Era una noche silenciosa y fresca, la luna brillaba con intensidad en lo alto del cielo. Eran mediados de Marzo, por lo que el clima de aquella noche se correspondía en el mes en el que se encontraban.
No se podían oír los grillos, las luciérnagas, entre otros insectos musicales, ya que aún hacia frio para que salieran de sus refugios.
Como se podía notar era un día cualquiera a media noche. Aquel día fue un día muy normal, para todos aquellos que vivieron ese día, y aburridos, para aquellos a los cuales les gustaban las travesuras.
A estas horas de la noche todos los alumnos, de la escuela de magia y hechicería de Hogwarts, se encontraban durmiendo en sus camas excepto por varios alumnos que no podían conciliar el sueño. Uno de ellos pertenecía a la Casa de Gryffindor. Ese chico tenía la edad de unos 17 años y tenía el cabello castaño claro y unos ojos como la miel. Ese chico se encontraba ahora mismo de pie mientras contemplaba el exterior por la ventana con un aire pensativo.
Tan distraído estaba que no se dio cuenta de que alguien se había puesto a su lado.
-¿Por qué tan pensativo a esta hora Lunático?- Dijo un chico de ojos grises y cabello negro ondulado, hasta los hombros, con voz ronca, por el sueño, y burlona.
El de los ojos de Miel se sobresaltó por el susto. No se lo esperaba para nada que repentinamente se encontrara du amigo junto a él.
-¡SIRIUS! Cielos que susto me has dado ¿Qué haces tú despierto?-Pregunto en un susurro Remus, porque se encontraban todos sus compañeros dormidos y no quería despertarlos.
-Pues veras yo...-Empezó a explicar el peli negro, cuando unos gruñidos en el estómago provenientes de este se oyeron.
Remus no pudo evitarlo y se rio suavemente, mientras que el pelinegro lo veía con carita de perrito abandonado mientras intentaba excusarse.
-Es que veras... Yo comí hoy poco y pues... me quede con algo de hambre-Dijo apenado, mientras se llevaba una mano a su cabeza, rascándosela inconscientemente.
-Aja- Dijo en tono en el que se le notaba que no le creía nada- ¿Y desde cuando comer 6 platos llenos de comida es considerarse poco?-Pregunto esta vez con tono burlón, mientras mostraba una media sonrisa.
-¡Eso no es suficiente para mí! Yo necesito comer al menos 10 platos para sentirme satisfecho así que si me disculpas iré a buscar ahora la comida que no comí anteriormente.- Dijo seguro, mientras se encaminaba hacia la sala común.
Entonces recordó varias cosas. Por lo que se detuvo y se volteo para preguntarle varias cosas a Remus.
-Oye por cierto Lunático ¿Dónde está Cornamenta? Porque en su cama no está-Pregunto con una media sonrisa porque ya tenía sus sospechas de donde podría encontrarse.
Y Remus se lo confirmo con una sonrisa picarona y divertida.
-¿Dónde más crees que puede estar? Se ha llevado la capa solamente así que estará en cierta habitación pasando la noche con cierto profesor de Defensa contra las artes oscuras- Dijo Remus con un brillo en los ojos por la diversión que le causaba.
-Si ya lo sabía yo... No se ni para que pregunto jajaja- Contesto Sirius- Por cierto Lunático ¿Por qué estabas tan pensativo antes de que me pusiera a tu lado- le interrogo Sirius curioso.
Remus suspiro y frunció el ceño antes de mirar por la ventana de nuevo. Sin mirar a Sirius le contesto a la pregunta que le hizo.
-Presiento que algo va a pasar pronto. No sé si será malo o bueno. Pero puedo sentir que será algo inimaginable. No me preguntes como lo sé ya que no tengo la respuesta. Solo puedo sentirlo, por desgracia, a mis instintos de lobo.
Sirius compuso un gesto de seriedad, mientras se acercaba a su amigo y posaba su mano en su hombro en un acto de consuelo.
Miro a Remus con una leve sonrisa, en otro acto de animarlo, y le hablo en un tono seguro que no daba lugar a ninguna duda:
-Pase lo que pase los merodeadores siempre permaneceremos juntos, por peor que sea la situación-Declaro Sirius orgulloso. Remus sonrió ante aquellas palabras. Ahora pasara lo que pasara no tendría miedo o preocupación por lo que pasara más adelante.
En otra habitación... Específicamente en una sala común de Slytherin...
Se encontraban otros tres jóvenes de la misma edad que los anteriores chicos.
El primer chico que tenía una larga cabellera rubia y ojos plateados se encontraba sentando leyendo un libro tranquilamente, nada parecía inmutarle.
El segundo chico era parecido a Sirius pero con varias diferencias, era varios meses más joven, su pelo era negro pero no lo tenía tan ondulado y su tonalidad era un poco más claro. Sus ojos también eran grisáceos pero también un poco más claros que los del animago. Este se encontraba echado en el sofá con los ojos cerrados mientras pensaba en sus cosas.
Mientras que el otro chico, de cabellera negra y ojos negros profundos, se encontraba caminando por la habitación nervioso, aunque no se le notaba en el rostro.
El de la cabellera rubia, cerró el libro despacio mientras suspiraba exasperado.
Luego miro al peli negro con el ceño fruncido.
-Severus, por Merlín ya me estas desesperando con tus vueltas ¿Nos puedes decir por qué estas nervioso?-Pregunto con tono tranquilo, aunque había una pizca de molestia con el de los ojos negros.
Severus clavo la vista en Lucius, para luego suspirar con profundidad y volver a caminar por la habitación nervioso.
Regulus estaba con los ojos cerrados pero eso no quería decir que no oía. Y los pasos y los suspiros de Severus le estaban llevando al límite de su paciencia.
Cansado ya del chico se incorporó del sofá y miro con fastidio al ojinegro.
-Ya dinos lo que te pasa, o te lanzo el Cruciatus para que nos lo cuentes- Dijo enojado el ojigris. Regulus era muy tranquilo y tenía una paciencia profunda. Pero cuando se le acababa tenía un carácter del demonio, que hacía que todos temblaran.
Severus al fin se detuvo, y se fue a sentar en otro sofá para contarles al fin lo que le preocupaba.
-Veréis esta tarde estaba perfeccionando una poción nueva, en la que si se hacía bien se podía revelar varios detalles del futuro. Y lo he conseguido, pero lo extraño que lo que pone es muy raro y preocupante. Podéis comprobarlo vosotros mismos. Lo apunte en este pergamino- Les conto con seriedad, mientras les pasaba el pergamino para que le echaran un vistazo.
Regulus y Lucius se miraron preocupados, e inmediatamente fueron a leer el pergamino donde decía lo siguiente:
"El pasado no se puede cambiar pero si se puede cambiar el futuro. El león y la serpiente de la nada aparecerán, para cambiar sus destinos que tan trágicos fueron. Junto con sus almas gemelas un nuevo comienzo habrá. El bien o el mal ganara, de esos dos dependerá, para que por fin la felicidad los alcance al fin"
Cuando terminaron de leer lo que ponía en el pergamino los tres chicos se miraron con preocupación.
-¿Qué es lo que quería decir eso Severus?- Preguntaron Lucius y Regulus a la vez preocupados por lo que implicaban esas palabras.
El ojinegro suspiro otra vez antes de hablar con tono de urgencia, por la gravedad del asunto, en su voz:
-No puedo decir que es lo que significa exactamente, pero de lo que puedo estar seguro es que algo va a suceder en nuestro mundo muy pronto...
Los tres chicos se miraron entre sí con preocupación preguntándose qué es lo que iba a suceder...
En una habitación de cierto profesor...
Se encontraba un chico, de la misma edad que los anteriores, de pelo negro, corto y revuelto, de ojos castaños y de constitución pequeña, y delgada, durmiendo desnudo en la ancha cama abrazando a su amado profesor.
El profesor se encontraba también dormido, desnudo e igualmente que hacia el azabache menor, se encontraba abrazando al chico que tenía a su lado en la cama.
El profesor tenía un porte que recordaba a un noble de cuna. Su rostro pálido su cabello negro, corto y bien peinado, hacían de el una persona perfecta para dar esa imagen. También poseía unos ojos verdes esmeraldas preciosos, pero que cuando se enfadaba se transformaban en un rojo sangre, y cuando eso pasaba lo mejor era alejarse de el si querías seguir con vida.
Volviendo a esos dos, se encontraban durmiendo los dos pacíficamente abrazándose con fuerza por ambas partes.
Estaban ambos sumergidos en sus propios sueños cuando oyeron una voz melódica en su cabeza:
Lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
hoy está más allá
de las nubes que elige
y más allá del trueno
y de la tierra firme
demorándose viene
cual flor desconfiada
que vigila al sol
sin preguntarle nada
iluminando viene
las últimas ventanas
lento pero viene
las últimas ventanas
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
ya se va acercando
nunca tiene prisa
viene con proyectos
y bolsas de semillas
con ángeles maltrechos
y fieles golondrinas
despacio pero viene
sin hacer mucho ruido
cuidando sobre todo
los sueños prohibidos
los recuerdos yacentes
y los recién nacidos
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
ya casi está llegando
con su mejor noticia
con puños con ojeras
con noches y con días
con una estrella pobre
sin nombre todavía
lento pero viene
el futuro real
el mismo que inventamos
nosotros y el azar
cada vez más nosotros
y menos el azar
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
lento pero viene
lento pero viene
lento pero viene
Y tras decir aquello, la voz melódica desapareció, haciendo que los dos jóvenes se despertaran por la preocupación que implicaban aquellas palabras...
James se acurruco en los brazos de Tom mientras este le acariciaba la espalda para calmarlo.
-Tom...- Empezó a hablar James con un ligero temblor en su voz.
-Lo se James, yo también lo he oído- Dijo Tom aumentando las caricias para que se relajara el azabache menor.
James miro aterrorizado a Tom.
-Tom... ¿Tú crees que tenga algo que ver con nuestro difunto bebe?- Pregunto en un susurro, mientras varias lagrimas le caían por el rostro.
Tom se las limpio dulcemente con la mano. Le dio un beso en la frente para que se calmara antes de jurarle:
-No lo sé, pero te prometo que lo investigare mi hermoso león-Juro, dándole como promesa un profundo beso en los labios.
El azabache menor dejo de sollozar tras aquel beso para mostrar nuevamente una sonrisa divertida dirigida a su querido profesor.
-No soy un león, soy cornamenta- Declaro divertido el azabache menor.
Horas más tarde el sol salía entre el horizonte. Una nueva mañana estaba a punto de empezar. Y en los días siguientes un suceso inesperado les ocurrirá a nuestros protagonistas. Para bien o para mal, las ruedas del destino han empezado a girar…