estar preocupado. Me voy Aomine.-dijo Kuroko haciendo un intento por zafarse.

 

 

El moreno lo miró con rabia, haber mencionado al pelirrojo no era lo más inteligente que pudo haber hecho en ese momento, después Aomine sonrió y río como si el peliceleste hubiera dicho algún tipo de chiste.

 

 

-Que amas a Kagami, dices. Tetsu, repítelo hasta que te lo creas. Te conozco, te conozco desde el primer momento que te vi. Y porque te conozco sé que eres mío...

 

Irónicamente el corazón de Kuroko pareció detenerse, mientras los labios de Aomine reanudaban su repartición de besos por todo el largo de su cuello.

 

 

- ¿cuántas tardes has pasado a su lado, pensando en mí?

 

 

Las manos de Aomine bajaron hasta sus glúteos y los apretaron con firmeza, Kuroko soltó un débil gemido, sus ojos estaban ligeramente desorbitados y seguía con los brazos en alto, a pesar de que Aomine ya no se los sujetaba.

 

 

-¿Cuántas veces deseaste que fuera yo el que te tocaba?

 

 

Las manos del moreno siguieron su recorrido, estrujando ahora las afiladas caderas del menor.

 

 

-¿Alguna vez comparaste nuestros labios, sin siquiera haber probado los míos?...

 

Los ojos de Kuroko se volvieron cristalinos, sentía que no podía respirar; era la primera vez en su vida que deseaba realmente golpear a alguien.

 

 

-Ne, Tetsu-susurró Aomine al oído contrario- dime, cuantas veces deseaste que fuera yo el que te follaba... Contesta, zorra.

 

 

Las lágrimas resbalaron por las mejillas del peliceleste. No entendía por qué Aomine le decía eso, no entendía... Como es que él lo sabía...
El puño de Kuroko se estrelló con fuerza en la mejilla del más alto, haciendo que retrocedieran unos pasos debido al golpe.

 

 

-Cállate... No digas más...-dijo Kuroko mirando hacia el suelo, ocultado sus lágrimas- ¡Tú no sabes nada!, ¡no tienes derecho a decir nada!

 

 

Aomine avanzó a gran velocidad hacia el menor y lo estrujo entre sus brazos mientras este se deshacía en sollozos.

 

 

-No tienes idea de cuantas veces lo hice yo... Intenté algo con Kise sabes, pero... No se pudo... él se dio cuenta que yo amaba a alguien más... Y se lo agradecí, sin él jamás lo hubiera admitido... Tenía miedo Tetsu... ¿Puedes creerlo? Yo tenía miedo...

 

 

Kuroko sonrió entre lágrimas. "Siempre tan orgulloso".

 

 

-No sabes cuantas veces desee dormirme en tus labios y besar tus sueños...

 

Aomine se río de sí mismo, justo ahora parecía una mujer enamorada.

 

 

-Despertar a tu lado... Pensé que te había perdido Tetsu, incluso creí que jamás habías sido mio... Pero hoy que te vi, me di cuenta que... No quería dejar la segunda cosa que más amo en el mundo.

 

-Aomine-kun, estas borracho...-dijo Kuroko antes de fundir sus labios con los del contrario.

 

 

El peliceleste sabía que eso estaba mal, que no podía engañar a Kagami, pero, su corazón ya había elegido y eso nunca cambiaría…

 

***

Aomine arrastró al menor hasta su cama, chocando con las paredes en el camino. La ropa fue totalmente eliminada, ambos se contemplaron un momento antes de besarse por cuarta ocasión.

-Aomine-kun...yo tengo miedo...-susurró Kuroko entre gemidos mientras el moreno atendía su sonrojada polla.

-Shh, preocúpate por el futuro cuando estemos frente a él...

 

Aomine comprobó cuantos besos median las piernas de su amante, mientras el menor le gemía lo mucho que lo amaba.

Esa noche se amaron como solo dos amantes podrían hacerlo, en cuerpo y alma. Reconociendo cada línea de sus cuerpos, cada detalle que pudiera ser considerado como favorito...

 

***

Kuroko salió del departamento de Aomine a las 5 de la mañana. Sus ojos estaban decorados por ojeras y su bufanda ahora escondía la evidencia de sus actos.
Cuando el peliceleste entró a su casa, la felicidad que embargaba su corazón lo abandonó. 
Lo que antes era una cena romántica ahora eran los rastros de una pesadilla. Algunos pétalos en el suelo habían sido cruelmente aplastados y las velas de la mesa se habían cansado de esperar. Un sillón estaba de cabeza y otras cosas mal puestas.
Kagami dormitaba en un sillón cuando escuchó que la puerta se cerraba, se levantó como loco y corrió hacia el recién llegado.

 

-¡Kuroko!-exclamó Kagami antes de abrazarlo- Por todos los dioses, dónde te habías metido, amor.

 

Kuroko no dijo nada.

-Sé que te vas a enojar por el desorden pero ayer me quede esperándote sabes, ¡el enojado debería ser yo!, cuando vi que eran los doce enserio me preocupé... Maldita sea... Llamé tantas veces a tu celular... Llamé a la policía pero me dijeron que aún no podía levantar una denuncia...

 

-Kagami...

 

-Pero qué te pasó amor, dime que no te hicieron nada...

 

Kuroko se soltó del abrazo del pelirrojo y se alejó un poco para mirarlo directamente a la cara.

 

-Kagami, tenemos que hablar.

 

El corazón de Taiga se hizo tan pequeño que creyó que iba a morir.

 

"Kuroko dijo que se iría y se llevaría todo lo que fuese suyo, y en efecto, se fue y se llevó todas su cosas. Se llevó todo. Y no me llevó a mí. Y yo era suyo"

 

Notas finales:

Bueno, antes que nada quiero aclarar que la ultima frase no es de mi autoria, solo fue modificada :3 creditos a quien correspondan.

Y pues, ese fue mi intento de drama, sinceramente lloré mares mientras lo escribia y editaba pero vamos, que la idea a quedado buena, ¿a que no?.

Saludos, nos leemos pronto :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).