Capítulo 1: ¿Seguro de mí mismo?
País: Italia.
Región: Toscana.
Ciudad: Florencia.
Fecha: 02 de enero.
Hora: 10:00am.
Italia es un país que tomaba el baile como un atractivo sumamente importante y erótico, cada quién baila a su manera, ya sea lento o rápido, pero su baile típico es la tarantella, a pesar de que se use comúnmente en tradiciones italianas. En lo más profundo de este maravilloso lugar, se encuentra un chico que posee una pasión realmente conmovedora por la danza. Italiano, ojos de un tono avellana, altura de 1,72cm, cabello corto liso y de un tono castaño claro, es muy llamativo por tener un hilo de cabello en forma de rulo. Siempre se encontraba por las mañanas en una habitación grande y espaciosa, dónde se movía y se desplazaba a través de las ondas de la música suave y relajada que colocaba, él se dedica a la danza contemporánea. Una mañana del dos de enero, entró a su típico salón de baile, sólo él se dedicaba a practicar en ese lugar, ya que su hermano no se encuentra del todo interesado en “dar volteretas como mariposa”, según él.
Tomó su pequeño estéreo y colocó la canción con la que practicaba la coreografía que se dedicó desde el inicio de las vacaciones, titulada como: “The Hanging Tree” versión de piano y violín, más referente a una orquesta.
Al empiezo de la melodía, suspiró, relajando su cuerpo y después estiró ambos brazos al aire. Con los ojos cerrados y los labios fruncidos, juntó el brazo izquierdo con el segundo en un movimiento lento, llevó ambos brazos hacia atrás junto con el torso, dobló las rodillas y enseguida se paró. En puntillas, dio tres pasos hacia adelante hasta que el último regaló una voltereta con los brazos en forma de tronco. Deslizó el cuerpo, alzó un brazo mientras que el otro lo dejó estirado manteniéndola paralela al suelo. Consecutivamente progresaba la música que ambientaba su danza, iba más rápido conforme sus pasos lo obligaban. Muchos se confunden con el hecho de que esto es ballet, no. La danza contemporánea es proveniente de ese tipo de baile, pero no es lo mismo, podemos dejarlo en claro de que es un ballet más moderno.
Se tiró al suelo delicadamente, levantó una pierna y rozó ambas manos en ella. Giró rápidamente, se levantó y dobló una de sus piernas, posando la plantilla de su pie en el muslo de la otra, movió los dedos de ambas manos consecutivamente mientras las bajaba cómo si intentara crear una especie de lluvia, realizó otra voltereta dos veces, cayó al suelo con ambas palmas de sus manos resistiendo su peso, estiró otro brazo, miró hacía su mano y automáticamente realizó un puño y se la apoyó en su pecho. Suspiró, un tanto nostálgico, mientras que la melodía de la canción cada vez más se acercaba a su fin.
–Are you, are you… Coming to the tree. –Dijo, con un tono bajo y triste, cuando de repente un fuerte golpe se escuchó a través de la puerta del salón, su hermano mayor entró, poseía una especie de carta con un sello amarillo con azul en él, las expresiones del contrario se notaban alegres, lo que es muy extraño conociéndolo.
– ¡Fratello, fratello! ¡Estoy tan orgulloso de ti! –Literalmente se le abalanzó el oji-verde, riendo y estrechándolo fuertemente contra su pecho. A pesar de que no se le puede escuchar la risa del italiano mayor, era una sensación simplemente maravilla para los oídos del menor, amaba la risa de este, simplemente es algo que todos los días desea escuchar. Pero, por el pasado, ya éste no sonreía ni reía como antes lo hacía…
– ¿Q-Qué sucede, hermano? No entiendo tu alegría, ¡Pero me alegra de que estés feliz! –Dijo de la manera más inocente que haya podido ofrecer y correspondió al cálido abrazo de éste.
– ¡Haz sido aceptado! ¡Es impresionante! Dicen que es una de las academias más difíciles de entrar por su crítica. A pesar de que n-no me interesen estas cosas… –Éste tosió, para después volver a su “alegría”. – ¡Cómo sea! Sólo lee la carta. Iré a preparar el almuerzo. –Dejó la carta en las manos del italiano menor mientras se alejaba para ir a la cocina, y cuando dice “preparar el almuerzo”, es simplemente “calentar la comida que se preparó ayer por la noche”. Todos los días es lo mismo, pasta, pizza y lasagna, y a veces, otro tipo de comidas, pero eso es siempre lo típico. ¿Y quién dijo que los italianos se quejaban de ello?
Tomó la carta y comenzó a leerla. En la parte posterior del sobre decía escrito:
“Feliciano Vargas.
Toscana, Florencia. Italia.
Respuesta acerca de la admisión del instituto.”
Abrió enseguida el sobre, cada vez sus ojos se abrían y brillaban de la emoción, era algo imposible de creer, algo totalmente increíble el tan sólo la lectura de un texto.
“Querido Feliciano Vargas.
Buenos días,
Le damos el cordial saludo para informarle que fue aceptado en el prestigioso instituto internacional “Crystal Academic for Dance. Su admisión fue todo un éxito ante nuestros ojos, examinamos de forma crítica sus pasos y movimientos, y creemos que es apto para ofrecerle nuestros servicios. Las clases comienzan a partir del 19 de enero, la lista de los objetos que necesitará se lo enviaremos antes de la primera semana de clases. Lo esperamos con ansias.
¡Felicidades, le deseamos un feliz semestre!”
Atentamente,
Mars Saffire,
Directora académica del instituto de danza.
Feliciano sintió que iba a llorar de alegría, el corazón le aceleraba de una manera muy exageradamente. Se levantó del suelo, corrió hacía la cocina (sí, aún en su vestimenta de mariposa) y sorprendió a su hermano mayor por detrás, dándole un fuerte abrazo, rodeando su torso con ambos brazos. Se acercó hasta el cuello, y tuvo el presentimiento de que el contrario sentía su respiración, y un leve calor le subió las mejillas de este.
– ¡Fratello, me han aceptado! –Restregó una de sus mejillas en el torso del oji-verde.
– Es lo que te llevo diciendo todo el día, idiota. Por algo fue mi alegría pasada. –Dijo con un tono de amargado y fastidiado, pero sí estaba orgulloso del hermano menor.
Durante como unos 15 minutos, el menor de los hermanos “Vargas” estuvo abrazando al mayor cuyo nombre es “Lovino Vargas”, en el transcurso del día, hasta que éste se hartó y separó a Feliciano de su torso, le dolía ya los lados por el estrecho abrazo que le dio, incluso tuvo que agarrar un sartén de la cocina para intentar separarlo, le costó, pero lo logró y éste se retiró de la sala aún con su alegría sobre-saturada.
Feliciano estuvo todo el día encerrado en su salón, danzando y dando vueltas al compás de la música que reproducía en su estéreo, ya sea lento y relajante o movido y fuerte. Su figura se había vuelto más lineada y su abdomen… Bueno, aún seguía siendo definida como “abdomen de mujer”, sin embargo no era fea, y Feliciano no era un chico con cuerpo de macho.
Lovino se encontraba en su habitación con su guitarra acústica, tocando una canción de un famoso cantante colombiano.
–Se fue la luz, en todo el barrio, prende las velas que la fiesta no se apaga. Se fue la luz, en todo el barrio, que la fiesta no se apaaga. –Iba a proseguir con sus maravillosas melodías y talento para tocar la guitarra, pero al ver a Feliciano se enrojeció levemente. No había notado cuándo el menor entró a la habitación.
– ¡Ugh, toca la puerta antes de entrar! –Dijo malhumorado el oji-verde, el menor tragó saliva y entró a pocos pasos. – ¡Entra rápido joder! –Gritó y enseguidamente Feliciano entró a la velocidad de la luz, consecutivamente cerrando la puerta.
– Fratello, siempre me ha gustado tu forma de tocar la guitarra, es maravilloso. –Dijo, sonriendo dulcemente, haciendo que éste se sonrojara aún más. A pesar de que su piel sea más morena que la de Feliciano es mucho que decir cuando realmente se note que esté avergonzado.
– Cállate… Sólo es un ridículo pasatiempo… –Dijo, mintiendo acerca de que es un “ridículo pasatiempo”. Le encanta tocar la guitarra, le recuerda tanto a su instructor.
– Sí tú lo dices. –Se encogió de hombros, mientras que el mayor proseguía rozando las yemas de sus dedos con las cuerdas del instrumento. – Vamos, no te avergüences, ¡Soy yo! –Dijo, alzando sus brazos hacía el aire mientras reía como idiota.
– ¡Por eso menos lo deseo hacer! –Gritó, sin que en ningún momento se elimine el rubor de sus mejillas.
El menor simplemente soltó una risita infantil, moviendo su cabeza de un lado a otro, no es posible obligar a su hermano a que toque aquél instrumento libremente después de ese suceso.
Sin embargo, las llamas de su corazón aún no se extinguen. Llegará el momento en que lo olvidará, pero será difícil para el joven italiano. Feliciano tiene fé en que consiga a alguien mejor.
Abandonó la habitación, mirando después de reojo al contrario, notó que la tristeza lo volvía a invadir, por ende, decidió que es mejor dejarlo en soledad para no crear nuevamente el sufrimiento que ya de por si lleva todavía. Cerró la puerta, y por lo poco que escuchó se dio cuenta que la liberación para él es tocar. Y cantar, por su puesto.
–Una flor… Voy a regalarte esta noche de luna llena para confesarte… Lo mucho que me gustas, lo mucho que hay en una flor, para perfumarte del amor del que voy a hablarte y que voy a demostrarte, lo mucho que me gustas, lo mucho que me gustas… –El mayor soltó un leve jadeo, a punto de llorar. Estaba destrozado, totalmente destrozado.
– Fratello… –Suspiró, Feliciano siguió su camino hasta la cocina, comenzaría a preparar lo que sería la cena, estaba dispuesto a animar la poca felicidad que día a día se presentaba el oji-verde. Se colocó un delantal rosa que decía “Mother Day’s”, un lindo regalo de parte de un amigo británico por el día de las madres, ¿La razón? Feliciano se comportó como una madre cuando él llegó a visitar a ambos en Italia.
Ya cuándo estaba listo para alegrar el día a Lovino, se tropezó de repente con una caja marrón, cualquier persona normal la hubiera visto, pero Feliciano es Feliciano…
– ¿Qué es esto? Está lleno de polvo y humedad… –Estornudó, había grandes cantidades de polvo, y éste es muy alérgico. Intentó abrirlo pero estaba sellado con una cinta adhesiva exageradamente fuerte, a pesar de sus años. Maldita sea con la inteligencia de los italianos.