Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A su lado por InuKidGakupo

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Dragon Ball, sus secuelas y sus personajes no me pertenecen, son obra de Akira Toriyama y la Toei.

Notas del capitulo:

Este primer Shot es desde la perspectiva de Toma, quien sabemos, de entre los dos, creo que sería el más “sentimentalista”, así que espero no se me haya ido tanto de contexto, jeje, ojalá les guste!

A su lado

~Toma~

Mi cabeza daba vueltas, se agitaba violentamente con cada latido de mi gastado corazón que parecía golpear mis tímpanos con ímpetu desde dentro. Era el final. Eso lo sabía, iba a morir ahí mismo en cosa de nada, mis pulmones estaban lo suficientemente aplastados por mis propias costillas rotas como para seguir proveyendo el suficiente oxígeno a mi cuerpo, a cada segundo, mi respiración se volvía más lánguida y mis fosas nasales luchaban por tomar más aire, provocando un leve chirrido cada que inhalaba con la fuerza que me quedaba.

Estaba lo suficientemente cansado como para mantener los ojos abiertos, así que me encerré en la penumbra que existía detrás de mis parpados, apreciando con algo de interés los tonos rojizos y grisáceos que corrieron en todas direcciones a lo largo de mi panorama interno. La muerte se hacía presente, podía saborearla como el mismo néctar de mi sangre en mi propia boca, líquido vital que ahora mismo amenazaba con ahogarme.

Yo era un saiyajin, no es como si pudiera derrumbarme por algo como morir, un saiyajin debía sentirse a gusto con la muerte si era en el campo de batalla, como siempre habían metido en nuestras cabezas desde que éramos sólo unos niños, haciéndonos crecer con esa idea de incluso buscar morir de la forma más temeraria y honorable posible, morir cuando aún éramos jóvenes y no vivir lo suficiente para volverte un vejestorio inútil que vivía  al margen de las batallas y terminaría por morir como un cobarde sin honores.

Alguna de esa loca historia no terminaba de entrar en mi cabeza aún, pero decidí contenerla hasta ahora, tampoco es como si tuviera muchas opciones en realidad. Morir a manos de los hombres de Freezer, habiendo descubierto que ellos eran traidores y asesinaban a los saiyajins durante las misiones, sí, sonaba aceptable para cualquiera morir de esa manera, pero había algo de todo esto que no terminaba de entrar en mis pensamientos.

Era como un vacío, algo equitativo en el interior que me hacía desear no tener los brazos resquebrajados a mis costados para confirmar con mis manos si mi abdomen seguía ahí, porque tenía la sensación de estar vacío por dentro. En realidad, era la situación que me hacía sentir tan vacío, debía admitir, era como estar muriendo de dos puntas diferentes, mi muerte no se sentía en lo absoluto gratificante. Sabía qué era, y la mera idea me hizo sentir los músculos de mi garganta apretarse, reteniendo los sentimientos que volaban como locos, quizá eran sólo delirios de mi propia agonía, pero se sentían malditamente insoportables.

No estaba aquí. La idea cruzaba de un lado a otro y hacía que mis pulmones se encogieran más dentro de mi cuerpo, aumentando la sensación de mi asfixia. Bardock, él, mi compañero de la vida, con el que había estado desde el primer maldito momento que entre al entrenamiento infantil hasta hace unos días. ¿De verdad va a acabar así? ¿De verdad moriré aquí y no estarás pasando por esto conmigo?
Bien, tal vez estoy siendo egoísta, pero mis pensamientos tiemblan al percibir la realidad. No es como si quisiera que Bardock muriese conmigo aquí también, pero su ausencia hace que realmente esto se sienta como morir.

No lo sé, tal vez la pérdida de sangre en mis heridas estén aturdiendo mis pensamientos, siento con claridad un sendero de sangre marcar su paso a través de mi rostro, y cada herida duele como el infierno, pero en el fondo, tanto él como yo mismo, sabemos que no estoy exagerando cuando digo que hemos vivido demasiadas cosas juntos como para simplemente morir ahora sin haberlo visto una última vez.

Mis recuerdos, inevitablemente viajan a él, como una línea que avanza por sí sola a través de cada cosa almacenada en mis recuerdos. Quisiera reír cuando un sinfín de cosas desfilan en mi cabeza y por lo agradables que resultan me obligan a presionar mis pulmones buscando sonreír, pero estoy tan debajo de mi estabilidad que ni siquiera puedo gemir cuando lo agudo de la sensación me hace sentir espasmos en todo el cuerpo.

Bardock, ¿Me pregunto qué cara pondría Gine si supiera toda la verdad sobre estos años? Si alguna de las cosas que hicimos desfilara frente a ella. Puedo sonar como un loco, pero una parte de mi lo deseaba, en el fondo, de alguna retorcida manera, me hubiera gustado conocer su reacción al respecto. No me mal interpreten, no era culpa de ella lo que sucedió, siendo sincero, no fue culpa de nadie que las cosas pasaran entre él y yo de la forma en la que ocurrieron.

Casualidad. Sí, de ese modo podría llamarse, si es que tiene nombre lo que nos unía, para mí, podría ser eso, casualidad. ¿Cómo llegamos a eso? Cuestiona mi aturdido cerebro en una telaraña que teje poco a poco, como una suave cama en la que quiere reposar los últimos fragmentos de mi vida antes de que todo termine por irse al caño y mis recuerdos se vayan conmigo al infierno. Ahora mismo, sólo quiero recordar.

Mis manos, ahora inmóviles y plantadas sobre la tierra suelta a mi alrededor, esas un día marcaron un sendero por aquella piel, tocaron la textura suave de su pecho y cada remarcado músculo de su cuerpo. ¿Maricas, dicen? No estoy seguro que esa palabra sea la adecuada para lo que digo, en lo absoluto. Es decir, tal vez lo sea, pero me odiaría a mí mismo sólo por involucrarme en esa cuestión tan mal vista entre los saiyajins y el universo. Era más como, necesidad, como… de nuevo, esa maldita casualidad que nos mantenía siempre. Qué me llevó a él desde el primer momento.

Mi compañero, mi camarada, mi amigo, y luego, mi propio capitán. Nos encontramos estando juntos desde que pisamos las bases de entrenamiento, y nuestra camaradería se desarrolló como cualquier otra lo hubiese hecho, nos volvimos compañeros en combate y pronto, después de innumerables batallas peleando codo a codo, terminamos convirtiéndonos en buenos amigos. El paso que dio indicio a que algo extraño comenzara entre nosotros fue cuando compartimos habitación en el cuartel.

¿Qué pasó ahí exactamente? Quisiera rememorarlo yo mismo ahora con detalle, quisiera ahogarme en aquello y vivirlo una vez más, pero poco puedo pensar ahora y las imágenes mismas no vienen en orden a mi cabeza, avanzan y me muestran sólo lo que comenzó como una incomodidad, como una electricidad entre nosotros que nos volvió vulnerable ante el otro.

Por un tiempo, tan extraño como fue, nuestra amistad se intensificó de golpe, y entonces, algo difícil se metió entre los dos. Las charlas se cortaron de pronto y nos hundíamos en silencios eternos durante los largos viajes o las estancias en el cuartel, evitábamos mirarnos a los ojos, y tocarnos, ¡Maldición! Llegar a rozarnos, incluso por accidente, nos tensaba sobremanera, alejábamos cualquier extremidad del otro como si sencillamente nos quemara la piel el simple contacto.

Lo entendí con el tiempo, después de largos meses de estar distante con mi compañero de cuarto entendí lo que significaba todo eso. Nuestro vínculo se había vuelto demasiado fuerte, era íntimo y profundo, al grado que de algún modo necesitaba expresarse, sin embargo, aquello era bastante como para poder lidiar con ello y por eso llevábamos evadiéndonos por ese largo periodo. Simplemente estábamos ignorando lo que los acontecimientos nos estaban mostrando y pidiendo a gritos.

Suaves, minúsculos, lentos y discretos fueron los detalles que poco a poco comencé a incluir entre los dos, roces que parecían accidentales, mi cola buscando la suya y provocando que el vello se erizara al refregarse, sonrisas y charlas en las que lo obligaba a participar. Yo lo sentía tan fuerte como él, la tensión subía en ambos y cada día se volvía más difícil ignorar aquello y mantenerse al margen sobre eso.

Si hubiese sabido que lo disfrutaríamos tanto, estoy seguro que no habríamos pasado más de un año huyendo de lo inevitable, de esa casualidad, algo que tenía que pasar. Deseo, sí, esa es la palabra correcta que describe aquella emoción que leí en sus profundos ojos ónix, era deseo el que emanaba aquella vez en el bar, cuando por el alcohol nos resultó imposible marcar la distancia entre uno y entre otro, y dejamos de fingir. Aun puedo ver sus ojos mandándome rápidas miradas cada tanto tiempo, se veía molesto con su eterno ceño fruncido, pero lo conocía lo suficiente para ver más allá.

¡Maldita sea! Esa noche es cuando mandamos todo al mismo carajo y escapamos a la habitación compartida. Estaba tan endemoniadamente excitado como no recuerdo haber estado antes de esa noche, él parecía retenerlo mejor que yo, no tenía la respiración alterada ni parecía que le temblara todo el cuerpo como a mí, el muy hijo de puta todavía se sentó en su cama y me obligó a mi sentarme en la mía propia frente a él.

“No estoy seguro de lo que pasa” me dijo, y hasta ahí noté que su voz temblaba, yo estaba imposibilitado de hablar por la tensión a lo largo de mi cuerpo. “Pero lo que sea, necesitamos saberlo, Toma” al carajo, esa fue mi luz verde para hacer lo que había estado deseando un año atrás a eso, lo que mi cuerpo y necesidad gritaba, eso que ninguno de los dos quería aceptar por lo complejo de la situación. Pero que después de todo, ahí estaba.

Jamás imaginé que besar a un hombre se sentiría como lo es, por supuesto que es muy diferente a la delicadeza y suavidad de una mujer, es más como… feroz, rudo, te da la confianza de dejarte llevar a un punto en donde sabes que puedes perderte desmedidamente. Los roces comenzaron, y la ropa pronto resultó estorbando una vez que sólo refregarnos uno en contra del otro no era suficiente.

La primera vez fue la más desmedida de todas a pesar de nuestra falta de experiencia con el otro en todo aspecto, salimos bastante mal heridos en esa ocasión, especialmente Bardock que fue quien me recibió de lleno. Si estuviera sano en este momento, seguro pensar en aquello me habría excitado, pero ahora mismo sólo puedo pensar en eso y anhelar, recordar y sentir pena por saberlo perdido todo ahora.

Después de esa noche no pudimos parar, nuestra amistad volvió a ser la misma para todos los de nuestro alrededor, pero en cuanto regresábamos al cuartel y atravesábamos el umbral de la habitación compartida, todo se iba al bendito demonio. No me cansaba, parecíamos insaciables al punto en que aparecían más y más formas de involucrarnos uno con el otro en esa intimidad. Cada yema de mis dedos podría trazar con claridad cada ondeada línea que lo atraviesa, era casi como si se desprendieran de ellos y su cuerpo no fuera más que un producto de la tiza entre mis dedos.

Sí, así lo grabé en mí, de modo que me hice adicto a tenerlo, ansioso por recorrerlo, descontrolado por pasear mi lengua por su clavícula y sentirlo gruñir debajo de mí, quería hacerlo vibrar, verlo contorsionándose y arqueándose en la cama cada vez que me sentía en él, me volví loco por mirarlo convulsionarse bajo mi tacto, por ver sus dientes apretados conteniéndose y sentir sus manos marcando alguna parte de mi cuerpo por el férreo agarre que sostenía sobre mí.

Sabía que no podría dar un paso lejos de su presencia desde ese día, muy al contrario de él que en dos años me anunciaba su unión con una muchacha débil que recién había entrado a nuestro escuadrón, no es como si me afectara demasiado, pero fue tan malditamente difícil que aceptara aquello al principio, después de todo, era algo que se veía venir. Como sea, no estoy dispuesto a pensar en eso ahora, no vale la pena arrastrar viejas emociones a mi lecho de muerte, para ser honesto, tuve bastante de esa mierda en su momento.

Las cosas tomaron naturalidad en cuanto el pequeño Raditz hizo acto de presencia, y las cosas siguieron un curso que no esperaba. Siendo sincero, había esperado simplemente una nueva creciente negación o distancia una vez que tuvo un hogar en las afueras del cuartel, pero estaría mintiendo si digo que realmente él vivía allá, pues pasaba más noches frotándose contra mi cuerpo con desesperación que pasando las noches al lado de su hembra y su hijo en la ciudad. Tampoco es como si la pequeña mujer lo notara.

Había algo que resultaba inquebrantable de alguna manera, lo explicaría, si supiera exactamente que fue. Sólo sentía, que no había fuerza que llegase a separarnos verdaderamente, incluso habiendo superado lo de su unión a esa mujer. Pero ahora estoy aquí, y no hay vuelta atrás, estoy seguro, apenas puedo sentir mis dedos hundirse en la arena y mi cuerpo llenarse de polvo que se endurece en gruesas costras al topar con mi propia sangre distribuida por mi cuerpo.

Me rehúso a morir, y me cuesta cada onza de mi fuerza mantener mi respiración aunque mi cuerpo me pida rendirme ya para finalmente poder tomarse un descanso. Siento algo de miedo, debo admitir, jamás fui lo suficientemente duro como Bardock siempre insistía en que debía ser, porque sencillamente, no iba en mí serlo, había algunas cosas que quedaban capturadas en mi mente. Y esa necedad mía ahora era producto de mi propia debilidad, en realidad, muy contrariamente a la fortaleza que podría parecer para cualquiera.

Es ahí, cuando de pronto, a nada de rendirme finalmente, unos pasos sosos suenan en el suelo, cerca de mí, y me obligo a abrir los ojos pese a todo el dolor implícito en aquel acto. Lo miro fijamente, y me cuesta tanto entrar en razón que lo que está enfrente de mi es verdadero, y en un silencioso pensamiento agradezco a mi mente si es que no es más que una alucinación producto de mis recuerdos. Bardock se nota tan molesto y sorprendido, y quisiera decirle que está bien, pero no estoy seguro ahora mismo si estoy diciendo algo en verdad o las palabras no cruzan más allá de mis propios pensamientos.

Una lánguida sonrisa pinta mis labios, eso lo sé, porqué estoy feliz de algún modo que este aquí. Las lágrimas que no he llorado a lo largo de mi vida se acentúan y presionan con salir, pero mis oídos comienzan a zumbar y siento la fuerza abandonar mi cuerpo, ni siquiera vivo lo suficiente para dejarme llorar. Mis parpados pesan y se cierran dejándome de nuevo en penumbras, más mi sonrisa siguió ahí.

Quizá nadie jamás entendería lo que era, quizá era asqueroso o censurado a donde quiera que fuéramos, quizá sólo lo sentíamos cuando cruzábamos aquella puerta. Pero ¿qué más importa ahora después de todo? ¿Qué?, Si lo vivimos al final de todo y eso jamás nadie lo podría cambiar. Tal vez nadie nunca siquiera sepa lo que hubo detrás de nosotros, y quizá así sea mejor, después de todo, jamás entenderían lo que significaba para mí estar a su lado.

Notas finales:

Bueno, estos dos Shot son mi impulso para escribir una larga historia al respecto. No es como si precisamente este haciendo las cosas al revés, pues aquí se muestra una especie de resumen al respecto de la “relación” que expondré. Sin embargo, he omitido todo al respecto del conflicto con “Gine” (que será la trama) así que perdón si no fue tan profunda como esperaban.

El próximo Shot es mucho más carnal que este, como sabemos (o imaginamos xD) Bardock es menos sentimentalista, incluso indiferente, por describirlo de algún modo, así que su punto de vista al respecto resultará bastante diferente a este.

Gracias por leer, un saludo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).