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10 Señales de que estás por ser infiel. por Wermai

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Notas del fanfic:

Todos los personajes utilizados a lo largo de este Fanfic son creación del mangaka japones Eiichiro Oda.

 

Notas del capitulo:

Todos los personajes son creación de Eiichiro Oda. 

      2.  Conociendo al amante:

 

Luffy protesto. “No” le había gritado en un chillido de disgusto. Zoro le miraba exasperado, Luffy era quien más llegaba a molestarlo. Ya había rogado, ya le había dicho por favor. ¡Hasta le había intentado chantajearle con sexo! Pero Zoro era consiente que eso solo funcionaba cuando el menor lo utilizaba contra él.

No quería hacerlo, realmente no quería hacerlo, pero Luffy no le dejaba otra opción. Le miro con desafío y ambos entendieron que era lo que el otro estaba planeando. Luffy le sostuvo la mirada, claramente le decía que no se atreviera a decir aquellas palabras que se convirtieron tabú en su caso. Zoro sonrió con autosuficiencia y Luffy, ante este gesto, le miro lleno de terror y disgusto.

-No habrá carne. –No había sido más que un susurro pero fue suficiente para que Luffy entrara en pánico. Zoro lo había dicho, no sabía cómo reaccionar. Mordió su labio inferior con fuerza y sus ojos se contorsionaron en lágrimas. No le quedaba de otra que aceptar, haría el aburrido y molesto recado. Desvió delicadamente su vista hacia la ventana a una mañana gris y fría, definitivamente era un triste clima.  

Zoro conocía a la perfección esa expresión, en realidad conocía todas las expresiones del menor, y sabía que esa le daba la victoria. Pero también sabía que no le gustaba. Ambos eran conscientes de lo que pasaría, capaces de leer las acciones futras del contrario. Mirando hacia un lado, intento arreglar la situación.

-No quiero hablar aun. –tomo su bufanda y salió.

Zoro bufo y al poco sonrió. Y contradictorio  a su estado rio bajo. Sabía que Luffy diría eso, sabía la bufanda que tomaría y hasta podría predecir lo que pasaría en la noche solo errando en los mínimos detalles. Esa era la inmensidad de su lazo forjado por propio esfuerzo, por la necesidad mutua, por los constantes cambios químicos de su interior.

Él siempre estaba listo para dar lo mejor de sí, para marcar con el filo de su espíritu su capacidad de voluntad, estaba listo para dar todo lo humanamente posible a favor de la complejidad de ambos sentimientos, por buscar un futuro tan brillante como su pasado.

Luffy aún mantenía un morrito. Su nariz roja por el frio le hacía ver bastante adorable.

Su hermano volvería después de tantos años, a pesar de que se dijo que Sabo volvería pocos meses después de su partida, su estadía en un país lejano, se había ensanchado. Volvería por fin. Pero Luffy no estaría para recibirle; tal parecía que Zoro debía hacer un turno de más en uno de los judos del sur, no tenía tiempo para hacer una larga fila en una sucursal bancaria y pagar algunas deudas, y gracias a eso el pequeño se veía envuelto en aquella tarea tan molesta.    

Llevaba varios minutos caminando hacia el centro, hace un buen rato había dejado de ver la tranquilidad del vecindario en los suburbios que compartía con su amado para llegar a una activa y aclamada zona concurrida. No dejaba de pensar en Zoro, estaba enojado y aunque sabía que no tenía sentido porque al final arreglarían las cosas como siempre, quería darse el lujo de enojarse.

El frio volvió a arremeter contra él, sus pómulos se enrojecieron imitando el tono de su nariz, una sonrisa sincera destilo de los labios al ver al extraño al otro lado de la acera.

Finalmente su cotidianidad se había roto; esta vez no sería igual, y él no era consiente. Dicen que las mejores cosas pasan en los momentos menos indicados.

A simple vista todo era igual que el día anterior y el día anterior a eso, no había sentido algo ni medianamente mágico, no había llegado a sentir la conmoción interior, el latir enfurecido de su corazón como hace tanto tiempo cuando conoció a Zoro.  Todo seguía demasiado monótono. La persona al lado siguiente de la calle era hermosa y al verse mutuamente sonrieron por inercia, aunque Luffy había reído cuando el otro trastrabillo. El hombre al lado opuesto agacho la mirada avergonzado, volvió a mirar con intensidad. No había sentido acogida ni seguridad al ver esa mirada, no había sentido el deseo o la necesidad de permanecer junto a él. No. Solo un leve escalofrió recorrió su espalda y a pesar de no estar del todo seguro si era culpa del viento, volvió a sonreír. Parte de su instinto le pedía que corriera de ahí. Él quería ignorarlo, pero no podía. A ninguno ni a su instinto ni al desconocido de cabello obscuro. Aun así rehuyó su mirada, sí que era una tarde confusa, podía decir que hasta un poco especial, pensaba. Pero no importaba haría caso a su instinto, se alejaría de esa persona, casi magnifica.

Volvió a sentir el suave escalofrió en su nuca después el frio sobre su cabeza y el vuelo sobre el grisáceo cielo. El viento había hecho que su sombrero volase lejos, danzando de forma graciosa sobre cabezas ignorantes de su presencia con una temperatura cada vez más baja y en contradicción un cielo cada vez más claro. Era hermoso, sintió la brisa acariciar entre sus dedos por el breve momento en el cual estiro su brazo lentamente para alcanzarle… Si le perdía no se recuperaría, amaba su sombrero. Extrañamente había quedado demasiado embelesado como para reaccionar y correr tras el sombrero. No reacciono siquiera cuando el hombre ajeno lo tomo entre su dedos con suavidad, acariciando el momento, notando la suavidad en medio de la áspera paja, suavidad exclusiva para él.

No había sido nada mágico, en lo absoluto. No tenía la mínima sensación de algo espectacular, de que pudiese cambiar toda su vida. Todo era demasiado sencillo, demasiado cotidiano… ¡Tan simple! Su encuentro era aquel detalle que se suele pasar por alto, que es demasiado incoloro como para tomar en cuenta; pero no por eso dejaba de ser especial, semejante al desértico paisaje después de un infierno forestal, destinado al dolor y el olvido, a que sus suaves llamas hermosas e inverosímiles quedasen marcadas en el corazón de quienes son destinados a perecer en la escases de luz. Aquellos de los cuales su felicidad es consumida. Así empezó la pequeña mirada, con un cigarro a medio a pagar en paja, creció, les quemo y les consumió.

A pasos ciegos cada uno busco la cercanía del otro, cada uno busco la unión que les llenaba de una extraña excitación, del presentimiento de romper alguna regla. Del maleficio de la casualidad.

Los pasos eran lentos, casi simultáneos sin atreverse a ver los ojos del contrario, anhelando el sonido de la voz. Con sensibilidad se pararon frente al otro, en aquella equina concurrida, con un semáforo a punto de cambiar de verde a rojo, con ambos actores mirando al pequeño protagonista reposar en manos ajenas. Hasta que sus ojos se unieron, para concluir con el trato no pactado, para no dar vuelta atrás; Para acallar el sonido de su instinto.

-Hola extraño. –Había susurrado el usurpador.

Luffy cerró los ojos con delicadeza, saboreando cada frecuencia de onda golpear en sus oídos, codificándola en su cerebro, guardándola en su corazón. Sonrió de forma pacífica, expectante.

 

Zoro esperaba al pequeño monito, su corazón latía con  fuerza al solo evocar su imagen, sus manos comenzaron a extrañar acariciarle, sus ojos pedían ver su hermosa figura. Como consiente de la  necesidad del mayor Luffy apareció en el lumbral de la puerta, deseoso por el calor hogareño por alejarse del doloroso frio de invierno.

Ambos ojos habían conectado a metros de distancia, conocedores de que sus miradas se encontrarían sin importar el espacio que les separase. Luffy le había sonreído, olvidando totalmente el altercado de la mañana, Zoro amplio su sonrisa, que ya mantenía desde el segundo que le vio, corrió hacia él. Hacia su oasis, hacia aquella agua capaz de calmar su sed espiritual.

Le abrazo con fuerza, hundió su rostro cerca de su cuello y apoyo todo su cuerpo y ansiedad en él. Odiaba que se alejaran más horas de las debidamente necesarias, cada segundo lejos de Luffy calaba un hueco profundo en su corazón.

-Lo siento. De verdad lo siento. Te amo, así que, por favor, ámame más que el día anterior.
-Shishishi, lo sé y lo hare porque mi corazón lo exige. Además, no ha sido tan malo como creí en un principio.

El mayor se separó no sin antes unir sus labios suavemente en un pequeño beso correspondido. Luffy había suspirado solo por aquel pequeño contacto y por última ocasión sus ojos buscaron la misma escena de la mañana. Desvió delicadamente su vista hacia la ventana a una tarde gris y fría, definitivamente tan diferente al día en que sus ojos por primera vez se fijaron en su amado.

Notas finales:

Bien, supongo que con este capitulo ya se empieza a desarrollar la historia. Cualquier cosa que quieras decir puedes hacerlo en un review ^-^


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