Akio iba tan despistado que no se dio cuenta que una bicicleta se dirigía hacia él.
-¡¡Cuidado!!-gritaron, pero no se dio cuenta y Akio fue empujado hacia el lago con un fuerte impulso, cayendo a la fría agua y, poco a poco iba hundiéndose ya que el chico, sin conocimiento, no podía intentar nada para salvarse.
-¿Es así el fin que me esperaba? Que patético, pensaba que llegaría a ser alguien algo más extrovertido y ser una persona importante, quería cumplir muchos sueños pero por lo que veo, es tarde. Pero, que pasa con él, con Hatsuo, el no se merece que me pase esto, yo no me lo merezco, era la persona por la que era tan atento, tan feliz, su perdida será lo peor de todo esto, no me importa ir al cielo o al infierno, no sin Hatsuo.
-¿Qué es esto? Esta luz, ya llego el momento, no pensé nunca que fuera tan rápido, pero, y siento como…si me besaran, no comprendo, me siento extraño, algo sale de mi…¿Agua?
Akio abrió los ojos, no estaba ya en el fondo del lago, alguien lo habia salvado de morir, y se lo quería agradecer profundamente, pero el aturdimiento no le dejaba ver quien podría ser. Sólo diferenciaba un negro pelo y un color de ojos inconfundible. Esos ojos verdes esmeralda podían ser solo de él, Hatsuo, pero era tanto el agotamiento que se desmayo sin poder reconocer el bello rostro de su salvador.
En el hospital, Akio empezaba a reponerse y ya llegaba el día del alta, pero en esos días no había visto a su persona amada y posiblemente la persona a la que le debe la vida. Pero nada mas tener esta idea, se oye un toque en la puerta. -¿Se puede?-Era Hatsuo, su Hatsuo. -¿Qué tal estas? Lo siento pero no he podido venir antes, me ha costado mucho encontrarte un regalo, porque no sabia lo que te gustaría y si te hubiera comprado algo que no es de tu agrado me avergonzaría y también… -Calla- Le contesto el chaval en la cama recostado con impaciencia por saber cual era ese regalo y pensando que todo lo que le diera esa persona nunca lo despreciaría. –Dame el regalo que tengo ganas de verlo- le dijo Akio con sus mejillas sonrosadas. Hatsuo llevaba una caja en las manos, amarilla con un gran lazo verde, los colores favoritos de Akio. Cuando el chico fue a abrirla noto que se había movido. -¿Pero qué?- se preguntó. Cuando abrió la caja vió lo que menos se esperaba, era un conejito, blanco con manchas negras en los ojos.
-Ohhhhh, es muy bonito- dijo Akio con lagrimas en los ojos, la emoción de ver el regalo tan maravilloso que le había regalado la persona que mas le importaba, la que mas quería. -¿Y por qué lloras?- dijo el moreno viendo la alegría de su compañero,-¿Te gusta?-mientras que dulcemente le daba un beso a su también, persona amada.
Ya llegada la noche, llego la despedida, pero antes de irse el muchacho de pelo negro pregunta, -¿y cómo lo vas a llamar?- mientras que Akio, lleno de felicidad por el regalo y estar cerca de su compañero responde: -Como la persona que más amo, Hatsuo.