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Nuestra esencia por Ellie Blanch

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Notas del fanfic:

Hola, a todos aquí dejo mi oneshot del día 23 de nuestra querida
pareja KiKuro para la convocatoria del grupo de facebook
del mismo nombre.
Es la primera vez que subo uno de mis fic al público
espero les guste.
Los personajes son propiedad de mi queridisimo
Tadatoshi Fujimaki-Sensei.

 Kise Ryouta un chico de 23 años, quien siempre se ha considerado una persona relativamente normal, con una familia que dejó atrás cuando cumplió la mayoría de edad, ya que, quería vivir la vida como él quisiese y no como se la impusieran. Es bastante conocido el dicho  “Mi casa, mis reglas”,  así que como durante su tiempo de adolescencia tuvo un trabajo de medio tiempo como modelo pudo ahorrar lo necesario para tener su propio departamento, el cual se encontraba en pleno centro, así podría tener todo a la mano para cubrir sus necesidades.

Su vida iba tranquila, no tenía absolutamente nada por lo que preocuparse y a pesar de que su familia le decía que debía encontrar a su pareja pronto, esto era algo que no valía la pena preocuparse aún, debemos decir que el muchacho obviamente había tenido sus parejas, pero aún no encontraba aquella persona que tuviera ese “Aroma especial” que todos buscaban, y si, digamos lo de esa forma ya que las personas de las que aquí hablamos no son personas normales, estas personas eran mitad animales, Kise por ejemplo era un lobo, cuando quisiera podía cambiar, pero prefería mantener su forma humana al igual que todos para poder convivir y entenderse con el resto de la gente, aunque si pasaban por emociones fuertes o simplemente enfermaban, esto se les salía de las manos y dependiendo del caso, podrían salirle solo orejas y cola o cambiar completamente.

Era un fin de semana y Kise había decidido salir a despejar la mente después de haber vivido una semana agotadora, cerca del lugar había un parque por lo cual esto sería la mejor opción ya pensaría  lo que haría durante la tarde, el joven se sentó en una banca, sacó un cigarro y comenzó a pensar en cosas triviales, cuando algo llamo completamente su atención, un joven de tez blanca y cabellos celestes caminaba por el lugar…se preguntaran ¿Qué tiene de extraño?... La verdad es que el chico tenía sus orejas y cola a la vista y caminaba de manera extraña, Kise aunque no era una persona que le gustase cuidar del resto, se levantó instintivamente y camino hacia el pequeño joven, tenía una idea de lo que podía estar sucediendo y a pesar de que quería hacer vista gorda a la situación había una cosa en ese muchacho que le molestaba y quería descubrir ¿Qué era?

-          ¿Te encuentras bien? – Preguntó Kise sobresaltando al chico.

-          …S-si…

-          Pues tus orejas y cola afuera no dicen lo mismo.

-          … - El chico llevó inmediatamente sus manos hacia sus pequeñas orejas de ovejita con un poco de asombro, al parecer no se había dado cuenta de que habían salido.

-          Ohhh pequeño creo que entiendo por lo que estás pasando, debe ser difícil – Dijo de manera burlona.

-          No entiendo a qué se refiere – Dijo el muchacho bajando su vista avergonzado  – Por favor me podrá dejar solo.

-          No deberías estar solo en tu situación, también fui adolecente y estar en época de celo es difícil – Dijo sin más haciendo que los ojos del muchacho se posaran sobre los suyos completamente abiertos.

Y fue en ese instante en el cual se dió cuenta que el pequeño tenía unos hermosos ojos celestes,  comparables con el cielo, dos bellísimas joyas pensó además de que el sonrojo de sus mejillas era el toque final.

 

-          Y-yo…n-no…

-          Sé que al principio es difícil controlarse pero ya verás que con el tiempo lo superarás, porque no vamos aquella banca hasta que se te pase un poco  - Explicó apuntando en dirección a la banca que estaba ocupando hace un momento atrás – No deberías permanecer solo, ya que cualquiera podría saltarte encima, eres muy pequeño.

-          … - El chico no contestó solo lo miró con cara de enfado o algo por el estilo.

-          Jajajaj ¿Y esa cara?

-          Por favor deje de burlarse de mí.

-          Está bien, te pido disculpas, pero lo digo enserio…estas indefenso en ese estado.

-          Entonces usted también es un problema.

-          Que cruel eres, pero sabes si quisiera hacerlo, ya estaría sobre ti ¿No crees?

-          …

-          Además no te estoy pidiendo que vayamos a un lugar privado.

-          Está bien, pero solo hasta que se me pase.

Los dos fueron hasta la banca y comenzaron a platicar de varias cosas, a pesar de que se llevaban por casi 7 años, no se aburrieron en ningún momento, el pequeño chico peli celeste de nombre Kuroko Tetsuya, era una persona enigmática su rostro no demostraba muchas emociones, pero a pesar de ello Kise pudo ver varias facetas en tan solo unos minutos de plática, hasta que todo llegó a su fin, culpa del libido que estaba comenzando a sufrir cierto rubio, pero es que había algo en ese pequeño que se encontraba a su lado.

-          Muchas Gracias – Habló el peli celeste mirando el suelo y jugando con sus manos.

-           Realmente eres muy tierno aunque no lo aparentes, al menos ya se ocultaron tus orejas, pero, ¿Sabes una cosa?

-          ¿Qué seria?

-          Existe una forma más rápida de que se pase esa situación – Informó acercándose peligrosamente hacia su oído.

-          ¿Cu-cuál sería? -  Volteó para mirar a Kise directamente a sus ojos, a lo cual Kise aprovecho y lamió el rostro de una forma juguetona.

-          Por supuesto que con sexo – Volvió a su lugar y cerró un ojo pícaramente.

El peli celeste casi en un segundo se levantó completamente avergonzado nuevamente con sus orejas afuera, Kise solo sonrió al ver su reacción, pero es que había algo en aquel adolecente que comenzaba a gustarle bastante. Él chico lo observó enojado pero no fue capaz de formular palabra alguna y pasado un segundo salió corriendo del lugar esperando no volver a encontrarse con aquel sujeto, por su lado Kise pensó que no era necesario realizar ningún movimiento, puesto que estaba 100% seguro que volvería a verlo, por lo cual sonrió satisfecho cuando vio lo que se encontraba en su mano.

 

Por otro lado Kuroko llegaba jadeando a la estación del metro por suerte gracias a la maratón que tuvo fue capaz de volver a la normalidad, todo iba bien, hasta que quiso pagar para llegar a su casa, en vez de encontrarse con su credencial lo que tenía en su lugar era una tarjeta con el nombre y el teléfono de la persona que acababa  de conocer, le hubiese gustado volver  y golpearlo, pero no tenía ánimos de  mirar su rostro, así que decidió cancelar un boleto, ya se encargaría al otro de preguntar que debería hacer para conseguir una nueva identificación.

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Realmente había sido un pésimo día desde el comienzo había llegado tarde a sus clases por culpa de su maldito estado, en la mañana nuevamente había tenido problema con sus orejas y no quería que nadie lo viera así, además de que se le había quedado un cuaderno en casa provocando que el profesor lo regañara y por último y lo peor de todo era que para poder tener una nueva credencial tenía que llenar unos formularios y esperar una semanas, nunca pensó que fuese tanto trámite, ya que jamás había pasado por una situación parecida.

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Para cierto rubio era todo lo contrario, el día era mucho más resplandeciente de lo que podía imaginar,  en su trabajo lo habían felicitado, por algún motivo que desconocía salieron temprano y justo cuando iba camino a casa recibió su celular vibró, dándole a entender que el tan esperado mensaje había llegado, sacó el aparato del bolsillo y efectivamente tenía un mensaje de un número desconocido el cual tenía un pequeño texto “Hoy a las seis en el mismo lugar”. Solo ese pequeño texto bastó para que nadie le pudiese quitar la sonrisa boba del rostro.

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Para ambos el tiempo que tuvieron que esperar fue eterno, pero para cada uno de forma distinta.  Mientras que Kise había llegado media hora temprano imaginando con alegría como sería su reencuentro, Kuroko por su parte caminaba a paso lento una parte porque no quería ver al sujeto y la otra causa era que  no había pensado muy bien la hora, ya que el metro estaba repleto y por desgracia para el los roces de la gente habían logrado que no se sintiera muy bien y nuevamente sus orejas se encontraban a la vista, lo único que agradeció fue el hecho que andaba con un chaleco con capucha por lo cual no dudo en ponérselo antes de que todos lo vieran.

-          Hola, Kurokocchi ¿Por qué vistes así? – Preguntó al verlo llegar y acercándose a él.

-          Por nada en particular, por favor entrégame mi credencial y acabemos con esto.

-          Me gustaba más como eras ayer estabas adorable.

-          Eso no es cierto, pero no me hagas repetirlo.

-          Oh claro, creo que ya lo estoy entendiendo – Dijo colocando un dedo en su mentón como pensando la situación, luego acorto más las distancias y sin previo aviso le bajo la capucha dejando al descubierto sus pequeñas orejitas.

-          Por favor deja de jugar conmigo.

-          Aunque no me creas, en enserio cuando te digo que tienes algo que me gusta – Kise vió como ante su comentario el joven bajo la vista avergonzado.

-          …

-          Te puedo curar de tu estado si me dejas.

-          No necesito ninguna cura, quiero devuelta mi credencial y después haremos como que esto nunca sucedió.

-          Bueno no pensé en llegar a esto pero si la quieres devuelta tendrás que hacer lo que yo te diga.   

-          Eso es un chantaje – habló mirando por primera vez directo a los ojos de Kise.

-          Tómalo como quieras Kurokocchi, pero si no aceptas estas en todo derecho de pedir una nueva.

-          … - Se miraron durante unos largos minutos, el muchacho pensaba en todas la posibilidades que podía - ¿Qué es lo que debo hacer?

-          ¡¿Lo dices enserio?! – Exclamó sorprendido.

-          No  me dejas opción.

-          En ese caso vamos -  Tomó su mano y lo llevó corriendo hacia una heladería, si el chico se quejó en el camino la verdad es que ni cuenta se dió, la felicidad lo estaba matando.

 

Se sentaron en la mesa más próxima, una chica inmediatamente llegó junto a ellos a hacer su pedido, luego se miraron unos segundos sin decir nada.

-          Al menos tus orejitas se han ido ¿Ya no te sientes mal? – Fué Kise quien decidió romper el silencio.

-          No, por culpa de Kise-kun.

-          ¿Qué tengo que ver yo en esto?

-          Es porque cuando me traías a rastras me dieron ganas de matarte.

-          Vaya pero que cruel eres Kurokocchi.

-          Por cierto ¿Qué es eso de Kurokocchi? …No me gusta.

-          Bueno a las personas que estimo agrego el “cchi” a su nombre.

-          ¿Podrías dejar de hacer eso?

-          No.

-          …

Justo en ese momento llegó la chica con sus helados, hablaron durante bastante tiempo, a pesar de todo Kuroko paso un tiempo agradable con el mayor, pero eso obviamente no lo admitiría jamás, había descubierto que al igual que él también le gustaban las novelas ligeras, pero todo principio tiene un fin, ya era tarde por lo cual fueron juntos hasta la estación. En aquel lugar Kise le entregó finalmente, pero no dijo adiós simplemente solo con la mirada Kuroko se dio cuenta que también tomaría la línea. Era impresionante que a pesar del poco tiempo que llevaban conociéndose ya pudiesen hacer esas cosas, y a pesar de que las circunstancias en las que se conocieron no habían sido las mejores, ambos sentían una atracción especial por la otra persona, había algo que los llamaba a ambos.

Kuroko no preguntó nada cuando vio que el mayor había tomado su misma línea, se sentaron juntos pues había varios puestos vacíos debido a la hora, conversaban animadamente…Bueno más   Kise que el peli celeste, hasta que la hora de bajar llegó, el chico iba a despedirse pero vio que el mayor había intuido la situación y también se levantó.

-          ¿Somos vecinos? – Preguntó extrañado.

-          Quién sabe, tu solo camina yo te diré cuando nuestros caminos se separen.

-          Está bien – Dijo un poco nervioso, caminaron hasta la casa del muchacho y una vez frente a ella el pequeño se detuvo – Aquí es donde vivo.

-          Que linda casa – Comentó mirándola con atención, aunque le llamó la atención que todo estuviese oscuro – Bueno ahora que veo que has llegado a tu casa puedo estar tranquilo.

-          ¿Solo querías saber dónde vivo?

-          No precisamente, quería ver que llegaras con bien y no volvieras a tener ningún inconveniente, como dije ayer no sería bueno que alguien te saltara encima…Por cierto también estoy arrepentido por lo que sucedió ayer, perdón por decir esas cosas, hoy la pasé muy bien y si quieres podemos repetirlo.

-          … - Algo en el pecho del pequeño dolía, pero no sabía que podía ser… ¿La separación? No, eso era imposible si no llevaban de conocerse un día, entonces ¿Qué seria?

-          ¿Kurokocchi?

-          Bueno…yo… - Justo en ese momento su celular comenzó a sonar – Diga…Buenas noches padre…si…está bien, no tiene que preocuparse…si, cerraré todo…claro nos vemos mañana, buenas noches.

-          ¿Qué ocurre?

-          No es nada, es mi padre que por trabajo se quedará afuera.

-          ¿Y tu madre?

-          Tuvo una salida con algunas amigas a unas termas por unos días.

-          ¿Estarás solo?

-          Sí, pero no ocurre nada, ya he estado solo otras veces.

-          Está bien entonces, pero si quieres hablar con alguien no dudes en llamarme – Kise se acercó al joven y beso su mejilla – Es hora de descansar.

El mayor se dio media vuelta para volver sobre sus pasos, Kuroko sentía como su pecho volvía a doler, instintivamente llevó una mano hasta el lugar, y algo vino a su mente “Si le decía que se quedara en casa, ya que estaba solo”, este solo pensamiento basto para que uno peor llegara a su joven mente y era él y Kise teniendo intimidad, provocando que inevitablemente sus orejas salieran,  Kise pudo sentir que algo no estaba bien por lo cual volteó, observando a un pequeño muchacho con los ojos brillantes casi a punto de llorar y su cara estaba completamente roja. Corrió a su lado y lo abrazó.

-          ¿Qué sucedió Kurokocchi? – Lo abrazó fuerte.

-          No te preocupes, no es nada – Intentaba apartarlo.

-          Es obvio que mientes.

-          Por favor Kise-kun quiero que me cures…Tu dijiste que sabias la forma para que esto se pase…úsala conmigo.

-          Pero tú dijiste…

-          Por favor – Rogó el chico con sus grandes ojos.

Lo cual fue suficiente para que la razón que le quedaba al mayor se derrumbara, era suficiente se notaba que algo estaba a su favor esa noche y no desaprovecharía la oportunidad, tomó al pequeño por la cintura para ayudarlo a caminar, entre tropiezos lograron llegar a su habitación, en un acto desesperado Kise empujó al muchacho hacia la cama, para luego posesionarse sobre él de una forma dulce, lo observó con detenimiento esa piel tan blanca que poseía, sus grandes y hermosos ojos celeste y esos labios rosados fuente de deseo que lo llamaban a probarlos, pero aún no se arriesgaría el chico era inexperto, por lo cual se daría el tiempo de prepararlo.  Sacó unos mechones sueltos que tenía sobre su frente luego la besó con ternura, también depositó un beso sobre su mejilla, por último decidió subir y mordió una de sus pequeñas orejas de animal, era la gloria un sabor que no se podía comparar con nada, el joven entre su cuerpo se estremeció.

-          Creo que me he vuelto adicto a tu sabor Kurokocchi.

-          Mmmm Kise-kun.

-          No te contengas.

Poco a poco la ropa de ambos cuerpos fue desapareciendo, hasta que el peli celeste quedó sin ninguna prenda, en cambio el mayor aún conservaba su ropa interior, la erección de la ovejita era observada por Kise, el pequeño estaba avergonzado hasta la médula, pero debía admitir que esto era lo mejor.  El mayor llevo su mano hasta ella  comenzó a acariciarla de forma suave, los gemidos que hacia el peli celeste era como una hermosa melodía.

-          Kurokocchi ¿Estas bien?

-          Si Kise-kun – Dijo con su rostro completamente rojo – Te lo suplico…hazlo rápido.

Ante este comentario fue Kise quien terminó de encenderse perdiendo el control por completo, y su naturaleza salió a la luz, dos orejas lobunas salieron a la luz junto con una hermosa cola. Kuroko lo observó asombrado, no podía creer que de entre todas las especies, el destino hubiese juntado a dos tan opuestas.

-          Bueno Kurokocchi…creo que este lobito tiene ganas de comerse una tierna y deliciosa ovejita – Este comentario por parte del rubio hizo que el joven se estremeciera nuevamente – No te asustes, lo haré lo más suave que sea posible, pero necesito que te voltees.

-          ¿Para…qué?

-          Es la mejor posición.

-          Es vergonzoso.

-          ¿Crees que la posición es más vergonzosa que el hecho en el cual nos encontramos desnudos en tu habitación?

-          … - No fue capaz de responder y antes de que el mayor pudiese ver su reacción volteo escondiendo el rostro entre sus manos.

-          Que buen niño eres.

Kise se acercó y tomó las caderas del chico levantándolas dejando toda su parte trasera expuesta, esa pequeña colita que sobresalía lo excitaba aún más, deseaba probarlo lo antes posible, ya no aguantaba, pero debía prepararlo, ya que si no lo hacia lo terminaría dañando. Así que llevó su lengua hasta aquel orificio que los uniría en uno solo, vio cómo su pequeño intentaba esconderse más entre las sabanas, lo cual le pareció adorable, bueno no esperaba menos tampoco si se estaba llevando su virginidad, al cabo de unos minutos tenía el lugar completamente húmedo, pero aún faltaba lo más importante, llevó dos de sus dígitos hacia el orificio los cuales ingresó con algo de dificultad, luego comenzó a masajear para dilatarlo, sabía que si a sus dedos le era difícil su miembro jamás lograría entrar. Cuando Kise vio que tres de sus dígitos entraban sin ningún problema decidió seguir con su labor, justo cuando bajó su bóxer Kuroko volteó molesto porque estaba a punto de llegar al clímax, pero lo que vio lo asustó.

-          Kise-kun…no pue-des.

-          Pero Kurokocchi.

-          ¡Eso es muy grande!

-          Pero si te prepare bien.

-          Imposible.

-          Oh Kurokocchi ya estoy a punto y tú también, no puedes parar ahora – Se quejó el mayor, pero inmediatamente una idea cruzó por su mente - ¿Qué tal si es Kurokocchi quien lleva el control?

-          ¿Eh? – No estaba entendiendo del todo, se levantó de su lugar y se sentó en cuclillas sobre la cama.

-          Bueno, que te parece de esta forma – Kise se acomodó se sentó en la cama apoyándose en el respaldo, luego tomo a Kuroko y lo sentó encima de él – De esta forma es mejor ¿No crees?

-          Pero…

-          Por favor Kurokocchi, ya no aguanto más…- Se acercó lentamente hasta su oído – Quiero estar dentro de ti ahora – Susurró.

Eso fue suficiente para encender nuevamente al chico, quien asintió lentamente con su cabeza, en ese momento Kise bajo hasta su cuello y lo mordió, quería dejar una marca visible del acto que estaba cometiendo, Kuroko lo abrazó fuerte, era la primera vez que estaba sintiendo algo igual por alguien, estaba asustado, pero había algo en Kise que lo animaba a continuar, con su ayuda y lentamente introdujo el miembro del mayor dentro suyo, era extraño y placentero a la vez. Pero cuando comenzó a moverse  pudo sentir como si estuviese tocando el cielo, el sudor de ambos se unió formando el olor exquisito de todos, era un afrodisiaco que los volvía loco a ambos,  lo hicieron en muchas posturas diferentes, Kise se vino dentro del muchacho muchas veces hasta que fue el mismo sueño quien venció a la criatura en sus manos, fue una experiencia maravillosa que a pesar de que había estado con varias personas antes nunca pudo experimentar un placer igual, y se dio cuenta de una cosa, aquel chico que ahora estaba entre sus brazos y a pesar de la diferencia que de edad que tenían, era la persona de la cual todos le hablaban…era aquella con su “Aroma especial”, lo abrazó fuerte, acurrucándose más cerca de su pequeño niño, quería mantener el calor que ambos cuerpos emanaban, cuando llegara la hora de levantarse lo ayudaría con la limpieza.

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-          Me puedes explicar ¿Por qué yo aún conservo mis orejas afuera? – Preguntó el pequeño una vez duchado y vestido, bajando por las escaleras  con dolor mientras Kise preparaba el desayuno.

-          Vamos no debes preocuparte por pequeñeces – Dijo acercándose a él y tomándolo en brazos para llevarlo hasta la mesa.

-          Kise-kun dijo que de esa forma ya no pasaría por esto – Habló mientras tomaba aquellas orejas  de animal entre sus manos.

-          Kurokocchi… ¿Has oído hablar de los Perros de Pavlot? – Pregunto Kise mientras bajaba al joven.

-          Sí, es un sistema para enseñar a las mascotas con comida o cosas que le agraden.

-          Así es y al final aprenden a pesar de que estos estímulos no existan.

-          ¿Y qué tiene que ver eso?

-          Que solo responderás a mi… estas de esa forma porque yo estoy cerca…Acaso no te has dado cuenta.

-          Kise-Kun habla cosas extrañas.

-          Kurokocchi solo responderás a mi aroma. Anoche respondías muy bien a mí y yo a ti ¿Sabes a que se debe?

-          Mi madre una vez me dijo que todos debemos buscar a nuestra persona especial, y es nuestro olfato quien nos llevara a ella.

-          Sí, mi madre una vez dijo que era un olor dulce que nos embriaga. Anoche lo pude sentir por primera vez.

-          Pero ni siquiera nos conocemos lo suficiente.

-          Tenemos mucho por delante, además de que no me molesta en que mi pequeña ovejita pueda reaccionar solo a mí – Habló colocándose frente a al chico y besando su frente, instintivamente Kuroko lo abrazó - ¿Kurokocchi?

-          Es cierto, tienes un aroma que me vuelve loco, pero no me gusta el hecho de que mis orejas salgan cuando estas cerca.

-          Será solo mientras estas en celo y te acostumbras, no te preocupes por pequeñeces – Lo abrazó también durante unos minutos, pero luego se separó - … Además me gusta el hecho de que nos encontremos en privado ¿No crees?

-          Eres un pervertido.

-          Nee Kurokocchi – Habló colocándose de cuclillas para estar a su altura – Estas preparado para todo lo que se pueda presentar.

-          No – Fue su respuesta inmediata, logrando que Kise abriera los ojos sorprendido – Pero estoy seguro que tú me ayudaras en todo.

-          Eres el mejor.

-          Y tu un pervertido que se aprovechó de mi… ¿Pero sabes?

-          ¿Qué cosa?

-          Gracias – Habló el muchacho bajando un poco y besando por primera vez los labios de Kise, solo fue un roce pero fue suficiente para ambos.

-          …

-          Ahora tendrás que hacerte responsable de tus actos.

-          Pues claro que lo haré, esto recién está comenzando.

Sin más tomo el rostro del pequeño para besarlo como solo un adulto lo podía hacer, fue un beso torpe, ya que al parecer el pequeño era un inexperto en todo, pero eso no importaba tenía mucho tiempo para enseñarle muchas cosas.


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