Lo que hace el alcohol
El ambiente del bar estaba muy animado, ese día un grupo de amigos había decidido irse a una noche de copas. A la mesa se encontraban los hombres de la casa, tenían una reunión de amigotes, como la llamaban sus parejas. Algunos ya estaban algo entonados por las bebidas, y otros ya casi no podían levantarse, y salían varios temas comprometedores al ruedo, de esos que si sus parejas se enteraran, más de uno dormiría en el sofá.
Ya debían cerrar el local y Kakashi, que era el único cuerdo del grupo, porque era al que le tocaba manejar, los montó con ayuda de los guardias en el carro. Y fue dejándolos en sus casas. Primero Lee, luego Kiba, después Neji. Ya había dejado tres, sólo debía dejar a su primo Naruto, y podría irse a descansar. Detuvo el coche frente a la casa del rubio.
— ¡Vamos Kakashi, te mostraré mi casa!— Dijo abalanzándose torpemente sobre el mayor.
— Naruto, ya conozco tu casa, sólo entra, anda…
— ¡Por favor, quiero mostrarte mi casa!— Repitió un poco más alto.
— ¡Bájate pequeño engendro!— Se estiró hacia la puerta del copiloto y la abrió, enseguida Naruto cayó de espaldas al pavimento — No me da risa, ¡Levántate!
Pero el rubio no respondió, Kakashi suspiró frustrado y apagó el carro para luego ir a hacer reaccionar a su primo y llevarlo sobre su hombro prácticamente a rastras. Naruto intentó colocar la llave en la cerradura, pero en realidad le estaba dando a la pared a treinta centímetros más allá, Kakashi le arrancó la llave y pudieron entrar. El menor luchaba para no caer dormido, casi le dejaba en el sofá, pero de repente reaccionó, arrastrando a Kakashi por toda la casa.
— Mira mi cocina, ¿Linda verdad? — Aunque se movía muy torpemente aún no se caía ni perdía la elocuencia de sus palabras.
— Sí, yo escogí el color con ustedes…— Kakashi no paraba de pensar porque su primo no era un borracho normal.
— ¡Y mira, tenemos una chimenea! ¡Ven a ver las fotos! ¡Aquí estamos todos, mi papá, mi esposo, mi primo y yo! — Se recostó un poco sobre la chimenea, casi tumbando algunos portarretratos que el mayor volvió a poner en su sitio.
— Lo se Naruto... Yo salgo allí…
— ¿Quieres ver mi ático? — Ya había emprendido la carrera.
— ¡Alto! ¡No te subiré por las escaleras! — Lo jalo del cuello de la camisa como si de un perro se tratase.
— ¡Entonces ven, te mostraré mi habitación! Bueno, nuestra, ¡La de Sasuke y mía!
Apenas Naruto abrió la puerta Kakashi casi se cae de la impresión. Un par de ojos ónix adjuntados a una carita muy sonrojada le suplicaban que no dijera nada.
— Está es nuestra puerta, y esa nuestra peinadora, y nuestro banquito— Naruto sólo señalaba cada cosa que nombraba sin percatarse de nada fuera de lo común— Y nuestra cama, ¡Y ese es mi esposo! Y ese rubio que está allí con él, ¡Soy yo! — Aseguró, incluso señalándose a sí mismo con una sonrisa enorme.
El de cabellos platinados sólo pudo palmear su frente. Su pobre primo estaba tan borracho y era tan estúpido que no se daba cuenta que el rubio que estaba metido en su cama y que su esposo abrazaba era su propio padre, que aun dormía sin darse cuenta de nada. Miró al chico en la cama y luego a su risueño primo.
— Naru… — Lo tomó por los hombros y lo volteó hacia él— Mejor vamos para que duermas en mi casa, como siempre hacemos en la noche de amigotes, ¿Sí? — El menor solo rió un poco y asintió. Lo colocó de espaldas a él y se volteó a cerrar la puerta, no sin antes volver a cruzar miradas con un avergonzado Sasuke.
— ¿Sabes que eres mi primo favorito, Kakashi? — Dejándose guiar por el mayor hacia la salida.
—Soy tu único primo Naruto…
Fin.