In Bloom por MhmPanda

Estaba confundido.
 
Tocaba su cuerpo que se mostraba a través del espejo de cuerpo completo, observando cada parte de él en busca de alguna imperfección que confirme lo que siente.
 
Sus brazos, no le faltaba masa muscular y le gustaba eso. Pero recordó aquellos comentarios a sus espaldas de sus amigos.
 
Debería ganar músculo. Está flacucho.
 
Tocaba su brazo viendo que estaba de mal en sus brazos; eran precisos para el resto de su cuerpo. Observó sus piernas. Sus muslos eran torneados y se veían bien para tener piernas cortas. Las tocó pensando en aquella mini falda que vio en vitrina en una de las salidas al centro comercial con su madre.
 
Frunció el ceño.
 
"Eres un hombre, Jimin", se decía en un murmullo mientras observaba su rostro. Perdió la cuenta de cuantas veces las chicas murmuraban a sus espaldas, aquellos comentarios que dejaría pasar si no fuese por el tono venenoso con el que los decían.
 
¿Cómo puede tener un rostro tan de niña?
 
No me sorprendería que se acostara con chicos.
 
Sacudió su cabeza borrando esas malditas voces. Se recostó en su cama mirando la ventana y tratando de convencer a su conciencia que no tiene porqué pensar en aquellas bonitas y coloreadas prendas de mujeres, al contrario, tiene que trabajar su cuerpo, ser un hombre en el que las chicas se interesen.
 
Pero nunca funciona.
 
Cuando pequeño no le importaba hurgar en el armario de su madre y jugar con aquellos bellos tacones rojos, tampoco se preocupaba de tomar prestado sus collares y aretes para pavonearse frente al espejo del tocador de ella.
 
Tan pequeño, sin preocupaciones que vivir más que disfrutar su niñez. Pero el tiempo avanzó y la adolescencia lo golpeo bajo duramente.
 
No imaginó que acompañar a los 16 a su cita al centro comercial fuese el comienzo de sus dudas. Recuerda cuando la bonita chica le pidió sostener un momento el bello vestido amarillo con vuelos al final, mientras ella se probaba algún vestido que habrá llamado su atención.
 
Observó el precioso vestido un momento y con rapidez se adentró al probador de alado y sacándose la camiseta negra que usaba, se introdujo en el vestido. Sonrió observando su figura en el vestido, se le veía bien.
 
Pero su cita, la niña bonita, no pensaba lo mismo.
 
Cierra sus ojos al recordar la cara de la chica y el tono rencoroso al decir "eres anormal".
 
No es anormal; solo le gusta la ropa de chica, sin impedir en que sea hombre.
 
Pero le estaba trayendo muchos problemas. La voz se corrió y todo la escuela se había enterado de la situación. Algunos chicos se acercaron con el propósito de ayudarlo. Esos amigos que tiene ahora que solo murmuran a sus espaldas, con sus voces roncas diciendo que debe ser más macho.
 
Quiere sentirse normal, olvidar el hecho de que toda una vida le gustaba usar ropa de chica, de su voz fina y aguda, de su rostro afeminado.
 
Y así comenzó a ir al gym. Ganar músculo, tener un cuerpo fibroso y masculino. Al principio, varios lo observaban y juzgaban en silencio. Los comentarios hirientes no se hicieron esperar a los días siguientes, haciendo que el corazón de Jimin latiera con dolor.
 
Sentía ganas de llorar aquellos días, pero se autopresionaba diciéndose que llorar es de niñas. Se ahogaba cada pena y lo enterraba en lo más profundo de su corazón.
 
Actualmente, los que iban al gym lo ignoraban y hacían como que no existiera, cosa que Jimin agradecía. Había ganado músculo y abdominales envidiables.
Sin embargo, no quitaba mucho las curvas de sus caderas anchas. En resumen, seguía teniendo ese pequeño y femenino cuerpo.
 
Cada vez que salía con su madre, pasaban por tiendas con variadas vestimentas que su madre suele probarse. La mayoría de las veces muerde su labio mientras observa a los maniquís con las bonitas faldas o vestidos.
 
 
 
 
Era viernes, Jin le había llamado para invitarlo a un lugar donde irían raperos underground a dar batallas de diss raps. Sonaba divertido y aceptó.
 
Buscaba en su armario y sacó unos pantalones ajustados negros y rodillas desgarradas, una camiseta sin mangas de estampado gótico y una camisa a cuadros roja.
 
Acomodó su ropa y observó su rostro, estaba conforme pero sentía que sus ojos estaban un poco vacíos. Mordió su labio al recordar el delineador que escondía en una caja debajo de su cama, junto con el frasco de píldoras con hormonas que consumía hace unos meses.
 
Suspiró y se agachó en busca de la caja, encontrándola enseguida y corrió al espejo; sus ojos con lineas negras alrededor de ellos, dándole un visto nuevo una vez vio que se sentía más completo.
 
Cogió su teléfono, su billetera y salió de su cuarto, camino a la salida de su casa. Besó la mejilla de su madre que estaba en el living y fue casi corriendo al encuentro con Jin.
 
 
 
 
El lugar estaba lleno de gente, con ropas colores y apenas algunos colores vivos y brillantes. En el escenario habían dos chicos en pleno battle, la cosa estaba intensa.
 
Sin embargo, mientras Jin y otros chicos disfrutaban avivando la llama de la batalla, Jimin observaba con atención al chico de cabellos rojizos o anaranjados que estaba a metros de él.
 
Era guapo, vestía similar a él, pero con más ropa oscura. Tenía una bandana negra en su cabeza con un snapback sobre él. Se veía atento al evento de los dos chicos en el escenarios, pero no decía nada.
 
Negó imaginando que el chico era de lo más heterosexual que hay. Trató de evadir sus pensamientos prestando atención a la batalla, pero se dio cuenta que no estaba disfrutando aquello.
 
Miró de reojo al chico y con timidez gira su rostro; sus ojos se abren con sorpresa al chocar su mirada con los ojos pequeños y soñolientos del chico. Sintió calor en sus mejillas pero no impidió que siguiera mirando los ojos del de cabellos anaranjados.
 
Éste le sonrió y se acercó. Se sonrieron una vez más mientras sentía la cercanía del muchacho. Siguieron prestando desinteresada atención a la batalla hasta que la voz del chico se escuchó extremadamente cerca de su oreja.
 
"No está saliendo como esperaba, creí que sería más salvaje"
 
Jimin asiente y se atreve a acercar su rostro al de él, susurrando en su oído; "La verdad, no sé que hago aquí"
 
El chico ríe con ganas, su voz ronca enriqueciendo los oídos de Jimin. Se acerca una vez más con una sonrisa ladina; "Te invito un café".
 
Se sonroja sin que el otro se de cuenta y asiente. Se giran hacia la salida del lugar hasta que siente la mano del chico en su espalda. Lo mira en su dirección y el chico, entre las voces del público le dice su nombre.
 
"Me llamo Yoongi ¿El tuyo?"
 
"Jimin".
 
 
 
 
Los días pasaron a semanas; las semanas a meses. Siete meses han pasado desde que Yoongi y Jimin compartieron un café a unos locales más del lugar al que fueron.
 
Congeniaron esa noche a través de preguntas comunes como sus gustos en música o que hacían en sus tiempos libres.
 
Yoongi era interesante. Hip Hop, producir, escribir. Muchos talentos y gustos geniales a opinión de Jimin.
 
Llevaron una buena amistad por cinco meses, contándose de todo; ningún secreto entre ellos. Claro, no podía contarle a Yoongi que le gustaría usar ropa de mujer. No quería que fuese otra de esas personas que hiriese su corazón.
 
De esos cinco meses, un día jueves, después del trabajo de Yoongi, fueron a beber un café al lugar habitual desde que se conocieron. Hablaron y rieron como siempre, solo que esa ocasión en la que Jimin se ofreció a pagar por ambas bebidas calientes, pasó lo que consolidaría su relación.
 
Yoongi lo miró con una sonrisa leve en su rostro, con una mano sobre la de él en la mesa. Jimin lo miró con nerviosismo, corazón latiendo fuertemente, y con sus ojos entreabiertos mirando como el rostro de Yoongi se acercaba al suyo, su torso cruzando la mesa hasta llegar a juntar sus labios con los del castaño. El beso fue duradero, suave apenas, sus labios sintiendo el calor del otro y disfrutando el momento.
 
"Jimin-ah, me gustas".
 
Jimin en sus 16 años nunca había sentido su corazón tan acelerado y feliz; felicidad por haberse enamorado de aquel chico y por todo lo que estaba pasando.
 
Mientras que de sus labios salían un "También me gustas, Yoongi", reconsideró en decirle acerca de su pasado. Solo que lo diría algún día de estos.
 
 
 
 
 
Su relación estaba en el momento donde todo era perfecto, sus discusiones y reconciliaciones. Ya iban por su primer aniversario, por lo tanto Yoongi le invitó a una cita al parque de diversiones.
 
Estaban jugando como niños pequeños a apuntarle a los globos, Jimin parecía enfocado en ganar un oso blanco gigante. Lamentablemente perdió todos sus dardos. Con un puchero miró a Yoongi, quién negó con una sonrisa.
 
Cerró su ojo izquierdo, apuntando a uno de los globos verdes. Lanzó el dardo reventando el globo. Jimin saltó, riendo emocionado y dejando escuchar su bella voz aguda que le llamaba tanto la atención al pelinaranjo.
 
El tipo del juego le entregó con una gran sonrisa el felpudo animal a Yoongi. Lo tomó entre sus brazos y mirando la bonita sonrisa de Jimin, lo abrazó con el peluche en medio de sus cuerpos. Jimin riendo una vez más, pasó sus brazos entre el peluche hasta llegar a parte del cuerpo de Yoongi.
 
Era un abrazo de oso, literal.
 
Comiendo un algodón de azúcar que ya estaba a punto de desaparecer, caminaban por las calles aún iluminadas con la luz del día. El animal de felpa era tomado por sus patas, iba al centro mientras Jimin tomaba la pata izquierda y Yoongi la derecha.
 
Y entonces pasó.
 
Jimin en medio de su inspección rápida a su alrededor, quedó mirando un bonito conjunto compuesto por una camiseta suelta, larga y negra con la frase estampada "In Bloom", debajo de la camiseta había un polerón blanco, dejando ver sus blancas mangas salir de las cortas de la camiseta. Una mini falda negra y unos botines negros. Se detuvo soltando la pata del peluche.
 
Yoongi se giró al no sentir la presencia del castaño a su lado. Lo encontró mirando con un brillo confuso en sus ojos la vitrina donde había un conjunto de mujer. Se detuvo a observar como se mordía el labio y sus ojos recorrían con dolor y emoción el vestuario.
 
"¿Jimin?"
 
Lo ignoró, dejando que el miedo recorriera su cuerpo. Miró a Yoongi con expresión dolida, susurrando un "Perdón" antes de correr en dirección contraria a la de su novio. Lágrimas corriendo sin parar mientras Yoongi gritaba su nombre con fuerza. La gente mirando asombrado como uno corría y el otro lo perseguía.
 
Yoongi lo había perdido de vista entre un montón de gente, respirando profundo con el peluche colgando de una de sus patas.
 
 
 
 
"Jiminnie, tienes visita"
 
"No quiero ver a nadie"
 
"Tienes que verlo, está preocupado"
 
Jimin sacó su cabeza de las sábanas y miró a su madre asintiendo derrotado. Su madre suspiró saliendo de habitación.
 
El chico miraba sus manos sobre las frazadas de su cama, no estaba de ánimos como para hablar con aquella persona. Apenas entrara le diría que no estaba para dar explicaciones y se liberaría momentáneamente de ese asunto.
 
Pero todo el plan se fue a la basura cuando Yoongi entró a su cuarto con el oso en sus brazos. Se veía preocupado y apenas con una sonrisa que logró encoger el corazón de Jimin. No era bueno que el chico siguiera con él, era un anormal que no tenía la suficiente valentía para decirle el problema y confiarle sus sentimientos.
 
"Traje el oso..."
 
El oso ahora estaba al lado de un cabizbajo Jimin, quién mordía sus labios tratando de aguantar y ahogar las lágrimas que quería dejar salir. No debe llorar, se recuerda.
 
"Yoㅡ ¿puedes decirme que pasó ese día? He estado malditamente preocupado de ti todos estos días".
 
Jimin sabe que no podrá aguantar más, ni las lágrimas ni no poder decirle la verdad al pelinaranjo. Suspiró juntando el poco valor que tenía y miró con ojos llorosos el rostro de aquel chico que le dio tantos momentos hermosos.
 
No sabe que pasará, pero era momento de decirlo.
 
"¿Recuerdas cuando dijimos que no nos ocultaríamos secretos?"
 
Yoongi frunce el ceño mientras asiente leve, esperando que el notable nudo en la garganta del castaño le permita hablar.
 
"Pues, no te he contado unoㅡ es grande..."
 
Jimin pasó por los minutos más difíciles de su vida; entre lágrimas contando sus aventuras en el armario de su madre, las joyas, los vestidos, la cita fallida, el bullying en la escuela.
 
Yoongi miraba tratando de procesar toda la información que el menor le decía. Su mirada no se iba de los labios temblorosos de Jimin que soltaban cada experiencia dolorosa a raíz de usar aquel vestido amarillo.
 
Cuando Jimin era un mar de lágrimas, Yoongi lo abrazó fuertemente, haciendo que el castaño se detuviera de sus espasmos violentos y mirara parte del cabello de Yoongi confundido. Esperaba una mirada de repudio e insultos, no al chico abrazándolo y acariciando con ternura su espalda.
 
"No es malo ser transgénero ¿sabes?"
 
"Yoongi..."
 
"Debiste decirme, yoㅡ levántate y arréglate, hay que ir a un lugar".
 
Se alejó asustado del cuerpo cálido de Yoongi; le miraba con una sonrisa, confianza en su rostro y tomó el oso entre sus brazos nuevamente.
 
"Te espero abajo. Ponte bonito".
 
Esa tarde, hablaron con calma de aquella situación. El oso en medio de ellos siendo aferrado por sus patas y el único testigo de la confesión de Yoongi a Jimin al decirle que solía hacer lo mismo que él hace unos años, dejándolo de lado cuando sentía que no podía salir a dar la cara a su familia si les decía sobre ello.
 
En la noche, Yoongi apresaba en sus brazos el cuerpo de Jimin, su espalda contra el pecho de Yoongi. El castaño a su vez sostenía con fuerza el oso blanco.
 
El oso usaba un collar con un dije de dos niñas, una falda negra y una camiseta floreada.
 
 
 
 
Los días pasaron y Jimin tomaba más libertad en el asunto. Su madre había escuchado con atención uno de esos días en que Yoongi le decía que todo estaba bien, que era bueno que mostrase y se sintiese cómodo con lo que él era. Lo aceptaba y le divertía el hecho de que su hijo también usara ropa que ansiaba comprar si llegase a tener una hija.
 
Era un día importante, un día viernes. Jimin estaba frente al espejo. Se miraba con una sonrisa. Su cuerpo seguía siendo de un hombre. "Un hombre guapo con arroba final", dijo Yoongi cuando se quedaron a dormir en casa del mayor, causando risas entre ambos.
 
Vestía aquella falda del conjunto que vio, los bellos botines y un polerón blanco que había comprado hace pocos días. Parte de sus piernas eran cubiertas por calcetas grises que llegaban a mitad de la pantorrilla. Su cabello castaño siendo cubierto por un gorro de lana negro y ganchos de colores. En su cuello colgaba una cadena dorada y sus ojos poseían otra vez, ese lindo delineado.
 
Su teléfono sonó, haciéndole saber que un mensaje le había llegado. Revisó y sonrió al ver que era de Yoongi, diciendo que lo estaba esperando afuera de su casa.
 
Tomó su mochila en sus hombros y bajó las escaleras viendo a su madre con una sonrisa en la cara.
 
"¿Te sientes cómodo?"
 
"Más no puedo estarlo, mamá"
 
Le abrazó con cariño, hundiendo su cara en el cabello oscuro de su madre. Ella acariciaba su espalda con suavidad y se alejó apretando las mejillas llenitas del castaño.
 
"Diviértete hijo"
 
Le besó la mejilla y Jimin salió con una leve sonrisa de su casa. Vio en su alrededor si estaba aquella cabeza anaranjada esperándole y cuando la detectó, soltó una risita enternecida, cubriendo su boca con el dorso de su mano.
 
Frente a él estaba Yoongi de espaldas. Con una falda azul marino verdoso, cubierta con una larga camisa abierta de cuadros blanca y franjas burdeo. Sus piernas siendo cubiertas por medias arriba de la rodilla oscuras y unas converse high rojas.
 
"Estás definitivamente loco, Min Yoongi"
 
Yoongi se giró torpe a enfrentar al castaño; Jimin abrió los ojos con sorpresa al ver la camiseta de "In bloom" puesta en el cuerpo del mayor, siendo parte de ésta apretada por la falda que él usaba, junto en la zona del estómago.
 
"La camisetaㅡ"
 
"Toma"
 
Yoongi saca de su mochila, otra camiseta, mismo diseño y se acerca esperando a que Jimin la tome de sus manos. Jimin salta aferrando sus brazos en el cuello de Yoongi, dándole un beso que los deja sin aire por la rudeza repentina.
 
Yoongi lo sostiene de la cintura aún con la camiseta en mano, tratando de que no caigan de forma brusca. Ambos ríen y se alejan mientras Jimin saca la mochila de sus hombros y toma la camiseta. Se la pone, alisando el final de esta al ver que quedó arremangada.
 
Yoongi no cabía de la emoción. Su chico se veía hermoso, así como estaba vestido. Con sonrisa boba queda mirándolo cuando el menor se da una vuelta, mostrando el conjunto con orgullo.
 
"Estás hermoso..."
 
"Hermoso con arroba final"
 
Ambos rompen en risas; Jimin toma su mano y se miran unos largos segundos antes de besarse una vez más y comenzar a caminar entrelazados por sus dedos y mirándose de reojo con un sonrojo en sus mejillas.
 
Caminaban entre medio de la gente, comiendo un helado de chocolate y pistacho. Un nuevo animal de felpa estaba entre medio de ellos, un panda.
 
"Que lindo eres cuando eres tú"
 
Yoongi se acercó robando un sonoro beso en su mejilla. Jimin sonrió y viendo al nuevo oso entre medio de ellos.
 
Siguieron caminando con un nuevo pensamiento en la cabeza. Puede usar faldas, llorar al frente de otras personas, usar sweaters rosas y coloridos; todo eso no le hará menos hombre.
 
Y estaba feliz de mostrar quien era al lado de Yoongi.