Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Chantaje emocional por aries_orion

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes le pertenecen a Tadatoshi Fujimaki, la historia es mía.

Notas del capitulo:

Espero os guste.

:D

 

Tercer año de preparatoria, faltaban unos meses para la Winter Cup, la cual sería la última para los chicos de Seirin, en concreto, para todos aquellos de la generación de los milagros y Taiga. Después de aquel campeonato donde el equipo tricolor obtuvo el título de campeón, toda su vida tuvo un gran cambio; su forma de ser, lo escolar y amorosa.

El amor decidió hacer de las suyas con los jugadores, principalmente con un par de ases.

Su relación al principio fue sólo básquet, después pasó a ser cenas en el Maji Burger o en casa del pelirrojo, más tarde salidas de compras, salidas a cualquier lugar, desde plazas hasta viajes fuera de la ciudad, su interacción los llevó a descubrir cosas del otro que poco a poco estaban cambiando la imagen de cada uno.

Al comienzo de su segundo año, el primer torneo tocó a sus puertas, el entrenamiento fue arduo, los de Seirin creían estar en la época del esplendor de Grecia pues a lo que se enfrentaban a diario podría competir con los entrenamientos de Esparta. Sin embargo el as estaba más preocupado por cómo haría saber sus sentimientos a otro as. El momento no lo busco sino este llegó a él. El primero en jugar era Tōō, antes de que comenzara el partido el pelirrojo secuestro al moreno, lo arrastró hasta los baños donde segundos después soltó una bomba nuclear, confesó sus sentimientos, no espero para ver la onda expansiva y los resultados de esta, salió corriendo hasta donde su equipo se encontraba para ver el juego.

Mientras tanto un moreno se quedaba pegado en el mismo lugar, sin mover un solo músculo mientras su cerebro procesaba las palabras del pelirrojo, paso de la sorpresa al pánico, del pánico a la felicidad y de la felicidad al enfado pues el muy maldito no había esperado por su respuesta. Su enojo era tal que se vio reflejado en su juego, 300-10 fue el marcador y nuevo record, todos los presentes estaban en shock incluido su propio equipo y hasta Satsuki pues era palpable su estado.

Al terminar el juego tomó sus cosas en busca de cierto idiota lanza bombas.

Resultado de aquella noche.

Kagami en la cama con respiración irregular, voz y energías casi inexistentes. A su lado un moreno en igualdad de condiciones pero con voz y energía para más.

De eso ha sido un año y meses de relación un tanto extraña pero que a ambos les llenaba en  todo los sentidos, sin embargo su relación no era sabida por sus compañeros, amigos y familia, no es que tuvieran miedo a sus reacciones o su rechazo, no claro que no… pero no encontraban el momento para decirles, quizá la naturalidad innata del moreno para decir las cosas algún día acabaría con eso pero mientras tanto se callaban.

Ahora yacían en el gimnasio de Seirin esperando al último miembro para poder comenzar el pequeño torneo de entrenamiento entre todos los equipos pertenecientes a la generación de los milagros por lo que todos, incluso los que ya se encontraban en la universidad se dieron el espacio para apoyarlos y entrenar junto con ellos, claro está que en este torneo podrían jugar. Algunos se encontraban calentando y otros hablando.

Había pasado una hora cuando la puerta del gimnasio se abrió estrepitosamente, dando paso a un más que cabreado, y esperado, Aomine Daiki, sin embargo lo que vieron los dejó en estado sorpresivo, pues era de conocimiento general, equipo Kiseki, que si un Akashi era peligroso un Aomine era de armas tomar, ponerse a rezar para no ser el blanco de impacto de este ya que muy pocas veces el moreno realmente se enojaba, pero este parecía furioso, tanto que Akashi comenzaba a realizar un plan para matar al idiota provocador de aquello.

– ¡En tu puñetera vida me vuelves a meter mano!

Todos se quedaron en silencio

–Dai-chan ¿de qué vas?

–Aomine- kun no grites.

Momoi y Kuroko fueron los valientes en hablar; sin embargo el moreno, ignorándolos olímpicamente, camino a pasos de elefante en dirección de una persona en concreto.

El resto se convirtió en espectadores ignorados.

Taiga, que había escuchado semejante grito, no atinaba que hacer, vale sabía que su novio cuando se enojaba se lo cobraba en casa no en público. ¡Joder ¿qué hice, qué pasó?! Al ver cómo todo su cuerpo y sus ojos irradiaban ira pura se quedó más quieto y rígido que las estatuas que adornan las iglesias, un movimiento o palabra en falso y su culo pagaría las consecuencias, ¡no se quería quedar en cama por semanas!

– ¡Maldito bastardo no vuelvo abrirte las piernas!

Y, ahí reaccionó. Eso sí que no, no podía privarlo de volver a probar a semejante espécimen y visión, o sea, ¡No! No volver a ver a Daiki con las mejillas sonrojadas, ojos cristalizados e inundados de placer, entreabiertos sus labios, respiración agitada, abierto y sumiso ante él. ¡No! no eso sí que no.

– ¿Qué te pas…?

La frase no pudo terminarla porque un fuerte y certero puño término de lleno en su mejilla haciendo que cayera.

–Sabias que me moría por jugar en este torneo, sería nuestro última competencia, incluso me atreví a ir a todos los malditos entrenamientos para poder jugar y luego vienes tú con tus estúpidas ideas de querer hacerlo y todavía voy y acepto…no, no, no, usaste chantaje… ¡eres un hijo de puta Taiga!

 

 

Flashback

Desde hace algunos meses a Taiga le rondaba por la cabeza una idea suicida o misión suicida, y un tanto masoquista, vamos que su novio no era muy tolerante ni mucho menos era de los que daban su brazo a torcer así como así, pero lo amaba, amaba a ese idiota como un idiota, sin embargo deseaba por una vez tenerlo debajo, provocarle todo lo que él le hacía a él, pero era tan obstinado y, sonara tonto pero, era muy machista en cuanto al sexo se refería, claro no se quejaba, era, aunque no lo diría en voz alta, un dios en ello, siempre lograba hacerlo gritar, delirar y gemir como nunca, pero últimamente deseaba cambiar los roles.

Eso era una misión suicida. Una que estaba dispuesto a ganar costase lo que costase.

–Daiki quiero hacerte el amor.

El mencionado dejó caer la cuchara que sostenía, y no escupió la comida porque la comida que hacía su novio era un manjar y dicho manjar no podía desperdiciarse.

– ¿Q-Qué dijiste?

–Quiero hacerte el amor Daiki

–Ah… No.

– ¿Qué… por qué no?

–Joder no Bakagami, no te voy a entregar el culo.

Y como si nada hubiera pasado regresó a seguir comiendo.

Mientras el pelirrojo no salía de su estupor. Segundos después su ceño se frunció.

–Muérete idiota.

Acto seguido se levantó en dirección a su habitación dando un portazo que resonó por todo el departamento.

Aomine terminó de comer sin darle mucha importancia a lo sucedido pues al parecer su novio no había tomado bien su negativa pero vamos aunque sonora muy de virgen, cosa que no era y eso lo podían constatar sus amantes ocasionales y su actual novio, no se sentía preparado para eso.

Lo dejó pasar, total su chico sólo estaría molesto esa noche o el día siguiente, no más.

Se equivocó.

Después de ese episodio, Taiga aún seguía un tanto molesto con su novio, de besos roba fuerzas pasaron a meras caricias, de hacer el amor como animales en celo fue a puramente compartir la cama, pues hace algunos meses el moreno se había mudado casi por completo al departamento del otro.

Aomine lo había notado pero no quería tocar el tema. Tres semanas después, las cuales fueron el infierno, su chico no dejaba que lo tocara o cuando intentaba hablar este le contestaba con puros monosílabos, ¡monosílabos! Ni se diga cuando lo invitaba a salir, parecían dos extraños obligados a compartir el mismo espacio, no, ya no lo soportaba, quería de regreso a su novio revoltoso; dio una profunda calada de aire, Kagami se encontraba haciendo la cena ignorándolo. El moreno, deberás, ya no soportaba más esa situación por ende decidió hablar claro de su sentir, aunque para ello tenga que tragarse el orgullo o hacer tripas corazón, le hablo:

–Kagami

Sin respuesta.

–Kagami ¿podemos hablar?

Sin respuesta o una mirada. Nada. Un tanto ansioso y un poco desesperado lo tomó del  hombro para girarlo.

–Taiga… por favor.

El mencionado dejó lo que estaba haciendo para verlo.

–Dime.

–Yo… bueno…

El pelirrojo enarco una ceja, rara vez podía observar a Aomine balbucear cuando a este se le daba bien hablar de todo como si cosa del clima se tratara. Observó cómo desviaba la mirada.

–Yo sé que… bueno… mira el punto es... no es que no quiera que me hagas…el…am-m-mor… es sólo que yo.

Decir que estaba sorprendido era poco, trato de no mostrarlo y decidió ayudarlo, sin que el hablante se diera cuenta comenzó a recorrer todo al lado derecho de la barra, mientras Aomine intentaba por todos los medio darse a entender, no notó las acciones que realizaba su pareja. Cuando se dio cuenta este ya lo había tomado de las caderas, elevándolo para sentarlo sobre esta.

–O-oi.

Taiga abrió las piernas de este para poder quedar más cerca. Tomo su mentón para fijarlo.

–Ya entendí de lo que deseas hablar. – Daiki movió la vista hacia otro lado. No soportaba cuando Taiga se ponía serio, se sentía expuesto y débil. – Daiki mírame… mírame. – él así lo hizo.

– ¿Taiga?

– ¿Por qué?

–Es que yo no… mira yo sé que tú… bueno, es que no, yo… yo no me…

–No me...  – Taiga trataba de hacerlo seguir pero al parecer a este le estaba costando.

–No me sie…

–Dai ¿no confías en mí? ¿No me amas?

– ¡Por supuesto que lo hago! Te amo pero…

–Pero… Dai sólo será una vez, cuando tú quieras, como tú quieras.

–Yo…

¡Joder! Daiki no sabía qué hacer, pero le era difícil mostrarse sumiso en un acto donde él necesitaba ser el dominante, pero Taiga le estaba revelando y dando tantas cosas que le era muy difícil negarse, pero era su novio, lo eligió por algo ¿no? Pequeños roses recibía en sus labios lo cuales comenzaban a hacer estragos en él.

–T-Taiga.

–Será si tú quieres Daiki.

¡Oh joder eso era jugar sucio! Se comenzaba a calentar pero al mismo tiempo noto que el ambiente era diferente de otras veces.

–Tú mandas Daiki.

Un beso que comenzó como caricias se tornó pasional. Un beso que pocas veces su amado inicia, ese beso capaz de dejarlo sin aliento y deseoso de más.

Sin ser consiente el peli-azul llevó sus manos a la nuca de su novio atrayéndolo más, los labios de Kagami jugaban con los suyos, lamiendo y succionando como si en ellos se encontrará un sabor sin igual. Cuando abrió los ojos se quedó mudo. Los ojos de su amado eran diferentes, nunca le había visto esa mirada, la cual podría competir con la suya. Afilada, brillosa, cargada de deseo, lujuria pero lo que más notaba era amor y anhelo.

¡Mierda! con esa mirada no podría. Su miembro y cuerpo comenzaban a calentarse y pedir por más.

Aomine era tranquilo, frío como fuego azul pero más peligroso y mortal. Mientras, Taiga era pasional y abrasador como el fuego rojo capaz de tragarse cualquier cosa, y, en ese momento el pelirrojo deseaba consumir a la persona frente de él.

Sus labios y manos comenzaban a hacer estragos es su mente y cuerpo. A la mierda todo muero por que lo haga. Se alejó como pudo de aquellos labios adictivos sólo lo suficiente para poder decir:

–Hazlo.

– ¿Qué? –  Kagami detuvo todo contacto pero no se apartó.

–Hazlo… házmelo… hazme el amor Taiga.

– ¿Es-estas seguro? Puedo esperar y…

–Lo harás o no.

El pelirrojo enarcó una ceja, su novio no podía dejar de ser demandante ni un segundo.

–Taiga por favor… hazme el amor… muero por sentirte.

Esas palabra dichas en un tono bajo llegando a sus oídos, sus labios recibiendo pequeñas caricias y la pelvis siendo movida como lo estaba haciendo su chico. ¡Maldición! Sería un reverendo estúpido si no cumplía lo pedido. En compañía de besos, despojo de la ropa a su novio.

–Levanta.

Los pantalones en conjunto con la ropa interior salieron volando.

–Taiga~

El mencionado elevo a su chico para dirigirse a la habitación. Él no lo tomaría en una encimera, sino en la cama, donde podría ser más cómodo para los dos, bueno más para su preciada carga. Daiki por instinto enredo sus piernas a la cadera y sus manos en el cuello de Kagami sin romper el beso. No se dio cuenta cuando llegaron a la cama hasta que la sintió bajo su espalda. El beso se rompió. Observo los ojos de su amado, trazó una línea examinadora con el cuerpo ajeno pero noto que aquel cuerpo se encontraba todavía cubierto por la ropa.

–Desnúdate. –  Kagami no hizo nada.  –Taiga quítate la ropa.

El pelirrojo no dijo nada pero acato la orden. Conforme las prendas iban abandonando su cuerpo, los ojos de Aomine examinaban todo a su paso e incluso se atrevía a afirmar que no se lamió los labios sólo para no quedar más expuesto de lo que ya se encontraba y, para qué negarlo, le fascinaba ser el causante de todo aquello.

– ¿Te gusta lo que ves?

No obtuvo respuesta más que un rubor exquisito por las mejillas del moreno junto con el desvío de mirada y un pequeño puchero. Una imagen digna de recordar. Se acercó cual felino al acecho hablándole al oído.

–Te ves hermoso. –Mordió el contorno de la oreja. –Acomódate. – El moreno no reaccionó por lo que él tuvo que actuar, se levantó de la cama para colocarse frente de esta para después jalar una pierna y después la otra, acto seguido se subió a la cama para colocar la cabeza del moreno entre las almohadas. – Perfecto.

–Eres un bruto, pudiste decirme que…

–Te lo dije pero no te movías.

–Pues…

Fue cortado por un muy demandante beso.

–Continuemos guapo.

Aomine ni tiempo tuvo para protestar cuando nuevamente sus labios fueron apresados por aquel par de labios contrarios hechos fuego. Mentiría si dijera que miedo no tenía pues este se encontraba recorriendo todo su cuerpo como hormigas, las cuales no dejaban que se entregará al completo, sin embargo su chico comenzaba a esparcir caricias por su cuerpo, tocando y encontrando lugares erógenos que no sabía que tenía.

Mientras Taiga se encargaba de esos labios de hiel, comenzó a recorrer el cuerpo debajo suyo sintiéndose como Cristóbal Colón, maravillado y temeroso por recorrer tierras nuevas y extrañas, pues el recorrer el cuerpo de Aomine era nuevo. Noto en varias ocasiones la rigidez y los temblores del cuerpo que yacía bajo del suyo.

–Relájate Daiki.

La voz gruesa y profunda producida por las cuerdas bucales de Kagami junto con su nombre mandaron corrientes eléctricas por todo su cuerpo, logrando medio tranquilizarse, el miedo aún corría por su cuerpo, la petición recibida era un tanto difícil de realizar, su cuerpo en ocasiones se tensaba por las caricias de Kagami, trataba de relajarse, de confiar en él, pero a su cuerpo le costaba.

–Mi amor abre los ojos.

¿Abrir los ojos? ¿En qué momento Aomine los había cerrado? Los abrió, ante él se encontraban un par de rubíes preocupados y suplicantes, no le gustaba esa mirada en su chico.

–Daiki… puedo esperar, no quiero ser el único que disfrute, también quiero que lo hagas tú.

Por aquellas palabras una sonrisa se formó en su rostro. Inhalo y exhalo profundo, con calma  para relajarse, sabía que si no era esa noche nunca más dejaría a Taiga tomar de su cuerpo.

–Te recuerdo que soy virgen de aquella parte, es normal tener un poco de miedo ¿no? –Kagami sonrió de lado. – Además sé que si no lo hacemos quizá…

Fue callado por un beso. Uno roba aliento.

– ¿Tengo bandera verde? ­– un pequeño rose tuvo como respuesta. –Tomaré eso como un sí.

Las caricias y besos regresaron, el moreno sintió el cambio de la situación, su respiración comenzaba a ser irregular, su temperatura corporal empezaba a aumentar, y, sin darse cuenta fue abriendo las piernas.

Aquella acción no pasó desapercibida por Kagami quien sonrió para sus adentros pues parecía que Aomine comenzaba a disfrutar y poco a poco su cuerpo pedía más.

–Mm… Ka-Kagami.

El pelirrojo comenzó a descender en compañía de pequeños besos y lamidas, se detuvo en el pezón izquierdo donde mordió, succiono, lamio y beso; a cambio recibió gemidos ahogados y suspiros de la boca morena.

–Kagami.

Para ese momento el miedo habia quedado vetado del cuerpo moreno.

–Mi nombre Daiki, di nombre.

Dejó el izquierdo para seguir con el derecho, su mano siguió el camino ya trazado por su boca hasta su miembro. Comenzó las caricias con las yemas de los dedos, lentas y pausadas, noto como el cuerpo bajo suyo comenzaba a arquearse, sus manos hechas puños con las sábanas entre ellas como punto de soporte, su pecho bajaba y subía, decidió dejar su trabajo en el pecho para atender correctamente el pene que comenzaba a clamar por verdadera atención y no por juego. Le dio un pequeño beso para después deslizar sus labios hasta los muslos, acaricio y beso.

–Taiga.

El pelirrojo sonrió. Haría sufrir un poquito a su moreno.

–Dime.

Las caricias en ningún momento se detuvieron, iban desde un poco arriba de las rodillas, pasando por la ingle, por encima del falo hasta la otra pierna. Ida y vuelta. Lento y pausado.

–Hazlo.

El vaivén de las manos comenzaban a desesperar al moreno, y, Kagami gozaba con aquello.

– ¿Hacer qué?

–No jales por ese lado y haz algo.

Bueno no podía esperar mucho. Abrió las piernas morenas todo lo que estas dieran. Comenzando con el bombeo, al principio fue lento para segundos después subir el ritmo. Los gemidos comenzaron a surgir. Daiki se llevó una mano a la boca para tratar de parar los sonidos provenientes de su boca, le costaba, le costaba horrores pues Kagami estaba haciendo un excelente trabajo con su miembro.

–Quiero escucharte Daiki.

Kagami sin dejar el trabajo que su  mano realizaba llevo la otra mano al rostro moreno para quitar la mano, beso el dorso y después tomo sus labios. Amaba eso labios pues estos eran una combinación entre miel y hiel, esa droga capaz de hacer adicto a cualquiera pero sólo él tenía el privilegio de privatizar dicha droga. Dejó los labios para mostrarle los dedos. Aomine entendió, como si tuviera una paleta ante sus ojos, tomo los dedos ofrecidos metiéndolos en su boca para lamerlos.

La imagen ante sus ojos era realmente excitante y sensual, sabía que Daiki era sexy, demasiado, pero aquello ya era un pecado. El placer comenzaba a ser estragos en su autocontrol y el moreno no ayudaba mucho con sus acciones. Los retiro cuando los sintió lo suficientemente empapados.

Llevo el primer dedo hacia aquel anillo de músculos. Con paciencia y mucho autocontrol lo preparo; el segundo y tercer dedo fueron introducidos cuando sintió que estos entraban y salían con facilidad.

Un beso demandante fue dado. Con besos en su oreja aviso de lo siguiente. Un grito de dolor y  placer de parte ambos fue lo siguiente que se escuchó en aquella habitación

–No… – Sus uñas incrustadas en la espalda de Taiga le daban cierto soporte para las sensaciones abrumadoras que recorrían su cuerpo.

–No lo hare.

Kagami trataba de no moverse para no lastimarlo pues sabía perfectamente que la primera vez era dolorosa, por lo que comenzó a repartir besos en toda la cara morena mientras con su mano izquierda le daba caricias al miembro de su chico. Minutos después sintió como las caderas contrarias comenzaron a moverse en una petición muda. Sólo ese movimiento basto para que la danza más antigua que el hombre haya bailado comenzara.

Los jadeos y gemidos no se hicieron esperas, las palabras dulces y el rugo por más iban y venían como las olas en la arena, las sensaciones eran fuertes para ambos que sólo con besos fieros podían mítica tan abrumadores efectos. El orgasmo fue tan aturdidor que necesitaron de casi una hora para poderse recuperar.

Ya recordaba cómo fue aquella noche donde no salieron en todo el fin de semana y claro su chico no tocó el suelo para nada.

Pero regresando al presente, no dejaba de ver a su chico dando vueltas como fiera enjaulada y vociferando a diestra y siniestra.

–Dai-chan ¿qué sucede?

–Aomine ¿qué pasa contigo?

Todos le preguntaban y otros solo observaban.

–¡¡Argg!! ¡¡¡Maldito idiota por tu culpa no podré jugar!!! ¡¡ Maldito Bagakami!!

– ¿Qué mierda te hice?

Para ese momento el pelirrojo había salido de su shock momentáneo para ir a calmar a su fiera, pues eso parecía el moreno, pero manteniendo la distancia.

–Y todavía tienes el descaro de preguntar.

– ¡¿Qué pasa, de qué me acusas?!

– ¡Estoy embarazado!

Silencio. El más puro incómodo e incrédulo silencio.

– ¿Q-qué?

La voz de Kagami apenas y pudo salir, su cerebro comenzaba a hacer corto circuito.

–Que estoy esperando un bebé idiota.

Todos en shock, no sólo por la noticia sino porque Kagami Taiga y Aomine Daiki tenían una relación, juntos, pero eso no era lo más sorpresivo sino el hecho de que Aomine Daiki, el macho alfa, estaba en estado y para llegar a eso se tenía que hacer lo otro y, eso era lo sorprendente ¿Aomine Daiki el de abajo? Bueno sería una imagen digna de apreciar, recordar y quizá de mofa, pero mientras tanto pondrían atención a la novela que se presentaba ante sus ojos en vivo y en directo.

Por otro lado, Kagami parecía más blanco que un papel mientras su cerebro trabajaba a marchas forzadas para comprender lo dicho por su bastardo novio.

Claro el chico en cuestión no habló por horas con su estúpido novio y se encargó de descargar todo con él y los que lo rodeaban pero se encontraba feliz por lo que llevaba en su interior, esa sonrisa no la podía disimular aunque realmente lo deseara, pero esa sonrisa se torció pues una idea había surcado su mente.

Haría sufrir a su atolondrado y sexy novio durante siete meses y, si sus compañeros o amigos osaban decir o hacer cualquier estupidez para burlarse de su estado también lo pagaría pues ¿Quién puede contra una persona con hormonas a full y en su vientre formándose una vida? Nadie.

Oh sí, esos meses serán un tanto interesantes.

 

 

 

 

 

Extra

 

Dos años después Taiga se encontraba cursando su tercer año en la universidad para convertirse en Chef mientras Daiki esperaría uno o dos años para entrar a estudiar o hasta que su hijo tenga la edad suficiente para ingresar a una guardería, pero mientras tanto el moreno se encontraba alistando todo para su salida en compañía de una personita.

–Pa pa!!

El pequeño yacía sentado en su cama observando como su madre se desplazaba por el cuarto tomando y guardando cosas en la mochila.

–Mande.

– ¿Comenemos con pa?

–Iremos a comer con él. ­–Lo observo–  Aw Akira eres tan lindo. – Lo tomó entre sus brazos para abrazarlo y darle un beso. – Sh guarda el secreto.

–Sh.

El pequeño imitaba a su madre poniendo su dedito en medio de sus labios en señal de guardar el secreto.

Su pequeño era un tanto especial como lo eran ellos, su piel era un tanto bronceada, ojos rubíes como los de su padre, sus cabellos color negro azulado, poseedor de un carácter del demonio y ni se diga de su energía, la cual era casi o más que la del propio Daiki, que si ambos no fueran quienes eran acabarían muertos. El pequeño era una perfecta combinación de ambos, estaba colado por él, porque vamos, si Aomine Daiki llegará a decir ese tipo de palabras y acciones en público su reputación se iría al caño y eso no lo iba a permitir, bastante tuvo con ser considerado una ballena cuando esperaba a su pequeño.

No gracias.

En definitiva no lo haría, pero no se arrepentía de haberlo vivido, después de todo durante esos meses fue tratado como un rey, siendo mimado y consentido por todos y más por sus hermanos y su ahora esposo, porque después de nacer su pedacito de ángel sus padres entraron a la habitación con un semblante que no presagiaba nada bueno, lo dicho, ambas familias exigían un matrimonio pues ninguna consentía que ningún nieto suyo fuera un bastardo y menos cuando sus padres se amaban. Fueron los tres meses más largos de su vida, afortunadamente Kagami siempre aparecía cuando estaba a punto de explotar.

Amaba cuando los chicos sin quererlo hacían comentarios respecto a su estado, provocando un puchero y ojos cristalizados y, por alguna razón su chico siempre sabía cuándo le lastimaban, lo que resultaba con un Kagami Taiga más que cabreado por osar lastimar a su luna y, bueno a veces el mentía en venganza, era tan divertido ver a su novio perseguir, golpear o matar al sujeto en cuestión que a veces no podia evitarlo. Satsuki y Tetsuya eran intocables pues sabía que estos juntos eran peligrosos, además de ser sus cómplices ya que también a ellos les parecía divertido ver correr por su vida a los chicos. Bueno también Murasakibara era intocable porque le regalaba dulces. Además de eso el sexo. ¡Oh sí! mucho, mucho sexo, dejó a su novio bien ordeñado durante esos meses.

Pese a toda aquella algarabía al final valió la pena y eso lo podía constatar el anillo que yacía en su dedo anular y su nombre, de ser Aomine Daiki paso a Kagami Daiki.

 

Una pequeña risita lo sustrajo de sus recuerdos, observó a su pequeño mientras este cubría sus labios para tratar de ocultar su risilla.

– ¿De qué te ríes pequeño diablillo?

–Ma divetida.

– ¿Te parezco divertido?

– ¡Si!

Una sonrisa de oreja a oreja se colocó en sus labios para después tomar sus cosas y a su pequeño en brazos no sin antes darle un sonoro beso en su mejilla. Hoy irían a comer con todos en la universidad, ya que los chicos deseaban ver al pequeño; por alguna extraña razón todos fueron a la misma, claro en diferentes ramas, lo cual fue raro, pues dicha universidad contenía las carreras que los chicos deseaban cursar.

Al llegar busco el sitio o a alguno de ellos.

–Papa

– ¿Qué?

–Papa, allí,

El pequeño se removía un poco en sus brazos para indicarle que su padre se encontraba a la vista por lo que lo busco en la dirección que le indicaba, sin embargo lo que vio no le gusto. Un grupito de chicas y chicos seguían a su esposo como osos a la miel. Es no le agrado ni un palmo. Además ese hombre era suyo o ¿es que acaso no veían el anillo en su mano izquierda?

Con una sonrisa que no presagiaba nada bueno dejó a su pequeño en el suelo mientras él se arrodillaba a su altura, mientras el pequeño igual que su mami tenía el ceño levemente fruncido.

Posesividad ¿Dónde?

–Cariño porque no vas con tu padre.

Acto seguido el pequeño corrió en su dirección,

– ¡Papa!

El grito hizo que todo el grupo se girara en dirección del sonido, unos con extrañeza y otros con fastidio, observaron como un pequeño corría en su dirección. Ignorándolo siguieron hablando-coqueteando con el pelirrojo, pero ¡oh sorpresa! el susodicho tenía una gran expresión de alegría, se salió del centro y caminó en dirección del pequeño.

– ¡Papa!

– ¡Akira!

El pequeño fue alzado y dado un par de vueltas en el aire, ambos con una expresión de absoluta felicidad.

– ¿Cómo estás pequeño? ¿Y papi?

El pequeño no alcanzo a contestar.

–Aquí.

Ambos giraron para ver a un hombre con una musculatura de infarto, infundado en una vestimenta que lo hacía resaltar, botas militares, pantalones desgastados, una playera de tirantes blanca acompañada de una playera de manga larga remangada de cuadros azules y negros con un bolso de deporte colgando de su hombro.

Taiga quedó maravillado con la vista, su esposo era realmente atractivo, ni siquiera había rastro del embarazo por el que pasó, a excepción de una pequeña cicatriz horizontal en medio de su vientre, muestra inequívoca del nacimiento de su hijo. Con sonrisa y todo lo tomo por la cintura atrayéndolo hacia él para después darle un beso en toda regla. Lo extrañaba mucho, pero con las clases y su pequeño que pedía atención, casi no lo podía ver, bendecía a los chicos por ocurrírseles la idea de que ambos vinieran a comer, así podría estar entre los brazos de su pareja.

Mientras el grupito que intentaba segundos atrás conseguir algo con el pelirrojo, se quedaron paralizados por la escena y el abandono de Kagami.

–Bonita familia tiene Kagami, está tan enamorado de aquel chico que…

La dueña de esa voz se deslizaba fuera para ir al encuentro de sus amigos y sobrino dejando el veneno en aquel grupo, ya que como buena tía y hermana protegería al hombre de su hermano mientras este no se encontrara cerca.

–Dai-chan, Akira-chan.

– ¡Ta Sat!

–Satzuki.

–Momoi.

La chica se acercó, pero rápidamente fue olvidada por aquellos dos ya que el pequeño había visto a nigou al lado del grupo, por lo que Taiga en compañía del pequeño se dirigieron hacia allí, dejando a ese par solos por unos minutos.

–Eso fue bajo Dai-chan.

– ¿De qué hablas?

–Si supiera Kagamin que usas al pequeño…

– ¿Yo? por supuesto que no, Akira se me soltó y corrió en su dirección.

–Claro Dai-chan claro.

–A ti no se te escapa nada.

–Estar contigo desde los cinco tiene sus ventajas.

–Bruja

–Yo también te amo.

Estuvieron con ellos hasta que tuvieron que regresar a clases para después visitar a sus hermanos y padres.

Tiempo después Daiki le dio la sorpresa de estar esperando gemelos ambos varones, después una niña y por último un niño; afortunadamente recibió ayuda de su familia y amigos pues cuando descubrió su estado pensó que quizá no podría estudiar, pero no, estudió lo deseado, no trabajo hasta que sus hijos estuvieron en la primaria y, es que el dinero no era problema, no cuando tu esposo provenía de una familia con dinero y unos amigos que estaban en todo, así que si al principio renegó al final bendijo aquel hecho por llevarlo hasta donde se encontraba.

En definitiva amaba su vida, su familia y sobre todo el chantaje emocional que hizo su esposo para cambiar los roles, pues sin eso quizá su familia no huviera nacido.

 

 

 

 

Has venido a mi vida con lo que tú traías, hecha de luz y pan y sombra te esperaba, y así te necesito, así te amo.

Así te quiero.

 

Pablo Neruda.

 

Notas finales:

Una disculpa por las faltas ortográficas que pudieron encontrar. 


Nuevamente gracias por haber leído.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).