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HAAKON por Karenlauren

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Notas del fanfic:

Holiiii 

Renuncio a los derecho de autor, personajes etc etc etc...

Espero que les guste <3

-Imbécil!- me gritó el mercenario dándome tal golpe que me lanzó al suelo que estaba recubierto de una cálida hierba otoñal, desprendía un agradable olor a fresco.

Me levanté y froté las manos tratando de aliviar el dolor causado por las rozaduras de las piedras de entre la hierba. Miré a mi alrededor, nos encontrábamos en los jardines del Palacio de Häakon.

Nuestro alrededor estaba repleto de árboles de tronco marrón oscuro y delicadas hojas de color azul pálido, desde nuestra posición podíamos observar cómo se alzaban la majestuosas torres del Palacio junto con las altas murallas, que casi tapaban las torres, recubiertas de musgo verde.

Me giré hacia el mercenario: era un hombre terriblemente intimidante, alto, fornido, de anchas espaldas con un pelo casi negro junto con amenazantes ojos negros y una cicatriz en forma de cruz que le ocupaba todo el rostro. Vestía ropas negras ceñidas para camuflarse con la noche.

Le devolví una mirada de desprecio, gesto que sólo me hizo merecedor de otro golpe, aunque esta vez fue dirigido al estómago. Me  incliné hacia delante y caí de rodillas.

Él hizo amago de volver a golpearme cuando el otro hombre que había estado observándonos le detuvo.

-¡Basta!- gritó furioso Sir Loran.- Le necesitamos vivo.

“Por supuesto que me necesitaban vivo” pensé con sarcasmo. Me habían secuestrado para llevarme a ese castillo para  identificar a las Olvidadas.

Soy un chico de veintidós años, Zero, de constitución escuálida, la piel blanca y sucia, el pelo plateado además de los ojos amatista de mi madre.

Hace cuatro años que vivo en las calles de Häakon. Mi madre era una de las Olvidadas y me pudo conservar a su lado hasta los dieciocho. Después me tuve que ir de Palacio, el lugar de residencia de las Olvidadas y mi antiguo hogar.

Las Olvidadas son extraordinarias mujeres.

No hay dos iguales y cada una tiene un poder especial: algunas pueden controlarte la mente o manipulártela de cualquier manera a su antojo, otras, su especialidad, se basa en los animales, otras los cuatro elementos; agua, fuego, tierra o aire… etc. Hay infinitos poderes, igual que ellas.

Mi madre era una Olvidada extraordinaria, podía curar cualquier enfermedad. Además, tenía una belleza propia de una diosa: su pelo era etéreo y delicado como cristal, su piel blanca y delicada, sus ojos rojos como la sangre, y también tenía la Marca.

Todas las Olvidadas se podían identificar porque llevaban un tatuaje en la cara, al que llamaban la Marca, normalmente a la altura del ojo. El tatuaje puede tener todas las formas y colores imaginables e inimaginables. Ellas no lo pueden elegir, nacen con él, y, además, va acorde con sus habilidades: si sabes unos dibujos básicos, como los que me hizo memorizar mi madre, sabrás cuáles son sus dones o poderes. De modo, que soy posiblemente el único ser humano de la Tierra que pueda identificarlas por sus dones.

El tatuaje de mi madre estaba en el lado izquierdo de su rostro, era un dibujo con formas geométricas parecidas a los copos de nieve de los cuentos de hadas, solo que los suyos eran más complicados y detallados, el color era de un suave dorado que resaltaba con sus ojos.

Tan sólo hay un inconveniente: las Olvidadas solo pueden ser mujeres, no existen Olvidadas hombres. Nadie sabe porqué. Pero muchos han intentado buscar una explicación y nadie la ha podido encontrar así que la gente ha dejado de buscarla, esa es la realidad y punto.

De hecho esta es una de la razón por la cual me echaron de Palacio cuando cumplí la mayoría de edad: en Palacio solo pueden residir las Olvidadas, sus sirvientas y la Familia Real; encargada de proteger a las Olvidadas… y el país –aunque tengo que añadir que más bien ocupaba un segundo o quizá tercero lugar en sus obligaciones, deberías ver cómo están las calles y cómo últimamente no para de subir el número de delincuentes activos… bueno que me pierdo; ¿por dónde iba? A si, además de recoger impuestos, gastárselos en fiestas, dietas y más tonterías en vez de usarlo para cosas menores como quizá rescatarnos de la crisis con su consecuente decadencia. Pero bueno, ahora no estamos para linchar a Sus Altezas así que seguiré con la explicación de mi absurda vida:

Cuando mi madre se quedó embarazada de mí, le dijeron que si era chica ella podía quedarse conmigo, incluso si no era una Olvidada. Pero, dijeron que si era chico me tendría que abandonar- para que después digan del machismo y feminismo- .

Al nacer y ver que era chico, ella les convenció para que me dejaran quedar por lo menos hasta la mayoría de edad. Esos años en el castillo fueron los mejores de mi vida, aunque algo aburridos con algún que otro “accidente”.

Durante ese tiempo mi madre me enseñó a leer y escribir,  cuando estábamos solos, en secreto, me hizo memorizar los diseños básicos de los tatuajes y sus equivalentes en dones o poderes.

Al cumplir los dieciocho, me echaron de Palacio con lo puesto. Busqué un trabajo como mozo de cuadra y sobreviví con un escaso sueldo cuatro años.

Hasta ayer, que vinieron unos mercenarios y me llevaron con ellos. Al principio me resistí, pero consiguieron llevarme con ellos hasta  una casa muy lujosa presentándome a un tal Sir Loran, un hombre terriblemente feo: calvo, de estatura media y regordete, además de muy mal humor.

Él me ofreció un trato que no pude rechazar: o le ayudaba o me mataba. Decidí ayudarle sin saber que tendría que hacer.

Una vez acepté me contaron que Sir Loran había pedido permiso a la Familia Real para casarse con una Olvidada, pero se lo denegaron –Y no me extraña, por feo y gordo. A este le hubieran dado un mejor uso haciendo jabones con su grasa- . No le dieron motivos, aunque él los pidió. Sin descanso él iba día tras día hasta que le dijeron que si, pero que tendría que esperar. Sir Loran esperó durante tres años, me confesó que ya se había hartado de esperar y que iban a secuestrar a una Olvidada para que fuera su prometida.

Ahora os preguntareis dónde entro en la pobre vida de ese desgraciado en el amor, sin ánimo de ofender, tampoco es que a mí me caiga del cielo. Me necesitaban para identificarlas, para asegurarse que la chica escogida tenía un don no ofensivo y así poder controlarla, encerrarla para que no se pudiera escapar ni pedir ayuda.

Me levanté del suelo y nos dirigimos hacia Palacio.

Esa noche se celebraba un baile en el que asistían todas las Olvidadas, la Familia Real y las personas de clase alta de Häakon.

Aquella era una de las pocas oportunidades para poder verlas, todos los sirvientes hacían lo imposible para conseguir servir la comida o encargarse de recoger los platos, cualquier cosa con tal de poder poner su mirada en esas mujeres tan especiales.

Al llegar a las murallas nos detuvimos.

Miré hacia arriba, el cielo tenía un suave color azul oscuro con puntos dorados: las estrellas.

Bruscamente me empujaron por atrás:

- Vamos.- dijo el mercenario con voz áspera.

Me fijé en la muralla, habían abierto un pequeño pasadizo. Lo atravesamos y salimos al patio principal.

Observé la entrada de Palacio, había una cola de cientos de carruajes esperando para entrar, todos decorados con oro y plata.

Dirigí la mirada al frente, ahí estaba la ventana que daba al salón principal.

El mercenario se acercó a mí, me cogió del brazo y me acercó a la ventana lo suficiente para que pudiera ver el interior pero que los  del interior no pudieran verme.

Eché un vistazo, el salón principal estaba adornado como todos los años: las lámparas de araña tenían todas las velas encendidas, miles de cristales que colgaban de ellas reflejando la luz que emanaba de la llamas, había una orquestra en un rincón que tocaba un suave vals y la mayoría de los invitados vestían con sus ropas más elegantes, en cambio los sirvientes lucían sus trajes impecables sirviendo champán o vino blanco en delicadas copas de cristal amarillo con detalles rojos.

A medianoche habiendo llegado todos los invitados, la orquestra dejó de sonar, se abrieron las puertas de madera clara detalladas con dibujos florales de plata, después de tanto tiempo aún parecían puertas a otro mundo.

Todos los presentes en la sala contuvieron el aliento, incluido yo. Las Olvidadas entraron en la sala, algunos soltaron exclamaciones de admiración, otros de sorpresa, algunos hombres de deseo y yo solté un suspiro de nostalgia: mi madre fue la primera en entrar.

- ¿Quién es ella?- me dijo Sir Loran que se había colocado a mi lado sin que me diese cuenta y eso que sigiloso no era precisamente. Señaló a mi madre.

- Lady Shizuka.- Ella vestía un precioso vestido vaporoso de color azul ártico que se le ceñía al llegar a la cintura y le llegaba hasta los pies, tenía un escote de barco detallado con cristales en forma de rombos horizontales, y en medio llevaba un diamante redondo. Llevaba el pelo recogido hacia atrás con dos trenzas que se enredaban entre sí uniéndose con una tercera tela de terciopelo ámbar así formando una tercera trenza: parecía un fantasma del pasado.

No me hizo falta pensar dos veces cuál era su don, automáticamente lo supe y dije en voz alta: – Medicina, cura cualquier enfermedad.-

- Te pareces a ella- pasé por alto ese comentario, ya que él dijo:- Esa no.

Señaló a otra, llevaba el pelo castaño claro con mechas naranjas recogido en un moño bajo y algunos tirabuzones le caían sobre el rostro, tenía los ojos de color rosa intenso, su piel era pálida y el tatuaje era de un tono azul claro con motivos florales que le ocupaba todo el lado izquierdo del rostro. Vestía  un vestido de color naranja que en las mangas el color se degradaba hasta llegar a un tono azul-lila, en la parte baja de la cintura empezaba a degradarse al mismo color que las mangas todo y que se le ceñía por debajo del pecho. Llevaba unas zapatillas de color naranja con una gema azul en la parte de delante.

- Lady Luka,- me giré hacia él y le miré a los ojos- Te hace sentir mejor, hace desaparecer todos los males que te atormentan.

Él asintió y me señaló a la siguiente.

Era una Olvidada de ojos color azul cielo, pelo rosa claro con reflejos castaños y piel de un tono  marrón claro que destacaba con su tatuaje de color fucsia situado en el lado izquierdo de su rostro, dibujado con formas retorcidas en un complicado laberinto de círculos.

Su vestido era el más llamativo de la fiesta: en la parte superior llevaba un corsé ajustado de color dorado adornado con gemas violetas y rosas, en la parte inferior llevaba una falda que estaba enganchada al corsé de color violeta intenso que se extendía hasta el suelo. Por si fuera poco llamativo, llevaba un chal de plumas plateado que era del mismo color que el tocado de plumas que llevaba en el pelo.

- Esa es Lady Maria, su poder se basa en la seducción.

Él me miró confuso.

- ¿Seducción?-preguntó.

- Se podría decir que usa las debilidades de los hombres para conseguir sus objetivos, pero nunca hace nada físico.

Me miró más confuso todavía. Me sentí bastante frustrado.

- Se mete en las mentes de los hombres, los seduce. Pero todo es una ilusión.-

Sir Loran frunció el ceño y los labios, puso cara de concentración: parecía estreñido.

- ¿Está bien?- le pregunté preocupado.- Parece que necesite ir al excusado.

Me miro enfurecido y me pegó un bofetón. Traspillé hacia atrás cayendo sobre el mercenario, que me agarró del brazo y tiró de mi hacia arriba sujetándome. Una vez recuperé la compostura, me empujó de nuevo a la ventana.

- Esa no.- dijo Sir Loran pillándome desprevenido.

Tan solo quedaban cinco Olvidadas por presentar. Algo me llamó la atención, había una a la que no conocía, a pesar de haber estado viviendo dieciocho años en Palacio.

- ¿Quién es?- me preguntó Sir Loran al ver que la miraba fijamente.

- No lo sé- respondí aturdido.- Tampoco la puedo identificar por el tatuaje, jamás lo había visto y tampoco forma parte de ninguna de las estructuras básicas que he estudiado.

- Esa.- dijo Sir Loran decidido - Quiero esa.

- ¿Esta seguro?- pregunté preocupado- No sé quién es, y tampoco se su poder y jamás había visto su Marca. No sabemos si es peligrosa o inofensiva. Además, quedan cuatro Olvidadas más, ¿porque no se fija en ellas? Son muy bellas.

- Ya, pero esa es hermosa.- dijo él tenaz.

Pero…no le podía negar eso.

Ella era realmente hermosa: estatura media y con curvas, su cabello era liso y de color castaño con reflejos rojizos. Su rostro era realmente bello, rasgos delicados, exóticos junto con los ojos de un verde claro muy intenso y los labios de un tono coral precioso.

Su tatuaje estaba en el lado derecho de su rostro resaltando con su blanca piel era de color dorado y plateado. La Marca tenía una forma extraña, una mezcla de tirabuzones y curvas realmente complicados con algún que otro motivo floral.

Su vestido era único; era del color de una esmeralda y le llegaba hasta las rodillas. La parte superior era de palabra de honor y, además, tenía unos tirantes que estaban recubiertos de esmeraldas en forma de flores exóticas, tanto cómo ella. 


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