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PARAISO PERDIDO por Main De James

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Notas del fanfic:

Los personajes de Slam Dunk NO me pertenecen.

Sus entrañas se volvían de gelatina en tanto el automóvil enfilaba por la avenida principal de la ciudad. Las mismas calles, la misma gente con el mismo comportamiento le daba la impresión que jamás había partido.
—Quince años ha sido una larga espera—Musitó devolviendo la vista al interior. La muchacha a su lado despegó la vista de la guía turística. —, y no sé, es posible que ni siquiera vuelva a encontrar mi lugar aquí.
—Y si tú no lo encuentras, ¿cómo esperas que lo encuentre yo? —la duda era evidente en su rostro, y ante lo que pudiera esperar su padre sonrió. — ¿Qué es lo divertido?
—Tú padre biológico lleva dos meses aquí, y no tienes opción: debes quedarte con él.
Minako volvió la vista a la revista en absoluto silencio, sólo luego de un rato respondió. —Has aceptado muy fácil ceder a su petición, como si yo no te importara, y eso me duele.
Hana tomó entre sus manos las suaves, pequeñas y delicadas manos de ella. —Te amo más que nada en el mundo—ella encaró, sabía que era cierto—. El Zorro…Kaede, siendo tu padre biológico tiene el derecho a disfrutarte antes de que encuentres el camino de tu propia vida y voy a respetarlo.
La expresión de ella se nubló—Me dejó por el básquetbol, me hubiera llevado con él, siempre lo he dicho.
—Y siempre te he dicho que hubieras sido una distracción para su carrera siendo tan pequeña. —respondió—.Yo fui siempre quien luchó para que no te marcharas de mi lado, tuve que convencerlo de que era lo mejor para ambos, para mí sobre todo que no podía marcharme de Francia.
—Ni siquiera fuiste tú—resopló la chica—, fue mi tía Sakura y su locura de científica loca, pero menos mal se cansó de que su propio hermano fuera su conejillo de india favorito.
—No puedo contradecirte.
—Claro que no, jamás has podido.
Sonrió, aunque para sus adentros no podía evitar la sensación frustrante que sentía, de alguna forma comenzaba a culpar a su hermana por lo que le estaba tocando vivir: separarse de la niña que crió como su hija jamás había estado en sus planes.
—Yo podría hablar con Kaede, —continuó Minako—convencerlo que no quiero separarme de ti, porque en ocho años sólo he sabido quererte a ti, y a él olvidarlo de a poco.
—Lo quieres mucho, lo sé—insistió, reconociendo que esa declaración lo satisfacía completamente.
—Lo quería, y quería que al igual que tú me arropara por las noches, me contara un cuento antes de dormir, velara por mi cuando estuve enferma como lo hiciste tú; pero sólo tuve que conformarme con verlo por la tv o escuchar su voz por teléfono sólo por algunos minutos.
—No seas egoísta con él—su voz sonó seca—Desde que lo conocí estaba empecinado en jugar en la liga de la NBA, no había nada más en su vida que aquello…y llegaste tú para demostrarle que habían otras cosas importantes en su vida. Tú no quisiste ver cuando se marchaba, te enfrascaste en tu propio dolor y no viste lo que él sufrió.
—Jamás fueron tan amigos y ahora lo defiendes—asestó Minako—. Aún ahora creo que no son amigos.
—El Zorro es el Zorro, y yo soy yo. Y tienes razón, ni siquiera esos seis años viviendo nuestras vidas junto a ti mejoró la situación.

—Debería mejorar—dijo la chica traviesamente acurrucándose junto a su padre, él instintivamente le dio un abrazo y besó su negra cabellera con ternura—. Siempre está la opción de que te transformes en su novio. —su expresión traviesa se transformó en siniestra.
Hanamichi prácticamente la apartó de un empujón, algo molesto.
—Soy completamente heterosexual.
—Pero no te he conocido una sola novia.
—He dedicado mi vida a ti, no tengo tiempo para ninguna otra persona más en mi vida. Y este tema muere aquí, no quiero volver a oír alguna otra loca idea tuya.
—Como tú quieras—contestó no muy convencida.
Algunos minutos más tarde llamaron a la puerta de una casa residencial. Un ansioso Rukawa abrió la puerta y su vista fue atraída instantáneamente hacia la jovencita de largo y liso cabello negro.
—Mina, te esperaba—haciendo caso omiso de la presencia de Hanamichi abrazó a la chica —, no sabes el tiempo que esperé para esto.
Minako miró a Hanamichi y éste le devolvió una mirada de reproche, sólo entonces correspondió al abrazo. —También me da gusto, papá.
—Ahora ya nada nos volverá a separar—musitó el moreno.
—Seguro—ella dijo volviendo a cobrar distancia.
—No sé—miró a Hanamichi, algo no le estaba gustando de ella, esperaba encontrar una respuesta en ese pelirrojo visitante. Éste sólo se encogió de hombros.
Una vez en la casa, luego de que Rukawa le mostrara sus habitaciones a la chica y la dejara sola para acomodarse, bajó a la sala donde Hanamichi se encontraba en la comodidad del sillón buscando algo que ver en la tv. Fue directo al aparato y lo apagó viendo seriamente a su visitante.
—Me mentiste, me dijiste que ella estaba feliz de poder estar conmigo y yo no lo veo de esa forma—atacó duramente.
—Debes comprenderla, no es fácil para ella este cambio de salir de su país, desprenderse de su vida, sus amigos, de mí.
—Lo dices como si no fueras a volver a verla.
Hanamichi miró en dirección a la escalera asegurándose de la ausencia de Minako.
—Sólo me quedaré dos semanas en Japón, luego regreso a Francia.
—No me estás ayudando.
—Ya te ayudé más de la cuenta—se paró a enfrentarlo—.Para mí no es fácil todo esto. No puedo dormir bien desde que me exigiste su presencia a tu lado, y no puedo lidiar con la idea de tenerla cerca y no poder volver al día a día con ella.
Kaede no sabía qué responder.
—Ahora sólo te quiero pedir una cosa más—continuó seriamente—. El hecho de que tú seas homosexual es algo nuevo, no me gusta para nada la idea de que un día de estos te sorprenda con tu novio. Debes hablarlo muy bien con ella, dar tiempo al tiempo hasta que pueda entenderlo.
—No dudes de ello.
—Bien, ahora puedo irme tranquilo.
Tras despedirse de la niña, Hanamichi regresó al taxi que estaba esperándolo para irse al hotel. No pudo evitar las lágrimas y el terror que significaba todo aquello de la separación. Antes que nada pasó al bar luego de registrarse y pidió un vaso de whisky. Por largo rato sólo supo mirar el vaso y su contenido hasta que se decidió a dar el primer sorbo. En ese instante una mano posándose en su hombro lo sorprendió. Allí estaba ella, su gran amor ya transformada en una mujer viéndole con una amplia sonrisa.
—Te vi y no lo creía, Sakuragi. En realidad eres tú.
—Haruko—se plantó frente a ella, la vio tan bonita como la recordaba, y sin embargo, lo que recordaba de ese amor, todo lo que ello le hacía sentir ya no existía; ahora sólo era una plena satisfacción y alegría de ver un rostro familiar. —No has cambiado.
—Y tú—ella lo miró de arriba abajo—Apenas puedo reconocer al muchacho que fuiste en los tiempos de preparatoria. Todo un hombre, y de familia espero.
—Familia no—se sintió un poco mal—, sigo soltero.
—Pues eres un soltero bien parecido. Quien lo creería, te has vuelto tan guapo.
— ¿Y qué hay de ti?
—Casada, dos hijos, y un marido excepcional—miró en rededor presentándole el espacio—Y este es mi palacio.
— ¿Te refieres…?
Haruko sonrió—Es nuestro hotel. Y el hecho de que sea de mi familia te hace un invitado muy especial. Ahora tengo que ir a resolver unos asuntos, y sólo espero que te quedes lo suficiente para que un día puedas cenar con mi familia.
—Oh, gracias Haruko.
—Ahora sírvete tu trago, y por cierto, la casa invita hoy.
Dos horas más tarde Hanamichi llegaba bien mareado a su habitación. Arrojó su chaqueta sobre la cama y desabrochó su fina camisa de seda gris para sentirse un poco más cómodo. Se sentó y pasó las manos por su rostro sin poder creer lo que estaba pasando.
“¿Estás seguro de querer continuar con esto?” —La conversación con Sakura llegó a su memoria—“El experimento es un éxito, lo logramos juntos, estamos haciendo historia en la medicina. Pero yo recomiendo que todo quede aquí, será mejor para ti.”
“Estoy seguro, no podría no continuar, estoy preparado y dispuesto a todo lo que viene”
Más de catorce años desde entonces, y en realidad aunque pudiera volver al pasado nada cambiaría, tomaría nuevamente la misma decisión.
Suspiró viendo sus maletas, al fin y al cabo iba a quedarse varios días y estaba obligado a desempacar. Se ponía en pie pesadamente cuando llamaron a la puerta, entonces estaba una vez más cara a cara con el Zorro.
— ¿Y Minako? —cuestionó asumiendo que la había dejado sola. Rukawa por su parte sólo se abrió paso al interior y no pudo más que seguirlo con la mirada.
—Yume le hace compañía—Hanamichi no comprendió—Mi hermana menor—aclaró.
—Debo suponer que tenemos algo que aclarar, y me pregunto qué es.
Rukawa tomó asiento y por un largo instante sólo se dedicó a mirar al pelirrojo que al cabo de un momento sentía que no podía más con su ansiedad por saber qué se traía.
— ¿Vas a hablar o te tengo que sacar las palabras a cabezazos como lo hacía en otros tiempos?
Rukawa sonrío. No era la primera vez que Hanamichi lo veía sonreír, era constante desde que Minako llegó al mundo, pero dichas sonrisas se limitaban a ella, todo lo que hacía o decía.
—Mina me pidió,… no, me suplicó que vengas a vivir con nosotros. —Hanamichi no pudo evitar soltar una carcajada. —Casi media vida de ella vivimos juntos y fuimos capaces de soportarnos.
—Fue al límite—ya no le parecía tan gracioso—. Fue en un ala restringida de una clínica por si no lo recuerdas, siempre había gente a nuestro alrededor. Vivir tú y yo en una casa es diferente, además…tú eres gay, y no me siento a gusto con eso.
— ¿Me temes por eso?
—No hay nada que nos obligue a estar compartiendo un techo, antes no tuve problemas porque las circunstancias no obligaba, y además qué sentido tiene vivir unos cuantos días junto a ustedes. Y está tu novio.
—Akira no es celoso, lo entiende.
—Perfecto, ya solucionaste tu problema—le abrió la puerta y le señaló el camino—. Quiero vivir mi duelo en soledad por si no te molesta, necesito que lo comprendas.
—Lo comprendo, pasé por eso.
Hanamichi cerró sus ojos negando con la cabeza.
—No es mi sangre, pero la amo con toda mi alma. —dijo, justo en ese momento la mano de Rukawa se posó en su hombro. Sus ojos se encontraron con los de él.
—Jamás he dicho que no tienes derecho a ella por no ser su sangre. Si estoy aquí, es para tratar de evitar que todo esto sea duro para ella, porque sé que no puedo hacer mucho para retenerte, pero necesito que consideres quedarte.
—Gracias. Valoro lo que me dices. —dijo sinceramente.
Rukawa cruzó la puerta, pero enseguida volvió la vista atrás. —Tengo una duda que no he podido sacarme de la cabeza.
—Si te puedo ayudarte…
—Aquél beso que me pediste que te diera.
— ¡Por favor! —Siseó molesto —Te pedí nunca recordarme ese episodio por culpa de las estúpidas hormonas.
—Eso mismo—lo miró traviesamente, y Hana sentía que su hija era un fiel reflejo de él—. ¿Enserio piensas que sólo fue efecto de las hormonas?
—Sí—dijo convencido—. Me sentí como mujer, pensaba como mujer, deseaba como mujer, y hasta te encontré apuesto. Y ahora vete que estoy muy fastidiado.
—Ok. Mañana almuerzo, te quiero en casa a mediodía.
Hanamichi cerró la puerta tras de sí y apoyó la espalda en el muro, no sabía si era el peso de los recuerdos y las sensaciones implícitas de ese momento, o era el calor provocado por esa euforia del alcohol en su sangre; lo cierto es que esa duda la había cargado siempre. Tras pasar un poco de saliva salió raudo en dirección al ascensor, Rukawa aún permanecía a la espera de que se abrieran las gruesas puertas metálicas.
—No corresponde, en realidad no sé, y me gustaría salir de la duda. —dijo tan rápidamente que el moreno lo miró con cara de no haber entendido nada. —Tu duda, estúpido, también es la mía.
—Entonces…—no sabía si había entendido bien—, quieres que te bese una vez más, ¿no es así?
—No es eso, no me estás entendiendo—dio un paso atrás—, no es contigo, hablo en general, de la posibilidad de que pudieran gustarme los…—la última palabra quedó atorada en su garganta.
—Hombres—asestó Rukawa.
—No. —se haló los cabellos—No debo beber alcohol, me hace mal.
—Entonces ve y duerme, pero mañana te quiero fresco en mi casa.


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