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Una despedida a tú sonrisa por Jess1406

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Notas del fanfic:

Como siempre One piece es propiedad del Malévolo Eiichiro Oda, quien se las apaña en hacerme llorar, pero bueno, esperó que les guste es un One-shot Mizo y... Me sería muy satisfactorio que me dijeran que tal, sino creanme que moriré de un colapso nervioso(?.

-Mihawk ¿Seguro que esto está bien?- decía un chico de cabellos verdes algo nervioso ante las esposas que el mayor le colocaba.

- Roronoa, usted no tiene nada de que preocuparse - dijo el otro de manera segura terminando con su labor de manera rápida.

-Bien...- el mas joven, Roronoa Zoro, se encontraba notablemente nervioso, no era su primera vez, pero jamás le habían esposado antes de consumar un acto sexual al menos no a una repisa. - N-no estoy seguro de esto Mihawk-

El mayor, un hombre de cabellos cortos y negros, de ojos del color del oro, llamativos y penetrantes, le tomó por el mentón para plantarle un beso - He dicho que no tiene de que preocuparse - Zoro simplemente tomó una bocanada de aire y cerró los ojos tratando de tranquilizarse, para luego abrirlos y asentir convencido.

-Confío en ti- y no agregó ni una palabra más.

Las manos expertas del mayor recorrían los puntos,que sabía, terminarían por hacer enloquecer al otro. Una mordaza amortiguaba ligeramente los varoniles y excitantes gemidos del menor, Zoro, los cuales solo lograban poner mas duro de lo que ya estaba al contrario.
Mihawk, no era un hombre que demostrara dulzura mas bien era todo lo contrario, era una persona que muy rara era la vez que demostraría su afecto hacia alguien de manera pública, simplemente se limitaba a codearse con la gente de su alrededor con una actitud tajante y fría, que solo ciertas personas lograban despedazar. Una de ellas era éste chico que se encontraba esposado y amordazado a merced de éste.
Zoro por el contrario, ni era expresivo, ni era cerrado, tenía amigos y una vida social considerable dado su actitud arisca que era quebrada y desvanecida solo por sus amistades mas cercanas y cabe destacar que eran muy limitadas.
Ambos habían sufrido traiciones y golpes a su orgullo por las personas de las que menos lo esperaban, lo que los ha la unido hace no mas de un año. Sí, un año era lo que llevaban de conocerse y ambos sabían que su relación había empezado como algo simplemente vanal, un apoyo mutuo que se brindaban a través del acto sexual, más nunca habían involucrado los sentimientos, hasta ahora.

El de cabellos verdes seguía soltando gemidos y arqueaba la espalda ante cada roce, éste jamás se había imaginado que terminaría tan metido y ¿por que no decirlo? Enamorado del mayor. El cual le había brindado, no una luz, no una pequeña esperanza, pero si ese apoyo que había necesitado para salir aflote y lo habían logrado juntos. 

Luego de haberse dado la tarea de dilatar la entrada del menor sacó los dígitos de su entrada y se movió hasta tener sus rostros frente a frente. Zoro, aun con las esposas puestas, jadeaba y tenía los ojos entrecerrados por el éxtasis. Mihawk tomó las piernas del contrario y las pegó a su pecho dejando así una plena vista de la entrada del otro. Sonrió satisfecho al ver que el joven no se le oponía de manera muy osca, cosa que le hacía las cosas ligeramente mas satisfactorias y evitaba que fuera a herirle. Sin darle aviso entró de una estocada, soltando un gruñido al sentir la, ya conocida, estrechez impuesta a su miembro. Esperó unos segundos, con una gran pesadez ya que deseaba moverse y empotrar de una vez al menor, pero se contuvo y aguardó hasta que el otro le dio la pauta para moverse y brindarle el placer a ambos que llevaban ya un tiempo sin experimentar.

Se habían dado un tiempo ya que el menor de alguna manera se había vuelto distante luego de una de sus visitas anuales al médico, como estudiante tenía que cumplir con el protocolo de la institución, y sin razón aparente se había alejado. Esa fue de las pocas veces que el de cabellos azabaches se había sentido vacío, como si por primera vez eso que le había llenado, se hubiese esfumado y en su lugar había dejado una sensación de impotencia, que la mayor parte del tiempo trató de guardar sustituyéndola por labores. Pero ese algo estaba pasando por algo aun peor.

La llegada al clímax fue algo que ambos sintieron demasiado pronta, pero sus cuerpos estaban agotados y sus músculos, tensos, les pedían una tregua. El mayor se recostó de una manera, que a los ojos del peliverde, pareció minuciosamente elegante. Zoro se incorporó a duras penas, por el prominente dolor que el mayor siempre le dejaba en sus caderas y miró al de cabellera oscura. -¿Sucede algo? - dijo Mihawk al notar cierta duda en su semblante, Zoro, simplemente lo pensó unos segundos y negó con la cabeza recostándose nuevamente a un lado de Mihawk, para después verse apresado por los brazos del éste. El sueño llegó a ellos dejando un tema inconcluso y que el mayor, en su perspicacia, pudo notar, ya después se daría la tarea de presionar al menor para sonsacarle lo que estuviera guardando.

Pasaron meses y Zoro terminó en el hospital, Mihawk no pudo ir a verle hasta cuarenta y ocho horas después. Se la había pasado dando vueltas en la sala de espera y una parte en el fondo de su consciente le decía que debía calmarse y tomarlo con calma, después de todo el menor era alguien fuerte, y precisamente su misma razón le decía que por la salud del menor era demasiado extraño que hubiera llegado hasta estos extremos.

Veinticuatro horas después el personal médico del lugar le dio el permiso y las indicaciones para llegar a donde el otro se encontraba, habitación 405, cuidados intensivos 2, ¿Cómo? ¿Cuidados intensivos? Esto no podía estar pasando el joven Roronoa debía, tenía que estar bien, si algo le ocurría, si algo le pasaba a su adorado muchacho, se partiría en pedazos nuevamente.
Cuándo llegó a la habitación le vio pálido, dormido y conectado a unos sueros. Una enfermera apuntaba los datos que mostraba una maquina y al verle entrar hizo una leve reverencia. - El médico del área le dirá la situación actual del joven, vendrá en unos minutos.- Mihawk no le dio palabra alguna y asintió sentándose a un lado para observar al chico. - Está sedado, no despertará... Hasta dentro de unas horas. -  miró a la chica que tomaba sus cosas y salía de la habitación. Suspiró ¿Por qué pasaba esto? ¿Por qué Roronoa tenía que pasar por esto justo cuando comenzaba a sentir que le necesitaba hasta para respirar?.

Pasados unos treinta minutos un médico alto, de ojeras y cabellera negra entró a la habitación. - Buenas noches - dijo con indiferencia acostumbrado al las medidas que tenía que tomar para hablar con los familiares de los pacientes. Al ver la mirada seria del hombre que allí le esperaba comenzó a hablar, miró su carpeta donde los datos de la operación estaban plasmados con una letra pulcra y comenzó a sintetizarlos. - Roronoa Zoro, 22 años, estudiante de ingeniería y practicante de Kendo a nivel internacional. ¿Sabe usted lo qué lo trajo hasta aquí? - Mihawk alzó la vista y respondió. - No - el médico asintió.
- Tiene un hematoma en el cerebro, lleva mucho tiempo allí, tratamos de interceptarlo mediante una operación, pero resulta que es demasiado tarde. No despertará. El tumor fue ganado terreno hasta ir colapsando cada uno de sus nervios, dando por terminado el labor de su cerebro. Actualmente se encuentra en estado vegetal, su corazón, según las estadísticas, se detendrá en 10 horas. - de alguna manera Mihawk no podía creer lo que le decían.
- Pero si ayer estaba perfectamente... No comprendo como...

-Es el defecto de esto, no causa dolor, no muestra síntomas, simplemente consume y destruye. Lo lamento - su condolencia no era sincera, era una palabra que con el pasar de los años se había implementado al sistema que realizaba en cada una de sus visitas y revisiones, o eso era lo que había deducido Mihawk. Asintió.

-¿Va a realizar algo más? - miró al chico ñ, este negó - Pues puede irse - nuevamente la actitud seria y cortante había salido a plasmar se. El médico asintió y salió de la habitación, había dicho lo que debía y por el resto ya no le interesaba.
Mihawk tomó una de las manos del menor que se encontraba en la camilla. Realmente parecía que solo estaba tomando una de sus típicas siestas en el lugar equivocado. Un ligero sollozo se le escapó y apretó la mano del chico. - Roronoa, hasta ahora me hago la pregunta si realmente te dije todo lo que debía decirte...- dejó el resto al aire, sentía que el pecho le dolía, su mirada se clavó en el rostro del chico, el cual sonreía ¿Pero cómo? A pesar de estar sedado y prácticamente demasiado lejos de poder mostrar un gesto así, estaba sonriendo, para él y nadie más, el usualmente inexpresivo rostro del mayor se hubiera anegado de lágrimas, pero no era del tipo de personas que lloraban por algo inevitable. Tomó aire y se puso de pie, miró al chico y le dejó un beso en la frente.

- Supongo que ésta es la despedía. De verdad, Roronoa, extrañaré su sonrisa. - sin mas que decir salió la habitación. Sólo, dolido y herido. Definitivamente quien quiera que llevara los hilos del destino, le gustaba jugarle malas pasadas, algunas veces demasiado malas.

Dos años habían pasado desde la muerte de Roronoa Zoro. Sin familia, el ejecutivo Dracule Mihawk había realizado el velorio y se había encargado de darle un lugar digno en el cementerio, dónde justo ahora estaba de pie frente a la lápida que citaba "Por un aire diferente y auna actitud innominable, con cariño te recordaremos.". Sin lágrimas, sin palabras, solo el cómodo silencio y el aire agitando sus cabellos, Mihawk recordaba cuándo hace unos años, ni se sentía tan solo y todo por una simple sonrisa escindida, que le dedicaban a él y a nadie más que a él.
Notas finales:

Oh dios, oh dios, espero les halla gustado - hiperventila - >w< muero... Esperó sus comentarios ( a menos que la historia halla sido tan mala que no merezca uno :'(  ) sepan que se les quiere y son libres de mi presencia (? XD 

 

Yanne~


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