- ¡Hermano, vas a llegar tarde! ¡Levántate! –decía Ann Tachibana, quien trataba de despertar a su hermano para que se aliste, pues había quedado en ver a Chitose ese día.
- ¿Mmm? ¿Qué día es hoy? –respondió con los ojos medio cerrados.
- ¡Es 14, tonto! ¿No recuerdas que Chitose vino a dejarte unas entradas para el partido de exhibición entre Sampras y Agassi? Una invitación así no se rechaza.
- ¡Ay!, lo había olvidado. Ya me alisto, ya me alisto…
Después de su encuentro con su compañero en las Nacionales y haber enmendado su error de hace 1 año, los lazos que tenían se hicieron aún más fuertes, por lo que decidieron aprovechar el tiempo al máximo antes de ingresar al Campamento U-17; sin embargo, el día anterior se había acostado tarde luego de una reunión con sus compañeros de la Fudomine. A pesar de lo cansado que estaba, Chitose era su mejor amigo, aunque tal vez no era la mejor forma de demostrárselo si iba con unas ojeras que lo hacían lucir como un panda rubio.
- ¿Qué tal me veo? –se había puesto unos jeans oscuros, una camiseta morada y una chaqueta de cuero que lo hacían ver muy, muy guapo.
- ¡Hermano! ¿Vas a ir a ver el partido o van a tener una cita? Jajaja… –decía Ann con una risita–, para haberte alistado en 30 minutos no estás nada mal.
- Ya, que me vas a hacer sonrojar y no es así como debe verse un capitán –respondió en broma al comentario de su hermana. – Eh, que ya es la hora y Chitose no debe tardar en venir…
“Ding, dong”
- ¡Cuídate, aniki! –le gritó Ann, quien lo decía en doble sentido para variar, mientras su hermano corría hacia la puerta ya para salir.
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- ¿Te parece si vamos por un refresco primero? –preguntó Chitose, quien usaba no su usual ropa tradicional, sino que se había vestido también elegante con una camisa blanca con un par de botones sueltos, unos jeans también oscuros y un blazer gris. Esto había dejado a Tachibana con la boca abierta, pero la cerró antes de que su amigo pudiera darse cuenta.
- ¿Qué no íbamos a ver el partido?
- Todavía es temprano, tonto.
- ¿Entonces por qué me dijiste que tenía que estar listo desde temprano?
- Porque mañana es tu cumpleaños y quiero empezar desde ahora.
Decidió no hablar más del tema, ya que si el moreno le había preparado algo, sería mejor no arruinárselo con preguntas y dejar que todo pasase como lo había planeado. Aunque pensando en lo que le había dicho su hermanita, esto se parecía más a una cita estando ambos tan elegantes, al menos comparándolos con sus uniformes de siempre.
- Este lugar se ve bien, ¿entramos? –preguntó el rubio.
- Claro –respondió sonriendo.
Pidieron ambos un par de refrescos y se sentaron a charlar sobre lo que pensaban hacer en el campamento, que ya se les venía encima. Estaban alegres al saber que podían seguir viéndose ahí, ya que después del incidente con el ojo de Chitose, ambos tuvieron que separarse.
- Chitose… ¿Aún te molesta?
- ¿Mmm? ¿De qué hablas? –preguntó Chitose, quien no había entendido la pregunta.
- De tu ojo derecho.
- Kippei… Ya olvídalo. Sé que no fue… –empezó a decir Chitose, pero la mano de Tachibana intuitivamente se posó en la de su compañero, quien la tenía encima de la mesita. Éste se sorprendió un poco pero le agradó sentir la calidez de su amigo, por lo que no protestó.
- Lo siento mucho, Senri –le dijo apenado el de ojos grises.
- ¿Sabes cuántas veces me has dicho que lo sientes? –respondió con una sonrisa el moreno–. No tenías que haber dejado el tenis, Kippei. Sé lo importante que es para ti, igual que lo es para mí. Pero al menos me alegra que podamos haber seguido ese camino a pesar de todo. Prométeme algo, ¿sí?
- Lo que sea.
- Deja de decir que lo sientes –le dijo con un guiño el moreno.
- Jajaja está bien, Chitose –respondió Tachibana más relajado. Le agrada la compañía de su amigo, pero ya que se habían acabado sus refrescos, estaba cerca la hora del partido de exhibición–. Oye, ¿el partido no era al mediodía? –añadió mirando su reloj.
- ¡Rayos, se nos hace tarde! –dicho esto, pagó ambos refrescos, lo cual hizo sentir un poco mal a Kippei, ya que su compañero se estaba tomando demasiadas molestas.
Felizmente se encontraban cerca, por lo que llegaron a tiempo y pudieron acomodarse en sus asientos. El partido, aunque era de exhibición, estuvo muy reñido. Si bien ambos jugadores ya habían dejado el tenis para las competiciones como el US Open o Wimbledon, sus habilidades se notaban aún con los años. Ambos expertos en el revés, sólo que Agassi lo era a dos manos además de ser un experto en las devoluciones, mientras que Sampras usaba sólo su diestra y tenía además un potente servicio y experiencia en voleas; la rivalidad que se tenían ya pasados los años, volvía a surgir sólo para llenar de expectativa y emoción a los aficionados de las tribunas. Y Tachibana con Chitose no eran la excepción.
- Vaya que Pete Sampras es el mejor. ¡Un all-rounder completo! –le decía a Chitose muy emocionado.
- Yo aún creo que Agassi tiene con qué jugarle, recuerda que las devoluciones son su especialidad; no hay ninguna bola que no pueda devolver –respondía el moreno, quien lo hacía sólo para molestar un poco a su compañero, ya que sabía lo fan que era de Sampras.
- Sí, pero no hay como los smash de Sampras, ¡la potencia que tiene es increíble!
- Ya, ya… –decidió que mejor era no hacerlo enojar, pues se podía poner muy sensible en temas como estos– ¿Con qué más se pondrá sensible…? –susurró bajito Chitose.
- ¿De qué hablas? –preguntó algo extrañado por el comentario de su compañero.
- Ah bueno, me preguntaba por la lesión que tuvo Agassi, ya sabes… –“rayos, llegó a escucharme”, pensó.
- Sí, tienes razón –respondió el de ojos grises con una sonrisa, pues sabía que estaba mintiendo.
Se jugaron los cinco sets del partido, pues ambos habían ganado 2 cada uno (6-4, 5-7, 7-5, 3-6) y en el último set (7-5 con un tie break de 13-11), se dio por vencedor a Sampras, lo cual llenó de alegría a Kippei el ver a su ídolo llevarse la victoria. “Qué buen regalo de cumpleaños”, pensó con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Te gustó mucho el partido, verdad? –preguntó Chitose mientras caminaban ya retirándose del lugar.
- ¡Fue fantástico! Muchas gracias por invitarme –respondió Tachibana con una ligera reverencia, pues realmente estaba muy agradecido.
- Bueno… De hecho yo me invité jeje –dijo el moreno–, sabía que te gustaba Sampras y compré 2 entradas para poder verlo contigo –terminó de decir con un ligero sonrojo en las mejillas.
- Eso hizo mejor el regalo, ¿no crees? –respondió Kippei, guiñándole el ojo a su compañero, quien se puso más rojo –es decir, eres mi mejor amigo y no hay con quien desearía pasar estos momentos que contigo.
- Vaya, gracias –dijo Chitose, al cual ya se le había ido el sonrojo igual de rápido que como había venido. “Mejor amigo… Diablos, debía dejar que me diera el golpe en los 2 ojos…”, pensó con sarcasmo.
Tachibana creyó que luego del partido se irían cada uno a su casa, pero como había dicho Chistose, todavía quedaba mucho por hacer. Tomó del brazo al rubio y lo llevó a comer algo, y por cosas de la vida, entraron al restaurant de sushi de Kawamura que Tachibanna había escuchado por parte de su hermana.
- ¡Buenas tardes! ¿Qué puedo…? ¡Tachibana-buchou! –dijo sorprendido Kawamura hijo cuando se dio cuenta de quién era–. Qué sorpresa, siempre es bueno ver a viejos amigos –añadió con una sonrisa, pues Kawamura suele llevarse muy bien con todos.
- Ni tan viejos, Kawamura –respondió Tachibana riendo–, creo que ya conoces a Chitose Senri, de la Shitenhouji.
- Claro, ¿quién olvidaría al que utilizó el Saikikanpatsu no Kiwami? Estupendo juego, Chitose-san. El tuyo también, Tachibana-san –se apresuró a decir el de Seigaku al acordarse de que el partido que jugó fue precisamente contra Tachibana.
- Muchas gracias, Kawamura-san –dijo Chitose haciendo una reverencia–, se hace lo que se puede.
- Bueno, como les decía, ¿en qué puedo servirles?
Pidieron varias cosas pues el lugar era bueno para quedarse a charlar así que no tuvieron inconvenientes en comer y hacer algo de tiempo, pero se sorprendieron cuando vieron entrar a los demás chicos del Seigaku, quienes se habían reunido para celebrar (nuevamente) su victoria de los Nacionales.
- ¡Tengo mucha hambre! No puedo aguantar más, no puedo… –decía Momo-chan.
- Momo-sempai, tú siempre tienes hambre –le corrigió Echizen en tono de burla.
- No te creas mucho, o’chibi, que tú también tienes un estómago sin fondo –añadió sonriendo el pelirrojo quien ya empezaba a desordenarle la cabeza al enano.
- Traje mi clásico jugo de vegetales para complementar la celebración –dijo con voz de ultratumba Inui, con lo que todos palidecieron, incluyendo Chitose quien recordaba la mala experiencia en el concurso de Yakiniku “Todo-lo-que-puedas-comer” que terminó con una pila de todos los jugadores que estaban ahí casi muertos o del jugo o del olor de la última carne asada con la salsa de Inui–, es broma, es broma, ¡argh Kaidoh, no tenías que hacer eso! –gruñó el de lentes, porque Kaidoh le había dado un golpe en la cabeza.
- Esas bromas no dan risa, pfushhhh –respondió molesto con una mirada que si pudiera, mataría.
- Tranquilos, chicos, que es una celebración –dijo el fukubuchou alias ‘madre de Seigaku’ tratando de evitar más violencia.
- Pero no está tan mal, ¿verdad, Tezuka? –agregó Fuji, quien al menos en un 99% los jugos no le afectaban; de hecho, los encontraba deliciosos.
- … –el buchou se lo pensó– no bajaré la guardia –respondió finalizando toda discusión, pues él tampoco se salvaba de lo asqueroso que eran esos jugos. Mirando a otro lado, se encontró con la figura del capitán de la Fudomine y el otro jugador de la Shitenhouji. Él recordó que mañana era el cumpleaños de Tachibana, por lo que luego de meditar un rato, decidió hacer algo por ellos– Chicos, vamos donde están las mesas más grandes, así podremos entrar todos.
Con esto, sólo el capitán de la Seigaku se dio cuenta de la presencia de la pareja, pues los demás parecía que tenían tanta hambre que pasaron por su lado sin mirar donde se encontraban. El último en entrar a la otra salita fue el capitán, quien aguardó un momento y levantó la mano para saludar al buchou de la Fudomine. Éste asintió con la cabeza, como gesto de agradecimiento por no decir palabra alguna sobre su estancia ahí.
- Gracias a Tezuka, no nos molestarán –le dijo al moreno con alivio.
- Qué bueno, ya me estaba poniendo nervioso –respondió Chitose al recordar nuevamente el jugo de Inui.
- Jajaja, ¿tú, nervioso?
- Es que no has probado los jugos de Inui. Seguro que contra eso no funciona ni el Ten'i Muhou no Kiwami –dijo con una mueca de desagrado–. Bueno, ¿te parece si nos vamos? Aún falta una cosa más y debo aprovechar para dártela antes de que sea tarde –añadió con una brillante sonrisa.
Chitose no dejó que Tachibana gastara ni un yen, así que luego de pagar y agradecer por el sushi a Kawamura (quien se fue a reunir luego con sus compañeros… no, no piensen mal, él no es de chismes), salieron del lugar y notaron que pronto empezaría a llover, aunque igual siguieron caminando por las calles de ahí cerca.
- 10 segundos –dijo Chitose de pronto.
- ¿10 segundos? ¿Qué rayos va a pasar en 10 segundos? –preguntó extrañado el de ojos grises.
- Perfecto –le sonrió el moreno como si esa fuera la respuesta.