Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

-Eternidad- por Pandy

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Bueno, esto salió algo raro...y pues de todo corazón espero que les guste, fue el fic que más me ha gustado de los míos ^^U con todo cariño para Geion...^x^

Hacía tiempo que todo se había vuelto rutinario, aburrido. Ni qué decir del escaso tiempo que el pelirrojo le dedicaba. Hoy, otra noche de viernes solo triste. Aburrido, frente al televisor, con una pila de horribles películas que ya había visto más de una vez. Bufó y se levantó del sillón para ir a prepararse algo de café a la cocina. El teléfono sonaba con insistencia y dejando de preparar por un momento su bebida se dispuso a contestar. Escucho por unos segundos la voz del pelirrojo y una estruendosa música del otro lado; Después, la comunicación se cortó. Se quedó pensativo mientras el aire se volvía más pesado…quedó enojado por unos instantes hasta que con mucha decisión se encerró en su habitación para salir momentos después bastante bien arreglado y aromatizando el ambiente con una fragancia exquisita. Si todo ya se había vuelto monótono entre Camus y él, Milo no iba a dejar que la monotonía y el aburrimiento se apoderaran de él.

Decidió que era hora de divertirse como antes; Abordó su auto y condujo hasta un antro de moda en las afueras de la ciudad.

Bajó de su auto y caminó, haciendo gala de su sonrisa y su belleza, impresionando a todos en el lugar. Una larga fila para entrar y mucha flojera mientras, pensó en cuanto avanzaba hasta la entrada y dirigiéndole una fugaz mirada al guardia de seguridad, esbozó una sonrisa llena de alegría.

-¡Aldebarán!-saludó al hombre mientras le daba un gran abrazo- Amigo, ¿Qué tal? Tanto tiempo…-
-¿Milo? ¡Pequeño!. El gran hombre levantó sus gafas oscuras y las acomodó en su cabeza, mientras apretujaba al peliazul.- Muchacho… ¿Dónde te metiste todos estos meses?- preguntó mientras soltaba al ya casi morado Milo.
-Me tomé vacaciones de todo esto, también de mi carrera. Me estaba perdiendo todo el tiempo que podía compartir con Camus y…bueno, heme aquí.- sonrió ante la cara de perpejlidad que mostraba el grandulón.- ¿Qué pasa?- preguntó ante el silencio de Aldebarán.
-Pensé que venías a alcanzar a Camus, él está aquí…-sonrió nervioso y Milo dudó en preguntar ciertas cosas. Volvió a su habitual rostro alegre mientras codeaba a Aldebarán.- Je, bueno…de seguro hoy quería divertirse, tú sabes…- mordió uno de sus labios ante la negación del guardia.
-Milo, no seas tonto. Entra y desengáñate, justo cuando tu abandonaste las parrandas él empezó a frecuentarlas y no muy solo que digamos…- puso una mano en el hombro del peliazul.- Pasa y si sucede algo ya sabes la señal…- le sonrió al aparente y repentino mal humor de Milo; El peliazul entró al club dispuesto a encarar al estúpido de su novio de una buena vez por todas. Si este era el motivo de su súbito cambio para con él, esa noche aclararían las cosas. Divisó el cabello color de fuego de su novio a lo lejos, acompañado por una cabellera peliazul, en el fondo, justo en la zona reservada para los VIP’s. Caminó con la rabia creciente por dentro y fuera y cuando llego a la zona, un grupo de serios guaruras le cerraron el paso, dejándole fuera del alcance de su vista al pelirrojo. ¿Ya bastaba con haberlo visto con otro? Pues no, quería refutarle en su cara tantas cosas y romper su corazón estúpidamente.

-Discúlpenme, el jefe me mandó a llamar…- habló seguro, esperando a que los de traje se la tragaran o le dieran la paliza de su vida. Por suerte, se tragaron la mentira completita y dos de ellos le cedieron el paso. Acceso rápidamente solo para llegar y cerrar sus ojos con fuerza al ver a Camus y el peliazul desconocido en pleno beso en el hall. Tragó saliva y hablo quedo, haciendo separar a la pareja.

-Camus, que imbécil eres…- dijo, mientras le otro se ponía a la defensiva.
-¿Pero quién se cree este?-gritó enojado el peliazul, mirando acusadoramente a Camus.
-Se llama Milo, Saga…- dijo mientras se interponía entre ellos.- Él es mi…-
-Su nada…-interrumpió Milo enojado, con los ojos enrojecidos por el llanto que pugnaba con salir.- Gracias Camus, por avisarme que tenías a otro…- susurró mientras sus oídos se hacían sordos ante las súplicas del pelirrojo, que rogaba que le escuchase y entendiese. Pero era tarde; Sus oídos ya no oían, sus ojos no veían nada que no fuera la salida, estaba empeñado en largarse de allí y olvidarse del pelirrojo para siempre.

Salió de allí ofuscado, sin oír al guardia, su amigo, que a gritos le llamaba. Pero nada, no quería ni ver, ni oír…ni sentir. Detrás de él, persiguiéndolo, venía Camus agitado, pero justo antes de alejarse demasiado Aldebarán lo detuvo y le plantó soberano golpe en pleno rostro…sonrió triunfal mirando al peliazul de lejos correr y él sabía que era lo mejor. Alejarse.

Milo llegó a una zona desolada en la ciudad, donde no transitaba ni una sola alma y le brindaba la tranquilidad suficiente, durante los segundos necesarios para echarse a llorar en medio de la nada. No supo con exactitud cuanto tiempo pasó ni mucho menos quién lo cuidó durante la noche, pues cuando abrió los ojos poco a poco la luz que anunciaba el día lastimó sus pupilas y un cuerpo entre él y la ventana se opuso, tapándole la luz para entonces poder abrir bien sus ojos. Un castaño con semblante preocupado lo miraba indeciso entre hablar y no. Instintivamente, Milo tocó su propio trasero, desconfiado, a lo que el castaño soltó una pequeña risita, cosa que incomodó al peliazul.

-Disculpa…- se dignó a hablar Milo.-Pero… ¿Cómo es que llegué aquí?-
-Anoche te encontré tirado en el callejón de enfrente, creía que estabas inconsciente, discúlpame pero estabas muy mal y decidí traerte, no lo sé bien pero…perdón, creo que hablo mucho…- se disculpó, rascándose la cabeza en gestos apenados.

Milo lo miró divertido y después, como saeta los recuerdos de la mala noche que se obligó a pasar reavivaron y le provocaron una migraña terrible.

-¿estas bien?- preguntó el castaño.
-Je, si…no te apures.- mintió esbozándole una pequeña sonrisa.- Pero no me has dicho cual es tu nombre…-
-Soy Aioria, trabajo en una pizzería aquí cerca…y tú, ¿Cómo te llamas?- preguntó, sentándose en el borde de la cama.
-Milo y gracias por lo de anoche, eres de las pocas personas amables que quedan aún…- sonrió, mientras se sentaba en la cama.
-Sino es mucha indiscreción- pidió Aioria tímidamente.- ¿Por qué llorabas entre sueños?-
-No sé de que hablas.- la pregunta lo descolocó a sobremanera y contestó cortadamente mientras se incorporaba de la cama pesadamente y buscaba sus zapatos con algo de prisa.
-¿A dónde vas Milo?-preguntó Aioria.- Perdóname, soy un indiscreto. No debí haber preguntado, por favor disculpa…-
-No importa pero creo que a tu novia sí…- soltó sin pensarlo con recelo mientras su vista se dirigía rápidamente a una pieza de lencería femenina sobre un baúl viejo.
-Jajaja…-comenzó a reír Aioria.- Eso es de mi hermana Marín…trabaja fuera por unos días, si es que decides volver algún día quizás la conocerás jejeje…- le contestó a un extrañado Milo.
-¿estás diciendo que no volveré? Bromeas, fuiste muy amable como para olvidarte así de fácil… ¿quieres salir esta noche?- dijo, dibujándole una hermosa sonrisa y mostrando sus perfectos dientes blancos en ella.
-Está bien, acepto…- contestó Aioria mientras guiaba a Milo a la salida.- Pero no soy mucho de fiestas ni discotecas… ¿te apetece cenar conmigo?-
El peliazul se sonrojó un poco y carraspeó – Pues sí pero, quiero que cocines tú… ¿aceptas?- sonrió triunfal, seguro y se negaba.
-Encantado…- le sonrió.- A las 7, no faltes…- le ofreció la mano a Milo para después estrechársela con fuerza. Al sentir su toque, un voltaje le recorrió el cuerpo al peliazul, era algo así como un tipo de conexión entre ese castaño y él.

Salió del lugar, que tenía en su puerta varias etiquetas. Era un departamento sencillo, en medio de un edificio abandonado en un callejón que parecía igual de abandonado. Revisó sus pertenencias y todo estaba en su lugar, perfecto, ahora tenía que ir al estacionamiento del lugar de moda y sacar su auto. Por suerte Aldebarán estaba allí, sonriente, y le contó lo de Camus. Milo rió despreocupado mientras agradecía a Alde e intentaba subir a su auto. Durante el recorrido hasta su casa no dejaba de pensar en ese par de esmeraldas que lo miraban apenas despertó. Tampoco dejo de pensar en él mientras telefoneaba a su oficina, a su mamá…mientras tomaba un baño, cuando salió a comer y mucho menos dejó de pensar en él cuando el idiota de Camus se apareció en su apartamento. Milo seguía sumergido en sus recuerdos de ese varonil rostro y esos gestos graciosos. Solo reaccionó cuando el pelirrojo puso sus sucias manos encima de él e hipócrita le dejo un pequeño beso en los labios. Se limpió con furia mientras caminaba a su habitación y se encerraba en ella hasta que oyó la puerta de salida abrir y cerrarse…suspiró y entonces se dio cuenta a lo que realmente había ido Camus. Se llevó todas sus cosas, no dejando ni una sola e internamente, Milo lo agradecía pues por lo visto alguien más ocuparía el lugar de Camus en una sola noche y sin esfuerzo alguno…Sonrió ahora más relajado mientras miraba la hora y decidió arreglarse, lucir bellísimo para cautivar al castaño…

Por fin dio la hora acordada y esperaba ansioso y nervioso afuera de aquel lugar, hasta que el castaño hizo acto de aparición abriendo la puerta y dejándose ver no menos guapo que Milo. Se observaron unos segundos, perplejos como sino concibieran la belleza del otro frente a ellos.

-Pasa, disculpa mi estupidez es que hoy…estás bellísimo- dijo algo ruborizado Aioria mientras Milo asentía apenado.
-No te quedas atrás, tú también luces muy guapo…- dijo el peliazul y entró a la estancia que lucía más arreglada y limpia que lo poco que recordaba.
-Toma asiento, en seguida traigo algo de beber… ¿te gusta el vino?-
-Lo que tú tomes está bien no te apures…-

Segundos después el castaño llegó con una botella de un exquisito vino francés y casualidad, era el favorito de Milo. Después desapareció el castaño unos segundos para aparecer luego con dos platos con porciones generosas de pasta en ellos.
-Espero y te agrade la comida Milo, lo preparé solo por ti…-
-Je…muchas gracias. Puedo… ¿preguntarte algo?-
-Seguro-
-¿Eres Extranjero, verdad?-
-Sí…bueno, más o menos. Verás mi madre era japonesa y mi padre era griego…y estuve un tiempo fuera del país por eso es que tengo un acento diferente al igual que tú… ¿de donde eres Milo?-
-Soy griego…y la verdad no sé que hago aquí en los ángeles…jajaja…-
-Lo mismo digo yo…bueno, me vine con mi hermana, pues no quería que estuviese sola. Además, recorrí medio mundo con ella y no iba a dejarla sola ahora…- contestó mientras ente sus dedos jugaba con la copa.- Dime Milo… ¿te agradó aunque sea un poco?-
¿A que viene esa pregunta?- rió Milo mientras se incorporaba de la silla y se acercaba al castaño.- Sí, me agradas… ¿yo te agrado?-
-Como no tienes idea Milo…- hizo además de besarlo pero Milo se retiró sonriendo.- ¿Por qué?- preguntó el castaño algo decepcionado.
-¿No te parece demasiado rápido?-
-¿No te parece que por esas respuestas mucha gente pierde al amor de su vida?- dijo Aioria ahora él poniéndose de pie.- ¿Por qué no?-
-Pensé que tú…-contestó apenado Milo.- No hay problema.- le sonrió y acarició el rostro moreno del castaño.-Eres muy guapo y…- acercó sus labios a los del otro y entonces Aioria volteó la cara de improviso. Sonrió con amplitud ante la cara de estupefacción de Milo.- Bromeaba…- y en un segundo ya tenía apresados los labios del peliazul con su boca, robándole un ansioso beso único, diferente e irrepetible. En instantes la vajilla que contenía su comida fue arrojada al suelo, causando un gran estruendo. Pero a los amantes no les importaba mientras demostraban en un duelo de amor lo que sentían. La mesa se ladeaba por el peso de ambos y decidieron no de muy buena gana ir a un lugar más cómodo, sin dejar de sentir la locura del momento, sin dejar de acariciar y recorrerse la piel por primera vez…


Fueron felices esos instantes que compartieron lecho, sudor y sentimientos; por qué fue un momento mágico, grandioso, indescriptible…la danza de sus cuerpos y la unión de sus fluidos nunca había sido más maravilloso para cualquier mortal. Dichosos, gozaron los momentos de locura que la unión de sus cuerpos por primera vez le brindaba…en movimientos, caricias y besos frenéticos, con todos sus sentidos alucinados…ahora compartían la cama, después de entregarse el uno al otro por completo, disfrutando la tibieza y comodidad de sus cuerpos. Sus pensamientos ibas y venías, desbocados…ni hacían falta las palabras después de lo que hicieron, por qué todo estaba más que dicho.

Eran completamente felices en los brazos del otro.

Sellaron su pacto de cómplices amantes.

Pero el tiempo pasó volando y llegó la hora en la cual Milo tenía que irse. Abrazó el cuerpo bronceado de su amante y besó párpados cerrados por el sueño mientras se incorporaba con dolor de la cama y comenzaba a vestirse lentamente, sin dejar de mirar de su nuevo amor. Sonrió sonrojado ante la mínima idea de amarlo pero así era y fue desde que sus ojos se encontraron. Terminó de vestirse y tomó las llaves de su auto, listo para marcharse pero no sería una buena idea irse sin despedirse antes. Sacudió tiernamente el cuerpo de su amante intentando despertarle.

-Aioria…- llamó con dulzura.- Es hora de irme…y te quiero volver a ver.-
-Milo…- susurró el castaño mientras cual gatito estiraba sus brazos y dibujaba una pequeña sonrisa.- Gracias…me has hecho muy feliz y yo…-
-Shh…- silenció Milo.- Solo prométeme que te veré de nuevo.-
-Algún día Milo…es una promesa. En unas horas me voy y cuando te vuelva a ver te estaré esperando con los brazos abiertos…y Milo…Te amo.-

El peliazul por primera vez en su vida sintió que lo perdería pero no solo por ese viaje que le había comentado, sino para siempre.

-Yo también te amo Aioria…-
-Prométeme algo…- se acercó al peliazul.- Prométeme que conocerás a mi hermana. Ella regresa pasado mañana y estará encantada de conocerte…júrame que estarás aquí…-
-Ya que le das tanta importancia…- bromeó.- aquí estaré esperando a mi cuñada…- le sonrió mientras se acercaba a darle un pequeño y tímido beso en los labios de Aioria. Se despidió lentamente con un ademán y desapareció tras la puerta. El castaño suspiró profundamente y se enredó en las sábanas…buscando el descanso eterno.

Después de eso, los días se pasaron volando y Milo se encontraba arreglándose la ropa pues como había dicho a Aioria, iba a visitar a su hermana. No encontró el motivo a tanta prisa e insistencia por parte del castaño a lo mejor ansiaba la boda…sonrió ante sus pensamientos, por qué sabía que le diría que sí aunque el otro no quisiera…ya eran más de las cuatro de la tarde y estacionó su auto en la acera cerca del callejón. Caminó con pesadez y esa sensación de vacío se empezó a formar en su estomago, conforme se acercaba al lugar. Culpó a los nervios y se dispuso a tocar pero fracción de segundo antes la puerta estaba abierta y una hermosa pelirroja de semblante tranquilo lo admiró y sus ojos se arrasaron en lágrimas.

-¡Eres tú!- gritó emocionada mientras se lanzaba a los brazos del peliazul.- Tú eras la misión de mi hermano…-
-¿Misión?- preguntó Milo haciendo a un lado a la muchacha.- Perdona, soy Milo…tu has de ser Marín…estoy aquí por qué…-
-Lo sé, Aioria te pidió venir. ¿Cómo está?-
-Pues…supongo que de viaje y muy bien…- le sonrió.- pero… ¿a que te refieres con misión?-
-No te ha dicho nada entonces…razones le bastaban, lo tacharías de loco.-
-Pero… ¿por qué?-
-Ese viaje del cual te habló…no era nada más que el paraíso.-

El peliazul rió de buena gana. Si algo en común tenía esa pelirroja pequeña era el ser tan bromista como su hermano mayor.

-No sé de que hablas pero…creo que se me hace un poco tarde…-
-¡No! Te lo ruego…tengo que explicarte algo…por favor.-
-¿Es muy importante?-
-Si te importó alguna vez mi hermano, entonces es importantísimo…-
El peliazul accedió a pasar y escuchar lo que le tenía que decir la hermana de Aioria.

-En primer lugar Milo, por favor…toma esto.- le acercó un documento al peliazul y leyó un poco del contenido. Al parecer era una acta de defunción al nombre de… ¿Aioria? Releyó el documento y al parecer “Aioria” tenía ya… ¿tres años de fallecido? Se encontraba realmente confundido y con la vista pidió una inmediata explicación.

-Lo asesinaron…- soltó la pelirroja algo triste.- lo asesinaron mientras trabajaba en la pizzería, haciendo una entrega… ¡lo mataron por la pizza!- gritó dolida, golpeando con sus puños el sillón y conteniéndose las lágrimas.- Y…no me creerás pero escúchame… ¿te comentó alguna vez que nosotros recorríamos antes el mundo?- el peliazul asintió.- Adquirimos muchas costumbres de diferentes lugares del mundo y una de ellas fue…- empuñó ahora sus manos en la tela de su falda.- fue de un lugar remoto en el medio oriente…en esa creencia, decían que si morías antes de cumplir tu misión en esta vida quedabas atrapado entre este mundo y el otro pero no como alma en pena sino como cuerpo sin vida…quizás nos arraigamos mucho a esta creencia pero así pasó. Mi hermano no podía dejar la Tierra hasta que no cumpliera su misión y…esa misión eras tú. No te puedo explicar con certeza como funciona lo divino pero…te aseguro que mientras el estaba contigo fuiste muy feliz…y sólo tú podías verlo, por que tú lo amabas Milo…te lo repito yo…-
-Te creo…- contestó el peliazul en un susurro.- Por eso no aceptaba salir conmigo, por que yo era el único que…podía verlo y sentirlo…- las lágrimas se agolparon en sus ojos.- ¡Pero fue tan real esa vez! Tú…no sabes…- por fin se dejó llorar enfrente de la menuda mujer que conmovida por el entendimiento tan pronto de Milo, lloró a su lado pero con una sonrisa en sus labios. Intentando reconfortarlo con esta.
-Gracias por amar así a mi hermano…y por si quieres más pruebas Milo… ¿por qué no le echas un vistazo a tu alrededor? Nadie ha pisado mi casa excepto tú y Aioria…pero no lo parece pues todo está como la primera vez que tú llegaste aquí.-

El peliazul limpió las lágrimas con su dorso y entonces le dio un vistazo al lugar. Lucía exactamente igual a esa vez…cuando conoció a Aioria. Incluso la ropa interior en el baúl…todo parecía tan irreal pero a la vez… ¿real?

-¿Cómo sabes que yo…?-
-Así dejé mi casa hace un año Milo…y suponiendo que Ai no quería salir de aquí…fue como si entonces nada hubiese pasado. Suena muy raro Milo pero es real, créeme…-

Finalizó entonces la pelirroja mientras sollozaba un poco sobre el sillón. Milo entonces aclaró su visión, dispersando las lágrimas de sus retinas y emprendió la marcha hacia su casa. Todo parecía sacado de una película de suspenso barata pero… ¡le había pasado a él! Incluso, le recordó a una de sus películas que tenía amontonadas…sonrió y condujo a su casa en silencio.

Llegó y la puerta estaba entreabierta. Como hipnotizado, siguió el rastro del aroma que tanto le recordaba a Aioria, sin siquiera pensar en que su puerta estaba entreabierta por un ladrón o Camus. Nada. En su mente solo estaba tatuada la esperanza de ver al castaño sentado en uno de sus sillones, sonriéndole contento. Pero tampoco. Solo encontró un cajón que siempre permanecía bajo llave, ligeramente abierto. Corrió hacía él y encontró un pedazo de papel doblado encima de sus pertenencias. Lo tomó entre sus manos y leyó en voz baja. Poco a poco el sentimiento llenaba todo su interior y le brindaba un poco de paz a su mente y alma.

“Milo… (A un lado, un corazón pequeño, perfectamente dibujado)

En este instante seguro estarás pensando lo que te dijo mi hermana y nos tacharás de embaucadores. Pero te aseguro, por nuestro amor y por lo mucho que me transmitiste ese día que todo es verdad. Primero que nada, te agradezco mucho que hayas aparecido en mi casi vida por que de otra manera yo aún seguiría aquí, esperando a quién poder hacer feliz. Esa noche, supe que tú eras lo que me mantenía en este mundo por tus rasgos y por esa carita de tristeza que oscurecía tu rostro. Solo te pregunté el por qué de tu llanto para estar seguro, pero yo ya lo sabía. Era por tu novio, ese tal Camus… ¡semejante bobo! Engañarte a ti…el ser más dulce en este planeta…No sabes Milo, como me sentí después de que fuiste mío. Llegué aquí, al cielo que no distingue ni sexo, ni raza ni posición social. Estoy en el cielo perfecto. Y…te lo debo a ti. Pero aunque aquí tenga todo, me haces falta tú…ese nudo en el estomago y ese sensación de vacío en mi pecho no la provoca más nadie que tú…te recuerdo que te amo y que, te voy a estar esperando con los brazos abiertos aquí…aquí estaré hasta que llegué tu momento. Y no preocupes, pues tú ya eres más que bienvenido…por ayudarme, tú eres recibido en el Cielo con muchas bendiciones. Te amo Milo…y espero no extrañarte mucho…

Cuídate mucho y mientras puedas, encuentra a alguien a quién puedas hacer feliz…no te apures por mí, no me pondré celoso por que…muy dentro de ti, ese corazón ya tiene dueño…Aioria”


Terminó de leer y guardó el papel en el mismo cajón de donde lo sacó. Se dio cuenta que la cerradura ni siquiera estaba forzada y la llave, la traía en su bolsillo como siempre. Sonrió, poco a poco empezaba a creer en lo divino…suspiró algo triste por Aioria, él ya no estaría más allí. Pero feliz por que sabía que muy lejos, más allá de lo permitido a los humanos conocer, alguien lo esperaba, amándolo con todo su corazón.

FIN.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).