Habían pasado ya 5 años desde la gran pelea que habían tenido Hiccup y su gran amigo dragón Toothless contra la Muerte Roja, ahora él tenía más edad y su vida tuvo un gran giro que jamás imaginó que tendría: todos lo aceptaban y querían, su padre se sentía orgulloso y tenían más comunicación y ya nadie lo molestaba ni hacia bromas. No podía pedir más, vivía cada día de su vida felizmente.
Estaba en el bosque acostado sin su Furia Nocturna a su lado ya que éste estaba con los de su especie, él también necesitaba su espacio. Se dispuso a disfrutar de la naturaleza y el ambiente cálido y dar una siesta pero una brisa helada y una luz extraña le arrebataron esa idea.
Se levantó rápidamente al ver tal cosa extraña a unos cuantos metros de sí, entrecerró sus ojos para tratar de ver mejor pero la luz se hizo aún más intensa así que retrocedió unos cuantos pasos y se cubrió con su antebrazo la vista. El viento se hizo aún más frío y era mucho más fuerte provocando que los árboles se movieran de un lado a otro fuertemente y su cabello golpeara su cara. El joven vikingo temblaba de frío y de miedo a la vez. “¿Qué está pasando?” pensó, pero antes de poder analizar la situación todo se calmó completamente. Extrañado y confundido bajó su brazo lentamente y al ver lo que había causado tal alboroto lo dejó con los ojos como platos y la boca abierta, simplemente no encontraba una razón lógica: un joven de cabellos blancos y de piel blanca como la nieve estaba en el suelo inconsciente.
Sus ropas eran completamente diferentes a las de él: portaba unos pantalones cafés y lo que parecía ser un abrigo azul con algo de escarcha, Hiccup se quedó parado por unos momentos y después de un debate en su mente decidió ir a ver más de cerca al joven. Mientras más se acercaba más frio sentía; estando más cerca de él, se puso de rodillas, le tomó de su hombro y lo volteó lo más delicadamente posible. Una vez el peliblanco estaba bocarriba Hiccup vio cómo éste se aferraba a lo que parecía ser un bastón, uno bastante largo y algo grueso. A pesar de que ni siquiera lo conocía pensó que sería inhumano dejar a alguien en un estado así en medio del bosque; no lo pensó más y decidió que cuidaría del peliblanco hasta que despertara para así poder aclarar sus dudas y saber que le había pasado.
Debía darse prisa ya que el sol empezaba a ocultarse y no sería bueno que su padre supiera este pequeño incidente, al menos aún no. Con cuidado trató de cargar aquel cuerpo que a simple vista parecería liviano pero para Hiccup era lo contrario, no tenía demasiada fuerza y le costaría aún más esfuerzo por su prótesis. Dio un largo suspiro y emprendió el camino a casa. Se preguntaba porque siempre le pasaban cosas fuera de lo común sólo a él.