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Siempre tú por Yunalesca

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Notas del capitulo:

Disclaimer: La última vez que lo consulté, Reborn seguía siendo propiedad de Akira Amano. Pero no desisto, en algún momento acabaré secuestrando a Gokudera, a Hibari, y a una larga lista más.

Pairing: 5927 como principal, toques de 10069/69100, mención de XxS, puede que otras

Notas: Hola. He decidido aventurarme en un pequeño fic 5927. No será muy largo, alrededor de cinco capítulos. He de confesar que mi pareja preferida es el 1859, pero el HayaTsu tampoco me desagrada, así que aquí vamos. Soy bastante desastre poniendo títulos, no me lo tengáis en cuenta, por favor.
Intentaré actualizar los viernes, aunque estoy todavía en proceso de terminar mi fic 1859 así que no sé si podré publicar cada semana. Pero lo intentaré.

Salen un par de personajes de la familia Shimon, que sólo aparecen en el manga, pero no en el anime. No tienen mucha relevancia, pero para que os ubiquéis si no lo habéis leído: se trata de una familia que empieza como rival y acaba siendo aliada. Su líder es Enma, un chico de carácter muy parecido a Tsuna y que rápidamente congenia con él.

Espero que os guste el fic y nos vayamos viendo por aquí ^^

 

La amenaza

Tsuna estaba concentrado en la documentación que le habían hecho llegar desde Italia, leyendo el informe porque se esperaba de él que tomase una decisión. Suspiró. Cuando cinco años atrás había accedido finalmente a convertirse en el décimo Vongola no pensó que fuera a tener tanto trabajo. Es decir, era el jefe, ¿no? Se suponía que eran los demás los que debían trabajar para él. Gokudera se desvivía por facilitarle la vida, Yamamoto no daba problemas, pero el resto de sus guardianes... En fin, era el jefe. Eran su responsabilidad.

Escuchó que la puerta de su despacho se abría, aunque antes de atender al recién llegado decidió tomar un par de anotaciones. No quería olvidarlas y tener que volver a leer todo desde el principio.

-Tsuna.

Aquella única palabra logró que el castaño se interrumpiera y mirase a su antiguo tutor, que varios años atrás había logrado recuperar su forma adulta. Desde que él aceptó ser el sucesor, Reborn se había convertido en el asesor interno de la décima generación. Y también en su mejor amigo. Un amigo sádico y despiadado, le advirtió su intuición al percatarse de cómo le brillaban los ojos mientras le miraba con intensidad.

-Quiero que me escuches con atención- dijo Reborn, y la absoluta seriedad de su tono logró que el castaño se revolviera inquiero en su silla. Sabía que iba a decir algo importante. El hitman le contempló durante varios segundos con expresión solemne-. En estos diez años has pasado de ser un adolescente inútil a ser un hombre hecho y derecho. De odiar las cosas de la mafia a ser capaz de llevar el negocio con una eficiencia innegable. De estar solo a tener una familia a la que le puedes confiar tu vida sin dudar. Creo que nunca te he dicho lo orgulloso que estoy de ti- confesó, mirándole con cariño.

Si le hubiera golpeado con su terrible maza no le habría dejado más impactado. Se sonrojó un poco por sus palabras y se atrevió a sonreír levemente.

-Pero...

Ah, pensó Tsuna. Ahí estamos. Sabía que aquello tenía que tener alguna clase de trampa así que se puso a la defensiva aún sin pretenderlo.

-Hay una cosa en la que no has cambiado un ápice desde que te conocí- le reprochó Reborn, y la manera en que su ceja pareció palpitar como en un tic nervioso indicó que no le gustaba nada-. Sigues siendo un completo perdedor en el amor- sentenció-. En diez años no has sido capaz de confesarte una sola vez a la persona que amas.

Tsuna soltó el aire que había estado conteniendo. Así que solamente se trataba de eso. Por un momento había creído que le exigiría convertirse en un auténtico asesino, o incluso algo peor. El alivio hizo que se le escapara una risita nerviosa.

-No tiene gracia, dame-Tsuna- le regañó Reborn.

Puede que fuera famoso por ser espartano y despiadado, pero también por lo mucho que se preocupaba por sus alumnos. Quería a Tsuna como un amigo, casi como a un hijo, y le dolía verle pasar año tras año junto a la persona que amaba sin tener el valor de actuar. Sonrió de manera diabólica.

-Bien...- murmuró, y aquella simple palabra logró que Tsuna se pusiera en tensión- ¿Recuerdas cómo empezó tu entrenamiento?

Tsuna bufó molesto, recordando el desastroso incidente.

-¿Cómo lo iba a olvidar? Me convertí en el tema de burla de la escuela durante semanas por ello- le reprochó al rememorar como había corrido en calzoncillos por media ciudad.

-Excelente. Si no eres capaz de confesar tus sentimientos, volveré a matarte con la bala de la última voluntad- anunció con un tono de voz espeluznantemente calmado.

-¿Qué?- cuestionó Tsuna, alarmado- No, no, no, no... ¡No puedes hacer eso, Reborn!

Muchas cosas habían pasado desde aquellos primeros días. Él había cambiado, su familia había cambiado, y con ello también lo habían hecho sus sentimientos. Había querido mucho a Sasagawa Kyoko, no tenía ninguna duda al respecto, pero con los años se dio cuenta de que era un amor platónico e infantil. Y aquel amor había dado paso a otro, más maduro y duradero, por alguien que siempre estaba a su lado y que siempre guardaba una sonrisa radiante para él. Claro que estaban hablando de un hombre, y aquello lo hacía mil veces más problemático.

-Escúchame bien, Tsuna- pidió Reborn-. Sabes que disfruto enormemente atormentándote- admitió sin ninguna clase de remordimiento-, pero te aseguro que esto lo hago por tu bien- exhaló con pesadez al ver la mirada aterrada que le dirigía el menor y suavizó un poco su tono-. Esta noche celebramos el cumpleaños de Yamamoto. Estaremos todos reunidos en una fiesta informal. No seas tonto y aprovecha la ocasión para confesarle tus sentimientos. Si no lo haces hoy por las buenas... lo harás mañana por las malas- amenazó.

 

oOoOoOoOoOoOo

 

Gokudera acomodó a los recién llegados en la sala de recepciones y se encaminó al despacho de Tsuna, para avisar a su jefe de que sus visitantes habían comenzado a llegar. Estaba a punto de abrir la puerta cuando escuchó las voces del interior.

-Esta noche celebramos el cumpleaños de Yamamoto. Estaremos todos reunidos en una fiesta informal. No seas tonto y aprovecha la ocasión para confesarle tus sentimientos. Si no lo haces hoy por las buenas... lo harás mañana por las malas- dijo la voz de Reborn.

Se quedó inmóvil, con la mano sobre el picaporte, sin atreverse a abrir.

-De... de acuerdo- se oyó la resignada voz de Tsuna.

Supo que había escuchado algo que no debería. No sólo por tratarse de una conversación ajena, si no porque esas palabras habían conseguido que se le encogiese el corazón. Tsuna se declararía esa noche. Tendría que ver como le confesaba al fin sus sentimientos a Kyoko, y él no podría hacer otra cosa que apoyarle y alegrarse por él. Cerró los ojos, y se dijo que tendría que encerrar cuanto sentía bajo llave. No podía permitir que nada empañara la felicidad de su jefe, y mucho menos su propio y egoísta amor. Recompuso una mueca estoica y, armándose de valor, llamó a la puerta.

-Ah, adelante- se escuchó desde el interior.

Hayato abrió la puerta y sonrió como de costumbre.

-Buenos días Décimo. Reborn- saludó con tranquilidad-. Los asistentes han comenzado a llegar. He dejado a Squalo y Lussuria con Longchamp y Dino en la sala de reuniones...- dirigió a Tsuna una mirada de lo más significativa- No estoy seguro de que esté todo intacto a la vuelta- informó.

Cierto, esa tarde tenían una reunión con todas las familias aliadas. Ese era el motivo de que la fiesta de Yamamoto tuviera que esperar hasta la noche, pero casi lo había olvidado.

-Uh, supongo que será mejor que vaya a controlar a ese impulsivo de Squal...- se interrumpió porque su teléfono móvil había empezado a sonar- ¿Enma-kun?- inquirió nada más descolgar.

La voz lastimera de su amigo le llegó acompañada de un estruendo ensordecedor. Incluso tuvo que apartarse el teléfono unos centímetros de la oreja ante semejante ruido.

-Tsuna-kun- lloriqueó Enma-. Creo que deberías venir aquí... Byakuran y Mukuro están peleando en medio de la calle y asustando a toda la gente. Julie ha intentado detenerles y Mukuro le ha enviado a algún lugar con una ilusión...

Tsuna suspiró con cansancio. Dejando a un lado a Hibari, Mukuro era su guardián más difícil de controlar. Con el tiempo que había pasado habitando el cuerpo de Chrome, ya se le podían haber pegado algunas de las maneras dulces y serviciales de la chica.

-No te preocupes Enma, ahora voy. Dime el sitio.

Asintió con la cabeza al escuchar la dirección. Estaba apenas a un par de calles. Debían haberse encontrado mientras iban de camino hacia allí. Aunque Mukuro era uno de sus guardianes, también asistía a las reuniones de aliados como responsable de la familia Kokuyo. Se guardó el móvil en el bolsillo y miró primero a Reborn y luego a Gokudera.

-Hayato...

-No te preocupes, Décimo, yo me encargo de que ese idiota de Squalo no destroce nada- se le adelantó el peliplateado con una sonrisa tranquilizadora.

Tsuna le devolvió la sonrisa casi sin darse cuenta. No sabía que haría sin él, con Hayato siempre podía contar. Abrió la ventana y, sin preocuparse por el hecho de estaban en un segundo piso, se dejó caer en medio de la calle.

Corrió hasta la esquina y torció a la derecha. En seguida pudo ver el humo azulado que se elevaba, a unos cientos de metros de donde estaba, y aceleró el paso con preocupación. En dirección contraria a él corría una aterrorizada vecina, alejándose de la zona de conflicto. Cuando finalmente llegó, vio a Byakuran, que se mantenía a varios metros del suelo agitando sus alas blancas, y a Mukuro, que estaba a su misma altura levitando sobre una plataforma de luz.

Contuvo una maldición. ¿Qué diablos le pasaba ahora a ese par? La última vez que les vio estaban de lo más avenidos juntos, pensó, y se sonrojó al recordar la falta de ropa con la que los había encontrado. Se puso los guantes y dejó salir sus llamas para poder acercarse hasta ellos.

-Hola Tsuna-kun- saludó animado Byakuran en cuanto le vio. Cambió la postura defensiva que mantenía a una más relajada.

El castaño llegó hasta donde estaba Mukuro, comprobó que aquella plataforma voladora parecía capaz de soportar su peso y dejó de emitir llamas, mirándoles a uno y a otro con reprobación.

-¿Se puede saber que estáis haciendo?- inquirió, dirigiendo una expresión ceñuda a su guardián de la niebla.

-Oh, nada malo- aseguró Mukuro-. Byakuran y yo no nos ponemos nunca de acuerdo sobre quien debe estar arriba y quien abajo, así que solemos decidirlo a golpes- explicó con una sonrisa juguetona.

Tsuna le miró perplejo durante varios segundos, sin acertar a comprender el significado de sus palabras. Cuando finalmente lo hizo sintió como le subían los colores a la cara, sonrojándose violentamente.

-Maldita sea, Mukuro, no quiero saber nada de vuestra depravada relación- protestó, muerto de vergüenza.

Como única respuesta recibió la característica risa del ilusionista, que parecía disfrutar de sacarle los colores. Al menos parecía que los ánimos se habían calmado porque Byakuran había revoloteado con suavidad hasta el suelo y luego había hecho desaparecer sus alas. Mukuro suspiró y también regreso hasta la calle, como las personas normales, llevando al Vongola con él. Se acercó a Byakuran como si pretendiera decirle algo confidencial.

-Creo que tendremos que dejarlo para luego. Tsuna-kun está celoso porque él no tiene vida sexual y nos quiere echar la bronca- indicó Mukuro, asegurándose de decirlo lo suficiente alto como para que el castaño le escuchara.

-Debería mandarte de nuevo a Vindice- murmuró un abochornado Tsuna.

-Eso no podría perdonártelo, Tsuna- advirtió Byakuran. Lo dijo con una sonrisa y una expresión calmada, pero el castaño supo que era una amenaza en toda regla- Oh, Enma-kun, estás ahí- exclamó al reparar en el olvidado Shimon-. Vayamos juntos, siempre he tenido curiosidad por comprobar tu fuerza- propuso, pasando una mano sobre los hombros del desprevenido Enma y consiguiendo que el pobre saltara de puro terror.

-Eeeh... Julie...- fue todo lo que se atrevió a decir, mientras miraba a Tsuna con expresión llorosa.

-Cierto, Mukuro, devuelve a Julie- recordó Byakuran.

El ilusionista agitó despreocupadamente una mano y el compañero de Enma apareció de nuevo junto a ellos. Byakuran le pasó el brazo libre por la cintura y empezó a caminar hacia el despacho de Tsuna, arrastrando a los dos Shimon con él.

Mientras le veía desaparecer calle abajo, Tsuna tuvo la impresión de que se trataba de un gato que estaba jugando con dos aterrorizados ratones. Sólo esperaba que no se los comiera... Suspiró resignado y miró a su alrededor. La pelea había arrancado algunos tejados y destrozado por completo varios jardines de las casas vecinas.

-Arregla un poco este desastre, Mukuro- pidió a su guardián de la niebla.

-No me gusta que me den órdenes, Tsuna-kun- le recordó el ilusionista, con una mirada diabólica.

-Por favor- suplicó el castaño.

-Oh, está bien- cedió, creando una ilusión que enmascarase los desperfectos.

Tsuna se lo agradeció con una sonrisa. Tendría que enviar a algunos de sus hombres a arreglar todo aquello cuanto antes, pero al menos los vecinos no se darían cuenta de lo que había pasado. Mientras avanzaban calle abajo con paso tranquilo, miró de reojo a Mukuro. Puede que fuera un poco sádico y en ocasiones hasta insensible, pero en el fondo sabía que se podía contar con él. Y tenía una relación estable con Byakuran. Extraña y surrealista, pero estable al fin y al cabo. Quizás... quizás pudiera preguntarle.

-Oye, Mukuro... Cuando empezaste a salir con Byakuran... ¿Cómo fue?- le preguntó.

El ilusionista le miró con una ceja enarcada y algo de curiosidad.

-¿Quieres que te de los detalles de nuestra primera vez?- inquirió divertido.

-No idiota, quería saber... quien se declaró- aclaró en un susurro. Y cómo encontró el valor para hacerlo, pensó.

Mukuro se detuvo para mirarlo con seriedad un instante, intentando adivinar si había intenciones ocultas tras su pregunta.

-En realidad no lo hizo ninguno de los dos. Estábamos peleando y, de alguna manera, simplemente acabamos en la cama- explicó con un despreocupado encogimiento de hombros. Entonces toda la seriedad desapareció y la sonrisa juguetona volvió a aparecer en sus labios- ¿Por qué? ¿Quieres unirte a nosotros? No me importaría hacer un trío contigo, Tsuna-kun- ronroneó.

Tsuna sintió como se le acumulaba toda la sangre en el rostro. Estaba seguro que se le había puesto roja hasta la última célula de su piel.

-¡Idiota!- acertó a decir.

Las carcajadas sinceras de Mukuro le dejaron muy claro que le estaba tomando el pelo. Maldito Mukuro y su manía de burlarse de él. Le estaba dando tal ataque de risa a su costa que hasta se le saltaban las lágrimas. Cuando finalmente logró recomponerse le miró, y esta vez había una connotación de lo más seria en sus ojos desiguales.

-Tendrás que encontrar las respuestas tú mismo, Tsuna- dijo mientras le daba unas palmaditas cariñosas en el hombro y reanudaba la marcha.

Tsuna suspiró con paciencia. Eso parecía, que tendría que encontrar el valor y las repuestas él solo. Aunque no creía tener las agallas necesarias para hacerlo. Llegaron a la sala de reuniones y Tsuna comprobó con alivio que todo estaba en su sitio. Al parecer Hayato había encontrado la manera de controlar incluso a Byakuran, que estaba de lo más entretenido jugueteando con Uri. Prefirió no saber porque Enma lucía tal cantidad de arañazos, había cosas que era mejor ignorar.

Ahora tenía que centrarse en la reunión con sus aliados. Ponerse todos de acuerdo siempre era una tarea difícil, pero no era nada comparado con lo que le aguardaba después. Mientras miraba de reojo a su guardián de la tormenta, pensó que ojalá aquella noche no llegase nunca.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Si me queréis dejar un comentario me haréis muy feliz ^^


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