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Cuestión de tiempo por neusa chan

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Notas del fanfic:

¡Buenas, buenas gente!

Tiempo sin pasarme por AY. Pero el mal hijo siempre vuelve a casa, y aquí me tienen. Es un oneshot fumadito y cortico. SasuNaruSasu, para compensar mí lastimado orgullo después del vendido final de Naruto Shippuden y su nuevo novelón barato. Pero bueno, para eso están los fanfic, y aquí les traigo uno que espero disfruten tanto como yo escribiéndolo.

Gracias por pasarse por aquí. ¡A leer!

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto.

 

Neko-chan

- ¡…y una cosa más…!

Sasuke había visto muchas cosas a lo largo de su vida –esto seguro, si tu trabajo constaba de entregar tu vida entera a la sala de urgencias-, entre ellas, comportamientos humanos de lo más inverisímiles, y en algunos casos, incluso para el gran Uchiha, aterradores.

Pero esto de aterrador no tenía nada. No, quizá, con sus sentidos casi completamente adormecidos, y su cálido pijama para dormir, Sasuke calificaría al ser humano frente a él como la cosa más estúpida de la que el ser humano fuese capaz.

Le sorprendió reconocer el chillón tono amarillo de cabello de su compañero de primaria. Las marcas en su rostro de las que tanto se habían mofado sus otros compañeros seguían ahí, casi alardeando por poseer gran parte del rostro del muchacho, haciendo que este todavía conservase ese aspecto infantil. Sus azules ojos lo observaban con la misma rabia con la que lo habían mirado muchos años atrás. Sasuke casi podía percibir la ira y la irritante altanería con la que los ojos de su compañero provocaban a los suyos.

Naruto. Se sorprendió nuevamente que lograse recordar su nombre.

Sasuke empezó a regresar a la vida real, aunque sus parpados todavía pesaban. Cuando había escuchado los insistentes golpes en su puerta, poco tiempo había tenido para despertar completamente, pues entre su atareado horario como doctor de urgencias y sus pocas horas de sueño, lo poco que había podido pensar entre los segundos de su cama a su puerta y los fuertes golpes, había consistido en una imagen ensangrentada de seres humanos. ¿Quizá algún accidente automovilístico? ¿Quizá una masacre? Quién sabe… Una persona con su profesión debía hacer frente a muchas cosas.

Sí, muchas cosas. Pero nunca había pensado que le haría frente a algo que había olvidado incluso antes de aprender a tomar el autobús solo. Ese niño que había representado la mayor carga emocional de estrés que hubiese experimentado a los ocho años se encontraba frente a él, ahora como un hombre de veinte-tantos –si sus cálculos no fallaban- con una frase inconclusa de una pelea… que nunca había terminado.

Ahora, completamente lúcido, Sasuke reconoció el fuerte olor a alcohol, y por supuesto, el característico matiz rosáceo de quien ha bebido de más en los ojos del rubio que había llamado a su puerta a las tantas de la madrugada.

Sasuke se consideraba un hombre temperamental, aunque jamás lo reconocería en voz alta. Sin embargo, a lo largo de los años, gracias a su profesión, había aprendido a controlar sus emociones. Pero ahora, con ese ser humano obra de la más grande estupidez de un hombre y una mujer – que los partiera un rayo- frente a él, no más de una hora de sueño, y la carga de todas las imágenes mentales que le había dejado su exagerado tiempo laboral, aquello que llamaban los psicólogos de la “inteligencia emocional” pareció carecer totalmente de sentido para el moreno.

Naruto lo observaba, sin siquiera saber cómo continuar la frase. Se tambaleaba un poco, intentando mantener el equilibrio como si el mundo se empeñara en tirarlo de bruces al suelo. Esto enfureció más a Sasuke, quien podía imaginar el rostro hinchado y levemente ensangrentado de su interlocutor con apenas un 20% de consciencia gracias a los golpes que muy seguramente le daría si no cerraba la puerta.

Y eso fue lo que hizo. El fuerte sonido del portazo hizo que Sasuke agradeciera internamente por esa parte lógica que había logrado conservar a pesar de la enorme carga de rabia.

- Es una broma – su voz sonaba ronca debido al cansancio – solo ve a dormir.

Cuando giró sobre sus talones, empezó de nuevo. Esta vez, sin embargo, los continuos golpes contra su vulnerable puerta iban acompañados de la estridente voz que Sasuke había tenido la bendición de haber olvidado, y que ahora se presentaban implacables contra sus oídos y sus destrozados nervios.

Ahora sí, ese rubio iba a morir. Si eso era lo que se había propuesto al llegar allí, lo había conseguido.

Sasuke abrió la puerta con una expresión tan colérica, que el mismo Naruto, con sus sentidos tan estropeados y atolondrados, recibió una señal de alerta. Quizá no había sido lo más inteligente que había hecho en su vida. El rubio intentó retroceder, más se tambaleó cayendo de espaldas, golpeando su cabeza contra las barandas de las escaleras que le habían parecido el Everest cuando las había subido.

Sasuke, enceguecido por el cansancio y la rabia, no notó el pequeño gruñido de protesta que brotó de la garganta del rubio tras el golpe. Lo tomó de la solapa, elevándolo un par de centímetros del suelo, ayudándose con la pared.

- Escúchame idiota. No sé qué rayos quieres después de tanto tiempo, pero te juro que si no te llevas tu mugriento trasero fuera de aquí yo mismo me encargaré de causarte un coma etílico.

La contestación del rubio nunca llego. Sasuke observó cómo lentamente los ojos azules se cerraban, mientras su alcoholizado saco de papas dejaba caer perezosamente la cabeza al costado derecho.

Sasuke rio.

No era una risa de alegría, siquiera se diría que ese sonido un tanto lunático fuera de burla por lo increíble y casi fantasioso de la situación. Oh no, señores, esa risa pausada y con un tono inhumanamente bajo no era más que la frustrada exclamación de instintos asesinos que el Uchiha estaba experimentado, algo que no le había ocurrido hasta hacia unos muchos años con el mismo saco de papas que ahora quería lanzar por las largas escaleras del edificio de apartamentos.

Pero se contuvo, por Dios que lo hizo, aunque seguramente esa energía que estaba conteniendo saldría. Y nadie, siquiera su hermano, querría estar allí para cuando explotara.

 

- Wow Sasuke, luces como si una vaca gigante te hubiera rumiado durante horas, para escupirte en una autopista y que cientos de camiones te pasaran por encima.

Por supuesto, que mejor que entrar a trabajar después de semejante noche, y encontrarte con uno de los comentarios inteligentes de Suigetsu. Ese hombre no estaba muerto simplemente porque era uno de los mejores doctores que tenía el hospital, y la vieja Tsunade jamás se lo hubiera perdonado. Primero le pasaría todo lo que Suigetsu había dicho, antes de que Tsunade permitiera que Sasuke hiciera cualquier cosa guiada por sus estridentes emociones. La caldera que había contenido sus emociones hasta ese momento ya estaba amenazando con estallar. Sasuke incluso podía imaginar cómo salía humo de sus orejas.

- Suigetsu… cállate.

Suigetsu pareció escuchar los amenazadores pitidos de la “caldera emocional” de Sasuke, pues decidió guardar sus comentarios bulones. Sin embargo no se calló.

- ¿Quién es el pobre diablo que traes ahí?

Sasuke convino con Suigetsu, Naruto tenía el aspecto de alguien que había muerto cuatro veces en una noche. El moreno bufó, observando el pasivo rostro del rubio mal sentado en la silla de ruedas que Sasuke había conseguido apenas habían llegado al hospital. Siquiera quería acordarse del infierno que había pasado desde que el huracán había llamado a su puerta, por lo que no se molestó en observar más aquella imagen.

- Llévaselo a Sakura, ella sabrá qué hacer con él.

Acto seguido se dirigió a la cafetería, necesitaba un café con suma urgencia. Un café que se había postergado demasiado gracias a su nuevo trabajo de niñero. Pero cuando Sakura hiciera que ese idiota volviera en sí, él mismo se encargaría de terminar esa pequeña pelea que el rubio se había empeñado en retomar a las tres de la madrugada. Como si su vida no fuese difícil ya.

Al llegar al mostrador, la muchacha que atendía en la cafetería del hospital y que usualmente lo observaba embelesada dejó que su mandíbula se desencajara gracias a la imagen que Sasuke le estaba mostrando. Fue entonces cuando el moreno se percató de que realmente debía tener un aspecto terrible si provocaba semejante reacción en una de sus molestas fanáticas.

La muchacha le entregó el café, y Sasuke noto lo cargado que se observaba debido a su tono quizá demasiado oscurecido. Usualmente prefería el café más claro, pero la muchacha había mostrado su sincera preocupación ofreciendo lo que Shikamaru llamaba un “elixir de vida adulterado”.

Sasuke agradeció la bebida y, después de pagar, se dirigió a la mesa más alejada de la cafetería. Mientras tomaba el líquido caliente y agrio, se permitió exhalar un suspiro de alivio que su necesitado cuerpo de cafeína deseaba emitir con tanta naturaleza. Él lo sabía, se estaba volviendo adicto a la deliciosa bebida, pero nadie podía culparlo por ello. Sus horas de sueño se habían reducido casi por completo, y las cosas que había tenido que ver habían provocado un continuo estrés del cual el único antídoto que había encontrado era en energizante café. No podía sobrevivir a un día sin haber bebido por lo menos diez tazas.

¿Era realmente tan malo? Muchos de sus compañeros preferían fumar, incluso a sabiendas de que sus pulmones pasarían factura de ello quizá en un futuro no muy lejano. Y por supuesto, el alcohol no era una opción. Desde que había estudiado sus consecuencias, se había prometido jamás pasar de la etapa de “estar un poco mareado” al beber sake. Además, no podía imaginarse trabajando con los horribles síntomas de la resaca, como usualmente lo hacía su jefa.

La cafeína había empezado a hacer su efecto, y Sasuke se permitió sentir como su cuerpo recuperaba una energía que jamás había tenido. Gracias a la tierra y su “elixir adulterado”. Mientras existiera la energía, a Sasuke le traía sin cuidado si esta estaba hecha de radioactividad. Sin embargo, aún le ardían los ojos, y todavía la caldera pugnaba por escupir la llamarada de rabia.

- Sasuke, realmente tienes un problema para controlar tus emociones.

Sasuke cerró los ojos con tanta fuerza que empezó a observar luces desordenadas entre sus párpados, todo para acallar la voz que resurgía de lo más profundo de su consciencia, solo para torturarlo. La casi inmutable voz de su antiguo profesor de la universidad hizo que, además de las palabras, Sasuke recordará todo el acontecimiento desencadenador del inicio de un trabajo personal por construir su famosa caldera emocional.

Allí estaba. Sasuke, a sus 18 años, observando su reflejo en la ventana del edificio de la facultad de medicina, brillante gracias a las gotas de sudor que humedecían su piel. Su respiración estaba acelerada, y el moreno casi soltó una exclamación de sincera sorpresa al percatarse de la ira asesina que se apreciaba en sus rasgados ojos negros, dignos de tantos halagos que ahora parecían simples parodias. Los ojos que Sasuke observaba en la ventana eran los ojos de alguien que hubiese perdido la cordura. Ese no podía ser él.

Y entonces, como una confirmación de sus terribles sospechas, Kakashi  apareció en el reflejo, justo detrás de él.

- Sasuke.

La voz reclamando su atención hizo que el Sasuke de aquellos años se permitiera reaccionar. Después de un respingo causado por la voz de su maestro, Sasuke observó nuevamente la persona a sus pies. Ahí, a sus pies, ese lindo muchacho rubio de cabello demasiado largo con rasgos femeninos de la facultad de artes se encontraba casi inconsciente, con su rostro ahora hinchado, mientras su labio reventado y su nariz rota sangraban como si de una fuente se tratase. ¡Siquiera recordaba su nombre!

- Sasuke – la voz de su maestro volvió a reclamar su atención. Sasuke se percató de que las personas que antes habían observado la innecesaria paliza que, salvajemente, le había proporcionado al chico mayor que él, se habían ido. Seguramente Kakashi  las había sacado de allí. El espectáculo había terminado - ¿Qué pasó?

¡Sí! ¿¡Qué había pasado?! Entonces Sasuke recordó. Y es que ya estaba harto.

El menor de los Uchiha se había esforzado incansablemente por demostrar a los insufribles seres humanos de su facultad de medicina que había entrado ahí por sus propios méritos, y no por el apellido que ni siquiera había elegido tener. ¡Era el mejor de la maldita universidad! ¡Y todavía no era suficiente!

Sasuke había sido capaz de soportar los susurros a sus espaldas, y las risas sarcásticas de sus compañeros –usualmente de género masculino- que con una evidente envidia sacaban a colación la interesante teoría sobre el verdadero éxito de Sasuke. No eran sus capacidades y su cerebro. Era su apellido. Y cuando aquel rubio se las había empeñado en hablar de ello de más, Sasuke simplemente reaccionó.

Entonces Sasuke se enfureció aún más, y esta vez, la rabia iba dirigida a su maestro. Itachi se lo había dicho, algún día diría algo estúpido gracias a sus emociones. Y sin percatarse siquiera de ello, ese momento empezó.

- ¡Es una maldita reacción natural! Yo solo me defendí. No vengas aquí a darme un sermón, como si entenderás me posición.

- No es necesario entenderla para darse cuenta de que, Sasuke, realmente tienes un problema para controlar tus emociones. – Sasuke bufó, apartando la mirada. Se sorprendió nuevamente de la imagen que le devolvió el reflejo de la ventana, por lo que, sin querer mirar abajo a sabiendas de qué era lo que se encontraría, volvió a dirigir sus fríos ojos a su maestro. – ¿Lo sabes verdad? Cada dirección a la que vez te lo demuestra. Tu reflejo, el rostro de tus compañeros, en especial del que está tirado frente a ti… todo es una prueba.

Sasuke levantó sus manos, percatándose por primera vez del punzante dolor en sus nudillos. Y ahí estaba, la sangre del muchacho rubio, decorando las zonas que conformaban su despiadado puño. Y entonces lo supo…

Aquel fue el inicio de la construcción de su caldera de emociones. Ni Kakashi, ni su hermano, ni nadie lo había sabido, y Sasuke jamás declaro en voz alta que debía terminar con su problema de las emociones. Pero la caldera había funcionado desde ese momento, y eso era lo único que le importaba.

Ahora allí, en la cafetería con el café cargado a medio terminar, Sasuke recordó que, aunque ese había sido el suceso desencadenante, no había sido el único, ni el peor de todos.

En una ocasión, cuando era pequeño, había clavado un lápiz en el dorso de la mano de uno de sus compañeros por haberle robado un pequeño carro rojo que Itachi le había regalado por su cumpleaños. Simplemente había desaparecido de su vista, y había regresado a casa llorando desconsoladamente. Su padre lo había mirado de manera desaprobadora, asegurándole que un Uchiha no mostraba sus emociones de manera tan descuidada e infantil. Su madre, por supuesto, no había dicho nada. Itachi había sido que se encargó de aquella rabieta.

Y entonces al otro día lo vio. El otro niño no había sido lo suficientemente listo como para no dejarse ver con su pequeño crimen alrededor del jardín infantil. Casi como si el lobo feroz hubiese exhibido su estómago con la abuelita y Caperucita Roja al cazador diciéndole “Sí, me las comí, y no sabes lo feliz que me siento por ello”.

Por supuesto, Sasuke era el cazador. Y se propuso vengar a Caperucita y su abuelita. Lo siguiente que recordaba era ver que el carro no era lo único rojo, pues a su alrededor se había formado un pequeño charco de sangre mientras los demás niños gritaban ante lo que veían. Y por supuesto, la imagen no podía ser menos que aterradora. Ahí estaba el niño, con enormes lagrimones en su rostro gritando a todo lo que daban sus cuerdas vocales, mientras el lápiz con dibujos de Bob Esponja se clavaba de manera casi irreal en su mano. Debía estar por lo menos dos centímetros dentro de la carne. Sasuke lo había sentido cuando lo había clavado, y estaba incluso más aterrado que los demás.

Parecía la imagen congelada de una película de terror barata, de esas de las que Sasuke tanto se burlaba. Los niños, aunque gritando y llorando, no se movían de sus lugares. En aquel entonces, Sasuke no lo sabía, pero el pitido agudo en sus oídos que opacada completamente los estridentes llantos de sus compañeros era señal de que estaba a punto de desmayarse. La mirada que había estado enfocada todo el tiempo en la mano ensangrentada había empezado a nublarse, y Sasuke se alegró de que aquella imagen de terror estuviese llegando a su fin.

No lo logró.

Un fuerte golpe en su mejilla derecha evitó que el pequeño Sasuke de cinco años perdiera el conocimiento, y como le hubiese gustado hacerlo. Con una mezcla de odio y miedo, su mirada buscó al culpable de su esperanza frustrada. Sus ojos se encontraron con los de su agresor, los cuales mostraban una despiadada acusación, como si de ellos saliera el dedo índice  de un implacable dios, apuntándolo como el próximo merecedor del peor lugar en el infierno. Los ojos que le devolvieron aquella mirado eran de un electrizante azul cielo.

- El doctor Sasuke Uchiha es solicitado urgentemente en la oficina de la sala de urgencias. El doctor Sasuke Uchiha.

Genial, ahí estaba la voz mecanizada de la enfermera de turno. Sasuke apuro el último sorbo de café que le quedaba, ahora frío, y se levantó perezosamente. Seguramente Sakura le esperaba en la oficina, completamente furiosa por haber tenido que atender a un paciente molesto y completamente innecesario. Rogó porque su caldera de emociones lograra resistir un poco más, esperando que aquellos ojos azul cielo se encontrasen todavía cubiertos por los párpados, pues de lo contrario, muy seguramente sus ruegos serían completamente en vano.

Cuando salió de la cafetería, pasó por el baño de mujeres, el cual, desde el otro lado, le devolvió la acabada imagen de lo que era Sasuke Uchiha en ese momento. Entonces no se extrañó por la reacción de la chica de la cafetería. Sus ojos prácticamente habían perdido todo brillo humano, una preocupante tonalidad grisácea se dibujaba debajo de sus ojos, mientras su tono de piel adquiría un enfermizo amarillo.

Necesitaba realmente un descanso. Y otra taza de café.

 

Efectivamente, allí estaba su enojada compañera de trabajo. Sasuke pudo reconocer su extraño tono de cabello incluso antes de poder reconocer sus rasgos femeninos. Sus ojos esmeraldas lo miraban con reproche, mas el moreno sabía que su enojo no pasaría de eso. La chica podía dejarle pasar cosas peores simplemente por ser Sasuke; él sabía más que nadie de los sentimientos que la chica de cabello rosado le profesaba.

Sin embargo, incluso después de descubrirlo, Sasuke se había limitado a cortar el tiempo que pasaba con ella. Incluso, casi sin darse cuenta, sus conductas habían empeorado cuando de ella se trataba. Aunque claro, él podía escupirle en el rostro, y ella simplemente, con una sonrisa colmada de paciencia y algo de dolor, sacaría un pañuelo y se limpiaría todo rastro de maltrato.

Por eso se llevaba tan bien con ella. Sakura era la válvula para bajar la presión de su caldera personal.

- Sasuke… ¿Qué pasó? ¿Y quién es él?

El aludido se limitó a entrar al pequeño cuarto. Allí, en una improvisada cama en el sofá, se encontraba el rubio. Sus ojos, para la gran desgracia del moreno, estaban abiertos, pero no completamente despiertos. Se cogía dolorosamente la cabeza.

- ¿Qué quieres que te conteste primero? – Fue entonces, cuando la voz de Sasuke surgió pesadamente de su garganta, que Sakura se percató del aspecto de su compañero de trabajo.

- No. Mejor cambiaré la pregunta – dijo, ahora con un tono preocupado-: ¿Qué clase de camión de pasó por encima?

- El camión es el que tienes ahí recostado – Dijo, fulminando al rubio con la mirada. Éste siquiera se dio cuenta de ello.

Por la mirada de su amigo, Sakura supo que lo más inteligente en ese momento era no preguntar, al menos hasta que Sasuke lograra calmarse un poco. A lo largo de los años, Sakura había aprendido a lidiar con su terrible temperamento, pero gran parte de él había hecho que, como muchas de las trabajadoras del hospital, ella se arrastrara casi sin dignidad detrás de él.

La chica se preguntaba si Sasuke ya sabía de sus sentimientos. ¡Era evidente! Incluso para el confundido Sai. Pero el hecho de que el moreno siguiera tratándola como se le pegaba en gana era un enorme motivo de duda, pues, incluso si uno no correspondía, ¿no era natural ser amable con esa otra persona? Por lo menos, eso pensaba Sakura. Incluso aunque fuese por lástima, porque ella misma sabía que eso era lo único que podía inspirar, lástima.

- Bueno, entonces te preguntaré quién es él – Sakura sonrió, aunque el gesto que le devolvió Sasuke no era precisamente de cortesía.

- Lo único que recuerdo es que se llama Naruto.

- ¿Naruto? Cómo… ¿Lo conocías?

Los ojos azules finalmente recobraron algo de consciencia, y antes de que se diera cuenta, Sasuke se encontraba acorralado contra la pared, con Naruto a escasos centímetros de su rostro. Sakura soltó una exclamación de sorpresa, pues no pudo más que preocuparse al ver que los reflejos de su compañero estaban terriblemente estropeados debido al cansancio. Ella más que nadie sabía que el moreno podía esquivar a su atacante con suma facilidad.

Pero no, esa tarde no.

- ¡Muy bien Uchiha, terminemos lo que empezamos! – Naruto sonreía, aunque su seño continuaba fruncido. Por fin, podría volver a poner su nombre en alto. Terminaría con ese problema, y saldría bien librado de esta. Incluso creía oler el temor de su contrario, el maldito que había destruido su vida incluso a sus tempranos 15 años.

- ¿Terminar el qué?

La sonrisa se borró lentamente del rostro del rubio. En lugar de la rabia y la inmensa satisfacción, su rostro dio paso a una sincera sorpresa. Sasuke, por su lado, continuaba con su rostro completamente inexpresivo. Estaba completamente seguro de que, si se permitía sentir aunque fuese una gota de emociones, estallaría destruyendo todo a su alrededor. Aunque su compañero de la infancia se lo merecía. Todavía le debía ese puñetazo.

- Quieres decir que… ¿no lo recuerdas?

Sasuke permaneció con su rostro neutro, lo que enfureció aún más a Naruto.

Ahí estaba él, torturándose a lo largo de esos diez años, después de todo lo que había hecho ese maldito. ¿¡Y no tenía siquiera la decencia de recordarlo!? Él…

- ¡¡Destruiste mi maldita vida!! – Grito furioso el rubio - ¡Todo porque decidiste enojarte por una estupidez!

Sasuke logró finalmente recordar. Ese puñetazo, cuando tenía cinco años, se lo había cobrado con creces, diez años después.

Mientras Sakura salía del lugar buscando ayuda de alguien que pudiese contener al rubio, Sasuke se permitió recrear la imagen detonadora de todo aquello. A su mente regresó el característico olor a cloro de la piscina del instituto, incluso podía sentir el frío en todo su cuerpo del agua al secarse mientras premiaban a los estudiantes que habían quedado en los tres primeros puestos de la competencia de natación. Pudo recordar a su vez sus uñas lastimando su palmas mientras apretaba inconscientemente sus puños en un vano intento por controlarse.

- … ¿No te lo esperabas, verdad Sasuke? Debe ser la primera vez que alguien te gana en algo. ¡Solo hay que ver tu rostro! – Las únicas risas que se escuchaban en la enorme piscina de natación del instituto, junto a todos los espectadores que observaban la escena con sus ojos a punto de salir de sus cuencas, eran las risas del rubio, autor de las palabras dichas con tal emoción y apremio.

La maestra de natación reía nerviosa, procurando que las palabras de Naruto no sanaran más que a una inofensiva broma. Pero todos en el lugar, en especial Sasuke, sabían que no se trataba de una broma. Durante toda su vida escolar, ambos chicos se habían destacado por sus infantiles pelas continuas y sus competencias sin sentido.

Sin embargo, en esta ocasión era especial. Usualmente, era el moreno quien superaba con creces al chico rubio, pero éste se había empeñado en dedicar la mayor parte de su tiempo a practicar el noble deporte de la natación. Su familia siempre había deseado tener un gran deportista en su árbol genealógico, y al ver que Naruto era simplemente torpe para todo aquello que tenía que ver con la lógica, el rubio se dispuso a trabajar en lo que sí se sentía a gusto. La natación se había vuelto en lo único para lo que era bueno, y se enorgullecía completamente de ello, pues acababa de demostrarles a todos que, aunque era lo único bueno que podía hacer –a diferencia del todo poderoso Uchiha- era el mejor de todos.

Incluso mejor que Sasuke.

El moreno, por su lado, no estaba acostumbrado a perder frente a alguien. El choque emocional fue aún más explosivo cuando su peor enemigo y rival se empeñó en restregárselo a en la cara, frente a todo el instituto. Incluso aunque fuese incómodo para todos los presentes, las risas y burlas del rubio no se acallaron.

Sasuke las hizo callar.

Naruto reía con tal fuerza y enorgullecimiento, que las carcajadas lo obligaban a cerrar sus ojos. Por esta razón, no pudo percatarse del momento en el que Sasuke se acercó a él acortando el espacio con tres largas y simples zancadas. La medalla de plata del segundo lugar golpeó tres veces con su fría dureza el pecho del moreno. La última risa de Naruto, más que una carcajada, fue la expulsión peligrosamente ruda de todo el oxígeno de sus pulmones. La patada que le había propinado Sasuke perfectamente ubicada en toda la boca del estómago hizo que el rubio retrocediera algunos pasos mientras su boca buscaba como podía el aire perdido. Sin embargo, antes de lograrlo, su pie resbalo gracias al agua que todavía escurría de su piel.

Su cabeza golpeó dolorosamente las baldosas de la piscina, haciendo que los presentes exclamaran horrorizados por cómo se habían tornado las cosas en tan solo un par de segundos. En la cabeza de Naruto estalló una extraña luz roja que le preocupo, mas éste continuó consciente. Intentó levantarse, pero antes de que pudiera hacerlo, sintió el peso de su rival sobre su cuerpo. Sasuke siempre había sido más alto, otro de los motivos por los cuales peleaban todo el tiempo.

Las peleas entre ambos no eran más que un juego, incluso para ellos. Sin embargo, algo había cambiado. Naruto observó los ojos negros de su compañero de curso, y por primera vez, tuvo miedo de él. Había un extraño instinto asesino en ellos, como si se tratase de un animal que se defendía del niño idiota que había buscado enojarlo con un palo de madera, picándole incansablemente en la piel. Naruto deseo retroceder el tiempo, y no ser ese niño idiota. La bestia había salido finalmente del rostro angelical de Sasuke.

Sasuke observó a su presa debajo de él, y una sonrisa se formó en sus labios. Naruto siempre había pensado, muy a su pesar, que las pocas sonrisas que Sasuke se permitía enseñar eran arrolladoras, pero esta sonrisa no hizo más que aterrar al rubio.

- Eso fue por el puñetazo cuando teníamos cinco años – La voz de Sasuke había bajado quizá cinco tonalidades. El recuerdo de la mano con el lápiz atravesado, y la mirada enojada del Sasuke de cinco años hizo que Naruto temiera aún más, si eso era posible. Si fue capaz de hacer eso cuando tenía cinco años, ¿qué podía hacer ahora a los quince? – Y esto es por no saber cerrar la boca.

Sin más, y sin que Naruto pudiese hacer algo en su defensa debido a que sus dos manos se encontraban apresadas por encima de su cabeza por el brazo izquierdo de Sasuke, éste empezó con lo que en su cabeza estaba llamando la “dulce venganza”. Naruto suplicó en su interior que alguien despertara del letargo que parece adormilar el sentido común de las personas que observan una pelea, así quizá podrían ayudarlo a salir de esta.

Pero nadie se movió, y Sasuke empezó con el baile que habían iniciado a sus cinco años.

- ¿Te crees superior porque me ganaste en una competencia de natación? – Sasuke mantenía su sonrisa prepotente, Naruto frunció el ceño – Recuerda idiota, que una vez salgamos de esta estúpida cárcel, en la pirámide social, yo seré quien pague una miseria por tu inútil mano de obra. No sirves más que para salpicar un poco de agua, pero no sobrevivirás con eso en la vida real. Te estoy haciendo un favor despertándote de ese estúpido sueño tuyo.

Naruto soltó una corta risa, aunque le costase un poco debido a la fuerte presión que hacia Sasuke en su vientre con la rodilla. Odiaba admitirlo, pero el estreñido tenía fuerza.

- Puedes decir lo que quieres, pero lo que acabas de hacer te delata completamente – Naruto sonrió prepotentemente, borrando la sonrisa del moreno que le hacía recorrer un escalofrío por la espina dorsal – Te molesta que alguien como yo te ganara, porque sabes que soy capaz de destrozarte en muchas otras cosas.

Sasuke frunció el ceño y se permitió volver más fuerte el agarre y la presión en el estómago de su rival. Éste mostró aún más dificultad para hablar y respirar, preguntándose cómo rayos nadie hacía nada para ayudarlo. Entonces pensó que debía ser muy divertido observar cómo una rivalidad de tantos años tenía su desenlace, aquí y ahora. Uno encima del otro. Sin embargo, y a pesar del dolor que estaba empezando a atenazarle en las costillas, Naruto quiso terminar su frase, pues para él, aunque terminase con el cuerpo completamente roto, provocar que el moreno mostrara las emociones que casi parecían inexistentes lo llenaba de un orgullo adictivo. Se dio cuenta que más que rivalizar con él, su propósito era provocar emociones en Sasuke que nadie jamás había logrado generar.

Eso no tenía precio. Como la sonrisa prepotente de Sasuke, y su enfurecido gesto de derrota. Gesto que iba a generar ahora mismo.

- Y una cosa más…

- Se acabó tu tiempo – Dijo Sasuke.

Eso fue lo último que recordaba Naruto, el cual se había despertado después en la enfermería, con el hombro terriblemente lastimado. No había salido únicamente con una ligera dislocación. No. Sasuke prácticamente le había destruido el hueso.

Naruto había agradecido a su inconsciente por haber eliminado de su memoria el dolor de los golpes y del sonido de su hueso rompiéndose, porque muy seguramente de lo contrario hubiese perdido la cordura.

Pero ahora, mientras Naruto lo apretaba contra la pared con esa mirada enfurecida, Sasuke pudo recordar perfectamente ese sonido, que tan estimulante le había parecido en ese entonces. No supo cuánto tiempo había durado golpeando el costado derecho del rubio contra las baldosas de la piscina, mientras escuchaba cómo su hombro se iba haciendo añicos con cada golpe. Finalmente, cuando Naruto ya perdía la consciencia debido al dolor, su profesor de gimnasia, Gai, alzó por los aires a Sasuke, mientras los demás observaban horrorizados el estado del rubio, ahora completamente inconsciente.

Sasuke mantenía su sonrisa de complacencia.

Naruto nunca pudo volver a nadar después de eso, y Sasuke había sido expulsado. Aunque claro, no había sido difícil para él buscar un nuevo instituto, superior al anterior. Después de todo era un Uchiha, y uno que, a pesar de su incapacidad para controlar sus emociones, superaba con creces a los demás niños de su edad en cuanto a su mente se trataba. No podían perder una oportunidad así.

No se habían vuelto a ver hasta ese momento. Naruto terminaría lo que Sasuke había iniciado, y le haría pagar cada patético salario de todos los empleos sin futuro que tuvo que estirar debido a su carrera frustrada de nadador profesional. Le haría sufrir cada fragmente de hueso que le destrozó, y cada punzada de dolor cuando alzaba algo demasiado pesado en su hombro derecho. Todo, todo se lo haría pagar.

- Aquí están… ¡Apresúrate!

Sakura entró, observando que todavía no habían empezado a golpearse, aunque sus miradas desafiantes eran demasiado preocupantes. Si no los detenía, esos dos seguramente se matarían el uno al otro. La chica se preguntó qué clase de persona podía ser el rubio para provocar semejante mirada en el moreno. Era la primera vez, a pesar de todo lo que le había hecho, que Sakura le tenía miedo a Sasuke, o a lo que pudiera hacer.

Entonces para su alivio, Sai entró en la habitación. Éste observó por un par de segundos a su amigo Naruto y a su compañero de trabajo. Después soltó un suspiro.

- Naruto, te dije que no vinieras a buscar a Sasuke.

Sasuke se deshizo del agarre fácilmente, y empujo al rubio para que se apartara de él. Antes de que Naruto pudiese golpearlo, Sasuke se dirigió a Sai.

- Así que fuiste tú el idiota que le dijo dónde encontrarme. Claro, sólo tú puedes ser amigo de alguien como Naruto.

- ¿¡Qué!? – gritó Naruto. Sasuke recordó el acostumbrado dolor de cabeza que le generaba la estruendosa voz de Naruto hacía tantos años atrás. Y sumado con el cansancio se hizo casi insoportable.

Naruto era un completo idiota. Sasuke todavía se preguntaba cómo alguien podía continuar con una pelea que había tenido lugar hacia diez años. Pero no importaba, incluso él sabía que lo que le había hecho había sido terrible, jamás había caído tan bajo como en aquel momento. Había sido incluso peor que el lápiz, o el chico de la facultad de artes. Además, si no terminaba con eso ahora, su cabeza explotaría. Y también una caldera que ya empezaba a pitar amenazadoramente.

Sasuke suspiró. Dirigió su mirada al rubio.

- Bien Naruto – El aludido lo miró, algo sorprendido por la mirada serena y la voz tranquila que de repente había mostrado Sasuke. Eso lo molestó aún más – Sea lo que sea que vayas a hacer hazlo rápido. Tengo que trabajar y preferiría salir de ti lo más rápido posible.

Acto seguido, el moreno levantó sus brazos como si de un asalto se tratase. Maldita la hora en la que decidió ser doctor y construir la caldera de las emociones. Estaba obligado a controlarse, y con alguien como Naruto no le quedaba más que dejarse golpear hasta que éste se sintiera satisfecho. Tras un suspiro cansado, dio paso al desenlace de esa estúpida pelea que había tomado un matiz tan jodidamente molesto.

- Adelante – Dijo, cerrando los ojos.

Todos los presentes se sorprendieron de lo que sucedía. Sai se limitó a cerrar sus ojos y suspirar. Ahora era completamente impredecible lo que haría Naruto, y como su amigo, sabía que no podía ser nada bueno. Sakura por su lado desconoció completamente al Sasuke frente a ella, ahora se veía tan maduro y tan guapo a pesar de los signos de cansancio en su rostro. El hecho de que demostrase tal dominio de sí mismo en un momento como ese era uno de los motivos por los cuales Sakura lo veía como un maldito dios griego. Su corazón empezó a latir frenéticamente, observando aquella pacífica expresión del moreno con sus ojos cerrados.

Naruto sonrió.

Sasuke escuchó cómo los pasos de Naruto se acercaban firmemente hasta él. Sintió la cálida respiración de su rival en sus labios, recordando que de niños, debido a que lo sobrepasaba por un par de centímetros, la nariz de Naruto le llegaba justo en los labios. Reprimió una sonrisa debido al pensamiento que lo había asaltado: “Te gano incluso en eso usuratonkachi

Sin embargo, cualquier triunfo que hubiese tenido hasta ahora quedó reducido a un simple grano de arena. Nadie habría preparado a Sasuke para lo siguiente que hizo Naruto. Había esperado pacientemente la primera reacción de dolor en cualquier parte de su cuerpo, incluida su entrepierna. Pero lo que recibió fue una suave y agradable presión sobre sus labios.

Sus ojos se abrieron al instante, mientras Sakura soltaba un grito de franca sorpresa y rabia.

Sai se permitió decir en voz alta justo lo que estaba pensando.

- Lo sabía.

Sasuke se quedó helado durante casi un minuto, mientras Naruto se deleitaba jugueteando con los labios del moreno. Debía admitirlo, el moreno era digno de tener tantas mujeres echando la baba por él. Sus labios eran tan suaves como lo prometían los ojos que lo miraban.

Finalmente Sasuke calló en cuenta lo que estaba sucediendo, y de un empujón separó bruscamente a su extravagante atacante.

Cuando lo hicieron, Sakura pudo ver perfectamente un delgado hilillo de saliva que los unió por un par de segundos más. Sus mejillas se tiñeron de un rojo casi tan intenso como el de Sasuke, mientras Naruto se carcajeaba francamente grato por su deliciosa, muy deliciosa, venganza.

Sasuke solo atinó a cubrirse los labios, mientras de sus ojos parecían salir rayos de fuego contra el alegre Naruto. Lo mataría, seguro lo mataría.

La caldera explotó.

Naruto, deleitándose de cómo la caldera de emociones del aclamado Sasuke Uchiha se hacía añicos, se permitió hablar.

- Tú me quitaste algo de mi vida, ahora yo quito algo de la tuya. Ahora no importa que hagas. Incluso mientras comas, recordarás que llevarás algo de mi ADN en tu boca. Disfrútalo.

Acto seguido el rubio salió, cruzando los brazos detrás de la nuca mientras se alejaba alegremente. Sai le siguió, mientras le recriminaba lo que había hecho. Sasuke seguro se vengaría, y no precisamente con Naruto, sino con el pobre e indefenso Sai.

- Me matará.

- Relájate Sai. Piensa que me hiciste un gran favor. Ahora mientras trabaje como un animal en un empleo de mala muerte, podré continuar con mi vida mientras recuerde la expresión de su rostro después de ese beso.

- Jamás debí decirte eso – Dijo Sai, maldiciendo su propia boca en el momento que, en aquel bar, le había hablado de que trabajaba con el “dios del mal Sasuke Uchiha” (según palabras de Naruto), y que éste le había confesado que se mantendría virgen de labios hasta que muriera.

“Sería realmente desagradable tener el ADN de cualquier idiota en mis labios. No podría siquiera comer en paz”. Esas habían sido las exactas palabras que Sasuke le había dicho a Sai para zanjar el asunto de su sexualidad cuando Sai había iniciado el incómodo tema un día que lo había visto tomar café solo. Se las había repetido al pie de la letra al rubio ÚNICAMENTE para que éste se burlara. Pero Naruto quería llevar las cosas más allá. Como siempre.

Naruto salió del hospital, con una sonrisa radiante en el rostro, mientras disfrutaba de la calidez en su vientre, y ese dulce cosquilleo en sus labios.

- Definitivamente la venganza es muy dulce.

 

El mismo cosquilleo se producía en los labios de un Sasuke que adoptaba la imagen de un demonio. Sakura salió de la habitación, alegando con que tenía que atender un trabajo de urgencias, escapando antes de que la explosión de esa caldera emocional se presentara al exterior del cuerpo ya perturbado de Sasuke.

Y entonces sucedió.

En los pasillos de urgencias, todos, doctores y pacientes, observaron absortos la silla que repentinamente había volado directo a la pared desde la ventana de la oficina principal de urgencias. Además del vidrio roto, la silla había conseguido hacer una abolladura que seguro necesitaría reparación en la blanca en inmaculada pared del hospital. Pero eso no fue todo. Los presentes se asomaron lentamente a la ventana rota, quedando francamente sorprendidos al ver a uno de los doctores que acostumbraba caminar por los pasillos con una taza de café romper cada cosa que se encontraba.

Tiraba, pateaba, golpeaba los objetos sin detenerse, mientras escupía el nombre de un pobre diablo una y otra vez, casi como esperando que saliera a su vez fuego de la garganta.

La explosión de la caldera no había hecho más que comenzar, y destruiría todo a su paso.

- ¡¡MALDITO NARUTO!! ¡¡DATE POR MUERTO!!

 

- Oye Naruto – Sai lo había abordado justo antes de que saliera del hospital. El rubio se giró, esperando los nuevos reproches de su amigo, más este solo le hizo una pregunta-: ¿Terminaste tu frase?

- ¿Eh? – Entonces el rubio logró recordar su inconclusa frase hacía tantos años… “¡…y una cosa más…!” – ¡Ah! No… creo que no.

- ¿Y cómo termina?

Naruto levantó la mirada hacia el cielo, lo que causó una punzada de dolor en la parte de atrás de su cabeza. Tras un pequeño quejido, observó a su amigo, que lo miraba expectante, esperando por su contestación.

- No tengo idea.

Notas finales:

¡Gracias por leer! Espero les haya gustado.

Yo por el momento me despido. Nos leemos.

Neko-chan

 


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