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Nuestra promesa... un último día juntos por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Hola a todos!!!, aqui me presento con una nueva historia, salió en un momento mientras veia una novela, espero que lo disfruten

 

Esta historia es una manera de despedirme antes de empezar la universidad, jajaja   aunque pronto subire el primer capítulo de una nueva historia

 

 

Notas del capitulo:

Al principio pensé en no hacer lemon pero la tentación me ganó ^_^

 

Bueno sin más les dejo continuar con la lectura

 

Los personajes no me pertenecen, todos son creaciones exclusivas de su respectivo autor XD

 

PD: Creo que necesitarán un pañuelito

 

 

 

-Sasuke – mencionaba un joven rubio mientras sonreía con ternura. Observaba al azabache caminando en frente de él – tengamos una cita mañana – ambos hicieron una pausa para mirarse directamente ante la extraña petición del más bajo

-¿por qué me dices eso tan de repente? – respondió con simpleza volviendo a retomar el camino hacia su casa

-porque quiero tener una cita con mi novio – habló el más pequeño con un puchero acentuando delicadamente las dos últimas palabras. Caminaba al lado de su pareja sonriendo como era característico de él

-podemos tenerla otro día –hablaba mientras besaba la mejilla de su rubio y observaba satisfecho el sonrojo provocado

-tiene que ser mañana – una sonrisa salió con ternura

-está bien, dobe – ¿cómo resistirse a la dulzura de su novio? aquel que también era su vecino, amigo de infancia, la persona que había logrado entrar en ese frio corazón

-teme – le contestó mientras tomaba la mano del mayor entrelazando sus dedos – gracias –susurró bajito pero audible solamente para la persona a quien iba dirigida esa frase

-prepárate muy bien, te recogeré temprano, iremos a la playa – adoraba la calidez en el contacto de sus pieles. Acariciaba con su pulgar la palma de su pequeño ángel

-¡¡¡genial!!!-

-te emocionas por cualquier cosa – sus personalidades eran totalmente opuestas, mientras el azabache permanecía siempre impasible, el rubio expresaba abiertamente sus emociones

-es porque será la primera vez que iré contigo… siendo mi novio dattebayo –habló mientras saltaba de emoción

-pensaba llevarte la semana que viene pero siempre eres apresurado

 

 

Hace más de medio año que el azabache se había declarado y siendo correspondido, no pudo pedir más que ver las sonrisas cálidas dedicadas solamente para él. A pesar de que sus personalidades chocaran se complementaban demasiado bien. La relación hizo que el último medio año fuese la mejor época de su juventud, había sido fácil lograr que sus padres aceptaran su relación después de todo al conocerse desde la infancia estaba más que claro que ambos se sentían atraídos el uno por el otro. La declaración fue simple ya que Sasuke era un joven de pocas palabras “te amo, sal conmigo” sin rodeos, sin titubear, seguro de recibir un si por parte del más bajo. Dejó que todo fluyera como la corriente de un río simple y sencillo, “no podías ser más romántico… pero… acepto” el menor  le brindó un cálido abrazo seguido por un casto beso declarando el amor que sentía

 

Compartían cada momento que podían, peleaban como un par de chiquillos ante las más cosas más pequeñas, sonreían ante las boberías del contrario. No les importaba las críticas de la sociedad conservadora, salían tomados de las manos en dirección a la secundaria, incluso en una ocasión habían hecho la promesa de estar juntos hasta el final de sus días. Enfrentando cada frase de reprobación o mirada de odio, pues era verdad que ambos a su manera eran capaces de cautivar a cualquiera, al anunciarse su noviazgo más de uno o una reclamó, se desilusionó, se enfadó, criticó, pero que importaba si ellos eran realmente felices. Pero así como muchos los rechazaron existió un número mayor que los apoyó sacando a flote las verdaderas amistades

 

 

El día era hermoso, el sol brillaba y algunas nubes pequeñas se deslizaban sin prisa en el inmenso cielo. Era temprano cuando el azabache estaba  tocando la puerta de su vecino, amigo, amante como quieran definirlo, siendo una hermosa pelirroja quién  lo recibió con la más cálida y maternal sonrisa

 

 

-Buenos días Sasuke-kun, por favor pasa. Naruto bajará en unos momentos

-Buenos días Kushina-san, perdón por la intromisión – criado en un ambiente de clase alta siempre se mostraba formal y de buenas costumbres, sumándole a la apariencia varonil, misteriosa y seductora que mostraba cortesía de los genes de su familia

-Sasuke-kun, ¿Cómo estás? – habló una voz conocida sentada en la mesita en la cocina. El rubio mayor podría definirse como la autoridad en la familia – más te vale tratar bien a mi pequeño –amenazó cambiando su aura naturalmente gentil a una escalofriante

-No se preocupe Minato-san, Naruto es mi prioridad – su seriedad demostraba lo confiable que pudiera ser

-Papá deja de molestar al noviecito de mi ototo – se burlaba otro de los rubios en casa, aquel que mantenía una larga cabellera atada en una coleta alta, mientras mordía la tostada que su madre le había preparado – pero si le haces algo indebido, yo acabaré contigo – al igual que su padre mostró las garras escondidas entre la angelical apariencia

-Ustedes siempre son tan molestos – hablaba divertida la única pelirroja del lugar – no le hagas caso a Deidara ni a Minato

-Buenos días – de pronto un despampanante blondo hacía acto de presencia rompiendo  el aura maligna que formaban tanto el padre como el hermano mayor – Sasuke ya estoy listo ttebayo – era increíble que a pesar de ser los tres rubios y de ojos azules, sus personalidades variaran tanto, era casi incomprensible

-Vamos entonces – mencionó el azabache – cuidaré bien de Naruto – una reverencia ligera ante la familia dio por terminada la “amena” plática de aquel grupo

-Volveré luego ttebayo – sonrió el rubio despidiéndose con la mano y arrastrando con él al azabache para de inmediato salir de aquella casa

-Aún tengo problemas con tu hermano mayor y tu padre – comentaba el azabache mientras retomaba una caminata lenta – es increíble que en mi casa tú seas tratado como un miembro más de familia, sin un reclamo o frase amenazante

-Es porque Mikoto-san y Fugaku-san son muy amables y me llevo bien con tu hermano Itachi desde que nací – Naruto sonrió acentuando un poco las tres marquitas en cada una de sus mejillas

-Tú solo los conquistas con una sonrisa-

-Si sonrieras más, conquistarías fácilmente a mi familia también dattebayo-

-Deja de decir tonterías

-teme – aquel apodo surgió de repente cuando eran niños y desde ese entonces ambos los usaban cada vez que peleaban. No tenía tono de burla u ofensa simplemente era una manera de molestar al contrario

-dobe, sube al auto – suspiró derrotado ante el adorable puchero que el más joven le brindaba

-¿alquilaste un auto? ¡Y con chofer incluido! ¿Acaso no sabes ahorrar? – las extravagancias del mayor eran exageradas en algunas ocasiones

-será mejor así – siendo Sasuke parte de una familia más acomodada, podía darse ciertos lujos que otros ni en sueños harían

-si le pidieras a tu hermano que nos llevara te saldría más barato

-tengo dinero dobe, además mi hermano sería un fastidio

-Itachi me agrada

-quiero que tu atención sea solo mía – ¿alguien hablaba de celos? el azabache era un celoso sin remedio, incluso se molestaba cuando su hermano mayor se acercaba al rubio de sus sueños

-¿celoso? – y a pesar de todo a Naruto le encantaba seguirle el juego a Itachi-san para que su novio se molestara un poco

-entra antes de que me arrepienta

 

 

El viaje pasó entre risas y bromas por el par de jóvenes, un desayuno simple en un restaurante en el trayecto, después disfrutando del cambio que daba el paisaje. El rubio entusiasmado similar a un chiquillo que nunca ha viajado, algo que le encantaba al azabache observar, aunque no lo expresara constantemente. Lo que más amaba Sasuke del blondo era la sinceridad de sus palabras y las acciones inocentes. Al llegar, el rubio salió disparado del auto mientras el azabache daba órdenes de regresar a una hora indicada y despedía al conductor

 

 

-Sasuke vamos a jugar en la arena ttebayo – ni siquiera esperó una respuesta, pues arrastró al azabache que cargaba con las cosas que necesitaba

-Espera Naruto… primero iré a dejar esto en la casa – la cabaña de playa de los Uchiha les brindaba la comodidad perfecta, además de una agradable privacidad

-Entonces apresúrate – soltó a su novio y lo vio entrar en aquella cabaña – vaya que tener un novio rico tiene sus beneficios – susurraba divertido mientras admiraba el mar en frente de él

-No soy rico, solo tengo más posibilidades que tú – el mayor lo abrazó por la cintura – Na~ru~to – susurró al oído del más bajo sintiendo como el delgado cuerpo se estremecía

-deja de hacer eso, teme – el rubor en sus mejillas evitaba que su enfado sea tomado en cuenta como tal

 

 

Naruto se soltó de inmediato para empezar a correr hasta el punto de unión entre la arena y el agua de mar, se quitó el calzado que traía y no dudó en sumergir sus piernas en el agua fría disfrutando de la sensación que le causaba que el mar chocara con sus extremidades. Arrastró al mayor con él, jugando infantilmente, mojando al azabache quien contraatacaba, empezando a si una pequeña riña que terminó cuando ambos estaban empapados al haber sido derribados por las olas. Las risas del menor no se hicieron esperar, acalladas por un beso simple de parte del mayor. Nadar, hacer castillos de arena, jugar mientras la arena se metía entre sus dedos, o simplemente sentarse enlazando sus dedos a observar la forma de las olas, una diversión especial disfrutando de la compañía y privacidad

 

 

-Sasuke… en verdad me gusta estar contigo – habló el rubio con cariño mientras recargaba ligeramente su cabeza en el pecho del otro

-A mí también me gusta

-sabes me gustaría vivir así de relajado todo el tiempo dattebayo

-podría ser en un futuro – sus planes no eran un secreto, vivir juntos hasta alcanzar la vejez. Para muchos podrían sonar cursi pero para ellos había sido una promesa de vida

-¿seguirás conmigo en ese futuro? – cerró los ojos disfrutando del sonido de las olas y la voz gruesa que tenía el mayor

-¿acaso crees que dejaré que te me escapes?

-soy libre de hacer lo que quiera –habló  el rubio con un puchero fingiendo enfado

-pero eres mío y no dejaré que te alejes

-¿me atarás acaso?

-tal vez

-eso sería secuestro – lo enfrentó enfadado, mientras le picaba la mejilla con un dedo

-no… si es consentido – Sasuke interrumpió la acción infantil tomando delicadamente la mano del menor y apartándola rápidamente

-¿crees que voy a aceptar eso?

-lo harás porque me amas – una sonrisa ladeada y altanera característica del Uchiha se mostraba con agresividad

-idiota, eso es abusar demasiado

-no lo es

-claro que lo es

-nada sucederá mientras no te separes de mi – hablaba con seguridad, sin temores

-¿y si por algún motivo tuviese que dejarte? – el menor mostraba seriedad ante esa posibilidad, después de todo nadie puede asegurar las acciones futuras

-te seguiré y te ataré a mí para que no te vayas de nuevo

-¿y si no me puedes seguir a dónde voy? – la insistencia del blondo causó ligeras dudas en el mayor

-a donde quiera que vayas, te encontraré

-¿y si te pido que no me sigas? – hablaba un poco triste ante esa horrible aunque intangible realidad

-¿acaso quieres dejarme?

-no, claro que no

-entonces, ¿por qué hablas de esa forma?

-por nada teme – habló cambiando rápidamente su semblante melancólico a uno alegre y rebosante como es normal en él – solo quería ver qué respondías

-me parece extraño

-pues déjame decirte que eres muy posesivo, Sasuke

-si se trata de ti… lo soy

-¿por qué?

-¿acaso no lo sabes?

-no

-porque te amo – susurró al oído del menor

-yo también te amo, aunque seas un celoso, egoísta y orgulloso –se reía ante la molestia de su novio

-debería mencionar al torpe, ingenuo y travieso rubio que me corresponde –

 

 

Antes de recibir reclamos el azabache abrazó con fuerza al menor al mismo tiempo que lo besaba tiernamente. El rubio no se negó, por el contrario entreabrió sus labios para profundizar aquel contacto. El mayor lamió los rosados labios haciéndolo suspirar bajito y sin dudar introdujo su lengua en la cavidad contraria. Sus lenguas rozaron tímidamente, sin apuro empezaron a danzar, los roces eran delicados, explorando cada parte con necesidad, compartiendo un mismo deseo, un mismo sentimiento. Cuando el aire les hizo falta se separaron  dejando un pequeño hilo de saliva que los unía, el mismo que se rompió al instante. Sasuke quedó fascinado ante la visión de un rubio que mantenía sus ojos cerrados, los labios entreabiertos y brillantes ante la presencia de su saliva y con la respiración agitada. Apenas y le dio tiempo de recobrar el aliento, de nuevo atacó la boca del menor que sonriendo ante el apuro solo se dejó hacer mientras rodeaba con sus brazos el cuello del más alto en busca de soporte. Sasuke posó sus manos en la cintura de su rubio acariciando la línea que separaba la piel de la tela, su temperatura empezaba a subir

 

 

-Sa… Sasuke – susurró el blondo al sentir los dedos del mayor, se separó del beso soltando un pequeño gemido

-Lo siento – se separó un poco para ver el sonrojo del menor – estoy siendo demasiado apresurado

-está bien – habló el rubio mostrando una sutil sonrisa. A pesar de que su relación había avanzado, aún no habían dado el siguiente paso. Sasuke no quería apresurar las cosas y simplemente se dedicaba a complacer los caprichos de Naruto manteniendo sus deseos carnales  a un lado

-vamos adentro, tomaremos algo para el calor – tomó la mano del menor llevándoselo para la cabaña

-Sasuke yo… - el  rubio quería disculparse por no acceder antes, al no estar preparado

-no tienes que decir nada, todo será a su tiempo – un beso casto en los labios le dio a entender que el mayor no estaba enfadado

-pero yo… - Naruto había decidido seguir con eso, él también lo necesitaba, y esa era su única oportunidad

-toma, bebe – le ofreció la bebida recién sacada de la nevera – no te preocupes, yo esperaré

-Sasuke – el rubio abrazó al mayor con posesividad, un notable sonrojo se mostraba en sus mejillas

-¿qué sucede? – la actitud del blondo lo confundió un poco

-estoy… listo – susurró escondiendo su rostro en el pecho de su novio

-¿estás seguro? – el rubio se limitó a asentir levemente abrazándolo con más fuerza – me alegro, pero creo que será para otra ocasión – levantó el rostro del menor y depósito un casto roce

-tiene que… ser hoy – habló avergonzado mirándolo con decisión

-Naruto – pero al ver la intensidad en la mirada azulina accedió, después de todo él también lo deseaba – te amo – susurró antes de cargarlo estilo nupcial mientras se encaminaba a las escaleras

-¿q-que haces? – Naruto se negó en un principio ante la vergonzosa situación

-te llevo a la luna de miel – bromeó recibiendo un leve golpe en el hombro

-¡teme! bájame es vergonzoso, yo puedo solo

-dame el placer de cargarte así – insistió sin bajarlo

-e-está bien

 

 

Entraron al cuarto de la segunda planta, mostrando delante de ellos una cama matrimonial que sería el testigo del amor que se profesaban. El azabache depositó al menor con cuidado como si se tratara de una pieza delicada de cristal, su mayor tesoro. Se dio tiempo de admirar al avergonzado rubio que evitaba el contacto visual, sonrió ante el hecho de que el otro estuviera ruborizado de tal manera que hasta sus pequeñas orejas se mostraban de una tonalidad rojiza. Lento pero decidido se acercó para levantar el rostro de su rubio y depositar un tierno beso es su frente, bajando poco a poco en una interminable cadena de roces, besos y pequeñas mordidas en el labio superior “Si quieres… me detengo”. Las palabras salieron roncas, seductoras logrando que el corazón del menor se descolocara, terminó abrazándose al cuello del mayor y empezando un beso fogoso muestra del deseo que lo empezaba a tomar como prisionero.

No hubo ni un ápice de dudas en aquella acción, sus lenguas se movían en sincronía mientras una traviesa mano se deslizaba dentro de la playera del más joven acariciando anhelante la piel bronceada, dejando un rastro ardiente o al menos así lo sentía el más joven. En cada punto que su amante tocaba sentía un calor sofocante. Las prendas se marcharon una por una, dejando expuestas las pieles brillantes a causa del sudor que impregnaba sus cuerpos. Sería la primera vez para ambos, simplemente guiados por sus más bajos y primitivos instintos, aunque uno de ellos se había informado antes y así lo demostró

 

 

-lámelos – ordenó el azabache mostrando tres de sus dedos, en medio de los besos y caricias desvergonzadas. Naruto lo miró confundido – solo hazlo – la mente del más pequeño estaba nublada por la excitación que su cuerpo sentía, impidiéndole negarse. Obedeció la orden metiendo aquellos dedos y degustándolos como si de dulces se trataran

 

Sasuke apartó los dedos al sentir que ya estaban lo suficientemente lubricados, le sonrió con ternura y lo besó para distraerlo. Descendió sus manos, la una la posicionó en el pene del más joven empezando a masajearlo mientras escuchaba los gemidos de placer, su otra mano viajó a la rosada entrada masajeándola primero para luego aventurarse a introducir uno de los dedos ensalivados

 

-Sa… Sasuke… ¿Qué…  haces?... ¡aahh!...aaah… ngh – se sentía extraño, le dolía un poco pero a la vez sentía miles de corrientes eléctricas recorrer su cuerpo

-Tranquilo, esto… es necesario – la voz del más alto estaba cargada de lujuria, era ronca y profunda – no quiero hacerte daño

-b-bien… ah…ngh – el pequeño solo podía aferrarse de las sábanas en busca de alivio ante el mar de sensaciones que le brindaba el mayor. Gimiendo bajito, demostrando el placer que sentía se estaba entregando al paraíso carnal. Un segundo dedo ingresó haciendo que el menor se quejara, dejando salir de sus orbes azules finas lágrimas de dolor

-Tranquilo – le susurró al oído. Sus dedos se abrían, tratando de expandir la virginal entrada

-due-duele… - Sasuke entonces dejó de masturbarlo con su mano y la reemplazó por su boca. Naruto se irguió sorprendido por aquella acción repentina – Sasuke… que… ahh – un sonoro gemido salió de su boca mientras se desplomaba de nuevo en la cama. El mayor había mordido levemente su miembro causando que su espalda se arqueara. El azabache siguió con su labor concentrado en subir y bajar por el miembro del más joven, lamiendo, acariciando con su lengua y succionando la punta mientras un tercer dedo ingresaba sin recibir queja alguna. Los gemidos del menor se hicieron más fuertes a cada momento, se estaba hundiendo en el placer, sintiendo su vientre bajo arder, algo venía – yo… yo… Sasuke… para… ahh – no pudo terminar de explicarse pues su excitación lo venció, soltando su semilla en la boca de su novio arqueó su espalda y gritó de placer. Agitado, mareado, jadeante

-Te amo – el azabache se había tragado la esencia del menor, disfrutando del salado sabor, susurrando la declaración al oído del más joven y procediendo a besarlo. Se acomodaba entre las piernas del más joven – sujétate de mi espalda – ordenó con voz ronca. Naruto solo cumplió con la orden pues su parte pensante aún no se asentaba en su cuerpo – relájate…- lentamente procedió a ingresar, fundiéndose con su otra mitad. Escuchó los leves quejidos de dolor, lo entretuvo entre besos y caricias sutiles hasta que eran un solo ser. El dolor y placer se apoderaron del blondo que incrustó las uñas para aliviarse un poco mientras con dificultad respiraba. Se quedaron quietos disfrutando de la sensación, poco a poco el dolor abandonó el cuerpo tembloroso – apretado y cálido – susurró el mayor sonrojando al blondo que escondiendo su rostro en el cuello ajeno evitaba la bochornosa situación

-somos uno – susurró el blondo dejando unas lágrimas escapar, lágrimas de satisfacción – te amo, Sasuke

 

La declaración dio paso a las embestidas, lentas y suaves al principio pero con el pasar de los minutos, y guiados por los gemidos del más joven, iban aumentando en fuerza y velocidad. Ambos disfrutaban de aquel contacto tan íntimo, dejándose llevar por la electricidad que les recorría cada vez que llegaban a cierto punto. Los gemidos roncos y los ya gritos de placer adornaban la habitación. Al final del clímax gritaron el nombre del otro terminando con un casto beso, suspiros, temblores. Sus respiraciones agitadas se mesclaron, sus esencias en las sábanas y en parte de sus cuerpos  eran evidencia de aquel acto íntimo mientras sus entrelazadas manos dictaban la unión de aquellas almas enamoradas

 

 

Sonrieron abrazados al terminar de regularizar sus respiraciones, habían consumado su amor de la manera más especial que encontraron. Se conectaron. Se volvieron uno

 

 

Descansaron un rato dejándose llevar por el mundo de los sueños y al despertar tomaron un baño juntos para borrar las evidencias físicas, porque lo único que necesitaban era el recuerdo de aquel bello momento. Se vistieron, recogieron sus cosas y se dispusieron a jugar un poco en la arena hasta que su transporte los recogiera de nueva cuenta. Ya era tarde, sus estómagos lo confirmaron, pararon rápidamente para consumir un almuerzo que serviría para recobrar las fuerzas perdidas en el acto anterior. Se sonrieron con complicidad al recordarlo

 

 

-¿Vamos a casa ya? – se quejó el menor al entrar de nueva cuenta en el auto

-claro que no – vio entonces la emoción de su novio presente en su angelical rostro

-¿entonces?

-ya lo verás

-UN PARQUE DE DIVERSIONES – Naruto gritó al verse en frente de un gran letrero, el azabache despidió al que fue su chofer puesto que de nueva cuenta estaban en la ciudad y se unió al rubio que emocionado admiraba el lugar

-¿te gusta?

-¡¡¡claro!!!

-vamos – tomando la mano del más joven se adentraron en aquel lugar. La siguiente fase empezaba

 

 

Recorrieron todos los juegos que el menor elegía, la sonrisa brillante de Naruto valía el sacrificio de aguantar el bullicio y las filas. Sasuke se sentía satisfecho al complacer a su pequeño novio y apreciar las sonrisas que le mostraba. Tiro al blanco, dulces, autos, montaña rusa, la noria, cada uno de ellos eran fascinantes ante el de ojos azules, quien animado se aferraba al brazo del mayor. Cuando finalmente Naruto se cansó, el atardecer se mostraba en el horizonte

 

 

-Ya es tarde, regresemos – habló el mayor – o sino tu padre me matará – bromeó ante el puchero de Naruto

-está bien – suspiró pues Sasuke tenía razón… y él no quería problemas

-¿te parece caminar un poco?

-Si – entrelazaron sus dedos ante la atenta mirada de algunas personas y sin importarles empezaron su caminata de regreso a sus respectivos hogares – gracias Sasuke

-no tienes porqué agradecer

-es que ha sido un estupendo día – Naruto tropezó de repente, sus fuerzas le fallaron y por poco cae de no ser porque el mayor lo sostuvo

-¿estás bien? – Sasuke mostró su preocupación desmedida por la joya de su vida

-si… solo me tropecé – aclaró de inmediato al ver la expresión del otro

-debes estar cansado, no debes sobre esforzarte – habló un poco preocupado por la condición del menor – te cargaré

-¿pero qué dices? – se sorprendió cuando Sasuke se arrodilló en frente de él

-sube, te llevaré en mi espalda

-cómo crees… sería vergonzoso

-¿no quieres?

-la gente nos mira – Naruto buscaba la excusa perfecta para hacer que su novio abandonara esa idea, pero no pudo lograrlo

-¿y desde cuando te importa eso? – sonrió levemente mirando altaneramente a la gente a su alrededor – vamos… será divertido

-está bien – se abrazó a la espalda del mayor sintiendo la respiración de su persona especial – se siente extraño

-eres demasiado liviano, ¿acaso no has comido bien?

-¿cómo crees? simplemente soy de contextura delgada

-como digas

-Sasuke… gracias dattebayo

-Deja de agradecer, verás que la próxima cita será mejor

-la próxima – el blondo suspiró mientras se dejaba llevar por el aroma del mayor y se abrazaba con fuerza. Le gustaba Sasuke, lo amaba de verdad

 

 

Tomaron un taxi para terminar de llegar a su destino, las palabras no hacían falta pues se conocían demasiado bien como para saber que se divirtieron. Siendo ya casi las 7 de la noche, en la puerta de la casa del rubio se despidieron. Era como cualquier rutina normal

 

 

-Me la pasé muy bien Sasuke – sonrió el menor arrugando un poquito su nariz

-igual, ahora entra que deben estar preocupados – besó la frente del menor con devoción, lo hacía cada que se despedían  

-te amo – abrazó el menor con fuerza memorizando el aroma y contextura de su gran amor

-yo igual – Naruto le cedió un beso en los labios, uno tierno y sincero, tal vez un poco largo – descansa nos vemos mañana

-mañana – repitió en un susurro

-¿te pasa algo? estás un poco extraño Naruto – había notado un poco de tristeza en el menor desde que dejaron aquel parque

-no es nada – sonrió nervioso

-¿acaso es por lo que hicimos?

-claro que no – Naruto se sonrojó ante el recuerdo de sus cuerpos juntos, desnudos, enredados – no es nada – después de volver a la realidad, le dedicó una sincera sonrisa

-está bien, nos vemos. Aliméntate bien, debes ganar un poco de peso – sonrió de lado ante el puchero que le ofreció el menor antes de despedirse una vez más. Ya lejos de la casa de su novio, regresó la vista pero Naruto ya no estaba, había ingresado. Algo le molestaba pero no sabía que era, por ese momento lo ignoraría después de todo no quería dañar tan hermoso día

 

 

Al entrar, el rubio suspiró cansado, había sido el día más maravilloso de su vida, no se arrepentiría de nada. Estaba satisfecho con las cosas que pasó, la felicidad, nostalgia, peleas, el amor físico, todo había sido perfecto. Sonrió con decisión, ya todo estaba hecho

 

 

-Naruto – habló la cariñosa su madre – bienvenido

-Estoy en casa –al dar el primer paso sintió sus fuerzas desvanecerse, logrando evitar caerse al sostenerse de la pared

-¿Te sientes bien? ¡MINATO, DEIDARA! – gritó Kushina un poco angustiada mientras ayudaba a su hijo menor

-Estoy bien – trató de ponerse derecho pero de nuevo sus fuerzas le faltaban, sus padre enseguida lo cargó llevándolo a la sala y depositarlo en el sillón

-Deidara, llama al médico – ordenó el rubio mayor mientras revisaba cuidadosamente a su hijo, notando la palidez que presentaba

-Papá no es necesario dattebayo – Naruto se apresuró a detener a su hermano que casi salía corriendo, así eran ellos

-¿Como que no? – trataba de discutir, el semblante del menor no era bueno

-Espera ni-chan, no es necesario

-hijo… debemos llamar, no podemos dejarte así – hablaba Kushina muy alterada

-Necesito hablar con todos por favor – suplicó ante la atenta mirada de su familia

-Pero déjame llamar a…-Deidara intentó convencer al menor sin éxito

-por favor – Naruto los miró con decisión de tal forma que los tres mencionados se sentaron en frente de él

-Dime hijo – Kushina tenía un mal presentimiento

-No me pregunten por qué pero… simplemente lo sé – la melancolía se mostraba en sus ojos azulados. Naruto hablaba a pesar de notar la duda en los rostros de cada uno

-¿qué cosa? – ahora era Minato que sentía su pecho estrujarse

-Tuve una premonición – su voz era suave, delicada… dulce

-Naruto esas cosas… - a Deidara le daba muy mala espina, algo le decía que no quería escuchar lo que venía

-¿Puedo pedirles un favor? – Naruto los miró con ternura y sonriéndoles continuó – no dejen que Sasuke suba a mi habitación esta noche

-Pero como crees que lo dejaríamos – hablaba apresurado el hermano mayor – él…

-Ni ustedes tampoco – interrumpió – porque… no quiero que presencien… mis últimos minutos

-¿qué dices? – la voz de su madre se volvía quebradiza

-Mamá, papá, ni-chan… - los miró con dulzura, sonriendo con sutileza – hoy es mi último día –soltó una risita debido a su propia premonición

-qué dices hijo – Minato estaba en shock, tales palabras debían ser una simple alucinación

-ototo baka… como crees – la desesperación comenzó a inundarlos al ver la mirada del más joven de la casa

-no es así… mi niño – hablaba la mujer tratando de aclarar todo,  callaron ante la mirada dulce del rubio menor

-¿estás hablando en serio? – preguntó el de cabello largo mientras sentía sus piernas flaquear

-si – fue la simple respuesta del menor, que contrariando a esa noticia solo sonreía

-no… no puede ser – Kushina rompió en llanto prontamente, sollozos ahogados, lágrimas apuradas

-claro que no, llamaré al doctor y…- Minato se levantó presuroso, se negaba a creer, incluso negaba con su cabeza porque era… simplemente cruel

-papá... por favor –el menor sonreía melancólicamente dejando que un par de lágrimas traicioneras se le escaparan, trataba de ser fuerte pero sucumbió – sabíamos que esto pasaría

-¿cómo puedes saberlo? – Deidara hablaba desesperado… su hermanito, su único hermanito no podía…

-simplemente lo… sé – decía mirándose las manos que habían empezado a temblarle ligeramente. Secó sus lágrimas y volvió a hablar – sabíamos que estaba cerca, y por lo que veo no estoy equivocado… será hoy

-por eso quisiste salir hoy con él – Deidara se mordía el labio inferior mientras hablaba

-si

-ni niño – la mujer se acercó para acariciar las mejillas de su bebito, del que sostuvo en brazos hace tantos años

-ahora solo quiero disfrutar el resto de la noche con ustedes – Naruto habló sin presura – no lloren – pidió mientras acariciaba los cabellos rojizos de su madre que derramaba sus lágrimas en silencio – dejen que mi último recuerdo sea la sonrisa de mi familia

 

 

Todos quedaron en silencio por un momento, querían que fuese un simple sueño, una pesadilla pero no, hace mucho que sabían que algo así pasaría. Hace más de 9 meses que Naruto y su familia se había enterado de su condición “su enfermedad está en la última etapa, lo lamento”, jamás habían escuchado palabras más crueles por parte de otro ser humano. “Podemos tratarlo para que su vida se extienda un poco”, no se resignaron, escucharon varias opiniones y todas daban la misma respuesta. La desesperación inundó su hogar. Había sido una revisión de rutina tras una fiebre intensa y dolores leves pero terminó siendo en la peor desgracia para la familia. El llanto desconsolado de una madre, el lamento silencioso del padre, la resignación y lágrimas del hermano mayor, todo fue tan repentino, todo tan fatídico, pero el menor no se dejó caer “¿cuánto puedo extender mi plazo de vida?” Naruto había preguntado de inmediato. Él también había llorado en silencio en solitario evitando mostrar debilidad, pero no dejaría que fuera un impedimento, si tenía tiempo solo podía hacer una cosa, disfrutarlo. “En el mejor de los casos un año” la respuesta fue dura, pero que más daba “es tiempo suficiente” claro que lo era, tenía un plazo para cumplir sus pequeños sueños. Naruto no era exigente, ¿qué más daba? no había marcha atrás y el tiempo corría rápidamente

 

 

Ese día el rubio menor sonrió ante sus padres, pidiéndoles que no sufrieran por eso, que lo ayudaran a seguir adelante en el corto periodo que tenía, que sonrieran mucho más que antes porque era el único recuerdo que deseaba llevarse. Sólo tenía una única petición para su familia “no se lo digan a nadie”. Con el medicamento adecuado podía atenuar los efectos en la destrucción de su cuerpo, quería vivir normalmente sin restricciones, era su última voluntad, no quería que sintieran lastima por él, estaba vivo aun y quería seguir estándolo. Cada día después de eso sonrió ampliamente, disfrutando de las pequeñas cosas que la vida le brindaba, dándole fuerza a los que lo acompañaban en ese sufrimiento. La ignorancia de los demás hicieron aun mayor su satisfacción de vida, aun cuando debía perderse varios de sus deportes favoritos debido a su “enfermedad pasajera”, fue feliz al terminar su año de estudio. Viajar en vacaciones, regresar con sus compañeros, del karaoke con amigos,  bromas a los novatos, salidas en grupo, la relación que empezó, aquella que creyó jamás se realizaría

 

 

Esa relación que había soñado desde niño llegó para ampliar su sonrisa. Si eran sus últimos meses, sería egoísta por una vez y tendría al azabache para él. Pensó en nunca decirle lo que sentía pero fue el otro el que lo sorprendió al confesarse primero, se odió a si mismo por ser egoísta pero que más daba. Muchas veces intentó decirle a Sasuke lo que ocurría, pero ¿cómo hacerlo? haría que el azabache sufriera más de lo que sufriría al verlo morir alguno de esos días. Decidió callar y sufrir solo, al menos se llevaría los recuerdos maravillosos de su relación

 

 

Ahora estaba allí sentado, observando a su padre, madre y hermano sonreír mientras sentados en la mesa compartían la cena y les contaba que era lo que había hecho el día de hoy. Su último día, ¿era cruel? si lo era no importaba, quería un buen recuerdo antes del gran final. Los otros sufrían demasiado, tanto como él, pero accedieron a la petición del más pequeño, disfrutarían de esa brillante compañía hasta que se les fuera permitido. Después de cenar se juntaron en la sala a ver la televisión, abrazados al rubio que sonreía ante la comedia que era transmitida, tratando de memorizar el calor que emanaba su familia. ¿Por qué todo termina aquí? Era la duda en la mente de todos, pero callaron… simplemente callaron

 

 

-Es hora – Naruto habló de repente y todos se tensaron – iré a descansar – les sonrió con ternura a todos

-Mi niño – habló la mujer conteniendo sus lágrimas – dulces sueños – terminó diciendo a la vez que besaba la frente de su pequeño hijo

-los tendré

-descansa – dijo su padre abrazándolo con fuerza

-lo haré

-ototo…-sus palabras se cortaron de repente – sonríe – un abrazo cálido por parte de Deidara  terminó con la escena. Todos lo vieron sonreír ampliamente, sus ojos irradiaban paz y ternura, aunque su palidez cada vez era más notoria

-nos veremos… mañana – Naruto terminó de hablar, decidió creer en su propia mentira, sonrió y les dio la espalda para subir a su cuarto.

 

 

Lentamente el silencio invadió la estancia, solo el ruido de la puerta al cerrase terminó con la tensión. En la sala todos se derrumbaron, Minato abrazó a su esposa mientras se sentaban en el sillón, las lágrimas brotaban silenciosas sin control alguno, el hijo mayor se mordió el labio para reprimir los sollozos sonoros, se aferró a las piernas de su madre y recostó su cabeza en su regazo. Las manos de los padres acariciaban los cabellos largos del hijo mayor mientras se dejaba llevar por el sentimiento y sus ojos se volvían una fuente de agua salada que se deslizaba por sus mejillas en silencio

 

Naruto se apoyó en la puerta, sentía que las fuerzas estaban escapando de su cuerpo, era desesperante. Lentamente se recostó en su cama debajo de las mantas,  no cerró las cortinas porque quería ver el hermoso cielo que se mostraba, lleno de estrellas “perfecto”. Conservó la ropa que usó ese día, aquel fabuloso día. Había cumplido con sus sueños, de manera egoísta, pero no se arrepentía de nada. Cada minuto era precioso, sus fuerzas se iban de a poco, él podía sentirlo, pero se negaba a cerrar los ojos, quería disfrutar la calma que sentía

 

Algo lo interrumpió de su meditación. El celular vibraba, apenas y pudo extender su mano para contestar. No se molestó en saber quién llamaba pues pensaba cortar de inmediato. Aplastó el botón de contestar y luego dirigió su dedo al de colgar pero una voz lo llamó antes de realizar dicha acción

 

 

-Naruto – la voz que esa misma tarde le había dicho que lo amaba – Naruto ¿estás ahí?...  dobe – seguía insistiendo

-Hola Sasuke – su voz sonaba cansada – eres inoportuno – en verdad lo era. Naruto no quería que su novio supiera que estaba en su lecho de muerte, trató de sonar normal pero sus fuerzas le fallaban

-¿Qué te sucede?

-nada

-te escucho muy extraño, ¿sucedió algo?

-no es nada – se giró un poco para intentar levantarse

-llamé porque tenía un mal presentimiento

-tienes buenos instintos – decía tranquilamente maldiciendo internamente la debilidad extrema en sus brazos

-me vas a decir qué te ocurre

-estoy cansado… eso es todo – habló con calma – voy a colgar

-espera un poco Naruto

-Sasuke… te amo – dijo antes de soltar el teléfono que cayó al piso, sus dedos ya no le respondían bien – demonios – susurró desesperado, sus planes se estaban deformando

 

 

Pocos pasos…

 

 

 

-Naruto, ¿qué ocurre? contesta… Naruto… ¡mierda! – Sasuke había tenido un mal presentimiento al despedirse, pero no creyó que fuera tan grave. En ese preciso momento cerró el teléfono, se puso los tenis que encontró, tan preocupado estaba que ni siquiera se había cambiado. Salió corriendo de su casa empujando a su hermano mayor en el proceso

-¿A dónde vas? – le preguntó antes de ver a su ototo salir presuroso

-¡Naruto! – gritó antes de desaparecer tras la puerta

-entiendo – Itachi simplemente lo supo, cerró la puerta y se dispuso a seguirlo

 

 

Sasuke corrió presuroso, solo una cuadra larga los separaba. Agitado por el pequeño esfuerzo tocó presuroso pero no le abrían. Insistió hasta que escuchó los pasos de alguien quien se mostró con ojos rojos, clara muestra de haber llorado

 

 

-Sasuke – Kushina se asustó ante la presencia de aquel joven

-Necesito ver… a Naruto –estaba desesperado, la mala sensación no se iba

-lo siento pero él está dormido

-no lo está, algo le pasa

-es muy tarde, lo verás mañana

-¡no!... tiene que ser ahora

-¿qué sucede? – habló Minato apareciendo desde la sala – Sasuke es muy tarde para visitar a mi pequeño

-lo siento pero necesito verlo

-no, mañana lo harás – su porte duro se mostró entonces. La misma mirada apagada de Kushina y Sasuke se estaba desesperando a cada segundo

-pero necesito verlo ahora

-Sasuke, ¿qué te ocurre? – hablaba Itachi que lo había alcanzado tan rápido como sus piernas se lo permitieron – vámonos, ya es tarde

-no entiendes… por favor déjenme pasar – enfrentaba tanto a su hermano mayor como a los padres de su novio

-discúlpenlo está un poco loco – Itachi trató de jalarlo pero Sasuke fue más rápido empujando a los mayores y entrando

-No pasarás – Deidara se interpuso cuando el azabache intentó subir las escaleras. Era una maldita barrera

-A un lado

-no

-¿por qué? – frunciendo su ceño, respirando agitado miraba a Deidara y de nuevo estaba esa mirada

-es muy tarde – el rostro de Deidara mostraba decisión opacada por el rastro del llanto reciente

-Sasuke ven aquí, ¿qué te pasa? – Itachi intentaba controlarlo, pero no había forma… las disculpas no valían nada

-niño, vete – Minato trataba de verse amenazador, tono firme y autoritario

-Sasuke-kun… por favor – Kushina no aguantó su llanto, dando a entender que era grave

-¡déjame pasar! – su voz se elevaba. Sasuke estaba… falto de tacto

-no

-¿por qué demonios?

-es su voluntad – explicó el pelilargo de una buena vez. Deidara siempre había sido directo

-¡apártate!

-no

-¡con un demonio! – usando toda la fuerza que tuvo, Sasuke empujó a Deidara que lo superaba en estatura, haciendo que cayera. Logró liberarse del agarre desesperado del más alto y subió presuroso tratando de no tropezar con nada

-¡Sasuke espera! – Deidara se detuvo al verlo subir – maldición

-Lo siento en verdad, no sé qué le pasa a mi ototo – hablaba un inocente Itachi, el cuál calló al ver las lágrimas del rubio en las escaleras – ¿qué sucede? ¿Te lastimó?

 

 

Al  entrar al cuarto del blondo no creyó lo que veía. La luz encendida le mostraba a un pálido rubio recostado eso hizo que un escalofrío surcara a Sasuke en totalidad

 

 

-¿Naruto? – se acercó presuroso al verlo con la mirada perdida en el cielo

-Sasu… ke – el blondo estaba confundido, ¿acaso se quedó dormido? Imposible – que…

-¿qué tienes? – preguntaba mientras se acercaba dudoso

-yo… - ¿cómo iba a explicar lo que le estaba sucediendo? No había forma

-Naruto – lo acarició, estaba frio – estás helado – habló mientras veía la sonrisa débil del blondo, sin dudarlo lo abrazó contra su pecho

-teme… ¿porque estás aquí? – las palabras salían susurrantes, débiles

-¿qué tienes? – decía desesperado – necesitamos un médico urgente

-no – Naruto agarró fuerte el brazo del mayor que trataba de salir, o al menos lo intentó con las pocas fuerzas que tenía todavía – no es necesario

-¿cómo qué no? – su voz bajó de tono, estaba confundido, no pensaba solo veía a su joya preciada entre sus brazos

-Sasuke… ya es tarde – ¿para qué ocultar lo inevitable? No servía de nada

-pero que – su voz sonaba temerosa, el dolor en el pecho se extendía, un dolor como cuando estás a punto de llorar

-estoy muriendo – la mirada de Naruto era sincera, melancólica ante la expresión de horror que le presentaba el azabache

-dobe, ¿qué demonios dices? – ¿cómo creer esas palabras, si apenas hacia unas horas habían disfrutado de la cercanía y el blondo se veía rebosante de vida? Debía ser una maldita broma

-es la verdad… lo siento – sus ojos empezaron a cristalizarse debido a la oleada de emociones en ese momento. Naruto había evitado por todos los medios que alguien sufriera por su causa, que lo miraran con lástima, y tenía ante sí al amor de su vida…. mirándolo sin entender la situación, sin poder articular palabra alguna – no quería que supieras – escondió su dolor en el pecho del más alto, acurrucándose cual niño pequeño

-…- ¿Cómo expresar lo que sentía en ese instante? las palabras se le clavaron en el alma, la sinceridad en los ojos azules le mostraban que no mentía. Lo único que Sasuke hizo fue aferrarse al blondo para que no se le escapara, abrazándolo fuerte para tal vez así impedir lo que el destino le tenía preparado – yo…

-Perdón… fui egoísta… pero quise llevarme los mejores recuerdos – Naruto hablaba mientras retomaba el control de su llanto, alejándose un poco para observar el rostro de la persona que amaba

-no te dejaré – su voz estaba quebrándose, su corazón era de hielo, al menos eso pensaba hasta que el rubio llegó a su vida, mostrándole la más bella sonrisa y una brillante luz en sus ojos. Luz que en esos momentos estaba apagándose poco a poco – yo… Naru… yo

-Sasuke no llores… tú no eres así – hablaba despacio, sintiendo su cuerpo pesado, pero aun así se dio las fuerzas para acariciar el rostro del contrario

-dime que esto es una pésima broma – el azabache sostuvo la temblorosa mano del rubio manteniendo el contacto con su rostro

-lo siento… no lo es – empezaba a sentir aún más frío que antes, su cuerpo temblaba ligeramente

-no te dejaré – repitió mientras reforzaba el abrazo que sostenía al cuerpo del rubio, sentados allí en esa cama

-debes hacerlo… este viaje lo haré solo

-no… no lo harás – el razonamiento se fue por la borda, ahora solo podía hablar con el corazón – me iré contigo

-no seas teme – sonrió débilmente – jamás te pediré que… me acompañes

-aún si no me lo pides… no pienso permitir que me abandones… no ahora – las lágrimas traicioneras escapaban de los orbes negros ante la desesperación que lo estaba invadiendo

-Sasuke… no cometas una locura – sus palabras eran suplicantes – no te lo perdonaría

-Naruto tu eres mi todo, demonios… ¿cómo crees que lograré vivir sin ti?

-lo harás

-no puedo

-claro que si

-si te vas, me iré contigo

-no… promete que no lo harás – entrelazó sus dedos y separó el contacto con el rostro del azabache, tirándolo despacio y logrando captar así toda su atención – promételo Sasuke – azul con negro se encontraron, no era una petición era una orden

-…- ¿cómo podría prometer algo así? de solo imaginarse una vida sin el rubio… sentía sus fuerzas desvanecerse instantáneamente – yo…

-Sasuke… debes seguir adelante… promételo – su mirada era intensa a pesar de que sus fuerzas eran mínimas, sostuvo la mano de su novio con fuerza

-lo prometo – Sasuke se rindió ante los ojos azules que lo penetraban, una sonrisa de satisfacción adornó la palidez que en ese momento la luz de la habitación mostraba

-cuando llegue… el momento… nos volveremos a ver – su respiración cada vez era más irregular, sentía que el momento se acercaba

-no me dejes – suplicó ante la inevitable desgracia

-se feliz… - el rubio lo miró con ternura mostrando sus ojos entrecerrados, cansados – sonríe un poco más

-¿cómo podría hacerlo si no estás tú con tus tontas bromas?

-inténtalo… cásate… y forma… una familia – Naruto sonrió ante la mueca de disgusto del mayor pero recibió un asentimiento resignado

-pero nunca amaré a alguien como te amo a ti

-sigue siendo… imponente… y maravilloso

-de eso no tienes que preocuparte – una pequeña risita adornó el lugar

-mejor se humilde… y recuérdame siempre

-Naruto… ¿por qué ahora?… ¿por qué? – el agarre se hacía cada vez menor, el dolor se hacía más fuerte

-te amo… Sasuke… siempre… lo hice

-te amo… desde la primera vez que te vi cuando niños – el dolor se mostró en su rostro y las lágrimas que había contenido resbalaron sin control

-sonríe una última vez para mí – suplicó el blondo cuando el frio abandonó su cuerpo al igual que los leves espasmos que tenía, el fin llegó y quería disfrutar del último toque

-si…- se secó las lágrimas con furia mostrando la sonrisa más cálida que pudo en ese instante, el rubio se levantó un poco uniendo sus labios para un último contacto –te amo – susurró mientras sonreía. El azabache repitió aquel roce, un beso inocente, tierno, lleno de amor… tan simple y tan significativo

-yo también te amo – susurró Naruto

 

El agarre se volvía nulo, la cabeza del menor se desplomaba con suavidad, su sonrisa se desvanecía mostrándole un rostro lleno de paz, sin sufrimiento alguno. Naruto parecía dormir pero no era así, su pecho no mostraba respiración alguna, su cuerpo estaba perdiendo el último toque de calor, su palidez era inminente… Sasuke lo sabía y aun así negaba, lo negaba con fuerza… el rubio había exhalado su último aliento de vida en la declaración de amor para su persona especial

 

El silencio duró unos segundos, pocos pero infinitamente grandes a la vez. Después solo se escuchó el llanto del joven azabache en la habitación que siempre sería de Naruto. Ese llanto que a su vez detonaba los lamentos de los familiares que habían permanecido en silencio en el primer piso para no interrumpir aquella dolorosa despedida

 

 

-Naruto… no…- el azabache dejó salir todo el dolor a través de sus lágrimas, aferrándose al cuerpo inerte de su amado – que haré sin ti… Naruto – su voz se quebraba, su cuerpo temblaba su respiración era irregular – NARUTOOO… NOOO…

 

 

Solo sus gritos llenos de dolor se hicieron presentes en la habitación, suplicas para que se lo regresaran, para que esto no fuera más que una pesadilla, pero su grande amor jamás despertó. Esa era la realidad, cruel y dura realidad. Las lágrimas de Sasuke no cesaron, nunca soltó el cuerpo entre sus brazos, por el contrario se aferró a él incluso cuando sus propios padres se lo pidieron, negándose a aceptar que había perdido lo más importante esa noche. Sasuke  permanecía intentando calentar el cuerpo del más joven en un intento desesperado para hacerlo despertar del sueño eterno, al final nadie pudo hacerlo entender y dejaron que se desahogara hasta que el cansancio le ganó y su voz desapareció, pero sus lágrimas no dejaban de fluir en mares agónicos

 

 

La familia no tenía el valor de subir mientras el azabache se encontraba con su hijo. Sus lágrimas silenciosas le dieron a entender al mayor de los azabaches que algo grave pasaba, que no era ninguna broma. Itachi se había limitado a quedarse parado a lado de las escaleras y escuchar las leves palabras de los jóvenes en el segundo piso, sin creer que esa era una despedida. No sabía qué decir o cómo reaccionar, solo pudo sentarse junto a Deidara, quien ocultaba su rostro entre sus rodillas y ver al par de esposos abrazados, sentados en el suelo, derramando  lágrimas de dolor

 

Cuando su pequeño hermano, Sasuke, empezó a gritar mostrando su dolor vio como los presentes también sucumbían. Los lamentos de dolor de la pelirroja se hicieron fuertes al igual que los del rubio mayor, que entre hipos y lágrimas trataba de calmar a su esposa aunque el también estuviese destrozado. El rubio de cabello largo a su lado estalló en llanto levantando su rostro al cielo y dejando fluir el dolor en forma de gotas saladas. En un acto de solidaridad, Itachi lo abrazó dejando que ocultase su rostro en su pecho. Deidara lo abrazó con fuerza buscando un poco de alivio sintiendo como el azabache acariciaba sus cabellos, dejó salir su llanto lastimero. Itachi no podía creer lo que pasaba, el pequeño rubio siempre se vio tan lleno de vida, sonriendo y siguiendo sus bromas para enojar a su ototo, ahora había desaparecido todo aquello. Sin pensar o premeditar, sus lágrimas también surcaron su rostro sin entender porque la vida podía ser tan cruel. Poco después se unieron los padres de Itachi que llamaron al notar la falta de sus dos hijos, enterándose de la cruel realidad y brindando el apoyo necesario. Todos intentaron calmar al menor de los Uchiha sin éxito y desistiendo por el momento de separarlo de lo que en vida fue el gran amor de su hijo

 

 

Los días siguientes no fueron los mejores, las lágrimas no cesaron, la fatiga corrompía los cuerpos de los familiares y amigos de aquel pequeño sol llamado Naruto. La noticia tomó desprevenida a todos los allegados, que en diferentes reacciones siempre terminaban llorando sin aceptarlo. El funeral fue sencillo pero muy concurrido, flores de todos los colores adornaron su tumba, las condolencias no faltaron. Los Uchiha compartían el dolor de los Namikaze, brindando todo el apoyo que pudieron. Por su parte el Uchiha menor se limitó a alejarse de todos, no quería que alguien se apiadara de su dolor, terminó al fin en una depresión sin medidas. Sasuke en ese entonces solo conocía las lágrimas, la desgracia y las meditaciones

 

 

Si antes era callado y antisocial, Sasuke empeoró infinitamente. Evitaba todo contacto humano, sumiéndose en la dolorosa soledad. Ya ni siquiera hablaba con su hermano mayor, se limitaba a ir a la secundaria, visitar la tumba de su rubio llevándole alguna flor y regresar para encerrarse en la habitación. Tardó mucho tiempo en recuperarse, solo su hermano Itachi logró sacarlo de aquella tortura, lo hizo a golpes pero lo logró, le gritó por horas para recordarle la promesa que había hecho en el lecho de muerte del más joven y lo hizo entrar en razón

 

 

Decidido, Sasuke cumplió cada una de las peticiones, cada una que en sus tiempos de ocio habían discutido. Naruto le había hablado de cada sueño que tenía, de cada cosa que deseaba para el azabache, lo había preparado para cuando la muerte se lo llevara. Sasuke ahora entendía aquellas pláticas que sostenían acerca de lo que harían si prescindieran de la compañía del otro, pero al final el dolor de aquella pérdida nunca se borró

 

 

 

 

 

 

 

 

“Pues cuando tú te fuiste, te llevaste contigo mi corazón”

 

 

 

 

 

 

 

 

“¿Acaso el amor que siento por ti no puede ganarle a la muerte?”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Existen ocasiones en las que un amor es tan fuerte que no se limita ni se pierde con la cruel visita de la muerte

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-Vamos mamá, ya quiero llegar dattebayo – un pequeño rubio tiraba de la mano de su madre lleno de emoción. Su primer día en el jardín de niños lo llenaba de energía

-Espera un poco, no apresures las cosas mi niño – la voz de la mujer estaba llena de ternura, de amor

-pero quiero empezar pronto ttebayo – con un puchero reclamaba, ocasionando que la mujer riera bajito y apresurara su paso

-bien, bien, vamos…- tomando la mano de su hijo caminó presurosa, el pequeño era rebosante de alegría siendo una luz permanente en su vida

 

 

En medio de su caminata la mujer se encontró hablando con otra de las madres de familia que llegaban, siendo cortés se entretuvo a platicar unos cuantos metros antes de llegar a su destino. El pequeño rubio de ojos azules se soltó del agarre de su madre para adelantarse un poco, estaba demasiado emocionado, algo le decía que ese día era especial, que encontraría lo que había estado buscando desde que recuerda. De pronto a lo lejos divisó una cabellera negra llamando su total atención, sin dudar se acercó presuroso, observando como aquel pequeño un poco más alto que él se despedía de su madre y se adentraba al que sería su nueva escuelita

 

 

-oye…- algo le decía que aquel niño era lo que estaba buscando, pero éste no le hizo caso alguno. Enfadado insistió – oye tú… ¡oye! – se acercó y tiró de su mochila para ganar por fin la atención del otro

-…-el pequeño azabache lo miró con dudas – ¿Qué quieres? – su voz era altanera pero eso solo causó la sonrisa del ojiazul

-ahora si…- no sabía porque decía esas cosas, pero su sonrisa no se borraba

-¿a qué te refieres? – el azabache de ojos negros lo miraba confundido

-ahora si estaremos juntos hasta el fin – sus palabras fluyeron, su sonrisa zorruna se hizo presente y algo en el pequeño azabache hizo clic. Recordó algo, un fragmento, una promesa antigua, lejana

-… juntos siempre – declaró para mostrar una pequeña sonrisa y dar media vuelta para seguir con su camino, pero al sentir que el otro no lo seguía se detuvo a enfrentarlo – ¿qué esperas dobe? ...  vamos

-no me llames dobe, ¡teme! – el pequeño niño siguió al azabache, pero antes de ingresar se dio media vuelta y se despidió efusivamente de su madre

 

 

Ninguno de los pequeños sabía por qué dijeron aquello, solo sentían que se conocían de algún lugar, que era necesario seguir juntos, que era la hora de cumplir su promesa. Había llegado la oportunidad de estar juntos hasta el final de sus días…

 

 

 

“Tal vez… ésta sea nuestra nueva oportunidad”

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Se muy bien que muchos querrán ahorcarme por no haber puesto una advertencia de muerte de un personaje, pero como al final los reencarné pues... creo que no era necesario

 

¿Que les pareció?, ¿Necesitaron un pañuelito?, porque yo si, lloré al escribirlo, lloré al editarlo, lloré al corregir las faltas, espero que les haya podido transmitir el sentimiento

 

¿Que hubiesen hecho en el caso de Naruto?, pues yo habría hecho lo mismo evitando que alguien se enterara de mi situación al ser una persona sencilla yo me limitaría a viajar por mi país un poco y disfrutar de mis últimos días con las personas que amo

 

¿Como hubiesen reaccionado en el caso de Sasuke?, yo me hubiese deprimido y no hubiese salido de casa por un año aunque jamás se me ubiese pasado por la mente el suicidio

 

¿Y ustedes que harían en esas situaciones?

 

Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo al escribirlo, los quiero!!!, nos veremos pronto


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