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Mi gran amor perdido. por Ross Golbach

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

El inicio de la historia es con Ashura e Indra.

Espero que les guste n.n

Si les hubiesen advertido antes sobre las consecuencias que sus actos traerían consigo habrían pensado como hacer las cosas mejor y sin errores, evitando la maldición que aquella bruja les había puesto, evitando que fuesen felices ellos en cualquier vida.


Pero eso no era lo peor, sino que ambos escondían un secreto que llevarían a la tumba y no le revelarían a nadie, ni siquiera a su padre aunque fuese él la persona en la que mas confiaban.


Es que ese era un secreto que no debía ser contado jamas a nadie, no solo por el pecado que conllevaba, sino que también ambos eran hombres, nadie los aceptaría ni aunque fueran los hijos del mismísimo dios.

Indra y Ashura estaban conscientes de que su amor era prohibido, ser hermanos y hombres no lo dejaba nada fácil, mucho menos ser los hijos de un hombre poderoso, aquel al que consideraban un Dios, El Sabio De Los Seis Caminos.

Ahora era un momento crítico porque no solo una persona se había enterado de su relación sino que esa vieja era una maldita bruja homofóbica que les había puesto un hechizo evitando que fuesen felices ellos o cualquiera de sus reencarnaciones.


-Indra, tengo miedo ¿Acaso jamás podremos ser felices? -Lloraba el menor de los hermanos, aquel que prefería el amor y no la guerra.

-Lo seremos, solo hay que ser pacientes, si en esta vida no se puede entonces ten por seguro que reencarnaré mil veces solo para tener una vida feliz contigo.

-Sus palabras sonaban tan seguras para Ashura, pero no sabía que Indra trataba de convencerse a sí mismo de ello.

-Gracias, te amo, jamás me dejes -Se abrazó a su hermano y con los ojos llenos de lagrimas sonrió, lo amaba con su alma y vida.

Levantó el rostro y unió sus labios en un suave beso, uno que necesitaban y el ultimo que tendrían ya que después de eso solo se pudo escuchar a su padre hablándoles.


-Ashura, Indra, debemos hablar -Se separaron de su último momento feliz y con toda la tristeza del mundo fueron hasta su padre.


Una vez frente a él solamente faltaba que hablara y dijera lo que tenía que decir, sin rodeos ni nada, pero algo no andaba bien, podían sentirlo.

-He escuchado sus ideales y me parece que Ashura tiene un mejor concepto de la paz, utilizando el amor y no la guerra como tú, Indra. Lo lamento pero Ashura será mi sucesor -Y sin decir más este se fue dejando a la joven pareja en la habitación.


Ashura suspiraba con alivio, después de todo no era algo tan grave lo que les había dicho su padre.


Volteó a ver a su hermano y se sorprendió, su cara mostraba verdadero enojo y entonces supo... Que ese no era su Indra.


-Indra ¿Estás bien? -Iba a acercarse pero un golpe lo detuvo.

-¡No me toques! -Y al segundo se fue, dejando a Ashura completamente solo y confundido, pues aunque él sabía que su hermano deseaba ser el sucesor de su padre con todas sus fuerzas jamás lo trataría así.


Entonces recordó a la bruja, la maldita vieja homofóbica que les dijo que jamás serían felices ¿Acaso se estaba cumpliendo el maldito hechizo? Deseaba que no, pero los ojos de su amado mostraban tal odio que ya no sabía que creer.

...


Pasaron los años y Ashura estaba muy mal, su padre lo había emparejado con una hermosa doncella con la que había tenido una boda y varios hijos.

Lo que lo tenía peor es que a Indra no le habían hecho casarse, mas él lo hizo por su propia voluntad, como si echara por la borda todos aquellos sentimientos que alguna vez tuvieron y entonces odió. Odió por primera vez en toda su vida, odiaba a aquella anciana que le había separado de la persona que mas amaba.

Su descendencia fue creciendo y fue formado un clan, el clan Senju el cual tenía una fuerza increíble y un amor precioso, compartían la forma de pensar de él y eso le encantaba.


Pero también estaba el clan Uchiha, la descendencia de Indra, con la que los Senju tenían una gran rivalidad a pesar de ser primos.

-Ashura, deberías arreglar las cosas con tu hermano, no es posible que estén peleados siendo familia -Le comentó su esposa con una mueca de tristeza.

Quizá tendría razón en el sentido familiar, pero si supiera la verdadera razón... Ahora no quería pensar en sus problemas amorosos, ya había sufrido demasiado y sentía que debía ser feliz aun si Indra lo odiaba, sabía que todo había sido culpa de aquella vieja, pero no podía hacer nada, o al menos no en esa vida.


Con pesar cerró los ojos y se dispuso a dormir, abrazando a aquella mujer de cabellos rubios que a pesar de no amar le había tomado mucho cariño y gracia, pues le había dado hijos maravillosos y una vida feliz, o al menos feliz en lo que no entra Indra, fuera de eso vivió bien.


...


Este era el colmo, Indra retándolo a una pelea por el puesto de sucesor a pesar de que este se le había dado a él y no al mayor, era algo ridículo sobre todo porque su padre ya había dejado ese lugar.


-Indra ¿Acaso no te importa en lo mas mínimo todo lo que vivimos juntos? -Sollozó levemente mientras con su katana acariciaba el cuello de su hermano mayor y único amor.


-¿Cual amor? Eso se acabó cuando robaste mi sueño, acabaste con mi esperanza de ser como papá, me robaste todo Ashura, esto no puedo perdonártelo -Comentó gon una frialdad tan fría como un iceberg.

-No fue apropósito y aunque lo haya sido yo te conocía y tú no eres así, de seguro fue el hechizo de esa anciana ¿Verdad? -Bajó la katana de su cuello y saltó al otro lado del río -Dijiste que jamás me dejarías.

La gran carcajada que Indra soltó terminó por romper el corazón del menor, logrando que cayera de rodillas y sollozara el nombre de su amor perdido con dolor, soltando gemido lastimeros y lagrimas cayendo como cascadas de sus hermosos ojos.

-No Ashura, debes entender que jamás podríamos haber estado juntos, no culpes a esa anciana de algo que jamás pasó, porque yo jamás te amé -Y después de eso solo pudo sentir la sangre de Indra bajando lentamente por el filo de la katana, cayendo lentamente por sus brazos hasta caer en el suelo.

Lo había matado, porque su promesa no se había olvidado y lo mataría tantas veces como fuese posible para que en su próxima vida pudieran estar juntos y ser felices como él sabía que merecían, por lo menos un poco de felicidad.

Ese día lloró como nunca, había asesinado a su hermano con sus propias manos -y una katana de por medio- y aun sentía su sangre en su piel, así que sin más, tomó un rollo de papeles bomba y se enrolló con ellos sin temor alguno, feliz de saber que tal vez en alguna otra vida podría encontrarse con su gran perdido amor.

Notas finales:

Díganme por favor si les gusta 7w7

-Ross


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