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Elecciones. por Layonenth4

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Notas del fanfic:

Advertencia: AU. Parent!lock

Capítulos: 3/3... a lo mejor pongo un lindo epilógo, pero aun no se si seria demasiado Fuffly para mi oscura mente. Ya vere ¬u¬

Desclaimer: La serie de Sherlock le pertenecese a la BBC. Pero Sherlock es de Watson y Watson de Sherlock, segun el sagrado testamento de Sir Arthur Conan Doyle, su creador TTuTT

Inspirado: la serie Grey'sAnatomy Buena Vista H.E. & Touchstone H.E.

Detalle: lo que este en cursiva seran los pensamientos de John.

Notas del capitulo:

Pos que decirles... esto surgio de la nada y pues aquí lo vengo a compartir. Tambien esta en FF.Net bajo el mismo usuario.

Capítulos: 2/3... a lo mejor pongo un lindo epilógo, pero aun no se si seria demasiado Fuffly para mi oscura mente. Ya vere ¬u¬

Detalle: lo que este en cursiva seran los pensamientos de John.

 Te toca elegir...

Los secretos no tienen cabida en la ciencia

La medicina se las ingenia para sacar a la luz las mentiras

En el interior del hospital la verdad está al desnudo

Fuera del hospital… bueno, es otro asunto.

- Meredith Grey, Greys anatomy 1x9

~*~

 

 

La vida de John Hamish Watson siempre ha sido bastante desalmada, difícil y un poco incompleta. De padre alcohólico y madre enfermera militar ausente, hasta el punto donde ya no supo nada más de su hermana mayor cuando la corrieron de la familia por querer ser a su modo. Después un internado bastante del infierno, un “enamoramiento pasajero”, un matrimonio indescriptible, para largarse de esa infernal ciudad, dejando su estresante trabajo e ir a  refugiarse a un lugar remotamente lejano de su antigua vida y problemas conyugales. Su peor problema de hecho, pero eso ya es punto y aparte.

Oh si, nada de su pasado lo había seguido a Seattle-Washington, nada. Bueno, posiblemente el terrible clima húmedo, pero eso es lo que le relajaba; escuchar la lluvia tranquila y chapotear las suelas de sus zapatos contra lagunillas, tener esa casita en el campo y un buen trabajo en el mejor hospital de la ciudad, Seattle Grace Hospital. Ser cirujano y jefe de neurocirugía en Londres siempre era difícil, el crimen de primer grado allá era la gran causa de sus pacientes; con contarles que en su programa como interno recibió al marido infiel con un tenedor en los testículos, tal vez a la maestra de piernas rotas cuando su alumna de tercero la aventó por la azotea o aquella… total, perturbador en toda palabra.

Sentado en una de las sillas de espera en la entrada principal se recostó un poco más, tallándose los ojos por el cansancio y tratar de mantenerse despierto todavía. Faltaban años para sus cuarenta y no quería empezar la cuenta regresiva, pero su trabajo era tan exprimente que posiblemente ya le esté tomando factura tan temprano. Tal vez, la falta de actividad que había en la ciudad…

 

No, así está bien. Sin actividad, todo tranquilo.

 

Se acarició la frente y suspiro de nuevo. Esos pensamientos furtivos debería mantenerlos aún más alejados, ya que eran problemáticos.

No podía retirarse a tomar una ducha, había quedado con su novia Mary para ir a cenar; la enfermera era de lo más cariñosa, amistosa y bonita, congeniando tan bien que casi sin discusiones ni problemas albergaban su noviazgo. Ella era la elegida, tanto que con tan solo seis meses de romance ya se sentía preparado para darle esa misma noche el anillo con un diamante que cargaba en su chaqueta. Porque ella era lo que cualquier hombre pedía para un matrimonio normal. Porque era lo que necesitaba… lo que necesitaba… bueno, lo que la gente decía que siempre debe acompañar a un hombre de bien.

Entonces soltó otro suspiro y aplasto sus labios en una sonrisa cansada. Debía mantenerse despierto si esa noche lo tenía planeado, pero realmente su última cirugía duro trece horas y hubiera llamado a la enfermera si no hubiese apagado su celular. Pero si no lo hubiese apagado, él seguiría mandando sus mensajitos y llamando. Lo conocía perfectamente, era capaz de rastrearlo con la ayuda de su hermano, aunque este estuviese kilómetros y millas lejos de su poder, no, sabía que eso no era ningún obstáculo para el simple empleado del gobierno británico.

Escucho el resonar de los tacones y a esas horas supo que solo podía ser ella, quien le hizo formar una pequeña sonrisa admitiendo que se veía preciosa con esa gabardina que se ceñía a su cuerpo y que seguro, debajo traería el vestido negro que le regalo el mes pasado y que no habían tenido oportunidad de estrenarlo  con todo el trabajo reciente. Pero hela ahí, ¡hasta su físico era agraciado! Rubia de ojos azules celestes, ¿qué más normal y perfecto podía pedir a ese mundo, después de la vida tan mierda que había llevado?

— ¿Me esperaste mucho? — su cantarina voz le indico su cercanía, entonces se levantó y de su cara desapareció toda señal de querer dormir toda la eternidad, solo mostrando esa sonrisa que tenía a diario

— No tanto. ¿Lista? — ella le puso una bufanda roja de estambre pomposo en frente y él después de unos segundos de entender el mensaje la tomo y comenzó a enroscársela al cuello.

Finalizo y ella le dio una sonrisa coqueta, de esas que siempre le daba a él y como le gustaría responderle con una con la que ella sintiera todo lo que él siente, pero… bueno. Ya habrá tiempo de por vida, siempre se animaba el lamentable rubio.

Entonces no supo por qué, no supo cómo o qué, pero decidió dejar los ojos tan claros de Mary y mirar por donde ella llego, más atrás y saliendo de las sombras con un paso dominante y especial, moviendo caderas como si de una pasarela se tratase para presumir aquellos zapatos negros, el entallado traje sobre sus largas piernas o tal vez el abrigo negro junto a la bufanda azul que llevaba en su mano, mientras descuidadamente desvergonzado se acomodaba el saco estrujando su cintura o resaltando la camisa purpura abierta con los dos botones iniciales. Tal vez fueron los rizos que de adelante hacia atrás bailaban a su son cuando detuvo su candente paso, la palidez de su rostro que resalto bajo la luz blanca de la recepción o el hecho de que su brillo ocular comenzó a buscar más allá de su presencia. No, sabía perfectamente que leía su alma.

Cuando esos ojos, cuyo color no podía distinguir por la lejanía pero si recordar por sus sueños no bastante inocentes, se dilataron y después de un brillo cálido saliendo de su iris se formó una capa de hielo, resaltando el erróneo hecho de ser verdes ocre, y no su hermosa heterocromía.

— Mary, lo siento. — su novia frunció el ceño sin entenderlo, pero disculparse tan rápido y alterado fue lo único que podría hacer de todas formas, como en los viejos tiempos.

— ¿Qué? — genial, ella no se percataba que se acercaba el señor de las tinieblas hasta ellos. Oh tal vez si, solo que seguro y lo confundió con un top model, como todos siempre lo hacían.

— Hola John, ¿saldrás a cenar? — esa voz tan grave y severa, tan llena de falsa cordialidad y casualidad para su gusto. Le molestaba tanto.

— ¿Qué haces aquí? — lo enfrento con todo el fastidio y rabia que pudo convocar para no mostrarse intimidado.

Tenía frente a él las pupilas azules con motitas verdes adornando el iris, mientras que un gris plata decoraba el contorno de los mismos. Solo eso él lo sabía pues había estado tan cerca de ellos como se permitía la anatomía, otros podían pensar que eran un reflejo de alguna galaxia, él sabía que eran un arma mortal.

— ¿John? — lo llamo Mary sin entender, él le iba a decir que huyera, pero fue interrumpido cuando el otro sujeto no invitado dio un paso hacia ella con esa sonrisa que prometía el caos

— Oh perdona, soy Sherlock Holmes-Watson. O solo Watson si prefieres.

— ¿Wa… Watson? — Mary lucio pálida y un segundo después toda roja y con los labios temblando ante las ideas que certeramente se formaban en su mente. John se golpeó la frente, sabiendo que todo se había perdido

— Repites lo obvio, una reacción de asistente quirúrgica por supuesto. John jamás se rebajaría a más. — oh no, ahí está el tono desagradable y aún no termina porque ya ha puesto su expresión inocente con los ojos en llamas y levanto su dedo índice con acusación — Y tu seguro, eres la enfermera en turno que se acuesta con mi marido.  

— ¡Oh Sherlock! ¡Por favor! — sí, la ha atacado y con ver la cara de Mary estaba claro que se sintió más que ofendida, realmente sintió culpa y vulnerabilidad. Una mujer fuerte caía ante un sujeto… poderoso, no hay porque negarlo.

Lo que si hay que negar, era el retorcijón que paso por toda su vertebra ante la palabra “marido”.

— Yo mejor me voy. — anuncio la rubia sin poder levantar la mirada, aunque por su tono “furia” es lo que diagnosticaría cualquier doctor

— ¡No, Mary! — Intentó detenerla sujetándole con delicadeza pero la enfermera se resbalo de su agarre y salió a zancadas largas. Entonces era su turno de voltear a mirar al otro con enojo, aunque el moreno ni se inmuto ante su mirada, lo que lo cabreo más — Tienes que estropearlo todo, ¿no?

— Si hicieras caso a mis intentos de comunicarme contigo, esto no hubiera pasado. — típico de Sherlock, tener una respuesta para todo

— ¿No fui claro? Dedúcelo Holmes, no te quiero ver. — Con sus manos hizo ademanes como si se lo explicase a un niño. Un niño muy grande al fin de cuentas.

Pero el moreno rodo los ojos y hablo con toda arrogancia que lo definía, y esa que en algún momento ocasionó fantasías reales en el rubio doctor. Esa actitud, esa frialdad que era tan sincera como las sonrisas que muy pocas personas eran elegidas para ser merecedoras de ellas. ¡Pero en ese momento solo le dieron ganas de romperle su linda carita de cachorro ofendido!

— Como siempre, tan ordinario. — Sherlock dejo ver un folder tamaño oficio bajo su brazo y lo estiro a Watson. El titular de pediatría miro el sobre, después a Sherlock y repitió la acción tres veces con una incredulidad obvia, pero el rizado no desistía y después de un bufido, el rubio lo tomo con desgana — Estoy aquí por trabajo. Un niño sin hogar de seis años con tumor mariposa agresivo, intento salvarlo con el nuevo procedimiento de reducción.

— ¿La fórmula de supresor que desarrollamos? Dios santo. — John abrió el folder mientras escuchaba al moreno  con mucho interés, desapareciendo toda molestia de su sistema instantáneamente.

Observó las radiografías alzadas hacia arriba aun con poca luminosidad, pero a sus ojos expertos todo era claro y fascinante. La emoción, el poder de conocimiento y la agresividad regresaba por todo su cuerpo como en aquellos días en Londres, cuando entre Holmes y él creaban un milagro en los laboratorios del Barts que todos creían un sueño, que había cobrado la vida de tres pacientes hasta donde él estaba enterado y centenar de decepciones. Pero ahí seguía la energía y la esperanza una vez más… lo que lo jode, es que otra vez la idea de “un mundo mejor” este en manos de Sherlock.

— Logre que funcionara John. Perdimos dos más, pero los estudios de este niño y su cirugía salieron de acuerdo al plan. ¡En un niño! — John escucho todo aquel parloteo que él no era capaz de vociferar por estar boqueando como idiota, pero alejo sus ojos de las radiografías a esa innombrable galaxia ocular

— Impresionante. — fue lo único que pudo murmurar con la sorpresa plantada en sus facciones, el subir de su pecho por una respiración de orgullo con una sonrisa. Pero bajo la mirada cuando cayó en cuenta a quién le alargaba los labios en su mueca feliz.

Metió las radiografías en el folder de nuevo con los movimientos más lentos que al sacarlos y apretándolos contra sí mismos. Era cociente de la mirada sobre él pero no quería tomarle importancia, ¡ni siquiera quería sentirla!

Se había separado de Sherlock no legalmente pero si consciente y vergonzosamente con lágrimas en los ojos, cuando ya no podían ir al mismo compás y decidió irse antes que el moreno lo dejase por un futuro que no sumaba a los dos juntos, que de hecho, contaba con un tercero que prefirió su marido. Busco un nuevo inicio en otro país con la idea de olvidar todo lo que la bandera rojo, blanco y azul significaban para él; desde el té hasta los gloriosos días nublados pero no mojados de Britania, las galletas de la señora Hudson y esos extraños aromas que bombardeaban cada día el 221B de Baker Street.

Y ya no lo quería de regreso, no después de sentirse inútil, desplazado, remplazado y olvidado por la persona que tanto amaba y que supuestamente juro sentir lo mismo. Era cursi, tal vez trágicamente poético, pero como siempre, en ellos no importaban las etiquetas que los gobernaban.

Con ese pensamiento en su decisión ignoro el brillo triste que era capaz de reconocer en el otro, alegando que solo era su imaginación queriendo creer lo que no era como en aquellos días negros. Escucho un suspiro casi indetectable para el oído humano y también el chasquear de la lengua en la otra boca cuya textura tenia gravada en su lengua.

— No puedo hacerlo solo. — rompió Sherlock el morboso silencio, logrando que John levantara la cabeza negando.

Quería decirle que no, que se largara y ganara él solito el Premio Scoville* por ese gran avance medico al que renunciaba con tal de no respirar el mismo aire. Dicho premio que de hecho a soñado tanto con tenerlo entre sus manos desde que se enteró de su existencia, un título que lo llevaría hasta el mismísimo Nobel ¡por todos los cielos! No solo era una maldita oportunidad en su carrera sino que también, para su vida y esa mitad oscura de un John-pon-el-mundo-a tus pies-Watson que le gritaba que no fuera estúpido y dejase ir la gran oportunidad de su vida: ser reconocido sobre todo cirujano al lado de un sex-symbol.

Tal vez debería tachar eso último. 

— Por supuesto que no. — soltó el aire de sus pulmones y con resignación metió el folder a su mochila-portafolio con algo de brusquedad, sin poderse creer que en serio estaba aceptando el juego macabro de ese tipo. —Pero esto no cambia nada. Solo será trabajo y después  volverás a Inglaterra. Volverás a tu vida y me dejaras a mí.

Directo y al grano, al quedarse sin palabras dio la vuelta a rápidos pasos para retirarse a su casa. ¿Debía llamar a Mary? Nah, mañana seria otro día y por esa noche ya tenía mucho drama para su pobre cerebro y conociéndola solo sería tiempo perdido.

Pero al estar afuera poniéndose la chaqueta, algo le dio por voltearse a indagar si Sherlock seguía ahí. Claro que no estaba ahí, pues cuando volteo la recepción estaba tan vacía como la dejo a excepción de la enfermera en su turno nocturno. Pero, ¿Sherlock tendría donde hospedarse? ¿Hotel o alguna casa de renta? ¿Cuánto tiempo se quedaría en el hospital? ¿El jefe lo sabía o como siempre el doctor hacia lo que le venía en gana? ¿Habrá ido a Seattle acompañado?

 

¡Por supuesto que no me importa!

 

Molesto por el hecho de haberse molestado con la última pregunta, se cerró la chaqueta con fuerza y comenzó a caminar hasta su camioneta con la furia clara en su cara. Si fue o no acompañado con el otro subnormal no le importaba, ni le tenía que pasar por el pensamiento esa idea, pues Sherlock era tan libre como él aunque…

 

Nunca firmamos los papeles de divorcio.

 

John aun tuvo la banal esperanza de que el moreno regresara a última hora, así que hasta que ya sus cosas estuvieron empacadas en cajas para dejar Londres los papeles seguían en el mismo lugar en la mesa de la cocina y ahí los dejo después de largarse. No tuvieron abogado o juez presente nunca, Sherrinford se había encargado de ello y Mycroft junto a Greg fueron los intermedios entre ambos para los acuerdos mancomunados, y por lo que sabía al azabache le importaba tan poco que tampoco los firmo. 

Y hablando de Greg…

 

Ese traidor…

 

John tomo su celular ya dentro de su camioneta y marco un número internacional al que solo pocos tenían acceso y él era de quien tenía más llamadas de Londres, pero por fin tenía su pera de boxeo para sacar su frustración.

¿Hola...? — le contesto una voz cantarina, pero claramente nerviosa… ¡aja!

— ¿Qué clase de amigo traidor eres, para no decirme que esta noche seria mi desgracia? — un suspiro vencido y silencio culpable se instaló en la línea, pero de esa, Lestrade no se le escapaba.

Notas finales:

1) Globstoma humano o "tumor mariposa": tumor que se abre en cobertura del cerebro hacia ambos lados, pero puede crecer de uno más que otro.

2) Superdor contra tumores: esto no es tan ficticio, porque en la universidad de Carolina ya es una investigación, pero aún no entra en la etapa práctica. Aun así, lo mencionan como ensayo clínico en la tercera temporada del Grey0s Anatomy.

Y pues como al parecer no tengo nada que hacer y mi mente me traiciona, e aquí una nueva idea que resulto venir despues de estar encerrada una semana en el hospital, y otras dos más de reposo con Grey'sAnatomy y unas palomitas. Juro que de inmediato mi mente dijo "¡Esto debe ser JOHNLOCK!" y pues así. Debería estar haciendo el fic para el Baker Slash Fest o Aniversario del Foro "I am sherlocked". ...pero pues ya ven, esto es vergonzoso en cierto sentido ¬n¬

 


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