Se encontraban sentados esperando el tren. No había gente alrededor, parecía que estaban en algún mundo aparte. La atmósfera era apacible, aunque hacía mucho calor, estaban comenzando las temperaturas de verano. Ambos miraban hacia el horizonte tranquilamente, esperando el transporte que los llevaría a sus casas. O eso creía Nagisa, que bamboleaba sus piernas al compás de alguna canción que rondaba en su cabeza, mientras se dedicaba a disfrutar el helado de vainilla que se había comprado para afrontar el calor.
Pero Rei no miraba el horizonte. Ni estaba tranquilo. Miraba disimuladamente a su compañero. No era el movimiento de piernas lo que llamaba su atención. No, el objeto de su mirada estaba más arriba, aunque también se movía. Era la pequeña y rosada lengua del rubio, que subía y bajaba armónicamente degustando toda la superficie del helado. El contraste del rosa de su lengua y el blanco del helado; la suavidad de ambas superficies, los movimientos lentos pero seguros, la mirada de Nagisa de estar disfrutándolo, todo eso le parecía hermoso. Demasiado bello. Pero también excitante. Alarmantemente excitante. Quería que esa lengua rosada se moviera sobre otras cosas. Sobre él. Sobre ciertas partes de él….
Sacudió violentamente la cabeza. ¡No! ¡No podía estar pensando en esas cosas! ¡No él, Rei Ryugazaki, un ser completamente racional y centrado que jamás caía bajo sus instintos! ¡No con Nagisa, su amigo, la personificación de la dulzura! Eso estaba mal bajo cualquier punto de vista. Eran los dos hombres. Y amigos. No podía pensar en cosas que involucrasen sus cuerpos. Y menos con Nagisa, que se veía tan frágil. No quería pensar en “perversidades” con él. Aunque su inconsciente sabía que el rubio había demostrado no ser inocente más de una vez…
-¿Qué ocurre, Rei-chan?-preguntó preocupado el rubio, interrumpió su bamboleo de piernas y lenguas. Volteó para verlo fijamente.- ¿Tienes calor? ¿Quieres?- dijo mientras extendía la mano con la que sostenía el helado.
Rei lo miró fijamente. Ahí, en ese dulce, había estado la lengua tan preciada. Quizás si él también lo lamía podría encontrar ese sabor…casi como un beso indirecto. Y no sólo eso: quien sostenía el helado era el mismo rubio. Lamer algo que él mismo le ofrecía….
-No gracias.-dijo secamente. No podía caer en esa tentación. Estaba mal. Pero peor aún: no sabía hasta donde podía llegar su límite. Debía mantener una cierta distancia del rubio si no quería verse rendido a no soltarlo nunca más…
- ¿Eh? Oh, bueno.-dijo el rubio tristemente. Aunque luego volvió a sonreír.- ¡Más para mí!
- ¿No.. te da….un poco de…asco?-preguntó queriendo parecer casual.
-¿Mmm? ¿Asco?- dijo in dejar de comer.
- Eso.- dijo mientras se acomodaba los anteojos para no ver tan directamente a su compañero y sus ojos y su lengua y su helado y todo.- Ofrecerme un helado que ya has comido y que seguirás comiendo luego de que yo haya colocado mi saliva en él…
-¿Tienes algún tipo de enfermedad contagiosa?-dijo el rubio abriendo los ojos, sin comprender.
-¿Eh? ¡Claro que no!
- Entonces…-dijo tranquilamente.- ¿Por qué debería darme asco compartir algo así con Rei-chan?
Lo había agarrado con la guardia baja. Pensaba que iba a responder que no le importaba, que no se preocupaba por esas cosas.. pero lo había nombrado. Como si que fuera él era una condición para que no le importara compartir su saliva. Nagisa lo había sorprendido…otra vez.
-Po-por el inter-ercambi de saliva y flu-fluidos y….-suspiró.- Olvídalo.
Nagisa lo miró sin comprender, pero rió. La expresión de Rei era muy graciosa. No sabía bien por qué, pero estaba sonrojado. Sosteniéndose los anteojos como si se le fuera a caer una máscara…
En su diversión, Nagisa tiró su celular. Aterrizó en el piso, justo entre las piernas abiertas de su compañero.
-Nagisa-kun, deberías tener más cuidado…
- Ahh, qué torpe~ Ahí lo agarro, quédate así
-¿Eh?
El más pequeño se apoyó en una pierna de Rei para luego inclinarse hacia el suelo. Con una mano sostenía el helado, mientras que con la otra trataba de alcanzar su celular. Y su cabeza estaba allí, entre las piernas del peli-azul. Moviéndose ligeramente, tratando de ver dónde estaba su teléfono.
Rei se congeló al instante. O todo lo contrario. ¡Tenía la cabeza de Nagisa entre sus piernas! “Sólo está buscando su celular, en cualquier momento lo encontrará y se levantará y listo” trataba de repetirse, mirando hacia delante. Pero sus ojos bajaban a su entrepierna, a esa cabellera rubia que estaba allí, moviéndose un poco. Apretó sus puños con fuerza, en un intento de resistir la terrible tentación de tomar esa cabeza entre las manos y obligarlo a permanecer allí, frente a su zona más sensible.
-Tsk, no lo encuentro. ¡No te enfades, Rei-chan! Debe estar por algún lado…
La lengua de Nagisa se acababa de mover allí, entre sus piernas. Se preguntó que hubiese ocurrido si no llevase pantalones, y hubiera sentido su aliento caliente. Se sonrojó salvajemente. ¡Arrrrgg, era tanta la tentación! Pero no, no debía caer. Debía ser fuerte. Por lo visto el rubio no sospechaba nada, incluso le había pedido que no se enfadase. Como si pudiera enfadarse por estar tan cerca de aquella situación que tanto anhelaba…
-¡Lo encontré! Aunque está un poco lejos…A ver si alcanzo…
Entonces, Nagisa inclinó todo su cuerpo debajo del banco, tratando de alcanzar el aparato. Su rostro tocó directamente el miembro de Rei, aunque sólo fuera por un instante. Pero ese contacto bastó para que el peli-azul suspirara, llegando a su límite.
-Aquí está. Por un momento pensé que no lo encontraría, jaja.- comentó Nagisa alegremente mientras se incorporaba, alzando su cuerpo pero sin alejarse de Rei. Pero entonces reparó en la extraña expresión de su amigo.- ¿Eh? ¿Rei-chan? ¿Ocurre algo?
Y es que el rubio se había incorporado tan rápidamente, que no se había percatado de que la mano que sostenía el helado había tocado su rostro. Así, justo al lado de la comisura de sus labios, tenía un trozo de helado blanco y viscoso. Y eso estaba siendo demasiado para el pobre Rei, que trataba de no lanzarse sobre él en aquel banco. Y que quería disimular el sonrojo de su rostro.
-Tienes…manchado…el rostro.
-¿Oh? ¡Ah! ¿Dónde?
-Allí, al costado… ¿Nagisa-kun?
Nagisa tenía sus manos ocupadas, una con el helado y otra con el celular. Así que sacó la lengua y comenzó a lamer el costado de su labio, tratando de llegar a donde estaba la mancha. Rei no lo soportó más. Allí estaba el rubio, con esa seductora mancha blanca en su rostro, con una mirada adorable, y moviendo esa rosada lengua furiosamente una y otra vez…
El peli-azul frunció el ceño y acercó su rostro al rubio. Antes de que este se sorprendiera, sacó su lengua y lamió la mancha de helado, al lado de sus labios. Nagisa, sorprendido, no dejó de mover su lengua, que se encontró con la de Rei. Ante el contacto, Rei se percató de lo que estaba haciendo y se alejó rápidamente. Un segundo más, y no se hubiera contenido de irrumpir en la boca de su amigo…y no muy tranquilamente que digamos.
-Eh…yo…-comenzó torpemente, sin atreverse a mirar al rubio.
Éste lo contemplaba sorprendido. Rei no solía actuar tan improvisadamente, pero cuando lo hacía, uno se podía esperar cualquier cosa. Como aquello.
-Gracias por limpiarme.- dijo alegremente. Rei se relajó. Bien, al menos no estaba enojado. Pero no fue esto lo que lo hizo voltear, si no lo que el rubio dijo a continuación.- Pero, lo siento. Creo que me he ensuciado de nuevo~-comentó con una risita traviesa.
Rei volteó. Nagisa lo miraba alegremente, con sus mejillas ligeramente ruborizadas. Cerca de sus labios, había otra mancha de helado, en un lugar parecido al anterior.
-Tengo las manos ocupadas. Así que, ¿Me ayudas, Rei-chan?-dijo inocentemente. Y luego con voz coqueta, agregó- ¿Por favor?
Rei contuvo la respiración. Allí estaba la situación que tanto había anhelado. Y era el mismo rubio quien se lo ofrecía, alegremente. Suspiró y sonrió levemente.
-Debes tener más cuidado, Nagisa-kun…-murmuró con fingido reproche, mientras se acercaba al rubio.
Pasó su lengua por la mancha, limpiándola rápidamente. Estaba tan cerca del rubio, podía sentir su respiración agitada, seguramente estaba nervioso tras su fachada de confianza. Y sintió cómo se acercaba esa pequeña lengua rosada que tanto había estado observando. Esta vez no se alejó, si no que acercó su propia lengua, para luego dirigir toda su boca. Comenzaron así a besarse. La boca de Nagisa estaba fría, seguro a causa del helado, y eso lo hacía más excitante aún, contrastando con el calor que su propia boca emanaba. Por fin podía apresar esa lengua, y tocar esos labios, y probar ese sabor…Rayos, eso no estaba bien. Estaba demasiado bien, y eso estaba mal. Porque no era sólo un beso lo que quería del rubio. Era más. Quería sentir esa boca y esa lengua y esa saliva en todo su cuerpo. Y su a vez quería saborear todo el cuerpo del más pequeño, cada rincón, incluso estar dentro suyo, mientras esos brillantes ojos magenta le pidiesen que no se detenga.
Podía controlar esos impulsos que lo asaltaban cuando estaba con el rubio, relativamente. A veces se complicaba, sobre todo en las prácticas de natación. Ahí sí se le dificultaba no asaltarlo, cuando sólo tenía puesto un traje de baño que dejaba a la vista todo su pequeño pero bien formado cuerpo.
Pero hasta esa situación se le hacía un chiste en comparación a esto. Porque realmente se le estaba complicando no hacer nada mientras jugueteaba con la boca de Nagisa, y éste con la suya. Su propio cuerpo se lo podía, sobre todo su entrepierna, que comenzaba a sentirse apresada dentro del pantalón. Y no podía hacer nada, no sólo por estar en un lugar público. No quería perder a Nagisa por sus estúpidos impulsos. No quería tener impulsos así. Él era una persona racional…¿no?
No lo soportó más. Era demasiada presión, demasiado confuso.
-¡Basta!- gritó más para sí mismo que para Nagisa, mientras se echaba para atrás violentamente. Y en su acto dramático de agitar su brazo, la desprevenida mano de Nagisa se abrió, cayendo su helado al suelo.
Los ojos magenta se abrieron. Su boca ya estaba abierta, porque había sido tan repentino el alejamiento de la boca ajena, que no había llegado a cerrarla. Su cuerpo se quedó quieto, su mano abierta y vacía, al igual que su boca.
Nagisa lo miró sin comprender, sorprendido. Rei sólo atinó a desviar la mirada, aunque aún podía ver la expresión desgarrada del rubio. Nunca lo había visto tan triste, tan descorazonado. No se movía, lo miraba fijamente, esperando algún tipo de explicación.
-Nagisa-kun…Lo siento…yo…
-Está bien.- dijo suavemente, y su tono lo desgarró. Pero lo peor fue lo que continuó.- No pasa nada, puedo comprarme otro.-y por alguna razón su sonrisa no combinaba con la tristeza de sus ojos.
Rei no pudo evitar alzar la mirada y verlo fijamente. Nagisa siempre lo sorprendía, pero esto era demasiado. Como si su disculpa hubiera sido por haber tirado su helado, como si no hubiera pasado nada. Como si no lo hubiera, de alguna manera, rechazado.
-De hecho, voy a comprarme uno ahora mismo. Sí, me voy.- dijo el rubio levantándose.-No me esperes, iré a otra parada más cerca de la tienda.
-Nagisa-kun….-dijo sin saber qué hacer, pero sabiendo que algo estaba mal.
-Rei-chan.- lo interrumpió secamente, mientras sus cabellos tapaban su rostro. Luego volteó y lo miró. El sol de la tarde iluminó una pequeña lágrima que decoraba su mejilla. Pero aún así, agregó, sonriendo como siempre.- Lo único que me debes es un helado.
Dio media vuelta y comenzó a correr. Rei miró como se alejaba. No pudo retenerlo, no había nada que pudiera hacer para explicarle….explicarle que era un idiota. Y que lo había herido por un error tan básico como no poder controlarse. ¿Cómo explicarle que era culpa de Nagisa, y no de él, por ser tan lindo? Era complicado. Miró al suelo, allí donde estaba el helado que él mismo había tirado en su confusión interna. Y recordaba aquella lágrima que escapaba de los ojos magenta. Había herido a la persona que siempre le sonreía. Y ni siquiera se había enojado, había dejado pasar todo como si no hubiera ocurrido. No podía dejar las cosas así. Ya había probado la suavidad de su lengua y de sus labios, no dejaría que escaparan por algo tan irracional como sus estúpidas preocupaciones. No dejaría que Nagisa mal interpretase las cosas y se echara la culpa. Y menos aún desearía que esas ojos llorasen por su culpa.
-------------------------------------------------------------------------
-¡Nagisa-kun!
El rubio volteó al oír su nombre. Normalmente, al reconocer de quién era la voz, lo hubiese hecho sonriente y animado. Esta vez tuvo el efecto contrario. Aunque no dejó de sonreír, no lo hacía con verdaderos ánimos. Estaba inquieto, y en verdad no quería tener que enfrentarse a Rei. Aunque le sorprendía que después de todo fuese el peli azul quien lo llamase desde lejos, incluso después de que él saliera antes del aula para caminar solo a la estación.
-¡Espérame!
El rubio se detuvo. Rei llegaba un poco agitado, habiendo tenido que correr un poco para alcanzarlo. Esto descolocó más al de ojos magenta.
-¿Ocurre algo, Rei-chan?
-Yo…el otro día….
-No te preocupes por eso, yo…
-No, en serio. Toma. Te lo debo.- dijo mientras extendía su mano.
Le estaba ofreciendo un helado de vainilla. Nagisa no pudo evitar sonreír, aunque aquello significara que Rei tampoco quería recordar lo demás que había ocurrido. O eso es lo que él pensaba. Extendió su brazo, dispuesto a tomarlo, pero Rei lo detuvo.
-Pero antes-dijo el peliazul. Acercó el helado e intencionalmente se manchó el rostro con él, cerca de sus labios. Luego tomó aire, tratando de disimular su sonrojo, y sonriendo agregó- Tú me debes esto. ¿Me ayudas a limpiarme?
El rubio lo miró completamente sorprendido, tratando de comprender. Dudaba sobre qué debía hacer a continuación. Se acercó a su amigo, se puso en puntas de pie y pasó su lengua sobre la mancha. Pero antes de que pudiera retroceder, se vio apresado por la boca de Rei. Éste lo besó intensamente, así que el rubio no se pudo negar. Cuando tuvieron que tomar aire, Nagisa se alejó un poco.
-Esta vez no vas a escapar-dijo Rei sonriendo, con sus labios aún cerca de los del rubio.
-¿No fuiste tú el que escapó ayer, Rei-chan?-dijo sorprendido.
- No, yo te dejé escapar por miedo a perder el control. Pero ahora no te dejaré ir, Nagisa-kun. Voy a seguir probando tus labios, y, luego, todo lo demás de ti…
Nagisa sonrió, mientras sus mejillas se ruborizaban.
-Siempre tan curioso, Rei-chan~ Pero lo mismo va para ti. No creas que esto quedará aquí.-dijo mientras acercaba su labios para continuar con el beso.
-¡Ah!- exclamó Rei al sentir frío en su mano. El helado que tenía se estaba comenzado a derretir, y se escurría por su cuerpo.
-¡Pero antes, comeré mi helado!- exclamó Nagisa animadamente, tomando el helado de la mano de Rei y alejándose alegremente, como si fuera un niño.
-¡Na-Nagisa-kun!-lo llamó sorprendido mientras lo alcanzaba.
-¿Qué pasa, Rei-chan?-dijo dulcemente, haciéndose el desentendido.- ¿Quieres de mi helado?-y agregó burlonamente.-¿O te da asco?
Rei frunció el ceño, y lamió un poco de helado, desafiantemente. Nagisa sonrió y lamió en el mismo lugar donde su amigo había lamido recientemente.
-Mmm sí, tiene un poco del sabor de Rei-chan.- dijo pensativamente, haciendo que el mencionado se sonroje.
Otra vez observó esa lengua sonrosada lamiendo una y otra vez el helado blanco. Pero no se preocupó más. Porque sabía que ya tendría oportunidad de disfrutar esa lengua recorriendo todos los rincones de su cuerpo. Y la mirada traviesa de Nagisa le aseguraba que eso sería pronto.