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DEATH CHESS por Toko-chan

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Notas del capitulo:

Buenos días!! Dios, se me pasó actualizar unos dias, creo q dos o 3 como mucho, lo siento, simplemente se me pasó el dia. Pero aqui os lo dejo para los que lo hayan esperado!

:3

Aun la cosa es leve, pero poco a poco los sentimientos irán aflorando.

¡A disfrutar!

I

 

Un cuidadoso movimiento, el leve tirón en su muñeca izquierda y el sonido áspero de páginas al ser pasadas fue lo que interceptó su plácido sueño. Apretó los párpados no queriendo por nada del mundo despertar todavía pero, con un brazo sobre su rostro para protegerse de la luz inminente, los entreabrió. Contrario a lo que había pensado, la estancia se hallaba a oscuras a excepción de un foco de luz azulada que fluctuaba armoniosamente sobre una maraña de cabello oscuro y sobre una piel cadavérica pertenecientes al excéntrico detective que en esos momentos se dedicaba a revisar unos informes. Sentado, de aquella forma que siempre se sentaba. Insólito como solo él podía serlo.

Light parpadeó, desorientado. Se sentía bastante cansado, ¿qué hora sería? Probablemente ni siquiera había amanecido.

- Buenos días. Lamento haberte despertado.

- Hm. ¿Que hora es? - buscó con mirada adormilada el reloj apoltronado sobre una de las mesitas de noche, y entonces deseó haber permanecido en la ignorancia. Si no estuviese acostumbrado tal vez se hubiera exaltado, o acaso sus ojos se hubieran abierto de par en par redondos como dos enormes naranjas. Conformidad y migajas de resignación. - Enserio, Ryuuzaki, ¿las 5:15?

Un suspiro escapó de sus labios mientras se desplomaba de nuevo sobre la cama.

- ¡Debemos aprovechar el día! - anunció, aunque su voz no dejaba de destilar cierta desgana - Tu como buen japonés y estudiante modelo deberías ponerlo en práctica.

- ¿Pones en tela de juicio mi nacionalidad y genialidad? - bostezó, y continuó argumentando su postura con languidez - Eso no son más que estereotipos... Además, el cerebro precisa de un merecido descanso de vez en cuando, y nosotros más que nadie. De otra forma solo le allanarás el terreno a Kira.

Adormilado como estaba, Light contempló desinteresadamente las acciones de Ryuuzaki, quien con semblante pasivo procedía a alzar una de las hojas cogiéndola por sus bordes superiores con los dedos índice y pulgar. Por mucho que lo mirara, nunca sería capaz de dejar de repetirse cuán particular era el sujeto.

De repente, el objeto de su ensimismamiento se giró; sus ojos negros clavándose en él como agujas.

- En realidad tantas horas de sueño no son tan necesarias como la gente cree. - Light iba a replicar que definiera “tantas” pues estaba convencido, hasta el punto de exonerar a Kira de todos sus cargos si se equivocaba, de que el detective ni siquiera dormía 3 horas al día, pero este se le adelantó - Además, con todo el azúcar que consumo mis neuronas tienen material de sobra para permanecer activas y saludables. ¿Porque? ¿Tratabas de amenazarme sutilmente?

Light hubiese rodado los ojos si no le hubiese dado demasiada pereza; en cambio, los cerró.

- ¿Ya estamos de nuevo?

Aquella era una conversación habitual y rutinaria, el pan de cada día.

- Bueno, si tú fueras Kira no sería tan raro. Con total probabilidad te enfurecería que yo más que cualquier otro no te dejase conciliar el sueño como un Dios se merece, porque - se llevó el pulgar a los labios y lo succionó en un gesto mecánico - como ya sabemos, Kira es un sujeto infantil e inmaduro con ensalzados delirios de grandeza… Sí.

- Yo creo que cualquiera en mi posición desearía matarte solo teniendo en cuenta lo obcecado que eres con tus sospechas en cuanto a mi persona. - objetó con cierto fastidio - Ya no entremos en que no me dejas dormir como a las personas normales.

Resultaba agotador mentalmente hablando el estar siendo hostigado, de forma desaforada e impiadosa, por los constantes juegos intelectuales de L. Y no era que estos no le gustaran, siempre le había encantado ponerse a prueba con pruebas psicológicas y mentales, con más motivo debido a que no se encontraba con frecuencia a personas que le supusieran un digno desafío. No obstante, la diferencia era notoria cuando la única finalidad de su contrincante era acusarlo de algo que no era. ¿Porque le costaba tanto entender que él no era Kira? Matar a alguien… Se catapultaba contra las murallas de su código moral.

El universitario se encontraba tan sumido en sus pensamientos que no percibió el raudo vistazo que el otro le echó de soslayo antes de hablar, cabizbajo y con un deje monótono.

- Perdona, Light. Sigue durmiendo, intentaré no montar alboroto.

- Da igual, tan solo me relajaré un rato.

- ...Como quieras.

Y con esas últimas palabras como testigos, ambos se sumieron en una callada rencilla con ellos mismos. El silencio se extendió por las blancas paredes de la sofisticada habitación como lo hacen las epidemias por el mundo, aislándolos en burbujas de conflictos internos. Apenas interceptado por el mero movimiento del polvo, de pausadas respiraciones, el tic-tac del reloj o el rozar de los dedos de L con las páginas.

Y un tintineo; el de la cadena que los unía.

Los acontecimientos habían transcurrido a una velocidad vertiginosa en aquellas pasadas semanas. De alguna forma, Misa, una chica simpática y vivaz la cual se auto-proclamaba su novia, había sido arrestada bajo sospecha de ser el segundo Kira; y seguidamente, contra todo pronóstico, él mismo por propia voluntad le había pedido a Ryuuzaki ser encarcelado en las mismas condiciones que Misa - es decir las 24 horas del día - hasta que no se demostrase contundentemente que él no era Kira. ¿Y todo porque? Porque ni él mismo estaba seguro de no serlo.

Un suspiro vacilante hizo su camino a través de sus labios y chocó contra el colchón. Cada vez que le daba vueltas al tema acababa de mal humor, y más, mucho más confuso, ¿en qué momento se le ocurrió soltar semejantes tonterías? No lo podía recordar con exactitud, una niebla borrosa velaba su memoria solo dejándole saber que aquellos sucesos eran reales pero sin saber el porqué de sus acciones. Por suerte, los asesinatos terminaron por reanudarse, constancia de que Kira había vuelto, y a L no le quedó otro remedio que liberarlos; tanto a él como a Misa. Eso sí, antes tuvo que marcarse el teatro con su padre, Soichiro Yagami. Para Light recordar aquel momento era estremecedor, porque hubo instantes en los que creyó que su padre hablaba en serio, que lo mataría y después se suicidaría. Pero debería haberlo imaginado. De hecho si se hubiera hallado sereno es más que seguro que no se le hubiera pasado por alto, había sido una estrategia muy típica de Ryuuzaki.

Y luego las esposas, pensó mientras se concentraba en sentir el frío metálico del arete aprisionando su muñeca. Ya iban dos semanas… Exactamente dos semanas llevaban encadenados, ni más, ni menos. En ese tiempo ambos chicos, a cual más testarudo, habían tenido que aprender a convivir y no solo eso, a pasar cada segundo del día juntos sin excepción. No es que no se llevaran bien, Light le tenía estima a Ryuuzaki, no era mal tío aunque sí especial. Muy particular, muy suyo, tenía sus manías y estas eran de lo más inusuales. Si tuviera que citar alguna de las que le habían trastocado sus hábitos inexorablemente, sería, por ejemplo, su sonambulismo. No es que Ryuuzaki se tratara de una criatura nocturna ni nada parecido, sino más bien que no dormía ni de noche ni de día. Light lo había atrapado despierto a cualquier hora imaginable de la madrugada y nunca, absolutamente nunca, lo había visto dormir. Simplemente permanecía sentado en cuclillas, pensativo y con la mirada perdida, jugueteando con alguna cucharilla del café que se había tomado segundos atrás, o de vez en cuando cerraba los ojos para descansar la vista; pero no dormía, y si lo hacía no superaba las tres horas ni por asomo, Light estaba convencido de ello.

El estúpido pitido de un teléfono móvil lo distrajo momentáneamente para ver como el detective alargaba una extremidad, tomaba el aparato y, tras una escueta ojeada, lo devolvía a su sitio dispuesto a seguir con sus quehaceres profesionales.

Cerrando los ojos de nuevo, el joven japonés retomó el hilo de sus pensamientos, recordando ahora la vez que L quiso un dulce pasada la medianoche.

Habían estado trabajando hasta tarde, tal vez la una de la mañana, Light no podía asegurarlo pero sentía sus párpados pesados y el cuerpo clamando por algo blandito y cómodo debajo de él. A pesar de que los otros miembros del cuartel ya se habían ido hacía rato a sus casas a descansar, ambos se habían enfrascado en terminar de analizar unas pistas acerca de la investigación - unas que resultaron infructuosas para su desgracia-. Fue al tercer o cuarto día desde que todo comenzó y Light, que solía sentir la incomodidad pulular por su piel al tener que dormir con el detective, esa vez cayó rendido entre los brazos de Morfeo nada más tocar la cama. Luego solo supo que algo había tirado de él, zarandeandolo ligeramente, y cuando se había asomado desde el mundo de los sueños lo primero que había vislumbrado habían sido los fosforescentes números del reloj digital marcando las 2:50 a.m. Lo segundo, aquellas lunas de azabache que le habían observado desde las sombras.

- Ryuuzaki… ¿que pasa? - había preguntado procurando ser cortés, no obstante inquieto porque el otro hombre le hubiera despertado a tales horas.

- Verás, Light…

Segundos de silencio.

- ¿Si? ¿ha sucedido algo?

- Lo cierto es que sí. - había respondido, conciso.

El mutismo de Ryuuzaki estaba exasperando y preocupando al mismo tiempo al japonés que se había llevado una mano a la frente tratando de calmar el incipiente dolor de cabeza.

- ¿Puedes ir al grano?

- Sí, es verdad, necesitas dormir. - había murmurado como si acabara de percatarse de tan evidente factor - Simplemente me preguntaba si podrías acompañarme a coger algún pastelillo de las cocinas. Iría yo solo pero - había levantado el brazo haciendo alusión a la cadena que los unía - puesto que estamos encadenados y no puedo dejarte solo bajo ninguna circunstancia, tendrás que venir conmigo si no te importa, y sino... también.

Y Light había sentido instintos homicidas por primera vez en su vida. Hubiera preguntado si estaba de coña, o se hubiera empezado a reír, dado la vuelta y vuelto a dormir. Pero simplemente había suspirado y se había puesto en pie dispuesto a concederle el capricho cuanto antes y así poder volver a cobijarse entre las cálidas sábanas. Tampoco había querido discutir con su compañero por semejante estupidez. Un neutro “gracias” sobrevoló la estancia que ambos hombres abandonaron.

- ¿Te pasa algo, Light?

Un timbre carente de emociones mas no por eso falto de cierta curiosidad llegó hasta sus oídos y lo despertó de su ensoñación. Se dio la vuelta y dirigió su mirada hacia Ryuuzaki dejando entrever una media sonrisa.

- Solo pensaba, ¿porque? - con esfuerzos detuvo un bostezo - ¿Ya has terminado?

- Por ahora sí.

Ryuuzaki se estiró, perezoso, para seguidamente levantarse de la piltra y mirar al otro chico.

- Parecías muy concentrado antes. ¿En qué pensabas?

- Pues nada en concreto. Solo en las últimas semanas, todo lo que ha sucedido, el caso… - iba a añadir algo más, pero guardó silencio en el último momento.

- Ya veo. - hubo una breve pausa hasta que el del pelo negro la rompió - ¿Querrás ducharte ya? Son las seis y cuarto, así luego bajamos a desayunar antes de que lleguen todos.

- Sí, será lo mejor.

L asintió.

Tras tomar sus vestimentas, el de ojos castaños se dirigió hacia el baño con el otro siguiéndole de cerca. Habían comprobado ya que no podía esperar uno fuera mientras el otro se duchaba debido a que la cadena que los unía no era tan extensa de longitud, por lo que no les quedó otro remedio que hacerlo de la siguiente forma: L girado hacia la pared, dando la espalda al plato de ducha mientras este era ocupado por el joven Yagami; la mampara no completamente cerrada por motivos más que evidentes.

 

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Bajaron a desayunar como cada mañana y Watari ya les tenía montado el exquisito banquete. También como cada mañana la mayoría de los alimentos provistos por los distintos platos y boles constituían el auge de la pirámide de la glucosa, pero Light ya había comentado con anterioridad que él no podía desayunar eso tan a menudo, no solo por el bien de su físico y salud sino porque ni siquiera le gustaban demasiado los dulces, por lo que Ryuuzaki había resuelto eso por él. Esa mañana optó por tomar unas tostadas con pavo y un zumo de naranja, tan sano como delicioso.

Apenas intercambiaron alguna que otra palabra, terminaron rápidamente y poco después ya se encontraban entre las metálicas e impersonales paredes del cuartel de investigaciones. Soichiro Yagami fue el primero en llegar, saludó a su hijo y a Ryuuzaki y le explicó al primero algún que otro acontecimiento comentado en la mesa de los Yagami la noche anterior. En realidad, al universitario no le molestaba el tener que quedarse en aquel edificio portentoso con el excéntrico detective, podía estar un tiempo sin ver a su familia. Después de todo él no era de aquellas personas cariñosas y hogareñas, más bien era alguien independiente no obstante apreciaba escuchar de su padre alguna que otra anécdota o simplemente saber que las cosas estaban bien.

Poco a poco fueron llegando los miembros faltantes concluyendo en Matsuda, que llegó media hora tarde con la mano tras la cabeza y la primera disculpa del día <<¡Siento la tardanza! Que asco de tráfico>>. En un silbante silencio sesgado por alguna que otra acotación o intercambio de opiniones, todos se sumieron en hojas y hojas de informes y anotaciones pasadas, horas de grabaciones y cualquier dato que les pudiese aportar un hilo del que tirar. El hilo conductor hacia Kira que se convertiría en su horca.

De repente, Matsuda soltó un resoplido exasperado antes de dejar caer la cabeza sobre el respaldo del sofá.

- Enserio, esto es imposible. No hay nada.

- No digas eso Matsuda, siempre hay algo. Solo tenemos que seguir buscando - dijo, severo pero amable el jefe Yagami.

- Aunque digas eso…

- Mi padre tiene razón, no podemos rendirnos solo porque las cosas no salgan como queremos. Si fuese fácil Kira no seguiría cometiendo crímenes a estas alturas.

Light dejó de lado la pantalla del ordenador para mirar a sus compañeros de investigación. Todos lucían cansados; asomos de ojeras sombreando sus rostros, delatando la tensión y el estrés que compartían.

- Sinceramente - intervino Ryuuzaki - Yo no tengo ni idea de como seguir.

- ¿Qué quieres decir?

- Pues solo eso, Light, que por primera vez en mi vida me encuentro completamente perdido.

Los cuatro miembros de la policía intercambiaron miradas críticas, pero él no pensaba contemplar como el detective se venía abajo. Se puso en pie.

- Todos estamos perdidos, solo tenemos que encontrar el camino, juntos. Kira no va a poder con nosotros.

Un cucharón de helado de fresa con pedacitos de chocolate se hundió en la boca de L, que tras relamerse los labios aparentemente satisfecho volteó para mirar al universitario.

- El problema es que quizás nunca logremos atraparlo. Yo aún creo que tú eres Kira, ¿me sigues?

- Si, crees que el poder que Kira utiliza para matar es, por decirlo de alguna manera, transferible. - meditó un instante - En tu hipótesis yo era el Kira genuino y Misa el segundo Kira, pero por algún factor que desconocemos tanto ella como yo dejamos de serlo y ahora alguien más ha ocupado nuestro lugar.

- Asombroso, Light, como siempre.

Ambos se miraron durante lo que parecieron horas a pesar de que solo transcurrieron unos segundos. Ambos impasibles mientras un tácito reto era tejido entre ellos; los demás solo meros espectadores hasta que el contacto visual fue roto. Light desvió la mirada en el momento preciso para apreciar las pinceladas de tristeza surcando los ojos cansados de su padre, y eso le hizo sentir ligeramente apenado.

- Entonces, ¿aún sospechas de Light, Ryuuzaki?

Y fue Matsuda el que tuvo que preguntar lo evidente.

Y Ryuuzaki hubiese contestado algo que con total seguridad hubiese puesto en cuestión la paciencia del joven Yagami si no fuese porque Misa llamó por el interfono salvaguardando la paz en la sala, y dejando al detective con las palabras en la punta de la lengua.

- ¡¡Light!! ¡Misa-Misa está despierta!

Aquella chirriante voz…

- Ah, buenos días, Misa. - saludó el aludido, incómodo. Mientras observaba como Ryuuzaki se quedaba mirando la pantalla por donde ahora se mostraba el dulce y vivaz rostro de la modelo. - ¿has dormido bien?

- Oh, Light se preocupa por Misa, ¡eso me hace feliz!  - comenzó a botar sobre sus rodillas en la cama - pero también quiero verte, Light. Hace semanas que no nos vemos casi, tenemos que tener una cita.

Un puchero que pretendía ser gracioso, y que seguramente a muchos se lo hubiera parecido, surcó las aniñadas facciones. No entendía porque la chica insistía una y otra vez en que eran novios, de hecho tampoco podía recordar con exactitud el motivo por el cual la besó, cuando pensaba en ello le abrumaba una sensación muy extraña como pequeños vacíos en su cabeza. Sin embargo, mirase como lo mirase ella no le gustaba, era atractiva, sí, pero ahí quedaba todo.

- Misa, ya sabes que estamos todos muy ocupados con la investigación. No podemos permitirnos el lujo de darnos un descanso.

- Pero…

- Además, ya sabes que Light sigue encadenado a mi - comentó L en voz átona como quien no quiere la cosa lo cual provocó un lamento disconforme en la chica.

- Ryuuzaki, eres un pervertido. ¿Acaso le quieres hacer cosas sucias a mi Light?

Light se llevó una mano a la frente un poco aburrido de su actitud infantil y caprichosa, nada en comparación con los demás miembros del cuartel - su padre incluído -, los cuales parecían a punto de amordazarla si seguían con aquella conversación. El detective en cambio solo parpadeó, confuso.

- ¿Cosas sucias, dices? - posicionó uno de sus pulgares entre sus finos labios. Light se preguntó qué estaría pensando.

- Por supuesto, siempre pensé que eras raro pero… ¡pensar que eres homosexual y vas detrás de mi novio! Aunque bueno, por una parte lo entiendo, es que es tan guapo y atractivo…

- Ah, ¿de verdad? - Ryuuzaki le hizo un escrutinio de arriba a abajo a Light haciéndole sentir inexplicablemente avergonzado e incómodo; sus mejillas ardiendo de forma fugaz en lo que duró la mirada. Luego L respondió con sencillez - Sí, supongo que es atractivo. Igualmente a mi me gustan las mujeres, por ejemplo tu me pareces muy guapa, Misa.

A un lado, Light contemplaba el diálogo con el entrecejo fruncido. Madre mía, si que se van por las ramas… Echó un vistazo a su padre y a los otros policías, a la par que oía la voz de Misa de fondo emocionada por descubrir a un nuevo fan, el único que parecía entretenido era Matsuda, ya se había esclarecido que a este le gustaban los culebrones y cotilleos. El que peor se veía sin embargo, percibió, era Aizawa. Desde hacía un buen rato apretaba los puños y su rostro se había comprimido en una mueca irritada, bastante irritada. Decidió intervenir.

- Misa - la llamó para captar su interés - Ahora debemos seguir con el caso, pero un día de esta semana podemos quedar aunque sea los tres. Estoy seguro de que Ryuuzaki aceptará si a cambio le firmas una revista que tiene tuya.

- ¿De verdad, Light? ¡Oh, Ryuuzaki, porfavor, va, porfi! Te firmaré todas las que quieras.

El aludido lo pensó por un momento y le dedicó una cautelosa mirada.

- Supongo que no hay problema. Quedamos el miércoles 23 de junio, es decir pasado mañana. Tendremos una cita. - y una sonrisa que a Light se le antojó siniestra se dibujó en sus labios. - ¡Bien! Hasta entonces Misa, espero con ganas que firmes mi revista.

Más rápido de lo que se tarda en decir la palabra “luz” Ryuuzaki cortó la comunicación interrumpiendo así las empalagosas palabras de despedida de Misa hacia su novio, para alivio de este. Él era amable con la modelo, gentil, y obviamente había rechazado el plan de Ryuuzaki de fingir amarla para sonsacarle información pues la sola idea de jugar de una forma tan ruín con los sentimientos de una mujer le resultaba inconcebible. No obstante, no estaba en su forma de ser el tratarla mal, y había intentado explicarle que ellos no eran novios, que nunca lo habían sido. Vago intento el suyo que poco pudo hacer contra la tozudez y la perseverancia de Misa.

Tras una retahíla de suspiros y algún que otro comentario acerca de la inmadurez de algunas jóvenes, o de cuán descarada y maleducada había sido la modelo al insinuar que Ryuuzaki podía ser homosexual - en Japón clasificar a alguien con dicha etiqueta era considerado un menosprecio, especialmente entre los más mayores - retomaron de nuevo sus vanos intentos por encontrar una pista, una sola pista que les hiciese dar con su objetivo: atrapar a Kira.

 

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Sus delgadas y filosas manos atraparon una hamburguesa generosa que llevaba, entre otros ingredientes, fresas; y si Dios existiera sabría que le pirriaban las fresas. El primer bocado se fundió en su boca con una explosión de sabores dulces y salados que recorrieron todo su paladar siendo inevitable el gemido de placer que sobrevino. Nunca se cansaría de comer sus pequeños - o grandes - caprichos. Abrió los ojos que había cerrado y se encontró con los de Light, contemplándole con expresión indescifrable.

- ¿Quieres robarme la hamburguesa, Light?

El aludido sacudió la cabeza en respuesta y sonrió con suficiencia.

- ¿Porque iba a querer robártela? Yo estoy perfectamente con mi comida equilibrada.

- Mm… Pues parecías enajenado observándome, como si desearas… - dio dos mordiscos más - comerte una también.

Masticaba y sostenía la hamburguesa desde la parte superior, como acostumbraba, mas con una sola mano puesto que ya apenas le quedaba un cacho, un cacho que fue engullido de un último bocado que le supo a gloria.

- Ya sabes que no tienes que preocuparte por que te robe tus dulces, Ryuuzaki. No los envidio en nada.

El japonés era demasiado pretencioso y concienzudo con el aspecto físico ya se había percatado desde hace mucho tiempo, prácticamente desde que se conocieron. Era, en pocas palabras, todo lo contrario a él, su polo opuesto. Si bien no engordaba, tampoco es que le importara realmente. Mas su constitución tenía alguna que otra ventaja,independientemente de que él consumía la energía proporcionada por la glucosa con sus constantes reflexiones y maratones cerebrales contra los asesinos que investigaba. A él que algo tan superficial como el aspecto le traía sin cuidado y que optaba por deleitarse con otros placeres de la existencia humana - como la comida -, encontraba a Light inmoderadamente riguroso con el tema. Pero no sería él quien le hiciese cambiar de opinión.

- Entonces, ¿me das tu postre?

Unos ojos en blanco le saludaron mientras un risa simpática y ligera brotaba de los labios del japonés.

- Todo tuyo, anda - una tartaleta ovalada con riachuelos de chocolate fundido fue extendida hacia su persona - Pero que sepas que me lo iba a comer para que no digas que no tengo gusto.

- Gracias. No debes romper tu dieta saludable, eso sería contraproducente ya que aún estás estudiando.

- No me cabe la menor duda de que esa es tu principal preocupación - dijo, irónico.

- Por supuesto, ya sabes que te aprecio.

Las comisuras de sus labios se elevaron en una tenue sonrisa; pura mofa comprimida en una mueca bonita. En realidad apreciaba a Light, al menos un poco, si olvidaba que su rostro de estudiante modelo exento de imperfecciones ocultaba la expresión enloquecida y diabólica de un asesino en masas, sí, entonces se veía capaz de estimarlo y todo. Empero la realidad estaba ahí para algo, y ese algo era afrontarla. La realidad... La realidad era que Light Yagami era Kira, un homicida despiadado y egoísta con una mente privilegiada como las hay pocas, una que incluso le estaba haciendo sudar la gota gorda a él, a L. A quien su hipótesis se le estaba desmoronando, escurriéndose de sus manos como diminutos granos de arena que temen ser aprisionados.

- Por cierto, Ryuuzaki - comentó Light minutos más tarde cuando ya se dirigían hacia sus aposentos - Te he visto algo desanimado respecto al caso Kira estos últimos días, parece como si no quisieras atraparle.

El aludido apenas tardó unos segundos en contestar; su voz desganada.

- ¿Enserio? Sí, supongo que es verdad. Es un poco lo que comenté antes en el cuartel, no encuentro por donde seguir caminando, es como si todas las pistas que habíamos reunido hasta ahora fueran simples espejismos, como si… estuviéramos dando pasos a ciegas.

- ¿Y eso te hace estar así?

L asintió. Light le echó una mirada de reojo mientras se sentaba en la cama para quitarse los zapatos. La actitud del detective le hacía sentir ligeramente molesto sin saber realmente porque.

- Vaya… No sabía que eras ese tipo de personas. - ante esas palabras pudo notar, no sin satisfacción, que unos ojos opacos se clavaban en los suyos, iridiscentes, retadores. Una media sonrisa afloró en sus labios antes de continuar -  ¿Te equivocas con tus conclusiones y ya te rindes? Tenía mayores expectativas del gran L.

- No te equivoques, Light. Yo no he dicho que me haya rendido.

- ¿Entonces?

- Entonces nada. Ya te lo he dicho, solo estoy deprimido. Buenas noches.

Dicho y hecho, con un veloz movimiento Ryuuzaki se tapó con las sábanas, volteó de espaldas a Light y enmudeció. El japonés suspiró mientras acababa de ponerse el pijama, no tenía motivo de ser seguir insistiendo ahora o echárselo en cara. Después de todo, podía ver que el excéntrico chico también era humano. Echándole raudas y escuetas miradas, se acostó también y suspiró ante la agradable presión del colchón contra su espalda.

- Atraparemos a Kira, yo te ayudaré.

Ni una sílaba fue emitida en respuesta.

Notas finales:

Y.... Aquí se queda por ahora!! Espero que os haya gustado, dentro de dos semanas el proximo :3 Si teneis cualquier duda o pregunta sois bienvenidas que preguntar.

1 rewiew = 1 sonrisa :D

Saludos!!


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