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Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

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Notas del capitulo:

Bueeeeeno :) Hola a todo el mundo. Aquí estoy con la continuación. Escribiendo a las tantas de la noche como siempre cuando mañana( hoy) tengo un examen jajaja (Creo que esto de escribir cuando deberia estudiar para un examen se está haciendo costumbre)

Muchas gracias por leer mi historia y espero que este capítulo os guste :) 

Saludos!!

Ambos muchachos se contemplaron en un completo mutismo. James recorría la figura del recién llegado con nerviosismo. Como si esperase que de un momento a otro aquel espejismo se desvaneciese. 

Christian tenía el típico aspecto de alguien que acababa de hacer un largo viaje, ropas llenas de polvo, los rastros de una barba incipiente mal cuidada, cabellos alborotados y piel morena producto de tantas horas en el camino frente al sol, pero aún así seguía desprendiendo la misma áurea atrayente de siempre, acompañada con esa mirada chispeante que no se apartaba de él. Cuando pareció convencerse a si mismo de que aquello era real un mix de emociones le azotaron sin delicadeza. Abrió y cerro el puño un par de veces, notando las palmas sudorosas. Por fin, con voz lastimera y quebrada habló.

—Ahora mismo no se si besarte o si darte un puñetazo 

Una sonrisa genuina apareció entre los labios de Christian. Sin mostrarse intimidado por las palabras del castaño le sostuvo la mirada. Con ese característico brillo en los ojos que le hacía resplandecer. Pero James no mentía, en aquel instante las ganas de abalanzarse sobre el pelinegro para abrazarle y contarle lo mucho que le había echado de menos equiparaban a las de darle una tremenda paliza por haberle dejado tanto tiempo solo sin avisar ni una sola vez. Por eso se mantenía estático en su sitio, incapaz de ordenar a su cuerpo cualquier acción. 

 

Christian metió las manos en los bolsillos de su pantalón desgastado por el viaje y se encogió de hombros con naturalidad. Su sonrisa pasó de una radiante a una que pretendía pedir disculpas, aunque el brillo de felicidad seguía en sus ojos.

—Sería mucho más interesante lo primero —Los labios del soldado formaron una sonrisa mucho antes de que él pudiese retenerla. Había echado de menos esa arrogancia, esa estúpida arrogancia. 

 

 No fue consciente del momento en el que ordenó a sus músculos moverse, pero lo siguiente de lo que tenía memoria era de encontrarse entre los brazos del ladrón y de haber hundido su rostro en el pecho del mayor. Christian se carcajeó dulcemente, provocando en el soldado una ligera sacudida al estar apoyado a su torso. Aún con el rostro oculto en la camisa del otro James no notó como temblaba la mano del ladrón cuando la alzó para acariciar sus cabellos. 

—¿Sabes? Juraría que has crecido unos cuantos centímetros desde la última vez que nos vimos— James frunció el ceño y por fin alzó el rostro fulminando al ojiazul con la mirada, pero sin apartarse ni un milímetro de él.

—Si no te hubieses ido tanto tiempo no notarías ningún cambio— 

La sonrisa divertida de Christian se transformó en una especie de mueca de arrepentimiento. El muchacho estrechó con más fuerza al menor entre sus brazos y suspiró mientras apoyaba el rostro en la frente del ojiverde.

—Haya paz, por favor. Llevo demasiado tiempo esperando este momento —James no pudo evitar sonreír. Sonreír porque él también llevaba siglos esperándolo. Después de tantos líos y quebraderos de cabeza algo en su interior pedía un poco de paz por una vez en su vida. Por ello cuando el pelinegro le agarró del mentón para obligarle amablemente a alzar la cabeza no se resistió, y cuando sus labios chocaron con los de Christian no hizo más que disfrutarlo. Se agarró con fuerza a la camisa roída del mayor y se  permitió a si mismo disfrutar de los placenteros escalofríos que le causaba ese contacto. Ninguno de los dos muchachos parecía estar por la labor de separarse, pero al final la necesidad de aire venció el juego y Christian separó el rostro del de James soltando un pequeño gruñido de frustración. No estaba dispuesto a separarse del menor tan pronto, ladeó la cabeza para mordisquear el lóbulo del soldado y no pudo evitar sonreír al notar como este contenía la respiración, pero cuando iba a bajar por el cuello del menor dispuesto a turbarle un poco más la voz de James le interrumpió.

—¿Me vas a contar dónde has estado todo este tiempo?  —El pelinegro detuvo su avance y se incorporó poniendo un poco de espacio entre el menor y él para poder mirarle al rostro.

— Te prometo que te lo contare, pero ¿Puede ser en otro momento? Ahora mismo solo me apetece descansar 

 James adoptó una expresión seria y asintió con la cabeza. Podía esperar para saberlo. Aún así una sonrisa pícara no pudo evitar salir de nuevo de los labios del castaño.

—Pues me parece que eso de descansar no lo vas a conseguir. Cuando Elena te vea va a ser un caos.

 

 

El castaño tenía razón. Cuando juntos atravesaron las puertas del castillo hacia la habitación que él hacía unas horas había abandonado dejando a Jenna y a Karen con sus cosas se encontraron de nuevo a los dos enfrascados en una profunda discusión acompañados por la hermana pequeña del Ladrón, que había encontrado un trabajo en el castillo gracias a James. La chica nada más ver a su hermano aparecer en la sala soltó los papeles que tenía, esparciéndolos por el aire, y corrió a saltar encima del muchacho en un fuerte abrazo.

— ¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía! — El pelinegro se echó a reír ante la efusividad de su adorada hermanita. La sostuvo en el aire y la estrecho fuertemente contra sí. Sintiendo como si de alguna forma hubiese vuelto a casa. 

— ¿Que tal todo enana? Veo que te las has arreglado bien mientras no estaba 

 La chica tras haber puesto por fin los pies en el suelo de nuevo le sacó la lengua a su hermano con aire infantil, pero sin borrar aquella sonrisa de pura felicidad de su rostro.

— Por supuesto ¿Acaso lo dudabas? Ya no soy tan pequeña como la última vez que me viste 

La sonrisa de felicidad Christian se transformó en una más melancólica. 

—Siento mucho no haber estado por tu cumpleaños — La muchacha negó con la cabeza y agitó la mano restándole importancia y sonrió con despreocupación.

— No pasa nada, con tal de que me compres un buen regalo todo arreglado —Christian sonrió aliviado, pero una voz al fondo interrumpió la conversación entre hermanos.

— Tampoco estuviste en el cumpleaños de tu novio 

— ¡Jenna! — Karen golpeó a Jenna de nuevo con el rollo de papeles en la cabeza mientras exclamaba con evidente reproche. La chica alzó una mano para defenderse y chasqueó la lengua irritada.

— ¿Qué pasa? Solo he dicho la verdad

Mientras Karen y ella de dedicaban a discutir entre murmullos lo que era socialmente correcto y lo que no, Christian volvió la vista hacia James sorprendido. Este evitó su mirada completamente sonrojado por las palabras de Jenna y murmuró unas palabras incomprensibles para el oído humano.

— ¿Tu cumple fue mientras estaba fuera? — Al ver la expresión de culpabilidad en el rostro del pelinegro James se apresuró a restarle importancia.

— No te preocupes. Nunca te dije cuando era mi cumpleaños así que no tenías manera de saberlo… De todas maneras en mi familia no hay mucha tradición de celebrar esas cosas 

 

Christian se mordió el labio, aún sin borrar esa expresión de angustia en el rostro. A veces se daba cuenta de lo poco que conocían uno del otro, pero era de esperar. Su primera relación solo duro un par de días hasta que el ladrón decidió cortarla y luego tras todo el tema de la ejecución solo habían estado una semana juntos para luego irse él enseguida. Elena contempló el rostro pensativo de su hermano y decidió poner fin a aquel silencio incómodo. Habló con energía, intentando infundir ánimos en la pareja. 

— ¡Bueno! Eso tiene fácil solución. Hoy celebramos los dos cumples por la noche en la taberna y listo — Su hermano iba a comentar que él prefería pasar una noche más tranquila, pero la voz de Jenna se alzó de nuevo.

— ¡Una celebración! Perfecto. Les vendrá bien cambiar de aires — Elena ,quién en estos últimos meses había desarrollado una amistad con la chica de pelo castaño, sonrió complacida mientras que James encarnó una ceja incrédulo y habló con un ligero tono de burla.

— Tú lo que quieres es bebida y comida gratis en la taberna. — Aún inmerso en su montaña de papeles Karen comentó en voz baja.

— Y librarse del trabajo, para eso siempre se anima — Jenna alternó la vista entre ambos, fulminado con la mirada.

— ¿Algún problema con eso? — Christian no pudo evitar echarse a reír por lo bajo. Divertido por aquella extraña relación que parecían haber desarrollado todos durante su ausencia. Mientras Jenna, Elena y James parecían discutir si hacer o no hacer una fiesta él se acercó a la mesa del rey y recogió los papeles esparcidos por el suelo que, minutos atrás, su hermana había lanzado nada más verle. Con aparente desinterés los fue hojeando por encima mientras los iba dejando en la mesa.

 

— Mucho trabajo ¿No? 

El rey suspiró exageradamente mientras asentía con la cabeza. 

— Últimamente todos los problemas se acumulan 

Un extraño silencio se asentó entre ambos muchachos. A pesar de toda la movida que habían vivido juntos Christian sentía una extraña incomodidad al hablar con Karen. Tal vez era el hecho de saber que aquel chico era alguien muy importante para James , como una especie de hermano mayor. O simplemente que dejando a un lado todo el revuelto de lo ocurrido con Karrick ambos nunca habían hablado tranquila y desinteresadamente el uno con el otro.

 

El rey no pudo evitar inspeccionar a Christian disimuladamente, sintió una repentina curiosidad por saber que era lo que su amigo James veía en ese chico. No es que tuviese nada en contra del pelinegro, lo contrario. Haber presenciado con sus propios ojos lo lejos que era capaz de llegar el ladrón por su amigo le había convencido por completo que aquel era un chico formidable, y se alegraba por James, pero siempre queda la desconfianza al tener en cuenta lo diferente que eran ambos. 

 

Fue Elena, que pegó un grito, la que rompió la atmósfera enrarecida.

— ¡Decidido! Hoy nos vamos todos de fiesta — Dicho esto agarró a James y a un Christian muy confundido del brazo y tiró de ellos insistentemente hacia la puerta mientras miraba a Jenna con una amplia sonrisa—. A las 10 en la taberna del puente 

Tras eso desapareció de la habitación, aunque aún se podían escuchar los quejidos de ambos muchachos por el pasillo debido al fuerte agarre de la chica. Jenna, apoyada en el marco de la puerta alcanzó a escuchar como la pequeña de la familia Law les regañaba:

— ¡Ah no! No os pienso soltar que luego os escapáis 

 

Inconscientemente una sonrisa asomó por la comisura de la chica, aunque con rapidez desapareció, volviendo de nuevo a su expresión indescifrable. Con lentitud desvió la vista hacia Karen. El chico seguía observando los papeles con el ceño fruncido. La chica comenzó a hablar con naturalidad

— Va a ser un poco problemático que salgas a la ciudad, pero creo que a estas horas con te bastará con una capa para pasar desapercibido— El muchacho no mostró ningún signo de haberla escuchado y siguió murmurando cosas para él mismos mientras parecía buscar algo entre la montaña de documentos. La joven se mantuvo unos minutos observando al castaño en pensativa, hasta que al fin descruzó los brazos y se acercó de nuevo a la mesa del despacho

 —Creo que ya ha sido suficiente trabajo por hoy 

 El chico apartó la vista de los documentos con sorpresa, como si no se hubiese percatado de que ella aún seguía en la habitación. Ahora que se encontraban a tan pocos metros de distancia la líder pudo percatarse de las ojeras que surcaban los ojos del joven. Este se frotó la frente con el dorso de la mano y esbozó una sonrisa amable.

—Tal vez tengas razón. Creo que empiezo a delirar. Juraría que hace unos segundos tenía unos documentos en la mano que ahora no encuentro por ningún sitio —La chica soltó una pequeño suspiro de exasperación al ver como el chico volvía la vista hacia el montón de trabajo con angustia. Con firmeza agarró a Karen por la manga de la camisa para llamar su atención de nuevo. 

— Mañana los encontrarás. Ahora es momento de tomarse un respiro.— Algo en la voz de la chica dejó claro que no era una petición sino más bien una orden. Karen la miró serio unos segundos, pero al final acabó mostrando esa sonrisa de pura amabilidad que solo él sabía hacer.

—Tienes razón.

 

 

En aquellas épocas del año (Bien entrado el otoño) a las diez de la noche las calles ya se habían oscurecido y empezaban a iluminarse solo por el leve resplandor de las farolas. Las calles estaban prácticamente desiertas, por ello cuando los dos hermanos y el soldado cruzaron los callejones hacia la taberna sus pasos resonaron fuertemente haciendo eco contra las paredes. Christian chasqueó la lengua mientras estiraba el cuello de su camisa incómodo.

—¿Por qué demonios tengo que llevar esto? — A su lado Elena le apartó la mano de un manotazo para que no siguiese destrozando la camisa blanca. 

— Los cumpleaños son algo importante. Suficiente es que te haya dejado llevar contigo esa mochila que tanto has insistido en llevar.

—¿ No podía haber ido con lo que llevaba antes? — Su hermana pareció ofendida.

—¿Cómo antes? ¿Pero tú has visto las pintas que llevabas? — Christian encarnó una ceja confuso.

— ¿Unas pintas normales?— A su lado James se rió llamando su atención —. ¿Y tú de que te ríes mocoso? 

El chico mostró una amplia sonrisa sin verse afectado por el adjetivo peyorativo. 

— De ti — Antes de que pudiese devolverle una respuesta su hermana se le adelantó.

— ¡Ahí está la taberna! ¡Vamos! Seguro que están esperando 

 

Con una energía inagotables la chica aceleró el paso dejando a ambos chicos ligeramente atrás, demasiado agotados ambos como para seguirla el paso. Cuando la muchacha se adentró en el establecimiento Christian agarró a James del hombro para obligarle a detenerse. El menor le miró con sorpresa.

— ¿Qué pasa? ¿Tanto ha afectado a tu orgullo de gallito que me riese de ti y quieres pelea? — Aunque el tono de broma del castaño era obvio Christian no sonrió. Apoyó ambas manos en los hombros del castaño provocándole un extraño nerviosismo y le obligó a mantener la mirada en sus ojos cristalinos.

—Esta fiesta no va a compensar el hecho de que no estuviese en tu cumpleaños — El castaño no pudo evitar poner los ojos en blanco al ver por donde iban los tiros de aquella conversación.

— Christian. Créeme que no importa. No sabías cuando era mi cumple al igual que yo no se cuando es el tuyo. No hay que compensar nada.

— El 20 de diciembre —El pelinegro interrumpió al menor, que le miró confuso—. El 20 de diciembre es mi cumpleaños. Ahora tú no tienes excusa para olvidarte de él y ahora yo no tengo excusa por no haber estado en el tuyo. Así que te lo compensaré. 

 James le miró unos instantes a los ojos hasta que al final acabó por sacudir la cabeza y sonrió débilmente

— Eres imposible. 

 

 El soldado se llevó una mano a los cabellos para apartarlos de su rostro  y tras unos instantes rompió a reír repentinamente, sobresaltando a su compañero. Christian le miró con recelo notando como su interior se revolucionaba solo con oír aquella risa tan sincera. 

—¿Y ahora se puede saber por qué te ríes? 

James le devolvió la mirada que reflejaba aún los rastros del ataque de risa. 

— Simplemente estoy feliz —Aquella frase tan simple dejó al pelinegro sin palabras. Y si eso le dejó sin palabras el beso fugaz que le dio seguidamente el castaño para luego alejarse de él entrando en la taberna le dejó sin aliento. Christian permaneció unos minutos embobado mirando a la nada hasta que lentamente una sonrisa torcida iluminó su rostro.  Fijó la vista en la puerta por la que James acababa de desaparecer sintiendo una extraña sensación de bien estar y murmuró para sí mismo.

—Esta me la pagas Hook. 

 

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos y en las sensaciones placenteras que habían quedado en su cuerpo como efecto secundario del beso que cuando oyó  el sonido de unas palmas chocar sonoramente a modo de aplauso fue como si le acabasen de tirar un balde de agua helada encima. De pronto le pareció que la calle había oscurecido considerablemente y todo rastro de felicidad fue sustituido por una expresión de rabia. 

 

El ladrón volvió la cabeza con brusquedad hacia el punto del que provenían los aplausos. Oculto, entre sombra y luz, una figura de un joven se alzaba. Desde donde estaba podía ver el ligero resplandor de los cabellos plateados del individuo, aunque no le había hecho falta eso para saber quién era. Nada más tenerle cerca había sentido el frío en los huesos.  Una voz se alzó entre la oscuridad. Con un falso tono de dulzura que ya no engañaba al pelinegro. 

— ¡Qué enternecedora escena! ¡Y qué bonito novio te has echado Law! —Christian apretó la mandíbula con tanta fuerza que los dientes le chirriaron. El hombre que hasta ahora había estado oculto se adelantó unos pasos. Pudiendo así verse sus rasgos extremadamente finos iluminados por la luz de las farolas. Aquello solo hizo acentuar lo oscuro de sus ojos —. Creo que te olvidaste mencionar que tenías una pareja tan adorable.

 

 Christian no pudo evitar el tono amenazador de su voz. 

— Como se te ocurra…— El chico de pelos plateados le interrumpió con un gesto de manos aburrido.

— Ya, ya. Me partes el cuello, matas a mi familia y toooodo ese rollo. Ya lo tengo muy visto Christian —Con un movimiento grácil elevó una mano como si esperase recibir algo del pelinegro.  Este sin cesar de fulminarle con la mirada sacó de su bolsa una especie de sobre negro—. Además, me da igual a quién te tires o te dejes de tirar —El ladrón le estampó con furia el sobre en el pecho, dejándole sin aire momentáneamente. 

— Aquí tienes lo que buscabas. Ahora piérdete — La ira de Christian no pareció afectar en lo mínimo al desconocido, que tras recuperar el aliento sonrió con falsa inocencia. 

 

—Sabes que no podrías vivir sin mi — Su tono era extremadamente empalagoso, pero eso lo único que hacía era dejar mucho más claro la burla que había impregnada en sus palabras. Al ver que el ojiazul no parecía estar dispuesto a contestarle el desconocido se enderezó mientras fardaba el sobre con rapidez —. Buen trabajo Law. El jefe estará muy orgulloso de ti. 

Un resplandor cruzó por la mirada de Christian, pero se obligó a si mismo a no contestar a sus provocaciones. No le daría ese placer. El extraño muchacho desapareció de su vista al igual que como había aparecido, en un abrir y cerrar de ojos, dejándole completamente solo en aquel callejón. Christian soltó todas las maldiciones que conocía intentando dejar salir así toda su ira. Tras unos minutos acabó por fijar la vista en la puerta de la taberna. Adoptó una falsa expresión de indiferencia y con paso firme entro a la calidez del hostal. 

 


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