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Beautiful Stranger por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Hola~


Ha sido casi un mes desde la última vez que publiqué algo, y ahora que he terminado con eso, decidí hacerlo.


Si les dijera que he pasado escribiendo esta historia más de un año, tal vez no me creerían, pero lo he hecho y por alguna u otra cosa, no había podido ser terminada. Alguien, ha escrito algo similar a esto y fue la primera vez que dejé el fic a medias, pero ahora, después de un tiempo y gracias a una canción – Sí, Beautiful Stranger de Madonna – logré terminarlo. Ha sido una historia que he escrito por temporadas y que al fin, he terminado.


Con esta historia también quiero alejarme de esto por un tiempo, es como mi historia despedida. Ahora mi tiempo es demasiado escaso y si acaso puedo leer es mucho, entre el trabajo y la escuela, las cosas se me están complicando.


Les dejo esto por aquí y nos leemos en las notas finales. 

Algo está mal, pero de alguna forma se siente correcto.


 


Kibum nunca ha sido la clase de chicos que besa extraños en bares, Kibum nunca había hecho eso, sin embargo, es lo que sus labios hacen en ese preciso momento.


 


Hay algo extraño, pero Kibum lo ignora mientras su boca encuentra una y otra vez la boca esponjosa del extraño frente a él.


 


Es dulce, Kibum decide, y perfecta y de alguna forma, Kibum siente un agradable encuentro, como si lo hubiera hecho en el pasado, el besar a ese chico.


 


Kibum sonríe cuando los labios del chico le dejan respirar un minuto y lo hace de nuevo contra los labios gruesos cuando su boca es tomada de nuevo.


 


Él definitivamente no es esa clase de chicos, pero esa mañana, después de un nuevo descubrimiento, Kibum ha hecho cosas impensables. De todas maneras, no es como si al otro día pueda recordarlo.


 


El chico frente a él deja de besarle y sus ojos se encuentran con los otros más grandes y brillantes. De alguna forma, no parecen extraños, pero Kibum no puede hacer la conexión.  


 


—Tienes que saber, —Kibum murmura cerca de los labios esponjosos. —no soy esa clase de chico.


 


—¿Qué clase de chico? —La voz ronca del desconocido se llena de diversión y sus labios tiran de una suave sonrisa.


 


—Yo nunca había besado extraños en bares.


 


—Lo sé.


 


—¿Lo sabes?


 


—Uh, por supuesto. —El extraño dice, y sus ojos brillan con algo que Kibum no sabe reconocer. —No pareces ese tipo de chico. —Se encoge de hombros como si fuera natural, y Kibum asiente, perdiéndose en los ojos del desconocido. —Es la primera vez que lo hago, también.


 


—¿Es así?—Kibum pregunta, perdiéndose esta vez en la forma en que las luces brillaban en el castaño cabello del otro. Kibum mira a ambos lados, parpadeando cuando recuerda en donde se encuentra.


 


—Sí, es mi primera vez. —El chico ríe después de sus palabras y Kibum se encuentra sonriendo hacía él.


 


Después de eso, las palabras muren y Kibum se encuentra de nuevo con la boca esponjosa del desconocido. Una y otra vez, y una vez más, y otra más. Kibum muerde y prueba de ese algo dulce del beso y se encuentra deseando más y más.


 


Sus manos viajan a la cintura del otro, y Kibum piensa que, por muy precipitado que suena, quiere besar por siempre esa boca.


 


—No sé tu nombre. —Murmura contra la boca del otro, suspirando después cuando el desconocido roza sus labios rápidamente.


 


—Choi Minho. —Kibum asiente, y permite que sus respiraciones se mezclen. —¿Cuál es el tuyo?


 


—Kibum. —Dice después de unos segundos. —Kim Kibum.


 


Kibum encuentra los ojos de Minho después de sus palabras, son hermosos y brillan y por ellos cruza el dolor tan rápido que Kibum cree haberlo imaginado. Debe haberlo imaginado.


 


—Es un placer conocerte, Kibum. —Minho dice, las comisuras de sus labios elevándose un poco. —En verdad que lo es.


 


La despedida es después de muchos besos más y manos traviesas contra la piel del otro, Minho sonríe una última vez hacía él y su espalda choca contra su mirada, mientras se aleja.


 


—Espera. —Kibum grita en un impulso. Minho gira, con las manos entre los bolsillos y el cabello ligeramente despeinado. —¿Qué si quiero verte de nuevo? —Kibum nunca ha hecho eso también.


 


Nunca pedía por números de desconocidos, o casi rogaba por verle de nuevo. Sin embargo, algo en la mirada del chico frente él, le dicen que lo intente sólo por esta vez.


 


—¿Estás seguro?—Completamente, piensa. Asiente como respuesta y ve sonreír a Minho frente a él. Minho registra en su billetera y entonces segundos después entrega un papel hacía él. Es una tarjeta de presentación y en ella se lee el nombre de Minho, bajo unas letras más grandes que lo reconocen como abogado. —Llámame cuando quieras, Kibum.


 


Minho desaparece entre la multitud minutos después con una última y deslumbrante sonrisa  y Kibum sólo puedo mirar la tarjeta, asegurándose después de escribir en ella ‘llamar a Minho’ en letras grandes.


 


 


 


Taemin habla y habla, pero Kibum no puede escucharle. No quiere hacerlo, es la razón. Se ha perdido entre las palabras elegantes y complicadas que lo resumen a un simple oración: tiene amnesia-algo.


 


Kibum no está seguro, tampoco quiere estarlo. Lo único que se reproduce como disco rayado en su mente son las palabras ‘amnesia y enfermo’ y eso es todo lo que importa.


 


—¿Cómo sucedió?—Pregunta, cortando la larga platica de Taemin sobre su enfermedad-amnesia. Kibum no necesita más palabras bonitas y términos elegantes, él sólo quiere malditas respuestas y que las lágrimas dejen de bajar por su rostro.


 


—Fue un accidente. —Taemin murmura. —Peleaste con alguien, no puedo recordar con quién. Ibas camino a ese bar que te gusta frecuentar y al regresar chocaste con otro vehículo.


 


Kibum cierra los ojos, tratando de recordar algo. Pero nada pasa. Su mente está en negro si piensa en algo más después de esa noche. No hay nada, porque Kibum siempre despierta creyendo que es sábado y debe partir por la noche, con sus amigos, a divertirse.


 


Sólo hay  negro, sin ningún blanco que le haga tener esperanza.


 


—¿Por qué?—Escapa de sus labios esa pregunta, y es tonta si lo piensa mejor, demasiado tonta y estúpida, porque es como preguntarle al cielo por una respuesta. Nunca llegaría.


 


Taemin, frente a él, abre los ojos, sus labios separándose ligeramente. Es algo extraño, los ojos de Taemin están tristes por él, sufriendo silenciosamente por él, y Kibum sólo puede ignorarle y pensar en él mismo.


 


Su hermano puede tener esos hermosos ojos tristes y dolidos, y por primera vez, Kibum no siente la urgencia de borrar el dolor. No, porque él está sufriendo por dentro, como quebrándose pedacito por pedacito, haciendo la tortura peor de lo que puede imaginar.


 


—Kibum. —Taemin susurra, su mano posándose suavemente contra su hombro.


 


Es el tipo de gesto que necesita, Taemin es su hermano y sus palabras, son el maldito himno que le harían sentir mejor, pero Kibum necesita algo más que eso.


 


—Sólo quiero estar solo.


 


Después de sus palabras, Taemin deja la habitación, sus ojos llorosos y una suave sonrisa, bañada con tristeza en sus labios.


 


 


 


Es sábado, y Kibum está en el supermercado, como un maldito ritual.


 


Compra galletas por las mañanas y cualquier cosa que pueda crear en algún postre rico que terminará en su estómago y el de Taemin.


 


Es algo que no está seguro del por qué. Kibum prepara postres los sábados por la mañana. En realidad puede ser un poco de todo, Kibum ama cocinar y ama ver la mirada de felicidad en el rostro de Taemin.


 


Era una forma de pedir disculpas silenciosas a Taemin por abandonarlo por las noches. Kibum es libre, joven y le gusta divertirse. Pero Taemin es demasiado menor para salir a lugares como ese.


 


Aunque si lo piensa mejor, Taemin ha dejado atrás ese rostro angelical de niño, y se ve más maduro, grande y cansado. Kibum ha preguntado a Taemin por su cambio en la mañana, pero Taemin ha sonreído suavemente, y dicho que sólo estaba desvelado.


 


Kibum niega con  la cabeza, mientras sus ojos vagan hasta la caja de galletas de chocolate, frente a él.


 


Su mano viaja hacía la caja y justo cuando sus dedos se cierran contra ésta, la caja le es arrebatada de las manos.


 


Kibum parpadea, y frunce el ceño, su mirada viajando rápidamente desde las manos que le han quitado las galletas, hasta el rostro del hombre frente a él.


 


—Lo siento pero éstas son mías. —Declara, sus ojos nunca apartándose de los otros.


 


El chico frente a él sonríe después de sus palabras, y él puede ser un maldito ladrón de galletas, pero Dios, tiene la sonrisa más espectacular que ha visto.


 


—¿Es así?—El chico frente a él dice, ampliando más su sonrisa cuando sostiene la caja frente a él. —Porque soy yo el que tiene la caja en sus manos.


 


—La robaste. —Kibum apunta, sonando tan malditamente infantil en ese momento.


 


Sin embargo, el chico frente a él, ríe tan fuerte que las personas en el pasillo giran a verlos. Sus grandes ojos brillan, y Kibum se ve a sí mismo sonriendo hacía él.


 


—Seré amable. —El otro dice, extendiendo la caja de galletas hacía él. —Te daré las galletas, si aceptas una cita conmigo.


 


Kibum abre la boca, sus labios separados, que está seguro que se ve gracioso en ese momento. Sin embargo, no importa.


 


—¿Un cita? —Chilla, y Dios, ¿acaso puede estar más avergonzado?


 


—Por supuesto, una cita. —El chico sonríe, las comisuras de sus labios elevándose suavemente, logrando que su atractivo se marcara más.


 


En ese momento, Kibum le mira mejor. El chico es realmente atractivo, real, realmente atractivo.


 


El chico es como lo que llaman perfecto en los libros, y Kibum lo cree así, después de ver ese perfecto y no demasiado musculoso cuerpo cubierto por ropa. La camisa blanca de mangas largas se ajusta perfectamente a su pecho, y cuando flexiona los brazos, Kibum puede ver sus músculos contraerse. Entonces están sus piernas. Unas largas y demasiado agradables piernas, enfundadas en jeans ligeramente ajustados. Dios, ¿acaso alguien puede ser así de atractivo?


 


El chico ríe, y Kibum piensa que ha sido demasiado obvio en su inspección. Sus mejillas se calientan, y Kibum baja la mirada.


 


—Entonces. —El chico dice, —¿Las galletas valen lo suficiente por una cita?


 


Kibum abre la boca, pero nada escapa de él. Quiere decir sí, las galletas lo valían y aún si las galletas no estuvieran de por medio Kibum hubiera querido un cita con el chico, o tal vez algo más. Pero calla y no dice nada, porque eso sonaría demasiado desesperado.


 


—Uh, no lo sé. —Muerde su labio inferior y sonríe cuando los ojos del chico le buscan.


 


—Las galletas serán todas tuyas—Él mueve la caja de un lado a otro, y Kibum ríe, y en realidad no sabe el por qué.


 


—Me gustan las cosas dulces y el americano. —El chico extiende su sonrisa, sus ojos iluminándose un momento. —El viernes a las ocho.


 


—El viernes. —El chico susurra, su mirada perdiéndose un poco. —El viernes será entonces…


 


—Kibum. —Kibum sonríe. —Mi nombre es Kibum.


 


—Choi Minho. —El ahora no extraño dice, sus labios bajando un poco. —Es un placer conocerte, Kibum.


 


 


 


Es demasiado extraño, pero de alguna manera se siente bien, correcto, demasiado correcto.


 


El chico a su lado, es un desconocido, pero él dice que no es así.


 


Él dice que le ha besado, que le ha susurrado que lo ama por las noches, que le quiere y que es la persona más importante en su vida.


 


Pero si Kibum cierra los ojos y trata de pensar en él, su mente es oscura y sin ningún recuerdo.


 


Sin embargo, una parte extraña de él, siente como si de alguna manera le conociera. Aunque no sea así, porque ni siquiera sabía su nombre.


 


Minho, la persona detrás de él, deja besos contra su cuello, y una parte de él cree que no está bien, porque, ¿acaso está bien que un extraño te bese y acaricie de esa manera? Pero de nuevo, Kibum no está seguro de qué pensar, porque los labios de Minho se sienten realmente bien contra su piel desnuda y su corazón late aceleradamente en su pecho y siente como si miles de hormigas caminaran en su piel.


 


—Minho. —Kibum suspira su nombre.


 


Los besos no paran en su piel, se extienden un poco más abajo y la mano grande de Minho acaricia su abdomen por sobre la ropa, formando figuras amorfas contra la tela. Se siente bien, realmente bien.


 


Un cosquilleo recorre su espalda y se encuentra suspirando el nombre de Minho una y otra vez. Es extraño, pero Kibum siente como si lo hubiera hecho antes.


 


—Kibum. —Minho murmura su nombre y la voz grave y profunda de Minho es como la mejor de las canciones y quiere escucharle repetir su nombre por siempre.


 


Pero eso no es posible.


 


—¿Cómo…?—La pregunta se pierde en el aire, con el nombre de Minho atrapado entre sus labios. Kibum no está seguro sobre qué preguntar, o qué decirle. Él necesita tantas respuestas, porque después de llorar casi toda la mañana y descubrir que su vida nunca sería igual, Kibum decide que las respuestas son necesarias y que las lágrimas no le llevaran a nada. —¿Por qué lo haces?


 


Las manos de Minho detienen todo movimiento, y Kibum piensa que ha hecho la pregunta equivocada.


 


Sin embargo, Minho le toma de la cintura y lo gira suavemente para tenerle frente a él. Los ojos grandes de Minho le miran, brillantes y hermosos y de nuevo esa sensación de haberlo hecho antes le ataca con más fuerza.


 


—Porque te amo.


 


Su corazón late rápidamente, demasiado para el gusto de Kibum. ¿Qué está mal con él? ¿Por qué las palabras del Minho/desconocido le afectan tanto? ¿Por qué siente la necesidad de repetirle las mismas palabras?


 


Minho sonríe, sin embargo, no llega a sus ojos, es esa clase de sonrisa triste y melancólica y de alguna forma logra llegar hasta al corazón y oprimir dolorosamente por el dolor de Minho.


 


Dios, la tiene mal.


 


—¿Cómo lo haces?—Pregunta y después niega con la cabeza, porque no es sólo es esa pregunta. —¿Cómo nos conocimos? ¿Cómo me encuentras cada día? ¿Cómo…?


 


Minho ríe y cree que es por su mar de preguntas desesperadas y entonces calla.


 


—Nos conocimos en el bar al que vas cada día. —Minho besa su nariz, y entonces cierra los ojos. —Tú bailabas, Kibum, y entonces de pronto me encontré a tu lado, porque yo necesitaba saber el nombre del chico lindo. —Después ríe, y con eso las manos de Kibum tienen vida propia porque se enredan en el cabello de Minho. —Te dejé mi número, pero no me llamaste al día siguiente, ni el siguiente de ese, ni en una semana.


 


—Lo siento. —Se disculpa y no está seguro del por qué. Minho niega con la cabeza, y sus ojos se abren para mirarle.


 


—Regresé al bar y entonces te encontré de nuevo, pero no me reconocías, fue después de unas tres veces que me di cuenta de que algo sucedía. —Kibum cierra los ojos, y trata de recordar, pero es inútil, porque nunca lo hará. —Un día regresaste con Taemin y él me contó todo.


 


Eso no puede ser correcto, porque Taemin es un pequeño y no puede estar en esos lugares con él. Pero la realidad cae sobre él segundos después y entonces la edad de Taemin le golpea. No es más chiquito, Taemin es un adulto, como él. Porque los años han pasado, pero él sigue estancado en el mismo lugar.


 


—No puedo recordar.


 


—Lo sé, cariño. —Hay dolor en las palabras de Minho y algo dentro de él, duele también. Kibum desea regresar el tiempo, detener su accidente, recuperar su memoria y entonces tener esa relación que Minho sólo puede recordar.


 


—¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes?


 


Los dedos de Minho pasean por su barbilla y caen sobre su mandíbula, acariciándole suavemente. Sus grandes ojos fijos en él, sólo le hacen querer recordarle al día siguiente.


 


—A veces robo tus galletas en el supermercado. —Minho sonríe. —A veces soy el desconocido en el bar que nunca besa chicos al azar, pero tú siempre eres mi excepción. —Su ritmo cardiaco sube, sus manos pican por tocarle y recordarle al menos con eso, pero se limita a cerrar los ojos y escucharle. —A veces derramo tu café. Otras Taemin te dice quién soy, y algunas veces sólo me limito a mirarte y cuando te das cuenta de eso, sonríes, y eso me hace regresar cada día. —Minho besa su sien y Kibum necesita que lo haga una vez más. —Aunque sea sólo por unos minutos.


 


Él quiere llorar también, pero es como si todas las lágrimas del día ya hubieran sido derramadas. Entonces hace lo único que puede hacer en ese momento, abrazar a Minho como si él último día fuese ese.


 


—Te amo, Kibum.


 


De nuevo esas palabras, y de nuevo su corazón tiene un maratón dentro de él. Kibum quiere decir ‘te amo también, Minho’ pero no se siente correcto. Minho meceré más que eso, merece mucho más y no sólo palabras sin sentido que nunca serian iguales si él pudiera recordar.


 


—No quiero olvidarte.


 


Minho sonríe y besa la punta de su nariz.


 


—No lo harás.


Ah, pero eso no es cierto, y Minho lo sabe demasiado bien.


 


—No quiero olvidarte. —Repite, porque tal vez si se lo repita una y otra vez se cumpla.


 


—Sé, cariño, que una parte de ti me recuerda, es pequeña, pero lo hace.


 


 


 


Es sábado, y se supone que se encontrará con Dongwoon y Woohyun por la noche en su bar favorito, pero ese día Kibum no se siente de humor para bailar y perder la noche ahí.


 


Se siente de humor para dejar las horas pasar en esa cafetería demasiado colorida que está en el centro. Kibum está ahí, sin hacer nada realmente, sólo dejando que el líquido oscuro en su taza desaparezca a un ritmo lento y placentero.


 


Kibum levanta la mirada, observando a las personas a su alrededor. Son unos cuantos, puede contarlos con los dedos de las manos. Algunos hablan entre ellos, otros leen y otros teclean rápidamente en sus teléfonos con grandes tazas de café en la mano.


 


Entonces está el chico al fondo del lugar, que choca directamente con su mirada. Kibum no está seguro sobre él. Parece la clase de chico demasiado oscuro, y con miles de problemas por delante. Parece la clase de chico con el que podrías pasarlo bien, pero que sólo duraría un tiempo.


 


Él le mira, y Kibum no puede evitar que su mirada dé con él un par de veces. Es como ese coqueteo ligero de miradas que algunas personas tienen. Sus ojos se encuentran, brillan y vuelven su atención a otra cosa.


 


Sus ojos parecen tener vida propia porque regresan y regresan una y otra vez al chico frente a él, y cuando cree que no puede soportarlo un segundo más, el chico frente a él curva los labios suavemente hacía arriba y le regala la más magnifica sonrisa que ha visto.


 


Su corazón late y no está seguro del porqué, sin embargo, sonríe hacía el chico y es justo cuando la mirada del chico cambia.


 


Sus labios siguen sonriendo, pero sus ojos brillan y es como si es un segundo hubiera estado feliz y de pronto la tristeza le hubiera atacado.


 


Él no entiende.


 


 


—¿Quién es Minho?—La pregunta escapa de sus labios sin que pueda detenerla. Kibum espera, pero después de sus palabras, lo único que obtiene es a Taemin dejando caer un vaso con agua y dándole la espalda rápidamente.


 


Kibum no sabe qué es lo que ha sucedido. ¿Acaso ha dicho algo malo?


 


—¿Por qué…?—Taemin pregunta, su labio inferior atrapado entre sus dientes. —¿Cómo sabes sobre Minho?


 


Él en realidad no sabe sobre Minho. No tiene idea de quién es Minho, y tampoco sabe por qué hay cientos de tarjetas de presentación con el nombre de Minho en ellas, en el fondo del cajón.


 


—Encontré esto. —Él extiende la tarjeta que es justo igual a las otras – ahora regadas en su cama. —Y no sé por qué hay muchas de ellas.


 


Kibum no sabe qué pensar. Hay cientos de ellas en su cajón, todas con bonitas y elegantes letras,  líneas perfectas y el nombre de Choi Minho en lo alto de ellas que lo reconocen como abogado. Algunas son iguales, otras con diferentes diseños, pero el nombre de Minho siempre está ahí, y detrás de ellas, escrito por su mano, está ‘Llamar a Minho’ en letras grandes.


 


Kibum se pregunta qué hace con tantas de ellas.


 


—¿Quién es Minho?—Taemin juega con la tarjeta en sus dedos, pero Kibum quiere que conteste sus preguntas, porque él realmente está perdido.


 


—Minho es… —Taemin murmura, evitando su mirada. —Minho es la persona más increíble que he conocido.


 


¿Por qué Taemin conoce a Minho y él no? ¿Por qué de pronto siente que tiene que hacerlo? ¿Por qué de pronto tiene celos de Taemin?


 


Hay tantas preguntas golpeando contra sus labios que quiere desesperadamente preguntar, pero no lo hace, porque no está seguro de lo que sucede.


 


—¿Ustedes están saliendo?


 


—Oh, no. No. No. No. —Taemin niega con la cabeza repetidas veces, dejando escapar una suave risa también. —No, Kibum. Minho y yo sólo somos buenos amigos.


 


Kibum se siente mejor después de esa respuesta y quiere creer que es sólo porque Taemin es demasiado pequeño para tener una pareja.


 


—¿Quién es?—Inquiere de nuevo, esta vez mordiendo suavemente su labio inferior. —Y porque tengo tantas tarjetas de él.


 


La expresión de Taemin cambia, no hay más diversión en sus pequeños ojos, y suspira suavemente mientras se acerca un poco a él.


 


—¿Quieres conocerlo?—Kibum asiente repetidas veces después de la pregunta de Taemin. Su hermano sonríe suavemente y después de eso toma su móvil y se aleja de nuevo de él.


 


“¿Minho? Soy Taemin. Kibum quiere verte.”


 


Son palabras mágicas, Kibum decide, porque media hora después la puerta de su casa es golpeada suavemente, a un ritmo seguro.


 


La puerta se abre sólo segundos después y entonces un chico con un traje gris entra a su casa.


 


Él chico está impecable, el traje parece ser hecho a la medida y aunque su cabello luce ligeramente despeinado, Kibum cree que sólo le hace parecer aún más atractivo. Sus ojos le buscan, y cuando lo encuentran, unos grandes y brillantes ojos le golpean.


 


—Hola, Kibum. —El chico sonríe, y se acerca él. —Soy Minho.


 


Justo después, es como si su mundo hubiera dado un giro, literalmente.


 


 


En verdad no sabe que está mal. Tal vez todo lo está. Kibum no puede entender porque está murmurando palabras torpes y rápidas, porque hay tarjetas de presentación en sus manos y porque habla al extraño frente a él.


Es un amigo de Taemin, él mismo lo ha dicho, pero ni siquiera se ha presentado, Kibum no sabe cuál es su nombre, pero en ese momento no le importa.


 


No. Su atención está en las pequeñas tarjetas de presentación, que tienen el nombre de un tal Choi Minho en ellas y que dicen que al parecer ha pasado unos cuantos años estudiando para ser abogado.


 


¿Acaso está en problemas? ¿Acaso su problema es tan grande que necesita un abogado y por eso ha escrito llamarle al reverso de cada tarjeta? Porque sí, las letras escritas al reverso que indican llamar a Minho han sido claramente escritas por él, de eso no hay duda.


 


—Tal vez es alguien especial. —El extraño frente a él murmura y Kibum salta cuando la voz rompe sus pensamientos. Observa a Taemin mirarlo a lo lejos y se pregunta si ellos están juntos, Taemin no parece contento con sus palabras.


 


—¿Alguien especial?—Kibum se pregunta si cada una de esas tarjetas tiene que ver con su enfermedad-amnesia-algo. Taemin ha hablado con él por la mañana sobre eso, pero Kibum aún está perdido después de las palabras rápidas y torpes de su hermano.


 


—Basta. —Taemin habla y parece haber una advertencia en sus palabras, sin embargo, el extraño niega con la cabeza y Taemin se aleja después de eso.


 


—¿Qué ha sido eso?


 


—No es nada. —El extraño dice, mientras se encoge de hombros y toma una de las tarjetas entre sus largos y elegantes dedos. —¿Has intentando llamarle? —Kibum niega con la cabeza. —¿Quieres hacerlo?—Asiente y se pierde en los grande y brillantes ojos frente a él.


 


Es entonces que le mira mejor. Se ha perdido entre las palabras y tarjetas que no se ha dado cuenta del atractivo chico frente a él. El extraño le sonríe y Kibum siente sus mejillas calentarse. Tal vez por la vergüenza o tal vez porque el chico tiene una de las sonrisas más espectaculares que ha visto.


 


—¿Debería hacerlo?—Pregunta y toma una de las tarjetas, una de las que parece nueva porque no hay ninguna arruga en las esquinas y no está demasiado amarillenta como las otras.


—Sólo si tú quieres.


 


Cuando toma su móvil el extraño se levanta y camina hacía la puerta, Kibum piensa que es demasiado extraño, pero lo ignora mientras sus dedos presionan los números correctos.


 


Su corazón late mientras la llamada es enlazada y muerde su labio inferior mientras espera.


 


El sonido de un móvil sonando llama su atención, su mirada viaja hacía el extraño y lo mira sostener su móvil, mientras sus ojos están fijos en él.


 


Eso. No. Puede. Ser.


 


Su corazón late más rápido, sus manos sudan y su estómago se ha retorcido ligeramente, causándole un estremecimiento.


 


Después de eso, el extraño presiona su móvil y escucha su llamada ser descolgada.


 


—Hola, cariño.


 


 


Taemin ha dicho que no podrá recordar nada al día siguiente, que los doctores le han diagnosticado con algún tipo de amnesia, que las cosas son así y no cambiaran.


 


Años han pasado, y Taemin –su pequeño Taemin – es demasiado mayor como para salir con un chico de nombre Kim Jonghyun.


 


Kibum llora, grita, y en un momento de locura termina regando todo en su habitación. Su móvil vuela entre la mesita de noche y el piso, los papeles rebotan sobre la cama, y entonces cientos de tarjetas de presentación caen al suelo, cerca de su cama.


 


Hay cientos y cuando pregunta, Taemin dice que pertenecen a Choi Minho, el chico que ha estado con él todo esté tiempo, enamorándole silenciosamente con encuentros casuales y clichés.


 


El chico de las tarjetas está a su lado y está sosteniéndole contra su pecho, acariciando su espalda lentamente, secando también sus lágrimas con su pulgar. 


 


Algo en su mente grita que debería correr, porque Minho – el chico que le abraza – es un completo desconocido, pero de alguna manera, una muy extraña, Kibum se siente protegido entre sus brazos. Querido, también.


 


—Está bien, cariño. —Minho susurra contra su cabello. —Todo estará bien.


 


Kibum no está tan seguro, él en verdad quiere creerle a Minho, porque el ‘todo estará bien’ suena bien en su voz.


 


—No está bien.


 


Minho no dice nada después de eso, pero sus manos siguen contra su piel, calmándole de esa manera.


 


Kibum no sabe cuánto tiempo ha pasado, pero sus lágrimas por fin se han secado. Su cuerpo sigue apresado contra el de Minho y Kibum encuentra esa posición reconfortante.


 


Es relajante decide, escuchar la suave respiración de Minho, y sus caricias seguras contra su piel. Kibum quiere quedarse para siempre de esa manera, con los brazos de Minho contra él, con sus recuerdos del hombre a su lado, con todo.


 


Pero entonces recuerda. Él no podrá recordarle al siguiente día. Minho no será un recuerdo, y se perderá en el tiempo, difuminándose contra el aire, y su memoria que no podrá retener nada.


 


Siente que las lágrimas le atacan de nuevo, porque Minho ni siquiera podrá ser un ‘bonito recuerdo’, y entonces piensa que Minho merece mucho más. Minho merece que él le sonría por las mañanas y que sus ojos brillen reconociéndole.


 


Minho no merece encuentros en el bar, ni citas con café de por medio, ni mucho menos encuentros casuales en el supermercado. Porque por lo que Taemin y Minho han dicho, él ha hecho más que todas esas cosas y de pronto, Kibum no quiere que lo haga más.


 


Minho está sufriendo de esta manera, y él no lo está haciendo. Porque por muy cruel que suene, Kibum olvidará todo al día siguiente, y no tendrá ningún remordimiento. Pero Minho… Minho es otra historia.


 


—Quiero que te vayas. —Kibum dice, alejándose de él.


 


Los ojos de Minho se abren y el dolor cruza por ellos, brillando y torturándole en ese momento.


 


—¿Qué estás diciendo?


 


—Lo que escuchaste, Minho. —Dice, gustándole la forma en el nombre de Minho suena en sus labios. Kibum quiere recordar, Dios, él malditamente quiere recordar y entonces evitar todo. —Tienes que parar. No voy a recuperar mi memoria, no te recordaré al día siguiente y tú mereces algo más.


 


—Yo te quiero a ti, Kibum. —Minho camina rápidamente, acortando el espacio entre ellos. Acuna su rostro entre sus manos y sonríe hacía él. Su estómago se retuerce y su corazón late más rápido, y sí quiere retirar sus palabras. —Te quiero con tu memoria o sin ella. Te amo, Kibum, es suficiente.


 


Ah, él quiere creer eso, pero no puede.


 


—Por favor, —Suplica y entonces en su turno para tomar el rostro de Minho. —Quiero que seas feliz, porque mereces más de lo que yo te puedo dar. —Sus ojos se cristalizan, pero Kibum no va a dar marcha atrás. No, no lo hará. —Prométeme que lo harás. Sé feliz, con alguien más, Minho, por favor.


 


La duda baila en los ojos de Minho sólo un momento antes de asentir suavemente hacía él. Una parte de él se rompe, porque egoístamente quiere a ese hombre que no conoce a su lado, en su vida, aunque sea de esa manera. Pero al otra parte, la parte que siente su estómago retorcerse y un estremecimiento cada que Minho le toca, desea que él sea feliz. Y eso sólo será lejos de él.  


 


—Bien, —Él dice —Sólo déjame estar contigo esta noche, déjame sostenerte una vez más, por favor.


 


Kibum asiente, porque mentiría si dijera que no lo quiere también.


 


 


Le ha besado y le ha abrazado, y su corazón no ha dejado de latir. Sus manos pican para tomar cada parte de Minho y explorarle.


 


Los labios de Minho son dulces, y sus besos son tan adictivos que Kibum quiere pasar el resto de su vida besándole.


 


—No quiero olvidarte. —Confiesa, sus manos en el rostro de Minho, sus labios besando la mandíbula de Minho una y otra vez. —Daría todo para no olvidarte.


 


—Te amo, Kibum. —Minho susurra y sonríe, y Kibum trata, aunque sabe que no será posible, de guardar ese pequeñísimo momento en su memoria.


 


Sus ojos se sienten pesados y entonces recuerda que a han pasado demasiadas horas y demasiadas cosas en un solo día. El cansancio le golpea, pero lucha duramente por no cerrar los ojos, porque si lo hace, Minho desaparecerá para siempre.


 


—Está bien, bebé. —Minho dice, sus labios presionándose ligeramente en su frente. Sus respiraciones se mezclan, y Kibum atrapa los labios de Minho una vez más, probando de nuevo ese único sabor. —Puedes dormir.


 


Sus ojos se cierran un momento y los abre segundos después para depositar un beso en la barbilla de Minho. Lentamente, después de una última sonrisa por parte de Minho, cierra los ojos, y Minho desaparece.


 


 


 


 


Kibum está en ese parque cercano a casa, uno el cual no recuerda. Pero tampoco es como si recordara nada en el lugar. O en su vida.


 


No puede recordar la pequeña pastelería en la esquina de la calle, ni la lavandería con grandes letras azules, porque ¿Cuándo fueron construidas?


 


Taemin dice que hace un par de años, pero él no puede recordarlo, porque tiene amnesia.


 


Tampoco recordará que ha estado en ese parque y que nieve está cayendo sobre él, y que tal vez mañana amanezca con un resfriado por su estupidez. No, no lo recordara.


 


Tampoco puede llorar, porque se ha dado cuenta que es demasiado mayor para esas cosas.


 


Esa mañana el espejo le había dado una imagen diferente de él. Su cabello no era más colorido, era de un suave castaño oscuro, sus ojos ahora tenían ligeras líneas en las comisuras y el delineador había desaparecido.


 


Él creció, pero no podía recordar nada de eso.


 


Su cuerpo tiembla, y Kibum se regaña por sólo traer una bufanda con él. Está a punto de marcharse cuando un extraño se deja caer a su lado, en la banca.


 


Kibum no le mira, su mirada sigue fija en los juegos que parecen demasiado viejos y tristes. Los copos de nieve ahora son un decorado más en su cabello, y sus manos tiemblan ligeramente, pero ahora no tiene ánimos de caminar a casa.


 


—Linda bufanda. —Kibum salta cuando la voz del extraño rompe el silencio. Su mirada cae en el extraño y después en su bufanda.


 


—Gracias. —Él dice, tocando ligeramente la bufanda con sus dedos. —Fue un regalo.


 


Su mirada regresa al extraño, mientras su ceño se frunce. Él no puede asegurar nada, pero cree conocerlo, algo en los grandes ojos cafés le recuerdan a alguien, Kibum piensa, pero es inútil, ningún recuerdo llega a él.


 


Le mira una vez, recorriendo cada parte de su rostro. Tienes los ojos grandes y pequeñas arrugas en las esquinas de éstos, después están sus pómulos ligeramente marcados y por ultimo unos labios esponjosos y llenos. Entonces está su cabello, ligeramente despeinado por el viento y con algunas canas en él. Kibum le piensa como un modelo, uno de esos tipos que fueron demasiado atractivos en  su juventud y que ahora con el paso de los años, la madurez sólo les hace ver mejor. El hombre frente a él es definitivamente así. 


 


—Sabes, es demasiado frio para sólo andar con bufanda. —El extraño dice, y entonces remueve los guantes de sus manos. —Aquí. —Extiende el material negro frente a él y sonríe. —Toma estos.


 


Kibum los toma, demasiado aturdido para hacer algo más.


 


—Gracias.


 


—No es nada.


 


La sonrisa del desconocido se extiende y algo le dice a Kibum que le ha visto antes, alguna vez. Pero, ¿Dónde, cuándo?


 


—Es demasiado frio para un paseo también, ¿no crees?


 


—Necesitaba un momento.


 


—¿Solo?


 


Kibum asiente, incapaz de decir alguna palabra. No quiere decirle al extraño que está demasiado solo y que aún si quisiera, nunca podría tener un amigo.


 


—Las personas no deberían estar solas. —El hombre dice, mientras sus manos se dirigen a los bolsillos de sus pantalones. Sonríe cuando da con su billetera y entonces extrae un pequeño papel. —Soy Minho, por cierto. —Él extiende la tarjeta  y Kibum la toma entre sus dedos. —Choi Minho, y cuando estés solo, puedes llamarme…


 


—Kibum. —Dice. —Kim Kibum.


 


—Un placer conocerte, Kibum. —El chico sonríe, haciendo que las arrugas en sus ojos sean más notorias, sin embargo, Kibum piensa, aún sigue siendo atractivo.


 


Kibum sonríe y su mirada cae en el pequeño papel entre sus dedos. En letras grades y elegantes se lee el nombre de Minho y abajo con letras bonitas le reconoce como abogado.


 


Él no quiere decirle al extraño que no podrá recordar llamarle al día siguiente, así que asiente y juega con el papel entre sus dedos.


 


—Lo harás, ¿cierto?—Minho dice. —Llámame cuando necesites alguien para hablar o sólo para hacerte compañía. 


 


—Lo haré. —Miente.


 


—Bien. —Minho dice y asiente. —Nos vemos luego, Kibum.


 


Kibum sonríe hacía él, y Minho le mira por largos segundos con los ojos brillantes y melancólicos, y Kibum se pregunta el porqué. Es demasiado tarde cuando quiere preguntar, porque Minho le ha dado la espalda y desaparece lentamente entre las calles.


 


Kibum sabe que no recordara, pero cuando llega a casa, es inevitable que escriba ‘Llamar a Minho’ en letras grandes al reverso de la tarjeta de presentación.


 


 

Notas finales:

Eso ha sido todo, algo demasiado largo y algo con lo que he terminado.


Espero leerles algún día una vez más, pero no sé cuándo será eso y no sé si ese día llegara. Denle mucho amor a esta pareja y a SHINee.


Espero regresar con algo, porque esto es algo que amo hacer, sin embargo, seguiré leyendo esas maravillosas historias que esas grandes escritoras hacen.


Espero leerles pronto~


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