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Faking It por Gumin7

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Notas del capitulo:

Al final he decidido dividirlo en dos partes, y he aquí la primera. Si os gusta, subiré la segunda la semana que viene. Si no... pues también la subiré porque no lo voy a dejar a medias D: Así que, realmente, espero que os guste.

La idea de este fic la he cogido de la serie de televisión Faking it. No está basado en la serie, pero la idea sí es de ahí.

Como siempre, me disculpo por cualquier falta. Espero leeros en los reviews :)

        La música era un simple susurro comparada con las risas y las voces que resonaban en aquel establecimiento. Todos los que sudaban, charlaban y disfrutaban de aquel escándalo tenían algo en común: todos eran miembros de alguna banda, pues se acababa de celebrar un evento y las bandas partícipes habían decidido tomarse un merecido descanso saliendo de fiesta, bebiendo... y lo que surgiera.
 
        —Oye, voy a buscar algo de beber. Ahora vuelvo.
 
        —Claro, no tardes.
 
        Un apurado pelinegro se alejó de aquel asiento donde se encontraba su acompañante y se perdió entre la gente. Dio unas cuantas vueltas por el lugar hasta que vio una conocida melena rubia.
 
        —¡Kei! Menos mal que te encuentro.
 
        —¿Qué pasa?
 
        —¿Por qué no nos vamos ya de aquí? ¿Dónde están Shoya y Tatsuya?
 
        —Han ido a la barra, pero, ¿por qué quieres irte? ¿Qué ocurre?
 
        No había empezado a explicarse cuando notó una mano posarse sobre su hombro, provocando que su corazón diera un bote. Suspiró aliviado al girarse y ver que solo era Tatsuya acompañado de Shoya.
 
        —Hey, Yo-ka. ¿Qué pasa? —preguntó el pelirrojo sonriendo.
 
        —Tatsuya, Shoya, le estaba diciendo a Kei que por qué no nos vamos ya. Mañana tenemos ensayo.
 
        —Pero si esto está muy animado —contestó Shoya—. Además, acabamos de pillar bebida. ¿Sabes el atasco que hay en la barra?
 
        Yo-ka no dijo una palabra, cogió los vasos que llevaban sus amigos y se los bebió de un tirón ante tres estupefactas miradas. Al terminar el último vaso, sintió un mareo y se agarró a Kei.
 
        —¡¿Te has vuelto loco?! —le gritó el rubio mientras lo sujetaba.
 
        —Ya no hay bebida. ¿Podemos irnos? —dijo Yo-ka con dificultad, ignorando a su amigo.
 
        —Yo-ka, ¿pensabas volver algún día o ahí podría seguir hasta mañana? —preguntó una voz a sus espaldas.
 
        «Mierda», pensó el aludido. Se dio la vuelta, aún agarrado a Kei, y miró a la cara al molesto acompañante al que había dejado esperando.
 
        —Yuu... Yuuki. Yo... —intentó decir bastante avergonzado.
 
        —¿Por qué no vienes y seguimos con lo nuestro algo más solos? —preguntó el vocalista de Lycaon poniendo énfasis en la última palabra y acercándose al otro de forma sugerente ante las atentas miradas del resto de miembros de DIAURA.
 
        —Yuuki, mira, es que yo... Yo ya estoy con alguien. Mi pareja está aquí y, a parte, no soy alguien que vaya por ahí siendo infiel. Lo siento —respondió algo nervioso, agarrando más a Kei, el cual lo estaba mirando con una mezcla de curiosidad y sorpresa.
 
        —¿Ah sí? ¿Con quién? —preguntó Yuuki igual de extrañado que todos allí.
 
        —Pues... —miró un momento hacia atrás, soltó a Kei y se acercó al otro vocalista a susurrarle algo.
 
        —¿Qué dices? Si no os he visto hacer nada en toda la noche. Es que ni os he visto juntos hasta ahora.
 
        —No sé... No estarías mirando.
 
        —Bueno, ahora estoy mirando. Bésalo.
 
        —¿Cómo? —preguntó el pelinegro, rezando por haber oído mal.
 
        —Que lo beses, o no te creeré y no habrá excusa para no ir detrás tuya.
 
        Yuuki era conocido por lo insistente que podía llegar a ser a la hora de llevarse a alguien a la cama, a no ser que esa persona tuviese pareja; eso lo respetaba completamente.
 
        No supo si fue porque el alcohol se le estaba subiendo o simplemente haría lo que fuera por librarse del otro, pero tras varios segundos de esa respuesta, se dirigió hacia su compañero de banda y amigo, lo agarró de la camisa y atrapó sus labios con los propios.
 
       Los presentes abrieron mucho los ojos, sorprendidos al ver a Yo-ka dirigirse hacia Tatsuya, agarrarlo de la camiseta y juntar sus labios, moviéndolos lentamente sin ser realmente correspondido debido a la sorpresa del otro.
 
        —No muerdas si no quieres hacerme daño —le susurró el pelinegro sobre los labios de forma en que solo él pudiera entenderlo.
 
        No lo comprendió hasta que Yo-ka puso la mano en su mandíbula y le obligó a abrir la boca, metiendo en ella su lengua y convirtiendo aquello en algo más que simples caricias. A los ojos de los que miraban, aquello simplemente era un sucio, erótico, húmedo, necesitado e incluso violento beso.
 
        Tras unos segundos, el pelinegro se separó lentamente, dejando un hilo de saliva uniendo sus enrojecidos labios que enseguida se rompió. Miró al más alto a los ojos, intentando decirle con la mirada que ya hablarían de eso. Luego miró a sus otros amigos y los vio mirándolos a ambos como si hubieran visto un fantasma.
 
        —Pues es verdad. Joder, me he puesto cachondo hasta yo —dijo Yuuki riendo—. Oye, Tatsuya, siento haber intentado algo con Yo-ka. No sabía que estabais juntos.
 
        Tatsuya miró a Yo-ka con reproche, y luego miró a Yuuki.
 
        —No te preocupes. Culpa nuestra por no haberlo dicho.
 
        El vocalista de Lycaon se fue y ninguno de los otros dijo nada. Kei y Shoya miraban expectantes a los otros dos, esperando a que alguno dijera algo.
 
        Finalmente, tras un momento largo, Yo-ka fue el primero en hablar.
 
        —Estaréis contentos. Ahora sí que me voy, con o sin vosotros.
 
        El vocalista salió por la puerta del local y los otros tres lo siguieron, pues habían ido en el mismo coche.
 
        El camino fue bastante incómodo. Conducía Kei y nadie decía nada. Preferían mirar por la ventanilla como si les fuera la vida en ello. Primero llegaron a la casa del bajista, quien se despidió con un rápido adiós y salió pitando del coche. Un rato después a la de Tatsuya, que hizo tres cuartos de lo mismo. Finalmente, llegaron al apartamento que compartían Kei y Yo-ka.
 
        Ambos bajaron del coche en silencio, entraron al apartamento en silencio, fueron a sus respectivas habitaciones en silencio, se pusieron el pijama en silencio y se sentaron a cenar algo en silencio... silencio que, al fin, fue roto por el rubio.
 
        —¿Me lo vas a explicar? —preguntó tranquilamente mientras miraba su plato.
 
        —Ya conoces a Yuuki —respondió el pelinegro igual de tranquilo.
 
        —¿Y no podías haber puesto otra excusa? No sé... Os vio muchísima gente conocida, lo sabes, ¿verdad?
 
        —Kei, no me habría dejado en paz. Ya lo solucionaré, ¿vale? No te lo tomes tan a pecho.
 
        —No me lo tomo a pecho, pero eres mi amigo, y Tatsuya también, y me preocupo por vosotros.
 
        —Y te lo agradezco. Mañana hablaré con Tatsuya en el ensayo y se lo aclararé todo. Con el resto de personas que nos vieron... ya se me ocurrirá algo.
 
        —Bueno... —se quedó pensativo un momento—. Oye, ¿por qué Tatsuya?
 
        —Contigo habría sido bastante incómodo. Aunque tenemos demasiada confianza, somos como hermanos. No es como para hacer algo así. Shoya se habría asustado y me habría pegado. Tatsuya, desde luego, era el hombre perfecto para esto.
 
        —Ya veo. ¿Y qué tal besa?
 
        Yo-ka le dio un golpe en el brazo a Kei y ambos empezaron a reír y a bromear.
 
 
~*~
 
 
        La alarma sonó a las 8:00 am. No pasaron ni diez segundos cuando se oyeron golpes en su puerta.
 
        —¡A las nueve ensayo! —se oyó la voz de Kei tras la puerta.
 
        —Lo sé —respondió un adormilado Yo-ka con la voz amortiguada por su almohada.
 
        Salió de su cómoda cama, se aseó, se vistió y, cuando fue a la cocina a desayunar, encontró a Kei a punto de irse.
 
        —Yo me voy ya para limpiar un poco la canción antes del ensayo con todos.
 
        —Como quieras —contestó sin interés mientras se hacía un café.
 
        Kei iba a cerrar la puerta tras de sí, pero se giró y asomó la cabeza.
 
        —Ah, y no olvides que hoy tienes que cortar con tu novio —dijo soltando una risita y cerrando justo a tiempo para evitar el bollo que le había tirado el vocalista.
 
        Ya se había olvidado: a los ojos de todos Tatsuya era su pareja, pues apostaba la mano a que se había corrido la voz.
 
        Se quedó unos segundos mirando a un punto fijo hasta que reaccionó. Se bebió el café, se metió una tostada en la boca y decidió ir pronto al ensayo para acabar con aquello cuanto antes.
 
 
        Acabó llegando justo a tiempo. Aparcó el coche y entró al edificio, encaminándose por los pasillos para llegar al estudio.
 
        —¡Yo-ka! —se oyó una voz a sus espaldas.
 
        Al girarse vio a su acosador de la noche anterior, el cual era el causante de todo el lío que tenía que solucionar de inmediato con su amigo.
 
        —Yuuki, ¿qué haces aquí?
 
        —Me envían.
 
        —¿Que te envía quién? ¿Para qué?
 
        —Para informarte de que hay una fiesta y os han invitado.
 
        —¿Un evento?
 
        —No, una fiesta. Nada que ver con el trabajo.
 
        —Oh... —murmuró sin saber qué decir. No eran unos antisociales ni caían mal a nadie, pero no solían invitarlos a ese tipo de fiestas ni después de los eventos, exceptuando la de la noche anterior, la cuál bien podría haber sido un milagro.
 
        —Ya me dirás —dijo mientras le metía un papel en el bolsillo de la chaqueta y se fue.
 
        Yo-ka se quedó procesando lo que acababa de pasar y enseguida continuó su camino hasta que llegó al estudio.
 
        —Me acabo de cruzar con Yuuki —dijo mientras entraba. Todos estaban ya dentro.
 
        —Genial, ¿se lo has aclarado todo? —preguntó Kei.
 
        —No.
 
        —¿Cómo que no? ¿Por qué? —preguntó esta vez Tatsuya.
 
        —Nos han invitado a una fiesta —contestó Yo-ka enseñándoles en papel que le había dado Yuuki con la dirección del local.
 
        —¿A nosotros? ¿Por qué? Quiero decir... así, de repente... —dijo Shoya.
 
        —Pues no lo sé...
 
        —Genial... —comentó Tatsuya algo desanimado.
 
        Yo-ka se percató y se acercó a hablar con él.
 
        —Oye, te prometo que en la fiesta aprovecharemos que estarán todos y lo aclararemos todo, ¿vale? —dijo sonriendo amistosamente.
 
        —Está bien —accedió.
 
 
~*~
 
 
        —Pero si son los chicos de DIAURA.
 
        Nada más entrar al local, escucharon una voz amortiguada por la música y vieron a Ryoga acercarse a ellos con una sonrisa.
 
        —Hola, Ryoga —saludó Yo-ka.
 
        —¿Cómo es que habéis venido? Nunca os veo por las fiestas.
 
        —Hemos decidido darnos una vuelta —explicó Kei omitiendo el detalle de que si no iban era porque no les invitaban.
 
        —Perfecto. Yo estoy con Subaru, Kuina, Tsuzuku y Yuuki, ¿venís?
 
        Los cuatro siguieron al vocalista de BORN pasando por la pista hasta una terraza al fondo del local donde no se escuchaba la música tan alta ni había tanto ruido.
 
        —¡Hey! Mirad quién ha venido —dijo Subaru animadamente saludando a los recién llegados.
 
        Se sentaron con ellos y comenzaron a hablar animadamente. No esperaron sentirse tan cómodos, pero el lugar era realmente agradable y sacaban conversación de cualquier cosa. Se lo estaban pasando bastante bien a pesar de que no entraron a la pista.
 
        —Bueno, yo voy a por más bebida. Ahora vengo —dijo Kuina antes de darle un corto beso a Subaru en los labios, sonreírle con dulzura y entrar para ir a la barra.
 
        Todos volvieron a enfrascarse en una conversación; todos excepto Yo-ka, que se había quedado algo sorprendido por lo que acababa de ver. Aprovechó la distracción del resto para hablar por lo bajo con Yuuki, que estaba a su lado.
 
        —Oye, Yuuki, ¿Kuina y Subaru están...?
 
        —¿Juntos? Sí. ¿No lo sabías?
 
        —No... no tenía ni idea. Me sorprende que dos miembros de una banda...
 
        —Bueno, que tú estás con Tatsuya, recuerda que ya lo confesaste —dijo Yuuki riendo y dándole un codazo amistoso. El batería había empezado a atender a la conversación al escuchar su nombre.
 
        »Hicisteis bien en decirlo. Antes os veíamos como un poco cerrados, pero es una bonita sorpresa saber que no es así para nada.
 
        Yo-ka se quedó pensativo un momento y Tatsuya decidió intervenir.
 
        —Bueno, íbamos a decirlo antes: en realidad...
 
        —En realidad nos daba algo de miedo. No sabíamos si se vería bien que estuviéramos juntos —habló antes de que el otro terminara.
 
        Todos interrumpieron sus conversaciones y miraron a Yo-ka, que había hablado demasiado alto. Los otros tres de DIAURA, ya que conocían la verdadera situación, estaban bastante más sorprendidos que el resto, en especial Tatsuya, que miraba a su vocalista como si se hubiera vuelto realmente loco.
 
        —No digas tonterías. Aquí nadie juzga a nadie, como has podido comprobar —dijo Ryoga.
 
        —Ya veo... —contestó Yo-ka nervioso y sin saber qué decir.
 
        Se volvieron a retomar las conversaciones y los cuatro de DIAURA se miraron entre ellos.
 
        —¿Te importaría venir al baño un momento? —susurró Tatsuya a Yo-ka intentando controlar el enfado en su tono.
 
        Yo-ka asintió con algo se miedo y se encaminaron al baño que había dentro.
 
        —¡¿Es que te has vuelto loco?! ¡¿En qué estabas pensando?! —comenzó a gritarle el batería una vez dentro.
 
        —Tatsuya, escúchame...
 
        —¡No, joder! Ya estás saliendo allí ahora mismo y diciéndoles que no estamos juntos y que eres idiota.
 
        —¡Cálmate y escúchame!
 
        El pelirrojo se cruzó de brazos y esperó a que el otro hablara.
 
        »Oye... ¿por qué no fingimos durante un tiempo que estamos juntos?
 
        Tatsuya creyó que había oído mal, o al menos esperaba que el otro estuviera bromeando. Alzó las cejas y, al ver la cara de su vocalista, supo que no había ni rastro de broma en esa pregunta.
 
        —Tú... definitivamente... ¡te has vuelto malditamente loco!
 
        —No, créeme. Tiene su explicación.
 
        —Ardo en deseos de saberla —ironizó.
 
        —Mira, hoy nos han invitado a esta dichosa fiesta porque han visto una parte de nosotros que desconocían. Como ha dicho Yuuki, nos han visto más abiertos. Con esto podemos hacernos un hueco entre ellos, conocer y llevarnos mejor con más bandas, ser invitados a más eventos y, por lo tanto, que más gente nos conozca.
 
        —¿Estás diciendo que fingiendo que salimos juntos nos conocerá más gente? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo acaso?
 
        —Sé que parece una locura, pero si lo piensas bien, es justo lo que has dicho.
 
        —Mira, Yo-ka, ahora en serio...
 
        —Es en serio. Oye, vamos a llegar muy alto por nuestra música, pero para eso necesitamos que nos escuchen, y se nos ha presentado una buena oportunidad que no todo el mundo sabría aprovechar.
 
        Tatsuya se quedó en silencio un momento, mirándolo de arriba a abajo.
 
        —¿Y pretendes que estemos juntos hasta que nos retiremos o cómo va la cosa? —preguntó haciendo el gesto de las comillas con las manos en la palabra «juntos».
 
        —Para nada. En un tiempo cortaremos y diremos que seguimos siendo amigos.
 
        —Define en un tiempo.
 
        —No sé, eso ya se vería.
 
        El batería volvió a quedarse en silencio unos segundos.
 
        »No perdemos nada.
 
        Finalmente, tras reflexionar y ver la mirada que le echaba Yo-ka, habló.
 
        —Está bien, como quieras.
 
        —¡Bien! No te arrepentirás.
 
        —Ya me estoy arrepintiendo.
 
        Sin decir nada más, Yo-ka agarró a Tatsuya de la mano y salieron juntos del baño, volviendo a la terraza donde estaban los demás.
 
        —¿No creéis que es un poco pronto para ir a hacer guarradas? —dijo Ryoga en cuanto los vio aparecer—. Kuina ha traído bebida y como no os deis prisa se agota.
 
        Ambos de volvieron a sentar y todos comenzaron a beber sin prestar demasiada atención a la cantidad de alcohol ingerida.
 
 
        Pasada una hora y media, Shoya y Kei se contaban algo en susurros y riendo tontamente cada dos por tres. Kuina y Subaru se besaban sin descanso y sin necesidad de respirar, o eso parecía. Tsuzuku y Ryoga se habían dormido abrazados el uno al otro. Yuuki, Yo-ka y Tatsuya miraban el panorama como si de una serie de televisión se tratara. Todos estaban perjudicados por el alcohol; todos menos Tatsuya, que había tenido suficiente cabeza y consideración como para pensar que al menos uno allí debería ser consciente de sus actos.
 
        —Miradlos —comentó Yuuki a sus dos acompañantes mirando a los dos de Royz, que seguían a lo suyo sin inmutarse—, a veces me dan envidia.
 
        —Y a mí —respondió Yo-ka.
 
        —¿Qué dices? Tu tienes a Tatsuya.
 
        —Ah, pues es verdad —dijo seguido de una risa estúpida.
 
        El nombrado se limitó a rodar los ojos.
 
        —Joder, teniendo a semejante hombre y sin hacer nada... Menudo desperdicio.
 
        Yo-ka miró a Yuuki y luego a Tatsuya.
 
        —Tatsuya, bésame —espetó.
 
        El batería lo miró alarmado y con los ojos muy abiertos.
 
        —¿Cómo?
 
        —Con la boca.
 
        —Eh... Yo-ka.
 
        El pelinegro se levantó y poco y se colocó a horcajadas sobre las piernas de su "pareja". Se acercó a él con intención de unir sus labios, pero se topó con su hombro, pues este había girado la cara y lo había abrazado contra sí para evitar que volviera a intentar algo.
 
        —Yuuki, Yo-ka y yo nos vamos ya. Esperamos veros pronto —dijo rápidamente.
 
        Yuuki levantó su vaso en señal de despedida y Tatsuya alzó a su vocalista por las piernas, una a cada lado de sus caderas, y se lo llevó en brazos.
 
 
        Abrió el coche y lo soltó en el asiento del copiloto, abrochándole el cinturón con cuidado. Dio un rodeo y se sentó en el asiento del copiloto.
 
        —¿A dónde vamos? ¿Y Yuuki? —preguntó Yo-ka con la voz tomada y riendo tontamente.
 
        —A tu casa.
 
        —Está cerrada —rió más fuerte.
 
        —Tendrás llaves, ¿no?
 
        —Pues... —dijo mientras se metía las manos en los bolsillos torpemente— no—volvió a reír.
 
        —¿Y cómo pensabas entrar?
 
        —No sé... Pregúntale a Kei.
 
        Tatsuya resopló. Se negaba en rotundo a volver allí. Además, lo más seguro es que Kei no volviera a casa en toda la noche, y no se atrevía a dejar a Yo-ka solo. Conociéndole, seguramente se despertaría bañado en su propio vómito.
 
        Se decidió a arrancar y pisar a fondo el acelerador antes de arrepentirse.
 
        —¿A dónde vamos? ¿Y Yuuki? —volvió a preguntar Yo-ka.
 
        —A mi casa.
 
        Agradeció el escaso tráfico a esas horas de la madrugada, pues no tardaron mucho en llegar.
 
 
        Aparcó, salió y se dirigió a la puerta del copiloto para ayudar al vocalista a salir. Este volvió a rodearlo con brazos y piernas, así que tuvo que llevarlo en brazos hasta su casa.
 
        Una vez dentro, lo soltó en el sofá y fue a la habitación de invitados a prepararle una cama.
 
        —Ya tienes la cama lista —le dijo volviendo al salón tras un rato—. Vete a dormir la mona, anda.
 
        El pelinegro se quedó quieto y en silencio, así que Tatsuya decidió ir a acostarse; ya se movería. Había sido un día largo una noche aún más larga; solo quería dormir. Dio un largo suspiro y cerró los ojos, agradeciendo poder descansar al fin.
 
        Ya empezaba a quedarse completamente dormido cuando notó una mano posarse en su hombro desde detrás suya. Sintió cómo su corazón daba un vuelco y se incorporó de un salto. Yo-ka se había tumbado en su cama sin darse él cuenta.
 
        —Joder, Yo-ka. Me has asustado —dijo llevándose una mano al pecho y notando sus latidos acelerados.
 
        —Lo siento —respondió tranquilamente. Era evidente que seguía ebrio como el que más, aunque al menos ya no se reía como un idiota.
 
        —¿Qué haces aquí? Tu habitación es la otra.
 
        —¿Por qué no me has besado?
 
        —¿Perdón?
 
        —¿Por qué no me has besado, Tatsuya?
 
        El pelirrojo lo miró buscando algún rastro de broma en su expresión. En ese momento deseó que se volviera a reír como el maldito borracho que era y se fuera a dormir, pero nada de eso pasó.
 
        —Yo-ka, estás ebrio.
 
        —¿Es por eso por lo que no me has besado?
 
        —No, Yo-ka, es porque no tengo por qué besarte.
 
        El pelinegro se dio la vuelta en la cama y le dio la espalda. Tatsuya no se creía por lo que estaba pasando.
 
        »Hey... —lo llamó suavemente y con dulzura, mas no hubo respuesta—. Vamos, dime algo.
 
        Seguía sin haber respuesta, así que lo agarró del hombro y lo volvió a girar para que lo mirara.
 
        —Me voy —dijo Yo-ka de repente.
 
        —¿Qué dices? Es de noche y no estás en condiciones de salir, inconsciente.
 
        —Me da igual.
 
        Hizo por levantarse, pero Tatsuya lo agarró y volvió a caer tumbado en la cama. El batería resopló por segunda vez en la noche.
 
        —¿Si te beso dejarás de hacer tonterías? —Yo-ka asintió—. ¿Y dejarás el alcohol? —volvió a asentir.
 
        Tatsuya se tumbó también y quedaron de frente. Colocó las manos en las mejillas del otro y lo acercó a él. Suspiró y eliminó la distancia entre sus labios, besándolos despacio y con suavidad, completamente diferente a como había sido la primera vez.
 
        Yo-ka cerró sus ojos y correspondió con la torpeza que le provocaba su estado. El beso no fue a más; sus únicos partícipes fueron sus labios moviéndose contras los ajenos.
 
        Estuvieron así todo lo que el pelinegro lo quiso alargar, hasta que dejó de corresponder. Tatsuya se separó de él y vio que se había quedado dormido. Suspiró de nuevo y se giró quedando boca arriba. Definitivamente, aquello traería problemas.
 
 
~*~
 
 
        El sol hacía acto de presencia y dejaba que sus primeros rayos se colaran por las ventanas abiertas de madrugadores y trasnochadores. Uno de esos rayos fue a parar a su cara, cegándolo por completo y haciendo que cerrara los ojos con fuerza mientras entraba a la casa y dejaba pasar a su amigo detrás de él.
 
        —Dios, estoy que no me tengo en pie.
 
        Kei miró hacia atrás y vio que Shoya estaba en las mismas condiciones: despeinado y con unas notables ojeras adornando su rostro.
 
        —Yo ya no vuelvo a salir hasta dentro de un mes por lo menos —dijo el bajista mientras se dejaba caer en el sofá.
 
        —Ya... —respondió Kei sin hacerle mucho caso—. Oye, ¿dónde está Yo-ka?
 
        —¿No está aquí?
 
        —No tenía llaves.
 
        —Pues...
 
        En ese momento se oyeron fuertes golpes en la puerta. Shoya se tapó los oídos y se revolvió en el sofá. Kei se contuvo y fue a abrir.
 
        Una figura pasó rápidamente empujando al rubio, cruzó la estancia y se encerró en una habitación dando un portazo.
 
        —¡Joder, Yo-ka! ¡No hagas eso! —gritó Shoya tapándose los oídos más fuerte.
 
        —¡Ssh! —lo calló Kei—. ¿Qué habrá pasado?
 
        Ambos se miraron sin saber.
 
 
        Mientras, en otra parte de la ciudad, los mismos primeros rayos se posaban en el rostro de un pelirrojo, sacándolo de su ligero sueño. Se estiró y se giró para mirar al otro lado de la cama; no había nadie. Sin embargo, las manchas de maquillaje en su almohada delataban la presencia que dios sabía hacía cuánto había desaparecido.
 
        Decidió levantarse y darse un paseo por su propia casa por si seguía allí, pero nada; estaba solo. Recordó lo que había pasado hace tan solo unas horas. Aquel había sido el segundo beso que habían compartido, solo que este sí había sido con su consentimiento. Comenzó a preguntarse si habría más y cómo serían, pero enseguida se golpeó mentalmente por pensar ese tipo de cosas. Desvió su mente a cómo estaría Yo-ka y si habría llegado bien a casa. No estaba tranquilo.
 
 
        —Yo-ka, ¿puedo entrar? —preguntó Kei llamando a la puerta de la habitación del vocalista sin recibir respuesta alguna. Lo había dejado tranquilo unas horas desde que llegó, en las cuales Shoya se había ido a su casa y él había dormido un poco.
 
        »Bien, voy a entrar.
 
        El rubio abrió la puerta y entró cerrándola tras de sí. La habitación estaba vagamente iluminada por la luz del mediodía que entraba por las pequeñas rendijas que dejaba la persiana cerrada, aunque había que acostumbrar la vista para poder ver bien. Yo-ka se encontraba acostado en su cama de espaldas a la puerta.
 
        —¿Estás despierto? —preguntó en voz baja.
 
        Al ver la cabeza del otro moverse levemente en señal de asentimiento, rodeó la cama y se sentó en el borde. El pelinegro tenía los ojos abiertos y ninguna señal de haber dormido.
 
        —Kei, soy gilipollas —espetó avergonzado.
 
        —Dime algo que no sepa —bromeó intentando, en vano, hacer reír a su amigo.
 
        —Ayer hice el ridículo más espantoso.
 
        —Yo-ka, estábamos todos igual.
 
        —Al menos a vosotros no os tuvieron que sacar de allí.
 
        —Eso digo yo, ¿dónde has estado?
 
        —He despertado en casa de Tatsuya.
 
        —Ah, bien. Al menos alguien ha cuidado de ti.
 
        —En su cama, concretamente.
 
        —...
 
        —Con él a mi lado.
 
        Se hizo un pequeño silencio en el cual Kei miró a Yo-ka esperando algo más, pero no recibió ni una mirada.
 
        —¿Qué has hecho? —preguntó para forzar ese algo.
 
        —¡Yo nada! ¡No me acuerdo de nada! —gritó incorporándose en la cama.
 
        —Bueno, tranquilízate. Estabas con Tatsuya; lo conoces y confías en él.
 
        —Confío en él, pero en el último sitio en el que esperaría despertar es en su cama y con él al lado. No sé, existe la habitación de invitados. ¿Por qué me llevó a su casa para meterme en su cama?
 
        —Oye, igual estás algo paranoico...
 
        En ese momento sonó el timbre y Kei salió de la habitación para ir a ver quién era. El pelinegro se frustró aún más. No podía ir a preguntarle a Tatsuya así por las buenas. No es que desconfiara de su amigo, pero el no acordarse de nada y haber despertado en un lugar y situación tan extraños le ponía de los nervios.
 
        —¿Se puede? —se oyó en la puerta de la habitación.
 
        Miró y vio a Tatsuya entrando tímidamente. «Mierda».
 
        »Kei me ha dicho que no has salido de aquí desde que llegaste esta mañana. Quería ver si estabas bien después de lo de anoche —dijo bastante cortado.
 
        «¿Qué es lo de anoche? Joder, sabía que había algo», pensó el vocalista alarmado.
 
        —Bueno, he estado mejor.
 
        —Espero que así cumplas lo que prometiste.
 
        —Lo que... ¿prometí?
 
        Se hizo un pequeño e incómodo silencio entre ambos. Yo-ka miraba a Tatsuya como si este tuviera la respuesta escrita en su cara.
 
        —¿No... recuerdas nada de ayer? —preguntó el pelirrojo.
 
        El vocalista negó con la cabeza con una expresión de miedo en su rostro.
 
        »Bueno, prometiste que dejarías el alcohol, o al menos que no te pasarías con él.
 
        Al escucharlo soltó aliviado todo el aire que había estado reteniendo. Así que solo era eso... Aunque seguía sin cuadrarle algo. El batería estaba actuando raro.
 
        —Tatsuya —lo llamó.
 
        —Yo debería irme ya. Lo mejor es que descanses —intentó escaquearse, pero cuando iba a salir, Yo-ka se levantó y lo agarró del brazo. Lo miraba con cara de pocos amigos, con ese carácter tan suyo.
 
        —Tengo una pequeña duda —dijo lentamente—: ¿qué hacía yo en tu cama contigo? ¿Qué pasó anoche?
 
        Tatsuya se lo pensó dos veces antes de responder. Realmente no tenía por qué haber pasado nada fuera de lo normal entre dos amigos, pero sí que pasó. Solo fue un beso, pero ahí estaba.
 
        —Bueno, en principio te traje aquí, pero cuando llegamos me dijiste que no tenías llaves. Estaba muy cansado, así que decidí que mejor durmieras en mi casa. Te preparé una cama en la habitación de invitados, pero vomitaste encima y lo pusiste todo perdido, así que te dejé dormir en mi cama. El sofá es muy incómodo para dormir, ya sabes, habría sido muy cruel dejarte ahí.
 
        Se miraron en silencio, Tatsuya con el corazón a punto de estallar y Yo-ka con una expresión difícil de descifrar. Finalmente, habló el vocalista.
 
        —Joder, qué vergüenza —dijo soltándole el brazo a su amigo—. Lamento que hayas tenido que aguantar ese espectáculo. Creo que sí que cumpliré la promesa.
 
        —No te preocupes —rió nerviosamente—. Bueno, te dejo descansar.
 
        —Oye —lo volvió a llamar antes de que saliera—, seguro que ayer en la fiesta la lié mucho... ¿Sigue en pie...? Ya sabes.
 
        —Claro... Sí, tranquilo.
 
        Se sonrieron y Tatsuya se despidió de Kei y salió de la casa. Por el camino se puso a pensar y comenzó a arrepentirse de haberle dicho que seguirían con aquello, y sobre todo de haberle mentido. No había tenido el valor de decirle la verdad. ¿Por qué? No lo sabía. Lo que sí que sabía con certeza es que, a pesar de haber dormido, él también necesitaba descansar.
 
 
~*~
 
 
        Seis meses habían pasado desde aquella noche. Por suerte o por desgracia, las cosas siguieron tal y como estaba planeado. Los besos cortos y "de mentira" estaban a la orden del día cuando estaban con sus amigos. Realmente no hacía falta, pero el vocalista cada vez se lo tomaba más a la ligera y a Tatsuya comenzaba a molestarle. Aunque lo que más le molestaba, por alguna razón que ni él quería saber, era la falsedad de aquellos besos. A cada mes que pasaba, aquello parecía volverse más y más fastidioso.
 
        Aquel día había programado un ensayo y Tatsuya se dirigía al estudio a paso lento. No le apetecía nada estar allí, lo cual era una novedad, pero no había más remedio.
 
        Andaba a paso ligero por los pasillos con la esperanza de que el tiempo pasara rápido, pero algo lo hizo detenerse, retroceder un poco y observar desde la lejanía: Yo-ka charlaba animadamente con una chica de media melena castaña. Tatsuya la reconoció enseguida como la  nueva encargada del maquillaje para las sesiones de fotos y los videoclips. Desde que llegó, hacía no mucho, aquellos dos parecían haber hecho buenas migas.
 
        Se quedó un rato mirando con una extraña sensación descendiendo por su garganta.
 
        —Parece que el Master se nos ha echado novia —oyó detrás suya.
 
        Se giró y vio a Shoya a su lado, contemplando también aquella escena.
 
        —¿Novia? —preguntó mientras volvía a mirar a aquellos dos.
 
        —Han estado tonteando unos días y parece que van a empezar algo más serio.
 
        Tatsuya empezó a tensarse y apretó inconscientemente los puños hasta que hizo crujir sus dedos. Shoya lo miró alarmado.
 
        »Tatsuya, ¿te encuentras bien?
 
        Al darse cuenta de su estado, trató de relajarse y se fue al estudio ignorando a su amigo, el cual lo siguió preocupado. Aún no había llegado Kei, así que Shoya aprovechó para hablar con él. Ambos se sentaron en un pequeño sofá y el bajista comenzó a sonsacarle.
 
        —Oye, Tatsuya, sabes que me puedes contar lo que sea, ¿verdad?
 
        —Lo sé.
 
        —Pues ya estás tardando.
 
        El batería suspiró y comenzó a contar con todo detalle lo que él y Yo-ka estaban haciendo y lo que pasó la noche de la fiesta en la que se suponía que acabarían con el malentendido.
 
        »¿Pero eso tiene algo que ver con que te hayas puesto así?
 
        —Me he asustado.
 
        —¿Que te has asustado por qué?
 
        —Me he asustado del miedo que me ha provocado el hecho de que, si empieza a salir con ella, tal vez ya no quiera seguir con esto.
 
        —¿Pero no eras tú el que se negaba a esa idea?
 
        —Sí, antes sí, pero ahora...
 
       ¿Pero ahora qué? ¿Qué iba a decirle? Ni él tenía idea de lo que estaba hablando.
 
        —Tatsuya, ¿cabría la posibilidad de que te esté empezando a gustar Yo-ka de verdad?
 
        En ese momento la puerta se abrió y entraron Kei y Yo-ka hablando animadamente.
 Shoya le dijo con la mirada que después seguirían con aquella conversación.
 
        —¿A que no sabéis qué? —preguntó Kei divertido.
 
        —Kei —advirtió Yo-ka mirando su amigo, aunque con una sonrisa.
 
        —Vamos, tienen que saberlo.
 
        —¿Podríais decir ya qué pasa? —se quejó el bajista.
 
        —Bueno, os acordáis de Hitomi, ¿no? Pues digamos que el nombre de su nuevo novio empieza por «yo» y acaba por «ka». Aquí el Casanova acaba de pedírselo.
 
        Se hizo el silencio en el estudio. Shoya miro a Tatsuya de reojo, el cual parecía que se había quedado sin expresión.
 
        —¿Se ha muerto alguien? —dijo Kei al ver la reacción de ambos, en especial la del pelirrojo.
 
        —No, es que Tatsuya se encuentra un poco mal —lo excusó el bajista rápidamente—. Enhorabuena, por cierto. Que duréis y eso.
 
        —¿Qué te pasa? —preguntó Yo-ka al nombrado ignorando al bajista.
 
        —Nada, solo me duele un poco el estómago. Voy al baño —respondió rápidamente antes de salir de allí e ir a encerrarse en el baño.
 
        Se apoyó en el lavabo y se miró al espejo. Se imaginó a Yo-ka con aquella chica, paseando de la mano y yendo a cenar; besándola como lo besaba a él, con la diferencia de que esos besos serían sinceros. Sintió como si una gran pinza le apretara el estómago.
 
        «Tatsuya, ¿cabría la posibilidad de que te esté empezando a gustar Yo-ka de verdad?». Hace unos días habría estado seguro de su rotunda negación a esa pregunta, pero en ese momento no estaba tan seguro. Necesitaba hablar con Shoya, así que salió atropelladamente del baño, pero nada más abrir la puerta chocó con alguien.
 
        —¡Perdón!... Ah, Yo-ka, eres tú.
 
        —Sí, bueno, te has chocado conmigo igual —dijo riendo.
 
        —Lo siento —respondió devolviéndole la sonrisa. Era inevitable, pero el vocalista estaba empezando a provocar ese tipo de reacciones en él, y era consciente de ello.
 
        —Oye, ¿te encuentras bien?
 
        —Sí, es solo que me ha sentado mal algo que he comido —se excusó.
 
        —¿Y estarás bien para esta noche?
 
        Tatsuya rodó los ojos y suspiró cansinamente. Yo-ka solo sonreía, tomándose a broma los gestos de su batería.
 
        —Supongo que sí.
 
 
~*~
 
 
 
        No se podía creer que volviera a encontrarse en esa situación.
 
        —Yo-ka, colabora, por dios —dijo el pelirrojo a duras penas por el esfuerzo que le estaba suponiendo entrar a su casa arrastrando el peso muerto de su vocalista.
 
        Aquella noche, los presentes en la fiesta junto con su madurez habían comenzado un juego de frases y chupitos que acabó degenerando en "yo bebo aunque no me toque".
 
        «Te juro por mi vida que no vuelves a beber a mi lado», pensaba mientras lo arrastraba hasta su habitación. Lo soltó en la cama y se sentó en el borde para respirar. De nuevo había tenido que arrastrarlo ebrio hasta su casa. Kei había desaparecido entre el gentío de aquella fiesta después del jueguecito, y Shoya estaba igual o peor que Yo-ka; no le había quedado otra.
 
        Miró a su amigo, el cual se había quedado profundamente dormido invadiendo su cama una vez más. Sonrió. No podía enfadarse con él por muchas borracheras que tuviera que aguantarle. De hecho hasta le gustaba, porque le daba la oportunidad de estar con él de una forma que solo él podía entender.
 
        Decidió levantarse y ponerse el pijama. Jamás lo admitiría, pero le estaban matando las ganas que tenía de dormir de nuevo al lado de ese hombre, así que no se entretuvo demasiado y volvió enseguida junto a él.
 
        Ya listo y en su lado de la cama, pasó el brazo por encima de Yo-ka para apagar la lamparita de la mesita de noche, pero se detuvo a medio camino. No pudo evitar quedarse observando la expresión de paz en el rostro del pelinegro, sus hermosas facciones iluminadas por la escasa luz de aquella pequeña lámpara, su pecho bajando y subiendo lentamente... Detuvo sus ojos en sus labios; aquellos labios entreabiertos que parecía que lo llamaban a gritos.
 
        Alejó su mano del interruptor de la lámpara y la dirigió hacia ellos, hipnotizado por la belleza y sensualidad de aquel conjunto. Acercó sus dedos lentamente y acarició el inferior con el pulgar, delineándolo con suavidad, haciendo que Yo-ka suspirara entre sueños.
 
        Un escalofrío recorrió su cuerpo a la par que un impulso su mente: besar aquellos labios. No se hizo esperar mucho y se fue acercando lenta y cautelosamente con cuidado para no despertarlo. Solo quedaban unos pocos centímetros y su cordura estaba desapareciendo.
 

Notas finales:

¿Por qué me gustará tanto emborrachar a Yo-ka? ~


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