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La Mirada del Fuego Infernal. por Travelmaker

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Notas del fanfic:

Es un pésimo resumen, lo sé, pero por favor denle una pequeña oportunidad al Fic.

Notas del capitulo:

Bien, acá les dejo el primer capitulo, la verdad, es que soy nuevo en esto de escribir Fics, así que no sean tan duros.

Para contar esta historia debemos ir atrás en el tiempo, eventos pasados que ahora sonaban como leyendas o cuentos de viejas alrededor de todo el mundo mágico, historias horrorosas que las madres contaban a sus hijos traviesos cuando no se comportaban según debía e incluso los estudiantes de academias mágicas mantenían vivo el cuento de las criaturas que alguna vez visitaron esta tierra en busca de algo, una cosa tan importante que estaban dispuestos a dar su vida por ello, como todo cuento o historia le fueron agregando más detalles convirtiendo lo que alguna vez fue una clara realidad, en tan solo un cuento, algunos dirán de hadas, algunos de terror, pero no se trataba de ninguno de los dos.


Se dice que una hermosa estela de luz en una noche de Octubre cayó en el medio de un oscuro bosque, cerca de los terrenos de Hogwarts, más bella que las estrellas que adornaban el cielo, el calor que emanaba era tranquilizador para los que se acercaran, durante tres días y tres noches la estela prevaleció, dando luz noche y día, guiando a los aventureros que trataban de alcanzarle, pero terminaban al otro lado del bosque, sin razón aparente pero con una sensación hogareña y cálida recorriendo cada uno de sus tejidos.


Al cuarto día la estela cesó, dejando atrás una pequeña flor en el medio del húmedo y oscuro césped, está aún mantenía la luz inicial de la estela dentro de sus blancos pétalos, no se dio a esperar, cuando las criaturas mágicas que habitaban allí se dieron cuenta de su existencia, primero recelosos por la extraña energía que reflejaba una simple flor, pero sorprendidos al ver como el bosque que alguna vez fue un tenebroso lugar se tornó en un lugar donde la pureza inmaculada de la flor daba alivio y consuelo a quien lo necesitase.


Todo cambió cuando una entidad creció en los capullos de la flor, en el proceso de crecimiento la flor perdió poco a poco su color, su energía y la calidez que daba al bosque, las criaturas más puras dentro de él, como forma de agradecer la época de paz que les bridó, se ofrecieron a ofrecerle un poco de su magia y energía, una trato reciproco que beneficiaba al bosque y a la flor por igual. Nadie esperó que esa clara noche de Octubre, en vez de un pequeño bebé o una flor más pequeña no fuese el fruto de aquella, si uno un infante de aproximadamente ocho años, rubio de ojos dorados como el mismísimo oro, de vestiduras blancas que se arremangaban al llegar a sus tobillos, un espectro puro con rasgos angelicales que salió de la flor de la paz.


El tiempo pasó, los años pasaron sin contarse como si fuese un susurro ventoso que no paraba por nadie, arrebatándole el color y la energía a la pequeña flor, que ahora era un recuerdo de su ayer, en cambio el chico creció dotado de belleza, solidaridad y gracia, con las enseñanzas impartidas dentro del bosque por sus “Guardianes”, todas las criaturas que alguna vez vieron a la hermosa flor crecer.


Nadie esperó la visita de este grupo de desconocidos…


Escuché el ruido de ramas quebrarse, acercándose poco a poco como si de una serpiente se tratase, al principio pensé que era eso, pero noté que eran pisadas y no algo que se arrastraba por el oscuro e húmedo césped, el miedo dentro de mí creció poco a poco, no me gustaba cuando cosas desconocidas se acercaban mucho a mi Madre, de por si estaba apagada, no necesitaba que algo le asustase más de lo que ya estaba.


-       Quédate acá, mamá… Todo estará bien… - Le susurré a la blanca flor, escondiéndome detrás del gran troco con corteza amarillenta de un Sicómoro, cuidándole de cualquiera que tratara de acercarse.


 


-       ¡Vamos, Quejicus! ¡Te quedarás atrás! – Se escucharon las voces de varias personas, todos chicos al parecer, esto me daba mala espina y mucho más cuando noté sus cuerpos casi a metros de mi madre - ¡Por fin, la misteriosa flor! – Vociferó un rubio de ojos grises, con un porte algo arrogante.


 


Cuando el dio varios pasos más con intensión de arrancar a mi madre, pude ver a tres personas más detrás de él, un chico de cabellos negros, completamente desordenados en conjunto con unos ojos castaños ocultos detrás de grandes lentes redondeados, a su costado derecho le acompañaba alguien de complexión más delgada con el mismo color de cabello que el anterior, solo que más largo hasta sus hombros, dándole contraste a sus grandes ojos grises, ambos vestían túnicas negras con bordados de color carmín y dorado, a diferencia del chico rubio, las cuales eran de un intenso verde.


-       ¡Mamá! – No pude evitar decirlo, saliendo de mi escondite con ayuda de mis piernas un tanto temblorosas, los cuatro chicos ahora me miraban interesados, aunque el rubio con el seño fruncido, como si fuese un estorbo o obstáculo - ¡Aléjense, no pueden estar acá!


 


-       ¿De qué hablas? Esto no es asunto tuyo, así que quítate o te quitaré yo mismo – Empuñó el rubio su varita al terminar de expresarse, mirándome con cierta furia contenida – ¡Lucius! – Al final habló el pelinegro con de aspecto más delgado, tratando de persuadir al mayor.


 


-       ¡Ella es mi madre, así que… ¡- No pude terminar la oración cuando un haz de un celeste golpeó mi cuerpo contra el tronco áspero de un gran pino, el chico rubio rió al verme tirado en el suelo, gimiendo por lo bajo debido al dolor en la parte posterior de mi cuerpo - ¡Ya para, Serpiente! – Gritó uno de los chicos que antes se reía, el de lentes ahora trató de moverse hacia mí, pero su compañero con el cabello más largo le tomó por el brazo.


 


Me levanté como pude mirándole con mis ojos dorados, el punzante dolor en mi cabeza no me dejaba pensar coherentemente, la sangre – aunque no mucha – se deslizaba por la herida en la parte posterior de mi cabeza, jamás me encontré en una situación donde la escapatoria no fuese la salida, temía por la integridad física de mi madre, ella no era capaz de defenderse sola, necesitaba de mi en todo momento, cosa que nunca me importó, jamás le tuve rencor por tener que estar siempre allí con ella, era la que me dio la vida, la que me formó, por mi culpa su brillo y blancura se opacaron, todo era culpa mía.


-       Es mejor que se larguen lo más rápido que puedan de acá… - Estaba cabreado – bastante, a decir verdad -, mis ojos adquirieron un brillo desde el centro, al mirar directamente al rubio como si fuese un oponente a derrotar – O las pagarán, todos… - Terminé de decir, con un tono algo altivo, cosa que antes no mostré.


 


-       Lucius, es mejor que ni le ataques – Trato de calmar al mayor el chico tímido de largo cabello aceitoso, con esas palabras intuí que era de las personas inteligentes, buscándole un cambio racional a las cosas – Ni siquiera sabemos si puede utilizar magia, ni una varita tiene.


 


Al mayor no le importó las palabras de su compañero, porque después de varios segundos mi cuerpo fue lanzado otra vez con el mismo haz de luz siguiéndole, esta vez con más fuerza como si buscara una forma de desquitarse conmigo, pero ¿Por qué?, el tiempo era escaso en esos momentos, las luces no paraban de llegar desde su ubicación, los chicos de túnicas negras con detalles carmín trataban de ayudarme, pero la ferocidad con la que atacaban era muy grande.


-       ¡Lucios Malfoy, Severus Snape, James Potter, Sirius Black, es mejor que regresen ahora mismo, están en serios problemas – El grito tosco de un hombre de edad avanzada se escuchó acercándose a nosotros, y en esos momentos noté miedo en la cara de los cinco chicos.


Como pude corrí hacia el cuerpo del mayor, mi agilidad era mayor a la de humanos o manos normales por circunstancias que desconocía, abalanzándome sobre su cuerpo para forcejear inútilmente en un intento de alejarle de mi madre por algunos momentos, el hecho es que su altura, fuerza y musculatura me sobrepasaban de gran manera, sintiéndome un muñeco de trapo zarandeado de lado a lado, el dolor era insoportable por los golpes anteriores, no fue mucho lo que aguanté antes de caer al suelo, al costado derecho de la blanca flor.


-       Ahora sí, maldito… - El mayor se limpió la sangre que salía de la comisura derecha de su labio, al parecer uno de mis golpes si le dio, pero esto solo le hizo molestar más – Fiendfyre – Rió ante mí, para liberar una llama desde su varita, y correr en conjunto con los demás alumnos.


“No, por favor, no…” Tan solo chillando en un vano intento de llamar la atención de alguien cercano al lugar, las llamas eran más grandes que las que vi alguna vez, lagrimas saladas recorrían mi rostro al abrazar con mi cuerpo a mi madre, con cuidado de no aplastarla, mi pecho subía y bajaba con dificultad, viendo los pétalos blancos tornarse negro al tocar el fuego, chillé y chillé hasta sentir mi garganta desgarrarse, escuchaba sus rápidas pisadas alejarse de mí, pero ninguno se atrevió a volver, miré mi mano derecha ahora deshaciéndose al mismo paso que la flor, sentía el calor arder dentro de mi cuerpo como si el fuego se hubiese colado por dentro, hasta que solo quedó oscuridad… Y me perdí en la inconsciencia

Notas finales:

Bien, acá ha acabo el capitulo hasta ahora, espero que haya sido de su agrado, sus Reviews son formas de inspirarnos y impulsarnos a seguir escribiendo, así que si les ha gustado o quieren aportar ideas, críticas, o solo dar su opinión tienen esta herramienta disponible.


 


Espero que les gustes ¡Me despido, y adióoos! n_n


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