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El anhelo de Tabris por Tabuko

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En dos ciclos diferentes, un ángel fue enviado a la Tierra con un mismo objetivo: desencadenar eso que los Lilim llamaban Tercer Impacto y así, limpiar el universo de aquellos osados seres inferiores que pretendían tomar el papel de Dios. Sin embargo, en ambas ocasiones y por decisión propia, el ángel optó por abortar esos planes en el último momento y con ello permitir a la humanidad seguir viviendo.

¿Pero por qué haría eso un ángel tan importante como Tabris? ¿Por qué razón dejaría seguir con vida a unos seres tan despreciables y devastadores? La respuesta era una sola y tenía un nombre: Shinji Ikari.

Aquel no era más que un frágil y sensible ser humano que atrajo toda la atención y el interés de Tabris de manera inmediata. Incluso antes de que fuera enviado a la Tierra en pos de su misión, él lo estuvo observando durante mucho tiempo y no veía la hora de encontrarse cara a cara con el susodicho.

¿Qué tenía de especial ese chico? ¿Por qué se había ganado la empatía de un ángel? Por más demente e increíble que pudiera sonar, solo él y su Creador conocían la respuesta a tan inverosímiles cuestiones.

Tabris se había enamorado profundamente de aquel muchacho.

Ese amor llegó a ser tan grande e inmenso que llevó al ángel a sacrificarse y terminar con su vida terrenal, solo para permitir que aquel bonito chico, de cabellos castaños y profundos ojos azules, pudiera seguir con vida al igual que el resto de la humanidad. Esa fue la manera en la que Tabris quiso demostrar sus sentimientos.

Y no solo lo había hecho una, sino dos veces. El ángel estaba en falta y lo sabía a la perfección, después de todo no lo enviaron para eso y él acabó haciendo su entera voluntad. Lo más probable era que lo sometieran a juicio y lo terminaran expulsando del Reino de los Cielos, o en una menor instancia, que lo degradaran a un categoría inferior.

Pero desde que regresó a su morada, Tabris estaba demasiado extraño. Iba caminando sin rumbo visiblemente molesto, pues un pedido que había hecho a los Arcángeles fue rechazado sin siquiera haber sido considerado.

-¡Pero cuánta osadía de tu parte, Tabris! -exclamó el ángel Zeruel, quien apareció delante de él y quedó viéndolo con aires de superioridad-

Tabris miró a Zeruel con molestia sin emitir una sola palabra y pretendió seguir su camino; como no le respondió, el otro ángel continuó con sus reclamos siguiéndole los pasos.

-¿Acaso te haces una idea de lo enojado que está el Creador contigo y aún así tienes el descaro de ir y pedir verlo?

-Es la segunda vez que lo haces, Tabris. ¿Qué no tienes vergüenza de tu Creador y de nosotros tus pares ángeles? -inquirió el ángel Sachiel quien estaba observándolos a cierta distancia hasta que decidió aparecer frente a ambos-

Una vez más, Tabris optó por ignorarlos e intentar seguir su camino rumbo a ninguna parte. Escuchaba esos reclamos sin prestar atención a nada porque sus pensamientos solo estaban enfocados hacia otro lugar, rememorando en las facciones del rostro de aquel chico que recordaba a cada instante.

Pero de repente, Tabris no lo soportó más y tuvo que taparse los oídos. A la par, sus ojos se llenaron de espesas lágrimas al recordar el momento exacto en que se despedía de su querido Shinji y para intentar tranquilizarlo, le prometía que se volverían a ver, sin tener la certeza de poder cumplir con su palabra. Pero fue un recurso desesperado que tuvo que tomar, quebrado al verlo llorar con tanta desesperación y angustia, preso de una total impotencia ante lo inevitable.

Y entonces, pasó.

Tragedia. Dolor. Muerte. Sangre.

Había mucha sangre por todas partes, fue una suerte de suicidio el que Tabris había cometido a la par que aquel collar que llevaba en el cuello hacía su propio efecto, desintegrando su cuerpo humano ante los ojos del desconsolado muchacho.

Del chico que se quedó con su corazón de ángel.

Con su sacrificio, Tabris consiguió salvar Shinji Ikari y tras eso, regresó al Reino de los Cielos. Allí tendría que rendir cuentas por sus fatales actos, pero antes de que pudiera ser enjuiciado ya empezó a ser juzgado por otros ángeles, los cuales estaban empeñados en echarle en cara su error cada vez que tuvieran la más mínima chance.

-Tabris, responde, ¿por qué decidiste sacrificarte otra vez por un insignificante Lilim? -Sachiel volvió a hablarle aunque con un tono más severo- Todos nosotros hemos fallado anteriormente en nuestras respectivas misiones porque los humanos supieron hacernos frente. Pero tú, siendo el más poderoso ángel de esta legión, tenías la responsabilidad de reivindicarnos.

-Miren nada más al gran Tabris, el ángel del libre albedrío -ironizó otro ángel llamado Ramiel, que se sumó al grupo- El ángel a quien el Creador brindó gentilmente ese don pero al parecer no fue así con la inteligencia.

Al verse rodeado por todos aquellos, Tabris volvió en sí y ya no pudo tolerarlo ni quedarse callado.

-¿¡Pero qué es esto!? ¿Desde cuándo se convirtieron en mis jueces? ¿Quiénes son ustedes para cuestionar mi proceder? -harto de la situación, Tabris volteó a verlos de modo desafiante a cada uno de ellos- Tengo voluntad propia, cosa que ustedes no. Así que ahórrense sus comentarios; lo que yo haya hecho no es asunto de ustedes.

El ángel Zeruel quedó indignado con esas palabras, las cuales encontró impertinentes y suficientes como para solicitar la expulsión de su hermano. Este ser sospechaba sobre las motivaciones de Tabris.

-Shinji Ikari, probablemente el Lilim más débil y patético que haya existido jamás, ¿ese ese el objeto de tu sacrificio constante? ¿Por qué, Tabris? ¿Por qué lo echaste todo a perder por salvar a un ser tan carente de virtudes?

Armisael, otro ángel más, se presentó también ante todos ellos e intervino.

-¿Acaso perdiste la cordura, Tabris? -cuestionó con dureza- ¡¡¡Le dijiste que era digno de tu empatía y de ser amado por ti!!!

-Le dije eso porque es la verdad. Todos ustedes saben que el Creador ama a los Lilim como a ninguna otra cosa en el universo.

-Aunque el Creador los ame, también es consciente de que ellos han sido su peor obra -refutó Zeruel una vez más- Esos seres no merecen nada, su destino es desaparecer del universo y lo harán por sus propias manos. Lo que hiciste fue una completa estupidez, nada de eso valió la pena.

-Es cierto, ellos no valen nada -dijo Leliel llegando junto a los demás- Mucho menos que un ser divino de nuestra categoría haga algo en su favor.

-Lo más cuestionable aquí es el Lilim que decidiste proteger para permitir que siguiera viviendo -agregó Ramiel de nueva cuenta- ¿Por qué hiciste eso por Shinji Ikari? ¡Y no solo fue una sino dos veces! ¡Eres un traidor que no merece gracia ni perdón alguno!

Tabris suspiró hastiado, solo quería que todos los ángeles se fueran y lo dejaran solo.

-Ya les dije que no es de su incumbencia. ¡¡¡Déjenme en paz de una vez por todas!!!

-¡Y tú deja en paz al Creador! -respondió Sachiel- Ya sabemos que estás intentando verlo pero Miguel no te lo permitió y conociéndolo, no cambiará de parecer.

-Miguel, ese Arcángel presumido -masculló Armisael con notable disgusto- Él nunca ha dejado a nadie llegar hasta el Creador y después de lo que has hecho, a ti menos te lo permitirá.

-Pues recuerden que soy el ángel más importante de esta legión, de alguna manera conseguiré llegar al Creador -aseguró Tabris y se esfumó de allí-

Los demás ángeles quedaron por demás desconcertados y molestos ante tan extraña actitud. Nunca vieron a Tabris actuar de esa manera, mucho menos a causa de un Lilim.

Luego de todos esos incidentes, el ángel del libre albedrío se había marchado a un lugar distante. Sus hermanos se volvieron en su contra y no sería nada fácil lidiar con ellos, pero no era como si eso le importara demasiado. Tabris estaba dispuesto a conversar con el Creador y a hacerle una petición verdaderamente extraordinaria.

-Mi querido Shinji Ikari, necesito tanto verte de nuevo. Esa no era la felicidad que quería darte. Solo te he causado dolor y quisiera poder hacer algo para arreglarlo todo y evitarte ese sufrimiento. Tengo que hacerlo, estoy en deuda contigo y más que dispuesto a cumplir mi promesa. Por favor, espérame un poco más.

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