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Érase una vez por Ghost princess Perona

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Notas del fanfic:

Lost canvas pertenece a Shiori Teshirogi y los roles de los caballeros a cuentos de hadas. ¿Qué tal creen que se desempeñarían en ellos?

Notas del capitulo:

Espero que les guste, se me ocurrió después de ver unas cuantas temporadas de once upon a time, pero no es un crossover, la trama va a ser muy diferente al programa

Regulus caminaba por las calles con su amigo Yato, pensando en qué regla romperían ese día. Eran dos delincuentes juveniles de quince años, huérfanos y sin hogar, que iban de una casa de acogida en otra. Pero ese día era importante… el cumpleaños de Regulus y tambien el aniversario del día en que lo abandonaron.

“Feliz cumpleaños, amigo” dijo alegre Yato, admirando el paisaje del río bajo el puente, exactamente el lugar donde su amigo fue encontrado hace tanto tiempo siendo un bebé apenas. Los ojos del otro brillaron con expectación. “¿Hay alguna razón en especial por la que querías venir precisamente a este lugar?”

“Sí, me desharé de esto” dijo Regulus, quitándose el anillo con grabado de león que siempre llevaba en el dedo. Era el único recuerdo de su familia que tenía, pero ya estaba cansado. Los había esperado quince años, quince horribles años. Esperaba que fueran a por él, que le dijeran que lo querían y que no era su intención dejarlo, más al final tenía que admitirlo, estaba solo.

“Oh, y… ¿realmente quieres hacerlo? Digo, si yo tuviera un recuerdo de mi familia biológica…” comenzó Yato, pero fue cortado.

“Por eso no eres yo” le espetó Regulus algo brusco, para luego suspirar. “Desde hoy en la mañana… he escuchado una voz viniendo de esta cosa, diciéndome que regrese”

“¿Qué regreses a dónde?”

“No lo sé, pensaba que este era el lugar” dijo el joven, mirando la joya desgastada en su mano. Parecía que no quería separarse de él, ya que a pesar de todos los años que vivió en el orfanato nunca se la habían robado a pesar de ser de oro macizo. Y cuando la vendía misteriosamente reaparecía en su mano al día siguiente. “Creo que… esperaba que estuvieran aquí, por eso vine. Pero ya no me queda esperanza”

“Si quieres… ¿Qué es eso?” preguntó el castaño oscuro, señalando algo que se encontraba medio enterrado entre las piedras. Ambos fueron directamente al lugar y encontraron una caja con la misma insignia que el anillo de Regulus, sólo que en bajo relieve. Trataron de abrirla, pero no cedía. Entonces intentaron con el anillo. “Trata de ponerlo en el dibujo”

“¿Qué?”

“Confía en mí” el otro lo hizo y la tapa se abrió para revelar dos papeles. “¿Tanto problema para eso?”

“Esto… es para mí, lo sé” el castaño claro abrió el primer papel y resultó ser una carta. La leyó cuidadosamente y luego se la pegó al pecho. “Es de mi padre… se llamaba Ilias”

“¿De verdad crees eso?” preguntó Yato incrédulo. “Por lo que sabemos puede ser una broma de alguno de los chicos”

“No, es verdad” Yato gruñó ante esta respuesta.

“Pongamos que sí es real, ¿qué te dice Ilias en esa nota, que no quería abandonarte, pero que tuvo que hacerlo? ¡De todas maneras deberías deshacerte de cualquier cosa que tenga que ver con él, recuerda que gracias a que te dejó sólo pasaste por tantas situaciones difíciles y…! ”

“Yato, tú no entiendes. Me dejó porque alguien iba tras él, querían matarlo. En la nota me dice que encuentre a su hermano, mi tío, y que él me lo explicará todo”

“¿Y supongo que te dejó una manera de encontrarlo?”

“Su nombre, Sísifo. No es un nombre común, así que…”

“¡No es tan fácil, Regulus, por Dios! ¡Aún si Sísifo e Ilias existieran y nada de esto fuera una farsa, ¿qué demonios han hecho ellos por ti?!”

“Precisamente por eso quiero verlo” dijo el castaño claro, apretando los puños. “Quiero escuchar sus explicaciones y decidir si creérmelas o no” suspiró, relajándose antes de tomar el otro papel que yacía en la caja. “Quizá esto contenga los datos de Sísifo”

“Cuando encuentre a quien quiera que nos está jugando esta bromita…” comenzó Yato cabreado. Temía que no fuera una broma y que su amigo, su casi hermano, le fuera arrebatado por sus parientes biológicos. El otro quinceañero le dedicó una sonrisa comprensiva.

“No te preocupes, aún si los encontrara y ellos desidieran reclamar mi custodia o algo así no dejaríamos de ser amigos. Te puedo asegurar que iría a verte todos los días y haríamos las mismas cosas que ahora”

“Bueno…” ya no sería lo mismo, pensó Yato. No quería que se separaran, pero si Regulus deseaba conocer la verdad lo apoyaría. A lo mejor la historia era verdad y alguien había matado a Ilias. En ese caso tal vez tendrían un misterio que resolver entre manos. “¿Vas a abrirla ya? Todavía tenemos tiempo de buscar los datos de una persona en la cabina de internet”

“Voy” respondió Regulus, abriendo el pergamino y encontrando algo escrito en un idioma distinto. “Rayos, ahora me arrepiento de haber dejado la escuela, no puedo leer esto” se esforzó por pronunciar bien las palabras. “¿Tú reconoces algo?”

“No, nada que…” de repente apareció una luz verde en el agua, formando un remolino y causando misteriosas corrientes de viento. “¡¿Qué coño es esto?!” gritó Yato, aterrado. ¿Acaso el leer un pergamino había causado esto?

“¡No sé!” le respondió su amigo, igual de asustado. Las corrientes de aire comenzaron a arrastrarlos dentro del remolino de agua sucia y luz verdosa que se agitaba con violencia. “¡Yato! ¡Cógeme de la mano!”

“¡¿Qué?!”

“¡Tú hazlo!” gritó el pobre cumpleañero, temeroso. Podrían terminar muertos y salir despedidos de aquel torbellino y si eso pasaba…bueno, unidos estaban mejor.

“¡Mierda!” respondió el otro, haciendo lo que se le ordenaba. El aire comenzó a escasear y los muchachos se desmayaron presas de la falta de oxígeno.

-Unas horas después-

Regulus despertó tirado sobre el suelo de un bosque, muy adolorido y confuso. Se sentó y miró a su alrededor, esperando ver casas, autos, el puente y la basura, pero nada. Parecía como si todo lo que conocía fuera un sueño ahí… bueno, no todo. Yato se encontraba inconsciente cerca de él, echado sobre el sotobosque como su mejor amigo hace unos momentos.

“Yato… Yato, despierta” comenzó a zarandearlo el otro, rezando porque no tuviera alguna contusión. Finalmente el otro abrió sus ojos e hizo algo común para él cuando se levantaba.

“¿Has apuntado la matrícula del camión que me atropelló?” preguntó, tratando de hacerse el listillo. La mirada seria de su amigo le quitó las ganas de bromear. “¿Dónde diablos estamos?” inquirió tras mirar a su alrededor.

“En un bosque… no estoy seguro de en cual, no hay ninguno cerca de la ciudad. Rayos, ¿Cuánto nos habrá arrastrado el agua?” se levantó el cumpleañero, ayudando al castaño oscuro a hacerlo. “No sé dónde estamos, pero caminemos por ahí. De seguro encontramos una casa con teléfono que nos puedan prestar”

“Como digas”

Ambos comenzaron a caminar y pronto se encontraron a las orillas de una aldea muy pintoresca. Parecía una de esas ferias medievales que aparecen en la tele, con puestos de fruta, mujeres en vestidos largos y caballeros cabalgando con sus armaduras. Los chicos miraban con pavor el lugar donde se encontraban.

“¿Qué diablos… pasó? ¿Hemos retrocedido en el tiempo o algo así?” preguntó atónito Yato. Por su parte el otro no podía responder, miraba fijamente un cartel colgado en un árbol cercano a ellos. Un wanted sobre Sagitarius Sísifo. Lo arrancó y leyó con rapidez, no queriendo que nadie lo detectara. Al parecer su tío tenía una larga lista de crímenes, incluyendo robos a mano armada y traición a la corona… esperen ¿corona? ¿Desde cuando en este país había una corona?

“Ay, Dios. Si mi padre era como él no me sorprendería que hubiese acabado muerto” comentó en voz alta el joven, enseñándole el cartel a su mejor amigo.

“Y que lo digas… pero parece una persona cool, ahora podemos ser tres forajidos en lugar de dos” comentó Yato. Según el cartel Sísifo también era un sin hogar, entre los tres podían hacerse compañía y con el tiempo llegarían a ser grandes amigos. “No me parece tan mala idea el que vayamos a buscarlo”

“Como digas…” dijo el castaño claro. “¿Qué te parece si entramos a ese sitio a comer? Creo que nos serviría recobrar energías” señaló con el dedo la taberna y el otro accedió.

Mientras cruzaban el pueblo pudieron oír quejidos y rumores de desdicha, lamentos de personas que no tenían nada para comer, con los ánimos negros… y de repente encontraron un puesto que al parecer era muy popular. En él se encontraba una canasta con tomates podridos y un muñeco horrible de una persona con largo cabello azul y una uña larguísima roja sangre.

“¡Vengan! ¡Vengan todos e intenten darle un tomataso al rey malvado! ¡Una vasija para el que logre darle en la cabeza! ¡Un odre de vino para quien le dé en plena cara! ¡Y esto…!” anunció el vendedor sacando una bolsita de monedas. “¡Es para quien pueda darle en el corazón!”

“¡Eso es trampa!” gritó alguien de la multitud. El hombre sonrió.

“¡Sí, me atraparon! ¡Nadie puede darle en el corazón… porque no tiene!” y todos los presentes comenzaron a burlarse cruelmente de ese hombre.

“Esto es cruel, ¿Qué habrá hecho ese tipo?” inquirió Yato en voz baja.

“No sé, pero no es precisamente el más querido aquí”

“¿Qué están diciendo? ¿Es que acaso no saben quién es ese tipo?” preguntó un jovencito detrás de ellos. Tenía el cabello castaño oscuro y los miraba con desconfianza.

“¿Es el rey?” se aventuró Yato sin medir las consecuencias de sus palabras.

“¡No lo llames así! ¡Scorpius Kardia no es el rey! ¡El trono le pertenece al príncipe Sísifo y al príncipe Regulus!” declaró él. Ante estas palabras ambos amigos se quedaron congelados. De repente los ojos agudos del muchacho extraño se posaron en el anillo del cumpleañero. “¿Qué es eso?”

“Ah… es un anillo… por qué” comenzó este, pero su mano fue tomada fuertemente por su interlocutor y la joya admirada.

“Lo sabía… ¡Eres Leo Regulus, el príncipe! ¡Sabía que no estabas muerto!” gritó de repente muy emocionado. La multitud comenzó a susurrar con alegría, como si hubiesen estado esperando ese momento toda la vida. “¡Viniste a salvarnos!”

“¿Qué…?” de repente todas las personas presentes comenzaron a arrodillarse ante el asustado quinceañero. ¿En qué diablos se había metido? Primero era sólo un vagabundo que andaba por las calles sin hogar ni ambiciones y de pronto era un príncipe que debía derrotar a un rey malvado. ¿Cuándo había enloquecido el mundo? O tal vez… Ilias nunca mencionó en su carta a qué se dedicaba.

“Regulus, ¿de qué están hablando?” inquirió Yato, también aterrado. Miró a su amigo y supo que este estaba tan o más confundido que él, así que lo dejó pasar. De repente se oyeron galopes de caballos y sonidos metálicos que se dirigían hacia aquella dirección. La muchedumbre se levantó y comenzó a abuchear. El muchacho extraño tomó a cada uno de la mano.

“Soy Tenma, encantado, alteza” y los jaló, encaminándolos de vuelta al bosque por entre las casas, ocultándose de algo. “Tenemos que huir inmediatamente, Kardia ya sabe que está aquí. Y si lo encuentra lo matará”

“Yo… sólo quiero encontrar a mi tío. Llévame con él” exigió el aún traumado Leo. Si alguien podía ayudarle a comprender esa situación era Sísifo y lo que más necesitaba en ese momento eran respuestas.

“Hacia allí vamos” mintió Tenma. “Mi hermano, Dohko, puede ayudarte a encontrarlo. Se esconde en lo profundo del bosque, que es nuestro territorio, así que puedes confiar en que los reuniremos”

“Hay algo que no me estás diciendo” receló Regulus.

“Hablemos después de haber huido o lo próximo que sabremos es que esa espantosa uña escarlata de Kardia nos rajó la garganta” pidió Tenma y procedieron a entrar al bosque. Los caballeros seguían detrás de ellos, cabalgando a toda velocidad. “¡Corran!”

“Vamos” animó el castaño claro a su amigo y los tres partieron a la carrera, escapando de sus perseguidores entre los árboles. La noche iba cayendo y esos tipos no se rendían, seguían detrás de ellos con antorchas y gritando que detuvieran al príncipe. Los tres se reunieron tras un frondoso árbol.

“Esto no tiene fin” se quejó Yato en un susurro. Regulus quería mirar, más su nuevo compañero no se lo permitía. Se llevó dos dedos a la boca y silbó, alertando de su posición a los guardias del castillo. “¡¿Por qué has hecho eso?!”

“Cállate y mira” le respondió el culpable, ocultándolos tras otro árbol. En ese momento de la oscuridad surgió una figura con un manto rojo cubriéndolo de pies a cabeza. “Shion” lo saludó Tenma.

“¿Necesitas que te eche una mano? Y no te preocupes, lo que sea que hayas hecho ten por seguro que Dohko no se enterará” dijo el hombre rubio con una amable sonrisa.

“Encárgate de esos por mí mientras llevo al príncipe con mi hermano, por favor” Regulus estaba a punto de preguntar como un hombre aparentemente tan débil podría encargarse de tanto enemigos cuando Shion se quitó la capa y se transformó en un lobo, dejando de piedra a los dos amigos.

“¿Él es un…?”

“¿Lobo? Sí, ¿nunca habían visto uno?” se extrañó Tenma, recogiendo la capa roja del sotobosque. “Por eso lleva esta capa roja, evita que se transforme de noche” explicó.

“Ah… bien, continuemos” pidió el castaño claro y se adentraron aún más en el bosque. “¿Qué nos puedes contar de este lugar?”

“Es el bosque de Sherwood” respondió el guía. “Todos los marginados de muchos poblados vienen a parar aquí, está lleno de magia. Algunos no duran ni una noche en el lugar con todo lo que anda rondando… pero estoy seguro de que no será su caso, alteza. Y los que sobreviven, como Sísifo, mi hermano y yo, se convierten en ladrones”

“¿Eres un ladrón?” Regulus no se alarmó, después de todo él y Yato también lo eran. Pasaron mucho tiempo en compañía de delincuentes casi toda su vida.

“Preferimos llamarnos Hombres Felices. Vivimos en el bosque, somos una gran banda que roba a los ricos para ayudar a los pobres”

“¿Por qué lo hacen?” ante esta pregunta Tenma se volteó con cara de pocos amigos.

“Este pueblo ya ha sufrido mucho por culpa de Kardia, que hace todo para que sean infelices. Desde que el rey y el príncipe Ilias fallecieron no han tenido descanso en su sufrimiento. Merecen un poco de alegría”

“Ya… no te alteres” de repente otro grupo de soldados los interrumpió y tuvieron que correr de nuevo. En medio del caos perdieron de vista a Tenma. Ambos chicos maldijeron, ese definitivamente no era su día.

“Maldición” dijo Regulus cuando una espada se levantó dispuesta a cortarlo en pedacitos. Cerró los ojos, pero la muerte no llegó. Los volvió a abrir y vio la flecha clavada en el pecho del hombre. “¿Qué…?”

“¡Mira!” un lluvia de flechas estalló encima de los soldados, que inmediatamente huyeron. El misterioso tirador salió de entre los arboles con una expresión preocupada. Los ojos de Yato se abrieron como platos, este tipo se parecía a su amigo.

“Regulus…” soltó el joven antes de abrazarlo, dejando al chico confundido. “Estás aquí… Soy Sísifo, tu tío”

Notas finales:

Oh, vaya, ¿qué va a hacer el pobrecito Regulus ahora? ¿Cómo piensa ayudar? ¿Y habrá algo entre Dohko y Shion?


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