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El Caballero de la Rosa por Atria

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Ninguno de los personajes de X/1999 me pertenecen, todos son de las CLAMP y yo solo los utilizo sin intención de lucro, sólo entretenimiento.

Prólogo.

“Vamos, no tengas miedo… solamente mírame pero no me intentes tocar… tan sólo obsérvame…”

De nuevo aquella voz, y un pequeño niño de ocho años no pudo evitar enterrar su cuerpo entero al igual que su rostro bajo las satinadas sábanas blancas de su cama.

Por los escasos rayos lunares que entraban a iluminar un poco la estancia, a través de las sábanas, alcanzaba a ver la silueta de una persona caminando por los alrededores como si buscase algo.

A pesar de cada segundo que pasaba se había olvidado de respirar y, en cambio, se dedicaba a observar con el más puro pánico presente en sus ojos.

Todas las noches era lo mismo, subía a dormir y pasadas las doce de la noche, aquella persona hacía acto de presencia en su habitación, rondando por ésta como si estuviese buscando algo. La misma voz, los mismos movimientos, el ya tan familiar aroma a rosas…

Y a pesar de vivir una y otra vez la ya conocida visita, Kamui Shirou no podía evitar sentir miedo por aquello que no conocía. Esa silueta, por el contrario, sí parecía conocerle a él.”

“Mírame, por favor… tan sólo he de confesarte un secreto…”

Pudo sentir cuando aquel ser se sentaba sobre su cama, haciéndola crujir, y después nada. Únicamente permanecía ahí, quieto y callado…

“Velaré tu sueño… si solamente no me temieras, me conocerías…”

Comenzó a cerrar los ojos, sentía los párpados terriblemente pesados y sin más, cayó en la inconsciencia que sólo el sueño era capaz de brindarle…

Mientras, aquel ser quitaba la sábana blanca del rostro del pequeño, dejando al descubierto esa hermosa faz de niño inocente y tranquilo que podía hacer que se le perdonara la peor de las injurias si se obtenía cuando menos una sonrisa suya.

Apartó algunos mechones de la frente del niño y se levantó lentamente, tratando de evitar hacer cualquier movimiento brusco que alterara la atmósfera pacífica que se había creado.

Sobre la mesita de noche depositó una flor… más específicamente, una rosa blanca en botón sin espinas, pero sí con hojas...

“Para pedirte que no hagas mi espera más larga, te amo y te deseo… pero te respeto”

La tenue luz plateada proveniente de la luna alumbró por breves instantes el perfil de aquella persona.

Un joven de 19 años alto y de porte tan gallardo como varonil, llevaba puesto un pantalón de vestir negro, camisa blanca y una capa negra a juego con el pantalón. Guantes negros de piel y un antifaz con bordes plateados.

Se acercó al pequeño Kamui para depositar un inocente beso sobre sus labios. Prometiéndole con ello, que aguardaría pacientemente a su descubrimiento…

 

 

Capítulo I

Siete largos años habían pasado desde entonces, y ahora Kamui era un saludable y atractivo jovencito de 15 años.

Tenía el cabello negro y los ojos en un tono de gris y violeta. Su figura era esbelta y atractiva. Sus facciones seguían siendo delicadas y con aires infantiles todavía, mas poseían cierta esencia de virilidad atrayente, sin duda alguna. Llevaba un pantalón negro que se amoldaba perfectamente a su estilizada figura y una camisa blanca de manga corta, mientras que en su mano derecha llevaba un maletín negro.

Se dirigía a su nueva escuela donde comenzaría a cursar el segundo semestre de preparatoria.

Andaba con pasos cortos y rápidos, totalmente ajeno a las miradas que algunas chicas por el camino le mostraban e incluso alguno que otro jovencito que se perdía en sus largas y rizadas pestañas, por no decir lo que pasaba cuando dirigía sus orbes gris-violeta a alguna cosa en específico.

Pero a pesar de cualquier observación de la que fuera presa, en ningún rostro se podría apreciar el descubrimiento de la verdadera naturaleza de lo que demostraba la mirada del joven.

Hasta ahora ninguna persona se había percatado de la mirada dura de Kamui, el sentimiento de alguien que lleva marcada una tristeza infinita en los solemnes rasgos. Ni una sola mente había percibido la desilusión dentro del corazón de aquel jovencito perdido.

Pero esto Kamui ya había aprendido a ignorar. Seguía doliendo, no lo negaba, después de todo uno como humano deseaba ese soporte por mínimo que fuera, que notara un poco lo que le sucediese al otro y se preocupara por éste, tratando de ayudarle a salir adelante.

A veces, tan sólo se necesitaba un “Ánimo” para poder seguir adelante, tratando de creer que quizá sí había algo más después de todo lo que pasase.

Sin embargo, Kamui no había encontrado a esa persona que le devolviera la ilusión perdida y, por ello, había abierto su corazón a la desesperanza y al vivir sin sentido especial de la vida.

Algo triste para un joven de su edad y sin embargo, parecía ser de aquel tipo de persona del que se augura es un hombre maduro dentro, aunque la verdad fuera que en él no había más que un niño desconsolado y temeroso en plena sumisión a la tristeza.

Se detuvo frente a la entrada de su nuevo colegio, cuánto tiempo había pasado lejos de España…

Siguió caminando, esta vez disminuyendo su rapidez nata hasta dar con lo que debía ser la oficina del Director.

A él más que a nadie, le disgustaban las presentaciones formales. No porque se sintiera intimidado, sino porque odiaba la crítica de la que todos eran víctimas al pasar al frente, el encasillamiento natural que los más antiguos de la escuela solían hacer en su “tiempo libre”.

Le fue fácil ubicar la Dirección y pronto se detuvo frente una puerta de madera entreabierta, tocó brevemente y tras escuchar un “Adelante”, se abrió paso a ésta, topándose con la figura regordeta y afable del Director del colegio sentado con su escritorio victoriano al frente.

- Buenos días –saludó Kamui–. Mi nombre es Kamui Shirou, soy el alumno que se trasladó desde Inglaterra

- Muy buen día, alumno Shirou, soy el Director Luciano Benedetti, se me comentó acerca de su ingreso este semestre –dijo sonriendo amablemente–. Se me han dado unas excelentes referencias en lo que a su desempeño intelectual se refiere.

- Me alegra oír eso, señor.

- Espero continúe con ese magnífico trabajo y si tiene alguna duda acerca del colegio o las instalaciones, no dude en consultárselo a algún miembro de la rectoría, o si gusta puede venir directamente conmigo –Kamui hizo una pequeña reverencia, agradeciendo la amabilidad del hombre–. Deseo que su estancia en nuestro colegio sea de su entero agrado, nosotros nos sentimos desde ya orgullosos de que haya decidido escoger nuestra escuela entre las tantas de Sevilla.

- Al contrario, el placer de volver aquí ha sido muy grato – Ambos sonrieron.

Después, el Director le tendió la mano a Kamui, en un gesto de obviada bienvenida. Kamui la tomó y salió de Dirección.

Quién sabe, después de todo no había estado tan mal el inicio…

*******

Se dirigió al primer grado grupo B, mientras que a su paso, volvía a ser víctima de muchísimas miradas de deseo. Sobre todo, perseguido por las risitas tontas de las chicas con las que se cruzaba en los pasillos.

Pronto encontró el aula que buscaba, abriendo la puerta, se vio en la situación de ser el centro de atención de todos los presentes, tal y como suele suceder cuando se ve algo desconocido.

Un carraspeo detrás suyo le hizo girar y toparse con la silueta de una señorita corta de estatura, cabello castaño claro atado a una coleta, pantalón azul marino y una blusa blanca de manga larga encima, con el escudo del colegio en el lado superior izquierdo. Con lentes y una sonrisilla petulante en el rostro.

Se hizo a un lado, dejando entrar a la profesora mientras se quedaba cruzado de brazos en la puerta.

- Buenos días, jóvenes, espero hayan tenido un buen descanso porque el programa de filosofía que tenemos este año promete ser muy pero muy interesante* –Fijó su vista en Kamui que seguía en el mismo sitio–. Como podrán ver, este nuevo semestre tenemos a un alumno nuevo. Pase a presentarse por favor

- Buenos días, mi nombre es Shirou Kamui. Soy un alumno trasladado de Londres, Inglaterra, tengo 15 años y soy de nacionalidad española a pesar de mi acento extranjero.

Inmediatamente, los murmullos no se hicieron esperar. Todas las chicas cuchicheaban entre sí la llegada de aquel joven tan apuesto y los hombres lo veían con malas intenciones, pensamientos como “Novato” rondaban por la mente de éstos al igual que muchas ideas de darle la “bienvenida” al recién llegado.

La profesora hizo una mueca de lo que se podría apreciar como falso asombro y antes de asignarle un lugar a Kamui, volteó a mirarlo con sus ojos marrón oscuro, como si desease saber lo que pasaba por su mente.

Kamui no se dejó amedrentar y le mantuvo la mirada, escondiendo todo aquello que nadie ajeno debería saber.

- Muy bien joven Kamui, siéntese detrás de la señorita Kotori –Kamui asintió y luego de que la tal Kotori alzara la mano para que la distinguiese, tomó asiento y sacó una carpeta–. Como recordarán, el semestre pasado terminamos con el segundo período de la filosofía griega y comenzamos con el tercero. Este semestre, continuaremos con el tercer período, iniciando con el Estoicismo.

Los alumnos tomaron su respectivo libro y libreta de la materia ante la mirada atenta de la profesora.

- Jóvenes, ¿qué hacen? –Preguntó desconcertando a sus alumnos, como siempre que se le ocurría preguntar algo–. En ningún momento dije que sacaran sus libros y demás material de trabajo.

Todos guardaron silencio y miraron atentos a la profesora, parecía ser una persona normal, pero en realidad estaba más chiflada de lo que aparentaba.

- ¿Alguien puede decirme qué significa estoicismo? –ante el silencio abrumador de los alumnos, fijó su vista en Kamui que al parecer estaba atento a todo menos a la clase–. Kamui, defíname estoicismo

Kamui no se giró ni hizo el menor gesto de parecer nervioso. Tan sólo cerró sus ojos y suspiró cansinamente: - El estoicismo o también conocido como stoa, fue una doctrina filosófica llevada a cabo por Zenón de Cittium.

- ¿Qué proponía dicha doctrina?

- Propone una postura práctica, independiente e individualista del ser humano. Separó la moral de la política y tuvo como principio que el hombre se basta a sí mismo y que se declara independiente y superior a cualquier cosa que no sea él mismo, inclusive la divinidad, a la que considera superflua. – nuevos murmullos se apreciaron.

Y es que no era menospreciable el hecho de que un alumno pudiera contestarle a aquella maestra sin titubear o dudar por un segundo.

- Muy bien… –prosiguió –. Por lo que veo, en Londres debió recibir una educación muy favorable. Me alegra que entienda de lo que vamos hablando, sería una pena que por el cambio de escuela usted no pudiera acostumbrarse

- Tengo por seguro que, al menos lo que verán este mes, lo llevo adelantado – dijo sonriendo con autosuficiencia, a lo cual la profesora se limitó a lanzarle una mirada de desafío.

Y tras esto, las siguientes clases transcurrieron con normalidad, a excepción del asombroso conocimiento que Kamui demostraba en cuanto le preguntaran.

Sin embargo, ni un solo alumno se atrevía a dirigirle la palabra a la nueva “Deidad” estudiantil. Únicamente se dedicaban a observarlo en silencio, desde cómo estaba ajeno a todo, dibujando siempre en su carpeta, poniendo caras de fastidio cuando algún profesor le preguntaba e interrumpía su trabajo.

Pero sólo una fue la curiosa y valiente que se acercó a Kamui en el lapso intermedio entre la penúltima y última clase.

- ¿Kamui? –le llamó no muy convencida de haber sido oída–. Quería saber si de casualidad te gustaría asistir a la fiesta que daré en mi casa el próximo viernes

- Hn…

- Espero que puedas ir, todos los chicos del grado irán y sería una buena oportunidad para que interactuaras con todos nosotros, además de que eres un chico muy interesante y seguramente le caerías bien a to…

- Cállate –murmuró con frialdad sin verla siquiera–. No me interesa ir, tengo cosas más importantes qué hacer, y entre ellas no está el socializar con idiotas.

Kotori calló inmediatamente algunas palabras mordaces que estaban por salir de sus labios. Lo único que hizo fue bufar indignada para sentarse furiosa en su lugar.

Kamui comenzó a dibujar otra rosa, esta vez era el botón de una rosa sin espinas en el tallo, pero sí con hojas…

¿Cuánto tiempo había pasado desde su última vista con aquel ser?

Siete años, en los cuales, pasaba la mayor parte del tiempo solo en su habitación, sin ninguna visita, sin ningún murmullo, sin ninguna caricia…

¿Que si lo había añorado?

Más que a su propia existencia… no lo entendía… había escuchado perfectamente aquella promesa silenciosa.

“Esperaré por ti…”

Y en todo ese tiempo, ¿qué había obtenido?

Única y exclusivamente soledad.

Sabía que si lo contase a alguien más, obtendría rechazo y quizá lástima o compasión, pero eso no le quitaría el vacío. Jamás olvidaría el rencor y resentimiento que le profesaba a los nuevos días, como tampoco dejaría ir la nostalgia que las rosas le traían.

¿Extraño?

En el mundo normal, podría ser catalogado como aberración, ¿y quiénes eran ellos para juzgar?

¿Por qué se sentían con ese derecho de decidir lo que estaba bien o mal si ni siquiera lo habían experimentado?

¿Por qué se basaban en estúpidas leyes “divinas” y “morales”?

Apariencias y más apariencias, mientras él profesaba su odio hacia todo lo que conocía, su corazón no dejaba de llorar sangre cada vez más y más. Era imposible que dejara de hacerlo, no por dramático y ni siquiera por depresivo… sólo por el simple hecho de estar desilusionado.

No debía esperar nada de la vida, pero lo único que pidió fue verlo y sentir su compañía de nuevo.

Cierto era que el temor no se esfumaba, pero estaba dispuesto a afrontarlo todo si en esos siete años, cuando menos, una visita hubiera recibido.

Como todo lo que conocía, él también le había abandonado.

Ya no veía un nuevo sentido y ni siquiera la esperanza que le daba el volver a verlo existía. No había más y tampoco se dejaba hacer de la muerte porque hasta para eso era un cobarde.

No se dio cuenta de que aquella rosa había terminado por estar abierta completamente y también había terminado de ser pintada con la tinta negra de su bolígrafo.

“Serás mío por siempre…”

Un suspiro escapó de sus labios y su mirada se perdió en algún punto indefinido del aula.

La voz adormecedora del profesor terminó por enviarle al mundo de los recuerdos…

Kamui se encontraba dibujando a un hermoso lobo gris. La habitación estaba casi a oscuras, pero él se iluminaba lo suficiente por la luz que emitía la lámpara de noche que estaba sobre el buró de la izquierda.

Sabía que era una mala costumbre dibujar sobre la cama y a esas horas de la noche, pero no pudo evitarlo.

Quería quedarse despierto hasta que la persona que velaba su sueño llegase y pudiera verlo por primera vez.

Ya lo había decidido, por mucho miedo que le diera, quería darle las gracias y de paso platicar un poco con él.

Le daba curiosidad aquella persona, ¿y cómo no, si podía entrar a su habitación a esas horas de la noche e irse sin hacer el menor ruido?

Continuó dibujando hasta que las cortinas beige comenzaron a moverse y el sonido de la ventana abriéndose interrumpió el silencio de la habitación.

Sabía que era hora al momento de sentir una mano extrañamente cálida sobre su hombro.

- Tú eres quien me visita todas las noches –murmuró sonriendo para voltear y ver la silueta de un hombre joven–. ¿Cómo te llamas?

Aquel adulto sonrió y apartó su mano del hombro del pequeño: - Mi nombre es Fuuma.

- Ahh, ¿por qué tienes puesto el antifaz?

- Parte de mi estilo –murmuró con una media sonrisa–. ¿Por qué estás despierto a esta hora?

- Estaba esperándote –Fuuma dejó de sonreír de repente–. Quería conocerte, todo este tiempo te he tenido miedo pero quiero ser muy valiente cuando crezca, además quería agradecerte por las rosas blancas que me has dejado todas las noches.

- ¿Te han gustado? –le preguntó revolviendo juguetonamente sus cabellos, ante lo cual Kamui asintió fervientemente–. Me alegra… ¿sabías que cada rosa tiene un significado?

- Nop –Fuuma sacó una rosa blanca en tamaño miniatura, dándosela a Kamui, que la tomó gustoso–. Esa rosa, significa que tus cualidades sobrepasan tu belleza.

El pequeño la observó detenidamente y volvió a ver a los ojos de aquél que siempre le protegía y que, de una u otra forma, sentía que estaba con él.

- Tu antifaz tiene marcada una rosa –Fuuma asintió–. ¿Por qué?

- Porque en mi vida, existió una persona a la que yo quería mucho, le encantaban las flores… las rosas en especial. Pero por razones fuera de mi alcance, separamos nuestros caminos.

- No te pongas triste… –añadió el pequeño acercándose a Fuuma para rodearlo con sus pequeños y delicados brazos–. Mi mami siempre me ha dicho que todo lo que suceda, bueno o malo, tiene un motivo.

Fuuma sonrió de nuevo y rodeó a Kamui fuertemente, como tratando de transmitirle ese agradecimiento que era imposible de expresar con palabras.

Se sentó en la espaciosa cama, con Kamui todavía abrazado a él y comenzó a acariciarle el cabello suavemente.

- ¿Kamui…? –le llamó cuando sintió que el pequeño había comenzado a respirar más pausadamente.

Sonrío y con sumo cuidado, depositó al pequeño en la cama, arropándolo con las suaves sábanas.

Kamui frunció la nariz en gesto de molestia por el calor perdido, ante lo cual Fuuma no pudo hacer más que enternecerse por el cuadro tan angelical que se presentaba ante sus ojos.

Observó el dibujo que Kamui se encontraba haciendo cuando él apareció, alcanzó a leer “Gracias por todo, para que siempre me recuerdes”

Por un momento se quitó el antifaz que cubría parte de su rostro, dejando al descubierto los rasgos varoniles y atractivos de un chico de 19 años, con el cabello castaño oscuro alborotado y algunos mechones cayendo elegantemente sobre su frente, además de un par de brillantes ojos miel.

Tomó el dibujo guardándolo entre sus ropas para hincarse y besar la frente de Kamui, apagando la lámpara para después desaparecer, cerrándose tras de sí la ventana y cortando de paso el frío del invierno que entraba a la cálida habitación.

Y Kamui sonrió de lado… había logrado ver bien a aquél que le devolvía la alegría y lo mejor de todo… había agregado una nueva rosa a su colección personal dentro de una cajita debajo de su cama…

CONTINUARÁ...

Notas finales: Gracias a DarkYuki-chan por ser mi beta en la mayoría de los capítulos.

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