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Un pequeño desperfecto por Euridice

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Notas del fanfic:

Este es un fic que tengo en mente desde hace mucho tiempo, y que he decidido darle un espacio de mi tiempo para escribir, pues necesitaba sacarlo de mi sistema (?)

 

Sí, el protagonista es Camus, de nuevo =P pero esta vez no será con el viejo y querido Milo, sino con otro...ya verán quién.

 

Sí les puedo adelantar que como pareja secundaria estarán MiloxAfrodita, AioriaxMu y si alguna más va surgiendo, la iré agregando ;)

 

Espero que les guste la idea. Hacía mucho que quería escribir de nuevo algo de humor.

 

LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN. SON CREACIÓN DE MASAMI KURAMADA.

Notas del capitulo:

Aquí les dejo el primer capítulo, que es más que nada una introducción a lo que ocurrirá en la historia. Espero que haya quedado bien y que, sobre todo, se entienda y sea disfrutable.

 

¡Espero que lo disfruten!

Un año había pasado ya desde la última guerra santa, aquella angustiante contienda que llevó a algunos caballeros dorados a fingir lealtad a Hades y enfrentarse a sus propios compañeros; el santuario había sido reconstruido con gran sacrificio y ahora eran los siempre fieles santos de bronce quienes velaban por Atenea. Aunque los cinco valientes jóvenes estaban siempre a su lado, apoyándola y dando todo por su diosa, Saori Kido, encarnación de la diosa Atenea, no dejaba de sentir un gran dolor en su alma al divisar la desolación que había en el santuario, y al saber que sus santos de oro no habían sido revividos. No se resignaba ante la negativa de los dioses, no podía aceptar ese terrible vaticinio, y fue por eso que se presentó ante su padre, Zeus, una vez más para solicitarle traerlos de vuelta. El dios se mantenía implacable y se encargó de hacerle saber a su hija que la decisión ya estaba tomada, y que no podía devolver a la vida a quienes se habían enfrentado ante un dios, incluso cuando se trataba del mismísimo Hades. Empero, luego de una larga discusión con Hera, el dios supremo del Olimpo cambiaría su modo de pensar.

 

 

- Esos hombres fueron nobles y fieles a Atenea, y lo sabes.

 

- Pero Hera, si desafiaron a Hades podrían desafiar a todo el Olimpo.

 

- Creo que olvidas lo más importante…- contestó Hera con firmeza.

 

- ¿A qué te refieres?- cuestionó Zeus.

 

- Ellos dieron su vida por Atenea, quien se encarga de mantener la paz en el mundo; han mostrado que la humanidad no está perdida…

 

- ¡Solamente son un puñado de hombres en toda la población mundial!- reprochó Zeus.

 

- Un puñado de hombres que entregaron sus vidas por Atenea ¿Acaso eso no es motivo suficiente para traerlos de vuelta?- dijo Hera y se fue de la habitación donde los dos dioses discutían, teniendo, como siempre, la última palabra.

 

 

Desde ese entonces Zeus se encontraba más reflexivo de lo normal; ya no asistía a las celebraciones que se llevaban a cabo en el Olimpo ni tocaba siquiera a su consorte, Ganimedes, quien era el más extrañado con la actitud del dios. Frotaba su canosa y larga barba, dubitativo, pensando en los pros y contras de devolverle la vida a esos guerreros, hasta que comprendió al fin que merecían una segunda oportunidad. La humanidad cometía errores imperdonables la mayor parte del tiempo, pero el dios al fin pudo ver que la esencia de la misma era el amor, la fraternidad, la lealtad, la valentía…la humanidad era una de sus más bellas creaciones y los santos de Atenea encarnaban todas esas admirables cualidades. Fue entonces que el dios cambió de parecer; devolvería a esos jóvenes su vida para que pudieran seguir luchando al servicio de su diosa, pero más importante, para darle un voto de confianza a la humanidad.

 

 

Decidido a no volver atrás, Zeus se dirigió donde el dios Asclepio residía para solicitar traer de vuelta a los santos dorados; el dios de la curación se mostró muy reticente en principio, pues Zeus le había quitado la vida con un rayo una vez por revivir a los muertos en la era del mito. No obstante, Zeus insistió, argumentando que esos doce jóvenes merecían caminar entre los mortales una vez más, para proteger a su hija y velar por la paz de la tierra. Asclepio finalmente accedió, y junto con Zeus fueron en busca de los cuerpos de los santos dorados para cumplir con su labor; una vez que los cuerpos fueron recuperados, Zeus liberó las almas de esos jóvenes, las cuales se encontraban selladas en piedra, para que ocupasen sus envases una vez que los mismos fueran reconstituidos.

 

 

Cuando las almas estuvieron libres, Hécate fue la encargada de analizarlas para saber si estas eran realmente bondadosas, así como para cerciorarse de que las mismas quisieran habitar nuevamente el cuerpo en el cual habían ya permanecido antes de ser selladas. Fue así como la diosa comunicó a Zeus que las almas de Dohko de libra y Shion de Aries optaron por ascender a otro plano, pues ya habían cumplido su ciclo en la tierra; no así, las demás almas serían incorporadas en sus originales cuerpos nuevamente, pues todas conservaban bondad y deseo por vivir para proteger a Atenea, además de amor para dar. Hecho esto, la diosa mantuvo a las doce almas de los santos de Atenea en unas ánforas especiales que las resguardaban de perturbaciones externas que pudieran interferir con su retorno. Una parte del trabajo estaba ya hecho, faltaba que Asclepio cumpliera con su parte.

 

 

Mientras que Hécate llevaba las ánforas a Asclepio, Zeus se presentó ante su hija, quien se encontraba contemplando las constelaciones en Star Hill deseando que, ya que sus santos no iban a volver a la vida, al menos nuevos jóvenes pudieran portar las armaduras doradas para velar por el bien de la humanidad. Estaba absorta en su contemplación, cuando un estruendoso trueno azotó el firmamento, haciendo retroceder a la joven de cabello lavanda con temor.

 

 

- ¡Padre! ¿A qué se debe tu presencia?

 

- Atenea, he reflexionado acerca de tu petición, y vine a comunicarte que los dioses hemos decidido devolverle la vida a tus santos.- dijo el dios, recibiendo una radiante sonrisa de la joven.

 

- Padre…no tengo palabras para agradecerte…

 

- Aún así, deberás saber que el santo de libra y el antiguo patriarca se han negado voluntariamente a no regresar, por lo cual deberás aceptarlo.

 

- Está bien, aún así, es más de lo que hubiera imaginado.

 

- Asclepio y Hécate se están encargando de revivirlos, tomará su tiempo, pero tus santos volverán a caminar en este mundo de nuevo.

 

- ¿Cuándo los veré?- cuestionó ansiosa la diosa.

 

- Ellos regresarán paulatinamente, porque dependerá de cada uno de ellos su despertar. Volverán cada cual a la casa que custodiaron en su vida pasada, donde abrirán sus ojos y se encontrarán a salvo de posibles inconvenientes. Espero que estés conforme.- dijo el dios y se retiró de allí, de la misma forma en que llegó.

 

 

La diosa estaba más que feliz, pues había logrado lo impensable: convencer al Olimpo de regresar a sus preciados santos dorados, por lo cual reunió a sus cinco caballeros de bronce en el salón patriarcal para comunicarles la noticia; Shiryu se sintió algo angustiado al saber que no volvería a ver a su maestro, pero aceptó con estoicismo la resolución cuando supo que fue bajo la voluntad del mismo Dohko no regresar a la vida; Hyoga estaba más que feliz de tener una oportunidad de reencontrarse con Camus, el hombre que lo instruyó y a quien admiró como nadie, mientras que los otros jóvenes mostraron su alegría al saber que el santuario volvería a tener su viejo esplendor.

 

 

                                               ******

 

 

En el Olimpo, Asclepio trabajaba sin descanso reconstruyendo los cuerpos de los santos de Atenea; cada tanto refunfuñaba alguna blasfemia que otra, al encontrarse con heridas de batalla bastante graves; los cuerpos más dañados fueron los de aquellos que habían muerto ya en la batalla de las doce casas y que fueron revividos por Hades, pues habían resultado bastante heridos por la lucha que libraron contra sus camaradas dorados. Sin embargo, el dios se las empeñó para reparar cada hueso roto, cada tejido desgarrado y devolver la fuerza y vigor a los doce hombres que tenía a su cargo; los gemelos de géminis tenían nuevamente sus hercúleos cuerpos, los santos de Aries y virgo, su delicadeza y gracia, Afrodita de piscis su inigualable belleza, Aldebarán su imponente tamaño, Deathmask su rostro pícaro, Shura su imperturbable y seria expresión, Milo de escorpio sus largos y dorados cabellos, los hermanos de leo y sagitario sus helénicos rasgos, tan marcados y similares en algunos aspectos, y el santo de acuario su etérea fragilidad.

 

 

Había hecho un gran trabajo, los cuerpos se encontraban ya listos para ser habitados por sus almas, y fue entonces que Hécate intervino, depositando esos espíritus en sus receptáculos correspondientes; comenzó por los más maduros, por lo cual los primeros en ser transportados al santuario serían los gemelos de géminis, seguidos por Shura de capricornio, Deathmask de cáncer y Afrodita de piscis; Aioros de sagitario llevaría algo más de tiempo en revivir, pues hacía ya mucho tiempo que había perdido su vida. Solamente restaría que Asclepio inyectara la sangre de la redoma que contenía la sangre de la Gorgona para que esos corazones volvieran a latir; empero, dejaría esa tarea para luego, pues estaba exhausto y se merecía un descanso. El dios caminó por los jardines del Olimpo intentando relajarse y se tumbó bajo un frondoso árbol que daba reconfortante sombra; fue allí que se encontró con Dionisio y las cosas darían un giro bastante inesperado.

 

-  Asclepio, te ves terrible.- dijo Dionisio.

 

-  ¡Y que lo digas! Estuve horas reconstruyendo a esos santos de Atenea…y te diré que algunos eran un verdadero rompecabezas.

 

-  Necesitas relajarte, ¿por qué no te tomas unas copas conmigo?

 

-  No lo sé…creo que debería estar cerca de esos mortales, debería ya inyectarles la sangre de la Gorgona.- contestó el cansado dios de la curación.

 

-  ¡Vamos, no seas tan autoexigente! ¡Sólo un par de copas! Te relajarás y podrás terminar el trabajo mañana.

 

-  ¡Qué más da! ¡Un par de tragos no me harán mal!- dijo Asclepio.

 

-  ¡Ese es el espíritu!

 

 

Fue así como Dionisio convenció a Asclepio y juntos comenzaron a beber un añejado vino de la bodega del Olimpo; la bebida sabía tan bien que ambos dioses, poco a poco y gota a gota, fueron acabando unas cuantas ánforas. Dionisio, como era de suponerse, aún podía mantenerse en pie a pesar de estar borracho, pues esas ánforas habían sido apenas el comienzo, pero el dios de la curación, que no estaba tan acostumbrado a la bebida, se encontraba ya bastante ebrio. Los dos dioses se abrazaron y comenzaron a cantar canciones que relataban sucesos de la época del mito, chocando sus ánforas y entonado cada estrofa con entusiasmo y alegría; absortos en su frenesí no notaron la presencia de Afrodita, quien se paseaba junto a Medea por allí. Ambas observaron el jolgorio que ambos dioses llevaban a cabo y no quisieron quedar fuera, por lo cual se acercaron para solicitar una copa.

 

 

-  Dionisio, quisiéramos una copa y brindar junto a ustedes.- dijo Afrodita.

 

-  ¿Y por qué un par de machos como nosotros querríamos beber con mujercitas?- dijo Asclepio ya totalmente poseído por el alcohol.

 

-  ¿¡Mujercitas!?- refunfuñó Medea.

 

-  Porque nosotras también merecemos divertirnos, ¡dennos un trago!- insistió la diosa del amor.

 

-  Lo siento chicas, pero este es un brindis de hombres.- dijo Dionisio entre gimoteos de hipo.

 

-  ¿Quiénes se creen ustedes para dejarnos fuera de un brindis?- regañó Afrodita.

 

-  ¡Los dioses más locos del Olimpo! Lo siento nenitas, pero este no es su momento de emborracharse…vayan al salón del viejo Zeus, tal vez a él si le interese hacerlas parte de una orgía.- dijo Asclepio, y abrazando a Dionisio se llevó al dios del vino de allí, dejando a Medea y Afrodita más que disgustadas.

 

-  ¿¡Quiénes se creen que son esos dioses de tercera!?- exclamó Afrodita.

 

-  ¡¡Ahora se las verán!! ¡¡Amanecerán con patas de macho cabrío!!- exclamó Medea, a punto de hechizar a los dos dioses, pero fue detenida en el acto por la diosa del amor.

 

-  ¡Espera! Tengo una mejor idea… ¿Qué tal si el pequeño trabajito que Asclepio está realizando para Atenea tuviera un pequeño desperfecto?

 

-  ¿Qué quieres decir?- preguntó Medea.

 

-  Sígueme.- dijo Afrodita, mirando hacia todos los rincones para cerciorarse de que nadie allí estuviera observándolas.

 

 

Las dos mujeres se dirigieron hacia la sala en la cual Asclepio estuvo trabajando, donde yacían los caballeros dorados en “reconstrucción”; Medea no entendía muy bien qué sería lo que Afrodita tenía en mente, y fue por eso que tuvo la imperiosa necesidad de preguntar.

 

 

-  ¿Qué estás pensando?

 

-  Vamos a darle a Asclepio su merecido por tratarnos de niñitas. Arruinaremos alguno de sus trabajitos.

 

-  No vas a hacerles daño, ¿o sí? Atenea está muy ilusionada con tener a sus santos dorados de nuevo…

 

-  Relájate…será solo algún pequeño cambio que otro…- dijo Afrodita.

 

-  ¡¿Puedo ponerle patas de macho cabrío al caballero de cáncer?! ¡¿Puedo, puedo?!- exclamó con entusiasmo Medea.

 

-  No…tiene que ser algo mejor, no quisiéramos tener a ese desvergonzado con sus patas de cabra por aquí; imagínate si se hiciera amigo de Dionisio…acabarían con todo el vino del Olimpo en una noche. Además, para nuestra desgracia, no tenemos muchas opciones, la mayoría de ellos están ya totalmente listos.

 

-  ¿Qué tal este? Aioria de leo.- dijo Medea leyendo un pequeño rótulo que el caballero de leo llevaba colgando del dedo gordo de su pie.

 

-  Mmmm…no, no es lo que buscaba.

 

-  Tal vez si me dices cuál es tu plan, pueda ayudarte a encontrar lo que necesitas.

 

-  Bien, te lo diré. Hechizaremos a uno de estos santos; pero no será un hechizo ordinario…ya que el idiota de Asclepio no reconoce lo maravillosas que podemos ser las mujeres, transformaremos a uno de sus trabajitos en una  joven y bella dama.- explicó Afrodita.

 

-  ¡¡Me gusta, me gusta!! Pero… ¿cómo volverá ese joven a la normalidad?

 

-  Bien, aquí viene la parte divertida: el joven santo de Atenea se librará del hechizo solamente si hace el amor con aquella persona a quien ama. No tendrá efecto si solo tiene sexo, debe haber sentimientos intensos involucrados.

 

-  ¿Y por qué no aceptaste al caballero de leo?- cuestionó la joven hechicera.

 

-  Porque pude leer su corazón, y al parecer el joven de leo estaba en una relación con el caballero de Aries antes de morir.

 

-  Bien, ¿qué hay de Milo de escorpio? Él es muy guapo, se vería muy bello como mujer.

 

-  No, él es muy audaz, no tendría problemas en confesarle su amor al caballero de piscis, y el hechizo acabaría en pocas horas. Si hay algo de lo que estoy segura, es que el bellísimo piscis le corresponde al caballero de escorpio.- dijo Afrodita y continuó su búsqueda- Aldebarán de tauro…no, demasiado grande; los hombres huirían despavoridos de la pobre.

 

-  Mira a este…Camus de acuario.- dijo Medea, destapando el cuerpo del acuariano.

 

-  ¡¡Perfecto!! ¡¡Es él!! Aspecto delicado, bellísimo, reservado…y muy, muy secretamente enamorado. Sí, hermoso Camus, sé que siempre amaste al gemelo menor de géminis y jamás tuviste el coraje para confesárselo, así que tú eres mi candidato.

 

-  ¡¡Será divertido!!- exclamó Medea dando saltitos.

 

-  Bien, ahora, querida Medea, concéntrate.- dijo Afrodita y tomó las manos de la joven hechicera para unir fuerzas.- “Amores ocultos que se sienten a flor de piel, en una bella fémina el cuerpo de él”- recitó primero la diosa del amor, y luego ambas repitieron el encantamiento tres veces para luego observar el efecto del mismo.

 

-  Pero no sucede nada…- dijo Medea al pasar unos cuantos minutos sin cambios visibles en el cuerpo del onceavo guardián.

 

-  Ten paciencia.

 

 

Y fue luego de estas palabras de la diosa del amor que el caballero de acuario comenzó a cambiar; sus labios se hicieron turgentes y suaves, producto de los estrógenos que ahora circulaban dentro de su organismo, las bífidas cejas se volvieron dos delicados arcos sobre sus ojos aún cerrados y su masculina quijada ahora era una delicada curva. Pronto, un par de grandes y firmes senos brotaron del pecho del joven y sus caderas se hicieron anchas, al tiempo que su virilidad se transformaba en un pequeño clítoris. Estaba hecho; el caballero de acuario estaba encerrado ahora en el cuerpo de una chica, y no podría deshacerse del hechizo hasta que hiciera el amor con Kanon. Riendo con picardía, las dos mujeres abandonaron el lugar y se sentaron en el jardín del Olimpo, fingiendo estar conversando sobre poco y nada; aún así, Medea sentía algo insegura, pues temía que Hécate supiera que ayudó a Afrodita con su travesura y que la mayor de las hechiceras desatara un terrible castigo.

 

 

-  ¿Qué haremos si se enteran?

 

-  No lo harán, y si sucede…bueno, podemos argumentar que Asclepio estaba tan borracho que metió la pata.- respondió Afrodita.

 

-  Buena idea, mientras tanto nos divertiremos al ver la cara de Asclepio cuando vea lo que sucedió con uno de sus trabajitos…y al ver cómo reaccionará el caballero de acuario al verse en el cuerpo equivocado.

 

-  Eso último, querida Medea, será lo más divertido de esto.

 

 

******

 

Al día siguiente, Asclepio se despertaba con una resaca bestial; estaba a punto de prepararse una infusión para calmar su malestar cuando recordó que debía terminar la resurrección de los santos de escorpio, leo, tauro y acuario. Se dirigió rápidamente hacia su lugar de trabajo y comenzó a inyectarles la sangre de la Gorgona, observando cómo las mortecinas pieles ahora adquirían un saludable tono. Una vez que finalizó dicha tarea, le comunicó a Hermes que trasladara a los santos de escorpio, leo y tauro al santuario de Atenea; estaba alistando al caballero de acuario para enviarlo cuando notó dos grandes protuberancias sobresalir del torso del pelirrojo; palpó con cuidado, pensando que tal vez sólo era algún pliegue de la sábana que lo cubría, pero cuando destapó al acuariano el dios de la curación casi se cae de espaldas.

 

 

-  ¡¡No…no puede ser!! ¿¡Cómo pudo ocurrir esto!? ¡Debo ocultar este terrible error antes de que Zeus o Atenea lo vean!- exclamó el dios, cubriendo rápidamente el cuerpo de Camus, pero lamentablemente, no podría dar enmendar la equivocación.

 

-  Muy bien, falta Camus de acuario.- dijo Hermes y tomó el cuerpo del acuariano de la camilla donde yacía- Bien, muchacho, vienes conmigo.

 

-  ¡Hermes, espera! ¡No…!- intentó detenerlo Asclepio.

 

-  Debo llevarlo a su templo, Atenea lo espera ¡Adiós Asclepio!- dijo Hermes y se fue al santuario, cargando en sus brazos el cuerpo del onceavo guardián.

 

 

Asclepio observó cómo el dios mensajero depositaba al acuariano en su templo y no pudo evitar temblar; seguramente Zeus lo quemaría con un rayo nuevamente al enterarse del terrible error que cometió con el santo de acuario; ¿cómo pudo ser posible?, ¿tan borracho estaba que colocó gónadas femeninas en el cuerpo del caballero de acuario? Solo esperaba que Atenea no se enterara, o que el joven no despertara por un par de semanas, así al menos tendría tiempo para analizar el cuerpo y tratar de saber qué había hecho mal para así, repararlo.

 

Notas finales:

Hasta aquí por ahora, ojalá les guste. Háganme saber si les parece interesante la historia o si no les gusta, gracias por leer ¡Saludos!


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