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Casco Dorado por Whitekaat

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Notas del fanfic:

Idea loca en un momento loco, pero me gusta mucho verlos juntos :'3 y quiero exprimir todas las ideas que tengo antes de quedarme sin tiempo para realizarlas.

 

CASCO DORADO

 

Saga actuaba como si nada hubiese ocurrido pero él muy bien sabía que no pasaba desapercibido, no era común en él llevar el casco de géminis, al menos no dentro del territorio del santuario. Era molesto, demasiado pesado, le producía intenso calor y sus cabellos azules siempre  salían enredados tras quitarse parte de la dorada armadura. Pero ese no era el punto crucial del porqué el caballero de géminis era observado, había menos azul en el, menos azul en su espalda el cual tanto lo caracterizaba.

 

Saga llegó hasta su templo y vio aquel rostro molesto, el rostro molesto de Aioria de Leo. Se veía enojado y era su culpa y lo tenía más que claro pero Saga no tenía demasiadas ganas de ver a Aioria, al menos no en ese momento, sabía que le haría muchas preguntas las cuales no quería contestar porque además existía otra particularidad la cual aun se negaba a aceptar, no quería ver a Aioria para no mostrarle el cambio de aspecto el cual nunca quiso, un cambio en su aspecto que le fue obligado a aceptar tras su última misión.

 

***º***

 

Se había ido del santuario dejando los brazos deseosos de aquel con el que compartía una relación demasiada estrecha, el león lo había dejado escapar de aquellas dos extremidades sólo y únicamente con la promesa que a su regreso podrían continuar y así fue como Saga logró que lo dejaran marchar entre risas, besos y caricias. Leo siempre encontraba la forma de retenerlo y hacerlo olvidar de sus tareas como el santo dorado de géminis, el castaño era egoísta, testarudo, pero se las ingeniaba para distraerlo, hacerlo reír y romper con cualquier seriedad que estuviese en su rostro, Aioria  lograba sacar las sonrisas más reales de toda su vida como también el enojo más grande que haya podido expresar, el castaño lo sacaba de su zona de confort y a la vez le enseñaba emociones que no sabía que podía sentir.

 

Su misión era sencilla, la encontraba demasiado fácil, incluso un soldado normal podría realizarla “Necesitamos que encuentres un objeto perdido dentro de un templo abandonado que se construyó en honor a Atenea”, Shion no dio ninguna otra descripción del objeto de como es que debía ser o que era precisamente lo que debía buscar, le entregaron un mapa de Grecia y la ubicación del templo y sin dar mas explicaciones le permitieron dirigirse al lugar lo más pronto posible.

 

Grandes riscos adornaban el paisaje de su viaje, el lugar era aburrido, no había gente cerca del lugar, el último pueblo que observó estaba varios kilómetros atrás, la tierra era árida, no había ningún signo de vegetación, era todo de color marrón, gris y un punto de color blanco a la lejanía.

 

Encontró el templo, claramente con signos de abandono, el olor a polvo inundaba sus fosas nasales haciéndolo estornudar cada cierto tiempo, el eco retumbó por las paredes y piso de piedra caliza. Unos pasos se acercaron a él a una velocidad impresionante, el bufido de un toro confundió a Saga y su cuerpo salió disparado contra una pared tras la embestida de aquella cosa, un minotauro, un enfurecido minotauro lo atacaba sin temor alguno y Saga apenas lograba esquivar a la criatura frente a él.

 

El filo del hacha producía un singular sonido al rozar contra su dorada armadura, la criatura mitológica estaba totalmente enfurecida y era de esperarse, un intruso pisaba su territorio y obviamente pensaba en eliminarlo a toda costa.

 

Los golpes y el movimiento del hacha eran demasiado rápidos incluso igualando su velocidad, la criatura parecía no cansarse y a Saga sólo le quedaba cubrir los ataques del otro, nuevamente fue embestido contra unos pilares los cuales casi caen sobre él. Aturdido y desorientado intentaba reincorporarse para esquivar el próximo movimiento de la bestia mitad toro y mitad hombre, pero no se dio cuenta que sus cabellos habían quedado atrapados entre los escombros y el filo del hacha al pasar dejo caer una gran porción de sus largos y azulados cabellos hacia el piso.

 

***º***

 

Suspiró al recordar el incidente, la fuerza descomunal del minotauro se debía al mismo objeto el cual se le había encomendado buscar, el ser mitológico tenía en su cuello una gargantilla la cual le pertenecía a la diosa y  la razón por la cual se le había sido tan complicado batallar contra la criatura.

 

—  Tú y yo tenemos que hablar— Aioria tomó a Saga de la muñeca y lo guió hasta adentro del templo de los gemelos, se mantuvo en silencio y el geminiano a regañadientes aceptaba que fuese jalado de aquella manera, llegando al salón el castaño finalmente lo soltó otorgándole una mirada reprobatoria, era una escena un tanto peculiar, era como un padre dándole un sermón a uno de sus hijos— Llegaste hace más de dos días, no me avisaste ¿Qué diablos sucede contigo? — Estaba molesto, demasiado y así lo veía Saga, sin saber claramente que responderle al otro guardó un largo silencio.

 

—Saga, si no hablas pensaré que algo malo ocurre, así que di algo — El gemelo se mantenía callado, con su verdosa mirada pegada al suelo, no quería mantener contacto visual con Aioria por la simple razón que tenían que ver, con que la azulada mirada del otro siempre terminaba con descubrir por completo su interior— Saga, al menos mírame cuando hablamos— Tomó el mentón del mayor y pudo observar la mirada asustada y huidiza del  caballero de géminis, entendía que no era algo malo pero que existía “algo” que perturbaba o molestaba al de cabellos color añil.

 

Entonces Aioria se dio cuenta de lo que los demás también pensaron, había menos azul en Saga y ese molesto casco no lo dejaba apreciar por completo el rostro del otro. Llevo ambas manos a la cabeza de saga, tocando las mascaras que se encontraban a los costados del dorado casco con la clara intención de quitarlo, pero las tibias manos de Saga lo detuvieron por un momento, hasta que el gemelo luego de un cerrar de ojos y un suspiro bajó sus manos ante la insistencia de Aioria por verlo sin el dichoso casco de la armadura.

 

—Te ves lindo así también—Aioria sonrió, el flequillo de Saga estaba intacto, al igual que los cabellos que caían a los costados de su cabeza, pero el cabello que crecía desde su nuca llegaba hasta la mitad de su cuello, costaba un poco acostumbrarse a la nueva apariencia del caballero de la tercera casa pero para sus azulados ojos siempre sería el hermoso chico de siempre.

 

Lo besó de imprevisto, le gustaba ver como el otro reaccionaba a sus repentinas acciones, como alteraba la respiración, los latidos del mayor y ese ligero escalofrío que lograba sentir cuando sus labios se unían con los de Saga. Le causaba gracia el saber que Saga tenía comportamientos infantiles como el que acaba de presenciar, deducía todo lo que él podría haber pensado y  los porqué había huido de él en aquello dos días.

 

Saga tenía una gama de colores y Aioria quería mirar todos y cada uno ellos.

 

— ¿Por qué no seguimos con lo que dejamos la otra vez? —Los brazos pasaron dócilmente por los costados de su cuello, el castaño tragó saliva al escuchar las palabras Saga como un suave susurro, seduciéndolo, incitándolo, encendiéndolo el gemelo siempre sabía como hacerlo, el tacto y la cercanía de Saga tenía una magia que funcionaba de manera inmediata con él y sin esperar un segundo más nuevamente tomó la muñeca de Saga para guiarlo hasta el cuarto mientras escuchaba una divertida risa por parte de quien lo había engatusado por completo.

 

Fin

Notas finales:

Espero les haya gustado y no mentiré que cuando escribí que el minotauro embistió a Saga tuve una extra sensacion de mitologic love*


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