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No todo terminó por chrome schiffer

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no Basuke le pertenecen a Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

Bueno, esto es un oneshot algo larguito, pero que espero los entretenga por un rato. Es un Universo Alterno en donde nuestros chicos de la GoM pertenecen a una banda de música.

Como puse en el resumen, el oneshot es inspirado por el Cumpleaños del hombre sexy que es Aomine Daiki, nuestra querida pantera de la GoM ♥

Sin más, espero les guste ♥

Ese día era jueves, un jueves como todos los jueves anteriores en donde tenían ensayo como era usual, o eso pensaba Aomine Daiki hasta hace escasos segundos, cuando frente a si, se le presentaba una situación que no esperaba para nada…

 

--Ey, ey, aléjate joder-- el moreno alejaba a un muy emocionado rubio de encima suyo, pues según él, estaba invadiendo abismalmente su espacio personal, no es como si el rubio no lo hiciera normalmente, pero esta vez era diferente, las palabras que dijo antes de abrazarlo, hacían todo diferente. Mas el de ojos dorados al estar tan feliz y emocionado, sentía que aquel a quien abrazaba estaba utilizando muy poca fuerza para alejarlo, por lo que simplemente se pegó más a él, si es que eso era posible.

 

--¿Cómo me dices que me aleje, Aominecchi?-- el puchero que se formó en los labios ajenos, ese puchero que ya tantas veces, incontables veces había visto, casi le provocaron una sonrisa al peliazul, casi… Si la situación no fuera la que era, seguramente hasta se reiría a carcajada limpia ante la cara de idiota que al otro se le plasmaba en toda ese rostro de modelo. --¿Acaso no estás feliz?-- había añadido, ahora mostrando en su tez una expresión de absoluta y completa felicidad, misma felicidad que el moreno en frente parecía no sentir en lo absoluto.

 

--Kise, ¿Acaso estás escuchando lo que me estás diciendo?-- preguntaba incrédulo. --¿Estás escuchando lo que me estás pidiendo?-- al contrario del rubio, Aomine mantenía en su rostro un rictus serio, un ceño fruncido y en su interior no paraba de pensar si aquel a quien consideraba su amigo, podría decirse que estaba muy cerca de ser eso que llaman “mejor amigo”; se le había zafado el último tornillo que tenía en la cabeza.

 

--Pero… acaso tu no le dijiste a…-- el rubio en ese momento cayó en cuenta de algo y se alejó, sus pies pusieron distancia entre él y aquel al que le acababa de confesar eso que llevaba sintiendo desde hace años, pero que por miedo, por temor a romper con esa amistad que valoraba más que cualquier otra cosa, había callado hasta ese día, hasta hace escasos minutos.

 

--¿Le dije que a quién?-- el ceño del moreno estaba todavía más pronunciado, haciendo que ese rostro del que llevaba enamorado tanto tiempo, se transformara en una mezcla de desconcierto, incredulidad, pero sobre todo, molestia… Una molestia que le dolió en lo más profundo de su ser, una molestia que dejaba claro lo que Aomine Daiki pensaba sobre ese “Se mi novio, Aominecchi. Porque yo también siento lo mismo que tú, yo también estoy enamorado de ti” que le había soltado sólo hace unos minutos, unos minutos que deseaba con todo el alma poder devolver para no haber dicho aquello que se había jurado a sí mismo nunca decir; porque prefería mil veces ver en aquel rostro una mueca de burla hacia él, una que sabía no era en “mal plan”; prefería ver esa mueca a una de molestia, rechazo y confusión, mismas que le eran dirigidas en ese instante.

 

--N-No… nada jeje… ¿A qué te lo creíste, cierto? Jajaja…-- el rubio reía con su boca, mostraba esos dientes perfectamente alineados y blancos, pero también temblaba y debido a la risa nerviosa de la que era presa, el moreno no se dio cuenta que aquel cuerpo frente a él se estremecía impotente, sintiendo que si no se alejaba de allí, dejaría todavía más en el piso esa dignidad que por creer palabras de alguien que pensaba era su amigo, había dejado atrás.

 

--Eso no es gracioso, imbécil. Deja de jugar y ponte a ensayar mejor-- y no tuvo que irse, no tuvo que alejarse de aquel, porque fue el mismo Aomine quien salió del cuarto de ensayos en el que se encontraban ellos dos, sin mirar atrás y con la molestia más que palpable en su atractivo rostro.

 

Todavía faltaban unos pocos minutos para que los demás integrantes de la banda llegaran y sabiendo eso, Kise dejó que el peso que sus piernas ya no estaban dispuestas a soportar, se hiciera tan pesado que éstas flaquearan llevándolo a él a dar al suelo.

 

--Soy un idiota…-- sollozó, pero se negó rotundamente a dejar salir de sus dorados ojos alguna lágrima, aun cuando llorar era lo que quería, lo que necesitaba. Porque llorar contrario a lo que muchos piensan, no es muestra únicamente de debilidad y sentimentalismo, es también una manera de dejar salir de tu ser lo que lo está ahogando, lo que lo entristece y lo que lo está sumergiendo en ese algo que sabes te hará daño si lo mantienes dentro de ti.

 

Pero en ese momento, Kise no lloró y le costó más que un par de respiraciones profundas. Sin embargo, cuando todos los integrantes de “The Miracles” empezaron a llegar uno tras otro para uno más de sus usuales ensayos, tuvo que salir de ese estado de desasosiego en el que se había sumido por… no sabe bien cuánto tiempo, pudieron ser simplemente breves minutos, pero para él fue más, mucho más tiempo…

 

 

--Mierda, otra vez…-- el moreno sobre esa amplia cama despertaba con una muy mala cara, y eso sólo se debía a una única cosa. --deja de aparecer en mis sueños, maldita sea…-- murmuraba, caminando hacia el baño en donde después de orinar, salió a ver qué podía hacer para comer. No un desayuno decente, porque estaba claro que él no era alguien a quien la cocina le llamara en lo más mínimo, pero si algo que pudiera satisfacer el hambre con la que se había despertado ese día.

 

Para Aomine Daiki las cosas podría decirse que iban bien, más que bien. La banda a la que pertenecía desde hace casi siete años, estaba bien posicionada, seguían tenido éxito tras éxito aun cuando hubo un tiempo en el que parecía que todo terminaría, que todos los sueños que los integrantes tenían puestos en ella no se harían realidad.

 

Y es que, debido a ese suceso, las cosas dentro de la banda habían empezado a cambiar paulatinamente.

 

The Miracles era una idea que el que fue el vocalista hace tres años, había tenido siempre en la cabeza y a punta de insistencia, de empeño y ridículo entusiasmo, logró concretar después de haber convencido a sus amigos. Y aunque las cosas no fueron fáciles al principio, sería demasiada buena suerte que así hubiera sido; lograron sacar aquel sueño adelante, volviéndose éste todo por lo que sus vidas giraban y girarían por mucho tiempo más.

 

Todos eran amigos desde la escuela media y desde allí fue en donde el              Sol de la banda, los instó a formarla, logrando que al momento de tener apenas 15 años, The Miracles estuviera formada. Aomine era el guitarrista líder, Midorima era el bajista, Murasakibara el encargado de la batería, Kuroko tocaba el teclado, y Akashi al no tener especial interés en tocar un instrumento, a pesar de ser bueno en muchos, decidió que sería al manager de la banda, los negocios eran lo suyo y eso ninguno de los integrantes lo puso en duda.

 

Kise era por supuesto, el vocalista. Uno al que miles de chicas y hasta chicos aclamaban cuando a la edad de 16 años ya daban conciertos para mucha más gente a la que alguna vez pudiera imaginar. Kise era en torno a quien giraba la banda y ésta estaba siempre en una completa armonía, pues si el rubio estaba bien, todos los demás integrantes se sentían bien, si estaba mal, los demás no se sentían en su cien por ciento, era así de simple.

 

Nunca nada había pasado con su voz… hasta ese momento en el que todo alrededor del rubio pareció cambiar de repente. Después del momento en que fue rechazado por Aomine cuando ambos tenían ya sus dieciocho años, ya había pasado poco más de un año, un año en donde se volcó completamente a la banda, no era que antes no lo hiciera, pero era consciente de que era joven y que como tal, debía disfrutar de esa vida que estaba fuera de la banda, aun cuando los paparazzi no dejaran mucho campo de acción. Los amigos para el rubio eran preciados y por ello el tiempo que compartía con ellos era igual de preciado. Pero ahora, todo, absolutamente todo era la banda, un nuevo disco estuvo listo y los conciertos que vinieron después fueron muchos y no se hacían esperar, y fueron tantos que en medio de la gira que habían emprendido, la voz del rubio había empezado a presentar problemas, sin embargo, Kise no prestó atención; cantar era su vida ahora y las canciones que en su mayoría componía, eran esa salida que necesitaba para no dejarse caer ante ese sentimiento que en vez de menguar, se había convertido en la fuente de un sufrimiento que llevaba día a día como podía.

 

Al final, faltando a penas cuatro conciertos de aquella gira, su voz falló en medio de una presentación por lo que fue hospitalizado de inmediato y después de descubrir un quiste en sus cuerdas vocales, la cirugía era la única opción, sin ser ésta garantía absoluta para que lo que una vez fue su voz, volviera. Dicha intervención duró apenas una hora, pero los resultados no se sabrían hasta después de unos veinte días, siendo los primeros diez, cruciales, ya que no podía hablar, no podía pronunciar una mísera palabra, por lo que tuvo que comunicarse por medio de un pequeño cuaderno y un lapicero.

 

Todos estaban hasta divertidos al estar comunicándose de aquella manera, Murasakibara era uno al que en especial, le había cogido gusto a eso de estar escribiendo y leyendo las respuestas luego, porque sí, a pesar de que el rubio era el único que necesitaba escribir en aquel cuaderno que cargaba a absolutamente todos lados, el baterista había adoptado también esa forma como comunicación y no sólo con el vocalista.

 

Pero a medida que los días pasaban, en ellos empezaba a faltar esa voz, esa que a veces parecía tan molesta y estridente que deseaban callar por al menos unos minutos. Aomine no era la excepción, la voz de Kise le hacía falta, la extrañaba, pero no sólo extrañaba esa voz, sino que lo extrañaba a él, al Kise que era su amigo, al rubio que sonreía a cada rato y que ante el escenario se volvía la persona a la que más respetaba, porque cuando Kise cantaba, no sólo hacía vibrar a sus fans, no sólo a aquellas chicas y chicos lograba acelerarles el ritmo cardiaco, su propio corazón empezaba a palpitar más rápido de lo normal, sentía que sus ojos no se podían despegar de aquella figura, sentía que cuando éste se le acercaba a “cantarle” mientras él mismo tocaba con maestría su guitarra, todo lo demás alrededor desaparecía a pesar de estar entre miles de personas… Pero eso era algo que nunca diría, eso nunca nadie lo sabría.

 

Y es que, a pesar de que el vocalista de The Miracles, intentaba hacer como que nada sucedía, a pesar de intentar hacer ver que su confesión en efecto había sido una broma, el ojiazul ya no lo creía así, pues el rubio le evitaba, al igual que evitaba al encargado del teclado en la banda. Le preguntó a Kuroko si algo había pasado entre ellos, ya que se notaba la distancia que ahora tenían, más el pelicelste negaba sin mucha importancia que algo malo hubiera sucedido entre ellos.

 

Quiso preguntar qué era lo que le pasaba, quiso preguntar porque ya no lo miraba a los ojos, deseó saber porque ya no sonreía tan a menudo y también deseó saber por qué muchas veces aquellos ojos dorados se veían rojos y tan tristes como nunca antes los llegó a ver. No obstante, nunca preguntó, simplemente se quedó con que si aquel no pretendía cambiar de actitud para con él, él no haría nada entonces para cambiar algo.

 

Así dejó las cosas y los días siguieron pasando, hasta que el día once después de la cirugía llegó. Kise empezó unas terapias del habla que duraron un mes, un mes en dónde su voz ya no sonaba igual, al cantar no lograba las notas que antes alcanzaba con abrumante facilidad, y fue así que el vocalista tomó una decisión, retirarse era a su ver la mejor opción. La banda podía conseguir un nuevo vocalista y ésta seguiría, no podía arrastrarlos a ellos a la vida que sin la música le esperaba a él, eso nunca.

 

La decisión fue tomada con respeto por todos al saber que era lo mejor, no obstante, el sentimiento de tristeza era indiscutible en cada uno de los integrantes, excepto en uno… en dos, en realidad.

 

 

--¡¿Cómo puedes darte por vencido tan rápido?!-- había soltado un muy mal humorado moreno, haciendo al rubio encogerse allí de pie donde se encontraba. Aomine no entendía cómo aquel que insistió hasta el cansancio por lograr formar aquello que para todos era su vida, pretendía irse así sin más.

 

--No es… tan sencillo como crees, Aominecchi…-- había respondido, sintiendo en el fondo de su ser que merecía ese reclamo, pero no de él, de todos, pero no de él, pues en su decisión también influyó la situación que dentro de él llevaba soportando casi dos años después de haberse confesado fallidamente. A sus ya, veinte años, no soportaba tenerlo cerca, ya no podía ocultar tan bien el dolor que tenerlo a su lado y a pesar de eso sentirlo tan lejos, le producía. Estaba harto de tener que callar y aparentar algo que le estaba quemando por dentro, y temía que si continuaba así, volvería a pronunciar palabras que el moreno no quería escuchar.

 

--Pues no lo parece, simplemente te estás largando tras un mes de la operación. Estás abandonándonos, estas rindiéndote-- le espetaba con enojo, mas no gritando.

 

--Como dije…-- intentaba no llorar, a pesar de sentir un horrible nudo que le cerraba casi por completo la garganta. --no es tan fa--

 

--Lárgate entonces-- le había interrumpido sin tacto alguno. --vocalistas hay mejores, mucho mejores que tú al fin y al cabo-- puede ser que Aomine estuviera hablando producto de su enojo al saber que el rubio ya no estaría ahí en su día a día, puede que estuviera hablando de forma tan hiriente presa de un sentimiento de impotencia al no poder hacer nada porque la voz que adoraba en silencio, volviera; una impotencia que en todo ese tiempo se había percatado no era solo por el respeto que secretamente le guardaba al vocalista, pero que terco y obstinado en darle un nombre, relegaba a un lugar de donde cada vez era más difícil esconderlo. Entonces su frustración ante lo que sentía lo hacía herir, su frustración, pero eso era algo que nadie sabía, sus compañeros no lo sabían, y más importante, Kise no lo sabía, por lo que eso terminó de derrumbarlo, las palabras dichas terminaron por llenar ese límite que durante casi dos años había estado procurando no rebasar.

 

--¡¡¿Y tú qué sabes?!! ¡¡¿Tú qué demonios sabes?!!-- gritaba cerrando los puños con tanta fuerza que bien podía perforar sus palmas con las uñas, sus ojos se humedecieron y pronto por sus mejillas ya bajaban lágrimas imposibles de detener. --¡¡no hables como si yo no valiera nada!! ¡No hables como si tuvieras una jodida idea de que es lo que está pasando por mi cabeza…!-- su voz en ese momento sonaba tan ronca y su garganta le dolió tanto que tuvo que bajar de inmediato la voz, al igual que bajó su cabeza, ocultando los ojos bajo su flequillo. --no… no me hagas más daño… yo ya no puedo más…-- en ese momento un general “¡Kise!” se escuchó, para acto seguido ver al más alto de la banda y al bajista correr para detener la caída del rubio debido a un desmayo.



--Daiki, acá no tienes nada más que hacer-- había dicho su manager con profunda seriedad y reprendiendo severamente con la mirada al peliazul, corriéndolo del lugar. --empezaremos los ensayos de nuevo dentro de quince días-- informó a todos y se dirigió donde un desmayado rubio, al cual pasaban alcohol con un trapo sobre su nariz.

 

 

--30 de Agosto…-- musitó viendo la fecha en el almanaque que tenía colgado en una de las paredes de la sala, ya habiendo desayunado un muy nutritivo plato de cereal con leche. --con razón el sueño-- suspiró, deseando que en ese suspiro se le saliera tal vez el alma. Tenía que hacer algo, necesitaba salir y distraerse, tal vez ir a una discoteca y perderse en alcohol esa noche, también el día y noche siguiente… sí, eso estaría bien. Por nada del mundo podía permitirse quedarse solo, sin nada que distrajera a su mente, no quería, no podía.

 

--Dai-chan, llevo más de quince minutos golpeando y como no fuiste capaz de abrirme, entré por mi cuenta-- la voz de Satsuki, aquella amiga de la infancia que era como su hermana, una hermana molesta de hecho, lo sacó de sus pensamientos y planes de esa noche.

 

--¿Y bien? ¿Qué quieres?-- la chica ante esa actitud para muchos mal educada y tosca, ni se inmutó, pues no por nada llevaba veinte, de los veintitrés años del moreno siendo su amiga. Sin lugar a dudas, podía afirmar que era la persona que más conocía a Aomine Daiki y como lo conocía tan bien, por eso había ido esa noche a verlo, más bien a invitarlo.

 

--Deberías ser más amable con la chica que te viene a invitar al mejor club de la ciudad-- le recriminó con falso enojo mientras ponía sus brazos en jarras y un puchero adornaba esa bella cara. --¿Qué dices? ¿Te animas?-- le sonrió en ese momento y le señaló con una mirada la puerta de salida. Entonces cuando lo vio levantarse del sofá y perderse camino a su habitación, supo que en efecto pasaría una buena noche con el moreno, con aquel que era como su hermano mayor.

 

Ella estaba al tanto del porque a su amigo no le gustaba ese día, sobretodo el siguiente a pesar de ser su cumpleaños, pues en vez de ser un día feliz, era el peor de los días del año, porque le recordaba a él

 

 

--No… ¿Qué mierda me estás diciendo, Akashi?-- el pelirrojo en frente acababa de decirle algo que definitivamente se negaba a creer. No podía ser, sencillamente no podía ser que…

 

--Daiki, ya todos lo saben, sólo faltabas tú que por estar de juerga no pude avisarte antes-- el día anterior fue el día de su vigésimo segundo cumpleaños. La cabeza le dolía, la resaca producto de la noche anterior le tenía la mente embotada, nublada, pero eso no le impidió comprender lo que acababan de decirle y a pesar de entenderlo, no lo aceptaba, no podía aceptarlo, no quería aceptarlo.

 

--¿Cómo…? ¿Cuándo…?-- su lengua se movía lenta entre su boca y por ello las palabras no salían tan claras como deberían, pero eso no fue impedimento para que su manager le entendiera.

 

--¿Eso importa? ¿Eso te importa?-- había sido la respuesta de su pelirrojo manager y amigo. Y no podía culparlo, pues desde el día en que Kise abandonó la banda, él simplemente decidió que todo lo que respectaba al rubio, no le importaba. Veía su retiro de la música como un acto de cobardía, estaba dolido con él por haberse rendido, por haberse dado por vencido. Y es que, anteponía ese hecho a lo que realmente sentía, pues eso sería admitir que él mismo tuvo mucho que ver en esa decisión, no fue solamente el problema en la voz ajena, lo que tenía a Kise mal, lo que lo tenía triste además de la pérdida de su voz, era su rechazo, un rechazo que a él también le dolía, pues el rubio era mucho más importante para él de lo que pensaba, ¿Cuánto? No lo supo hasta el día en que lo vio colapsar frente a él después de haberle gritado un “no me hagas más daño…” que lo había dejado de una pieza.

 

Pero no fue del todo su culpa, Kise se le había confesado producto de una apuesta hecha con Kuroko, eso el mismo peliceleste se lo había hecho saber el día antes de escuchar de los labios rosas del rubio, que lo quería, que estaba enamorado de él. Se sorprendió aun sabiendo que recibiría dicha confesión, pero por dentro estaba más enojado por ser mentira, una mentira que en los labios ajenos sonó tan… convincente. Pero Kuroko se lo había dicho, entonces ¿por qué no creerle si los últimos días los había visto secreteándose cada dos por tres?

 

Ese día entendió un par de cosas. La primera: que Kise estaba peor de lo que había pensado en un principio. Segunda: gran parte de su estado era por su causa. Pero ¿Qué podía hacer? ¿Qué podía decir cuando acababa de restregarle en la cara que no haría falta en la banda, que no le haría falta a él? ¿Qué más iba a decir cuando desestimó su capacidad como cantante, cuando pordebajeó su esfuerzo como vocalista de The Miracles?

 

No obstante, todo eso ya no importaba en lo absoluto si aquel rubio que al momento de confesar sus sentimientos le dedicó la sonrisa más hermosa que había visto, porque ésta era dedicada a él, únicamente a él y que pensó era falsa, ya no estaba…

 

Kise Ryouta había fallecido el 31 de Agosto del 2014 a sus veintidós años de edad, en un accidente automovilístico, en donde se vieron involucrados un camión de carga pesada y cuatro automóviles, uno de ellos manejado por el rubio.

 

 

Un año había pasado desde aquel suceso y para Aomine ese sería el primer cumpleaños desde el fallecimiento del que una vez fue el Sol de un sueño llamado The Miracles, y sentía que ahora aborrecía completamente ese día. La muerte del rubio había cambiado muchas cosas para él, la primera de ellas, el amor que le tenía a la banda, la cual pretendió abandonar al día siguiente en que Akashi le hubiera informado de la fatídica noticia. Si Kise no estaba bajo su mismo cielo, él no quería estar cerca, no quería estar conectado a algo que se lo recordaba tan nítidamente. Pero después de pensarlo bien, permaneció en ella por respeto, por consideración a un sueño que el ojidorado había sacado adelante con esfuerzo, con ayuda de todos ellos por supuesto, pero el artífice fue él, sólo él.

 

Así que, ante la noticia, The Miracles se había tomado un año sabático, que era más bien un tiempo que se tomaron para aceptar y pasar su duelo ante la muerte de Kise. Los y las fans se mostraron comprensivos y dieron todo el apoyo a la banda incluyendo al vocalista que había reemplazado al rubio, un chico que a pesar de ser bastante serio, tenía una voz que hipnotizaba casi como lo hacía la del ojidorado años atrás, casi…

 

Todos llevaron el duelo a su manera, pero Aomine luego de ello, estuvo días, meses con depresión. Él no lloraba, era la fecha y no había llorado una sola lágrima al rubio, su duelo lo llevó de otra manera, de la peor manera que se le pudo ocurrir, pero a él le funcionaba y si al resto no le gustaba, se podían ir bien a la mierda.

 

El alcohol y drogas lo estaban deteriorando rápidamente al no tener ningún cuidado ni precaución al ingerirlas; pero las palabras de un Akashi enojado como nunca antes lo había visto, lo hicieron ver que estaba mal, que estaba equivocado y que perdiéndose a sí mismo no lograría hacer al rubio volver, de hecho, nada lo haría volver.

 

Buscó ayuda, llevando ya siete meses “limpio”, pero ese día, solo por ese día, quería olvidar que hace un año el chico con el cual hubiera querido darse una oportunidad de vivir eso que llamaban amor, había echado por tierra sus intenciones al estrellarse en su auto. El enojo no le dejaba aceptar que él mismo con su rechazo a aquella declaración, fue quien echó por tierra aquellas intenciones, era más fácil culpar al rubio, era mucho más fácil… Porque Kise lo había engañado ¿no?

 

La noche fue un total descontrol, Satsuki no supo cómo fue que en menos de un par de horas el moreno ya estaba perdido. No, sí que sabía y se reprendió porque el haberlo sacado de casa fue una mala idea, que Aomine después de meses hubiera de nuevo consumido drogas no se lo perdonaría aun cuando no hubiera sido su culpa, solo lo había perdido de vista un momento y todo de ahí en adelante fue para peor.

 

Afortunadamente ya estaba en el apartamento de su hermano y en la sala se despedía de un aburrido Murasakibara y un serio Akashi, quienes le ayudaron a sacar al moreno de aquel lugar.

 

--Creo que hay que decirle a Mine-chin…-- había soltado el pelimorado mientras veía en dirección a la habitación del moreno.

 

--Eso no está en discusión, Atsushi. Todos quedamos en algo y así seguirá de aquí en adelante.

 

--Pero él está triste, Aka-chin.

 

--Precisamente por eso es mejor mantenernos en silencio-- para la chica frente a ellos no era un secreto de lo que hablaban, y se debatía internamente en contarle o no aquello de lo que todos en la banda se habían enterado hace sólo tres meses atrás, cuando la familia Kise bajo la más profunda discreción, decidió que aquellos que eran los amigos de Ryouta, merecían saberlo.

 

--Yo… también creo que lo mejor es guardar silencio-- había dicho al final la pelirrosa, pensando en que era lo mejor, lo ideal. El pelirrojo asintió y el más alto seguía no estando de acuerdo con ello, él pensaba diferente, mas no dijo algo de nuevo.

 

Sin embargo, cuatro meses después, cuando la banda ya había retomado sus labores hace tan solo tres…

 

--¡¿Cómo pudieron ocultarme algo así, bastardos?!-- gritaba fuera de sí el guitarrista momentos antes de lo que sería un ensayo. Murasakibara había dicho aquello que no debía en un descuido sin saber que Aomine estaba cerca, escuchando sin querer la revelación.

 

--No grites, Daiki-- reprendió el pelirrojo con estoicismo.

 

--¡Ni una mierda me calmo, Akashi!-- todos en la banda sentían el ambiente cargado de una terrible tensión. Tanto así que Murasakibara tuvo que interponerse en medio del peliazul y el pelirrojo manager, al presentir que en cualquier momento el moreno podría emprenderla a golpes con el más bajo.

 

--Era mejor que no lo supieras-- habló aquel saliendo de detrás del baterista, pues no necesitaba que lo protegieran, él bien podía hacerlo solo.

 

--¡¿Mejor?! ¡No me vengas con esa porquería, Akashi!-- Aomine no entendía como podían haberle estado ocultando por tanto tiempo algo tan importante. --Él está vivo y yo no lo sabía. Pensaron que el no enterarme de ello estaba bien, pensaron que llevar un año pensando que Kise estaba muerto era lo mejor-- decía no pudiendo dejar sus manos quietas, casi queriendo reírse ante lo dañada que debía estar la mente de sus compañeros de banda, de los que consideraba sus amigos, para ocultarle aquello pensando que era “lo mejor”. --si estaba vivo debie--

 

--En coma, Daiki. Kise está en coma hace más de un año-- aclaró con una frialdad que al moreno le heló los huesos, más no se dejó amedrentar ante esa verdad.

 

--Pero está vivo, lo está y me vale mierda si pensaron que ocultármelo era lo mejor o no, iré a verlo-- “Necesito verlo” completó en su mente.

 

Y ante un obstinado y decidido Aomine no les quedó más que informarle dónde se encontraba el rubio.

.

 

El moreno no esperó demasiado, en un par de horas ya estaba tomando un vuelo rumbo a Estados Unidos donde se encontraba aquel a quien ansiaba ver. Para Aomine el esperar más no era algo que quisiera hacer, no era algo que pudiera hacer; había esperado demasiado tiempo y mientras iba en el avión, se aferraba a esa mínima esperanza que le daba el que Kise no estuviera oficialmente muerto.

 

Llegó en las horas de la mañana a aquel país en donde ya había estado antes debido a giras con la banda, se hospedó en el hotel y de inmediato salió rumbo al Hospital Universitario en donde estaba el rubio, donde llegó a las ocho de la mañana del 1 de Septiembre.

 

Entonces, mientras caminaba hacia la habitación 507 de dicho lugar, por su cabeza pasaban cantidad de pensamientos que sólo le hicieron doler horriblemente la cabeza. Su mente había estado activa desde el momento en que se había enterado, en el aeropuerto, en el avión, de camino al hotel y de camino al Hospital. Todo el tiempo su mente divagaba y pensaba, se hundía en supuestos, en suposiciones, en expectativas ante el estado en el que encontraría al rubio; pero nada de lo que hubiera podido pensar en algún momento, lo hubiera preparado para ver lo que ante sus ojos se presentaba; y quedarse estático al lado de la cama aquella en donde un ángel descansaba, fue lo único que hizo por largos, largos minutos.

 

Su amigo Kise Ryouta estaba frente a él, pero no parecía él. Estaba muy delgado, su cabello rubio no brillaba como lo recordaba, su piel de porcelana se veía terriblemente blanca, casi fantasmagórica, sus labios, esos que recordaba de un bonito color rosa y rellenos, estaban pálidos, sin un toque de color sobre ellos… y se quedó allí, reparando en cada detalle que ante sus ojos se veía, más el único detalle que lo azotó como una ráfaga de viento y que le hizo temblar las piernas, fue el hecho de que aquel sobre la camilla no se movía, estaba inerte, y de no ser por el pitido de la maquina a su lado, pasaría por muerto…

 

--…Kise-- pudo pronunciar después de casi veinte minutos de estarlo observando, no obstante, su voz sonó cortada, como si su garganta se hubiera negado a dejar salir esa potente voz de la cual era poseedor el moreno. Su cuerpo temblaba y sus puños estaban cerrados con demasiada fuerza a cada costado de su cuerpo, mientras de sus ojos después de tanto tiempo, lágrimas de profundo pesar se resbalaban por sus mejillas sin intención alguna de detenerse. El pecho le dolía como nunca pensó que podría llegar a dolerle, su respiración se agitó y de un momento a otro sus piernas flaquearon haciéndolo caer de rodillas en las frías baldosas bajo sus pies, su rostro lo apoyó en las blancas e inmaculadas sábanas y lloró, con pena, con dolor… lloró desgarradoramente, dejando salir en esas lágrimas y lamentos, un dolor que había escondido en alcohol y drogas por algún tiempo.

 

Contemplándolo estuvo horas, como si con ese tiempo pudiera recuperar algo del tiempo en el que no le vio, en el que no pudo satisfacer a sus pupilas con la presencia del otro. No se dio cuenta en qué momento las doce de la tarde llegaron, y afuera de la habitación se escucharon pasos de enfermeras que iban de aquí para allá, pendientes de que los pacientes comieran su almuerzo; más para Kise, para él no hay una bandeja con comida desabrida de hospital, para él hay una jeringa, la más grande que haya visto, llena de un licuado de un suplemento alimenticio que le ponen por vía suero, ese que por su brazo derecho entra a su sistema manteniéndolo “nutrido”.

 

Desde ese día, la rutina de Aomine Daiki es simple, se levanta en el hotel, se ducha, viste y desayuna, para salir a las siete y treinta hacia el Hospital, donde las visitas comienzan a las ocho de la mañana y terminan a las cinco de la tarde. Entra a la habitación de Kise, lo saluda con un beso en la frente y remueve con cariño su rubio cabello que está ya bastante largo, pero no le desagrada, es más, le gusta. Se sienta a su lado y le habla durante el tiempo en el que se demora la enfermera en venir para darle un baño sobre la cama, baño en el que él ayuda, siendo ya tan experto como lo es la misma enfermera que va todos los días a asear al rubio, pues ya están en Diciembre, lo que lo hace en esa ciudad ya hace tres meses. Lo acicalan y visten en una charla que puede abarcar los temas más absurdos, pero que a ambos entretiene.

 

Las horas pasan y él pregunta al doctor no por primera vez, si hay alguna posibilidad de que él despierte algún día, y es allí cuando el hombre de bata blanca ya entrado en años le contesta algo que ya antes le ha dicho al igual que a la familia del rubio, con cara amable.

 

“Kise-kun está en coma, muchacho. Él no está muerto, sigue vivo, su cerebro está vivo y desde que haya señal de actividad cerebral, mi obligación como médico es seguirle dando atención al cien por ciento durante todo el tiempo en que la actividad se mantenga o hasta que se recupere. Y así lo seguiré haciendo, así que no pierdas la esperanza”

 

Y Aomine guarda esperanzas, porque se aferra a que el rubio despertará aun cuando es algo muy difícil en realidad. Espera por un milagro, pero no es tonto y sabe que esas esperanzas se vuelven cada vez más pequeñas conforme el tiempo pasa; son demasiados días, demasiados meses, ya un año y medio…

 

A veces lleva su guitarra y le canta, canciones de The Miracles, porque sabe que al rubio le gustan, después de todo la mayoría son composiciones suyas. El médico le ha dicho que si era cantante, la música podría ser un muy buen estímulo para tratar de que su conciencia vuelva, entonces el moreno se aferra a aquello y por eso le canta; sin embargo, esta vez no es una canción que el vocalista haya escuchado antes, esta vez Aomine pretende cantarle algo que compuso hace un tiempo.

 

--Han pasado tres meses, Ryouta… y como ya debes estar acostumbrado a mi voz cuando canto, no creo que te quejes si escuchas una canción nueva-- le dice, sentado al lado de la camilla, con la guitarra acústica en posición antes de entonar con su voz una canción que el rubio inspiró.  

 

Siempre con prisa 
Nunca me quedo en el teléfono el tiempo suficiente 
¿Por qué soy tan engreído? 
Dije que volvería a verte pronto 
Pero eso fue, oh, tal vez hace un año 
No sabía que el tiempo era tan importante.

 

Tantas preguntas 
Pero estoy hablando conmigo mismo 
Sé que ya no podrás escucharme nunca más.

 

Ya nunca más 
Tanto que decirte 
y sobre todo, quería despedirme 
Pero sé que no vas a escucharme nunca más.

 

 

Aomine sabía que no era la canción romántica que quizá aquel en la cama quisiera escuchar, pero también sabía que si el rubio alguna vez llegaba a escucharla, ya que no se sabía a ciencia cierta si en su estado escuchaba o percibía algo; entendería que hubo cosas que quiso decirle, Hay tanto ruido dentro de mi cabeza cosas importantes que pensó no podría decirle ya, más ahora todo había cambiado al saberlo vivo aún.

 

Hay tanto ruido dentro de mi cabeza

Llena de palabras que debería haber dicho

Y así como me ahogo en mis penas

No puedo arrepentirme de las palabras que nunca dije

Que nunca dije

No puedo arrepentirme de las palabras que nunca dije

Que nunca dije  

 

Cuanto más tiempo estoy aquí 
Cuanto más alto es el silencio 
Sé que te has ido, pero te juro que a veces 
Escucho tu voz cuando el viento sopla 
Así que te hablo a las sombras 
Con la esperanza de que puedas escucharme 
Porque quiero que sepas…

 

--…que te extraño… Kise, en verdad te extraño…-- Aomine detuvo el movimiento de sus dedos y bajó la cabeza casi perdiendo la compostura. Sentía sus ojos escocer y muchos pensamientos pesimistas pasaron por su cabeza, pero se dijo a si mismo que no podía flaquear, no hasta que toda esperanza estuviera perdida, así que estiró su mano y tomó la del rubio dando un apretón a la misma, deseando que aquel lo sintiera, que se diera cuenta que estaba ahí para él, por él y que ahí seguiría hasta que despertara o… muriera.

 

Pero en ese momento algo pasó, la mano que sostenía se movió y por un momento llegó a pensar que estaba equivocándose y que su mente le estaba jugando una mala pasada. Deseaba tanto que el rubio despertara que tal vez su subconsciente le había hecho sentir algo que no era cierto, pero el movimiento en aquella mano por una segunda vez lo hizo levantarse de la silla tan abruptamente que ésta salió disparada hacia atrás provocando un estruendo.

 

--¡Kise! ¡Kise!-- le llamaba casi con desespero, buscando otra reacción, algún otro indicio que le dijera que estaba despertando, que ese movimiento de su mano no era una falsa alarma. Necesitaba algo que le convenciera que los largos meses de espera terminarían por fin.

 

Más eso no sucedió. Enfermeras llegaron a los pocos minutos ante el revuelo y lo alto de su voz, lo examinaron y se mantuvieron allí junto al doctor que llegó unos minutos después que las enfermeras, pero los minutos pasaron y el ojidorado no se movió de nuevo.

 

--Mierda, mierda, ¡mierda!-- estaba fuera de la habitación, sentado en una silla de espera, inclinado hacia el frente, apoyando sus codos en sus rodillas y con sus manos jalando su cabello azul con enojo, con impotencia, con desilusión. Su cuerpo entero tembló al sentir el movimiento de esa mano y las esperanzas que cada vez se hacían más pequeñas, crecieron de manera exponencial, pensó que por fin la espera terminaría y que sus ojos podrían volver a ver aquellos dorados que permanecían apagados en un aparente sueño que él deseaba finalizara ya.

 

Ese día partió al hotel con una cantidad de sentimientos encontrados que no lo dejaron dormir. El día siguiente sin embargo, se levantó a la hora de siempre, se bañó, alistó, comió algo y partió al Hospital como ya era su costumbre, nada había cambiado y su rutina seguiría tal cual.

 

Pero entonces, pasaron dos meses más en donde el rubio estaba mostrando señales de “querer volver”, movimientos en sus dedos, tanto de manos y pies eran ya casi usuales, parpadeaba y aunque todavía no dejaba ver en lo absoluto sus dorados irises, el doctor estaba muy entusiasmado, porque todo indicaba que Kise Ryouta saldría del coma pronto.

 

Y así fue, el 6 de Enero el rubio abrió los ojos, miró a su alrededor pero no pareció reconocer a nadie y tampoco esperaban que lo hiciera. De allí en adelante, durante los primeros días, el ex vocalista, se mantenía despierto durante sólo unos minutos, pero al correr más los días, la duración del tiempo en la que permanecía despierto aumentó gradualmente, llegando el día en el que estuvo totalmente alerta, y Aomine no podía estar más feliz. The Miracles estaban ya en Estados Unidos hace un mes dadas las noticias que el moreno siempre les hacía llegar cada tanto. Estos habían seguido trabajando, anunciando que el guitarrista líder había estado algo mal de salud, por lo que había estado ausente los meses anteriores, y como ya pasó una vez, los y las fans se mostraron comprensivos, benevolentes y tolerantes; lo que cada miembro de la banda agradecía enormemente.

 

El peliceleste apenas llegar al Hospital, se permitió contarle al de tez morena eso que lo estaba atormentando, fue una mentira que había dicho a dos personas que les hizo mucho daño, por egoísmo, por celos ante lo que aquellos pudieran llegar a formar. Porque él amaba a Aomine, y sabía que ese amor no era recíproco en lo absoluto, no por lo menos como él quería que lo fuera. Notaba como se miraban, notaba que entre el moreno y el rubio había algo, algo que solo uno sabía que era, pero que por temor callaba.

 

--El daño ya está hecho, Tetsu-- había respondido el hombre a sus disculpas. --pero ¿sabes? Siempre supe que Kise no me había mentido, su sonrisa y sus ojos me lo decían-- suspiró. --aunque eso ya no importa, ahora seré yo quien haga que sonría y me mire como antes-- declaró sin duda alguna, dándose la vuelta y dejando atrás a quien consideró su amigo y a quien Kise también consideraba su amigo. Estaba enojado, pero se le pasaría, algún día tal vez.

 

Todos estaban expectantes y felices por el “despertar” de Kise. El camino de ahora en adelante era espinoso, difícil para Ryouta, lo sabían, pero ahí estaban todos para ayudarlo, para apoyarlo. Cada uno quisiera que ese despertar fuera como en las películas, en donde el paciente hablaba, se movía, reconocia a todo mundo, y en donde seguía con su vida como si nada hubiera pasado, pero eso no era una película, era la vida real y según las palabras del doctro, Kise tendría que iniciar un proceso en donde se buscará la reeducación postural, la normalización del tono muscular, mejoramiento de posiciones de sentado y de pie, la coordinación de movimientos y finalmente la reeducación de la marcha. Es decir, el despertar a la vida, para quienes se recuperan completamente, implica aprender nuevamente a caminar. También les informó que a veces los pacientes que despiertan de un coma, pueden sufrir de disartria, que es la incapacidad de articular alguna palabra, y con muchas otras discapacidades; pero que con tratamiento y teniendo en cuenta el daño en el cerebro causado por la lesión que lo llevó al coma, podía con el tiempo reanudar su vida, la pregunta era ¿Cuánto tiempo?

 

A Aomine no le interesaba mucho ese tiempo en realidad. Había estado meses junto a él pensando y deseando que despertara y lo hizo, ahora se dedicaría a ayudar en su recuperación.

 

Kise entonces después de reconocer a todos después de un tiempo, cosa que era buena, comenzó con un trabajo multidisciplinario muy fuerte: rehabilitación física, neurológica, de lenguaje y dieta. Mostrando progresos satisfactorios y que al doctor tenían impresionado. Una vez estando todos los integrantes de la banda, había dicho: “Definitivamente no es una coincidencia que hayas fundado The Miracles, Kise-kun. Tu vida ahora mismo es un milagro y es tu deber aprovecharla”

 

Siete meses se pasaron para unos lentos, para otros un poco rápido; lo único real era eso, que siete meses desde que Kise Ryouta había despertado habían pasado y ahora en Agosto, el rubio estaba caminando, con un bastón por el momento, pero estaba a días de darle de alta del Hospital, su evolución era más que buena y el médico que lo trata está optimista en que cerca de sus amigos, sobretodo de aquel moreno que con tan solo tres meses junto a él, logró sacarlo de ese sueño profundo en el que se encontraba desde hace un año.

 

Pero toda felicidad para el de tez morena era opacada por una única cosa, Kise actuaba normal con él y eso no estaba bien, por lo menos para él no lo estaba. No sabía si el rubio se acordaba o no de sus problemas del pasado, no sabía si éste era consciente de la confesión a él a sus dieciocho años y de su rechazo a la misma, no sabía si sabía que había estado los últimos meses junto a él, pero más importante que todo, no sabía si Kise todavía lo quería y eso era algo que lo estaba angustiando demasiado.

 

--Eso no es importante ahora, Daiki-- se decía a si mismo fuera de la habitación del ojidorado. Kuroko estaba dentro de la habitación y él prefería no estar ahí por el momento. --tal vez es mejor que no recuerde nada… seguramente eso sería mejor-- seguía hablando para sí, sabiendo que lo que decía era cierto, pero que en su egoísmo y deseo por tener ese algo que hace años por “x” o “y” razón no pudieron, lo hacía querer ir y decirle tanto, tantas cosas… sin embargo, el pensar que de nuevo vería esos ojos ahora brillantes como en antaño, opacos y tristes, le echaban de inmediato para atrás.

 

--Aomine-kun. Kise-kun quiere que lo acompañes a dar un paseo por la zona verde del Hospital-- la voz del peliceleste saliendo de la habitación le sacó de sus dilemas, dejándolos en un lugar donde esperaba no salieran a flote.

 

--Claro, es hora de su caminata después de todo-- se levantó y entró al cuarto, luego de despeinar el claro cabello del más bajo con su mano. Todo el enojo que sintió meses antes había pasado ya, las cosas hechas estaban y nada las cambiaría ya, Kuroko pidió disculpas y se veía en realidad arrepentido, entonces si Kise lo trataba como si nada, él ¿Por qué no? Aunque cabía la posibilidad de que el rubio no recordara nada.

 

--¡Aominecchi! Es hora de mi paseo-- ahí estaba otra vez, esa voz que no se cansaría de escuchar nunca. Estaba ese entusiasmo y estaban esos ojos que le miraban iluminados y alegres, tan iluminados y alegres como miraban a todos los demás… Suspiró, para él eso estaba bien, pedir más no podía, aun cuando era lo que deseaba con todo su ser.

 

--Ya lo sé, ya lo sé. Vamos entonces, ruidoso-- las cosas eran mejor como estaban antes de aquella declaración, y eso es lo que había estado haciendo esos meses, tratando que todo fuera de esa manera, todo.

 

--no soy ruidoso, baka-- oh por Dios… no hagas pucheros Kise, tienes veintitrés años ya y yo… no puedo acariciar tu rostro.

 

--Aja, como digas. Andando-- mejor salía de ese lugar en donde estaban los dos solos o no podría evitar besarle, algo que a pesar de saber que estaba mal; era cada vez más difícil de hacer.

 

Así, ambos salieron de la habitación y se encaminaron por pasillos y corredores, escuchando como enfermeras y doctores pasaban y saludaban a ambos con afabilidad, siendo saludados de vuelta por un muy alegre rubio y por un simple asentimiento de cabeza de parte suya. Aomine se preguntaba si Kise siempre fue así de… amigable con todos, y llegó a la conclusión que sí y que en ese momento era algo que llegaba a molestarle un poco, si tan solo a él lo tratara y mirara como antes…

 

--Sentémonos allá-- dijo, en un tono que pareció molesto, pero es que estaba pensando demás otra vez y ya no quería.

 

El rubio obedeció sin rechistar, y cuando ambos estuvieron allí, se pusieron a platicar de varias cosas, bueno, el rubio le empezó a contar varias cosas, ese día, que Yuki, la enfermera del turno de la noche, le había dicho que tenía pinta de modelo y que debería pensarlo si es que su voz ya no sonaba como cuando cantaba en la banda; cosa que Kise estaba pensando mucho en verdad, aunque habría que esperar algo de tiempo todavía a que su recuperación estuviera completa.

 

--No me estás poniendo atención, Aominecchi-- le reclamó con falso enojo el ojidorado.

 

--Claro que te lo estoy poniendo-- refutó el otro.

 

--A ver, entonces ¿Qué te estaba diciendo?--

 

--Pues… Pues… Arg, está bien, no te puse atención. Lo siento-- no había mucha gente en donde estaban y su mente al ver una pareja en diagonal a ellos, le puso a volar la mente, cosa que ya era usual últimamente. No lo podía evitar.

 

--Está bien, pero a cambio de no enojarme por dejarme hablando solo todo este tiempo, dime que era eso que quisiste haberme dicho antes-- pidió, con sus ojos dorados firmes en el rostro ajeno.

 

--¿Eh? No sé de qué me estás hablando-- y era cierto, el guitarrista no tenía idea.

 

--Hablo de la canción, esa que hiciste para mí-- aclaró el rubio, y en ese momento, dorado y azul se encontraron sin más. Aomine ladeó su cabeza para mirar al dueño de aquellas palabras, tan rápido que su cuello le dio un tirón.

 

--Me escuchaste…-- no era una pregunta, era más bien una afirmación, una que el rubio se encargó de confirmar con un asentimiento de cabeza.

 

--Quiero saber que era lo que quisiste haberme dicho y que al pensar que había muerto no pudiste-- pidió de nuevo, sin dejar de mirarle.

 

--…No era nada, nada importante en realidad-- en su mente estaba la premisa de que “Todo está bien como está, es mejor así”, por ello, no pensaba decir nada. Prefería mantener la amistad de aquel a que tal vez todo se echara a perder como antes si resultaba que el rubio ya no sentía nada por él.

 

Un “¿Otra vez me va a tocar a mí?” se dejó escuchar, antes de que la voz del de blanca piel se hiciera oír una vez más.

 

--Antes… te dije algo de lo que me arrepentí enormemente, Aominecchi-- comenzó a hablar en tono bajo y desviando la mirada hacia el verde prado bajo sus pies. --pero ahora y después de escucharte todo este tiempo, de sentirte a mi lado a pesar de no verte, de reír por lo mal que crees que suena tu voz al cantar, de percibir algo que no es necesario que me digas con palabras porque me lo has dejado claro ya con tus acciones y mudas oraciones; siento que arrepentirme de lo que diré ahora no es una opción…- en ese momento el rubio buscó la mano ajena y con algo de temor sin embargo, la tomó dispuesto a una segunda vez, declararse. Pero todo intento se vio interrumpido cuando al mirar al más alto, algo que nunca había visto, se presentó ante sus ojos.

 

--No me hagas esto, Kise… No ahora, no cuando me es tan difícil contenerme…-- Aomine lloraba en ese instante, los dedos de su mano libre presionaban sus ojos tratando de evitar lo invitable, pues por sus mejillas el agua salada corría por segunda vez desde que llegó a los Estados Unidos en busca de quien pensó no volvería a ver jamás.

 

--Aomine… cchi…-- el vocalista ante la imagen no pudo reprimir su propio llanto, era la primera vez que lo veía llorar y en su interior sentía que eso no era del todo malo, que su llanto era por una buena razón.

 

--Te amo, Ryouta. Te amo desde hace tanto tiempo y sentí morirme cuando me dieron la noticia… Deseé tanto que volvieras, por mí. Deseé tanto que todo hubiera sido diferente, que tu ausencia fuera una mentira, deseé poder olvidarte muchas veces, pero hacerlo no es fácil, no es tan fácil como suena…-- el moreno apretó la mano que sostenía con la propia y dejó su rostro al descubierto, para acercarse a ese otro tan diferente al suyo, tan bello y anhelado; uniendo sus frentes y susurrando contra esos labios que había recuperado su color y que cuya humedad invitaba a ser besados el resto de la vida. --Perdoname por el rechazo del pasado, perdóname por dejarte de lado y hacer oídos sordos a tu dolor… En verdad lo siento, y si me lo permites, “Se mi novio, Kise. Porque yo también siento lo mismo que tú, yo también estoy enamorado de ti”.

 

Para el ojidorado fue muy difícil mantener la compostura, porque esas palabras, fueron las mismas que él le dijo al moreno cuando se declaró hace cinco años. Aomine no las había olvidado y ya nada importaba, estaba dispuesto a darse, a darles esa oportunidad que antes por diferentes cosas no les fue posible, y daría todo de sí para que funcionara, así como estaba seguro que el que sería su pareja en pocos segundos, lo daría también.

 

--Quiero, Aominecchi. Acepto ser tu novio porque yo también te amo-- declaró, sintiendo en sus labios al segundo después, unos un poco más gruesos que los propios, cálidos, que lo besaban con cuidado, con anhelo, y que conforme la profundidad del beso iba aumentando, le estaban haciendo estallar por dentro de felicidad, una que pensó no tendría ya. Sin saber que el moreno frente a sí, estaba experimentando las mismas emociones, más si era posible.

 

--Este es… este es el mejor día de mi vida-- las blancas mejillas eran sostenidas por unas manos morenas que se encargarían de allí en adelante, de velar y procurar la felicidad del rubio amor de su vida.

 

--Tiene que serlo, después de todo es tu cumpleaños-- le hizo saber el rubio con una sonrisa que adornaba bellamente su rostro, porque sumado a esos húmedos ojos, Kise era como una obra de arte digna de admirar. Aomine ni siquiera se acordaba que era 31 de Agosto. --Feliz cumpleaños, Aominecchi.

 

--Gracias, gracias en verdad, Ryouta-- y un nuevo beso dio comienzo, uno de los muchos que vendrían en el futuro.

 

--Por fin-- decía Akashi a lo lejos, en compañía de todos los integrantes faltantes de The Miracles, detrás de una ventana la cual dejaba ver a una pareja que debió estar junta hace años, pero que superando incluso la muerte, ahora comenzaba una vida que tendría obstáculos, que no sería fácil, pero que estaban dispuestos a enfrentarla como viniera, con agallas y ese sentimiento que muchos llaman amor de por medio.

 

Y es que sin saberlo en realidad, Kise Ryouta le dio a Aomine Daiki, el peor y el mejor cumpleaños de su vida.

 

   

Notas finales:

Eso es todo. En cuanto al coma en verdad hay muchas cosas que no se saben en realidad, y yo traté de guiarme por cosas verídicas, por lo que no es raro que las personas se despierten después de años de estar en esta condición. 

La canción que canta Aomine es un pedacito de Words de Skylar Grey https://www.youtube.com/watch?v=D0ROXVFAzeM les dejo el link por si la quieren escuchar. Es una chica quien canta, pero la imaginación todo lo puede y en la voz del moreno se ha de escuchar muy bien(?)

Gracias por leer y de antemano gracias a quienes se animen a dejar un comentario ♥


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