Porque… - caí de rodillas sobre la grama llevándome las manos hacia mi pecho exactamente donde se encontraba mi corazón roto, destrozado y que en estos momentos e mandaba un inmenso dolor.
Hoy la tristeza se ha apoderado de todo mí ser, me refugio en el dolor y en la soledad, no sé por dónde empezar pero sé que fui un grandísimo idiota en no amarte estando tan carca de ti, todo fue por mi estúpido comportamiento por no saber que realmente te amaba y ahora… que no te puedo ver ni tocar, te extraño tanto, tengo miedo de saber que te has ido para siempre y nunca te volveré a ver y que esa verdad que me estalla en la cara y acaba mis esperanzas. Si tan solo Dios me diera otra oportunidad de decirte cuanto te he amo y te sigo amando, que mi corazón te pertenece y siempre te pertenecerá, como quisiera correr esa cortina tan frágil, vulnerable y a la vez es tan difícil de penetrar que ahora no me deja verte y me separa de ti.
Sé que qué aun estás conmigo, lo sé, porque puedo sentir tu presencia cerca de mi tan natural y perfecta pero si no fuera por esta cobardía que atrapo todos mis movimientos en aquél instante no fuera pasado esto. Perdóname por mi culpa tu estas aquí, por mi culpa te quitado la vida. Este será mi castigo, el castigo que merezco sufrir y hundirme en el dolor con mi corazón roto.
Mi desprecio fue tu eterna condena y nuestro castigo siendo tú el de las consecuencias graves y ahora solo eres un recuerdo que no podré olvidar. Suplicare que regreses pero tendré que aceptar que nunca volverás
Observe tu nombre escrita en la lápida – te amo…. – siento como las gotas de agua comenzaban a caer sobre mi rostro comenzando a llover, me levanto si quitar mi mirada sobre tu lapida – solo me queda decirte adiós… - con mucho dolor me di vuelta comenzando a alejarme del lugar