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Matrimonio Indiscreto por Mizuki_sama

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Notas del fanfic:

estudio de la situacion:

la historia se desarrolla en un mundo muy parecido al nuestro con la leve e insignificante diferencia de que alí existen donceles, las reglas sociales impuestas a las mujeres caen con mayor fuerza sobre los donceles.

ejemplo: si una mujer decide divorciarse, la gente la mirara levemente por encima del hombro, en el caso de un doncel, simplemente lo considerarían un sacrilegio.

 

por tanto  la historia no se desarrollara bajo los mismos conceptos de Gravitation, auque si lo hara con los personajes, habra personajes originales, también se advierte que estaba historia se desarrollara bajo la idea de la existencia de los donceles y se advierte posible existencia de M-preg pero no es seguro.

 

así mismo NG Records sigue existiendo, pero Bad Luck no existe, Suichi es primo de Sakuma.

 

Capítulo 1

— ¿Qué diablos voy a hacer? —se dijo en voz alta Tatsuha Oeusegui y, como si quisiera calmar de algún modo su inquietud, tomó un leño y lo arrojó al fuego que ardía con intensidad.

A pesar del fuego de la chimenea, la habitación estaba fría y llena de corrientes de aire. Podía escuchar cómo silbaba el viento y cómo golpeaba el granizo contra los cristales de las ventanas.

« ¿Qué es lo que puedo hacer?», se preguntó de nuevo a punto de asirse por los cabellos.

Llamaron a su puerta y, antes de que el mismo la abriera, apareció la corpulenta figura del posadero por la misma.

— ¿Desea algo más señor? —murmuró el hombre de manera sencilla y dócil, no acostumbraba a tener clientes en aquella época del año y estaba sorprendido.

Su cliente estuvo a punto de contestar que no necesitaba nada, pero cambió de opinión.

—Tráigame otra botella de whisky-ordeno secamente.

—Muy bien, señor, enseguida lo hare –inclino la cabeza antes de cerrar la puerta en silencio y obviamente desaparecer de la vista de su cliente.

Ya a solas, el hombre se quedó mirando las llamas, pensando en que lo mejor sería emborracharse, aunque el único licor disponible fuera de mala calidad y sin duda alguna le daría un terrible dolor de cabeza al día siguiente pero no podría soportar una noche a solas con sus pensamientos.

Caminó, inquieto, de un lado a otro de la habitación.

Sus zapatos y su pesado abrigo estaban secándose abajo. Estaba en mangas de camisa y descalzo y sintió frío, volvió a toda prisa junto al fuego buscando calentarse, sus ojos se perdieron en las llamas de la chimenea.

Se había perdido: en lugar de llegar a la aldea más cercana a la casa de campo de su hermana (y el marido de esta) se había visto obligado a refugiarse en esa rústica posada.

Su caballo, regalo de su cuñado y su hermana por su cumpleaños, iba ya muy cansado y él mismo casi no podía ver a causa de la nieve y el granizo que azotaban su rostro, mientras cabalgaban por una región que le era, bastante, desconocida.

Había salido aquella mañana a cabalgar, deseoso de salir del campo de visión de sus familiares y demás conocidos que su hermana se las había arreglado para llevar a su hogar, había pensado que cabalgar le sentaría bien y que le ayudaría a tranquilizar su mente.

¿Cómo podía haberse imaginado siquiera por un momento, se preguntaba una y otra vez, que Taki podía comportarse de aquella forma y colocarlo en una situación tan intolerable?

Tatsuha estaba acostumbrado a ser muy solicitado tanto por mujeres como por donceles, sabía que era un buen partido, por no decir que la admiración publica, gracias a su fama como deportista, ganada en la universidad, sumada a su actual posición como líder del imperio empresarial Oeusegui s.a. (que había ocupado porque su hermano mayor se haba desentendido de los mismos), hacía que muchas mujeres y donceles lo consideraran un partido más que deseable.

Heredero de una familia prestigiosa, conocida por su fuerte posición en el imperio del sol naciente, su estado financiero personal era perfecto, y cuando su padre muriera y por tanto el heredara seria gigantesco, además de ello era muy bien parecido dueño de un rostro atractivo y atrayentes ojos oscuros, sumados a un físico envidiable, no sorprendía que fuera tan deseado.

Su inteligencia y osado optimismo, le habían hecho acreedor de una buena reputación en la marea social en la que se movía y se había mantenido lejos de los escándalos sociales a fin de mantener dicha buena reputación por su propio bien y el de su familia.

« ¡Y ahora me cae esta bomba encima!», pensó furioso antes de golpear con fuerza la mesa de madera que estaba al lado suyo.

Siempre había procurado actuar discretamente, jamás se había mostrado interesado por ninguna mujer soltera, o doncel ya vistos, su padre lo habría degollado, y sus idilios, todos muy discretos, habían sido siempre con mujeres, además de algunos donceles, casadas que no podían esperar que les ofreciera un anillo de bodas a cambio de sus favores.

Hacía casi un año que Anthea Brooke, era su amante. Su marido pasaba la mayor parte del tiempo en la embajada y todos sus conocidos sabían que detestaba la vida social de su mujer.

Anthea tenía una posición envidiable en la alta sociedad donde se movía y la familia de su marido era cercana a la misma reina de Inglaterra. Ella y Tatsuha podían verse en numerosas fiestas privadas a las que ambos eran invitados y acudían por separado.

Y, siendo sinceros, ella había atraído bastante a Tatsuha: Anthea era menuda, rubia y graciosa, tenía una belleza extraña que el moreno admiraba.

— ¡Eres preciosa! —le había dicho apenas unos días antes, con un tono de voz que le hacía irresistible— soy muy afortunado al poder tenerte entre mis brazos— había dicho apasionadamente cuando exactamente la tenía abrazada a él.

—Bésame otra vez —había sido la apasionada respuesta de ella.

Rodeándole con sus brazos, le había susurrado apasionadamente:

— ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Oh, Tatsuha, no tienes idea de cuánto te amo! — había exclamado antes de arrastrarse ambos por la pasión, pero cuando empezaba a amanecer y manejaba su auto de vuelta a su casa, Tatsuha se preguntaba si Anthea tendría otro tema de conversación que no fuera el amor. Con frecuencia pensaba en ella recordando el vacío total de su cerebro.

«Pero, ¿por qué voy a querer que sea inteligente?», se preguntaba cínicamente « ¡Espero demasiado!» y un pensamiento más sincero apareció en su mente «Además las mujeres inteligentes son peligrosas»

Sin embargo, empezaba a sentir los primeros síntomas de aburrimiento. Siempre le sucedía lo mismo, las mujeres con las que mantenía relaciones amorosas, acababan hartándole: estaba deseoso de experimentar el peligro, de verse en la necesidad de salir de alguna situación arriesgada, su existencia resultaba demasiado fácil, quería saborear de nuevo la emoción de obtener una victoria.

Hacía algunos años, había tenido la oportunidad de servir a su gobierno gracias a su dominio de varios idiomas y también en armas de fuego. En aquellas misiones se había visto envuelto en numerosas situaciones de peligro, pero siempre había salido victorioso, gracias a su rápida manera de actuar y a su completa falta de escrúpulos.

Pero esos días habían pasado ya, cuando su hermano, Eiri Oesugui, había abandonado el manejo empresarial de la familia su padre lo había llamado a él para que ocupara los puestos que su hermano había dejado vacantes en las empresas, cuando el apenas había cumplido los 19 años, demás está decir que esperaba una actuación perfecta por parte de su vástago, y había tenido que abandonar sus aventuras por los negocios familiares.

«Al menos ahora si se siente orgulloso de mi« pensó lleno de amargura.

Y Ahora Tatsuha, con sus veintitrés años, podía decir que por lo que a Anthea Brooke se refería, empezaba a dejarle insatisfecho su relación con ella, aún más después que había recibido pocos días atrás, un mensaje suyo solicitando su presencia.

Al llegar a su casa, notó señales de luto que lo alarmaron.

— ¿Qué sucede, Anthea? —preguntó cuándo el mayordomo, Tanaka, cerró la puerta tras él y se quedaron solos- los dedos de ella oprimieron los suyos.

— ¡Andrew ha muerto!

— ¡Muerto! —exclamó él, completamente sorprendido, después de todo Andrew Brooke era joven aun, no tenía más de 40 años— ¿Cómo?

—Murió de unas fiebres en Kioto, el doctor que lo atendió allí me llamo aunque me da pocos detalles.

—Lo siento mucho —dijo él con suavidad— debe haber sido terrible para ti.

— ¡Por supuesto! —Declaró ella recostando, graciosamente, su cabeza en el hombro de él añadió— ¿Comprendes lo que eso significa, Tatsuha? —preguntó en voz baja.

Casi contra su voluntad, el joven la había rodeado en un abrazo.

— ¿Qué significa? —preguntó, sintiéndose un poco tonto al hacerlo.

— ¡Que ahora… soy libre! —murmuró Anthea.

Logró, de algún modo, librarse de ella sin hacer promesas. Le dijo que debía ser muy circunspecta y llorar públicamente a su esposo muerto durante el año de rigor, antes de volver a casarse.

En ese momento solo había estado seguro de una cosa: ¡No quería casarse con Anthea y no lo haría! no estaba dispuesto a pasar, el resto de sus días escuchando sus insulsos comentarios, sabiendo que su hermosa cabeza estaba vacía, se sentía inquieto por lo sucedido. Se reprochó haber permitido que su idilio pasajero se prolongara tanto tiempo y decidió irse de Tokio.

Fue entonces que su hermana lo llamo.

—Ven a Kanto con nosotros —le había propuesto Mika— ¿No quieres cazar patos? Thoma me ha dejado invitar a toda la familia y unos amigos a pasar las vacaciones con nosotros.

Él había aceptado encantado la invitación, que le aseguraba tranquilidad y buena conversación a partes iguales, además de diversión: su hermana tenía bellísimas amistades, había sido una completa sorpresa para él, cuando llegó a la enorme casa, encontrar a Taki Usami en ella, como uno de los invitados del esposo de Mika, Seguchi Thoma.

Taki y él habían pasado varias noches juntos, llenas de pasión, tres meses antes, cuando él había estado en América, poco después de ellas, Taki había salido de Estados Unidos en dirección a España y el de vuelta a Japón. Con todo no había esperado volver a verlo en un largo tiempo y cuando entró en el salón y lo vio, se había sentido muy satisfecho de volverlo a encontrar.

Taki Usami era extremadamente hermoso, de piel clara y un rostro sereno como el de una Madonna, pero Tatsuha sabía muy bien que cualquier hombre que le atrajera podía encender en él voluptuosas pasiones.

Viudo desde los veinte años, Taki Usami se había convertido en uno de los donceles más populares de la alta sociedad japonesa, y como sabia Tatsuha, había sido más que admirado en Hong Kong, donde un líder yakuza había llegado al punto de amenazar de muerte a sus hijos para que dejaran de cortejar al mismo doncel que el planeaba ponerles como sustituto de su difunta esposa, el asunto había quedado en nada al morir el hombre y hundirse sus sucesores en una guerra sin cuartel por el poder, hacía tres meses que Tatsuha había decidido conquistar a Taki, admirado de su reputación, y le resultó muy fácil.

Pero, en algunos aspectos, Taki había sido diferente: Tatsuha nunca había conocido a nadie que respondiera tan ardientemente a su pasión y, mentiras aparte, había sido muy emocionante para él, sin embargo, Tatsuha se había dado cuenta de que Taki era tan peligroso como apasionado.

Su segunda noche en el hogar de los Seguchi le iba a revelar hasta qué punto lo era.

El doncel había bajado a cenar con un kimono de gasa amarillo que le daba una apariencia entre seductora y vagamente atrevida. Su cintura parecía muy pequeña en aquel traje y su escote era bajo educadamente revelador, se había puesto unos pendientes de zafiros que hacían juego con sus pulseras, él vio brillar el deseo en sus ojos, cuando cruzó la habitación para colocarse a su lado.

Jugaron a las cartas después de la cena y Taki le dirigió leves miradas insinuantes durante el juego, no era difícil saber sus deseos y, al darse las buenas noches, sintió la presión de sus dedos y lo oyó murmurar:

—La última puerta, al fondo del pasillo.

No había ningún peligro de que los descubrieran: su hermana y su esposo, al igual que los otros invitados, dormían en un ala diferente de la casa.

Taki lo estaba esperando, la única luz que había en la habitación procedía de dos grandes candelabros de plata que había a ambos lados de la cama, rodeada de cortinajes.

Estaba recostado sobre las almohadas, con su largo cabello extendido cayendo sobre él, la transparencia de su camisón apenas disimulaba su desnudez.

Extendió los brazos hacia él y no hubo necesidad de palabras.

Sintió cómo el deseo y la pasión de Taki se le subían a la cabeza.

«Estar con él es casi como emborracharse», pensó y en su caso, como en el de muchos otros hombres, era verdad, aquel doncel era como un horno encendido.

El día después de aquello había sido magnifico, haba disfrutado de un paseo en lancha por el lago que estaba cerca de la mansión y luego jugado tenis con los demás miembros, menos su hermano Eiri que lucía como si lo hubieran obligado, a punta de pistola, a asistir a aquella reunión familiar.

Era un buen jugador y había logrado junto a K, amigo de Thoma, que su equipo ganara.

Volvieron al interior de la casa, cansados y hambrientos, aun así Taki le dirigió de nuevo miradas insinuantes y Tatsuha había sabido muy bien lo que esperaba de él.

«Bueno, esta noche se llevará una desilusión», recordaba haber pensado «Estoy demasiado cansado»

Era un cansancio agradable, pensó, mientras disfrutaba de una cena excelente y después de la cena se había sentado a conversar con Mika, mientras veía junto a ella como su cuñado, Thoma Seguchi, conversaba animadamente con algunos de los donceles del grupo, tuvo también cuidado de notar las miradas que había compartido el rubio con uno de los donceles en especial, le costó un tanto ubicarlo y sentía curiosidad de conocer la identidad del mismo. Cuando ella se retiró, decidió que él también iría a acostarse y fue entonces que cometió la primera de las tantas estupideces cometidas desde entonces: había ido a darle las buenas noches a Taki, este había apretado sus dedos contra los suyos y él, Tatsuha, de modo casi imperceptible, movió la cabeza negativamente.

Después de eso se metió a la cama, amplia y cómoda, con una sensación de verdadero deleite, estaba ya casi dormido, cuando oyó que la puerta se abría, había requerido de todo su autocontrol para no sacar su bereta de debajo de su almohada, no había duda de quién estaba allí… Se percibía la fragancia exótica que le hacía pensar en el Oriente y un momento después un cuerpo tibio e insinuante se recostó junto a él.

No había necesidad de palabras, Taki encendía el fuego en él sin dificultad.

Mucho más tarde, cuando él se encontraba recostado ya sobre las almohadas, él le oyó decir:

—Eres un hombre muy excitante, Tatsuha -ronroneo- ¿Cuándo nos podemos casar?

Por un momento el moreno pensó que no había oído bien.

—Debes saber —dijo el otro joven con suavidad, mientras Tatsuha se ponía rígido— que he decidido casarme contigo.

Taki… Taki Usami… ¡se le estaba declarando! Y daba por hecho que Tatsuha se casaría con él.

Taki, dueño del rostro hermoso y sereno. Taki, apasionado, exigente y feroz como un tigre salvaje. Taki, coqueto, ardiente, insinuante.

Fue necesario todo su control sobre sí mismo para no gritarle que no.

Taki no era el tipo de doncel que quería por esposo… aunque no estaba seguro de cuál era el tipo que deseaba, lo que sí sabía era que no tenía la menor intención de casarse con aquel doncel, no tenía intención de cargar el resto de su vida con esa tempestuosa, alocada y desenfrenada criatura.

Como Taki percibiera su vacilación, se echó a reír.

—Te deseo —dijo— Tú y yo podemos llevarnos muy bien.

— ¡Lo dudo! —logró decir él—Además, Taki, yo no soy un hombre hecho para el matrimonio y soy muy joven aun.

— ¡Pero te casarás conmigo! —contestó él y Tatsuha sintió la férrea determinación que había en sus palabras.

— ¡No! —dijo él con ligereza, aunque internamente se había preocupado y mucho— Tú eres una criatura demasiado exótica y excitante para enjaularte ¡Sería un crimen contra la naturaleza confinarte a un insignificante marido!

— ¡Tú jamás serás un marido insignificante! Yo adornaré tu vida Tatsuha, estaré a tu lado en todas esas importantes fiestas y… lo más importante: ¡te tendré siempre fascinado!

¡Era una especie de vampiro! No le importaba nada más que su deseo y no aceptaba de quienes lo admiraban nada que no fuera una pasión igual a la suya.

—Creo, Taki, que éste no es el momento de discutir algo tan serio como el matrimonio —dijo— vuelve a tu dormitorio y hablaremos de ello en otra ocasión.

—No hay necesidad de ello. Ya te he dicho que te quiero para mí. Cuando vuelvas a Tokio, puedes hablar con papá. ¡Estará encantado de tenerte como yerno!

Tatsuha estaba seguro de que eso era verdad.

El patriarca de los Aizawa hacía mucho tiempo que estaba muy preocupado por su hijo, por el escándalo que podía producir su irresponsable conducta si Taki se casara con alguien como Tatsuha Oeusegui pensaría que el cielo había escuchado sus oraciones.

Tatsuha se sentó en la cama.

—Vuelve a tu habitación, Taki —dijo con firmeza— no voy a discutir más contigo, pero debo decirte que no tengo deseo alguno de casarme.

—Entonces —dijo Taki—, tendría que decirle la verdad a papá.

— ¿Y crees que eso le sorprendería? —preguntó él sonriente.

— ¿Y si yo le dijera que voy a tener un bebé?

— ¡Un bebé! — la voz de Tatsuha vibró en la oscuridad— ¡No es cierto! ¡Y si lo fuera… no sería mío!

—Todos los hombres son iguales —dijo— ¡Uno los puede asustar con mucha facilidad! —rió divertido.

—¿No es cierto, verdad? —preguntó él ciertamente ansioso.

—Por supuesto que no —contestó él otro acariciándose el cabello— ¡pero papá no lo dudaría si yo le dijera lo contrario! ¡Y le diría que fue el resultado de tres deliciosas noches que pasé contigo en América! —entonces se hizo un silencio y tras un par de minutos el moreno preguntó:

—¿Me estás chantajeando, Taki?

—¡Qué palabras tan horribles! — exclamó el doncel— no, mi querido Tatsuha, sólo te digo que aceptes de buen grado lo inevitable. ¡Te quiero!

—¡Tú no sabes lo que significa la palabra amor! —había contestado él completamente molesto.

—Entonces, lo que yo te ofrezco es un buen sustituto— se echó a reír— así que, mi amor —sonrió enlazando sus brazos alrededor de su cuello— cuando vuelvas a Tokio, después de que terminen estas absurdas fiestas con Seguchi, diré a papá que quieres hablar con él y podremos casarnos… ahora veamos… ¡en abril, tan pronto como sea posible!

Taki se puso de pie y se dirigió hacia la puerta.

— ¡Buenas noches, mi queridísimo Tatsuha… mi futuro esposo! —dijo y cuando desapareció a Tatsuha le pareció haber escuchado una risa.

El moreno se quedó sentado largo rato, sin moverse, le parecía que había caído en una trampa de la que no podría escapar, sabía muy bien que Taki, una vez que tomaba una determinación era capaz de cualquier cosa para realizar su propósito.

Si, como había amenazado, le decía a su padre que esperaba un hijo y que el padre se negaba a casarse con él, Aizawa sin duda alguna movería todas sus influencias, y bien sabía Dios que las influencias de Aizawa no eran pocas, sin duda se las arreglaría para provocarle duros problemas y, además, se encargaría de que ganase más enemigos de los que necesitaba… Por otro lado seguramente su padre esta vez sí que lo degollaría.

Pero… casarse con Taki Usami, conociéndolo como él lo conocía, pensó, era como entrar descalzo y por su propia voluntad al infierno.

¡Cualquiera, hasta Anthea Brooke, sería preferible como esposa antes que Taki Aizawa!

A la mañana siguiente, ordenó que se hiciera su equipaje y había presentado sus excusas a sus anfitriones explicando que se le habían presentado unos gigantescos imprevistos, Seguchi habían sido muy comprensivo, su hermana no tanto.

Había mandado sus cosas a la aldea más cercana para tomar el tren o algo semejante de regreso a la capital y, como se encontraba aún muy molesto, decidió que haría parte del camino de regreso a caballo.

—Tengo que ir a Tokio con urgencia —explicó a Thoma personalmente—me gustaría haberme quedado, al menos otro día, para seguir disfrutando tu hospitalidad; pero anoche recordé que tengo un compromiso muy importante.

— ¿Con un hombre o con una mujer? —preguntó su cuñado sonriendo.

— ¡Con un hombre, por supuesto! —había contestado él con una firmeza que hizo que Seguchi le mirara, sorprendido.

Le hubiera sorprendido más saber que Tatsuha, mientras cabalgaba a toda prisa, iba maldiciendo mentalmente a todas las mujeres y donceles del mundo.

Se sentía como un animal acorralado. Había cabalgado a todo galope, confiando en poder encontrar el camino a la aldea. (allí encontraría a alguien que devolviera el caballo a casa de su hermana)

Y lo habría logrado de no haber sido por la tormenta de nieve y granizo que se desencadenó, no veía nada, intentó seguir adelante, hasta que comprendió que estaba perdido sin remedio y que era inútil tratar de encontrar el camino.

Tuvo suerte al encontrar aquella modesta posada, llamada el dragón verde el posadero le informó de que estaba aún a nueve kilómetros de la aldea más cercana.

La cena había sido mala, la habitación era fría y el joven sospechaba que la cama no estaba demasiado limpia sin embargo, estaba más preocupado por sus asuntos privados en esos momentos que por su comodidad.

« ¡Dios santo! ¿Qué voy a hacer?», se preguntó, después de que el posadero le trajo una botella de Whisky y se retiró.

Se dejó caer en un sillón, frente al fuego, sin tocar la bebida. Se preguntó con desesperación si debía irse al extranjero; pero comprendió que el irse solo le causaría más problemas, el padre de Taki, como todo buen japonés honrador de un inflexible código de honor le perseguiría hasta la muerte.

Cerró los ojos y oyó que se abría la puerta, no volvió la cabeza, porque supuso que era de nuevo el posadero, pero cuando oyó que la puerta se cerraba con mucha suavidad y escuchó el suave rumor de una tela que el automáticamente reconoció como seda, se volvió asombrado y vio que era un joven el que había entrado en su cuarto.

Era de mediana estatura; tenía nieve sobre su traje de montar y estaba completamente empapado, Tatsuha se quedó mirándole y el desconocido se quedó de pie, mirándolo, luego con una vocecita suave y asustada hablo:

— ¿Podría usted ocultarme? Por favor, ayúdeme a ocultarme- parecía a punto de echarse a llorar y una segunda mirada hizo sospechar al moreno que se trataba de un doncel.

— ¿Qué es lo que quiere usted? —preguntó Tatsuha, levantándose.

—Me he fugado —contestó él, con una voz absurdamente bella— y vienen tras de mí, no tengo mucho tiempo, comprenderán… que me he refugiado aquí, mi caballo no podía seguir adelante.

Tatsuha se dirigió hacia él, era joven, mucho más joven de lo que había supuesto a primera vista.

— ¿De quién huye? —preguntó—. ¿Se ha fugado de la escuela?

—No, por supuesto que no –aseguro rápidamente el muchacho negando con las manos- huyo del hombre que se considera mi tutor.

— ¡Su tutor! —repitió el moreno sorprendido aunque también con más dudas que al principio, miró su rostro y comprendió que estaba realmente asustado además su traje estaba salpicado de lodo y su rostro parecía estar helado.

—Acérquese al fuego —sugirió él.

—No, no me atrevo- el jovencito estaba quieto aun apoyado contra la puerta — estará aquí en cualquier momento… registrará toda la posada… y si me obliga a volver con él… me pegará otra vez- en esta ocasión realmente parecía a punto de echarse a llorar.

— ¿Le golpea? —preguntó Tatsuha sorprendido, aunque no lo veía en su totalidad, le parecía que debía ser realmente atractivo a la luz del día, no podía entender que razones tendría una persona para golpear a una criatura semejante.

—Sí, me ha golpeado para obligarme a hacer lo que él quiere —dijo con un sollozo que le hizo parecer muy convincente.

Inesperadamente, se quitó su chaqueta de montar y se volvió de espaldas a él, bajo el traje llevaba una prenda blanca, con el escote de la espalda muy bajo y en su piel desnuda había profundos verdugones que se entrecruzaban: estaban amoratados y sangrantes, además de que bajo la tela blanca había manchas de sangre coagulada.

— ¡Santo cielo! —Exclamó Tatsuha— ¿Quién pudo hacerle eso?

—El hombre de quien le hablo.

Volvió a ponerse la chaqueta y se escucharon entonces voces abajo.

— ¡Ya está aquí! — dijo en un murmullo—. Sabía que no tardaría… podía oírlos detrás de mí.

— ¿Dónde está su caballo? —preguntó.

—Lo tengo escondido en el cobertizo. Tal vez no lo encuentren esta noche —contestó el jovencito.

Las voces se escuchaban más fuertes ahora, seguidas del ruido de pisadas subiendo la escalera.

— ¡Ya viene…! ¡Ya… viene! —exclamo en un tono muy bajo y asustado.

Tatsuha nunca en su vida había visto el terror en el rostro de un doncel, su familia era bastante respetable y él era un amante de la belleza jamás habría lastimado a una mujer o doncel, aquello era ciertamente nuevo.

— ¡Lo ocultaré! Aunque si nos descubren, tendremos serios problemas —decidió rápidamente.

— ¿Me meto en ese guardarropa? —preguntó el joven señalando el mismo, Tatsuha estaba a punto de consentir pero pensó que era un lugar demasiado evidente.

— ¡Tras la cortina de la ventana —ordenó— y no se mueva! — exclamo en voz baja mientras el muchacho cruzó la habitación al tiempo Tatsuha iba al guardarropa y quitaba la llave de él para después volver junto a la chimenea, puso la llave en la mesa, junto a la botella de licor, llenó su vaso y se sentó.

Entonces llamaron a la puerta.

— ¡Adelante! — exclamo y la puerta se abrió.

— ¿Qué demonios quiere? —preguntó, con la voz de un hombre bebido.

—Perdone señor, hay un caballero aquí que quiere hablar con usted.

—Dígale que es muy tarde. Ya me voy a acostar- elevo un tanto la voz con expresión molesta.

—Perdón por mi intromisión —dijo una voz, empujando a un lado al posadero, un hombre entró en la habitación.

Era alto, moreno y habría sido bien parecido de no estar sus ojos demasiado juntos, tenía una expresión dura en su boca.

Llevaba todavía el sombrero puesto, pero, al ver a Tatsuha, se lo quitó con lentitud.

— ¿Qué quieres? —preguntó Tatsuha, haciendo gala de unas dotes de actor que no sabía que tenía: se balanceaba en la silla, con el vaso en la mano negligentemente.

—Perdone, joven —contestó el hombre—soy Akihito Uzumaki el posadero me ha dicho que acaba usted de llegar.

— ¿Y eso qué tiene que ver con usted? —preguntó irritado el pelinegro.

—Quisiera preguntarle dos cosas… primero, si en su viaje hasta aquí no ha visto a un muchacho a caballo; segundo, si no ha entrado él aquí, desde que llegó usted.

—No sé de lo que habla usted —contesto Tatsuha— Estoy cansado y quiero acostarme. Si eso le satisface, le diré que no he visto a nadie— termino de hablar sin embargo Uzumaki había visto la llave en la mesa, junto al whisky.

—Si no le molesta, me gustaría mirar qué hay en el guardarropa, veo que la llave está aquí.

— ¿El guardarropa? — preguntó Tatsuha, continuando en su papel de hombre bebido— ¡Oh, sí! No hay nada ahí, se lo aseguro, yo mismo lo revisé porque los ladrones suelen esconderse en lugares así.

—Me gustaría asegurarme yo mismo.

—Le digo que no hay nadie —rugió el pelinegro— ¿Duda de mi palabra?

—No, por supuesto —dijo el mayor de los dos tratando de ser agradable.

Hubo un momento de silencio. Entonces Oeusegui dijo:

— ¿Le gusta apostar? — él otro pareció sorprendido y él continuó diciendo— Le apuesto cinco… no, diez dólares a que no hay nada de lo que busca en ese guardarropa.

Uzumaki titubeó y después miró la llave.

—Acepto la apuesta —dijo con voz cortante.

Tatsuha sacó unos billetes de su bolsillo y los arrojó a la mesa, con poco entusiasmo, Uzumaki sacó de su cartera dos billetes de cinco dólares y los puso en la mesa cogió la llave nerviosamente, cruzó la habitación y abrió la puerta del guardarropa donde miró hacia el interior.

—No hay nada, como ve —rió Tatsuha—pierde la apuesta, señor, y ahora, buenas noches.

Pero el hombre miró a su alrededor y sus ojos se detuvieron en los pesados cortinajes de las ventanas, dio un paso hacia ellas, pero Tatsuha dijo:

— ¿No ha oído usted? ¡He dicho que se largue!- grito él mientras empuñaba ahora una pistola— ¡Estoy harto de usted y de sus impertinencias! —dijo con voz de borracho—. ¡Lárguese ahora mismo si no quiere que le pegue un tiro!

—Creo que es usted demasiado ofensivo —dijo Uzumaki, pero su voz era ya vacilante.

— ¡Salga de aquí! —Repitió colérico — No permito que nadie se meta en la habitación que he pagado y me acuse de mentiroso.

El hombre retrocedió hacia la puerta.

—¡Váyase! ¡Largo de aquí! —repitió con voz de un borracho que ha perdido la paciencia.

Se lanzó hacia Akihito Uzumaki, que salió de la habitación cerrando la puerta tras él.

Tatsuha cerró con llave ruidosamente y corrió el cerrojo.

—¡Vaya impertinencia! —dijo con un tono alto para que se oyera fuera.

Volvió la mirada y vio que el joven salía de detrás de las cortinas, se llevó un dedo a los labios, indicándole silencio.

Ambos esperaron sin hablar, hasta que oyeron las fuertes pisadas del "tutor" del muchacho que bajaba la escalera de madera.

Casi sin aliento, temblando de manera visible, él dijo:

—Gracias… ¿cómo podré… agradecérselo nunca? ¡Me ha… salvado!

Notas finales:

aqui termina el primer capitulo

espero que les haa gustado y ya saben, dejen reviens n-n

(a la sazon que estoy con el autoestima por los suelo)


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