Derek no reconocerá nunca, ni a punta de pistola cargada con balas de acónito, que está preocupado. Un poquito preocupado, más bien, sólo eso, en realidad, porque de pronto Scott e Isaac pasan el día juntos pero, no sólo eso, sino que además lo pasan con Jackson; quien había vuelto hacía unas pocas semanas de Londres. Y Derek no quiere pensar mal, porque ante todo él jamás se ha inmiscuido en problemas ajenos ─no demasiado, al menos, y eso es todo un logro para él porque Stiles es capaz de arrastrarlo cual enfurecida marea─ mas no puede evitar sentir algo de curiosidad sana ─toda influida por Stiles y su incesante, molesto parloteo interminable─ que debe saciar por el bien de su sanidad mental y la de su revoltoso compañero. Así que Derek se pone manos a la obra y se dice que hace lo correcto, que en las manadas no debe haber secretos ─aunque técnicamente esta manada no está dirigida por él, sino por Scott, pero es un detalle sin importancia y, además, ¿a quién le importa?─ y que siempre es bueno fomentar la confianza y la comunicación.
Excusas, por supuesto, porque lo único que necesita saber es si existe algún tipo extraño de ménage à trois en la jodida manada, porque esos adolescentes llenos de hormonas revueltas van a matarle un día y no, gracias, él no tiene ganas de sufrir un cruel destino ─a parte del que ya ha sufrido, claro─ siendo tan joven y menos aún cuando Stiles hace unas mamad...
Ejem.
Stiles no para de discutir sobre teorías conspiratorias y como Jackson pervierte a las mentes inocentes que son Scott e Isaac. Derek piensa que el muchacho de ojos whisky es en realidad un chico muy ingenuo porque si no está recordando mal, Scott dejó de ser un adolescente virginal e impresionable desde hace un buen tiempo. No quiere seguir por ese camino, no, Derek desde luego no quiere seguir esa hilera de pensamientos…
Mierda.
Volviendo a lo que nos atañe, el misterio parece resolverse solo y más pronto de lo que creería porque Stiles se aparece un día en su loft, a eso de las cuatro de la mañana, para enseñarle algo y ese algo hace que el beta alce una de sus pobladas, sensuales cejas, y se cruce de brazos hasta que parece que va a explotarle la camiseta. Stiles acota que sus pectorales parecen de lobo mutante y Derek se encarga de recordarle lo mucho que le gusta lamer dichos pectorales y la discusión acaba con un escandalizado hijo del Sheriff acusando al beta de tramposo porque ese torso fue creado exclusivamente para que se lengua los recorriera…
Ejem.
Derek le quita el portátil a Stiles de un movimiento brusco e irritado, sólo para dejarse caer a los segundos contra los cojines del sofá, colocar el aparato en su regazo y buscar lo que Stiles quería enseñarle. Cae en la cuenta de que no sabe que es así que tira de su compañero hasta que cae de culo a su lado, quejándose en todo el proceso por las violentas manera, por supuesto, hasta que Stiles se centra milésimas de segundo y señala una carpeta que pone en letras mayúsculas “cosas que no quieres volver a ver en tu vida pero que son un buen chantaje emocional, yay”. Derek no puede evitar mofarse un par de veces mientras abre los archivos y antes de que el de ojos whisky rebata sus palabras un gemido resuena entre las cuatro paredes del enorme loft, hace eco y choca directamente contra los oídos del beta. Escandalizándolo.
Derek no puede creer lo que está viendo en ese momento.
En serio.
No.Puede.