—¿Estás nervioso?—Después de esa pregunta, Kibum cree que puede golpear su novio. Sin embargo, no lo hace.
En cambio, sus manos se retuercen y Kibum cree que puede estar sudando más de lo normal. Su mirada se pierde entonces en ese pasillo de hospital, es blanco y gris, demasiado frívolo e impersonal, y Kibum no puede dejar de estar nervioso. El lugar definitivamente no ayuda.
—Por supuesto que lo estoy. —Kibum murmura, y su mirada cae en Minho, su novio. —Tonto.
Minho ríe, y Kibum se pregunta, cómo puede él estar tan feliz y sin preocupaciones. Kibum cree que Minho debería estar retorciendo sus dedos justo como él y tal vez estar paseando de un lado a otro del pequeño pasillo esperando por noticias.
Pero él no está haciendo nada de eso. Minho está sentado a su lado, sonriendo, golpeando suavemente sus hombros juntos y tan relajado como en cualquier otro momento.
—Tienes que tranquilizarte, Bum. —Minho dice, usando ese nombre cariñoso con el cual lo ha estado llamando por los últimos años. —Todo estará bien.
Kibum no cree que pueda estarlo, miles de escenarios con imágenes terribles pasan en su mente y se reproducen una y otra vez, torturándole, y diciéndole silenciosamente que todo podría salir mal de distintas maneras.
—No puedo, —murmura y su cabeza cae contra el hombro de Minho. Escucha a su novio suspirar, y cuando éste pasa sus brazos sobre sus hombros y besa su cabello suavemente, Kibum puede sentir un poco de la tensión salir de su cuerpo. —¿Qué pasa si todo no sucede como lo planeado?
Kibum puede sentir la tensión invadir su cuerpo de nuevo, mientras el pasillo se llena de enfermeras caminando de un lado a otro.
—Todo saldrá bien, cariño. —Minho dice y su mano cae un poco más abajo hasta su cintura. —Todo tiene que salir bien.
Por primera vez, Kibum puede sentir los nervios por parte de Minho y sonríe, pensando en que no es el único. Kibum entonces se acomoda mejor contra el cuerpo de su novio y entrelaza sus manos suavemente.
—¿Nervioso, cariño?
—Tal vez. —Minho dice y una sonrisa cruza por sus labios. —Mucho.
Kibum deja que los minutos pasen, sus manos aún siguen entrelazadas a las de su novio, cuando una enfermera sale por el pasillo y les pide que la sigan.
Kibum puede sentir sus manos sudar y su cuerpo temblar y él sólo quiere que las horas pasen de nuevo rápidas y sólo pueda descansar en su casa con las buenas noticias en el pequeño cuarto del fondo.
Kibum muerde su labio inferior cuando por fin alcanza la puerta de una habitación y cree que su corazón late más rápido, mucho más rápido cuando la puerta se abre.
Ahí, detrás de la puerta, esta ella, YoungMi, y entre sus brazos, esta ese pequeño bulto, que Kibum quiere llamar suyo.
—Hola chicos. —Ella sonríe, pero Kibum puede ver sus ojos cansados.
—Hola. —Kibum dice, pero su mirada cae una y otra vez, en el bulto color azul entre sus brazos.
Minho, a su lado, aprieta sus manos suavemente y lo obliga a caminar un poco más cerca, sólo un poco más.
—¿Quieren conocerlo?—Ella dice, y su cabeza asiente ligeramente hacía el pequeño entre sus brazos.
Kibum casi corre cuando ella deja escapar esas palabras. Tira de Minho más fuerte y entonces caminan rápidamente hasta un costado de la cama.
Ahí, detrás de esa manta color azul, se encuentra la perfección hecha persona, o al menos eso lo que Kibum piensa.
Su corazón late de una forma acelerada, como si hubiera corrido un maratón, y Kibum siente una sonrisa cruzar sus labios.
Sus ojos pasean cada pequeño detalle en el rostro más pequeño frente a él. Es hermoso, Kibum decide, y perfecto. Desde sus grandes ojos que parpadean adorablemente, y sus largas pestañas, y su boquita hecha un mueca demasiado linda para poder soportarlo.
Las lágrimas pican contra sus ojos y Kibum tiene que apretar la mano de Minho más fuerte, para no creer que sea un sueño. Su mirada encuentra a Minho, y cree que puede llorar cuando Minho sonríe hacía el pequeño en los brazos de YoungMin.
Kibum no necesita que Minho diga las palabras, porque no es necesario, él puede ver detrás de su mirada, en sus ojos brillantes y sonrientes, que Minho está amando a ese pequeño bebé a cada minuto que pasa.
—¿Puedo sostenerlo?—Kibum pide, dejando ir la mano de Minho—Por favor.
YoungMi sonríe, sin embargo y sostiene al bebé suavemente para colocarlo entre sus brazos.
—Tú no tienes que preguntar eso, Kibum, es tuyo.
—¿En verdad?—Kibum pregunta, una vez más y otra más, porque él sólo quiere estar seguro de eso. Él no podría soportar que ella se arrepienta de su decisión y no quiera darle el bebé en adopción. Kibum está seguro de no poder soportarlo.
—En verdad. —Ella confirma y entonces el bebé es entregado entre sus brazos.
Es oficial, Kibum piensa, está malditamente enamorado de nuevo como lo está de Minho. Es su corazón latiendo como un loco, sus manos sudorosas, las lágrimas y la sonrisa tonta en su rostro, que lo confirman.
El nuevo peso contra sus brazos es perfecto y los grandes ojos que miran a ningún lugar en particular, son la cosa más perfecta que Kibum puede pensar.
—Es nuestro. —Susurra, y entonces encuentra la mirada de Minho.
Los grandes ojos de Minho, están brillosos y felices, Kibum cree que él puede estar reteniendo las lágrimas y lo ama un poco más por eso.
—Sí, lo es. —Minho sonríe, y besa su mejilla suavemente. —Es nuestro.
Es después de unas largas horas más, papeleos interminables, y su firma siendo estrellada cientos de veces que Kibum puede ir a casa.
Él sonríe a YoungMi mientras llega a la puerta y le agradece, por lo que sería la milésima vez, el enorme regalo que le ha dado.
Y entonces camina hasta la puerta, rápidamente, temiendo que ella se arrepienta a último momento de su decisión y es cuando está en casa, a kilómetros del hospital que siente que puede respirar de nuevo.
Están en la pequeña habitación del fondo de pasillo, esa que han pintado de azul y verde, y que ahora pertenecerá a su bebé, Yoogeun.
Minho está en medio de la habitación, con Yoogeun en sus brazos y sonriéndole como cada mañana cuando se despierta.
—Sabes, Bum, creo que puedo ver tus labios en él, son adorables.
Kibum sonríe y entonces se acerca a Minho para acariciar la mejilla de Yoogeun suavemente. Los ojos de Minho sonríen cuando se miran y el corazón de Kibum late de esa forma en que ya está acostumbrado: enamorado.
—¿Es así?—Inquiere y sus dedos recorren de un lado a otro las pestañas de su hijo. —Y yo creo que tendrá tus ojos, Minho, ¿Has visto lo grandes y hermosos que son?
Minho ríe, y él lo imita.
Yoogeun puede no ser su hijo biológico, pero es su hijo, después de todo. Su hijo. Y Kibum cree que esos ojos son idénticos a los de Minho, y también cree que cuando Yoogeun crezca será igual a Minho en distintas maneras.
—Es perfecto, ¿no es así?—Kibum puede decir eso, por la forma en que su corazón late y la sonrisa que se forma en sus labios después de mirarlo.
Cree que puede quedarse toda la vida contemplándolo entre sus brazos o simplemente mirar a Minho con su hijo en brazos, porque, Kibum decide, es la mejor imagen de todo el mundo.
—Lo es.
Minho sonríe, mientras deja un suave beso contra la cabeza de Yoogeun, y Kibum cree que no puede soportar tanto amor. Es demasiado.
—Sabes, Bum, algún día en el futuro, miraras atrás y te darás cuenta que esto es lo mejor que te ha pasado en la vida. —Minho dice. —Será lo mejor que nos ha pasado en la vida.
Kibum asiente, y deja que su dedo se atrapado entre las pequeñas manos de su hijo. Hay algo en ese gesto que hace que todo su mundo se mueva, que hace que su estómago se retuerza y logra también que una corriente eléctrica recorra su columna.
Kibum entonces decide que no tiene que esperar al futuro para saber que esta ha sido la mejor cosa que le ha pasado en su vida.
—Sabes qué, cariño, —Dice, su dedo aún atrapado entre la mano de Yoogeun. —creo que ya lo pienso.