Había recibido un extraño papel hace una semana, en el que le pedían que se presentará en la corte ¿para que? No tenia ni idea, el no había hecho nada malo...no que el recordará. Según Shuichi era por conducir como animal poseído, pero ¡eso no era cierto!...Ok tal vez no era fan de las leyes de transito, y en realidad no era exactamente el mejor amigo de los policías de transito, de hecho una vez casi atropella a uno pero...
¡oh!
Puede ser por eso, pero en su defensa el tipo estaba parada en medio de la calle con un estúpido silbato que le daba migraña, no fue su culpa que sus instintos asesinos aflorarán en ese preciso instante y además fue un casi atropello, ¿lo mando al hospital? nooo, ni siquiera le hizo un rasguño...ok, ok bien tal vez si le hizo unos cuantos rasguños y le dio un susto de muerte pero ¡que no sea niña! No fue para tanto, otro en su lugar no lo hubiera dejado contarlo, y ahora que lo pensaba...
¿¡Por qué rayos el si lo dejo contarlo?!
Bien dejando eso de lado, se tenía que concentrar en ese papel, definitivamente tanto tiempo con Shuichi empezaba a afectarlo. ¡El mocoso se distraía con una mosca!
Bueno, si lo pensaba bien Shuichi se distraía por básicamente todo.
Regresando al punto.
El papel decía que su cita en la corte era ese mismo día en aproximadamente dos horas y la verdad no pensaba asistir, si los de la corte necesitaban algo que se las arreglaran sólitos, hoy era su día de descanso y iba a salir de su casa, nadie podía obligarlo a eso. Aún que si lo pensaba mejor unos cuantos oficiales armados tal vez si.
-¡Yuuukiii!- Se escuchó un grito por todo el lugar
-No, Dios, por favor no- susurro Yuki
Nunca había sido una persona religiosa, pero los últimos años (más específicamente desde que Shu apareció en su vida) Lo estaba reconsiderando. Lastimosamente al final siempre llegaba a la conclusión de que sus plegarias no eran escuchadas.
-¡Yuki!- grito Shu justo antes de lanzarse encima de el
Sip, sus plegarias no eran escuchadas
-Muevete mocoso del demonio, ¡Pesas!- Respondió Yuki mientras se levantaba del suelo, no sin antes quitarse a Shuichi de encima de una no muy linda forma.
-Yuki, eres cruel- dijo Shu con lágrimas en los ojos, para luego volver a lanzarse sobre el rubio
-Ah- suspiro- ¿Qué es lo que quieres?-
Hace algunos años Yuki hubiera mandado a Shuichi a volar, le hubiera gritado para luego encerrarse en su estudio, pero con el tiempo Yuki se acostumbró y bueno también existen otras razones de peso que el aún no esta dispuesto a admitir
-Yuki, ¿No iras a la corte?- Preguntó Shu mientras ambos se acomodaban mejor en el suelo y el quedaba sentado en el regazo de Yuki
-No, realmente no tengo ganas de ir- Respondió Yuki mientras pasaba sus brazos alrededor de Shu
- Pero Yuki, ¡Debes ir!- Shu comenzó a hacer pucheros mientras Yuki sólo lo observaba
-¿Por qué debería?- Preguntó el rubio
-¿Qué sucede si es algo importante? ¿Y si tienes problemas por no ir? ¿Y si te encierran en la cárcel?- ¡Ja! Así que su niño sólo estaba preocupado por el
-¿Es sólo eso?- Preguntó Yuki- No deberías de preocuparte, esta bien- Shuichi estaba a punto de contestar pero Yuki se adelanto y puso sus labios sobre los de el menor en un beso lento y dulce.
Si en un principio no quería ir, ¡Ahora menos! Se le estaban ocurriendo cosas mejores en las que ocupar su tiempo que en ir a la corte y oír un discurso que probablemente trate sobre como ser un mejor ciudadano
-Yuki- suspiro Shu mientras rompía el beso, el mayor soltó un gruñido en respuesta, estaba demasiado ocupado tratando de meter sus manos en la camisa de Shu para contestar- Aún pienso que deberías ir- El rubio estaba a punto de contestarle que definitivamente no iría, pero al levantar la cabeza sólo pudo ver la mirada de perrito de Shu y realmente no dijo nada, sólo asintió se levantó, no sin antes bajar a Shuichi de su regazo y fue a prepararse.
Odiaba que Shuichi lo manipulara, pero se odiaba más el mismo por ser tan débil.
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Todo el camino hasta la corte había estado quejándose mentalmente por su debilidad antes las manipulaciones de Shuichi, ¡pero era inevitable! Lo que más le molestaba es que mientras el se daba cachetadas mentales el menor estaba de lo más tranquilo en el asiento del acompañante. Algún día se vengaría, de eso estaba seguro.
Al llegar a la corte tuvo que esperar cerca de 15 minutos para que una vieja amargada le dijera en que sala era su audiencia, cuando por fin tuvo la información se dirigió a la sala indicada con Shuichi tras el.
Cuando abrió esa puerta le llegó el presentimiento de que nunca iba a estar tan arrepentido de haber abierto una puerta como ahora.