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Promesa por NaranjaMorada

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Notas del fanfic:

Garou: Mark Of The Wolves y todos sus personajes (Terry Bogard y Rock Howard en este caso) pertenecen a sus respectivos creadores y son usados aquí con meros fines de entretenimiento.


Aclaración, esta historia está ubicada en South Town, cuando Rock es un niño.

Notas del capitulo:

¡Hola! Tiempo sin pasar a dejar una historia original por aquí, lol. La verdad es que no me animo a dejarla en mi cuenta de Fanfiction, a pesar de que no es un fic explícito. Otra historia de Terry x Rock, aw. Aunque ahora toca el turno a la comedia y un poquito al shota, con eso de que Rock de niño es amor puro.


Quiero dedicársela con muchísimo cariño a Maki (o Aída, aunque para mí siempre será Maki haha), ya que está basada en uno de nuestros roles, muchas gracias por rolear Terry/Rock conmigo y por tu amistad. Espero te guste esta historia y a ustedes también, lectores.

Ese día el pequeño Rock Howard despertó al sentir cómo un olor a quemado invadía la estancia donde descansaba. Se desperezó y de un salto bajó de la cama, abriendo la puerta en pos de descubrir de dónde provenía aquel terrible hedor. Sus pasos lo llevaron a la cocina del departamento.

—Ah, lo siento. ¿Te desperté? —preguntó Terry dedicándole una de sus habituales sonrisas, sin embargo algo no estaba bien ahí: Tenía parte de la cara sucia, como cubierta de hollín, y lucía un desgastado sombrero de chef en lugar de su característica gorra. Sin contar que, sobre la estufa, yacía una sartén que estaba humeando sin ton ni son.

— ¡Terry! ¿Eso se está incendiando?  —preguntó confundido. La cocina lucía más desarreglada que de costumbre: cajas de ingredientes desconocidos para el menor estaban regadas en la mesa y otras en el suelo, al igual que botellas de plástico aplastadas. La puerta del refrigerador estaba abierta por completo, y de la licuadora emergía una plasta amarillenta y burbujeante. El más alto dejó salir una risita en espera de calmar al niño, aunque sonaba forzada.

—No, claro que no —aseguró a la par que movía la diestra para disipar aquel humo que parecía poder inundar la casa de un momento a otro —.No hay de qué preocuparse, sólo estoy preparando el desayuno. ¿Lo ves? —Señaló el gorro —.Soy un chef. Sé lo que hago.

Aunque era evidente que no, Rock decidió no responderle. Dudoso, se acercó a cerrar la puerta del frigorífico antes de que las pocas cosas que se encontraban dentro se echasen a perder, y después fue donde Terry.

— ¿Qué se supone que estás cocinando? —preguntó, intentando no sonar maleducado. Terry hacía muchas cosas por él, y alimentarlo era una de ellas. Acostumbraba a llevarlo a las mejores cafeterías de South Town o al menos las más accesibles a su bolsillo, y le compraba cuanta comida chatarra pudiese consumir. Era un tanto despreocupado en el aspecto de alimentarlo saludablemente, pero nunca lo dejaba sin sus tres comidas al día, e incluso a veces eran más de tres. Por lo que había observado, Terry no cocinaba, apenas sabía manejar la licuadora y el horno de microondas era su mejor amigo en aquella pequeña cocina. Su hermano menor, Andy (o el tío Andy, para Rock), solía reprenderlo por eso.

“—Ya no eres responsable de ti nada más, hermano, sino también de Rock. ¡Es un niño en crecimiento, no puedes alimentarlo con pizza todos los días!”, comentó una vez, y Rock se abstuvo de contarle sobre la semana en que ambos, Terry y él, se mantuvieron a base de pizzas recalentadas en la mañana, tarde y noche, debido a que se habían quedado sin dinero y una amiga del mayor se había compadecido de ambos.

Por ello era una sorpresa total encontrarse a Terry en plan de cocinero, haciendo el desayuno o al menos intentándolo. Debía admitirlo que se le hacía muy tierno verlo ahí, con ese gorro desgastado que estaba seguro consiguió prestado, y el delantal rosa con florecitas.

—Bueno, considero que no hay nada mejor para desayunar que unos deliciosos y esponjosos panqueques —dijo, orgulloso de la idea. Rock tuvo que asentir con la cabeza —.Así que decidí darte una sorpresa, aunque bueno… —no continuó, como si por fin se hubiese dado cuenta que nada había salido como esperaba y optaba por dejar de fingir. Rock lo miró con pena, antes de fruncir levemente el ceño y tomarlo de la diestra con sus pequeñas manos.

— ¡Terry! ¡Deja que yo me encargue de todo! —pidió, decidido. Terry lo miró, parpadeando debido a la sorpresa aunque reaccionó después.

—Oh, no, no puedo hacer eso. Eres muy pequeño y podrías lastimarte… —empezó a explicar, pero el otro negó con la cabeza.

— ¡Nada de eso! Sé lo que tengo que hacer, lo he visto en televisión cuando no estás —contestó. Los horarios de trabajo de Terry eran irse temprano en la mañana y volver tarde a casa, casi en la noche. A esa hora Rock ya se había terminado lo que sea que él hubiese dejado para recalentar, y estaba entretenido frente al televisor viendo películas y dibujos animados. Y por lo visto, también programas de cocina.

—Además —continuó el rubio menor —.Tú no podrías cocinar buenos panqueques aunque tu vida dependiera de ello.

Bogard lo contempló, atónito. El niño nunca le había hablado en ese tono, y ganas de regañarlo no le faltaron. ¡Si él se hubiese dirigido así a su padre, el difunto Jeff Bogard, le hubiese tocado una buena tunda! Tal vez lo había consentido demasiado y por eso se empezaba a poner rebelde… Oh, no, empezaba a sonar como Kim Kaphwan cuando hablaba de justicia, modales y todas esas cosas. Carraspeó.

—Ah… ¿Ah? ¿Crees que puedes hacerlo mejor que yo? —preguntó a la par que soltaba su toque y se cruzaba de brazos. Rock sonrió para sus adentros, su plan había funcionado —.Perfecto, entonces. ¡Pero si te llega a pasar algo no será culpa mía! —añadió antes de quitarse el sombrero junto con el delantal y colocarlos sobre la mesa, para salir de la estancia. Rock lo contempló y suspiró, no le gustaba tener que atentar contra el ego de Terry pero en ocasiones era la única manera de conseguir lo que deseaba. No se puso el sombrero pero si el delantal, que desde luego le quedó grande, y se subió a una silla en pos de primeramente, apartar del fuego el fallido intento de panqueque del mayor y empezar a hacer lo suyo.

Afuera, un enfurruñado Terry se encontraba sentado sobre el sofá, esperando. Calculó que tomaría algo de tiempo escuchar al niño llamarlo por ayuda, por lo que no encendió la televisión y mantuvo el oído atento a cualquier sonido anormal que saliese de la cocina. Pasaron los minutos y no se escuchaba nada extraño, por lo que torció la boca, incorporándose para ir a ver si el chico estaba bien. Sin embargo tuvo que volver a su asiento y fingir que no se había movido de ahí cuando la puerta se abrió y emergió Rock con un plato lleno de panqueques que olían mejor de lo que lucían. Se miraron y el niño le dedicó una sonrisa tímida que hizo que el corazón de Terry bombeara con mayor fuerza en su pecho, acercándose para colocar el plato encima de la mesita de la sala.

—Es la primera vez que hago esto… Espero que te gusten —dijo Rock en espera de que Terry se acercara para probarlos. Cosa que hizo después de un rato de pensarlo, cortando el panqueque en trozos y llevándose uno a la boca, masticándolo con suavidad: Estaba delicioso.

— ¿Cómo está?... ¿Te gustó? —preguntó el niño, ansioso. Terry seguía presa de la sorpresa, pero logró reponerse al ver la carita ilusionada del menor.

—Bueno… Debo admitir que te has lucido —pronunció, y era verdad —.Creo que a partir de hoy serás tú el que se encargue del área de la cocina. ¿Qué te parece?

Rock pareció asombrado de sus palabras, pero Terry le dedicó una sonrisa sincera, propia de él. A pesar de su seriedad, el chiquillo movió la cabeza con emoción.

— ¡Claro! Te cocinaré la mejor comida del mundo, Terry —prometió, feliz. Bogard no pudo más que conmoverse ante tal afirmación —Será tan deliciosa que no querrás comer la de nadie más —añadió, y su carita se iluminó ante esas declaraciones.

—Eh, me agrada esa efusividad. Más vale que no rompas tu promesa, ¿okey? —Contestó el mayor haciéndole un guiño —.Porque no me abandonaras nunca, ¿verdad? —sabía que esa pregunta estaba de más, Rock no sería capaz de hacerlo pero deseaba escucharlo. El chico negó enérgicamente con la cabeza.

— ¡Claro que no! Nunca te abandonaré, Terry… —empezó a decir a la par que lo tomaba de la mano como lo había hecho antes en la cocina, mirándolo fija y seriamente, más de lo normal  —.Me quedaré contigo a cuidarte y a cocinarte cosas deliciosas —continuó, y una sonrisa enorme apareció en su semblante —¡Porque cuando sea grande, me convertiré en tu esposa!

A Terry le tomó un poco de tiempo descifrar lo dicho por el menor. Su sonrisa se quedó petrificada en el rostro, y la fue borrando de a poco al tiempo que entendía las palabras contrarias.

—… ¿Cómo, perdón? Creo que no escuché bien…

—Que cuando crezca, me convertiré en tu esposa para poder cuidarte y cocinarte —corroboró Rock con la misma expresión alegre. Había escuchado esa frase en un programa de televisión donde los adultos pesaban por múltiples penurias para después ser felices con la persona que amaban, y sintió que sería lo adecuado tomando en cuenta por todo lo que habían pasado Terry y él, y que no lograba imaginar un futuro sin el mayor de los hermanos Bogard a su lado.

—Ah, definitivamente no estoy escuchando bien —rio Terry forzosamente, sin poder creérselo.

— ¡Terry! —Dijo Rock, harto de no ser tomado en cuenta — ¿Por qué no me crees? ¿O es que acaso no quieres que esté contigo para siempre? —lo último lo dijo en voz más baja, apartando las manos del otro, y su semblante cambió a uno triste y sombrío que contrastaba al de segundos atrás. El mayor no supo qué decir, atinando a volverlo a tomar de las manitas con firmeza.

— ¡Claro que quiero estar contigo siempre, Rocky! E-es sólo que… Es muy repentino… —balbuceó. Consideraba al niño como su hijo y suponía que él lo veía como un padre, así que pasar de pronto a un futuro matrimonio le había dejado en shock. Sin contar que a él los compromisos no terminaban de gustarle. Rock ladeó la cabeza, y parecía estar a punto de echarse a llorar, por lo que el mayor pensó rápido en qué decir para contentarlo —.B-bueno, hagamos un trato. Si sigues cocinando para mí y mejoras en tus entrenamientos, te aceptaré como mi… mí, eh… E-esposa.

Nunca pensó que la palabra le costase tanto trabajo de pronunciar, pero logró decirla al fin. Rock lo  observó al principio interrogante, para que después un brillo especial apareciese en su mirada.

— ¡Muy bien! Ya lo verás, me convertiré en el mejor cocinero y el mejor peleador de todo South Town ¡Y cuando eso pase, te casarás conmigo! —finalizó, antes de abrazar al otro con todas sus fuerzas. Terry le correspondió al abrazo segundos después, aunque aquella conversación le estaba dando vueltas en la cabeza. ¿El niño estaba hablando en serio? Posiblemente. Pero no creía que algún día Rock se desarrollara lo suficiente como para convertirse en todo un cocinero y más aún, en el mejor luchador de la ciudad. ¿O quizá sí? Sólo el tiempo lo diría. Pero tenía un presentimiento extraño, como si todo lo dicho por el menor fuera a hacerse realidad… Y él tendría que atenerse a las consecuencias.

 

Notas finales:

Sí Terry, tendrás que cumplirle a Rock en cuanto crezca, no te salvarás del compromiso (?). Muchas gracias por leer y espero dejen comentarios.


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