El ambiente es inundado por besos, suspiros, gemidos y palabras llenas de sentimientos sinceros. La atmosfera no podía ser más perfecta que esa. La luz nocturna entrando por las cortinas a medio cerrar siendo movidas con la suave brisa nocturna. Logrando tocar los cuerpos de los chicos dándoles un aspecto de cuentos de hadas. Ambos resplandeciendo a causa del sudor recorriendo la piel totalmente expuesta llena de innumerables besos y caricias.
Las ropas esparcidas por el suelo daban claro a entender la escena que es practicada en ese mismo instante. Una escena de completo amor.
Con un gruñido de excitación Romano responde ante lo dicho por el español. Ningún otro sonido, que no fueran los del puro placer contenido, logra salir de sus labios, siendo fascinante ante los ojos verdes que le observan con deseo y pasión.
Separándose lo suficiente, abre más las piernas de su amante con ayuda de las propias, haciendo que este adquiriera un nuevo tono carmesí por todo el rostro. Romano intenta cerrar las piernas a causa de la vergüenza, sin embargo, fue detenido antes de lograr su cometido. El sonrojo se extendió con más fervor por sus mejillas. No importaba cuantas veces lo hicieran, seguía sintiendo vergüenza.
Antonio lo miro directo a los ojos, acerco los labios a los contrarios y susurro unas cuantas palabras cariñosas, logrando destruir las defensas del italiano. Quien se relajo por completo. Mordió su labio inferior antes de fundirlos en un nuevo beso salvaje y demandante por parte de ambos. Lovino aferro el cuello de Antonio como si se le fuera la vida en ello, profundizando más la caricia e introduciendo la lengua, esta vez no se permitiría perder la batalla.
El hispano, sonriendo, pasa la mano por entre los cuerpos, estremeciendo al menor ante cada toque. Mueve en círculos la cadera con la contraria produciendo fricción en los miembros excitados. Ambos amantes pierden la batalla por dominar al otro soltando un alto gemido.
Antonio desciende desde la barbilla hasta el abdomen del chico con húmedos besos. Una de sus manos se dedica en acariciar los muslos internos de Lovino con maestría.
El italiano, dejando el orgullo atrás hace ya mucho, no podía evitar en soltar los gemidos que intentaba contener. El pecho le subía y bajaba a gran velocidad, cada parte que el español le toco ardía con intensidad. Sentía el corazón en la garganta, estando por salírsele en cualquier momento. Grito alto al sentir la traviesa lengua hispana lamer su falo. ¿Cuando se metió ahí?
Estar haciendo tales cosas en el colegio los excitaba de sobre manera. El hecho de ser descubiertos en tal acto de placer y amor, hacia la situación más emocionante.
-La voy a meter.
Con cuidado fue metiendo el miembro antes que cualquier palabra coherente saliera de los labios italianos. Un gran: Áahhhhh, se escucho por todo el salón.
-Shhh, tranquilo Lovi.
Cubriéndose la boca con las manos, miro al español con un brillo en los ojos. Antonio comenzó a moverse de forma lenta, sintiendo el estrecho agujero a cada envestida.
-M- más rápi… ahh… rápido mmm.
Enrollando las piernas de su novio en sus caderas y tomándolo por las caderas aumento el movimiento. Saliendo y entrando como una bestia. Los gemidos de Romano se hacían cada ves más altos, teniendo que callarlos con incontables besos.
-Antonio… - este interrumpió las caricias en los pezones del chico, prestándole toda su atención. – Te amo…
Romano escondió el rostro en el hueco del cuello hispano, lo abrazo con fuerza, pegando aún más sus cuerpos. Las embestidas bajaron de intensidad.
-Solo con esto dices te amo.
Lo saco de su escondite, robándole un beso antes de terminar en su interior.