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Reflejo por Mokona negra

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Notas del fanfic:

Pareja: Arthur Angel x Alfred 

 Los personajes no me pertencen, son propiedad del gran Hidekaz Himaruya. Fic sin fines de lucro y todo eso... 

Notas del capitulo:

Espero que les guste este fic 

Detrás del espejo

“No toques el espejo”

“No toques las rosas”

“No creas lo que puedas llegar a ver”

 Las ordenes de haya arriba eran las ordenes y ya. No podía negarme. Tal vez por esa misma razón creyeron que era el mejor para este trabajo que todos los ángeles temían. Yo siempre seguía las órdenes. Siempre. Es por eso que tenía que cuidar el espejo del jardín de las rosas.

 Arthur no miro nada extraño en aquel espejo de marco débil. El tiempo aquí es relativo, pero la madera esculpida con rosas de madera y espinas que lo adornaban, se veían deterioradas, marchitas y manchadas de una tintura oscura desagradable. Era enorme…

-Mn. No parece tener nada de raro.- Arthur se acercó al espejo que estaba rodeado de rosas “Que no debía tocar” ya que uno de los cuatro arcángeles se lo había advertido.- ¿Qué tiene de especial esta cosa?

Arthur solo miraba su reflejo que cabía a la perfección (incluso sus alas blancas podían verse por completo) se inclinó un poco más, levantando vuelo para no tocar las rosas de aroma dulce y lo miro por un rato.

-Nada.-Suspiro empañando el espejo con su aliento.

-No hagas eso.

 Arthur abrió mucho los ojos sorprendido de aquella voz que salía del espejo. Siendo un ángel de rango no se alarmo.

-¿Un espejo encantado? –Pregunto inclinando la cabeza. Un poco decepcionado.- ¿Eso eres?-No hubo respuesta.-Mm.- Arthur se acercó de nuevo al espejo y como antes empaño la superficie de su imagen.

-¿Acaso eres estúpido? Te dije que no hicieras eso.-Se escuchó de nueva cuenta la voz proveniente del espejo.

 Arthur sonrió divertido por la reacción de tan curioso artefacto.

-¿Qué eres? – Pregunto esperando unos segundos. Frunció el entrecejo haciendo que sus gruesas cejas casi se tocaran cuando fue ignorado de nuevo.- Si no respondes seguiré respirando en ti. 

 Arthur inflo el pecho aguantando la respiración. Amenaza de nuevo al espejo en empañarlo.

-¿Qué acaso eres un ángel idiota?

-¿Ah?

 El reflejo de Arthur se hizo borroso poco a poco hasta que la imagen cambio totalmente. Frente a él, un par de ojos como el azul del cielo lo miraban enfadados. Se quedó mudo unos segundos al ver el ángel que estaba del otro lado del cristal. Un ángel de cabellos dorados como las espigas del campo y cuerpo robusto.

-Estas gordo.-soltó Arthur cruzándose de pies y brazos mirando con interés el ángel.

-¿Quién demonios eres tú? –Pregunto de mala forma el ángel ignorando su comentario.

- ¡Oh! Cierto. Que modales los míos. Soy Iggy. Encargado de cuidar el espejo.- Arthur sabía que dar su nombre verdadero era una mala idea. Los nombres son especiales y es mala idea decirlo a un objeto como este.-  Mucho gusto.

-Bien. Soy el espejo. Déjame en paz ¿Entendiste ángel cejudo? –La imagen se volvía borrosa de nuevo cuando el ángel del espejo le dio la espalda.

-Oye.- Arthur volvió hacer lo mismo de empañar el espejo.

-¡Te dije que no hicieras eso maldita sea!

 Los ojos azules del ángel encerrado quedaron tan cerca del rostro de Arthur que si no fuera por el cristal ellos dos podrían tocarse.

-Eres un ángel extraño.-Dijo el espejo alejándose.

-Un poco, tal vez. Pero tú eres el que está en el espejo, señor espejo ¿No tienes otro nombre? No me gusta decirte espejo, espejo.

- ¿Si no te digo otro nombre volverás a empañarme?

Asintió. Las alas de Arthur se plagaron y este toco un pequeño espacio desprovisto de las rosas rojas que crecían alrededor. La mirada azul cielo del ángel se volvió fría de pronto.

-Al. Solo llámame Al.

-Al.-Repitió Arthur sintiendo un cosquilleo en la nuca.

-Iggy.-Dijo Al con una sonrisita.-Y bien cejón, me voy.

-¡Espera! Si te vas a ahora te volveré a molestar.-“¿Qué estaba diciendo?” Pensó Arthur volviendo a fruncir el ceño. Por alguna razón quería seguir mirando el color azul de Al. No importaba que fuera frio. Solo, quería hacerlo.- ¿Por qué estás ahí encerrado?

-¿En verdad piensas que te lo diré? –Se burló Al.

-¿Qué importa si dices mentiras?

 Al dejo escapar un suspiro largo.

-Eres muy molesto. Me desagradas. No me importa si empañas de nuevo el espejo.-Dicho esto la imagen de Al sé esfumo tal como apareció. Dejando solo el reflejo de Arthur.

 Arthur malhumorado se quedó sentado frente al espejo. Pensaba en aquel ángel encerrado y su mirada…

-Azul.-Pensó en voz alta mirando a la nada.- ¿Por qué quiero verlo de nuevo?

 

 Cuidar el espejo era más sencillo de lo que creía Arthur. Ni siquiera sabía porque tenía que ser custodiado. Desde que había visto el ángel que decía llamarse Al, comenzó a imaginarse un montón de razones de porque estaba prisionero. Los arcángeles no le dirían nada si preguntaba, fue por eso que empezó a preguntar a los demás ángeles que conocía, pero ninguno le daba una respuesta clara. Solo se espantaban porque sabían que aquel lugar era muy peligroso para ellos porque así los decían los arcángeles. “Tal vez se comió los dulces de los arcángeles y lo encerraron ahí como castigo” Pensó sintiéndose como un tonto al formularse algo tan idiota.

  Arthur solo dejaba el espejo para cubrir algún otro encargo de los arcángeles y reportaba sus informes que siempre eran los mismo, ningún cambio en el espejo.

- ¿seguro que no volverás a aparecer?.-le decía a su reflejo, aburrido.- No es divertido solo verme.

 De vez en cuando Arthur le hablaba al espejo esperando a que Al se apareciera, pero este no lo hacía.

 Arthur se dio medio vuelta sentándose en el espacio libre de rosas frente al espejo y sin otra cosa que hacer se dispuso a cantar. Suave, con un ritmo tranquilo, Arthur inventaba la melodía como siempre hacia. Tenía en mente que cantaba para las rosas que lo rodeaban. Por eso, intentaba que fuera una canción dulce como el aroma que despedían. Arthur las miraba una a una. Hasta que miro el firmamento sobre su cabeza. Los territorios de los cielos eran infinitos, podías encontrar cualquier cosa ahí con una belleza singular, pero, ese azul en el que no dejaba de pensar hizo que su canto cambiara.

 Las melodías de Arthur eran inspiradas en esos ojos. Un azul, el azul más hermoso que hubiera visto. Era más bello que el cielo, más bello que las piedras preciosas del paraíso…aun así, era frio. Arthur sentía como su voz se quebraba.

-Has dejado de cantar.

 Arthur tembló en su lugar. No quiso girarse a pesar de escuchar la voz de Al.

-¿Me estabas escuchando?

-Es difícil ignorarte.

 Arthur pensó que la voz de Al se escuchaba diferente. Triste. Eso era. Arthur se dio cuenta porque esa mirada que le gustaba tanto era fría. Lento, se dio la vuelta, topándose de nuevo con el azul que lo había hechizado.

 Al lo miraba sin ninguna expresión en el rostro, aquel ángel había perdido el aire arrogante que lo rodeaba. Solo estaba ahí de pie. Sin decir nada, clavando la mirada azul en el verde de Arthur.

-Si que eres molesto.-Dijo al fin y su arrogancia lo envolvió.-Primero me molestas respirando en mi superficie y luego vienes todos el tiempo y cantas perturbando mis sueños ¿Qué no había otro ángel cejon por ahí más callado?

-¿Por qué no te habías aparecido antes? –Pregunto Arthur fingiendo estar molesto.-Es aburrido aquí solo.

-¿Estas diciendo que me extrañabas?

-¡Y-yo no dije eso!

-Bueno, es claro que me extrañases…todos me adoran.

-¡Que zopenco eres!

-Bien. Así esta mejor. Eres mucho más molesto cuando cantas con melancolía puedo soportarte más si solo frunces tus enormes cejas.

-¡¿Qué dices estúpido y gordo ángel?!

 Al soltó una risita.

-¿De qué te ríes?

-Eres muy extraño pero divertido. Me gusta hacerte enfadar.

-¿Qué acaso eres un crio?

 Arthur se acercó un poco más al espejo para gritarle más improperios a Al que solo se burlaba de él y su apariencia. Pero en medio de esas discusiones sin sentido Arthur se sentía mejor por verle de nuevo.

-Ya está bien.-Finalizo Arthur plegando las alas que hace rato se agitaban molestas.-Seguro tendré que tomar litros de té para tranquilizar mis nervios.

-¿Eres un anciano?

-Cierra la boca.

-¿Quién te entiende cejon? Primero vienes a mi espejo y te la pasas hablándome para que te responda y luego que hago gala de presencia te enfadas conmigo.

-Tu eres el culp…un momento… ¿Estabas escuchando cuando te hablaba? – Arthur se sonrojo.- ¿Y porque no te apareciste?

-¡Lo vez! ¡Admite que querías verme! – Decía burlándose.

-¡Yo no!... –“¿Por qué quería verlo?” Arthur miro la cara de curiosidad de Al.- ¿Por qué estás ahí encerrado?

-¿Otra vez con eso?

 Arthur temió que Al de nuevo se enfadara con la pregunta y se marchara como la última vez. Pero tenía que admitir que le inquietaba mucho la mirada fría de Al.

-Antes de responder.- Al desplego sus alas blancas que eran lo doble del tamaño en comparación a las de Arthur y mirándolo con ojos calculadores pregunto.- ¿Qué es lo que ves reflejado?

-¿Eh?- Arthur contemplo las largas plumas de Al que se abrían como un abanico. Era un ángel hermoso de alas blancas como la nieve del paraíso helado, su cabello de oro perfecto a pesar de ese mechón rebelde que se levantaba sobre los demás y su tez clara eran descripción de un ángel perfecto. Pero lo que lo hacía especial era otra cosa.- ¿Qué importa cómo te veo? –Trato de evadir la pregunta.

-¿Te gusta lo que ves? –Pregunto Al con sorna.

-Tus ojos…me gustan el color de tus ojos.

 Arthur se sentía abochornado mientras no podría creer que había contestado aquella pregunta vergonzosa.

-Vete.

 Arthur sintió como el frio de la mirada de Al sé clavaba en su pecho acompañado de esa palabra. Las alas de Al se plegaron dándole la espalda. Otra vez veía su ancha espalda desvanecerse.

-¡Al! ¡Espera!

 ¿Qué había pasado? ¿Por qué Al se había mostrado tan enfadado? ¿Por qué? ¿Por qué sentía aquel dolor en medio de su pecho? Su preciado color, esa mirada que le gustaba…lo había mirado con rechazo.

 

 Las guardias de Arthur después de eso, se volvieron solitarias.

Notas finales:

¡Dejen sus comentarios! Saludos y gracias por leer 


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