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Sennen Puzzle por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Quiero compartir con ustedes está loca idea que llego a mi cabeza luego de haber visto el capítulo 13 de Yugi-oh! En japonés subespañol.

Yugi-oh! Ni sus personajes me pertenecen. Son propiedad de Kazuki Takahashi, yo solo los uso para mis locas ideas.
Mi página de face: DanyNeko, un like me haría muy feliz =3

Lo había hecho! Finalmente había podido completar aquel complejo rompecabezas que su abuelito le había regalado hace ya casi un año, le había costado mucho pero finalmente lo consiguió.

Sí. Él, Yugi Motou, finalmente había completado el legendario artículo egipcio, el Rompecabezas del Milenio.

Había sido una dura tarea, no, más que eso era un reto que se había auto impuesto y ahora estaba totalmente orgulloso de haberlo superado.

Para ser sincero Yugi debía admitir que poco tiempo después de haber empezado a armarlo, siguió haciéndolo, no por el hecho de haber depositado en él su mayor deseo -de tener amigos verdaderos- sino por la extraña pero agradable energía que sentía emanar de las piezas doradas cada vez más intensa. No le había comentado nada a su abuelo por el simple temor de que le quitaran su preciado tesoro... Porque en eso se había convertido el rompecabezas para él... En su más valioso y preciado tesoro.

Había notado también que cuando más solo y/o triste se sentía, era cuando más se le facilitaba el hallarle forma y unión a aquellas piezas. Y entre más iba juntando más sentía de aquella agradable energía, era como una acogedora calidez que le envolvía y se unía a su alma y corazón. Aquello le hacía sentirse menos solo, como si hubiera alguien al que le perteneciera esa agradable sensación y Yugi realmente anhelaba conocerle.

Hoy finalmente había unido lo que resultó ser una hermosa pirámide dorada. Tomó una cuerda y la pasó por un pequeño aro que había en la parte baja de aquella pirámide para poder usarla como colgante, le gustaba mucho y se aseguraría de usarlo todos los días.

Terminó de amarrarlo a tientas pues ya era muy tarde y el cansancio le nublaba la vista además de cargar con una somnolencia tremenda. Grande fue su sorpresa cuando notó que la acostumbra calidez ya no emanaba del artículo... Aun mayor fue su decepción, pero prefirió creer que simplemente era por todo el sueño que cargaba y que a la mañana siguiente su rompecabezas estaría igual que siempre. Sin más se dejó caer rendido en el escritorio sobre el que trabajaba usando los brazos como almohadas. Bostezó y sus bellos ojos morados se cerraron.

Sin que el pequeño de cabellera tricolor se percatase, una extraña presencia que lo estuvo vigilando los últimos minutos en una esquina de la habitación se acercó finalmente a él. La nueva figura, perturbadoramente similar a Yugi, analizó con sus rasgados ojos rojizos la delicada figura del menor.

Las orbes carmesí escudriñaron las infantiles y tiernas facciones del rostro de Yugi, la inocente forma en que la tierna boquita se abría en una perfecta 'O' para luego cerrarse y repetir el proceso, demostrando una suave respiración regular. Los ojos rasgados bajaron ahora por el blanco cuello, adornado con una correa oscura y el ser se llevó una mano a la que ocupaba su propio cuello. Pasó por los delicados hombros y el resto del menudo cuerpo notando como la lechosa piel se erizaba un poco, dedujo que a causa del frío, por lo que se dirigió primero a cerrar la ventana que daba justo al escritorio antes de tomar al chico en brazos.

Yugi inconscientemente aferró el rompecabezas en su mano, lo que plasmó una pequeña sonrisa en el de ojos rojos. El tricolor mayor se dirigió pausadamente a la cama, cuidando de que ningún movimiento despertara al pequeño entre sus brazos por lo que notó a la perfección cuando Yugi se acurrucó más en su pecho... Supuso que en busca de calor, del calor que ya no emanaba el rompecabezas... del calor que ahora emanaba él.

Miró el lecho con atención antes de sentarse allí, acomodando al chico aun en sus brazos para reposarlo en su regazo, que las piernas le quedaran sobre la cama y de la cintura para arriba reclinado en su pecho. Aquel ser sonrió un poco de forma ladina al sentir al pequeño revolverse entre sus brazos para acercarse más a él, poniéndole una mano en su pecho, justo al lado de su corazón.

Creo que tengo suerte de tener un Aibou* tan lindo —comentó la sensual voz, algo grave, de aquel ser. Con su mano acarició los sedosos mechones rubios que enmarcaban el delicado rostro —tu corazón es tan noble y puro, en realidad me asombras —siguió hablando en voz baja, acariciando esta vez la tersa piel del rostro —eres tan tierno, me sorprende que tengas que pedir un deseo para hacer amigos, supongo que es porque eres muy tímido... yo te protegeré a partir de ahora pequeño —depositó un rápido beso en su frente y con suavidad lo dejó en la cama, bocarriba. Se sorprendió al percatarse de que la mano que antes se posara en su pecho, ahora se aferraba a su camiseta negra. El ser suspiró — ¿en qué me metí ahora? —murmuró con los ojos cerrados, luego se fijó en la cama, al lado de su Aibou había suficiente espacio como para que él se acomodará, así que con delicadeza se movió para acostarse a su lado. De inmediato Yugi se giró un poco hacia él para acurrucarse en su pecho con una dulce sonrisita —tan tierno... —repitió pasándole un brazo por la cintura para jalar las sabanas, cubrirlo y acomodarse para dormir

-0-

A la mañana siguiente Yugi despertó totalmente desubicado al encontrarse perfectamente acomodado en su cama, se irguió y llevo una mano a sus ojos para frotarlos y aclararse la vista. Lo último que recordaba de la noche anterior era haberse quedado en su escritorio hasta tarde, armando el rompecabezas del milenio. Dirigió su vista a su pecho, donde ahora colgaba la pirámide dorada y se sintió inmensamente feliz al sentir la acostumbrada tibieza del artículo. Lo abrazó dulcemente contra su pecho y recibió una agradable sensación en respuesta.

— "Aibou"

—Creo haberme quedado dormido en el escritorio ¿cómo fue que llegué a mi cama? —Se cuestionó el menor sin hallarle lógica alguna a la situación —que raro —murmuró, encogiéndose de hombros dejando en asunto de lado. Yugi se giró a ver su reloj — ¡Ay, se me hace tarde! —el pequeño tricolor casi se cae de boca al piso al querer bajarse de la cama y hallarse enredado entre las sabanas.

En menos de 5 minutos Yugi ya estaba listo, con su uniforme perfectamente arreglado, bajó al primer piso saludando a su abuelo antes de tomar una tostada con mermelada de moras, ponérsela en la boca y salir corriendo a la escuela.

—"Aibou, deberías tomarte el tiempo de desayunar como se debe"— murmuró para sí el, ahora incorpóreo ser, desde el rompecabezas del milenio.

Finalmente Yugi llegó a la puerta de la secundaria Domino, él estaba en último año y ya solo faltaban un par de meses para que terminara el periodo escolar y pasara a preparatoria.

—Bien, otro día más —suspiró aferrándose a las tiras de la mochila en sus hombros, le dirigió una rápida mirada a la pirámide que ahora colgaba de su pecho y una sonrisa se plasmó en su rostro. Así avanzo tranquilamente entre la multitud de estudiantes que ingresaban ya al lugar.

-0-

El resto de la semana fue totalmente extraña para Yugi, no solo por el -para él, sorprendente- hecho de que ahora Ryou, Jounouchi, Honda y Anzu eran sus amigos si no porque cada día estaba más y más convencido de que su rompecabezas escondía algo extraño y peculiar.

Últimamente le sucedían cosas como que, si se quedaba dormido en el sofá de la sala o en su escritorio, al de despertar había una manta cubriéndolo o ya de plano se despertaba en su cama, sin ningún recuerdo de haberse despertado de por medio y también estaba seguro de que no era su abuelo.

Ese día era domingo, el abuelo de Yugi había salido a hacer sabrá RA qué y el pequeño Yugi se había quedado solo en casa terminando algún deber. Había asegurado llegar muy tarde por lo que Yugi se sabía con total libertad para hacer lo que quisiera. Cuando terminó su tarea bajó a la cocina por un par de galletas y cuando las obtuvo regreso a su habitación, dispuesto a entretenerse con sus juegos favoritos.

Encendió su tv y conectó la consola, tomó un videojuego y lo puso mientras comía su bocadillo, tomó también su móvil y lo conectó a los parlantes en su escritorio para dejar sonar su lista de canciones. Finalmente en el juego se puso en marcha.

A las espaldas de Yugi, y sin que este se percatara, en su cama apareció nuevamente aquel ser que se había encargado de llevarlo a su cama o de cubrirlo durante el transcurso de los últimos días. El, ahora incorpóreo y aparentemente invisible ser, se acostó de perfil en la cama, teniendo una buena visión de su compañero, sonrió al ver la manera en que Yugi se quedaba algunos segundos con la galleta en la boca mientras pasaba la intro del juego.

Los minutos pasaban y el ser de ojos rojos simplemente disfrutaba de ver a su compañero totalmente entretenido con los juegos, analizaba meticulosamente cada gesto o expresión que el pequeño exteriorizaba durante el transcurso del mismo... Aunque personalmente prefiriera estar sentado en el suelo a su lado, abrazándolo o dejándole apoyarse en su pecho, inclusive jugar con él.

Al poco tiempo Yugi le puso pausa al juego y salió de su cuarto hacia las escaleras, bajó. El espíritu fue tras él, Yugi simplemente llegó a la cocina a servirse un vaso de limonada y con esta en manos regresó a su habitación.

El espíritu regreso a su lugar en la cama, dejándose ir de espaldas un rato, pensando en voz alta, total Yugi no le escucharía ─Es tan injusto que tenga que ocurrir alguna situación en especial para que podamos conocernos Yugi ─se quejó para sí, mientras pensaba en cuanto disfrutaría el sencillo hecho de sentarse a su lado y acariciar su cabello mientras el niño jugaba, charlar de cualquier cosa, poderlo abrazar y que las sonrisas tan lindas e inocentes del menor se dirigieran en específico a él ─anhelo tanto tu atención, Aibou.

De la nada un pequeño quejido junto con una ahogada tos salió de la boca del menor, cosa que atrajo la atención de su auto-proclamado guardián de inmediato, el ser de ojos rojos miró de vuelta hacia Yugi, el chico tenía una mano cubriéndose la boca para ahogar la tos, sin darle mayor importancia siguió jugando luego de terminarse su limonada para pasar la tos, sin ser consciente de lo que pronto ocurrió con su cuerpo.

Yugi no se percató, pero su acompañante sí, una leve sombra rojiza empezó a extenderse por las mejillas del menor hasta cubrir la mayoría de su rostro, sus parpados bajaron ligeramente con pesadez, de igual manera su respiración se volvió un tanto pesada y agitada.

¿Aibou, estás bien? ─preguntó, aun sabiendo que no recibiría respuestas. Durante una escena del videojuego, Yugi llevó una de sus manos a su cabeza, le dolía un poco y se sentía algo acalorado, tomó el vaso que aún seguía levemente frío y lo pasó por su frente. Su acompañante se levantó de la cama para sentarse a su lado, poniendo sus manos en diferentes puntos de la cara del menor, sintiendo la temperatura, anormalmente caliente, de su piel ─esto no es bueno… ¿Yugi?

─Creo que debería descansar un poco, me está doliendo la cabeza ─dijo para si el niño, guardando la partida, luego desconectó la consola y apagó la tv.

Bajo la preocupada mirada rojiza, Yugi se sacó las manillas que usaba y la correa oscura en su cuello, quedándose únicamente con el rompecabezas encima, apagó las luces y cerró las cortinas para la habitación quedara lo más en penumbra posible, luego se metió a su cama, asegurándose de apartar las sabanas para que no le diera más calor.

Le costó un poco dormirse, pero luego de 15 o 20 minutos de dar vueltas y vueltas en la cama finalmente concilió el sueño. El espíritu estaba sentado a su lado en la cama, acariciando con suavidad los mechones dorados de su flequillo ─ ¿qué puedo hacer para que te sientas mejor? ─se preguntó afligido, recorrió con sus ojos el cuarto en busca de una idea, alcanzó a divisar un pañuelo en el escritorio y fue por el para luego entrar al baño y mojar la tela en el lavamanos, la exprimió un poco y regresó al lado de Yugi para ponerla sobre la frente del menor.

Yugi se revolvió un poco ante el frío contacto en su febril piel, haciendo que el pañuelo se le desacomodara, de inmediato el de ojos carmín se lo re-acomodó ─descansa aibou, yo estaré aquí para cuidarte ─dijo con suavidad.

Durante casi una hora, el mayor estuvo yendo y viniendo del baño para remojar la tela y mantener fresca la piel del chico, a veces la pasaba por sus mejillas o brazos para bajarle la temperatura, Yugi parecía mejor. Finalmente él también cayó dormido en la cama, al lado de Yugi.

A los cinco minutos el niño abrió sus ojos morados lentamente, de igual forma se sentó en su cama, haciendo que el mojado pañuelo cayera entre sus manos, él miró la tela extrañado, estaba solo en casa ¿cierto? Miró la luz que se colaba por las cortinas notando que no era muy tarde, entones ¿qué con ese pañuelo? …Sin poder evitarlo Yugi sonrió, sabía que había alguien que estaba cuidando de él, intuía también que estaba relacionado con su rompecabezas, la gran duda era ¿por qué esa persona no se presentaba con él? Anhelaba conocerle, ser su amigo, agradecerle lo que hacía por él.

Con la vista algo nublada Yugi se levantó de la cama, sentía su garganta rasposa, tomó el vaso donde antes se sirviera la limonada y salió de su cuarto escaleras abajo con la intención de buscar algo de agua antes de regresar a dormir.

Estando a la mitad de la escalera, a Yugi lo azotó un leve mareo junto al dolor de cabeza que no había cesado, sus ojos se opacaron y perdió la consciencia yéndose de espaldas en las gradas. El vaso plástico rebotó entre los últimos escalones y rodó hasta el piso de la primera planta.

Arriba, el sonido de un leve golpe seco despertó de la nada al espíritu; alerta, los ojos rojos recorrieron cada parte del cuarto al notar que su pequeño compañero no estaba a su lado. Preocupado revisó el baño, pero tampoco estaba allí, salió apresurado del cuarto solo para llevarse un gran sobresalto al hallar a su protegido inerte en las escaleras.

¡Yugi! ─de inmediato corrió a su lado, lo primero que hizo fue revisar su cabeza en busca de alguna herida, por suerte no encontró nada, enseguida lo tomó en brazos ─eso fue muy descuidado Aibou ¿quieres matarme del susto? ─regañó con voz suave mientras subía con cuidado las escaleras, aunque ya estaba acostumbrado a tenerlo en brazos.

─Mgghhh ─escuchó el leve quejido del menor ─agua ─murmuró entre sueños.

¿eh? ─el espíritu alcanzó a divisar el vaso en el suelo ─ohh ¿tenías sed, Yugi? ─con cuidado lo depositó en su cama, volviendo a ponerle el pañuelo ─espera aquí, ya regreso.

El ser recogió el vaso del piso y fue hasta la cocina para llenarlo de agua fresca, lo más rápido que pudo regresó a sentarse al lado de Yugi dejando el vaso en la mesita de noche. Retomó entonces sus caricias en el flequillo del menor.

─Mhhh po-por qué ─el ser escuchó atentamente los quejidos del pequeño, parecía querer decir algo, quizá deliraba por la fiebre ─no me dejas… Mmm conocerte ─preguntó entre leves quejidos, revolviéndose para acercarse al de ojos carmín quien de inmediato abrió sus orbes al máximo, Yugi le estaba hablando a él, sin duda alguna.

El mayor sonrió sin poder evitarlo, el pequeño sabía que lo cuidaba y anhelaba conocerle tanto como él mismo deseaba presentarse con él.

No sabes cuánto me gustaría eso, Aibou, para mi desgracia aun no es el momento ─dijo en un susurro, inclinándose para besar la frente del menor ─pero no tienes por qué preocuparte, nunca me apartaré de tu lado ─finalizó, volviendo a recostarse a su lado.

Al poco rato Yugi volvió en si… o más o menos, estaba sumamente desorientado y moría de sed, con la vista nubosa alcanzó a ver el vaso de agua cerca suyo, ni se molestó en analizar cómo era eso posible, simplemente lo llevó hasta sus labios y bebió su contenido tan ansioso como si hubiera estado días en el desierto, sin más volvió a acurrucarse en su cama, le pareció divisar un figura borrosa a su lado y sintió como si una mano le acariciara pero en el momento no tenía cabeza para pensar nada y simplemente se durmió de nuevo.

-

Pasadas, alrededor de dos horas, el mayor de los tricolores despertó, se reprendió mentalmente por quedarse dormido mientras Yugi estaba enfermo, en especial cuando se dio cuenta que el pequeño se había levantado al ver el vaso de agua vacío, tomó el pañuelo ya secó de la frente de Yugi y regresó al baño para mojarlo, lo pasó por los brazos, el cuello y el rostro del menor antes de dejarlo en su frente, la temperatura de Yugi no aumentaba pero tampoco disminuía y eso traía preocupado e impotente a su cuidador.

─Yugi por favor reponte rápido, no me gusta verte así ─suplicaba el mayor, acercando su rostro al del menor, acariciando una de las rojizas mejillas ─por favor Aibou.

Yugi empezó a revolverse ligeramente, pequeños movimientos de lado a lado, su seño se frunció y los labios entreabiertos le temblaban como si intentara decir algo.

Preocupado, el ser retiró la tela de la frente del menor, remplazándola por su mano… cuanto deseaba poderlo ayudar.

De la nada una leve luz dorada emanó del lugar donde su mano tenia contacto con la piel de chico, asombrado el de ojos carmín retiró su mano, pudiendo apreciar como las facciones del chico se relajaban, además de que la sombra rojiza en su rostro desaparecía lentamente.

¿Qué habrá sido eso? ─se preguntó, usando su otra mano para rectificar la temperatura de su protegido, la piel de Yugi retomaba su tibieza y color normal, su respiración se volvió más suave y armonizada, además una pequeña sonrisa se plasmó en sus labios. Una sonrisa que cautivó a su cuidador ─la inocencia y pureza de tu corazón reflejada en un gesto tan sencillo ─dijo con una sonrisa ─anhelo con fuerza el momento en que tus bellos gestos sean dedicados a mí, me los ganaré a pulso, estaré siempre para ti, porque más que cualquier otra cosa… quiero verte feliz ─dicho esto el mayor se acercó a depositar un suave beso en la frente de su compañero ─quiero escuchar tu melodiosa voz decir mi nombre… escucharte hablarme y que me sonrías mientras me llamas “Yami” ─finalizó el ser, ahora identificado, apresando más el chico entre sus brazos.

El pequeño tricolor se acurrucó más, inconscientemente entre sus brazos, evitando así que su protector viera el movimiento de sus labios al repetir el nombre que él acababa de exponer.

El llamado Yami cerró los ojos mientras seguía acariciando el cabello de su igual, empezó a relatar una especie de mantra ─Esta es una promesa que cumpliré. No estás solo, yo estoy contigo y jamás te dejaré. Aunque tú no me veas estaré… siempre… a tu lado.

-o-

Más tarde ese día, cuando el sol se estaba ocultando por la ventana, Yugi recobró la consciencia nuevamente, esta vez se sentía mucho mejor, se sentó en su cama, despertando con ello a su inadvertido acompañante; Yami se sentó a su lado, observándolo con atención. Yugi se frotó los ojos con suavidad y luego bostezó, actos totalmente tiernos y adorables a los ojos de Yami; el menor observó su cama con atención, como esperando encontrar algo, cuando no lo halló desvió sus ojos violetas a su mesita de noche, allí el vaso vacío y su pañuelo reposaban.

Yugi miró atento los dos objetos, como si estos pudieran decirle que aquello que tenía en mente había sido un mero sueño o, por el contrario, le revelarían algo de que la entidad que lo estaba acompañando y cuidando.

Suspiró pensado que estaba divagando en tonterías y volvió a tumbarse bocarriba en la cama, todo bajo la atenta mirada de Yami, el movimiento descuidado había hecho rebotar al rompecabezas, llamando la atención de su dueño. Yugi sonrío y tomó en una mano la pirámide dorada, levantándola frente a su rostro, recorrió con sus ojos cada línea y relieve en su diseño, en especial el peculiar ojo que lo caracterizaba, luego se dio cuenta de algo, no sentía la acostumbrada tibieza del colgante, frunció el ceño, aquello pasaba muy seguido desde que lo armó, era como si la agradable energía saliera y entrara de la pirámide a su antojo.

─Sennen… puzzle* ─murmuró jugueteando con el objeto en su mano ─a pesar de haberte completado aun lo logro descifrarte ─dijo a la nada.

Fue el turno de Yami para fruncir el ceño ─ ¿Descifrar? ¿El qué?

─ ¿Qué es esa agradable energía que albergas? ¿Por qué desaparece de ti a veces? ─planteó en voz alta, como si hubiera escuchado las interrogantes de Yami ─ ¿Quién es aquel que ha estado rondando desde que te complete? ─estableció al final.

Yami abrió grande los ojos ─Aibou.

Yugi se estremeció, miró a los lados con extrañeza, luego fijó sus ojos en el espacio vacío que quedaba en su cama, justo donde estaba sentado Yami, quien lo miraba atento y con cautela.

─Esto parecerá de película pero… ¿qué tengo que perder? ─suspiró para darse valor y se sentó de piernas cruzadas en su cama, aferró su rompecabezas a su pecho, como buscando protección ─si… si en este momento estas aquí ─el chico paseó sus ojos por toda su habitación ─te doy las gracias por acompañarme todos estos días y cuidarme mientras me sentía mal ─Yami estaba sorprendido, Yugi estaba hablándole ─deseo conocerte, verte y hablarte propiamente ─retorció sus dedos con inseguridad, realmente debía parecer algún inexperto jugando a la ouija ─pienso que quizás tendrás un motivo por el que no te has podido hacer notar frente a mi  hasta ahora pero… ¡hazlo en mis sueños! ─propuso de la nada con efusividad ─onegai*, quiero conocerte, te doy mis sueños de esta noche para que vengas a mí… por favor ¿Yami? ─finalizó entrelazando sus manos frente a la pirámide.

Yami estaba asombrado ¿Yugi le había escuchado en aquel momento? Los ojos rojos le brillaron, su pequeño protegido le estaba suplicando que se presentara con él… ni siquiera se le había ocurrido eso de los sueños… el pequeño era astuto e inteligente además de lindo… y empezaba a quererle quizás más de lo que debería… tampoco se detendría a pensarlo.

Un sonidito resonó en la casa.

Yugi se quedó unos segundos, estático… ─ ¡El teléfono! ─se levantó de la cama casi cayéndose en el proceso, caminó hasta su escritorio y tomó su celular para contestar la llamada ─ ¿mochi, mochi?

¿Yugi?

─ ¡Ah! Ryou, hola ¿Cómo estás? ─saludó con amabilidad y alegría, con Ryou había entablado una bonita amistad, se llevaban muy bien. Yami lo miró atento, mientras Yugi regresó a sentarse en su cama. Yami se acercó para escuchar mejor la conversación.

Muy bien Yugi ¿Qué tal tú?

─Bueno, hace un rato me sentía algo mal, pero dormí un poco y ya estoy bien ─le respondió.

¿Sí? ¿Qué tenías? ─preguntó preocupado el amable chico.

─Mareo, algo de dolor de cabeza, pero no tienes de que preocuparte ya me siento mucho mejor.

¿seguro, Yugi?

─Si Ryou, y ¿Qué me cuentas?

Bueno… quería saber si podía ir a tu casa ─consultó con timidez.

─Aaaaa… ¿ahora? ─Ryou respondió afirmativamente ─por supuesto Ryou, pero dime ¿pasó algo? ─preguntó ahora preocupado por su amigo.

Etto… algo así, pero… preferiría decírtelo personalmente ¿seguro que puedo ir? ─el nerviosismo de Ryou era totalmente palpable en su voz.

─Claro que sí, te estaré esperando Ryou ─afirmó con una sonrisa.

Gracias, te veré en unos minutos Yugi, bye bye ─era claro el alivio que Ryou había exteriorizado en su tono.

─Ja na*se despidió Yugi antes de colgar ─me preguntó ¿qué le habrá sucedido a Ryou? ─se planteó en voz alta.

¿crees que sea algo malo, Aibou?

─Espero que no sea nada malo ─finalizó encogiéndose de hombros  ─ ¡Ryou va a venir! Es la primera vez que un amigo viene a casa ─dijo emocionado, con las mejillas levemente coloradas, cosa que no pasó desapercibida por Yami. El menor se levantó dispuesto a salir del cuarto ─creo que prepararé algún bocadillo para ambos ─comentó mientras bajaba con una sonrisa por las escaleras.

Yami solo observaba con gesto serio el tan repentino cambio de ánimos.

-o-

A los pocos minutos el timbre de la casa resonó en la estancia, Yugi casi que corrió hasta la puerta musitando un “ya voy”, se arregló un poco el cabello y abrió la puerta.

─Konichiwa, Yugi.

Hay estabá Ryou, el amigo de Yugi, el chico es un poco más alto que el tricolor pero su cabello no es menos peculiar, con un inusual tono blanco que recuerda a una esponjosa nube pues parece muy suave a simple vista; su piel es pálida, blanca como la nieve, de complexión delgada y delicada; sus ojos son marrones como el chocolate derretido, todo esto junto a  su amable sonrisa, lo hacen un chico que no pasa desapercibido.

Vestía un sweater de color crema sobre una camisa de color verde que solo resalta en el cuello, unos jeans azul claro y tenis blancos con líneas negras.

─Hola Ryou, pasa por favor ─saludó Yugi con una sonrisa, moviéndose a un lado para dejar pasar a su invitado.

─Con permiso ─Ryou entró y se retiró los zapatos, quedando en calcetines blancos ─ ¿estás solo Yugi?  

El menor asintió con la cabeza ─mi abuelito salió hace rato, me dijo que llegaría tarde ─informó ─ ¿quieres subir a mi cuarto? Preparé algunos bocadillos ─ofreció con una sonrisa.

─ ¡Claro, me encantaría! ─regresó el albino.

Yugi tomó una bandeja de la cocina y ambos subieron a la habitación del tricolor.

─ ¡Vaya, Yugi! Qué lindo es tu cuarto ─dijo Ryou observando toda la habitación del tricolor.

─Gracias Ryou ─le sonrió con amabilidad ─ ¿te apetecen unas galletas? ─ofreció.

─Si, gracias ─aceptó tomando el bocadillo mientras se sentaba a su lado ─oye, que rico ─aduló.

Yugi le regresó la sonrisa ─y cuéntame Ryou ─empezó mientras comía su propia galleta ─ ¿Qué era lo que querías decirme? ─preguntó con curiosidad.

Ryou se mordió el labio inferior, se movió hacia atrás para apegar la espalda a la pared, Yugi le imitó ladeando la cabeza con intriga.

─ ¿Sabes? Hablé con mi padre ayer.

─ ¿Ah sí?... ¿Qué tal? ─Yugi no conocía a grandes rasgos la historia familiar de Ryou, sabía que su padre se la pasaba fuera de casa, y que era arqueólogo como su abuelo, que el hombre no tenía muy buena relación con su hijo pero que por lo menos se encargaba del chico... económicamente al menos.

─Me ha mandado algo… un, no lo sé, un artículo extraño que consiguió entre sus viajes ─Ryou clavó su mirada en la pirámide dorada que usaba su amigo. Yami miró al albino con desconfianza, eso no le sonaba muy bien ─y me recuerda a tu colgante ─con una mano tomó el rompecabezas, para acercarlo a sus ojos ─ ¿cómo dices que se llama?

─ ¿Mi Sennen Puzzle?

Ryou abrió grande los ojos, soltó el rompecabezas y se llevó la mano dentro del cuello de su sweater, tomando algo, haciendo que Yugi notara una cuerda que rodeaba su cuello ─Mi padre lo ha llamado ‘Sennen Ring’*  ─se lo enseñó a Yugi ─dijo que lo consiguió mientras estaba en Egipto.

Los ojos morados y rojos se abrieron como platos a la par ─ ¿Puedo? ─Ryou asintió y Yugi estiró su mano hacia la sortija dorada, acariciándola con las yemas de sus dedos.

Yami miró fijamente al artículo que ahora le pertenecía al amable chico de pelo blanco. Frunció el ceño.

Sé que estás ahí, identifícate ─ordenó Yami con voz y porte serio.

Unos pocos segundos después un ser incorpóreo, muy similar a Ryou apareció a su lado.

El ser escogido para el Sennen Puzzle ─habló el recién aparecido ─ ¿Yami, cierto? ─en su voz se notaba la altivez y la burla ─tranquilo majestad, Bakura reportándose ─se burló, llevando una mano a su frente, estilo militar; presentándose.

Bakura, el ser ligado al Sennen Ring ─confirmó, el espíritu de pelo blanco asintió ─veo que tu hikari tampoco se ha percatado de tu presencia.

Bueno, llevo un día con el chico ─dijo como si no fuera obvio, rodando los ojos ─ ¿Qué hay de ti?

─Llevo una semana con Yugi ─respondió.

¿Y tampoco se ha percatado de tu presencia?

─De hecho, sí ─el peliblanco, de rasgados ojos lavanda, ladeó la cabeza confundido ─justamente hace un rato me ha pedido que me presente con él en sus sueños.

─Ehhh, ¿me explicas mejor las cosas?

─El chico puede enterarse de tu presencia por las cosas que hagas… pero para que pueda verte es necesario que ocurra una situación en especial.

─ ¿Y cómo hiciste tú, entonces?

─Hace unas horas Yugi estuvo enfermo, con fiebre y mareo ─relató ─como estaba solo, yo me encargué de cuidarle─ Bakura asintió ─ ¿Te gusta el chico?

─ ¡¿Qué?! ─Bakura amplió sus ojos, descolocado, ante la pregunta deYami.

─ ¿Qué si te agrada tu hikari? ¿Te gusta estar con él? ─replanteó Yami, con una sonrisa maliciosa ante la desmedida reacción de su… ‘colega’

─Ahh eso… sí, es… es como un niño… muy inocente y tierno… es tan dulce que hasta empalaga ─dijo con burla pero con una sonrisa.

─Si, Yugi también es un niño muy tierno.

Mientras los espíritus guardianes conversaban, los dos menores también lo hacían.

─ ¿Qué tal te sientes con eso? ─preguntó Yugi con precaución mientras Ryou se acomodaba mejor la sortija, que reposó en su pecho.

─De eso quería hablarte, emm… bueno, me llamarás loco pero siento como algo agradable, una especie de… no sé, una calidez, emmm yo...

Yugi, con una sonrisa puso una de sus manos sobre la que Ryou tenía en la cama ─no pienses que es raro, créeme yo siento lo mismo ─aseguró ─mi rompecabezas emana una tibieza muy agradable, es como una energía muy particular... sientes que te acompaña.

─ ¡Exacto! ─Ryou le ofreció una sonrisa aliviada ─ ¿crees que pueda llegar a ser algo malo? ─preguntó preocupado.

─ ¿Por qué piensas eso?

─No lo sé… raro es, desde luego ─se encogió de hombros ─por eso me vienen tantas interrogantes.

─Si, nuestros artículos son… algo curiosos ─acarició su rompecabezas con una mano.

─muchas gracias Yugi, realmente necesitaba hablar de esto contigo ─le sonrió Ryou.

─Digo lo mismo, Ryou… en realidad no le he dicho a ninguno de nuestros amigos sobre esto que siento con mi rompecabezas.

─Vaya, pues me siento halagado ─dijo a modo de broma.

─Jajajajaja ─los dos menores soltaron la risa, atrayendo la atención de sus espíritus, quienes no pudieron evitar una sonrisa al ver a sus hikaris tan felices.

─Ya que estamos ¿te gustaría jugar algo? ─Yugi señaló su consola.

─ ¡Por supuesto! ¡Me encantan los juegos! ─aceptó su amigo con una sonrisa.

Con ánimo ambos chicos se enfrascaron en un videojuego de Super Mario Bros, jugando en cooperativo, provocando ligeras y amables discusiones en una situación complicada, así como tiernas risillas cada que hacían un buen movimiento en equipo o cuando pasaban de nivel; cuando estaban a punto de caer o ser tocados por un enemigo se movían de lado a lado como si fueran ellos y no los controles quienes manejaran los personajes. Cada uno de sus gestos eran observados atentamente por su respectivo espíritu guardián, quienes se sentían encantados y cautivados con cada uno de sus gestos y reacciones; para ellos era nuevo ese tipo de sensaciones, sus luces parecían tener un algo especial que les impedía perder detalle alguno de su respectiva contraparte.

-o-

Más tarde Yugi y Ryou decidieron cenar juntos, pidieron una pizza por teléfono, así comieron viendo una película. Alrededor de dos horas después de que cayera el sol el amable oji-café se despidió de su amigo así que ambos albinos se retiraron.

─Nos vemos, majestad ─se despidió con burla el espíritu de ojos lavanda.

Yami bufó con gracia y se despidió de Bakura con un movimiento de la mano y un ‘adiós’ susurrado.

─Oyasumi* Yugi.

─Oyasumi Ryou ─se despidió

─Que descanses ─dijo con una sonrisa, yéndose.

Yugi le despidió con la mano ─bueno, eso ha sido muy divertido ─comentó para sí mismo mientras cerraba la puerta.

Se dispuso a recoger las pocas cosas que había dejado tiradas en su habitación, abajo todo estaba en orden, ni pareciera que Ryou había estado allí. Cuando su cuarto estuvo arreglado bostezó y se estiró.

─ ¿Tienes sueño, Aibou? Pero si dormiste toda la tarde ─dijo en tono de broma, sentado en la cama del chico, pegando la espalda a la pared.

─Quizás es aun algo temprano ─murmuró para sí, viendo su reloj que marcaba alrededor de las 10 de la noche ─pero supongo que no puedo con las ansias ─se mordió el labio inferior tomando entre sus manos el rompecabezas ─onegai… quiero conocerte… por favor, por favor ─recitó con los ojos cerrados, apretando la pirámide entre sus manos.

Oh Yugi ─su voz delataba perfectamente cuanto lo conmovían las palabras del menor.

Yugi tomó su pijama de debajo de su almohada y fue a cambiarse al baño para cepillar sus dientes y demás, regresó a su cuarto, apagó las luces y se acostó en su cama; Yami se recostó de inmediato a su lado, de perfil, apoyando la cabeza en su brazo flexionado mirando cariñosamente al menor que estaba bocarriba, jugueteando con el rompecabezas.

Se quedaron así en lo que el menor se durmió, dándose la vuelta se acurrucándose inconscientemente al costado de su guardián. Yami sonrió y llevó su mano al rompecabezas que reposaba en el pecho de su hikari, creando un leve brillo blanquecino que inundó la habitación y el de ojos carmín desapareció.

-o- En el sueño de Yugi –o-

Yami apareció en medio de un bello escenario, un claro en medio de un bosque de árboles profundos, lleno de flores de diferentes colores, un poco a la derecha fluía un rio cristalino, el de ojos rojos no pudo evitar sonreír, era claro que estaba en el sueño de su protegido, el lugar emanaba la pureza del alma de su compañero, decidió buscarlo.

No tuvo que buscar mucho, el pequeño de ojos amatistas estaba sentado en una banca blanca debajo de un roble cercano al rio, lo que si le sorprendió fue la presencia de una dama joven de largo y lizo cabello negro, adornado con cinco mechones rubios: dos de ellos le caían frente a las orejas mientras que los otros tres los llevaba peinados hacia atrás como estrellas fugaces que surcaban su cabello oscuro como la noche; la piel era clara y poseía grandes ojos violetas dulces y amables.
La dama tenía la cabeza del pequeño tricolor en su regazo y le acariciaba el cabello, Yugi tenía los ojos cerrados y una leve sonrisa en su rostro.

Con algo de reservas se acercó sigilosamente a ambos. Yami se quedó de pie detrás de la banca, sin decir una sola palabra y de brazos cruzados, de pronto la mujer giró la cabeza para enfocar al oji-carmín y le sonrió amablemente, Yami se quedó inmóvil y la mujer le hizo un gesto con la cabeza para que se acercara más, el chico así lo hizo, parándose a su lado.

─Mi bebe… ya debo irme hijo ─Yami no pudo disimular su sorpresa a pesar de haberlo supuesto ya, la hermosa dama era la madre de su compañero ─pero te dejo en buenas manos ─dijo con su melodiosa voz amable, Yugi no se inmutó.

La dama se levantó, aun sosteniendo a cabeza de Yugi con sus manos, procurando no moverlo mucho, con un nuevo gesto le pidió a Yami que ocupara su lugar, el de ojos rojos no pudo evitar un leve sonrojo pero accedió de inmediato, sentándose al lado de su compañero para que la mujer reposara su cabeza en su regazo.

Sus ojos se ensañaron a examinar la calmada tez de su igual, así que se sorprendió cuando la dama se inclinó a darle un beso en la frente, antes de hacerlo con el menor.

─Te entrego a mi preciado tesoro ─le dijo la mujer ─estoy muy feliz de que Yugi tenga alguien como tú que se preocupe por él y le quiera ─expresó sonriendo con los ojos cerrados ─espero que puedas darle el cariño que se merece y que yo ya no puedo darle querido… adiós, mi niño ─con una de sus manos acarició a modo de despedida el rostro del menor antes de que unas bellas alas de ángel aparecieran en su espalda y ella se desvaneciera en medio de un resplandor blanco.

Llamando la atención, Yugi se revolvió un poco en el regazo de Yami y sonrió al reconocer la calidez que este emanaba.

─ ¿Eres tú, cierto… Yami? ─preguntó el menor ─mamá me dijo que vendrías… que también querías conocerme ─dijo el pequeño, abriendo lentamente los ojos justo cuando Yami llevó su mano a acariciarle el pelo, como antes lo estaba haciendo la dama bicolor.

Yami asintió, Yugi se sorprendió al verle y notar el gran parecido entre ambos pero no le importó, el oji-rubí le pareció muy guapo y hasta atractivo, no pudo evitar un leve sonrojo ocupara sus mejillas.

─Estoy feliz de poder conocernos finalmente Aibou.  

Yugi le sonrió, le había agradado mucho ese título ─Supongo que ya lo sabes, mi nombre es Motou Yugi, hajiemashite Yami ─se presentó adecuadamente. Yami sonrió ante la ternura de protegido, quiso acariciar su rostro pero dudo ─Hazlo, no tengas miedo ─le dijo como si le leyera el pensamiento. Yami se sorprendió, al parecer Yugi ya estaba sintiendo ya su vínculo mental.

Yami acarició la mejilla de Yugi con libertad, sintiendo la tersa piel tan suave y delicada como la seda, además del suave calor que irradiaba de ellas, no pudo más que sonreír de forma algo ladina, dicha sonrisa cautivó al tricolor menor.

─No pensé que fueras tan lindo… ¡ahh! ─Yugi se llevó ambas manos a la boca, no había pensado decir eso en voz alta.

Yami no pudo evitar una risilla ─yo también pienso que eres un niño muy lindo Yugi ─le dijo el mayor, deslizando su dedo índice por el puente de la nariz del pequeño.

─Dime ¿cómo puedo hacer para verte siempre? ─consultó algo avergonzado.

─Ya no debes preocuparte por eso, Aibou, ahora que te has percatado de mi presencia a tu lado, estaremos juntos sin ningún problema ─con suavidad el mayor lo levantó un poco de su regazo, con claras intenciones de abrazarlo, el pequeño correspondió abrazándose a la cintura del mayor, encantado con la tibieza de su cuerpo y el encantador olor que su piel emanaba.

─No es que me queje ni mucho menos, pero si me da mucha curiosidad sabes ¿Qué relación tienes con el Sennen Puzzle? ─consultó el menor.

─Mi alma reposa en el interior del rompecabezas, a la espera de que la persona escogida lograra completarlo, y convertirme en su guardián ─explicó con algo de seriedad.

─Pues me siento muy afortunado de haber conseguido el rompecabezas.

─No me has entendido Yugi… nosotros estábamos destinados a conocernos, hikari ─Yami inclinó lentamente hacia el rostro de Yugi, apegando sus frentes ─desde mucho antes que naciéramos… los dioses han entrelazado las almas de ciertas personas a través de los artículos del milenio…  yamis y hikaris ─le relató el mayor.

Yugi lo escuchaba asombrado ─e-eso quiere decir que Ryou también… ¿su Sennen Ring?

Yami asintió ─mientras él estuvo aquí conocí a su compañero. 

─Y ¿cómo…

─Te contaré una historia Yugi…─interrumpió el, separando un poco sus rostros ─hace muchos años, en Egipto, poco después de que el faraón más joven de su tierra hasta ese momento subiera al trono, él junto con otras personas especiales, a quienes se les otorgaron ciertos dones, fueron convocados ante los dioses ─relató el de ojos rojos, Yugi lo miraba atentó e impresionado ─les dijeron que, a pesar de haber aprendido a manejar sus dones y hacer buen uso de los mismos, sus almas estaban condenadas… pues estaban incompletos y aquello que les hacía falta aún no existía en el mundo ─Yami suspiró casi imperceptiblemente ─las almas de estas personas entonces serían amarradas a los artículos del milenio para que allí reposaran hasta el momento indicado, en que una persona elegida los liberaría y pudieran hallar aquello que los complete ─finalizó.

─Wow… esa sí que es una gran historia ─dijo Yugi impresionado ─ ¿todos los artículos del milenio guardan un alma encerrada? ¿Cuántos son?

─Son siete artículos, pero no sé si todos alberguen a alguien… sé que, aparte del rompecabezas están la sortija y el cetro milenario ocupados, pero desconozco la situación de los otros cuatro ─dijo Yami.

─ Y tienes… alguna idea de ¿qué es eso que te hace falta? ─consultó.

Yami asintió con una nueva sonrisa, acercando de nueva cuenta su rostro al del menor ─creo que… ya lo he encontrado ─con lentitud acercó sus labios a los del menor, mirándolo a los ojos, dándole tiempo de apartarse si aquello no era de su agrado.

Sin embargo Yugi no se movió, estaba hipnotizado por aquellos brillantes ojos que, en su opinión, dejarían en vergüenza al rubí más precioso del mundo. Inconscientemente se acercó más a él, sus ojos se abrieron en sorpresa cuando sintió los finos y tersos labios de Yami contra los suyos, acariciándolo suavemente su boca con delicadeza y cariño, rozando la piel y jugando a succionar el labio inferior.

Yugi se estremeció, no sabía qué hacer, era la primera vez que alguien lo besaba y a pesar de que jamás imagino que su primer beso fuera con otro chico, no le desagradaba para nada el momento. Probó hacer algo de presión también con sus labios y rozarlos levemente, como respondiendo a la caricia.

Sintiendo la cooperación de su hikari, Yami quiso probar ir más allá, pero un sobresalto lo embargó provocando que mordiera levemente el labio inferior de Yugi, este soltó un jadeó y antes de que alguien pudiera decir algo más Yami se vio abruptamente expulsado del sueño de Yugi.

.

Abrió los ojos sorprendido, dándose cuenta que estaba en la cama del chico, luego se dio cuenta de lo que había pasado: había sido cortados tan abruptamente puesto que Yugi había despertado gracias a la insistente alarma de su despertador, que le indicaba debía prepararse para las clases… después de todo era lunes y debía ir al colegio.                                                 

Yugi se levantó también exaltado, tenía las mejillas coloradas, se tomó un minuto para rememorar su sueño y llevarse dos dedos a los labios, se había sentido tan real aquello.

Desvió su mirada violeta al despertador ─ ¡Ayyy, si no me apresuro llegaré tarde! ─de un salto se levantó de la cama, apartando las sabanas de sí, apagó la alarma y se metió al baño.

Yami no pudo evitar hacer un puchero, Yugi lo había ignorado, desvió la mirada a la cama notando que el rompecabezas reposaba allí… no se había percatado de que se lo había quitado.

Al poco rato Yugi salió del baño ya aseado, uniformado y arreglado.

─Buaaa, se me hace tarde ─se quejó el pequeño.

Yugi ¿seguro que ya te sientes bien?

Yugi sufrió un sobresalto ─Yami, me has asustado ─reclamó llevándose una mano al pecho.

El oji-rojo parpadeó un poco ─jajaja ─no pudo contener la risa.

─No es gracioso ─Yugi hizo un puchero infantil, mirando a la cama ─te escucho pero no puedo verte ─declaró.

Ponte el rompecabezas, Aibou ─explicó.

─ ¡Oh! ─rápidamente tomo su colgante y se lo puso al cuello, Yami chasqueó los dedos y el rompecabezas brilló levemente, entonces ante los ojos de Yugi apareció la figura traslucida de Yami, tumbado en su cama, tomando nitidez de a poco ─ ¡Yami! ─visiblemente feliz Yugi se lanzó a abrazar a Yami, enrollándole los brazos al cuello y terminado medio encima de su guardián ─estoy muy, muy feliz ─con mimo rozó su mejilla contra la del tricolor, feliz de poder verlo y sentirlo.

Yami estaba algo asombrado del arrebato de su compañero, tenía la boca ligeramente abierta y sus brazos dudaban si rodear el delicado cuerpo que se aferraba a él.

ehhh ¿Aibou? ─consultó sorprendido, devolviéndole el abrazo.

─Oh, lo siento Yami ─se separó un poco de él.

No hay problema, Yugi ─le sonrió el mayor ─ ¿No tienes clases?

─ ¡Es cierto, se me hace tarde, debo irme!

Quiero que desayunes bien Yugi ─pidió Yami ─ayer estabas enfermo, tienes que cuidarte.

Yugi abrió la boca para reclamar, pero tuvo que aceptar que su nuevo amigo tenía razón ─de acuerdo Yami ─con una tierna carita de niño pequeño Yugi le sonrió ─amm creo que debo levantarme jeje ─dijo con una risilla nerviosa.

ehh ahh, si claro ─Yami se tardó un poco en entender la indirecta y soltar el cuerpo del menor.

Ambos bajaron las escaleras, Yugi no dejaba de mirar de reojo a Yami ni de sonreír.

Desayunaron juntos, el abuelo estaba en la tienda -no se había enterado de a qué hora había llegado- Finalmente un par de golpes resonaron en la puerta.

─Ya voy ─dijo Yugi mientras terminaba de guardar los trastes que había lavado para ir a la puerta.

─Ohayō* Yugi ─saludó nada más y nada menos que Ryou.

─ehhh ¿Ryou? Ohayō ─regresó confuso de la presencia de su amigo.

─Nos… ¿nos vamos juntos a clases? ─propuso el albino algo apenado ─es que… aún estaba algo preocupado por ti, como ayer te sentías mal y yo… bueno ─Ryou apretó el maletín entre sus manos con algo de pena.

Yugi no pudo más que sonreír ─no tenías por qué molestarte Ryou, ya estoy bien ─le dijo ─pero te lo agradezco mucho, tomo mi mochila y nos vamos ¿sí?

Ryou asintió, suspirando con alivio.

Yugi regresó al comedor para tomar su mochila que colgaba en una de las sillas, allí Yami lo esperaba cruzado de brazos.

─Es hora de irme, Ryou vino por mi ─le informó con una sonrisa.

Yami torció el gesto ¿Qué intenciones tenía ese chico con su aibou? Suspiró un poco y luego se acercó para abrazar a Yugi ─si, vamos ─sorprendiendo al tricolor, desapareció dentro del rompecabezas.

─ahora lo entiendo ─murmuró para sí el tricolor sintiendo como la conocida tibieza volvía a emanar de su artículo ─Jii-chan, ittekimasu*.

─Itterasshai* Yugi─le respondió el anciano desde la tienda.

─Disculpa la espera Ryou, ya podemos irnos ─dijo el tricolor regresando a la puerta, acomodándose bien los tenis.

─Hai ─Ryou esperó a que Yugi cerrara la puerta y ambos emprendieron marcha a la escuela… con el paso algo acelerado para no llegar tarde.

Hola otra vez, majestad ─Yugi tuvo que hacer un gran esfuerzo en no sorprenderse cuando vio a Bakura aparecer desde atrás de Ryou.

Buenos días, Bakura ─regresó Yami, cortes como de costumbre, apareciendo detrás de su compañero.

¿Qué pasa con esa actitud? Pareces una dama de alta sociedad ─se burló el albino mayor.

No es de sorprender que alguien como tú no sepa lo que es tener modales ─ le respondió de igual manera

─ ¿Nani? ─gruñó el albino, ambos se lanzaron miradas retadoras, aunque con una leve sonrisa ladina que indicaba su juego.

Yugi no pudo acallar una risilla.

─ ¿pasa algo, Yugi? ─consultó el albino.

─Iie* Ryou, solo me acordé de algo ─se excusó apenado, Ryou se le quedó viendo con unas interrogantes sobre su cabeza, y los espíritus fijaron su vista en Yugi.

─Oe ¿el niño ya puede verte?  ─consultó Bakura.

Así es ─dijo con gran orgullo el de ojos rojos.

Ehhhh, suertudo ─murmuró para sí, luego se posicionó justo frente a Yugi y le hizo algunas muecas, intentando que este se riera, Yugi se forzó a ignorarlo, simplemente lo miró de reojo y se mordió el labio para contener las risas.

Basta ya, deja a mi Aibou en paz ─reclamó con algo de diversión.

Que aburrido eres ─se quejó Bakura, llevándose las manos tras la nuca.

Yami rodó los ojos, viendo como su compañero iniciaba una nueva plática con el albino de ojos cafés.

Cuando ambos hikaris estuvieron en la esquina, la campana de inicio de clases resonó en el lugar, avisándoles que ya era hora de entrar.

─ ¡Oh no! ─cruzaron miradas preocupadas antes de echar a correr.

─Esto es malo, vamos a llegar tarde ─dijo Ryou de forma entrecortada por la carrera.

Alcanzaron a llegar con el portón de la entrada aun abierto, sin parar siguieron hasta la puerta de la institución donde ambos chocaron con alguien, cayendo sentados al piso.

─ ¿Llegando tarde? ¿Acaso quieren un reporte? ─habló una voz grave y rasposa a modo de grito.

─Gomen nasai*, Karita-sensei ─dijeron ambos levantándose ─no volverá a pasar ─hicieron una reverencia.

Vaya energía más pesada y desagradable ─se quejó Bakura.

─El sujeto en sí es un desagradable e irrespetuoso ─informó Yami, recordando la mala forma en que ese profesor trataba a Yugi y sus amigos.

─Tu ─habló el hombre, esta vez en específico a Ryou ─fuiste transferido hace solo un par de semanas ¿ya te sientes con la libertad de hacer lo que se te dé la gana en esta escuela? ─lo miró amenazante, empuñando una mano.

¡¿Nanda to?! ¿Qué se cree ese imbécil para tratar así a mi yadonushi? ─gruñó Bakura enojado.

─No le hagas caso, Ryou ─le dijo amablemente Yugi, tomándolo de la mano para pasar del profesor e ir a clases ─ ¡corre!

─ ¡Oigan ustedes!… ya verán en clase de deportes.

─Creo que tendremos problemas después de esto ─le dijo Ryou, corriendo tras de Yugi.

─No podía dejar que te siguiera tratando así, Ryou ─le dijo con una sonrisa mientras subían las escaleras al siguiente piso.

Alcanzaron a llegar cuando la siguiente campanada sonó, Yugi deslizó la puerta de la parte de atrás del aula, entraron y se dejaron caer sentados en el piso respirando agitadamente.

Se escucharon algunos aplausos, Ryou y Yugi alzaron la vista para ver a Honda, Anzu y Jounouchi quienes les sonreían con ojos cerrados, aplaudiéndoles.

─Felicitaciones chicos, la profesora un no ha llegado ─les dijo Anzu, estirando una mano para ayudar a Yugi a levantarse, igual que Honda con Ryou.

─Si, se salvaron por un pelo de rana ─dijo el rubio con gracia.

─Menos mal ─dijo el tricolor.

─Gracias ─el amable albino, también levantándose.

Ese maldito se merece una paliza ─dijo Bakura molesto. Yami sonrió de lado, eso se oía interesante.

-o-

Las clases transcurrieron sin pena ni gloria, para fortuna de ambos hikaris ese día no tenían clase de deportes, así que se salvaron de Karita-sensei… por lo menos de momento.

Yugi llegó a casa, saludó a su abuelo y subió a su habitación para dejar sus cosas allí, se sacó la chaqueta azul y dejó su maletín en el escritorio antes de tumbarse en la cama bocarriba.

Es bueno estar en casa ¿no? ─Yami apareció a su lado, recostado de perfil, apoyando su cabeza en una mano.

─Si, me has leído el pensamiento ─le dijo con una sonrisa, luego lo dos compartieron unas risillas, Yugi se le quedó viendo unos segundos a los labios, pasando su lengua por los propios.

Emm, siento… haberte mordido esta mañana ─se disculpó llevando una mano al mentón de su protegido para acariciarle el labio inferior con su pulgar.

─No te preocupes… me hace gracia recordarlo ─sonrió, rememorando los suaves besos que el mayor le había dado en su sueño.

¿Entonces no te molesta que lo haya hecho? ─consultó Yami con precaución.

Yugi negó levemente ─nop, a pesar de que jamás pensé que… mi primer beso me lo diera otro chico ─dijo divertido ─no me incomoda ni nada por el estilo ─reveló en menor.

Para Yami, eso fue como una invitación ─Entonces… ¿puedo hacerlo de nuevo? ─consultó pícaro, acercándose tentativamente al rostro de su hikari. Yugi no se resistió por lo que su igual se acercó a apoderándose de los tiernos labios rosados, suaves como el algodón y duces como la miel.

A Yugi la piel se le erizó, sus brazos se movieron por si solos, abrazándose al cuello de Yami mientras intentaba responder al embriagante movimiento de los labios de su igual sobre los suyos, Yami puso más presión en el beso, inclinándose de a poco sobre el menor, cosa que a Yugi no le molestó para nada y enredó sus dedos en el cabello de la nuca del mayor, acariciando la zona con mimo.

Yami no pudo contener un jadeó cuando Yugi empezó con esas caricias, se sentía muy buen, soltó sus labios para coger aire y con su nariz acarició una de las mejillas sonrojadas de su pequeño protegido antes volver a reclamar sus labios, haciendo presión con su lengua para adentrarse en la cálida boca del menor, quien le cedió el paso algo apenado.

La lengua de Yami recorrió el interior de la húmeda y cálida cavidad del menor, esperando que la lengua ajena se atreviera a saludarle. Con timidez la lengua de Yugi se aventuró a recibir a la de su guardián, quien sin dudarlo buscó enrollarla y juguetear con ella.

Yami se separó de Yugi para dejarlos a ambos respirar, las mejillas de los dos estaban coloradas, aunque las de Yugi resaltaban más; los ojos estaban brillantes y sus corazones acelerados casi que latían al mismo ritmo.

¿Me quieres, Aibou? ¿Yo te gusto? ─consultó el mayor, bajando para reposar su cabeza en el abdomen de Yugi ─Tú me gustas mucho Yugi ¿me aceptarías?

Yugi parpadeó repetidas veces antes los múltiples cuestionamientos con los que Yami lo azoró en un instante… ¿le estaba proponiendo ser pareja? ─Yo ammm ¿Yami? ─él le miró interrogante ─ ¿vamos a estar siempre juntos? ─preguntó tímidamente el menor ─quiero decir, yo… tú me gustas y quiero estar contigo pero ¿no va a llegar un momento en el que tengas que irte, cierto? ¿No vas a dejarme? ─consultó tímido.

Mi pequeño y tierno angelito ─dijo el mayor, moviéndose para esta vez acostarse bocarriba, llevándose a Yugi sobre él ─quiero poder despertar con tu sonrisa todos los días; ganarme tu cariño, tus mimos, tus miradas y sonrisas más dulces… quiero ser el único dueño de tu corazón ─dijo el mayor ─no voy a dejarte jamás, siempre estaré a tu lado mi precioso hikari no tenshi*.

Las palabras del oji-carmín hicieron temblar el corazón de Yugi, un par de lagrimillas se le escaparon ─Yami ─murmuró conmovido.

Lo siento ¿Dije algo malo? ─habló alterado ─No llores por favor, Aibou ─movió sus manos inseguro de que hacer.

─Lloro de felicidad, Yami ─le calmó Yugi ─yo también quiero estar siempre contigo, hacerte feliz, ser quien complete tu corazón.

Yami suspiró de alivio ─Teniéndote a mi lado estoy completo, Yugi.

─Siento lo mismo Yami ─declaró, recostándose más en su pecho ─daisuki*─con mimo, se revolvió en su sitio ─dime… sobre el compañero de Ryou…

¿Te refieres a Bakura?

Yugi asintió, estirando una mano para entrelazarla con la del oji-carmín ─parece que se llevan bien ─comentó casualmente, cerrando los ojos con una sonrisa.

El llevarse bien, es un término un poco comprometedor ─dijo con gracia ─se podría decir que… nos soportamos ─dijo con una ahogada risilla ─estaba bastante molesto con su profesor de deportes cuando les habló esta mañana.

─Me parece que si le importa Ryou ─sonrió el menor ─espero que se lleven bien.

Le he preguntado, como quien no quiere la cosa, si le gusta el chico ─relató ─se ha puesto todo nervioso jajaja.

Yugi rio junto con su guardián ─ ¿qué se necesita para que Ryou puedo verlo a él como yo a ti?

─Para que puedan conocerse él debe percatarse de su compañía por un… evento especial, debe ocurrir algo en específico.

─Pero, nosotros…

Tú te enfermaste cuando estabas solo y yo te cuide ─le recordó ─además, tu tomaste valor y me pediste que me presentara en sueños contigo.

Yugi asintió ─tengo hambre ¿bajamos a cenar? ─Yami asintió y ambos se levantaron, sin soltarse de las manos.

.

Yugi estaba terminando su plato de sopa mientras Yami comía unas piezas de fruta ─así que Jou quiere que le ayude a mejorar en el Duelo de Monstruos ─relataba Yugi ─y pronto va a haber un pequeño torneo, creo que no participaré… ─el sonido de su teléfono lo interrumpió ─mochi, mochi ─contestó, del otro lado un angustioso sollozo masculino con su nombre le estremeció el corazón, reconoció la voz de inmediato ─ ¡¿Ryou?! ─habló preocupado, Yami se acercó más a su compañero para escuchar, este puso la llamada en altavoz. Yugi miró angustiado a Yami, le preocupaba su amigo ─tranquilízate ¿Qué pasa?

¡Oe, Bakura! ¿Estas por ahí?

Por supuesto que lo estoy ─respondió el espíritu del otro lado con algo de molestia, de fondo solo escuchaba el sollozo de Ryou ─A Ryou le han intentado asaltar casi llegando a casa ─informó el oji-lavanda ─claro, no he dejado que le pasara nada, pero está nervioso.

Yugi ahogó un sonido de sorpresa ─Ryou, respira hondo y trata de calmarte.

La-la-lamento llamarte a-ahora, Yugi… y-yo, yo.

─No te preocupes Ryou, solo trata de calmarte ¿estas es tu casa? ─Ryou respondió afirmativamente ─iré para allá, nos vemos enseguida ─dictó el menor antes de colgar.

Aibou ─le llamó Yami.

─Me preocupa mucho Ryou, está de los nervios ─le dijo el oji-amatista, tomando un abrigo blanco del perchero antes de dirigirse a la tienda ─abuelito, voy a salir un momento ─avisó.

─ ¿A dónde vas a estas horas, Yugi? ─consultó el anciano.

─Un amigo no se siente bien y está solo en su casa, voy a acompañarlo un rato ─informó.

Sugoroku sonrió antes la bondad de su nieto ─De acuerdo, ten cuidado.

─Si, regreso al rato abuelito ─se despidió el menor, antes de salir por la puerta de la tienda y casi que correr hacia el conjunto de departamentos donde vivía Ryou.

Aibou, no corras así, te puedes caer ─pidió Yami preocupado, después de todo estaba oscureciendo.

─Calmó Yami, solo quiero llegar con Ryou ─tranquilizó Yugi.

En menos de cinco minutos Yugi ya estaba en la entrada de los departamentos, pidió indicaciones y tomó el ascensor y marcó el tercer piso.

No creo que le hayan hecho daño ─tranquilizó Yami ─estoy seguro que Bakura no lo permitiría, si ya tenía ganas de mandar a su profesor al reino de las sombras solo por hablarle así ─dijo para sí entre risillas.

─ ¿El reino… qué? ─Yami se mordió los labios al darse cuenta de lo que había dicho.

Ah, yo, etto ¿no es aquí? ─para su fortuna el ascensor se abrió, Yugi lo miró interrogante  pero se apresuró a buscar la puerta de su amigo albino.

─Ryou ¡Ryou! ─llamó Yugi, golpeando a la puerta un par de veces.

A los pocos segundos se escucharon los pasos acercándose y el pequeño albino, cuyos ojos, mejillas y nariz estaban enrojecidos, abrió la puerta para recibir a su amigo ─Yu-Yugi ─el peliblanco cedió el paso y los tricolores entraron ─yo… la-lamento que hayas tenido que venir hasta aquí a esta hora ─se disculpó entre leves hipidos.

─No pienses en eso, me alegra mucho que estés bien ─dijo Yugi poniendo una mano en su hombro.

─ ¡Yugi! ─sin más Ryou se abrazó el menor, ocultando el rostro en su hombro, dejándose llorar.

Yugi se sobresaltó un poco, sin dudar rodeó con sus brazos, brindándole el consuelo que el albino requería, y que tanto necesitaba.

Yami no pudo evitar torcer el gesto ─ ¿Dónde estás?

─Presente ─se anunció Bakura, llegando desde una de las habitaciones.

Ese debería ser tu trabajo ¿sabes? ─le reclamó con diversión señalando a sus hikaris.

Tsk ─bufó ─cierra la boca.

─Necesitas calmarte ¿vamos a tu habitación? ─propuso el tricolor, Ryou asintió y soltándolo a medias para guiarlo hasta su cuarto, Yugi lo sentó en su cama y se sentó a su lado, dejando que Ryou volviera a abrazarlo y recostarse en su pecho, aun sollozando ─todo está bien Ryou, tranquilo, respira profundo ─pidió acariciando su cabello ─y dime ¿qué fue lo que sucedió?

Tsk, maldición ─se quejó Bakura, sentado a los pies de la cama junto con Yami, notablemente impotente.

Ryou respiró profundo un par de veces antes de que se sintiera capaz de hablar normalmente.

─Yo, estaba casi a dos cuadras de aquí ─empezó el oji-marrón ─quise parawr en una tienda para comprar algo del desayuno de mañana y al pasar por la entrada de un callejón, un par de sujetos me jalaron quitándome la mochila ─hizo una pausa para calmarse ─uno de ellos me puso contra la pared y empezó a registrarme ─Ryou se estremeció ─intentaron… quitarme la sortija ─declaró, Yugi se sobresaltó y miró a su amigo, no veía ni el colgante ni la cuerda alrededor de su cuello ─luego de eso hubo un destello que me cegó, sentí una especie de… energía que se hacía más fuerte y creo que me desmayé por un par de minutos ─el albino temblaba levemente ─cuando abrí los ojos uno de esos tipo estaba tirado al fondo del callejón inconsciente y el otro no estaba… mis cosas estaban intactas a un lado mío y mi sortija seguía en mi pecho…

─Ryou… ─Yugi no supo que decir.

─No sé… que fue lo que pasó Yugi y… y y-yo, tengo miedo ─declaró al fin, abrazándose al oji-amatista.

Yugi desvió la mirada al piso, viendo a los dos yamis, enfrentó sus ojos con los lavanda de Bakura, estos transmitían seriedad y preocupación.

─Descuida, ya estas a salvo, todo está bien ─lo consoló en menor, luego lo separó un poco de si ─dame un segundo ─se levantó, dándole una rápida pero significativa mirada a Bakura y salió del cuarto, ambos yamis los siguieron.

─ ¿Dónde está la cocina? A Ryou le hace falta un poco de agua ─pidió Yugi en voz baja a Bakura.

Por aquí ─le guío el peliblanco.

Yugi entró y de inmediato busco un vaso, lo llenó con agua y le añadió una pisca de azúcar, siempre le había dicho que eso servía para calmar los nervios ─ ¿Y el Sennen Ring? ─cuestionó sin mirar al oji-lavanda ─no he visto que la lleve puesta.

En cuanto llegó a casa la dejó en el escritorio junto con sus cosas, por eso no he podido probar si puede verme.

─ ¿Y no has probado a hablarle? Esta mañana yo podía oír la voz de Yami aun sin tener el rompecabezas ─dijo con el vaso en manos.

Bakura agachó la cabeza ─Es diferente Aibou, tú ya me habías visto en el sueño ─le explicó Yami.

Yugi miró al espíritu albino un momento, se le notaba la preocupación por su amigo en el rostro ─bien, descuida, yo los ayudaré ─le dijo a Bakura, este levantó el rostro y Yugi le sonrió, guiñándole un ojo antes de regresar al cuarto de Ryou.

Tiene un corazón muy noble ─le dijo Bakura a Yami.

Lo sé ─respondió simplemente.

─Ten Ryou ─le dijo mientras volvía a sentarse a su lado ─agua con azúcar para calmar los nervios ─Ryou le recibió el vaso, visiblemente algo más calmado y empezó a beber ─eso es ─murmuró acariciándole de vuelta el cabello.

─Gracias Yugi ─Ryou forzó una leve sonrisa.

─Ni lo menciones ─le restó importancia ─dime ¿y tú sortija? Dijiste que no te la habían quitado ¿cierto?

Ryou bajó la vista y asintió, con una mano señaló a su escritorio de madera clara, allí, junto a su mochila, reposaba en milenario ítem. Yugi se levantó y fue por ella, la tomó en manos y se sentó un poco más cerca de Ryou.

─Ayer me dijiste que la sortija te transmitía algo agradable ¿no es cierto? ¿No crees que te ayude a sentirte mejor? ─tentó Yugi con una sonrisa.

─Demo* ─dudó el albino dejando el vaso vacío a un lado ─la energía que sentí antes de desmayarme… creo que venía de eso ─miró atentamente la sortija ─tengo miedo de lo que pueda ser.

─Ryou, por favor, solo un poco de confianza ─murmuró Bakura, sentándose al otro lado de Ryou ─nunca te haría daño, lo prometo.

─Pero, basándonos en lo que me contaste, fue eso lo que te protegió de los tipos que te acorralaron ¿no? ─argumentó Yugi sin perder la sonrisa, acercando su mano con la sortija.

Ryou miró con duda su colgante, luego miró a su amigo y de regreso a la sortija, Bakura puso una mano en su hombro y este sintió un escalofrío que le recorrió. Finalmente el oji-marrón se decidió a tomar la sortija y con suavidad la colgó de nuevo a su cuello.

Yugi le sonrió, alejándose un poco de él; Ryou lo miró extrañado, entonces la sensación que le provocó el escalofrío se volvió una encantadora calidez que le envolvía desde atrás, Ryou se tensó, lo siguiente que sintió fue un agradable aroma a vainilla y arena de playa que inundaba su alrededor y una presencia que se le hacía levemente conocida a su espalda, miró hacia Yugi y este le miraba con una sonrisa expectante y su corazón se aceleró.

El amable albino giró lentamente para ver a su espalda, sus ojos se abrieron de golpe, detrás suyo había un chico, aparentemente algo mayor que él, y con una gran similitud consigo mismo: el cabello blanco alborotado, la piel pálida, su rostro tenía facciones más masculinas y marcadas, su cuerpo estaba notablemente más trabajado -cosa que le sacó un sonrojo sin querer, ante su minuciosa inspección- lo más notable eran sus brillantes y rasgados ojos lavanda.

¿Eh pasado el examen? ¿Me veo bien? ─preguntó Bakura con gracia, a su igual.

Ryou parpadeó un par de veces ─ ¡Kyaaa! ─de un sobresaltó se apartó de Bakura, abrazándose a Yugi, el menor rió por la reacción de su amigo.

Bakura hizo un puchero ─deberías abrazarme a mí, ore no Yadonushi.

─ ¿Yadonushi? ─repitió extrañado ─ ¿Yugi estoy alucinando? ─le pregunto a su amigo, aun sin notar a Yami que estaba sentado tras Yugi.

─No, o estaríamos delirando lo mismo jaja ─le respondió con gracia ─ ¿por qué no lo intentan de nuevo?

Bakura se acercó con cautela a Ryou ─ ¿Estas bien? ─consultó preocupado ─me llamo Bakura ─se presentó, suponiendo que era eso a lo que Yugi se refería.

Yugi empujó lentamente a Ryou hacía Bakura ─salúdalo ─le susurró al oído.

─Oh, eh… hola, me llamó Ryou ─probó el menor, con timidez, acercándose un poco más a su igual, Bakura le sonrió de lado ─pero ¿tu cómo?… es decir ¿de dónde? ─Ryou tartamudeaba sin poder emitir una pregunta en concreto.

¿En verdad no lo sabes? ─dijo como si fuera un juego.

Llevado por un impulso, Ryou colocó una mano en la mejilla de Bakura, sintiendo la misma calidez que recordaba de su artículo ─ ¿la… la sortija? ─Bakura asintió, poniendo una mano sobre la de Ryou, logrando que el menor se sonrojara ─ ¿Tu lo sabías? ─consultó con Yugi, sorprendiéndose cuando, al girar, ve también a Yami.

─No exactamente ─le sonrió el tricolor ─al menor no ayer ─con disimulo entrelazó una de sus manos con la del oji-rojo, cosa que sorprendió a Ryou ─creo que ya tienes a alguien que te cuide ─le guiñó un ojo ─debería regresar a casa, el abuelo de estar esperándome y seguramente ustedes dos tienen muuuuchas cosas de que hablar ─sentenció levantándose con Yami.

Ryou le sonrió ─muchas gracias por todo Yugi… y lamento las molestias que te cause ─con cariño, Ryou se acercó a abrazar a Yugi.

─Olvídalo, para eso están los amigos ─le dio un guiño en cuanto se soltaron ─te veré mañana en clases Ryou, que descanses ─le dio un beso en la mejilla antes de dirigirse a la puerta ─no te molestes, conozco la salida, vamos Yami ─dijo en cuanto le vio la intención de seguirlos ─cuídalo bien Bakura, te encargo a mi amigo.

Hasta mañana ─se despidió también Yami, y los tricolores salieron, cerrando la puerta suavemente.

Ryou parpadeó un par de veces, confundido por las prisas que Yugi tenía en irse ¿tan tarde era? Giró a mirar a su nuevo acompañante, Bakura le sonrió y con una mano limpió los rastros de lágrimas en su mejilla, a esto Ryou le sonrió tímidamente y Bakura lo atrajo hacia sus brazos, avergonzándolo.

Yugi caminaba de la mano con Yami por la calle, directo a su casa, sonreía tarareando y Yami lo miraba atento.

¿Aibou?

Yugi le miró y le sonrió, se puso en puntillas para darle un beso en la mejilla, dejándolo ligeramente embobado y así siguieron hasta llegar a la casa, Yugi se anunció con su abuelo quien apenas empezaba a cerrar la tienda, le dio las buenas noches y subió con Yami a su cuarto.

El mayor espero en la habitación mientras Yugi se daba un baño y se cambiaba al pijama, luego de eso el pequeño tricolor regresó a la habitación y se acurrucó entre las sabanas con su yami, quien le recibió feliz entre sus brazos. Yugi se revolvió en su lugar, rozándose mimosamente contra el de ojos rojos.

Eres muy tierno, Yugi ─le dijo con una sonrisa.

El menor hizo un puchero ante las palabras de Yami pero se alzó para callarlo con un beso cuando le vio que iba a decirle algo más ─te quiero… que descanses Yami.

Yo también te quiero mucho, Aibou.

-o-

Cuatro días habían pasado desde que las parejas de tricolores y albinos se habían conocido. La relación entre Yugi y Yami iba creciendo conforme los días pasaban aunque Yami se había mostrado un poco inconforme y molesto por el insistente coqueteo que Anzu mostraba hacia Yugi. Por parte de Ryou y Bakura parecían llevarse muy bien, Ryou se veía más feliz que nunca, la compañía de Bakura realmente le hacía bien, se divertían juntos y tal parecía que su ‘relación’ se hacía más profunda -Bakura solía mantener Ryou muy cerca de su cuerpo, abrazándolo por la cintura-

─Muy buenos días a todos ─saludó el profesor titular del salón de Yugi ─hoy les traigo una noticia, tendremos un nuevo compañero que acaba de ser transferido a este salón ─informó mientras escribía un nombre en la pizarra, de inmediato empezaron los murmullos en el salón.

─ ¿Un chico nuevo a estas alturas? ─preguntó Yugi en voz baja a Ryou que estaba sentado a su lado.

¿Por qué tanto revuelo? ─consultó Yami, apareciendo sentado en el pupitre de Yugi, solamente él y Ryou podían verlo.

─ ¿A que es extraño? ─comentó Jou, en la silla tras de Ryou ─Ya casi estamos a mitad del semestre ─comentó el rubio.

─Para que se cambie a estas alturas probablemente venga de otra ciudad ─dijo Ryou, viendo como Bakura imitaba la acción de Yami.

¡Bah! No entiendo cuál es el escándalo ─dijo con simpleza el yami albino, llevándose ambas manos tras la nuca.

─Pasa por favor ─dijo el profesor hacia la puerta, enseguida esta se abrió, dando paso a un muchacho de piel canela, grandes ojos lavanda y lizo cabello rubio-cenizo que le llegaba hasta los hombros, todas las miradas se posaron en su persona ─ ¿por qué no te presentas? ─el joven asintió, mirando de frente a la clase; Ryou, Bakura, Yugi y Yami sintieron una especie de escalofrió.

─Mi nombre es Ishtar Malik ─se presentó el chico, notablemente algo apenado ─e-espero poder llevarme bien con todos ─finalizó con una sonrisa, cuando su vista se paseó por la zona donde estaba Yugi y Ryou, se estremeció y su mirada se volvió seria por unos instantes.

─Muy bien, veamos donde te sentaras ─el profesor recorrió el salón con su vista ─oh sí, hay un asiento libre junto el joven Motou ─señaló a Yugi ─puedes sentarte.

─Muchas gracias ─el joven moreno se encaminó al lugar asignado, a la izquierda de Yugi -Ryou estaba a la derecha- dejó su maletín en el espaldar de su silla y se sentó.

─Hola, yo soy Motou Yugi, bienvenido a la escuela ─le sonrió el tricolor algo nervioso.

El moreno levantó la vista hacia Yugi, algo sorprendido ─ah, gracias, es un placer ─le sonrió de vuelta.

Ryou le pidió mentalmente a Bakura que regresara a la sortija, pues tenerlo sentado en el escritorio no le era precisamente lo mejor para atender a las clases, el yami albino intercambio una seria mirada con Yami antes de que ambos desaparecieran.

.

Cuando el timbre del receso sonó Yugi y Ryou se levantaron hacia el asiento de Malik, antes de que algún alumno más tuviera la oportunidad.

─Disculpa ¿te gustaría almorzar con nosotros? ─consultó amablemente el tricolor.

Malik los miró curioso, luego asintió ─claro, gracias.

─Me llamo Ryou, es un gusto conocerte ─le sonrió dándole la mano.

─Igualmente ─Malik le respondió el gesto.

─Los veré después chicos, tengo que ir a biblioteca a regresar este libro ─informó Anzu, mientras salía del salón, Honda y Jou ya habían salido pillados a la cafetería por algo de comer.

─Creo que nos quedamos solo los tres ¿vamos a la azotea? ─propuso Yugi, sus dos acompañantes asintieron.

─ ¿Y ese dije? ─le preguntó casualmente Malik a Yugi cuando los tres se asentaron a comer en la azotea de la escuela.

Yugi puso sus dedos bajo la punta de la pirámide ─ah, es mi Sennen Puzzle ¿por qué?

Malik sonrió de lado ─no es nada, simplemente me recordó algo ─dijo mientras rebuscaba en su mochila, Ryou y Yugi se miraron entre si extrañados, luego Malik sacó de su mochila un cetro dorado, que tenía una esfera en la parte superior con un grabado similar al que poseían el rompecabezas y la sortija.

Ryou y Yugi ahogaron un sonido de sorpresa.

¡El Sennen Rod!* ─reconocieron Bakura y Yami, apareciendo junto a sus luces.

Ahora sí, Malik se permitió mirarlos con algo de sorpresa.

kukuku, te lo dije en cuanto entramos a este jugar, Malik, sabía que había otros artículos del milenio aquí  ─dijo una nueva voz burlesca, apareciendo junto a Malik en el lugar.

─ ¿Acaso te dije algo, Marik? ─rebatió el moreno a su acompañante con una ligera. Marik, tal como Yami y Bakura, era muy parecido a Malik, a excepción de su cabello, que se levantaba rebelde hacia arriba sin contar su flequillo y sus ojos que eran de un lavanda rojizo ─Él es Marik, mi guardián… supongo que ya ustedes saben de eso ─le dijo ahora a sus compañeros.

Ellos asintieron ─él es Bakura ─presentó Ryou.

─Y él es Yami ─imitó Yugi señalando a su igual.

Los tres yamis se levantaron, poniéndose frente a frente, como evaluándose a la mirada.

─A veces suelen ser un poco pesados ¿o solo es el mío? ─preguntó con gracia.

¡tenshi!* ─reclamó el moreno con un gracioso puchero, empuñando las manos y mirándole molesto.

─No creas, el sentimiento es compartido ─dijeron Yugi y Ryou a la vez.

¡Yadonushi!/¡Aibou! ─reclamaron sus respectivas contra-partes.

Los tres hikaris estallaron en risa.

─Dinos ¿Cómo conseguiste el cetro? ─preguntó Ryou curioso.

Malik sonrió ─Es una larga historia…                           

Notas finales:

Aibou: Compañero.
Sennen Puzzle: rompecabezas del milenio.
Onegai: por favor.
Ja na: nos vemos/hasta luego (para chico)
Sennen Ring: sortija del milenio.
Hikari: luz
Oyasumi: buenas noches.
Hajimemashite: encantado de conocerte (para chico)
Ohayō: buenos días
Jii-chan: abuelo
Ittekimasu: me voy
Itterasshai: (no sé literalmente lo que significa, pero es como desearle ‘un buen día’ o ‘que le vaya bien’)
Hai: si
Nani?: qué?
Iie: no

Gomen nasai: lo siento
Nanda to: ¿Qué demonios?

Hikari no Tenshi: ángel de luz
Daisuki: te quiero
Demo: pero
Sennen Rod: Cetro del Milenio
Tenshi: ángel

 -o-

Primero que nada quiero decir que este two-shot está inspirado en un par de fics que leí hace ya algún tiempo, en otra página. Si no mal recuerdo uno era ‘MY DIARY’ y el otro era ‘El rompecabezas de los dioses’ (el primero no esta terminado y me dejó con muchas ganas de leerlo) 

Lo peor de todo es que esto empezó solo como un puzzleshipping, pero es que el tendershipping se me cuela siempre cuando menos me doy cuenta

B: ¬¬ si claro, aja!

Como sea, espero que les haya gustado, lamento haberme desaparecido una semana, no pude acceder a mi pc, ¡pero pronto me podré al corriente con mis fics! lo prometo =3
Os amo mucho bebes, cuidense mucho y nos estamos leyendo.

Abrazos y besos de chocolate ;3
Ja ne!


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