Min Yoongi tenía todo lo necesario para tener una vida tranquila de universitario, sin embargo, aún le faltaba algo o más bien alguien. No sabía su nombre, ni su edad, lo único que sabía era que entrenaba Taekwondo todos los días al medio día y estudiaba Traducción. Yoongi era amigo de la mayoría de las personas en su universidad, excepto los que conocían a ese chico. Por más que se esforzara no lograba dar con alguien que pudiese presentárselo y él no era lo suficientemente atrevido como para entablar una conversación con él de la nada. A todo esto se le añadía un enorme problema: no sabía si a ese pelinegro le gustaban los hombres.
Llegó al coliseo de la universidad como tenía acostumbrado y fingió leer un libro en un lugar estratégico. A la hora de siempre llegó aquel chico con su uniforme bien puesto y su cinturón negro que, según Yoongi, le quedaba mucho mejor que a los otros chicos con los que usualmente entrenaba.
Yoongi sonrió al recordar la enorme mentira que había inventado a sus amigos para escapar de ellos y terminar allí. No era bueno ser un acosador y más porque no estaba acostumbrado a serlo, pero aquel chico lo llevaba a extremos. Cerró su libro en bien vio que el joven se dirigía al mismo baño de siempre y en vez de regresar a su facultad, como siempre lo hacía, decidió que era hora de estar mucho más cerca. No estaba seguro de que iba a hablarle, pero quería sonreírle tan si quiera y que él se enterara de que existía.
Entró al baño y lo encontró quitándose el uniforme, agradeció a los cielos porque él estuviese cambiándose allí y no en los vestieres donde había montones de chicos. Fingió cepillarse los dientes mientras dirigía miradas fugaces y se deleitaba con cada prenda que era retirada sin pudor.
El teléfono sonó y el chico contestó. Le gustaba su voz, aunque si no fuera así habría hecho todo lo posible para que le terminara gustando.
—Sí, habla Hoseok —Yoongi sonrió, había logrado algo ese día, su nombre.
«Se llama Hoseok, lindo nombre», dijo y luego se burló de sí mismo por ver a ese chico tan perfecto.
Terminó de lavar sus dientes y guardó todo dentro de su maleta para marcharse. Ese día no habría sonrisa, le bastaba con saber su nombre. Acomodó bien la maleta en la espalda y se cercioró de que sus cabellos estuviesen bien peinados para luego dar un paso lejos de Hoseok.
—Hey, Yoongi —el mencionado se quedó como piedra al haber escuchado su nombre de la boca de aquel chico.
«No estoy tan loco como para imaginarlo», pensó para luego girarse y mirarlo.
Hoseok sin pena —ya que se encontraba sólo en bóxer—, se le acercó y le sonrió. Yoongi trató de controlarse y fingió verse confundido.
—¿Cómo sabes mi nombre? —le preguntó secándose el sudor de las manos con disimulo en su jean.
—Es un secreto. ¿Cómo vas con tu libro? ¿No te ha gustado? Llevas dos meses en el mismo punto —el rostro de Yoongi se puso rojo al instante.
—Y-yo… yo… —se sintió algo ridículo.
—Antes creía que estabas interesado en el Taekwondo, pero luego dejé de pensarlo así. Te gusta seguirme, ¿eh?
«Oh, por favor, mátenme»
—Es sólo que… —no continuó.
—Al principio fue raro, sin embargo yo también terminé siguiéndote, es divertido hacerlo, aunque no entiendo por qué nunca te acercas a hablarme —sonrió—. ¿Te gusto?
Yoongi abrió los ojos como platos, ¿así de obvio era?
—Porque tú a mí sí —soltó Hoseok sin pelos en la lengua.
Se ahogó con su propia saliva y comenzó a toser mientras Hoseok le daba palmaditas en la espalda y sonreía.
—Fue una pregunta idiota, ¿no? Si no te gustara no me seguirías —continuó palmeando su espalda—. Tengo clase a las dos de la tarde y tú también, así que nos vemos en la entrada principal a las cuatro, ¿vale?
Yoongi asintió mientras intentaba dejar de toser.
—Hiciste bien en acercarte, creí que no tendría la fuerza suficiente para confesártelo —Hoseok le dio un beso en la mejilla y se introdujo dentro de la ducha—. Será un placer que nos conozcamos de la manera adecuada.
Yoongi sonrió triunfal, había pasado por una situación vergonzosa, pero había valido la pena. Por fin podría contarles a sus amigos por qué se perdía todos los días al medio día y por fin podría decir que por el momento nada le faltaba.
Fin.