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UNA VIDA EN LOS DÍAS por Childerika

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Notas del fanfic:

Hallo hallo!

Saliendo de mi oscuro y lúgubre abismo XD ya saben los que me conocen que soy muy lenta, y los que me conocerán, les advierto •-•

Vuelvo con una historia que estuve horneando desde hace un par de años, si, así de lenta soy, pero no me gusta subir nada que no tenga el 50% o 70% avanzado, pero ahora lo subo porque si no me presiono, nunca lo terminaré Dx

 

La idea nació un caluroso día de verano, cuando con mi hermano podaba un árbol y escuchaba de la audioteca de él a su grupo favorito (y mío para agregar >3<) The Beatles.

Notas del capitulo:

Bueno, para cada capítulo hay un nombre de una canción. Ningún capítulo tiene que ver con el anterior, cada uno es, por así decirlo, único. Sin embargo este es el comienzo de todo y se hará una leve  mención del anterior.

Como siempre, disculpen cualquier error ortográfico, en serio me esfuerzo, pero si hasta al mejor chef se le pasa un grano de sal, a una pobre diabla neófita como yo, pues, se le puede ir el salero entero •-• si les molesta, y aunque no, díganme para aprender más *^*7

 

Sin más: Los personajes que aquí menciono son propiedad intelectual de nuestro diabólico y gran  Odachii sama, lo cual me tiene triste porque no me pertenecen T3T

Te estoy perdiendo

 

"De alguna forma se cruzaron los cables

se perdió la comunicación

ni siquiera puedo tenerte en el teléfono,

te estoy perdiendo".

J. W. Lennon

 

El invierno apenas llegaba, haciendo que las personas tomaran las providencias necesarias: Se abrigaban, encendían sus calefactores procurando un hogar cálido. Trafalgar Law era consciente de ello ya que siempre había sido una persona friolenta, aunque para él no había mejor calefacción que un cuerpo humano.

Un cuerpo fornido y musculoso que lo abrazara y le diera un buen sexo para entrar en calor. Es por eso que se aferraba a la gran espalda y besaba desesperado el cuello de su amante. Movía sus caderas buscando fricción entre sus miembros, le gustaba recorrer su cuerpo, probarlo y sentirlo, le encantaba desacomodar su cabellera y dar pequeños mordiscos en sus pezones, en donde sabía que le gustaba. El contacto de las pieles era simplemente algo que no despreciaba, siempre buscaba la manera de terminar desnudo exhibiendo su cuerpo; la mirada que recibía le hacía calentarse y pavonearse con más ahínco en espera de una respuesta. Se sabía deseado, sabía que era deseo de su amante recorrer sus tatuajes con la mirada con intención de tocarlos y tocar su cuerpo de manera impúdica.

 

Siempre buscaba la manera de seducirlo y que lo tomara en cualquier rincón de la casa, ya fuera en la sala, en el baño, la cocina o en el cuarto de lavado.

Después de todo, por las respectivas profesiones de ambos, no tenían mucho tiempo libre y juntos, así que se esforzaba por aprovechar cada oportunidad que se le presentara.

 

Nadie podría imaginar que detrás de un rostro serio de mirada profunda y que en ocasiones sonreía con suficiencia, se escondiera un lúdico sexual que disfrutaba de las caricias de su amante, de las miradas insinuantes, de las posesiones arrebatadas, de la seducción erótica y las caricias tiernas.

Smoker Hakuryo parecía haberlo olvidado.

 

En la cama, recostado en supino, se tocaba desvergonzadamente su entrepierna, sonriendo y mirando insinuante a su novio. Éste sonreía moviendo su puro entre los labios, demostrando que tal vez así jugaría con su sexo una vez le que lo tuviera cerca, pero volvió su vista a los papeles que sostenía. Law le miró frustrado, pero sin darse por vencido, introdujo una mano a su pantalón moviéndose con perezosa sensualidad y relamió sus labios en la espera de llamar otra vez su atención.

—Ven a la cama, Hakuryo ...

Arrastró las palabras bañadas en lujuria llamando por fin su atención. Cuando cruzaron miradas, Law con movimientos eróticamente estudiados y natos, comenzó a desnudarse; primero los pantalones, después la camisa. Sus tatuajes quedaron a la vista de Hakuryo, los tatuajes que se placía en recorrer y por lo tanto, no podía negarse. Se retorció placenteramente al tocar su entrepierna, la sonrisa que mostró fue de alegría al ver que por fin dejaba los papeles de lado, sin embargo, el teléfono móvil sonó desde su chaqueta haciendo que Hakuryo perdiera la concentración.

Si alguien hubiera visto la cara de Law en ese momento, seguramente hubiera corrido despavorido, si el móvil pudiera entender el odio y el desprecio que Law irradiaba, hubiera corrido asustado seguro que esos ojos metálicos eran balas con su nombre. Law otra vez se vio ignorado y Hakuryo contestó el móvil.

 

¿Era demasiado pedir una noche de sexo? ¿Que lo tomara como esa segunda vez que lo había visto?, porque la primera, no había sido perfecta. No se habían mirado desde la lejanía y entre sonrisas y coqueteos se acercaron; no, Trafalgar había estado huyendo de él porque lo quería arrestar.

 

Y es que, cuando Hakuryo, que estaba tomando un descanso en una cafetería, vio que un hombre con tatuajes en los brazos corría con una caja, le pareció sospechoso y le siguió hasta encontrarlo; cuando pidió que se detuviera, lo ignoró, lo que provocó que  los instintos del policía se activaran.

Lo persiguió un poco antes de darle alcance, le pidió que le mostrara lo que transportaba, Law que le miraba molesto no se lo mostró, le dijo que eran partes humanas que necesitaba. La cara de Smoker fue de sorpresa, a sus ojos, nunca un criminal había sido tan descarado. La cosa se complicó cuando le pidió identificarse y Law alegó haber olvidado sus papeles por la prisa, Smoker no creyéndole, trató de someterlo pero le fue imposible, tenía más fuerza de la que aparentaba y fue demasiado escurridizo. Lo había tomado por sorpresa pero no estaba dispuesto a dejarlo, así que inició una persecución que paró en el hospital de la ciudad.

 

Fue cuando, con Law ya esposado, se dio cuenta que era un paramédico, que la ambulancia en el que trasladaba el órgano para trasplantar se había descompuesto, que Law había tomado la hielera y a toda prisa se había lanzado para llegar a tiempo, que los papeles los había olvidado por lo mismo y que había quedado como un tonto al pretender encarcelar al héroe del día y no fijarse en el logotipo médico de la hielera. Para todos era comprensible que Smoker Hakuryo no soltara a un sospechoso, las calles eran seguras desde que había llegado.

 

Después de eso y muy a su pesar, se disculpó con Law, pero éste le dijo que tenía que hacer más que eso. Smoker le había mirado ofendido ¿Qué más quería ese engreído? ¿Acaso una disculpa directa y verdadera no era suficiente?

—Invítame a cenar...

Fue lo que pidió y no se pudo negar, algo de lo que no se arrepentiría.

Esa noche entre la cena y la bebida, Hakuryo en un arrebato y harto de las miradas y palabras insinuantes por parte de Law, terminó por empotrar a su invitado en el baño del restaurante y descubrir los tatuajes que dibujaban su cuerpo bajo su ropa, haciéndose uno de sus más grandes placeres. Después de eso, sus invitaciones fueron frecuentes hasta que terminaron por formalizar una relación.

Law terminó por mudarse con él y así pasó un año, en los que gozaba de su compañía.

Un policía y un paramédico que tenían poco tiempo libre, por lo menos Law tenía un horario que cumplir, uno muy largo, pero su amante era el que tenía uno de veinticuatro horas.

Law se había acostumbrado a su ritmo de vida, siempre lo esperaba y Hakuryo le concedía tiempo. Pero todo había cambiado.

Apenas lo miraba, había noches que no llegaba a casa, de las cuatro veces que tenían intimidad en una semana, se había reducido a dos o una hasta llegar a la situación de que ya tenía semanas de que no lo hacían.

Entendía que tenía mucho trabajo, que de no ser por algún asesino serial, un ladrón o un violador escurridizo, lo tendría a su disposición. Pero ambos trabajaban para el bien de las personas, uno protegiéndolas y otro ayudando a sobrevivir, así que nunca le reprochaba nada.

 

Esa noche en la que el frío se acentuaba, Law había apagado la calefacción, seguro de que esa noche al fin Hakuryo le diera calor, pero esa llamada lo había frustrado.

—Los testigos afirmaban que el sujeto corrió hacia el parque, pero nadie vio salir a personas después...

Law le miró un momento, sus ojos se pasearon por su rostro buscando una mirada pero estaba enfrascado en su conversación.

Paseó sus dedos por el resorte de su bóxer ajustado, se acarició una y otra vez, delineó su miembro ya erguido y húmedo que se notaba y que también podía llamar la atención de cualquiera, pero Hakuryo no lo miraba.

Sin perder el ánimo y la sensualidad, se despojó de ellos y los lanzó a la cara de su amante, más éste, sin siquiera mirar lo que le cayó, tomó otros papeles y se los quitó de encima lanzándolos al suelo.

—Espera, no comiencen el interrogatorio sin mí. Voy para allá.

Law le miró molesto.

 

Hakuryo se levantó, tomó una gabardina y dejó la habitación, Law miró todo sin creer que lo dejaba sin decirle una palabra, desnudo sobre la cama con una erección y sin darle una explicación o excusa. Nunca en la vida se había sentido tan ignorado.

Salió de la habitación para alcanzarlo sin preocuparse por tapar su cuerpo, le dio alcance cuando abría la puerta.

—Pero es más de media noche, Hakuryo. ¿Por qué no esperas hasta mañana? De todas formas, ya lo tienen.

Smoker le miró a los ojos, Law se dio cuenta por su mirada que no estaba dispuesto a esperar, se había ganado una fría mueca que no le gustó pues era vacua y distante.

—Regresaré pronto.

Fue lo único que dijo y salió dejando a Law solo y desplazado.

Otra vez frustrado y excitado, pero no era quién para reprochar. Sabía lo que era el trabajo para su pareja. Aunque últimamente era demasiado exagerado.

Esa noche subió la calefacción y se envolvió en sus cobijas, ningún cuerpo le brindaría calor, otra vez dormiría solo.

 

Los pocos cuadros en los muros de la habitación parecían manchas amorfas cuando apagó la luz. Recordando el tiempo que había pasado a su lado, se dio cuenta de que antes de conocerlo, no faltaba un cuerpo en su cama, o que alguien amaneciera a su lado por lo menos cuatro noches a la semana. Era un hombre libre que le gustaba su libertad y el sexo, Hakuryo era un hombre muy fogoso, ahora se daba cuenta que lo era mientras el trabajo no se interpusiera. Y era lo que últimamente pasaba.

Pensaba en cómo le afectaría la situación; entre más trabajaba Hakuryo, el ascenso estaba latente, acrecentaban las responsabilidades y aminoraba el tiempo de estar juntos que de por sí ya era escaso.

Ya gozaba de respeto y renombre, incluso venían de otros lugares a buscarlo y que diera cátedras o entrevistas. Eso los alejaba más y parecía que Law era el único que lo notaba y extrañaba.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se había enfrentado a un celibato de meses? A lo mucho era una semana.

 

Sus lúdicos y sensuales coqueteos que hubieran vuelto loco a cualquiera, y en los que incluso Hakuryo había caído rendido, eran desperdiciados en cuatro paredes y en la esperanza de que su hombre le compensaría su espera.

Trató de dormir un poco ya que sus pensamientos estaban dejado que la noche se escurriera.

Y pasó la noche y Hakuryo no llegó, el cuerpo de Law resintió su ausencia como tantas veces y sus sentidos despertaron. El reloj apenas marcaba las cuatro de la mañana, la habitación aún se encontraba sumida en una penumbra que no duraría mucho ante la cortina de la ventana corrida,  y los cuadros en el muro volverían a tener forma.

Aún faltaría una hora para que se levantara y acompañara a Smoker en el desayuno, despedirlo y en otros tiempos, tener sexo antes de salir a su oficina. Pero ahí estaba, solo, desnudo entre cobijas; estaba seguro de que si sacaba la mano, se le congelaría aún con la calefacción encendida, pero sólo era la sensación de haber dormido sin compañía en una noche en que el invierno se anunciaba.

 

De pronto una idea de buscar a alguien más le asaltó. Hakuryo se había olvidado de él, pasaba a ser una parte de la decoración minimalista de la casa. Era una hermosa pieza de arte olvidada en el sótano, una bella poesía olvidada al paso del tiempo de la memoria del hombre, una flor radiante encerrada en un cristal. Con esos modestos pensamientos, llegó a la conclusión de que era más que un novio con necesidades no atendidas, era un amante olvidado, algo en su pecho pesó y sintió que se vaciaba.

Se sintió culpable y mezquino al pensar en engañarlo, no es que Hakuryo lo abandonara sin motivo, su trabajo lo obligaba; pero tampoco era que se iba a quedar de brazos cruzados a esperar si la relación tenía futuro, si no la tenía, no había por qué permanecer a su lado.

"Tiene bastante que no salgo a un bar".

Pensó con nostalgia, de hecho, desde que estaba con Smoker no salía mucho.

Cansado de cavilaciones que él no podía contestar por sí solo, prendió el televisor. Los avances de las noticias de la mañana ya estaban.

—El jefe de policía Smoker Hakuryo, dará una conferencia de prensa a las siete de la mañana, con respecto al asesino del pantano.

Escuchó al hombre de traje en el televisor, se sorprendió al saber que tal vez ya habían encontrado al tipo que lo había apartado de él en las últimas semanas.

—Esperemos que sean buenas noticias. —Continuaba hablando el televisor—, y con ello vuelva la calma a los ciudadanos. Con esto, Smoker Hakuryo dejaría en claro que si el crimen no descansa, la justicia tampoco.

"Y tampoco tiene sexo".

Pensó Law tristemente.

 

Decidió salir a correr mientras se llegaba la hora de la conferencia, le gustaba estar enterado de lo que pasaba en su ciudad, así, sabría a qué atenerse cuando estuviera en camino a una emergencia.

Las calles aún estaban desiertas y el frío se acentuaba, no le importó mucho ya que pronto entraría en calor, eso no impidió que aun así saliera abrigado con su mejor ropa deportiva.

Al llegar al pequeño parque que servía de pista, ya había otros que se ejercitaban y hacían estiramientos.

 

El viento frío golpeaba la parte de su rostro que no había cubierto. Después de unos cuantos kilómetros se sintió mejor y lo suficientemente cansado como para olvidar el incidente de la noche anterior, desfogar el exceso de energía y los pensamientos que lo incomodaron. La oscuridad de la noche interrumpida por farolas que iluminaban las calles comenzaba a ser diezmada totalmente ante la luz del nuevo día, y sin perder el trote regresó a casa.

Las calles tranquilas lo miraron pasar en silencio, aún era muy temprano para que las personas salieran a sus trabajos, pero buena hora para que sacaran a pasear a las mascotas. Era un barrio demasiado tranquilo, demasiado arbolado y le gustaba, aunque eso significaba que era más fresco que su antiguo hogar.

 

Las hojas abandonaban sus árboles cubriendo las aceras con una gruesa capa, para que después la nieve tomara su lugar en las copas; el viento frío golpeaba su rostro semi cubierto eliminando de él el exceso de calor y a lo lejos, pudo distinguir a su vecino que se preparaba para salir. Un hombre bastante alto vestido con un pulcro traje blanco, gabardina del mismo color y cabellera esponjada que mantenía a raya unas viseras para dormir.

—Arara, buen día joven Law. Demasiado temprano para salir a correr. ¿Smoker salió?

Law detuvo su marcha por completo y saludó con una encantadora sonrisa que no estaba exenta de enojo.

—Hola señor Aokiji, es demasiado temprano aún para verte despierto—contestó tratando de regular su respiración—. Él salió desde anoche. Parece que algo importante aconteció.

Aokiji Kuzan dio un gran bostezo mostrándose indiferente terminando con una sonrisa.

—Han atrapado al asesino, dentro de treinta minutos, cuando sean las siete, Smoker lo dirá a la prensa.

—Parece que no llegarás a tiempo, señor Aokiji, faltan diez minutos. Otra vez tarde al trabajo.

Otro gran bostezo mientras se tocaba la cabeza, indicó que no le importaba en lo más mínimo.

—Son sólo protocolos, todo el trabajo es de Smoker. Siéntete feliz por él, es otro gran trabajo por su parte.

Law simplemente hizo una mueca indiferente, ¿de qué servía tener un hombre entregado a su trabajo, si no podía tener aunque sea una caricia?  Kuzan, siendo un hombre observador, conociendo a su viejo amigo y lo problemático que podía ser en su vida privada, sonrió a Law.

—No pongas esa cara, chico. Ahora no hay nada que distraiga su atención. —Sonrió con pereza y palmeó su espalda—. Hakuryo estará ahora más disponible, tal vez quiera festejar contigo.

 

El rostro de Law que generalmente se mostraba serio. —Salvo por su sonrisa de suficiencia— y concentrado, sufrió un ligero cambio, no lo había pensado así, su sorpresa divirtió a su vecino.

—Sé lo distraído que puede ser, pero sin duda, es lo que tiene pensado. No debería decirte esto, tal vez sea una sorpresa, pero se dice que prometió festejar a lo grande si lo atrapaba en menos de dos semanas.

Law permaneció callado, Kuzan subió a su auto, y bajó la ventanilla.

—No hay nada como la juventud sonriendo ante su buena fortuna—Dijo acomodando las gafas de dormir en sus ojos—. Seguramente saldrá temprano hoy, me encargaré de que sea así, sólo trata de no agotarlo más de la cuenta.

Dicho esto, comenzó a dormir sin ningún problema.

Las expectativas de Law acrecentaron desmedidamente, por fin nada preocuparía a su pareja, este nuevo hallazgo era la oportunidad perfecta para que Hakuryo volviera a brindarle calor.

Con un fugaz "gracias" dedicado a un relajado Aokiji, emprendió carrera a su casa. Sonreía de manera tonta, casi triunfante. ¿Qué corazón no se agitaría emocionado ante la llegada del amante lejano? Debía hacer algo especial, Hakuryo lo merecía por su buen trabajo, él mismo lo merecía por su tortuosa espera. Sería una gran noche.

Con ánimos renovados saltó la cerca y subió las escaleras del pórtico, en un santiamén ya estaba en la ducha.

 

Law no se dio cuenta de cómo estaba actuando, sólo sabía que sentía una emoción al saber que pronto volvería a escuchar la voz de Smoker en su oído, sentir sus manos ásperas sobre su piel, su cuerpo cálido y su olor a tabaco; mirar sus ojos de miel que destilaban en los suyos y despeinar su cabello arrebatadamente en el placer.

Sentía que nunca se cansaría de Smoker, desde la primera vez que lo había visto, sabía que era un hombre insistente, hombre entregado a sus ideales. Un hombre interesante. No se había equivocado, Hakuryo era un hombre inteligente y maduro, de conversación fluida y natural, algo que apreciaba ya que era algo que hasta el momento no había encontrado.

 

En ocasiones, las veladas eran largas charlas acerca de casos en los que Law se había interesado y que había dado puntos de vista que ayudaron a Smoker a llegar a la verdad, de las leyes regentes del momento y sus pomposos políticos. Cuando se sentían más profundos, hacían algunas menciones existencialistas en las que coincidían, y si no era así, Hakuryo terminaba por callarlo con besos y sexo cuando no podía refutar una verdad que para él no existía. Law sabía que la filosofía no era su fuerte, así que se esforzaba para que fuera un tema recurrente.

Un año y medio había pasado desde que vivía con él, seis meses habían pasado desde que fue la primera cita y primer encuentro sexual, y en todo ese tiempo, había encontrado en Smoker, la tranquilidad de un hogar, de una pareja que lo dejaba satisfecho, la comprensión y apoyo, la compañía intelectual. Aunque en los últimos meses, había cambiado todo.

 

Ahora sabía que sus pensamientos matutinos sólo fueron por enojo, que si se lanzaba a los bares a conquistar, no sería con cualquiera, no sería el primer trasero bonito o el más caliente del lugar. Se lo pensaría más de dos veces en seleccionar a alguien que valiera la pena.

Salió de la ducha aún secándose el cabello y encendió el televisor de la sala encontrando la conferencia ya avanzada. Hakuryo se veía severo como siempre, en su boca sostenía el puro apagado. A veces, pensaba en lo diferente de su expresión cuando estaba en la intimidad con él, era un hombre en el que habitaban dos muy opuestos.

A su derecha, se veía a su asistente, de mirada decidida tras sus lentes, pero movimientos torpes la mayor parte del tiempo. A su siniestra, una atractiva mujer de cabellera clara a la cual no había visto jamás, y que sostenía un cigarrillo en sus labios rojos.

 

Sonrió al entender que el peligroso delincuente ya estaba tras las rejas. Smoker hablaba tranquilo, con acento seguro y conciso dio una pequeña reseña del trabajo que habían hecho, de los resultados de las pesquisas, los interrogatorios y el trabajo en equipo, respondiendo las preguntas de algunos reporteros.

—¿Qué fue lo fundamental para poder llegar hasta él?

—Su error más que nada fue subestimar a la justicia, sentirse superior a los demás, tratar de buscar el crimen perfecto cuando no lo hay en mi jurisdicción —Tan petulante podía ser en ocasiones, pero con la manera de trabajar, no podía dudarlo—. Pero ante todo, fue por el trabajo en conjunto, desde el joven de menor rango que nos traía el café, hasta las personas que nos apoyaban en nuestros momentos de flaqueza y que abandonaron la cotidianidad de sus vidas...

Law servía la taza de café con una sonrisa, su último comentario era un pequeño halago para él. De alguna manera sentía que Hakuryo le pedía disculpas.

—Es por eso, que agradezco a la directora de policía Hina su apoyo, aún en sus vacaciones y estar de visita en esta ciudad, ayudó en gran medida. Eso es todo, gracias.

La mano de Law tembló, su mirada, que miraba el nivel de agua de la taza, cambió al televisor. Miles de ideas pasaron por su mente, la primera fue desilusión empalmada con la sorpresa.

 

Había agradecido al infeliz que les llevaba el café, a una mujer que estaba de vacaciones, y él, que se había desvelado ayudando a corregir informes o plantear algunas hipótesis, mandarlo con el estómago lleno o cuidar que no enfermara; pero sobre todo, sacrificado su vida sexual, verse en el olvido sin siquiera merecer un agradecimiento para todos los que se quedaban en casa en la espera de su regreso. Todo, para que los mandaderos y una desconocida se llevaran una mención.

Dejó caer la taza cuando ésta rebasó el límite y el líquido caliente resbaló por su mano.

 

Su rostro no sufrió cambio alguno, simplemente se había endurecido, había matado una dulce esperanza de que pensara en él. Ridículo, pero era parte de ese mundo que había descubierto a su lado.

Apagó el televisor y por un momento no se movió, entró en un estado de vigilia meditando las acciones de Hakuryo, preguntándose si en realidad no era menos que algo decorativo como lo había pensado hace unas horas, el porqué lo estaba relegando de su vida hasta el punto de no ser considerado.

Por un momento sintió ira y decepción, pero despues, afectado al ver su propia reacción, se calmó. Era el trabajo de Hakuryo, podía decir mil cosas, pero sólo creer las que le decía a la cara. Política e intereses, así era el mundo laboral de Hakuryo, que aunque no le gustara en ocasiones, se veía en la necesidad de dejar pasar de largo algunas situaciones.

 

Se felicitó por no perder los estribos por completo, tenía que ser objetivo aunque sólo estuviera exculpando a Smoker de su proceder. Seguro llegaría contento, listo para entregarle todo el tiempo que no le dio. Tomó el teléfono y marcó.

El tono de espera sonaba y en tiempo pasó sin que nadie contestara la línea.

Se convenció de que tal vez no había nadie en su oficina. Marcó el número de su móvil.

Nuevamente el tono de espera, hasta que por fin contestó el buzón de voz.

"No lo puede escuchar si hay demasiado ruido".

Pensó y mejor decidió distraerse en su noche especial. Ya tendría tiempo para felicitarlo personalmente, no debía tardar si Kuzan se lo enviaría a casa temprano.

 

Ese día, hubo muy poca actividad, un niño que se había caído de una escalera, un ciclista que fue empujado por el transporte público, un hombre que le había dado un ataque al corazón y una embarazada que le había llegado la labor de parto en un banco.

Todos en la ciudad parecían contentos por la aprehensión de ese asesino y daban buena fortuna a su futuro comisionado. Un futuro halagüeño se vislumbraba.

Después de atender a la parturienta, todo volvió a la normalidad, Law ansiaba estar en los preparativos de su noche, no quería que Hakuryo lo sorprendiera, así que pidió a un compañero de otra unidad que lo cubriera. No obtuvo negativa, con una sonrisa picarona y sabedor de su relación con el policía, aceptó.

De camino a casa, llevó la comida favorita de Smoker; el dueño del lugar, un hombre alto con un gorro de cocinero ridículamente alto y de bigotes trenzados, le preparó algo muy especial dandole indicaciones de cómo calentar el alimento y le recomendó un buen vino para acompañarlo. Llegó a casa cargado de botellas.

 

Limpió rápidamente la casa, dispuso el pequeño comedor como marca la etiqueta para una cena de dos; los cubiertos adecuados y en su lugar, igualmente con los platos, copas y servilletas. Niveló las luces de la sala para que dieran una luz media y sensual. Sólo hacía falta su propia presentación.

Miró el reloj en su muñeca, casi daban las seis, un nudo en sus estómago revelaba su impaciencia, Aokiji seguro ya lo había enviado a casa y no tardaría en llegar. Generalmente llegaba a las siete, no resistió la incertidumbre y volvió a llamarle, el tono de la línea insistía, pero jamás le contestó. Era obvio que si estaba manejando no respondería.

 

Metió la champán a la hielera, acomodó la comida en recipientes para cuando llegara la hora sólo prender el fuego. Se metió a la ducha otra vez, se limpió de todo a todo para estar presentable, usó su mejor colonia de suave aroma, buscó ropa limpia, la mejor que tenía, pero decidió recibirlo como había llegado al mundo y en medio de la sala echó un último vistazo a su escenario. Despojándose de la bata se tumbó en el sillón en su espera.

 

Y el tiempo pasó sin detenerse, la luz del día se perdió en el horizonte y prendió las luces tenues que había preparado, la lectura que tenía había dejado de importarle cuando pasado la primera hora aún se encontraba solo. Nuevamente tomó el teléfono, ahora la grabación de que estaba fuera de servicio lo desconcertó.

El frío se estaba apoderando de la casa así como de su cuerpo a pesar de que la calefacción estaba encendida, y sintió la frialdad que lo había acompañado en las últimas semanas.

Escuchó el carro del vecino que llegaba, Aokiji ya estaba en casa, mientras Smoker estaba en algún lugar fuera de su hogar. Sin perder tiempo se puso la bata y salió a la puerta. Smoker saldría del carro de Aokiji y le saludaría con la mano, Law sonreiría y retomaría su sexy pose en el sofá, trataría de disculparse, pero al ver el estado en que lo esperaba, quedaría todo olvidado.

 

Más Hakuryo no salió, Aokiji aseguró el auto y fue hasta su puerta. Trafalgar, sin apartar la mirada de él, le dio alcance.

—Señor Aokiji...

—Joven Law, no es necesario que me agradezcas, mucho menos que interrumpas …

—¿Hakuryo viene contigo?

Aokiji suspiró después de mirarlo un momento sorprendido y entender lo que pasaba. Law reconoció el gesto como el de aquel que siente pena por un niño confundido, del que tiene lástima de un cachorro abandonado. Y eso no era bueno; en primera instancia, porque él no era una persona que no tenía tiempo para sentir pena ni lástima por los demás y por lo mismo, no le gustaba que la sintieran por él. La lástima representaba un sentimiento débil, ligero y pasajero que se mostraba ante un ser desvalido, para gente infortunada y miserable. Kuzan se dio cuenta que lo estaba ofendiendo, ya que su mirada se había endurecido y sus puños los tensaba. Se debatía entre decirle la verdad sobre su mejor amigo y así, que tomara sus decisiones y no hacer que perdiera tiempo, ilusiones y esperanzas; porque de todos los que había conocido, era el único que había durado más de un año y que realmente Smoker no lo merecía. Era un joven inteligente, guapo e interesante.

—Señor Aokiji. ¿En dónde está?

—Arara, tómalo con calma.

—Es lo que estoy haciendo.

—No te mentiré, los engaños no funcionan contigo. —Contestó con seriedad—, Hakuryo salió temprano a casa, como te lo prometí. En realidad no sé en dónde está, cuando le vi cruzar la puerta, dijo que iría directo a casa.

—No contesta su teléfono—comentó pensativo—. Tal vez le ha pasado algo.

—Al único que le ha pasado algo es a ti, niño Law, y es haberte fijado en en un tipo como él. ¿Qué fue lo que te cautivó? En realidad, no tiene importancia, pero no es una mala persona, sólo un estúpido.

—¿Sabes algo de lo que debería enterarme?

Law un poco impaciente ante la perezosa mirada de Kuzan preguntó. Kuzan estaba ahora bajo la mirada escrutadora del chico, una mirada intensa e inteligente, la de un hombre con poca paciencia. Sonrió al ver la paradoja, había sido muy paciente hasta ahora.

—Es tarde niño Law, espera a Hakuryo, llegará. Eres joven aún y aún más, perspicaz. Piensa bien tu futuro—abrió la puerta con intenciones de invitarlo—. Está haciendo demasiado frío ¿Quieres pasar y esperar dentro?

 

Kuzan había viajado a muchos lugares, tanto por su trabajo como de placer, había conocido tierras maravillosas, llenas de vida y colores, mares amplios y brillantes, montañas imponentes y majestuosas, vastas praderas y parajes áridos de climas inclementes, pero nada más inclemente como la mirada de Law en ese momento, era una fiel reproducción de los climas árticos, áridos y fríos; distantes, tan lejanos a la mano del hombre y tan opuestos a los escenarios anteriores. Así, Law se mostraba lejano y frío.

—Gracias señor Kuzan, lo esperaré.

Con paso decidido se fue, Kuzan vio cómo se alejaba y no dejaba de sorprenderle ese chico que no perdía la dignidad y el porte, aunque era un hecho de que había entendido lo que tenía que hacer. Smoker no era un hombre para él, mucho menos él para Smoker.

Muy cierto era que Law lo había entendido, aunque no conociera el motivo, se lo podía imaginar, y la idea crecía y lo humillaba, lo llenaba de ira y rencor.

Cuando entró a la casa, fue directo a las botellas de licor y se dedicó a tomar y meditar un poco. No podía estar viviendo una mentira, lo podía ser una situación cliché de la pareja engañada, nunca le había dado motivo y jamás había notado algo extraño en su comportamiento como un olor diferente, cambiar su estilo de vida o evitarlo.

Nunca una resolución le había dolido tanto, podía meter las manos al fuego por la integridad de Hakuryo, pero los hechos y las circunstancias no le favorecían.

 

La espera lo tenía sumido en las más profundas y aberrantes meditaciones que no tenían respuesta y sólo hacían que creciera lo que más odiaba, la duda, el desconcierto y la ira. Se sentía la víctima de un engaño, el tonto que era el último de enterarse, y las botellas se apilaron en el sillón.

De pronto, escuchó el motor de un carro estacionarse, sin duda era el de Hakuryo, se mantuvo el la penumbra, acechando, sentado desde el sillón, esperando que la gran figura cruzara la puerta.

 

El tintineo de las llaves fue una larga espera, el momento en que cedió el seguro lo fue más. La puerta se abrió y un abrigo rosado pasó el umbral dejándolo aún más confundido. Tashigi, la ayudante de Hakuryo entraba con mucha familiaridad, sin embargo, vacilante.

Por un momento se miraron sin decir nada en un extraño escrutinio.

—Trafalgar, espero no haber interrumpido tu sueño. Hola.

—Hola, señorita Tashigi. ¿Qué haces aquí? ¿Pasa algo a Hakuryo?

 

La atmósfera de pronto se enrareció y un extraño sentimiento de incomodidad se expandió. Law había descubierto desde hace tiempo que esa mujer sentía algo más que admiración por Hakuryo, ese pequeño detalle los había convertido en algo así como rivales, aunque siempre Law se pavoneó victorioso a la resignada mujer.

—Bueno, yo, yo ... Sólo he venido por algunas cosas para  el señor Smoker.

Esta vez sus facciones delataron sus sorpresa e incredulidad de lo que estaba pasando. Parpadeó perplejo con la esperanza de no haber escuchado bien.

—Smoker me dijo que ya estarías dormido. Por eso me dio la llave.

La chica se mostraba apenada, avergonzada y Law la miraba como si se tratara de un fantasma.

 

Todos los pensamientos malsanos que había estado evitando en el día, parecían materializarse en una inmunda realidad. La idea de que Smoker lo evitara, lo ignorara, le enfurecía a la par que lo destruía. Su amor por ese hombre había sobrepasado los más íntimos límites hacía ya mucho tiempo y no fue consciente hasta ese momento.

—Ya que estás despierto, ¿podrías proporcionarme lo que necesito?

Law estaba perdido en sus pensamientos, no la había ignorado, sin embargo, no se movió, le mantuvo la mirada estudiando su rostro.

—Si Smoker te envió con la idea de que ya estaba dormido, es porque lo que necesitas está a tu alcance. Tómalo.

La mujer indecisa se veía en el más embarazoso escenario que algún día se hubiera imaginado, Law lo sabía, pero no tenía por qué tener la más mínima consideración.

 

La vio acercarse al pequeño estudio, escuchó abrir un cajón y sacar una caja de habanos que hace tiempo se había guardado ahí y tomar unos cuantos libros y papeles.

Al salir, tropezó y cayó a los pies de Law que miraba sin interés. Aun así, le ayudó a levantarse.

—Dime algo Tashigi, ¿qué está pasando?

El rostro de ella se tornó triste, no pudo definir si era a causa de la suerte de él o de la de ella.

—Trafalgar, debes de saber que... nada extraño.

—Tú y yo sabemos que no es así, no digas esa basura. Sabes bien que Smoker ha pasado más tiempo a tu lado que a mi lado. No confundas, no son celos, pero siento que algo está por pasar y lo sabes.

Tashigi se deshizo de su agarre, bajó la mirada a los habanos esparcidos por el suelo, los papeles y los libros.

—Te odié un tiempo, me dolió tu llegada a la vida del señor Smoker, pero lo sabes, siempre estás un paso adelante de todo. Eso es lo que le gusta a Smoker de ti, eres muy agudo y perspectivo. Desde el primer momento en que me miraste, descubriste lo que sentía por él y las posibilidades de conseguirlo. No fui una amenaza.

Un pequeño brillo resbaló por su mejilla, Law se removió incómodo, si la chica lloraba en su presencia, no sabría que hacer, sin embargo, estaba a punto de escuchar la razón por la que Smoker se comportaba así.

—Como sabes, cuando conociste a Smoker, estaba pasando por un momento difícil, nunca ha sabido tratar a sus parejas.

Continuó mientras recogía las cosas del suelo, pero Law no entendía del todo a dónde quería llegar.

—No veo relación en todo esto.

—He visto muchas veces estas situaciones; Smoker encuentra a alguien y después se separa.

—¿Me estás diciendo que me dejará por alguien más?

—Hace dos semanas llegó a la ciudad su antigua esposa.

Law sentía desesperación al ver que la respuesta no era concisa, hasta donde sabía, a Hakuryo le gustaban los hombres, lo de su esposa sólo era parte de una juventud apasionada y precoz.

—Ella—bajó la voz con un sentimiento que podía definir como rencor o envidia, algo parecido a lo que podía sentir por él—, siempre ha tenido una influencia muy grande sobre él, porque entre ellos hay algo más que un divorcio, que la convivencia de su antiguo matrimonio.

 

Término de levantar las cosas sujetándolas posesivamente. Había algo en la mirada de la chica que Law desmenuzaba y analizaba. Comenzaba a preguntarse acerca de su ex mujer, nunca la había visto, jamás se había mencionado su nombre, sólo fue una plática escueta de una etapa de su vida ya pasada y superada. Ahora venía esta mujer y decía que tenía algo que no los podía separar.

—Supongo que la razón por la que no comprendes bien tu situación es por no saber de quién se trata. No tardarás en descubrirlo, Trafalgar— acomodó sus anteojos y fue hasta la puerta—. El señor Smoker es una buena persona, no lo odies.

Law se abalanzó a ella tomándola del brazo con muy poca consideración. No tenía la paciencia para tomar información a medias, su día había sido de lo más extraño como para escuchar otra confusa historia.

—Si vas a decir algo, dilo con todas las palabras. Hakuryo nunca me dijo el nombre de ella, a Hakuryo le gustan los hombres, es inaudito que piense regresar con una mujer.

Por respuesta fue una tímida sonrisa y una mirada que le hizo sentir el más inocente del mundo.

—Trafalgar, he estado al lado de Smoker desde antes de la academia, lo conozco demasiado bien, incluso más de lo que tú podrías hacerlo. He visto desfilar mujeres y hombres, pero sólo alguien ha compartido verdaderamente la pasión de su profesión. Su matrimonio no terminó por el comportamiento de Smoker, fue un acuerdo de los dos, ya que lo hicieron por el bien de sus profesiones, por esa misma que los separa pero los une aún más. La directora Hina, fue su esposa.

 

Lentamente Law la soltó, la miraba sin expresión, tratando de dar forma a la historia que había terminado de escuchar.

—Sin embargo, sólo hay una bonita amistad, en realidad, ella no es la causa por la que ahora estés solo— mostró un dulce rostro suplicante—. No odies a Smoker, él no es mala persona. Sólo que ama demasiado trabajo.

 

La mujer salió sin decir más, las sombras comenzaban a tomar forma y se mostraban ante la revelación, su corazón comenzaba a quebrarse en miles de pedazos. Ahora lo comprendía, ahora sabía quién era la razón por la que las noches eran frías y distantes, solitarias y angustiantes. Sólo esa razón podía ser, sólo esa razón, sólo esa noble y delicada razón que poco a poco reclamaba su atención y se lo arrebataba cruelmente.

La justicia era una amante demasiado celosa.

 

El reloj marcaba una hora avanzada y Law se derrumbaba y ahogaba en su dolor y la incertidumbre. ¿Por qué no se había dado cuenta de eso? El verdadero cambio de Smoker no fue de cuatro semanas atrás, era desde antes, pero fue un cambio paulatino, Law simplemente se dio cuenta que Smoker le había enseñado muchas cosas, entre ella la tranquilidad de un hogar, la belleza del amor y la desagradable experiencia de la separación. Se sentía tan vulnerable que se recostó, cerró los ojos preparándose para lo inevitable. De pronto sintió cómo esa casa ya le era desconocida, cómo simplemente pasaba de ser ese adorno olvidado a una pieza fuera de sitio. Esa no era vida para él. Él siempre iba en busca de calor y si Hakuryo ya no se lo proporcionaba, lo mejor sería buscar en otro lado.

Sin embargo a tenor de lo que estaba pasando, la terrible esperanza de que Smoker le pidiera seguir a su lado lo alimentaba. Así pues, alimentaba su tormento.

 

Hakuryo había llegado la noche siguiente, no había titubeado al arrodillarse en una contrita demanda de perdón.

—"No te merezco".

Le había dicho y Law asintió fríamente, eso no evitó que la cama fuera el instrumento de una nueva oportunidad. Sintió la pasión de Hakuryo furiosa y apasionada, sus manos ardientes que lo dibujaban, sus besos cálidos y salvajes que lo quemaban, esa parte de su cuerpo irrumpir en él; se aferró a su espalda y gritó su nombre e hizo que el otro rezara el suyo con fervor. Se entregó y tomó de él lo que quiso y como lo quiso.

Qué feliz se había sentido al ver que Hakuryo se interesaba en él nuevamente, pero cuán altas fueron sus esperanzas y alegría, la caída de éstas fue devastadora.

 

Si ese año el invierno había sido muy frío, el año que precedió, la primavera muerta y aburrida, un otoño sin sentido y el invierno, el invierno fue el más helado e inclemente que vivió.

La separación, si bien, fue dolorosa, no hubo riña ni discusión, no hubo ruptura mi ajuste de cuentas, no hubo más que unas sencillas e inofensivas palabras, que cuando las recordaba, le hacían suspirar y hundirse en dolorosos recuerdos.

—"No te merezco, Law".

Y lo creyó, Hakuryo no lo merecía y no se merecía vivir en continuo olvido y abstinencia. Y es así, que en una oscura y solitaria noche de ese mismo otoño sin sentido, salió de la casa de Hakuryo con los restos de su corazón maltrecho, recuerdos y mucho dolor, olvidando llevarse la esperanza e ilusiones, o simplemente era que ya no podía con tanta carga.

 

Su antiguo departamento lo había estado rentando, aun así, su llegada a él fue como llegar a las ruinas de una antigua civilización ya olvidada. Ya no sonreía coqueto, ya no buscó compañía en los clubes nocturnos, ya nada llamaba su atención. Se entregó a una rutina que tenía que cumplir cual autómata programado.

 

Fluía con la corriente multitudinaria sin quejarse, miraba sereno las emergencias que atendía, cuando sus amigos lo invitaban a ir de juerga, se limitaba a beber y picar de vez en cuando los bocadillo.

Fue entonces que vio algo que sobresalió de su mundo blanco y negro en el que se había sumergido. Una cabellera del color de la sangre que contradecía su piel pálida que hacía lo mismo con sus ropas oscuras, sin embargo, apareció como una alucinación para después desaparecer como la misma.

 

De alguna manera, había sobresalido aún sin haber podido ver su rostro, pero pronto lo olvidó, nada podía interesarle ya.

 

Al salir, de todos era el que menos serpenteaba al caminar, lo cual no fue suficiente para chocar con un muro y caer.

Alguien lo levantó, alguien lo suficientemente fuerte como para levantarlo de un tirón y lo bastante grande como para pensar que se trataba de un muro. Apenas se recuperaba, vio dos grandes ojos que lo miraban con demasiada atención, unos ojos rojizo dorado que lo atraparon. Era una piel inmaculada,  de lozana palidez, con la cabellera roja que sobresalía. Era de gran tamaño, musculoso y de mirada fija, en ese momento, ambos se miraban con intensidad, como si se reconocieran y estudiaran. Era la misma alucinación que lo había llamado antes.

 

Law pensó en que era el hombre más interesante que se hubiera topado, pues sus ojos ámbar intensos delataban una fuerte personalidad. La fuerza con que lo sostenía era fascinante, como todo él; exudaba un aroma a hombre, muy diferente a la de Hakuryo, del cual no tuvo conciencia en ese momento.

 

Ambos no apartaban sus intensas miradas, las cejas y pestañas del pelirrojo apenas se anunciaban, sus facciones viriles llamaron en Law la ilusión olvidada en la casa de Smoker, mientras el otro soltaba poco a poco su brazo.

El sonido de un celular interrumpió, ambos se compusieron un poco, aunque el pelirrojo no dejó de mirarlo.

—Hola... Sí, estoy por regresar a casa... No estoy borracho...

La mirada del chico cambió después de unos parpadeos, parecía salir de un trance y regresar a su realidad.

—Paso por ti.

Después de colgar, le miró nuevamente como si se sintiera avergonzado.

—Era, era mi novio, debo pasar por él. Ten más cuidado.

Lo vio marcharse, no sin antes ver que miraba a su dirección otra vez.

 

Nuevamente se vio solo en la calle sin ilusiones, otra vez todo se tornaba en blancos y oscuros mientras las vibraciones de la varonil voz del hombre de piel inmaculada resonaba por su cuerpo.

Si en otros tiempos se hubiera topado con ese pelirrojo, no hubiera dudado en conseguir que dejara a su novio plantado, pero el ánimo se le había apagado, no se sentía con las fuerzas necesarias para seducir otra vez a ningún hombre. Aunque pareciera que con ése, las cosas hubieran fluido de otra manera.

 

Se olvidó entonces de esa cabellera roja, profunda voz y los ojos intensos.

 

Dos años ya habían pasado desde que su relación con Hakuryo había terminado, dos años que le habían pesado como toneladas de sal sobre su espalda. Sabía que a Hakuryo le iba bien, al igual que él, no tenía pareja, tal vez ya se había dado cuenta que no servía para eso. Su puesto en la política iba en aumento y se decía que sería el próximo gobernador de la cuidad. Law no lo dudaba.

De vez en cuando se encontraban, Hakuryo siempre le decía que lo protegería, Law respondía que lo sabía, no había mejor manera de cuidar a Law que manteniendo las calles libres de crímenes.

—"Eres joven Law—Le repetía una y otra vez Kuzan y palmeaba su espalda—, pronto llegara alguien. Olvida a ese idiota".

Law se limitaba a sonreír con nostalgia.

Estaba convencido que su vida ya no tomaría aquel curso anterior a Smoker. Dos años habían pasado y Law aún sentía frío por la noche, miraba a un lado de su cama imaginando la ancha espalda, el cabello pulcramente peinado y su aroma. Decir que había intentado olvidarlo sería exagerado, simplemente, Hakuryo estaba en su piel. Había llegado para destruir su vida, claro que el primero en meterse en ese problema había sido él mismo por haberse fijado en el policía que lo había perseguido por toda la ciudad.

 

Ahora Law era el jefe de cuadrillas, siempre subía a las ambulancias y atendía las emergencias. Se mantenía en tácita espera de una llamada de auxilio, inmerso en un mundo lleno de recuerdos y miseria amorosa.

—¡Ey, Law!

Trafalgar miró sin entusiasmo a su compañero, un tipo alto y de cabellera negra que le gustaba portar una ridícula gorra en forma de pinguino.

—¿Qué pasa Penguin ?

—La construcción de la calle diez colapsó, hay cinco personas heridas. ¿Cuál es la orden jefe?

Ese chico era un entusiasta, siempre se le veía de buen humor. De los mejores amigos que lo invitaban a beber y no caía.

—Unidad cuatro, apoyen a unidad dos en la construcción de la calle diez.

Gritó a un chico de boina azul que ya subía a la ambulancia.

Las calles a esa hora del día lucían despejadas, siendo la hora en la que muchos trabajaban les daba la comodidad y la buena fortuna de llegar rápido.

Miles de curiosos rodeaban la zona mientras que agentes de policía y tránsito trataban de alejarlos ante la amenaza de un nuevo desplome. Se limitaron a atender a los que estaban ya fuera de peligro en lo que llegaban los bomberos, al parecer, había alguien atrapado entre las vigas.

Para Law, mantener su mente ocupada en su trabajo, por el momento era todo lo que tenía, sólo así, el color de la sangre y huesos expuestos daban color a su descolorida vida, los gritos y lamentos de dolor, le recordaban que no era el único que también lo hacía, y salvar una vida, era como salvar la propia en ese mundo en el que había quedado atrapado, que eran los restos de esos a los que había pertenecido.

 

“Sé que te lastimé, pero diablos

fue tiempo atrás,

¿Aún tienes que llevar esa cruz?”

J. W. Lennon

Notas finales:

Ok, espero haya sido de su agrado, si les intereso, gracias, subiré el segundo capítulo cuando pueda, pero no se preocupen, como ya lo dije, esta historia ya está 80% terminada, solo que tengo algunos problemas técnicos •-•


Y ya saben: Dudas, comentarios, sugerencias, quejas,, donaciones, chicles, caramelos, papas, helado ... Mmm, helado ... XD ok, ya saben, haganmelo saber :D


Muchas Gracias por su tiempo, cuídense mucho y hasta entonces  (^-^)/


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