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Adios II por Aphrodita

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Adiós II




Aphrodita


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Aquí la continuación de “Adiós”... A casi un año... Nuevamente se lo dedico a mi angelito que me guía desde el cielo (Te recordare cada año de mi vida, aun más cada 24 de diciembre) Y a su madre, hermana no de sangre pero sí del alma.

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One Shoot: “...Ahora que floto y no siento lo que toco y la gente no ve pasar, voy a aprovechar para ir a buscarte y contarte como es todo por acá...”


Había transcurrido ya casi un año desde ese fatídico día, había pasado casi un año desde la muerte de Shun y desde aquel beso sincero que Ikki le dio a su amigo Seiya en agradecimiento por su compañía.
Había pasado tanto y tan poco tiempo a la vez. Y el tiempo es tirano con nosotros, hace lo que se le antoja. En ese tiempo Ikki se había alejado de todo y de todos, como era de esperarse... El Phoenix errante como siempre ya no tenía motivos para volver a la Mansión, ya no tenia motivos para volver a las vidas de sus otros hermanos... Quizás saber eso enojo un poco a Seiya, pero pronto tuvo que comprender los sentimientos de su amigo, tal vez en la misma situación él actuase de esa forma.
El peliazul fue de un lado al otro, vagando como una sombra... A la espera de algo que lo motivara a seguir pues le había hecho una promesa a su otouto y debía cumplirla a toda costa, esa era una de las tantas razones por las que aun seguía en ese mundo que le había quitado lo único que tenia... Su hermano menor, y por el recuerdo de su hermano y la promesa echa siguió adelante... Debía encontrar la felicidad, por Shun, debía hacerlo pero ¡Dioses! Era tan difícil, sin saberlo ese motivo de vida estuvo tan cerca de él que pudo besarlo, pero no pudo quedarse a su lado.
Ikki necesito irse, alejarse de todos y de todo, quizás fue una acción egoísta, pero era su dolor y espero un mínimo de comprensión... Y así fue, nadie le cuestiono nada...
En la Mansión solía recibirse el llamado telefónico del ausente niisan, en dicho lugar luego de casi un año reinaba una aparente calma y paz interior... Si bien al principio alguno de los tres nombraba a Shun entre sus palabras, ya sea gracias a un recuerdo difuso u olvidado, ya sea a colación de un dialogo, con el tiempo ese nombre dejo de escucharse... Pero no de olvidarse, obvio que no... Al principio era común nombrar a Andrómeda en sus conversaciones, recordando sus palabras y las anécdotas relacionadas con él, pero poco a poco eso fue decreciendo, haciendo difícil que ese extraño nombre llegara a sus oídos... Extraño nombre, luego de casi un año “Shun” era algo extraño de pronunciar.
Shiryu fue el primero en asumir la ausencia del peliverde, y gracias a eso pudo ayudar a que el resto lo haga, Saori supo que había que seguir adelante y a pesar de que se cuestionaba su poderío como Diosa aprendió a llevar ese peso, esa carga, esa impotencia... Un poco hizo de madre para con todos, evitando que cayeran vencidos por esa ausencia que tanto se notaba en la Mansión, esa dulce voz, esa agradable presencia... Sin dudas Shun era algo difícil de olvidar, y el problema residía en que nadie quiso olvidarlo, porque tanto se esforzaban por hacerlo que mas lo recordaban y menos conseguían olvidarlo.
Con Hyoga costo mas de lo esperado, recién a casi un año de la muerte de Andrómeda se lo podía ver sonreír... Ya no era recordar algo relacionado con Shun y echarse a llorar, ya no era recordar a Shun y sentir esa tristeza que agobiaba el alma... Era recordar los buenos momentos vividos con él y quedarse con eso guardado en el corazón.
Con Seiya fue distinto, fue raro... ¿Qué era del Pegasus? El morocho se encontraba sentado en el sillón junto al teléfono, a la espera de ese llamado... Eran las 13:20 horas... Veinte minutos, Ikki dijo que llamaría a las 13 en punto y habían pasado ya veinte agonizantes minutos.
Por fin el aparato sonó:

--¿Seiya?...
--Ikki... –Pronuncio Seiya con la emoción en su pecho, no pudo ver la sonrisa que provoco en su peliazul amigo.
--¿Cómo están todos?
--Ya sabes... Como siempre... Shiryu entro al profesorado de historia...
--Oh... Que bueno... –Dijo el Phoenix con un tono de voz que a cualquiera le hubiera parecido desinteresado, pero era todo lo contrario pues supo de cuanto le importaba a su amigo Dragón entrar a ese dichoso profesorado.
--Hyoga esta trabajando en un restaurante, en la parte de la cocina... –Continuo el Pegasus relatando como siempre las novedades en la Mansión. --Y Saori como siempre, de un lado al otro con el tema de la orden...
--¿Y tu?... –Pregunto el peliazul casi “al aire”.
--Yo... Pues... Nada... Aun no he ingresado a ninguna carrera ni tampoco he buscado trabajo... –Respondió el morocho con un poco de vergüenza por quedar como un perfecto vago, pero lo cierto era que no tenía ganas de nada, e Ikki comprendió eso, por eso no lo cuestiono.
--No me refería a eso solamente... –Contradijo el Phoenix --¿Y tu? ¿Cómo estas?... –Corrigió finalmente.
--Yo... Como siempre... –Respondió Seiya bajando su vista apenado, tenia la posibilidad de llorar sin que nadie lo viera ni lo escuchara.
--¿Cómo siempre?... Eso no es bueno entonces...
--Quizás... No lo sé... Aun me cuesta... Todo esto... –Respondió el Pegasus entrecortadamente y con una mano libre se froto los ojos para evitar llorar.
--Créeme que te comprendo... –Aseguro el peliazul con una sonrisa triste.
Ambos supieron que hablaban de la misma persona.
--¿Y tu Ikki? ¿Cómo estas?... –El morocho tosió para aclarar su quebrada voz.
--Como siempre... –Respondió Ikki.
Seiya interpreto esa respuesta, era la misma que la suya, en pocas palabras le dijo que estaba igual que aquella vez.
--¿Sabes que Ikki? Creo que si este Año Nuevo vienes a la Mansión, las cosas serian más llevaderas para todos... –Dijo el Pegasus de manera hipócrita, pues en realidad hablaba por el mismo.
--No puedo Seiya... No en esa fecha... Si antes no me gustaba ahora menos... –Negó el Phoenix rotundamente, jamas le agrado esa fecha cuando Shun estaba con vida, menos sin su presencia. Y pensar que a Andrómeda adoraba esa fecha, era una época de radiante felicidad para el peliverde, y por ironías de la vida, él había partido a un mundo mejor la mañana de año nuevo.
--Sabes lo que pienso con respecto a eso... –Dijo el morocho con tranquilidad, lo había hablado con él esa misma mañana en el hospital–Los Dioses quisieron llevárselo en esa fecha, ya que a él le gustaba tanto, como una especie de regalo... Creo que es una linda fecha para...
--No Seiya... --Interrumpió Ikki, supo que su amigo le diría que era una hermosa fecha para recordarlo con cariño y alegría, pero el Phoenix no podía con eso.
--Lo comprendo... –Dijo Seiya intentando contenerse pero unas lagrimas amargas descendieron por sus mejillas.
--Intentare ver si puedo ir... –Concedió el peliazul a lo ultimo.
--¿De... De verdad?... –Pregunto el Pegasus con una felicidad radiante, pues si Ikki estaba en Año Nuevo con él seria mucho mas fácil pasar esa fecha, para colmo el primer año sin Shun.
--Intentare... No prometo nada... --Aclaro el Phoenix con firmeza. –Ahora debo cortar... Llamare exactamente dentro de una semana a esta misma hora... Nos hablamos Seiya...
--Adiós... –Saludo el morocho quedándose con el tubo en la mano... Tuvo que cortar cuando el aparato comenzó con ese chirrido molesto que se escucha cuando queda demasiado tiempo descolgado.

“Nos hablamos”...

Pero Seiya necesitaba verlo... No le bastaba con hablar... ¡Dioses! ¿Por que era tan difícil para él? ¿Por qué no pudo ser como con Shiryu o con Hyoga? Se los veía tan bien a los dos, siguiendo adelante con sus vidas, inclusive la misma Saori... Todo en la Mansión siguió su curso, pero el Pegasus se quedo estancado a la espera de algo... De algo ¡¿Pero que, por el amor de Athena?!... Mejor dicho a la espera de alguien que quizás nunca mas volviese, sin tener motivos valederos.
No era que el cariño que le tenia Seiya a Shun era más grande, claro que no... Pero cada ser humano tiene sus tiempos para asimilar las cosas, y digamos que al Pegasus le costaba mas que al resto... Él quería cuanto antes poder salir de ese letargo y reanudar su vida, ya iba casi un año y no salía de su estado “larvario”, recordando con lagrimas a su amigo Andrómeda y las palabras de todos, dándole ánimos, diciéndole que el peliverde estaba en su corazón, que no debía llorar por el, que no... Dioses... tantas cosas, tantas “palabras bonitas”, pero a Seiya no le llegaban, no por ser mentiras o puro consuelo barato, sino porque aun no estaba preparado para asumirlo. Ni siquiera el mismo Pegasus imagino que le costaría tanto, ni siquiera el mismo morocho supo cuanto quería, quiso y querría a ese peliverde. Y se extrañaba horrores.
En un extraño estado de masoquismo crónico, Seiya solía pasarse horas en el cuarto de Shun, imaginando que seria de la vida de ellos con él en la Mansión, que estaría haciendo en ese momento o que hubiese dicho al enterarse que Shiryu había logrado entrar al profesorado, o como hubiera tomado la noticia de Hyoga trabajando donde siempre quiso estar: En la cocina de un restaurante como cheff. ¿Cómo hubiera sido la vida con Andrómeda aun entre ellos? Esa era la pregunta que golpeaba la mente del Pegasus... Si, era un masoquista, pero necesitaba recordarlo, necesitaba acercarse a su cuarto y tocar sus cosas, necesitaba pisar ese suelo e imaginar que el peliverde andaba dando vueltas por ahí y que pronto llegaría, necesitaba recordar la voz de Shun... Le daba terror descubrir que poco a poco comenzaba a olvidarse de su dulce voz, de los tonos y cambios... Cada vez eran mas difusos los recuerdos. Y el morocho luchaba contra eso, luchaba por no olvidar y aferrarse a su recuerdo... Tal vez si el niisan de Andrómeda estuviera entre ellos las cosas serian mas fáciles de asimilar, tal vez si Ikki estuviera entre ellos Seiya podría cumplir con el cometido de hacer feliz al errante Phoenix.


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Seiya espero la semana impaciente, pronto seria Año Nuevo y deseaba estar con Ikki, compartir junto a él su dolor, la ausencia de Shun... Sin embargo el Pegasus creyó que lo mejor era reconocer como era las cosas: El morocho solo era amigo del Phoenix, uno mas ¿Quién era Seiya para que el peliazul viajara a través del mundo por su capricho? No era la gran cosa, no era una persona importante en la vida de Ikki... Eso creyó el Pegasus, que no estaba en su derecho de exigirle nada.
El nuevo llamado de Ikki.

-Hola Ikki...
--Hola Seiya... ¿Novedades?...
--Ninguna... –Respondió el morocho con dificultad.
--¿Qué estas comiendo?... –Pregunto el Phoenix divertido.
--Una barra de chocolate... Dime... Saori y los chicos compraron todo para festejar Año Nuevo... ¿Vendrás?
--Lo veo muy difícil Seiya... –Se excuso el peliazul y su amigo comprendió que no iría a la fiesta por el Año Nuevo.
--Ikki... –Pronuncio Seiya y tomando coraje intento sincerarse –Te... Te extraño... Y me gustaría estar contigo en Año Nuevo...
--No me lo pidas así Seiya... Por favor... –Suplico Ikki al escuchar semejante pedido echo de aquella forma tan especial.
--Lo se... Lo siento... No te voy a insistir mas... –Se dio el Pegasus por vencido... ¿El Pegasus dándose por vencido? --¿Sabes? Shiryu compro un montón de fuegos artificiales, Como a Shun le gustaba tanto, no escatimo en precios y me da la sensación de que será inolvidable... –Comenzó a relatar hechos banales relacionadas al Año Nuevo, cerca de esas fechas la gente suele pasarse hablando siempre de lo mismo.
--Oh... Supongo que será interesante... –Intento Ikki ponerle emoción a la cosa, se alegro al ver que Seiya intentaba salir adelante y que podría pasar el Año Nuevo un poco mejor que él... Sin embargo no noto que la actitud del Pegasus era solo una coraza, un escudo, un disfraz para aparentar que todo estaba bien cuando en realidad no lo era.

Luego de estar hablando por unos cuantos minutos cortaron... Desde distintos puntos geográficos, ambos permanecieron de pie frente al teléfono, observándolo como si aquel aparato pudiera hablarles y decirles algo. Seiya supo que ese Año seria realmente difícil... Por su lado Ikki camino hasta el cuarto de aquel hotel de mala muerte en donde estaba pasando las ultimas noches y se arrojo en la cama... ¿Qué debía hacer? ¿Tenia sentido quedarse solo? ¿En un país ajeno? ¿Lejos de todos? ¿Tenia sentido mortificarse de esa forma? Lo cierto era que el Phoenix no quiso largarse a llorar frente a sus amigos, por todos los Dioses, lo único que le faltaba: Que sus lagrimas ganaran la batalla en plena cena de Año Nuevo... No supo porque pero recordó aquello días internado en el hospital, aquellos días en el que Shun permaneció agonizando en terapia intensiva. En esos días no le importo llorar frente a sus amigos, no lo importo verse vulnerable, como un niño... Y a su lado su amigo Seiya, a su lado sin moverse, siempre atento... Atento a sus sentimientos, porque si: Shiryu , Saori, Hyoga, todos se preocuparon por atenderlo lo mejor posible...Pero mientras ellos le tenían lastima, el Pegasus le tenia fe, confianza... ¡Confiaba en él! Y aun mejor, confiaba en que Andrómeda, su otouto, saldría de aquella agonía... Y aunque no fue así, el morocho compartió su dolor.
Ikki no supo porque, pero en aquel lúgubre cuarto de hotel, recordó todo eso. Recordó también el beso, ese beso que le dio con sinceridad, con profundo agradecimiento, y esas palabras de Seiya... Le había dicho “Te amo” y el Phoenix siempre se pregunto si todo había sido por el momento o si en realidad eran los sentimientos... Ahora en su mente solo estaba Shun, y en su corazón... También Shun... Quizás era hora de dejarlo partir, pero esta vez de verdad.
El peliazul necesito hablar con su amigo, escuchar su voz nuevamente, pues por primera vez en su vida se sintió realmente solo en el mundo... Sin su adorable y querido Shun. Se puso de pie y camino nuevamente hasta el teléfono publico, marco el numero de la Mansión y lo atendió un sorprendido y alegre Shiryu por escuchar la voz de su amigo.
Estuvieron hablando unos cuantos minutos hasta que el Dragón le aviso que el morocho había salido hacia apenas un rato, quien sabe adonde... El pelilargo le comento a Ikki que últimamente Seiya había adoptado la costumbre de salir a caminar sin decir a donde y volvía cuando se le daba la real gana. El Phoenix se sorprendió, e intento investigar mas del Pegasus quitándole información a Shiryu... Ese dialogo fue decisivo para el peliazul:

--¿Vendrás Ikki para Año Nuevo?... –Pregunto el Dragón dando una pequeña pausa, prácticamente había hablado él solo.
--Justamente en eso estaba pensando... –Ikki comenzó a dudar, comprendió gracias al relato del pelilargo que el Pegasus todo ese tiempo, en cada una de las conversaciones telefónica que mantuvieron, le estuvo diciendo de manera encubierta que lo necesitaba a su lado, y el tan ciego y tan sordo –Cualquier cosa no avises... Será una sorpresa...
--Bien Ikki... No diré nada...
--Nos vemos Shiryu... Mándale un saludo a todos, inclusive a ese ganso malhablado...
Shiryu rió al escuchar al mismo Phoenix de siempre y corto para continuar con sus quehaceres, tenia mucho por estudiar.
Esta vez la conversación fue distinta:

“Nos vemos”...

Eso era lo que necesitaba Seiya, verlo... Lastima que el Pegasus ya tenia bien pensado otros planes para esa fecha. No quiso quedarse en la Mansión ¿Para que? Seria muy hipócrita de su parte, no quiso festejar una fecha que le traía tan desagradables recuerdos como a la vez, agradables... Entre ellos la felicidad de Shun en esas fechas, su muerte, y el beso del morocho con su niisan.


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Ikki no lo penso demasiado, necesitaba volver, necesitaba de su gente... Le costo reconocerlo pero era cierto. Tomo un vuelo cualquiera que lo dejo en Japón cerca de la noche, como siempre llego a ultima hora. Todos estaban en la Mansión preparando la cena de Fin de Año. Hasta Shiryu, quien supo que tal vez iría, se sorprendió al ver al Phoenix de pie en la sala, no lo esperaba realmente, no creyó que iría. Sin embargo ahí estaba, de pie, con un pequeño bolso a cuesta, saludo uno a uno y se asombro al no ver a su amigo Seiya.

--¿Y ese mocoso insolente?... –Pregunto el peliazul.
--¿Seiya?... –Reconoció el Dragón –Ni idea... Se fue hoy a la mañana y aun no volvió...
--Si... –Acoto Saori –Hoy cuando lo fui a buscar su cama estaba vacía... Aparentemente salió muy temprano...
Al ver el rostro de Ikki preocupado, Hyoga se adelanto:
--Seguro que debe estar por llegar... Ya es hora de la cena y sabes que la comida le puede...
El Phoenix intento sonreír, de haber sido otra la situación se hubiera echado a reír con ese veraz comentario, pero un pudo... Una sensación extraña llamada soledad lo inundo.
--¿Adónde iras Ikki?... —Pregunto Athena curiosa al ver que el peliazul se alejaba por la puerta.
--Voy en busca de Seiya... Ya regreso...

Nadie lo freno, en su interior supieron comprender los sentimientos... En parte todos sabían que Seiya no volvería para la cena, quizás lo mejor era dejar que Ikki lo buscase.
Sin embargo la búsqueda del Phoenix fue sin éxito, luego de dos horas tuvo que admitir que conocía poco y nada a su amigo morocho ¿Qué lugares frecuentaba? ¿Adónde podría ir?. Dioses... Para colmo faltaba solo una hora para el Año Nuevo y la calle estallaría en una fiesta. Sin mas opciones, el peliazul llamo a su amigo pelilargo:

--No tengo la mas pálida idea Ikki... –Volvió a repetir Shiryu.
--¿Estas seguro? ¿Qué lugares suele frecuentar Seiya? Haz memoria ¿Te dijo algo ayer?... –Siguió insistiendo Ikki.
--No Ikki... Ya te dije... Hace un año que esta raro... Se va y no dice adonde... Vuelve cuando quiere... No se que lugares esta frecuentando últimamente...
--Lo comprendo... –Admitió el Phoenix derrotado, su amigo no sabia nada, por mas que lo siguiera atosigando no conseguiría nada.
--¿Por qué mejor no regresas? Ya serán las doce...
--Enseguida voy... –Mintió el peliazul pues seguiría con su búsqueda.

Ikki corto la comunicación y salió de la cabina telefónica, observo abatido con las manos en su cintura el cielo estrellado y recordó a su otouto, con una sola esperanza en su corazón pronuncio: “Shun... Ayúdame a encontrar a Seiya... Por favor ayúdame a encontrarlo otouto ¿Dónde esta?”
Una hoja verde danzo frente a los ojos del Phoenix, una hoja tan verde como el color de cabellos de Shun... Algo raro, pues no había viento que ocasionase esa danza... Hipnotizado por el extraño acontecimiento dejo que esa hoja lo guiase... ¡Ja! ¿Quién diría? Una simple hoja que se desprendió de un árbol.
Sin embargo luego de un buen trecho la hoja dejo de danzar, claro no lo haría eternamente. Sintiéndose abrumado el peliazul bajo la vista al suelo y cuando la levanto decidido a volver a la Mansión vio algo que le helo la sangre... En plena obscuridad, un destello dorado que, como Santo supo que era Cosmos.
Cosmos en esa solitaria y fría calle, Cosmos que iluminaba parte de la noche... Muy débil el destello pero sin dudas era Cosmos... Ikki se dejo guiar por ese Cosmos hasta sentir uno mucho mas cerca y mas nítido... Un Cosmos que pudo reconocer: ¡Seiya!
Cuando llego al lugar, el Phoenix tuvo que reconocer nuevamente que su querido amigo tenia preferencias tétricas con respecto a los lugares. Sin dificultades, con tal de llegar junto al Pegasus, atravesó la gran reja negra frente a él. El peliazul camino entre lapidas hasta poder visualizar una danza de colores propia del Cosmos del morocho y lo vio: Sentado frente a la tumba de Shun... Llorando, seguro de que nadie lo veía, seguro de que estaba completamente solo.
Ikki sonrió frente a esa imagen, el magnifico Cosmos de Seiya iluminaba parte de la tumba de su otouto. Quiso acercarse a él y abrazarlo, secarle las lagrimas y consolarlo, se paro a su lado y pronuncio:

--Shun no esta ahí...
--¡Ikki!... –Exclamo el Pegasus asombrado de verlo y de no haber notado su presencia antes, seco sus lagrimas rápidamente para ocultar la evidencia.
--Lindo lugar eliges para pasar el Año Nuevo... –Dijo el Phoenix sonriendo apenas, comprendió que su amigo había ingresado de la misma forma furtiva y prohibida que él. –Pero Shun no esta ahí... Eso me lo enseñaste tu ¿Lo has olvidado?...
--Lo se... Se que es solo su carcasa... Pero necesitaba venir aquí... —Se excuso el morocho poniéndose de pie y sacudiendo su pantalón. –Era una manera de estar mas cerca de ti...
--Pero aquí estoy...

El Pegasus reparo por primera vez en su amigo cuando escucho esas palabras, era cierto... Ahí estaba el peliazul, de pie, mirándolo con una tenue sonrisa en sus labios y una extraña mirada.

--¿Vamos?... –Pregunto Ikki extendiendo su mano –Mocoso caprichoso, los tienes a todos preocupados con tus salidas nocturnas sin decir a donde vas o cuando vuelves... –Reprocho para luego tomar su mano y sacarlo de allí.
En la puerta del obscuro cementerio el morocho intento investigar, aunque supo la respuesta necesitaba escucharla, eso le haría sentir bien:
--¿Para que has venido? Creí que no vendrías...
--Bueno pues... He estado pensando que seria mejor pasarlo con ustedes... –Dioses... No podía ser tan hipócrita, no luego de que Shun lo había guiado hasta allí --Vine porque tu no tienes la culpa... –Reconoció el Phoenix finalmente con una mano masajeando su cuello.
--¿Y cuando te iras?... –Pregunto Seiya con sus ojos marrones completamente aguados.
--Nunca... Ahora que tengo un motivo para quedarme en la Mansión... Dioses... No lo hice con Shun y ahora que el me dio la posibilidad de ser feliz no puedo desaprovecharla... Seria un completo desagradecido con el... –Sin vergüenza ni culpa el peliazul rodeo la cintura estrecha del Pegasus quien comenzaba a sonreír emocionado por la confesión.
El morocho acercó sus labios lentamente a la boca de Ikki, pero un ensordecedor ruido evito el contacto de bocas.
--Feliz año nuevo Seiya... –Susurro el Phoenix cerrando sus ojos y posando sus labios en la boca de su niño para darle un cálido beso.
--Feliz año nuevo Ikki... –Correspondió Seiya con su habitual sonrisa infantil que lo hacia ver aun mas tierno.

Luego de pasar unos minutos abrazados, cuando la calle comenzó a llenarse de gente desfilando como era común en Japón, la extraña pareja camino rumbo a la Mansión para saludar al resto de sus hermanos.
En su interior, en completo silencio, ambos susurraron un “Feliz Año Nuevo Shun”... Sin embargo sus sonrisas los delato... Comprendieron que estaban pensando en lo mismo y ese destello débil de Cosmos apareció danzando frente a ellos con una extraña refulgencia.
¿Quién sabe?... Quizás los Dioses, o el mismo Shun había decidido partir de este mundo justo en esa fecha para unir en extrañas coincidencias a dos seres que aun lo recordaban casi con el mismo amor.



888 FIN 888




“...Yo te sigo esperando porque nada me apura y algún día todos vienen para acá...”

El fantasma – Arbol.



Gracias por leer, y si quieren comentar adelante... Solo aviso que esto es algo muy personal y tal vez por eso diste de ser una buena historia... Pero es la mía.


Rosas http://miarroba.com/foros/ver.php?id=856757


6 de diciembre de 2005.


Exclamaciondeathena@hotmail.com

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