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CMB (Call Me, Baekhyun) por neusa chan

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Notas del fanfic:

Escrito para el exchange de Cara y Cruz. Gracias a A por revisarlo aunque estuviera muy tarde.

Notas del capitulo:

Bien, este fue mi fic para el exchange de Cara y Cruz. Debíamos elegir una canción de Exodus y utilizarla como prompt. Yo escogí Call Me Baby ¡Yey! Está lleno de humor del simple, mucho Baekhyun (porque bias) y guiños a una conversación que tuve con una compañera de carrera en la universidad. ¡Espero que les guste mucho!

Lo envié con otro de mis pseudónimos (porque para cambiar de nombre sí que soy buena): Pippa. Así que si lo ven por ahí con ese otro alias, sigo siendo yo jaja :’D

Además hice unas pequeñas correcciones. Muy, muy pequeñas. Noté los errores solamente cuando estuvieron publicados y sufrí mucho al buscarlos en el texto para arreglarlos. Creo que ahora está mucho mejor.

EXO no me pertenece.

Usagi

 

 

“Mi sueño siempre ha sido recibir una ovación de pie después de haber cantado frente a miles de personas”

 

 

El que lo hizo debía estar pudriéndose en dinero, cada mañana levantarse en medio de una cama con sábanas, almohadas y colchón rellenos de billetes, desayunar frutas exóticas de América del Sur, tener ropa importada de Europa y una bodega llena de alcohol de todo el mundo. No había otra explicación. Nadie más sería capaz de hacer semejante gasto tan inútil.

—Es que no me lo puedo creer y lo estoy viendo con mis propios ojos— repitió Jongdae en el mismo tono afectado, como si estuviera haciendo un casting para el papel principal del próximo dorama.

—Ni yo— agregó Kyungsoo.

Baekhyun se tragó su comentario. De todos, él era el que más razones tenía para quejarse. Sin embargo, se frotó los ojos de nuevo con fuerza y luego miró. Observó hasta que los ojos le picaron por el esfuerzo y tuvo que parpadear para lubricarlos.

En la fachada de uno de los edificios más grandes de Gangnam, estratégicamente colocado en el lugar más privilegiado, había un gigantesco cartel. No habría llamado la atención más que los demás, si no fuera porque había al menos otros tres iguales en la misma calle. Todos de diferente tamaño y color, pero con el mismo mensaje directo y claro, como una bofetada en la cara. Su diseño, simple, consistía en un fondo de un solo color y las letras. Nada más.

—Es que no me lo puedo creer y lo estoy…

—Silencio— interrumpió Sehun—. Estoy tratando de sacar una foto.

Hizo algunos movimientos con los pulgares en la pantalla de su teléfono y luego sonrió.

—Ya está, pueden seguir hablando.

—Es que no me lo puedo creer y lo estoy viendo con mis propios ojos— dijo Jongdae, otra vez.

—Ni yo— agregó Kyungsoo.

Baekhyun se frotó los ojos de nuevo. Pero esta vez, porque estaba deseando estar en cualquier otro lugar, aunque tenía la sospecha de que se encontraría los dichosos carteles por todo Seúl.

—¿Y si llamamos?— preguntó Jongdae, de pronto más emocionado.

Kyungsoo y Sehun asintieron.

—¡No!— casi chilló Baekhyun—. ¡No y no y no! ¡No vamos a llamar nunca!

—Pero si el cartel dice que…

—¡Sé lo que el cartel dice y no vamos a llamar nunca!

Un coche pasó con una canción de Big Bang a todo lo que daba el volumen y Baekhyun ahogó un gemido de frustración antes de que saliera. El cartel, en toda su gigantesca gloria, era foco de decenas de teléfonos de personas que querían tomarle fotografías. Sobre el fondo amarillo unas letras negras resaltaban y la gente curioseaba a su alrededor.

—Voy a llamar— anunció Jongdae.

Baekhyun giró la cabeza tan rápido en su dirección que escuchó un chasquido en su cuello.

—No serás capaz.

El cartel amarillo y el azul que estaba a su derecha y el naranja aún más allá y el verde a su izquierda le devolvieron la misma frase ampliada por el barullo de la gente y la insistencia de Jongdae: Llámame, Baekhyun.

Llámame, Baekhyun.

—No vas a llamar.

—Ahí dice que llamemos— señaló Kyungsoo, pero pronto se corrigió—. Bueno, nosotros no. Se supone que debes llamar tú.

—Yo no debo llamar. Yo no debo hacer nada.

—¿Ves a otro Baekhyun por aquí? Llama al maldito número del cartel, quiero saber de qué trata todo esto.

Baekhyun iba a negarse, pero Sehun, rápido como un rayo, le sacó el móvil del bolsillo y se alejó.

—Tengo su teléfono.

—Perfecto— celebró Jongdae, con una sonrisa de gato Chesire que dejó a Baekhyun al borde de darle un golpe en la cara—. Vamos a llamar.

Llámame, Baekhyun; luego había un número de teléfono móvil. Sehun se apresuró a marcarlo de manera dolorosamente lenta.

—¡No! ¿Pero qué haces?

—Dime una sola razón, una sola, por la que no deberíamos llamar— dijo Kyungsoo.

—Porque… ¿a quién se le ocurre llamar a un cartel sólo porque dice que debes llamar?

—Es un argumento muy débil— respondió Kyungsoo—. Yo creo que es mejor saber de qué va todo este asunto y luego olvidarnos de él.

—Vamos, Baekhyun, ¿no tienes curiosidad?

Muy a su pesar, Baekhyun debía admitir que sí. Entendía por qué sus amigos no sentían la misma aversión que él a la idea de llamar. Sus nombres no estaban estampados en publicidad extraña en toda la ciudad. Podía con ello, creía. Esperaba que el asunto no fuera nada importante.

—Bien. Llamen.

—Hola, aquí viene la llamada de Baekhyun, todos prepárense— casi cantó Jongdae.

Sehun pulsó el botón de llamada y se puso el móvil en la oreja. Estuvo así un par de segundos y luego colgó.

—¿Qué pasó?— preguntó Baekhyun, después de una pausa incómoda.

—Nada.

—¿Nada?— repitió Kyungsoo.

—No entró la llamada.

—¿No entró?— repitió, esta vez, Jongdae.

—Sonaba ocupado— añadió Sehun.

Llámame, Baekhyun, decía el cartel.

—Probablemente todos los que pueden estén llamando ahora mismo— reflexionó Kyungsoo.

—No me sorprendería— comentó Jongdae.

—Bien, ya llamamos y no ocurrió nada. Yo creo que podemos olvidarnos de este asunto y continuar con nuestras vidas— dijo Baekhyun empezando a caminar. Mientras ocurría su pequeña discusión, más personas se habían reunido en torno al cartel y tomaban fotografías. Tuvo que esquivar grupos de gente.

—Sí, claro— accedió Jongdae, burlón—. Como si toda la ciudad no estuviese empapelada con tu nombre.

—¿Toda la ciudad?— se quejó.

—Vi un par en el metro esta mañana.

— ¿Quién llenaría la ciudad con publicidad que sólo dice “Llámame, Baekhyun” y un número de teléfono?— dijo Kyungsoo, frunciendo el ceño—. Es una idea tonta, simplemente. Si es la campaña de un producto, probablemente hará que la gente se decepcione. Nadie quiere que lo engañen para comprar. Pero si alguien de verdad está buscando a Baekhyun… Bien, apuesto a que hay miles de ellos en la ciudad. Ni hablar de todo el país. No lo encontrará así.

—Vaya, Kyungsoo, eres la voz de la sabiduría— murmuró Jongdae, con una ceja arqueada—. La próxima vez haz un análisis de Kant. Lo necesito para mi tarea.

—Sigue soñando.

Baekhyun miró con algo parecido a la inquietud un par de carteles más que decían lo mismo en la siguiente calle, y en la otra y la que había después al girar.

—¿Llámame, Baekhyun?— murmuró para sí mismo.

—Ya se les olvidará— afirmó Sehun, pasándole un brazo por los hombros.

 

 

 

 

Últimos reportes nos indican que la telefonía móvil de todo el país ha colapsado. Un atasco en las líneas impide que entren y salgan llamadas en todo el territorio. Las telefonías ruegan a los usuarios que suspendan de manera indefinida los intentos de comunicarse por este medio. Internet y los servicios de mensajería instantánea todavía están en funcionamiento. Desde la Casa Azul, el presidente, Kim Joonmyun, dirigirá unas palabras por los recientes acontecimientos.”

 

 

Después de los carteles de “Llámame, Baekhyun”, con el número de teléfono incluido, aparecieron otros que lograron la misma reacción desmedida. Baekhyun se encontró en la entrada de la universidad, franqueada de estudiantes igual de estupefactos que él, frente a un cartel con un diseño similar a los anteriores pero con un mensaje más largo: “Ya no me llames, Baekhyun, colapsaron las líneas. Mejor hablemos por Kakaotalk, te dejo mi ID”.

El cartel de color violeta colgaba de un poste de luz en toda la entrada. Se preguntó cómo era posible que en un claustro educativo, que se suponía respetable, hubiera una pieza de publicidad de ese tipo en un sitio donde todos podían verlo, incluso aquellos que no estudiaban ahí.

Iba de camino a su clase cuando recibió un mensaje en Kakaotalk. Por un segundo, pensó que la persona que estaba buscando a Baekhyun lo había encontrado, pero el miedo le duró poco. Era Kyungsoo.

>Ya viste los mensajes nuevos.

No había signo de interrogación, clara señal de que Kyungsoo también había visto el cartel violeta cuando había entrado a la universidad.

¿Y quién no?<

 

>Jongdae todavía no.

>Yo me ocuparé de que no los vea hasta mañana.

¿Crees que funcione?<

Kyungsoo tardó en responder. Mientras tanto, Baekhyun había entrado a su clase de Oratoria. Algunos lo miraron por más tiempo del necesario, pero nadie preguntó. Él pudo sentarse tranquilamente en su lugar de siempre y empezar a mirar por la ventana.

>Ya no hay nada que hacer.

¿Qué?<

¿Por qué?<

>Es tendencia mundial en Twitter.

Con la boca abierta por la sorpresa, Baekhyun entró a la aplicación desde su teléfono y casi se cayó de la silla por la velocidad en la que se puso de pie. Efectivamente, ocupando el quinto lugar, el hashtag de #EscríbemeBaekhyun brillaba en las tendencias globales.

Globales, #EscríbemeBaekhyun.

—No puedo creerlo.

—Oye, Byun, ¿ya escribiste?— preguntó alguien atrás.

Baekhyun buscó al que había sido con expresión de molestia, pero no pudo encontrarlo. Los que habían entendido el comentario se reían en voz baja. Él, tratando de no darles más razones para burlarse, se sentó.

—Podría ser cualquier Baekhyun, ¿bien?— dijo, al escucharlos susurrar.

El murmullo se interrumpió cuando Park Chanyeol entró al salón. Había debutado a los dieciséis años como la promesa de la música indie de Corea del Sur. Era tan famoso como la hamburguesa de McDonalds y tan rico como G-Dragon. Cargaba en su hoja de vida con tres álbumes de estudio, cuatro mini álbumes y más de veinte colaboraciones exitosas. Nadie había creído que se tomaría un descanso e iría a la universidad para estudiar música, pero él los había sorprendido apareciéndose en la entrada, que ahora tenía un gran cartel violeta, con cuatro guardaespaldas pegados a sus talones y una horda de fans escolares celebrando cada uno de sus pasos, dos años atrás.

Desde entonces, Park Chanyeol era la leyenda de la universidad. Las personas le tomaban fotografías a escondidas entre clases, lo seguían hasta el baño y lo observaban comer. Él nunca había mostrado más que amabilidad, a pesar del acoso. Baekhyun no había tenido ninguna clase con él hasta ese semestre. Principalmente porque Chanyeol estudiaba música en la facultad de artes y Baekhyun pasaba sus días ahogado en papeles y planos en la facultad de ingeniería.

La primera vez que lo había visto entrar, casi se había atragantado con el chicle que estaba masticando. Ahora estaba más que acostumbrado a verlo aparecer con sus matones, la guitarra al hombro y el cabello en perpetuo desorden.

Chanyeol, esta vez, tenía el cabello peinado hacia atrás y los ojos delineados. Saludó a unos cuantos alumnos antes de sentarse en su lugar usual: frente a Baekhyun. No importaba dónde se moviera el chico, Park Chanyeol siempre se sentaba en el escritorio del frente. Baekhyun había llegado a pensar que le daba alguna especie de seguridad a Chanyeol, por no molestarlo ni seguirlo a cada lugar al que iba. Difícilmente se dirigían la palabra. Sin embargo, era una regla no escrita: Byun atrás y Park adelante.

Baekhyun tenía más de diez canciones de Chanyeol en la lista de reproducción que escuchaba cuando estaba diseñando sus planos a media noche. Pensaba que era bastante bueno, aunque nunca se lo diría. Prefería seguir siendo el chico que se sentaba atrás.

Park Chanyeol no pensaba lo mismo ese día.

—Hola.

Baekhyun miró hacia atrás, pensando que Chanyeol podría estarle hablando a alguien a  su espalda, pero no había nadie. Se señaló.

—Hola, Byun Baekhyun— repitió Chanyeol, con un sonrisita.

—¿Hola?

Con el cabello hacia atrás y los ojos maquillados, Park Chanyeol se veía sexy, pensó Baekhyun. Normalmente era solo guapo. Guapo del tipo normal. Tenía los ojos grandes y los labios delgados, además de la cara pequeña en forma de V. Era, a todas luces, un buen ejemplo de hombre coreano guapo. Pero ese día estaba sexy. Si no estuviera tan preocupado por los carteles, Baekhyun habría disfrutado más el momento.

—¿Acaso tengo algo en la cara?—preguntó Baekhyun.

—No, te ves boni… bien. Yo sólo…— empezó Chanyeol. Baekhyun asintió para que continuara—, bueno, no quiero ser entrometido… pero… quisiera saber si…

—¿Byun Baekhyun, ya escribió?

El profesor Lee entró al salón y cerró la puerta. Tenía unas gafas de marco grueso que le ocultaban toda la cara y una expresión curiosa en la cara.

—¿Escribir?— preguntó Baekhyun—. ¿Escribir qué?

Chanyeol se sentó erguido. Lo único que Baekhyun podía ver ahora era su cabello y su nuca.

—Escribirle a la persona del cartel— añadió el profesor Lee.

—¿Qué?— y luego añadió, al entender—: No, claro que no.

—¿Por qué no?— preguntó el profesor Lee, poniendo su maletín sobre el escritorio y quitándose el blazer—. Ahí dice claramente que quiere que le escriba.

—Podría ser cualquier Baekhyun.

—Incluido usted.

El salón se llenó de murmullos mientras el profesor Lee se preparaba. Al encender el proyector, les hizo callar a todos.

—Hágame un favor, Byun— dijo, recogiéndose las mangas de la camisa hasta los codos—, dígame qué le contestan cuando escriba. Tengo mucha curiosidad— se aclaró la garganta y subió el tono de la voz—. Bien, ya saben en qué clase estamos y lo que se espera de ustedes. Quiero que preparen un discurso sobre un momento que haya cambiado sus vidas para… ahora mismo.

 

 

 

 

“Cuando subes al escenario no ves a las personas. Todo se difumina en una única luz en el centro de tu visión. Lo único que importa es lo bien que lo hagas. Es el momento más determinante que existe en la vida. Después de esto viene la ovación o el silencio. Y yo, aquella vez, obtuve la primera.”

 

 

Baekhyun estaba revisando el hashtag cuando escuchó los pasos apresurados a su espalda. Luego, alguien le tocó el hombro y empezó a respirar con fuerza a su lado. Al girarse, se encontró con Park Chanyeol inclinado y jadeante.

—¿Park Chanyeol?— preguntó tontamente, porque sabía quién era.

—Baekhyun… Un momento— dijo él, levantando un dedo—. ¡Vaya, pero qué rápido caminas!

Detrás de ellos, los guardaespaldas estaban esperando en silencio total a que terminaran de hablar. La situación era extraña. Baekhyun nunca había esperado mantener una conversación con Park Chanyeol que fuera más allá del saludo. Quizás estaba tan curioso como los demás sobre los carteles.

—¿Estás bien?— preguntó.

—¿Yo? ¡Claro!— respondió Chanyeol—. No planeé correr hoy y tengo la guitarra más pesada.

—Ah, vaya, lo siento.

Chanyeol hizo un gesto con la mano para restarle importancia. Ya había recuperado el aliento y se veía más fresco. Antes de hablar, miró varias veces al suelo y los zapatos de Baekhyun.

—¿Acaso quieres decir algo?— preguntó Baekhyun, incómodo por el silencio. Si alguien debía estar nervioso ahí era él.

—Sí, pero creo que no es una buena idea ahora.

—No creo que pase nada malo por hablar. Anda.

—¿Vas a responderle a los carteles?

Baekhyun se lo esperaba. De alguna manera, un montón de carteles con su nombre habían llenado la ciudad y todos lo conocían. Las personas que sabían cómo se llamaba lo tomaban como una broma. Él, sin embargo, se sentía un poco incómodo. Incluso Park Chanyeol se fijaba en él ahora.

—No lo sé. Cuando llamé no funcionó. Quizás pase lo mismo si intento escribir.

—¿¡Llamaste!?— casi graznó Chanyeol. Al darse cuenta de su súbita y ruidosa reacción, las puntas de las orejas se le pusieron rojas—. Ah, claro que llamaste. Debió ser extraño.

—Supongo. No siempre se encuentran carteles con tu nombre escrito en toda la ciudad.

—¿Te sorprendiste mucho?

Debía parecerle extraño que un extraño estuviera tan preocupado por él de pronto, pero no era así. Quizás era la cantidad de veces que lo había visto en televisión, o lo familiar que sonaba su voz por escucharla tantas veces en sus canciones, o la costumbre de que se sentara siempre frente a él, pero ahora se sentía aliviado de poder hablarle a alguien sobre los carteles. No se atrevía a hacerlo con nadie más, y eso era curioso.

—La verdad es que no sé qué pensar— confesó—. La primera vez que vi uno me asusté. ¿Qué hace eso ahí? ¿Por qué tiene mi nombre? Me preguntaba. Pero no ha sucedido nada importante. Es sólo un cartel con un número…

—Y una ID de Kakaotalk— agregó Chanyeol, en voz baja.

—... y puede referirse a cualquier Baekhyun en Corea del Sur. Supongo que estoy, en el fondo, tan interesado del asunto como todos los demás. Quiero saber quién es Baekhyun y por qué lo están buscando. También quién está detrás de los carteles.

—Entonces deberías escribir.

—¿Acaso me contestarán?

—Si le dices que eres Baekhyun, seguramente— dijo Chanyeol, mientras se acomodaba el estuche de la guitarra que le colgaba del hombro—. Está buscando uno.

—Esa persona debe tener el móvil lleno de mensajes de personas que dicen ser Baekhyun. No quisiera ser uno de esos.

—¿Crees que sea una mujer?

Baekhyun lo pensó bien. Al fondo, los guardaespaldas de Chanyeol seguían con la misma expresión indescifrable detrás de sus gafas oscuras y los brazos cruzados sobre el pecho. Los alumnos pasaban a su alrededor con cuidado, como si temieran despertarlos de un profundo sueño.

—No lo creo. No querría llamar tanto la atención si lo fuera.

—¿Entonces…?

Chanyeol se interrumpió en mitad de la pregunta al escuchar a alguien llamando a gritos a Baekhyun. Pronto, Jongdae dobló la esquina y se acercó a grandes zancadas blandiendo un dedo acusador frente a la nariz de Baekhyun.

—¡Pero mira todo el desastre que has causado!— dijo.

Abrió la boca para decir algo más cuando vio a su acompañante y sus guardaespaldas un poco más lejos. Se quedó con la mandíbula desencajada, el dedo apuntando a la nariz de Baekhyun y los ojos fijos en Chanyeol. Necesitó un par de segundos para recuperarse.

—No me dijiste que eras amigo de Park Chanyeol— dijo, finalmente.

—Jongdae, no seas ridículo— murmuró Baekhyun mientras rodaba los ojos—. Él sólo tenía curiosidad por los carteles.

—Debes estar orgulloso— comentó Jongdae—, eres tendencia global en Twitter.

—No soy tendencia global en Twitter. Los carteles lo son.

Chanyeol asintió tan rápido que Baekhyun se preguntó cómo era posible que no se lesionara el cuello. En la clase de Oratoria, había hablado sobre el día de su debut y todo lo que había sentido al ponerse de pie en el escenario.  De tanto tener que dar discursos de agradecimiento por sus premios, por todas sus entrevistas, Chanyeol era uno de los mejores de la clase. Sabía hablar. Baekhyun se había imaginado junto a él, en el escenario de su debut, mirando al público anónimo y sintiendo vacío en el estómago y cosquillas en los muslos. Le hubiese gustado ser tan bueno como él dirigiéndose al público.

—No has estado mirando correctamente— sentenció Jongdae, ajeno a su reflexión—. Revisa las tendencias de nuevo.

Baekhyun se apresuró a abrir la aplicación de Twitter en el móvil. Por el rabillo del ojo, vio que Chanyeol hacía lo mismo. Luego se quedó de piedra al notar un nuevo hashtag en la lista, ocupando el séptimo lugar.

—¿#SéquienesBaekhyun?— leyó, con el ceño fruncido—. ¿De verdad?

Jongdae le puso en la cara su propio teléfono. Hacía apenas un par de minutos, había subido una foto de Baekhyun dormido bajo una manta de la bandera de Inglaterra. Formaba parte de los miles de comentarios que alimentaban el hashtag #SéquiénesBaekhyun.

—¿Pero qué crees que estás haciendo?— preguntó Baekhyun, airado—. ¡Borra esa foto ahora mismo!

—¡Yo también quiero participar!— respondió Jongdae—. Sé quién es Baekhyun y no vas a hacer nada para evitar que se lo diga al mundo.

Chanyeol, como una sombra, se había deslizado entre ellos y ahora sostenía el teléfono de Jongdae en las manos. Miraba la fotografía con sorpresa, los ojos muy abiertos y la boca firmemente apretada en una línea.

—¡Al menos podrías haber escogido una en la que me viera bien!— se quejó Baekhyun.

—Fue la primera que vi— explicó Jongdae, encogiéndose de hombros. Le quitó su móvil a Chanyeol de las manos y observó la fotografía con orgullo—. Tomar esta foto ha sido uno de mis mejores trabajos ninja.

—¿Cuándo fue?— preguntó Chanyeol, intentando recuperar el teléfono.

—No lo recuerdo muy bien— susurró Jongdae, antes de ponerse la mano en la barbilla como si pensara con todas sus fuerzas—. Quizás una de esas veces en las que…

—Me quedé dormido en la fiesta de cumpleaños de Sehun— respondió Baekhyun.

Le quitó el móvil a Jongdae y se quedó mirando su cara en la fotografía. En ese entonces tenía el cabello pintado de rubio anaranjado y no llevaba maquillaje. Habían tenido una noche pesada, bebiendo todo el alcohol que había caído en sus manos y hablando sobre filosofía, economía y política como expertos. Arreglaron el mundo con una conversación.

—¡Pero mira cuántos favoritos tiene!— exclamó, quejumbroso.

Más de cien personas habían retuiteado a Jongdae. La fotografía de Baekhyun debía estar en la cuenta de decenas, cuando ni él mismo la poseía.

—Esto se está poniendo feo— murmuró Chanyeol, tan bajo que Baekhyun pensó que no había dicho nada.

—Venga, Park, espero que tengas tiempo para comer con nosotros.

Baekhyun se quedó congelado, con el móvil en las manos y los ojos muy abiertos. Jongdae se apresuró en recuperar su teléfono y empezar a escribir algo. Park Chanyeol asintió lentamente con la cabeza.

—Espero que sea rápido— agregó, señalándose—, tengo que ir a una grabación.

—¡Pero claro, amigo!— exclamó Jongdae, pasándole un brazo por los hombros. Al ser más bajo, tuvo que inclinar a Chanyeol hasta su altura. Los guardaespaldas cambiaron la postura a una más agresiva—. Vas a ver cómo te diviertes.

Baekhyun los vio irse sin él, hasta que se dieron cuenta que estaban solos y le llamaron desde un pasillo alejado. Sin saber muy bien cómo exactamente, estuvieron todos sentados en una mesa de la cafetería, con sus respectivos almuerzos, y envueltos en una conversación a todas luces muy divertida.

—¿Y qué te dijo Sandara Park?— preguntó Sehun, con los ojos muy abiertos.

Chanyeol esbozó una sonrisa torcida que le formó un hoyuelo en la mejilla y se acercó.

—Eso es un secreto.

Y eso pareció ser lo suficientemente hilarante, porque los demás se echaron a reír con ganas. Kyungsoo incluso se cubrió la boca con la mano libre y se echó para atrás en su asiento. Desde su esquina en la mesa, Baekhyun los miró de uno en uno, desde Oh Sehun hasta Irene. Si no los conociera a todos, pensaría que eran amigos de toda la vida. En realidad, la mitad de los que estaban presentes apenas eran compañeros de proyecto de Kyungsoo y Park Chanyeol era la estrella de la universidad. Menos que amigos, eran conocidos. Sin embargo, se comportaban como si se hubieran conocido en la primaria.

—¡No pensé que fueras tan gracioso!— exclamó Seulgi, limpiándose lágrimas de las mejillas.

—Nadie sabe muchas cosas sobre mí— respondió Chanyeol, críptico.

—Supongo que todos pensarán que andas por ahí creyéndote un ángel caído— comentó Irene, sonriente.

Baekhyun miró a los guardaespaldas de pie en unas mesas más atrás y en las entradas de la cafetería  y se preguntó, irónicamente, por qué alguien pensaría algo así.

—Es difícil hacer amigos— respondió Chanyeol, fingiendo llorar.

Jongdae empezó a hacer ruidos mientras le acariciaba la espalda y exclamaba sobre su buen amigo Chanyeol y lo mucho que sufría. La escena logró sacarle más carcajadas al grupo. Mientras tanto, Baekhyun no podía creer que Park Chanyeol, el que siempre se sentaba frente a él pero pasaba de él olímpicamente, estaba en su mesa compartiendo el mugriento almuerzo de la cafetería más barata que poseía la universidad. Además, lucía como si acabara de salir de la portada de una revista, a pesar de que sonreía con tantas ganas que se le cerraba un ojo más que el otro y mostraba todos los dientes.

—Baekhyun se tenía bien guardado el secreto— dijo de pronto Sehun.

—¿Qué?— reaccionó él—. ¿Qué? ¿Cuál secreto? ¿De qué estás hablando?

—No nos habías dicho que eras amigo de Park Chanyeol— respondió Kyungsoo, en cambio.

Chanyeol le dirigió una mirada que pretendía pedirle perdón, pero que sólo lo sorprendió.

—¿Acaso todos creen que Park Chanyeol es amigo mío?— preguntó.

Krystal puso los ojos en blanco y lo señaló con los palillos antes de responderle.

—¿Cómo no? Si fuera de otra manera, no estaría sentado en esta mesa.

—¡Vaya!— exclamó Seulgi, descansando la cara en las palmas de las manos—. Además de los carteles… ¡Qué suerte!

—¡Los carteles!— dijo Irene, señalándolo con los palillos—. ¿Ya llamaste, Baekhyun?

Baekhyun reprimió el impulso de rodar los ojos hasta dejarlos blancos. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le habían hecho esa pregunta. Bien podía empezar a idearse una respuesta para todos.

—Bueno, llamé— dijo, rascándose la nuca—. Y creo que voy a escribir.

—¿De verdad?— preguntó Krystal, emocionada—. Ya me gustaría a mí recibir toda la atención que debes tener tú ahora.

—Es como la nueva estrella de la universidad— agregó Sehun, masticando.

—No exageren— murmuró Baekhyun, fingiendo sentirse avergonzado. No lo había pensado bien, pero le agradaba saber que hablaban de él, que lo seguían con la mirada en los pasillos—, hay cientos de Baekhyun en Corea del Sur.

—Y quizás tú seas al que buscan— dijo Kyungsoo, zanjando la cuestión con una mirada aburrida que parecía gritar que quería estar en cualquier lugar menos allí.

Cambiaron de tema con facilidad, como si estuvieran acostumbrados a hacerlo, y siguieron hablando con animación, incluso cuando Chanyeol se disculpó y se fue a su grabación. Baekhyun no olvidó la sonrisa brillante de Chanyeol cuando Sehun lo invitó a almorzar con ellos otra vez.

Y de verdad Chanyeol comió con ellos la próxima vez, y la que le siguió a esa. Baekhyun también se encontró con la grata sorpresa, aunque el mismo no lo dijera en voz alta, de que Chanyeol decidiera sentarse junto a él en Oratoria.

 

 

 

 

“Hola, soy Baekhyun. Leí los carteles y ahora escribo, aunque no sé si sea yo al que buscan. Espero ser de ayuda.”

 

Al final de los créditos, Seulgi e Irene estaban llorando y Jongdae las consolaba con una sonrisa traviesa que nadie señaló. Era la noche de películas en casa de Kyungsoo y la sala de estar estaba llena de personas. Sehun había invitado a sus compañeras de investigación; Jongdae a sus amigas del grupo de música; Kyungsoo a Xiumin, quien los ignoraba a todos por enviar mensajes en el móvil. Y al lado de Baekhyun, sin haber mirado en ningún momento la película, estaba Park Chanyeol hecho un ovillo para darle espacio a los demás en el sofá.

—¿Te gustó la película?—le preguntó Kyungsoo a Xiumin. Él le respondió con un sonido que podía haber significado un sí o un no.

—A mí sí me gustó mucho. Gracias, Kyungsoo—dijo Chanyeol, en voz demasiado alta para hacerse notar, pues estaban en extremos opuestos del sofá.

De alguna manera, ambos se habían hecho muy cercanos, y Kyungsoo sólo repitió lo que decía siempre que Chanyeol abría la boca sin que le preguntaran: “un día de estos vas a despertarte en algún país de África, preguntándote cómo habrás llegado hasta allí. Y yo estaré aquí riéndome de tu miseria”.

—Eres tan malo, Kyungsoo, pero yo te perdono porque eres mi alma gemela—respondió Chanyeol, y dio un salto cuando Kyungsoo fingió que se ponía de pie para golpearle.

Baekhyun, fuera de la conversación, arqueó las cejas y sacó su móvil. No entendía por qué no se acercaban para hablar en vez de gritarse mutuamente desde extremos de la habitación. Parecía ser algo que Chanyeol y Kyungsoo disfrutaban.

—¿Qué estás haciendo?—le preguntó Chanyeol a él, en susurros.

—Reviso Twitter.

Chanyeol asintió, como si la respuesta no le sorprendiera, y siguió mirando sobre el hombro de Baekhyun mientras movía el dedo por la pantalla. Así había estado toda la película, abriéndole huecos a la cara de Baekhyun en la oscuridad y pasando de la historia, los actores y los diálogos. El chico se preguntaba qué era tan interesante en su perfil que podía hacer que el gran Park Chanyeol se dedicara a mirarlo sin descanso, creyéndose ignorado por la falta de luz.

—Oye, me gusta esa foto—señaló Chanyeol en la pantalla. Era una imagen de un gato esponjoso sobre una toalla y Baekhyun le dio favorito.

—Ya está—dijo. En el fondo quería que Chanyeol dejara de mirar lo que hacía en el móvil, pero el intenso escrutinio no se detuvo.

—Tu teléfono es muy bonito—comentó de pronto.

—Gracias, creo—respondió Baekhyun, sonriendo incómodo.

—De verdad es muy bonito.

El tono de voz lo obligó a mirarlo. Chanyeol parecía querer transmitirle un mensaje con los ojos, pero no estaba teniendo mucho éxito. Baekhyun lo dejó pasar arqueando las cejas. Creía que, si seguía fijándose tanto en lo que hacía, terminaría pensando de más en lo atractivo que era que el rabillo de los ojos de Chanyeol se curvara hacia arriba.

—El de Jongdae es más grande—le dijo, sin fijarse en su reacción—. Te recomiendo que vayas y lo veas a él.

Se puso de pie y salió de la habitación hacia el baño, libre por fin de la vigilancia a la que había estado sometido durante más de dos horas. Si Kyungsoo vio algo raro en su cara, no lo comentó. Y él estuvo el resto de la noche preguntándose exactamente qué había pasado con Park Chanyeol y su pesada mirada.

 

 

 

 

 

“Call Me Baekhyun. CMB. Pronto.”

 

Jongdae vomitó en el arbusto. Un líquido putrefacto y amarillo quedó colgando de las ramitas y entre las hojas. Baekhyun hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no hacer lo mismo. Esa noche habían salido los dos solos, porque Sehun estaba ocupado con trabajos atrasados y Kyungsoo había salido con su novia. A Jongdae se le había ocurrido beberse más de la mitad de lo que ganaba en su trabajo de medio tiempo en cocteles con nombres impronunciables y cervezas extranjeras. Baekhyun lo había ayudado. Y ahora estaban ahí, en medio de nadie sabía dónde, tratando de pasar la borrachera y no morir en el intento.

—Jongdae, ¿ya acabaste?—preguntó, recargándose en un poste de luz para recuperar la estabilidad.

—No, espera, creo que viene otra ola—anunció Jongdae, antes de inclinarse otra vez y vomitar hasta que terminó encogido a un lado de sus fluidos, gimiendo de dolor.

—¿Estás bien?—volvió a preguntar Baekhyun, sin acercarse a ayudarlo—. Creo que van a venir a asaltarnos.

—No, me estoy muriendo. Sálvate tú.

Baekhyun se deslizó hasta quedar sentado en la acera. La cabeza le daba vueltas y sentía calor en el cuello y las mejillas. Además, tenía ganas de hablar hasta quedarse sin voz.

—Creo que estoy muy borracho—dijo, asustando a Jongdae.

—Mierda, me estaba durmiendo.

—No distingo dónde acaba el suelo y empieza el cielo.

—Yo no sé de qué estás hablando. Esto es la ciudad, no existe esa línea. Sólo hay edificios y gente y autos y contaminación y carteles de Baekhyun de colores atractivos.

—Cierra la boca.

—Ciérrala tú—respondió Jongdae al instante—. Si sigues hablando, te vas a vomitar.

Un auto pasó lentamente, iluminando la cara de Baekhyun junto al poste de luz. Él sólo se cubrió con los antebrazos y esperó a que se perdiera en la lejanía.

—Yo le escribí a la persona de los carteles y no me respondió—se quejó, con la voz aguda—. ¿Acaso estoy destinado a ser un Baekhyun más en este mundo? ¿Sólo otro de los muchos que pasaran sin pena ni gloria por la vida y no serán más importantes que el polvo?

—Oye, tranquilo. No estoy lo suficientemente borracho para responder a esas preguntas con inteligencia, filosofía y esos temas de ciencias sociales que tan poco importan en la vida real.

Baekhyun gruñó. Sentía el estómago revuelto, así que imaginó que pronto él también vomitaría. Eran más de las doce y un grupo de chicas igual de alcoholizadas a ellos pasó taconeando y mostrando las piernas interminables con minifaldas y pantalones cortos.

—Jongdae, quiero ir a casa.

—¿Y cómo quieres que yo te lleve?—preguntó Jongdae, casi gritando—. ¡Difícilmente sé que no estoy en el club!

—Era un bar—corrigió Baekhyun—. Uno muy bonito con velas y mesas de madera.

—Cierra la boca. Estoy pensando qué vamos a hacer ahora.

Pasó tanto tiempo que Baekhyun se adormeció contra el poste de luz. Otro auto iluminándolo directamente lo despertó. La circulación de sangre se le había interrumpido en las piernas y le dolió ponerse de pie. El mareo de la borrachera no había hecho más que empeorar.

—¿Jongdae?—graznó, con la boca seca—. ¿Jongdae, todavía estás vivo?

Jongdae gruñó un poco, todavía encogido junto a su charco de vómito y los arbustos, antes de contestar.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde estamos?

—No sé dónde estamos—respondió Baekhyun, tambaleándose hasta Jongdae. Caminaba como un animal recién nacido—, pero deberíamos regresar ya.

—Son las dos de la mañana—informó Jongdae, mirándose el reloj en la muñeca.

—¿Pedimos un taxi?

—No quiero un taxi. Quiero una limosina con mucha agua.

—¿Y de dónde la vamos a sacar?—preguntó Baekhyun, de pie junto a lo que parecía el cadáver de Jongdae. El olor del vomito secándose le hizo arrugar la nariz.

—Oye, tengo una idea grandiosa. Toma mi teléfono y pídele a Chanyeol que nos recoja.

Baekhyun cerró los ojos un par de segundos, cuando pasó otro auto con las luces como árboles de navidad.

—¿Chanyeol? ¿Te refieres a Park Chanyeol?

—Ese mismo.

—¿Cómo es que tienes tú su número?

—Bueno, como tú no te ofreciste a darle el tuyo aquella noche de películas en la casa de Kyungsoo y el chico parecía un perrito apaleado, decidí que le daría el mío—respondió Jongdae, retorciéndose en su lugar en el suelo—. Anda, sólo llámalo. Mi móvil está en el bolsillo de atrás.

—Son las dos de la mañana, ¿qué te hace creer que nos va a contestar?—y luego lo pensó mejor y añadió—: Y él no parece un perrito apaleado.

—He pasado suficientes almuerzos con él. Sé que no habrá nada que no haga si se lo pides tú.

—¿Qué significa eso? ¿A qué te refieres?

—Sólo llama. Verás que nos llevaran a casa. Creo que se me está congelando el trasero.

Baekhyun, reacio, alcanzó el teléfono de Jongdae y buscó el número de Park Chanyeol. Justo como le había dicho, ahí estaba. Parecía que Jongdae y Chanyeol hablaban a menudo, y tenían un grupo en Kakaotalk con Sehun en el que se mandaban imágenes tontas y frases profundas de colegialas que encontraban en Twitter.

—No puedo creer esto. No va a responder.

Marcó el número, y al contrario de lo que creía, Chanyeol respondió al quinto tono. Baekhyun lo recordó en los almuerzos que había empezado a pasar con ellos, las noches de películas en la casa de Kyungsoo y los viernes de karaoke con el grupo de música. De pronto, no le pareció tan extraño que Jongdae tuviera su número. Ahora todos eran casi amigos.

—¿Chen, qué pasa? Estoy practicando—dijo Chanyeol, con la voz dos octavas más grave—. Si no es algo importante, voy a echar todos tus discos de Zhang Liyin por el inodoro del baño de hombres del segundo piso.

Baekhyun se rió, efectivamente deteniendo el monólogo de Chanyeol.

—¿Chen? ¿Enserio le dices así?

—¿Baekhyun?

El chico se seguía riendo, el alcohol ayudándole a encontrar el asunto más ridículo.

—¿Baekhyun, qué haces con el celular de Jongdae?—preguntó Chanyeol.

—Estamos en la calle y queremos que vengas por nosotros— respondió Baekhyun, ya calmado—. Eso dice Jongdae.

—¿Están solamente los dos? ¿De verdad no saben en dónde?

—Bueno, Jongdae se vomitó. Sehun está estudiando y Kyungsoo, con su novia.

—¿Bebiste?

—¡Claro que sí!—dijo Baekhyun—. ¿Qué más creías?

—Oh, mierda, claro.

A través del teléfono, Baekhyun escuchó a Chanyeol pidiendo disculpas y su respiración agitada al correr. Mientras tanto, él se había dedicado a explicarle con lujo de detalles cómo Jongdae había caído casi inconsciente después de vomitar.

—Sí, muy interesante, Baekhyun. Ahora podrías decirme exactamente dónde estás.

—Podría, pero no lo sé.

—No puede ser cierto—se quejó Chanyeol, en voz baja—. Voy a colgar. No se muevan de donde están.

—¿Vas a venir por nosotros?—preguntó Baekhyun, frunciendo el ceño—. Porque si sólo vas a colgarme porque no paro de hablar bien te puedes ir yendo al infierno, Park Chanyeol.

—No, no es eso, de verdad que no estoy cansado de escucharte hablar, Baekhyun…

Baekhyun sonrió al escucharlo explicarse, como si lo hubiesen encontrado haciendo algo malo.

—… voy a rastrear el teléfono de Jongdae y los voy a encontrar.

—Oye, y podrías comprarme comida de camino. Tengo hambre.

—Está bien, creo. La llevaré.

Cuando Chanyeol llegó, conduciendo un Mercedes, Baekhyun se las había arreglado para vomitar dos veces y caer rendido junto a Jongdae. El mareo había pasado, y con él, las ganas de hablar todo el tiempo.

—¿Están dormidos?—preguntó Chanyeol en voz baja.

Baekhyun negó lento, porque temía volver a vomitar si se apresuraba, y aceptó la ayuda de Chanyeol para ponerse de pie. Jongdae se había dormido encogido junto al arbusto y no respondía. Mientras tanto, él caminó hasta el auto y se quedó mirándolo

—¿Tuyo?—preguntó.

—Sí, es mío—dijo Chanyeol, cargando con Jongdae—. Traje tu comida, está ahí.

Dentro del auto había una bolsa llena de comida basura que Chanyeol había, probablemente, comprado en una de esas tiendas abiertas las 24 horas. Baekhyun frunció el ceño.

—Sabías que lo de la comida era broma, ¿no?

Chanyeol dejó a Jongdae, o lo que parecía su cadáver, en el asiento de atrás y se volvió un momento hacia Baekhyun. Tenía los ojos muy abiertos, pero la expresión cansada, como si no hubiera dormido bien. Baekhyun sabía que Chanyeol no había estado durmiendo cuando lo llamó, pues él mismo había dicho que estaba practicando. Eso podría explicar su cansancio. A pesar de que ahora pasaban más tiempo juntos, no hablaban mucho, y Baekhyun no sabía nada sobre la carrera de Chanyeol, más de lo que salía en los tabloides de noticias y los fan clubs.

Ahora, al menos, podía jactarse de que, en la clase de Oratoria –la única que tenían juntos-, Chanyeol se sentaba a su lado, y ya no al frente. Y a veces, incluso, hablaban.

—¿Entonces no te lo vas a comer?—preguntó Chanyeol, luciendo, como había dicho Jongdae antes, parecido a un perrito apaleado.

—No, bueno, sí—respondió Baekhyun, sentándose en el asiento del copiloto y abriendo una bolsa de papas—. Creo que mi estómago lo soportará.

Chanyeol abrió varias veces la boca, como queriendo decir algo, pero al final sólo se sentó y empezó a conducir. Culpando al alcohol, que quizás lo hacía más observador, Baekhyun se fijó en la actitud de Chanyeol. No es que el chico fuera la mariposa social más grande de la universidad, pero sí solía ser extrovertido, sin miedo a interactuar con la gente. Sin embargo cuando se trataba de hablar con Baekhyun, parecía que caminara sobre arenas movedizas. Nunca le decía algo sin que pareciera que lo había pensado más de dos veces, y andaba a su alrededor con extremo cuidado, como si Baekhyun decidiera, de un momento a otro, explotar con cualquier cosa.

—Oye, Chanyeol—dijo Baekhyun, después de un rato. Iban de camino a la casa de Jongdae, y el aire acondicionado le había hecho bien a su ebriedad. Al menos ya sabía dónde estaba—, gracias por traerme comida. No tenías que hacerlo.

—No me costó nada, de verdad.

—Te llamamos a las dos de la mañana y además te pedí que me compraras algo. Te debo una.

Chanyeol lo miró de reojo, moviendo la boca hacia un lado y hacia el otro. Parecía haber olvidado hacia qué lado debía sonreír para que se viera el hoyuelo de su mejilla. Era un gesto que Baekhyun había aprendido a identificar, junto a la sonrisa que era todo dientes y un ojo más cerrado que el otro y las poses con la V de victoria que siempre tenía en las fotos.

—Bueno, ¿estás muy borracho ahora?—preguntó Chanyeol, sonriendo de lado.

—¿Y por qué la pregunta? – dijo él, abriendo otra bolsa de chucherías. Había descubierto que sí tenía mucha hambre—. Creo que ya no. Si vas a hacer algo idiota y esperar a que yo no lo recuerde mañana, no estoy lo suficientemente borracho.

—Ah, ya.

Después de un momento en el que ninguno de los dos dijo nada, Baekhyun se aclaró la garganta y habló, siempre mirando al frente.

—Ibas a hacer algo idiota, ¿no?

—Sí, iba a hacer algo muy estúpido—dijo Chanyeol, como si se quejara—. Pero ya no. Ya lo pensé mejor.

—Hazlo. Me siento particularmente bueno hoy y no te juzgaré.

—Promételo.

—Lo prometo por estas frituras, que son lo mejor que he probado esta noche.

—Bien—Chanyeol tomó aire y suspiró, como si se estuviera llenando de valor—. Quería decirte que si quieres devolverme el favor, deberías salir conmigo.

Baekhyun se rió, pensando que era una broma, igual a la que él le había hecho a Chanyeol por teléfono, pero su risa se fue apagando hasta que el coche se llenó de silencio al ver la mueca que jalaba los labios de Chanyeol hacia abajo.

—¿No estás bromeando?

—Te dije que era muy estúpido. Ahora podemos olvidarlo.

—No, es que quizás sí estoy un poco, sólo un poquito, borracho. Normalmente no me reiría—aclaró. Cuando Chanyeol todavía no sonrió, Baekhyun continuó—: Deberías sentirte orgulloso, porque no suelo devolver este tipo de favores. Pero supongo que puedo hacerlo porque te lo debo… Eso es un sí, porque creo que no me hice entender bien.

—No quiero que lo hagas porque…

—Cállate, Park Chanyeol. ¿No estás escuchando eso?

Chanyeol frunció el ceño y ambos se miraron un par de segundos antes de que el auto frenara, enviando a Baekhyun hacia delante para que se golpeara la frente con el parabrisas.

—¡Ay, eso me dolió!—se quejó.

Chanyeol se estaba tratando de quitar el cinturón de seguridad sin mucho éxito.

—¡No, Chen, por favor! ¡No te vomites ahí!

Pero ya era tarde.

 

 

 

 

“—¿Me dices que no lo has visto?

—Que no, Kyungsoo. Creo que he tenido suerte de no ahogarme en planos de todo lo que he tenido que estudiar esta última semana. Si tanto te interesa, puedes contarme. Anda, seré todo oídos hasta dentro de una hora, porque tengo clase con el maestro Im y sabes que él me odia.

—No es tan importante. Sólo que hay un nuevo reality show después del drama favorito que ve mi novia.

—¿Y por qué es tan importante?

—Se llama ‘¿Quién es Baekhyun?’ y hay más de veinte participantes que cumplen misiones. Según lo que leí, van a encontrar al Baekhyun de los carteles y lo presentarán en sociedad. Tienen que cantar y bailar y hacer todas esas cosas ridículas…

—¿Estás diciéndome que le han hecho un reality show a los carteles con mi nombre?

—Es lo que te estoy diciendo, sí. Me sorprende que no te hayas enterado an… ¿A dónde vas?

—Al rincón más oscuro y secreto de la biblioteca, donde nadie pueda encontrarme.”

 

Se iban a encontrar frente a un edificio de aspecto destartalado en una parte de la ciudad que Baekhyun no sabía que existía. Normalmente, a la media noche, él estaría metido de cabeza en su cama, tratando de recuperar el sueño perdido por la época de exámenes; no en medio de ninguna parte, congelado hasta la última punta del cabello y esperando por alguien que llegaba tarde. La ciudad en la noche debería dar miedo, pero estaba sorprendido de ver a muchos jóvenes como él paseándose por ahí como si fuera pleno día en Gangnam. Casi hasta le hacían olvidar la espera y lo extraño de la situación.

—¡Baekhyun!—le llamaron, y él giró hacia la dirección de la voz.

Park Chanyeol venía corriendo en sus muy largas piernas dentro de un par de pantalones muy apretados. Se había pintado el cabello de negro y lo tenía tan desordenado que no podía ser obra de la suerte, alguien debía habérselo peinado así. También traía un estuche de guitarra colgando de un hombro, dándole a su figura un par de centímetros más.

—Llegas tarde—fue lo único que dijo Baekhyun cuando Chanyeol por fin estuvo frente a él.

—Lo sé, lo siento—dijo el chico, respirando profundamente—. Espero que no me hayas esperado durante mucho tiempo.

—No fue tanto… De todas maneras, ¿por qué te tardaste?

—Ah—exclamó Chanyeol, rascándose la parte de atrás del cuello con una mano—, tuve que convencer a mi manager de que no haría nada estúpido. Ya sabes, para que no me acompañara.

Baekhyun no sabía, pero aun así asintió. Se dio cuenta que era la primera vez que ambos estaban solos, además de las clases de oratoria –que en realidad no contaban porque más de la mitad de los alumnos eran fanáticos de Chanyeol y él, siempre tan amable, terminaba enredado en cuanta conversación empezaran con él-. Y era una cita, o algo así. Estaban saliendo, eso era seguro.

—¿Y ahora qué?—preguntó Baekhyun, metiendo las manos en los bolsillos. Después de escucharse a sí mismo notó que había sonado grosero, así que se apresuró en añadir algo más—: Parece un lugar muy interesante y nunca lo he visto antes y me gustaría saber si lo conoces o algo, porque creo que lo conoces o no me habrías invitado…

—Sí, en realidad…— lo interrumpió Chanyeol, acomodándose la guitarra en el hombro—, quería mostrarte este bar…

—¡Un bar, qué buena idea! Es lo que yo habría planeado también…

Chanyeol sonrió lentamente hacia el lado en que tenía el hoyuelo. Debía saber que se veía especialmente guapo así, porque lo hacía a menudo cuando Baekhyun estaba cerca. El chico interrumpió su monólogo definitivamente, cerrando la boca al escuchar la sarta de tonterías que estaba soltando por el nerviosismo.

—Y sí, eso, el bar—finalizó, con un movimiento de cabeza para acomodarse el cabello en la frente y no verse como un total idiota.

—Oye, Baekhyun, ¿alguna vez has escuchado mi música?

Baekhyun lo miró entre las pestañas, pensando rápidamente. ¿Era una pregunta capciosa? ¿Debía responder de alguna manera?

—Parece que no…— murmuró Chanyeol, mirando hacia la calle donde un par de parejas en abrigo entraban a un local—. Quizás esta noche… Digo, está bien, es seguro…

—Sí he escuchado algunas—confesó, levantando las manos en señal de rendición—. Unas dos o tres, creo. No soy tu mayor fan…

Chanyeol amplió la sonrisa hasta convertirla en una de esas que le cerraba un ojo más que el otro y tomó el brazo de Baekhyun.

—¡Eso es suficiente! Vamos entonces.

Luego lo llevó por las calles, caminando como si las conociera como las palmas de sus manos, hasta una puerta oscura donde un grupo de personas charlaba animadamente. Cuando vieron a Chanyeol se quedaron quietos de asombro, con los ojos y la boca muy abiertos.

—¿Está lleno?—preguntó Chanyeol, señalando la puerta negra.

Una chica con el cabello rubio negó y le hizo un gesto con la mano.

—Entra, Park Chanyeol—dijo—. Siempre hay espacio para ti.

Cuando entraron, Baekhyun tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la luz del interior, que era poca. Le recordó vagamente al bar que Jongdae y él habían visitado hacía un par de semanas, cuando Jongdae le vomitó el coche a Chanyeol después de que le hubiera pedido una cita. El lugar sólo tenía luces amarillas. Algunos focos colgaban del techo, en esa simpleza que trataban de imitar los videos musicales de las bandas de rock alternativo que tanto veía Kyungsoo. Otras luces, más bonitas, estaban pegadas en las paredes, formando complicadas figuras. En el centro de las mesas había una vela blanca que apenas iluminaba los platos y los vasos que le servían a la gente.

—Vaya, es muy… americano.

—Ya verás.

Baekhyun iba a sentarse en la primera mesa libre que había visto, pero Chanyeol se dirigió directamente a las que tenían un cartel blanco que decía “Reservado”.

—¿Estás seguro de que podemos sentarnos aquí?—preguntó Baekhyun, sin atreverse a acercarse a la mesa. Podía estárselo imaginando, pero sentía que todos lo estaban mirando.

—Por supuesto que sí—respondió Chanyeol, demasiado cómodo para su gusto. Dejó a un lado la guitarra, apoyándola contra la mesa, y le señaló al frente—. Aquí es donde podremos ver mejor el escenario.

Antes de que pudiera preguntar alguna tontería, Baekhyun se sentó en la silla frente a Chanyeol y se dio cuenta que sí, efectivamente había un escenario, y la música que había estado sonando, tranquila y agradable, que él había pensado que se trataba de una grabación, estaba en realidad siendo interpretada en vivo. Por el rabillo del ojo, notó que Chanyeol movía los pies al son de la batería, y no pudo evitar sonreír. Una pequeña banda, con una chica con las puntas del cabello pintadas de azul, tocaba una canción sobre el desamor en los años de juventud y el sufrimiento de una mujer.

Era su primera vez en un bar de música en vivo, y le sorprendió lo real que parecía todo. Siempre había visto lugares así en las películas e, incluso, en los videos. Estar sentado ahí, en uno de verdad, lo hizo emocionarse. Sentía muchas ganas de cantar, aunque no se sabía la letra; también le cosquilleaba el interior de los muslos. Tuvo que mirar alrededor para asegurarse que no estaba soñando.  Las personas sentadas junto a ellos miraba su mesa con atención, como si quisieran abrirle hoyos a Baekhyun.

—Sí nos están mirando…— murmuró para sí—, pensé que me lo estaba imaginando.

Miró a Chanyeol, que ya había cerrado los ojos y movía los labios formando las palabras de la canción en silencio. La luz de la vela le daba un aspecto etéreo a su cara, como si no existiera realmente ahí, donde Baekhyun lo estaba mirando.

—Gracias por invitarme—dijo Baekhyun, interrumpiendo el trance.

Chanyeol abrió los ojos y lo miró con sorpresa, como si lo viera por primera vez.

—Ah, no es nada… Dijiste que saldrías conmigo y yo pensé que… bueno, quería traerte aquí, desde hace mucho tiempo.

Baekhyun enarcó las cejas, interesado, pero no pudo decir nada cuando alguien le apretó el hombro a Chanyeol. La cara del recién llegado le parecía conocida, pero no lograba ponerle un nombre.

—¡Chanyeol, qué sorpresa verte por aquí!—dijo el extraño, sonriendo—. Pensé que estabas muy ocupado preparando tu nuevo álbum.

—Siempre hay tiempo para la música, Yixing.

Entonces un foco se encendió en la cabeza de Baekhyun. Zhang Yixing también era bastante famoso y tocaba el mismo género de música que Chanyeol. El chico creía haber escuchado que ambos habían hecho juntos un par de canciones.  Yixing tenía la voz tan dulce como un tarro lleno de miel, y Baekhyun quizás tenía sus dos primeros discos de estudio escondidos debajo del colchón. Tuvo que apretar los labios para evitar pedirle un autógrafo.

—Él es Byun Baekhyun—lo presentó Chanyeol.

—El famoso Byun Baekhyun—dijo Yixing, inclinándose y dejándole ver más de cerca una de las sonrisas con hoyuelos por las que era tan famoso—. Me alegra verte por fin.

—¿Famoso?

—De la clase de oratoria, ¿verdad? Un pajarito me ha dicho que los carteles de…

—Es por lo de los carteles, nada más—se apresuró a interrumpir Chanyeol, dándole a Yixing una mirada torva—. Nada más—repitió.

—Yo no voy a ser la persona que haga que Luhan pierda su trabajo—comentó Yixing, levantando las manos en son de paz. Le dio un último golpe a la espalda de Chanyeol antes de irse—. Dile a tu chico que es una lástima que no esté participando en “¿Quién es Baekhyun?” porque, no sé bien, pero estoy seguro de que él habría ganado.

Baekhyun vio a Yixing irse con la duda dándole vueltas en la cabeza. Cuando se giró para preguntarle a Chanyeol, notó que el chico tenía las mejillas, el cuello y las orejas rojas. Sonrió, burlándose.

—¿Hay algo que debería saber?—preguntó. Chanyeol gruñó y lo miró. Sus ojos estaban oscuros, llenos de algo que hizo que la sonrisa de Baekhyun temblara. Parecía que Chanyeol pensaba que nunca había visto a algo tan asombroso como él en su vida—. ¿Tu… chico?

Una chica pasó y dejó junto a Chanyeol un vaso lleno de una bebida espumosa y humeante.

—¡Lo de siempre, Park!—dijo, guiñándole un ojo. Entonces por fin se percató de Baekhyun y se cubrió la boca, apenada—. Ay, no te había visto.

—Está bien—murmuró Baekhyun.

—Podrías traer otro para él—añadió Chanyeol.

La chica asintió, todavía cubriéndose la boca.

—¿Te vas a quedar después de que Wendy termine?—preguntó ella.

—Traje la guitarra, así que voy a tocar algo cuando haya turno.

—Te pondré después de Yixing—dijo la chica, recuperando su buen humor—, y a ti te traeré uno de estos—continuó, señalando el vaso que antes había dejado sobre la mesa.

Baekhyun la observó irse, así como todas las personas sentadas en las mesas cercanas.

—Toma esta—dijo Chanyeol, efectivamente deteniendo su observación de las otras mesas.

—No, es tuya.

—Tómala, tardarán en traer la otra y a mí no me importa esperar.

Baekhyun miró la bebida para no tener que ver a Chanyeol. Algo había cambiado en un par de minutos y se preguntaba qué sucedería de ahora en adelante. Apretó el vaso entre las manos y fingió sentir interés por la chica que ahora cantaba acerca el primer amor sobre el escenario. Sus intentos de ignorarle estaban siendo exitosos, hasta que sintió las manos de Chanyeol rodear las suyas alrededor del vaso.

—¿Pero qué…?—preguntó, alarmado. Chanyeol le miró desde el otro lado de la mesa con una sonrisita de medio lado—. Chanyeol…

—¿Sabías que me gustas mucho?—dijo él, interrumpiéndolo.

Baekhyun sonrió, más que todo por los nervios. Quizás le estaba creyendo, pero no podía evitar sentir que todo era una broma muy bien organizada.

—Ajá, ¿y desde cuándo?—preguntó, en vez de confesar que estaba sorprendido.

—Desde el primer día que entré a clase de oratoria—respondió el otro, sin parpadear ni tartamudear. El algo en sus ojos había regresado y Baekhyun se sintió demasiado consciente de sí mismo. Se preguntó si estaba bien peinado, si el delineador en sus ojos se había corrido, si los labios se le veían muy pálidos—. Pensé que sería aburrido, pero luego te vi ahí sentado. Estabas jugando algo en el móvil y no me viste entrar y creí que si hacía un poco de ruido te podrías fijar en mí. Pero cuando por fin me miraste, fue como si no hubieras visto a Park Chanyeol y yo… no sé, no pude juntar el valor para hablarte. Así que sólo me senté frente  a ti, esperando el día en que lo hicieras tú.

—¿Esto va en serio?

—Muy en serio—aseguró Chanyeol, confirmándolo con un apretón de manos—. Tú nunca me hablaste, claro, pero a mí todavía me gustabas muchísimo.

—No te creo—dijo Baekhyun, con la voz temblorosa. Todavía no dejaba de sonreír, pero movía la pierna una y otra vez en un tic nervioso bajo la mesa.

—Las últimas canciones que he escrito hablan de ti.  

Baekhyun buscó en su memoria las canciones de Chanyeol que conocía. Eran muy pocas, comparadas con la trayectoria musical que tenía, pero logró lo que quería; encontró tres canciones que no le habían parecido nada importantes, pero que ahora eran todo lo contrario.

—Los días del fuego—susurró, casi con alarma—, oh, soy el chico de Los días del fuego.

Chanyeol le apretó más las manos alrededor del vaso.

—Sí, es una. Hay otras como…

—El quinto puente y esa otra con nombre raro… ¡Un largo viaje como un largo sueño!—negó con la cabeza, riéndose en voz baja—. No, en serio, esto no puede ser cierto.

—Vaya, conoces ese tipo de canciones—observó Chanyeol, sorprendido—. Solamente unas pocas personas saben de esa última. ¿De dónde…?

Baekhyun lo calló chistando y miró la bebida en sus manos. Recordaba otras cosas a las que no le había prestado atención antes.

—¡El primer día que me hablaste!—exclamó Baekhyun, de pronto.

—¿Qué pasó ese día?

—Pensé que sólo habías pronunciado mal pero creo que… ¿me dijiste que veía bonito?

Chanyeol se rió, como si fuera la cosa más ridícula que hubiera escuchado, pero tenía las orejas rojas otra vez.

—Oh, dios mío—murmuró Baekhyun, sin apartar las manos del vaso y los ojos de Chanyeol—. Oh, dios mío… —repitió—. Había pistas.

—¿Pistas?

—Cuando estábamos en la noche de películas en casa de Kyungsoo y te quedaste mirándome mientras escribía mensajes de texto, ¿esa fue la noche en que querías que te diera mi número? Y el viernes de karaoke después de eso, cuando pedimos una pizza y tú me diste tu rebanada porque la mía se había caído al piso. Y después, cuando Jongdae estaba borracho y dijo… ¿Qué dijo? Dijo… dijo que había pasado suficientes almuerzos contigo para saber que no habría nada a lo que te negaras si lo pedía yo. ¡Y también me compraste comida a las tres de la mañana!.. Oh, dios mío.

—No digas todo eso así, me hace sentir ridículo.

—Es que es todo tan… ¿por qué ahora?

Chanyeol pareció sorprendido por la pregunta, porque se tomó su tiempo en responder. Mientras tanto, la misma chica de antes trajo otra bebida, que ambos ignoraron, y Wendy dio paso a un chico con el cabello pintado de rosado que dio tres pasos en el escenario y se cayó de frente antes de empezar a cantar.

—Bueno, tenía pensado confesarme en la tercera cita, con flores y globos y esas cosas. Incluso estaba ideándolo todo con Kyungsoo—Chanyeol se interrumpió para sonreír nervioso, como si él mismo no se pudiera creer lo que estaba diciendo—, pero luego aparecieron Yixing y Luna y tú te estabas burlando de mí y pensé, ¿por qué no simplemente hago lo que tengo que hacer y luego me arrepiento? Si me rechazabas, tenía pensado escribir una canción tan triste que hiciera llorar a Jongdae y luego…

—Eso fue mucho para haberlo planeado hace… tan poco tiempo—comentó Baekhyun, sonriendo igual que él y con el tic nervioso en la pierna de regreso.

—¿Me vas a rechazar? Porque si no lo haces creo que no tengo nada planeado.

—¿Y no se te ocurre nada ahora?

—Eso es un “no te voy a rechazar”, ¿verdad?

Como toda respuesta, obtuvo una ceja arqueada.

—Se me acaba de ocurrir algo estúpido.

—Suéltalo.

—Deberíamos salir y besarnos.

—Chanyeol, en serio.

—No puedes culparme. He esperado esto desde el principio del semestre. ¿Acaso no quieres?—preguntó.

El chico de verdad quería una respuesta, pues estaba apoyando medio cuerpo en la mesa. Había sido un milagro que no tirara las bebidas y no se prendiera la ropa en fuego con la vela. Baekhyun se lamió los labios antes de responder.

—Creo que podemos hacerlo…

Lo siguiente de lo que fue consciente fue el apestoso olor del callejón detrás del bar en el que estaban metidos. La música se escuchaba ahogada por las paredes de ladrillos, pero pudo identificar la voz de Yixing cantando una de sus canciones favoritas con el único acompañamiento de una guitarra. Luego, Chanyeol lo estaba besando. Y no es como si Baekhyun no hubiera besado antes, porque sí lo había hecho, pero nunca se había encontrado con alguien que lo besara con tanta urgencia.

Chanyeol lo besó desesperado, subiendo y bajando las manos por sus costados con velocidad. Apenas lo dejaba respirar. El interior de su boca estaba cálido y húmedo. Y pronto la cabeza le empezó a dar vueltas y los besos le enviaron corrientes eléctricas hacia el sur. Fue casi demasiado, cuando sintió que se le salía todo el aire de los pulmones y sólo pudo pensar ChanyeolChanyeolChanyeol, como un mantra.

—Lamento interrumpir, pero creo que te están esperando.

Al instante, Baekhyun bajó la cara. Sin haberlo planeado, los labios de Chanyeol se cerraron mojados sobre su sien.

—¿Qué?—preguntó el chico, con la voz una octava más grave y después de haberse aclarado la garganta.

—Te están esperando, Park—repitió Luna, cruzándose de brazos y sonriendo burlona—. Sé que hay cosas más interesantes que puedes hacer aquí, pero si te inscribes en la lista tienes que cantar aunque se esté cayendo el mundo.

—Sí, claro, bueno.

Baekhyun se arregló la ropa lo mejor que pudo sin tener un espejo al frente. Casi se echó a reír al pensar en lo que había acabado de pasar, pero Luna le ganó.

—Mira que traerlo hasta aquí. Pudiste haberme pedido alguna habitación cerca de la cocina, donde no oliera como si alguien se hubiese acabado de morir.

Chanyeol se rió nervioso, rascándose la nuca, antes de abrir la puerta de atrás del bar y hacerle un gesto a Luna.

—Después de ti.

—Por supuesto, Park—dijo ella, antes de deslizarse dentro.

Baekhyun lo miró sin moverse.

—¿Vas a cantar?—preguntó.

—Me gustaría quedarme aquí pero Onew ya terminó y Luna es muy severa con los horarios.

—Podemos seguir después.

—Sí, por supuesto, claro, sí mil veces… Voy a tocar la canción en la que estoy trabajando. ¿Quieres saber cómo se llama?—dijo, y no esperó respuesta, porque continuó con el mismo tono animado pero grave, quizás por la promesa de más tarde—. CMB. Call Me Baby.

Baekhyun frunció el ceño. El nombre le sonaba de algo, pero no lograba recordarlo. Era como ver la cara de Yixing otra vez sin reconocerlo. Chanyeol lo llamó y el chico decidió dejarlo pasar. Esa fue la primera vez que escuchó CMB, y la única que lo hizo sin maldecirla.

 

 

 

 

“—Te digo que se llama Byun Baekhyun y está en su clase de oratoria.

—¿Podrías jurarlo?

—Yo lo vi. Estaban juntos en Red Light y luego salieron un rato.

—¿Con Chanyeol?

—Sí, y tocó CMB, Luhan.

—Yo le dije que no mostrara la canción hasta que lanzáramos el álbum.

—Bueno, estaba con su chico. Yo creo que tus advertencias no le importaban mucho.

—¿Mucha gente se dio cuenta, Yixing?

—¿Qué estaba con ese chico? Claro, casi todo el bar. Si vas a hacer algo, es mejor que lo hagas ahora, porque si sigue así va a filtrar todas las canciones del álbum antes de tiempo.”

 

Baekhyun entró como una tormenta en el edificio de artes. Detrás, como fieles seguidores, estaban los alumnos que lo habían visto -a él y a los carteles- corriendo como si dejara una estela de estrellitas que todos pudieran admirar y seguir.

—¿Dónde está?—bramó.

Toda su ropa era negra, y se había echado la capucha de la chaqueta sobre la cabeza, así que varios lo habían confundido por Kyungsoo en el camino, incluyendo a Jongdae.

—¡Oye, tú Byun, detente!—gritó Jongdae, desde la entrada. El cabello se le pegaba en la frente por el sudor y respiraba como si hubiese corrido la maratón—. ¿Qué rayos es lo que está pasando?

La multitud se abrió para que Baekhyun pudiera dirigirse a Jongdae sin interrupciones. Había una multitud de cámaras de teléfono celular apuntadas hacia ellos. Se sentía como una celebridad, y no le estaba gustando en la más mínimo.

—¿Estás preguntando qué está pasando?—preguntó con los dientes apretados y dando pasos grandes que querían ser agresivos—. ¿De verdad lo estás haciendo?

Jongdae lo enfrentó frunciendo el ceño e irguiéndose, a pesar de que todavía no alcanzaba a recuperar el aire. Se miraron en medio de la multitud como si se tratara de una película mala de romance. Sin embargo, lo que más quería hacer Baekhyun era arrancar cabezas.

—¿Es por lo de los carteles?—dijo Jongdae, tanteando terreno.

—¿CÓMO NO VA A SER POR LO DE LOS CARTELES?—casi chilló él, furioso—. ¡Hay periodistas fuera de mi casa! Tuve que vestirme como un ladrón porque no podía salir sin que un montón de personas me metiera micrófonos por la nariz preguntándome si conocía a la persona de los carteles.

—¿Fueron hasta tu casa?

—Hay un show de realidad de mierda en televisión sobre los carteles, ¿de verdad has sido tan estúpido de creer que me dejarían en paz?

—No pensé que llegaría tan lejos…

—Hay miles de carteles que dicen que yo soy el Baekhyun que buscan desde hace semanas. Me están siguiendo en la universidad. ¿Necesito más razones para querer colgar a Park Chanyeol del edificio más alto de esta maldita ciudad?

Jongdae suspiró. No tenía ni idea de qué había pasado en tan poco tiempo. Ni siquiera había desayunado antes de conducir como loco hasta la universidad para saber si los rumores eran ciertos.

—Chanyeol no ha hecho nada—dijo Jongdae, a falta de algo mejor.

—¿Que no hizo nada?—repitió Baekhyun con los dientes apretados—. Los carteles dicen que el que debe llamar es Byun Baekhyun de la clase de oratoria. DE LA CLASE DE ORATORIA. ¿Qué otra persona, además del idiota ese, va a tener suficiente dinero para pagarlos?—su pregunta tenía una respuesta tan obvia que Jongdae no se atrevió a responder—. Y el maldito cartel dice CMB. ¿Sabes quién tiene una canción nueva que, oh sorpresa, se llama igual? Sí, el idiota ese.

—Baekhyun…

—Sólo dime dónde está, a ver si le puedo partir la cara.

Jongdae miró a la multitud una vez, que grababa todo con ojos de halcón, y recordó los carteles que él mismo había visto en su camino hacia la universidad.

—Está en el tercer salón de música.

—Gracias—dijo Baekhyun, antes de salir corriendo escaleras arriba por la facultad de artes.

Si lo siguieron, no le importó. Sentía el enfado como un incendio en su interior que lo estaba arrasando todo, llevándose consigo todo lo bueno que hubiese podido suceder en las últimas semanas. Encontró a Park Chanyeol en el salón de música que le había dicho Jongdae, afinando una guitarra con expresión melancólica. No se percató de que Baekhyun había entrado hasta que le arrebató la guitarra de los brazos y la lanzó sin ceremonias al suelo. Escuchó el sonido que hizo al romperse, pero no relajó ninguna parte de su cuerpo.

—¿Pero qué…?—empezó, pero se interrumpió al ver a Baekhyun y se puso pálido como un muerto.

—¿Qué te he hecho yo? Dime. ¿Qué mierda te he hecho yo para que ahora toda la ciudad sepa quién soy?—preguntó Baekhyun. A cada palabra sentía el enfado creciendo a pasos agigantados.

—Puedo explicarlo…

—Hay reporteros fuera de mi casa. Mis padres tuvieron que cambiar de línea porque un montón de periodistas de mierda estaban llamándolos para una entrevista. ¡Incluso los productores del reality show me escribieron un correo electrónico para que me uniera a su programa!—soltó Baekhyun, casi sin respirar—. ¿Cómo puedes explicar eso? ¿No decías que te gustaba mucho?—hizo una pausa para recriminarle a Chanyeol con la mirada—. Pues no lo parece.

—Baekhyun, yo… Si hicieras silencio un momento yo podría…

—¿Me estás callando? ¡Yo voy a decirte todo lo que quiera, Park Chanyeol! ¿Qué se supone que haga ahora?

—¡No pensé que lo de los carteles crecieran hasta este punto!

—¿Entonces qué pensabas que iba a suceder? Vamos, ilumíname con tu sabiduría, gran estrella de la música.

Chanyeol frunció el ceño, todavía con la cara blanca como la tiza, y levantó las manos en un gesto universal de rendición, enseñando las palmas.

—No tienes que decirlo así…

Baekhyun sintió tanta rabia que no pudo contenerse. Le había costado mantener la compostura desde que había visto la primera cámara en el portal de su casa, y cuando por fin se liberó, fue como si se rompiera un dique. Y entonces lloró.

—Baekhyun, ¿estás llorando?—preguntó Chanyeol, de pronto asustado.

—¡No, se me metió algo en los ojos!—gimió Baekhyun, tan enojado que ya ni le importaba la exhibición que estaba haciendo de sí mismo—. Claro que estoy llorando, grandísimo idiota, porque estoy furioso y molesto y enfadado y sólo quiero matarte. ¿A quién se le ocurrió la increíble idea de poner esos carteles? Voy a encargarme yo mismo de organizar su funeral.

—Oye, por favor cálmate…

—No me voy a calmar porque estoy furioso—repitió Baekhyun, en el mismo tono urgente—. Siempre lloro cuando estoy furioso. Y no puedo detenerme, ¿entiendes? Y eso me pone más furioso.

Chanyeol miró hacia los lados, en pánico, y se detuvo un momento en la guitarra partida a la mitad en el suelo. Pronto la ignoró y se inclinó hacia su mochila.

—Voy a darte un pañuelo para que puedas limpiarte—dijo, tendiéndole una mano—. Pero, por favor, deja de llorar.

—No quiero tus pañuelos, Park Chanyeol, quiero que sufras—se negó, esnifando. Y luego añadió—: Y mucho.

Sin embargo, Chanyeol no lo escuchó o prefirió ignorarlo, porque, sin saber muy bien cómo, terminó sentado en el suelo junto a él, limpiándose la nariz con un pañuelo de papel. Había logrado callarlo, al final.

—Todavía estoy muy enojado—dijo, después de un rato.

Chanyeol hizo un sonido de afirmación.

—¿Tanto como para no escuchar lo que tengo que decirte?

—Sí—respondió Baekhyun, sin dudarlo—. Quiero que arregles todo esto. Y entonces pensaré en escucharte.

—Pero, Baekhyun…

Baekhyun no miró atrás cuando salió del salón de música, apretando con fuerza en la mano el pañuelo usado. Abajo lo esperaban las cámaras y debía mostrarse fuerte. A nadie la gustaba ver personas llorando de verdad en televisión.

 

 

 

 

 

“—El nombre del álbum y la canción que va a promocionar en los programas de música es CMB. Call Me Baby.

—Pensé que las personas como Chanyeol no se presentan en esos programas de música.

—Pues ahora lo va a hacer, porque la campaña publicitaria del álbum ha sido un éxito... Oye Kyungsoo, pásame una rebanada de pizza… Lo que estaba diciendo, todos saben sobre CMB y habría sido estúpido no promocionarla. Habrá mucho dinero y fama y todas esas cosas brillantes y bonitas que te venden las películas.

—¿Crees que gane?

—Muchos comprarán CMB, aunque sea solamente porque hubo un tiempo en el que se trató de Call Me Baekhyun. La gente no olvida tan rápido ese tipo de noticias. Ganará, puedes apostar por ello.

—¿Y sabes tú…? Sehun, no mastiques con la boca abierta… Así está mejor. ¿Ves que es fácil mantener buenos modales en la mesa?... En fin, Jongdae, ¿sabes quién ganó ‘¿Quién es Baekhyun?’?

—Por supuesto que sí, ¿por quién me tomas? Vi ese programa hasta el final… Fue un tal Jeon Baekhyun. Buen bailarín, mucho mejor actor. Medía casi dos metros… Ahora que lo pienso, creo que fue por eso que le gustó tanto al público. A mí había otro Baekhyun que me gustaba más. ¿Pero qué se puede hacer con estos concursos? Cada uno tiene un tipo.”

 

Se había vuelto una rutina: maquillaje oscuro, ropa aún más oscura, desayuno ligero y salida por la puerta de atrás de la casa para que nadie pudiera seguirlo en el camino a la universidad. Con el tiempo, los periodistas se habían cansado de él y ahora tenían mejores asuntos que cubrir. Mas los jóvenes, siempre con mucho tiempo de sobra, todavía le escribían en todas las redes sociales que descubrían, lo esperaban en las mañanas y las tardes en su casa y la entrada de la universidad y le tomaban fotos incluso cuando no estaba haciendo nada interesante.

Baekhyun ya sentía que toda su vida había sido de esa manera. Ya ni recordaba lo que era poder pasearse por ahí sin que todos se miraran y cuchichearan a sus espaldas sobre lo que se les ocurriera de su vida. Siempre había querido ser el centro de atención, pero ahora que lo tenía no podía más que arrepentirse de alguna vez haberlo deseado. Había adoptado el hábito de llevar audífonos para no tener que escuchar a los demás, y caminaba encorvado como si quisiera desaparecer hecho un ovillo.

Por eso no se dio cuenta que alguien lo seguía en un coche con los cristales tintados hasta que se detuvo justo a su lado y un hombre alto con expresión de perpetuo cansancio lo hizo detenerse. Muchas personas habían intentado abordar a Baekhyun de muchas maneras diferentes. Matones que salían de autos de aspecto amenazante había sido una de las que ya había visto. No se inmutó.

—No voy a dar ninguna entrevista. Lo de los carteles ya es una historia muy vieja—repitió, como autómata—. Llamaré a la policía si sigue insistiendo.

—Pues a nosotros lo de los carteles no nos parece historia antigua—dijo el hombre, con porte de modelo y ropa demasiado llamativa—. Fue el mejor trabajo que hayamos hecho.

—No sé de qué está hablando y, con todo respeto, no me interesa—continuó Baekhyun, casi como si no lo hubiera escuchado—. Reitero que…

—Así que tú eres Byun Baekhyun de la clase de oratoria— observó alguien detrás del chico y llamando su atención—. Creo que ha pasado más tiempo del que podría considerarse adecuado para conocernos.

—¿Quién es usted?—preguntó el chico, frunciendo el ceño y girándose sobre los talones para ver a su interlocutor.

—Hola, Baekhyun—lo saludó.

El otro hombre, mucho más pequeño que el que había salido primero del auto, tenía la cara bonita, con rasgos ligeramente femeninos y los ojos grandes. Vestía de traje y corbata, sin la arrogancia del primer hombre.

—¿Quién es usted?—preguntó Baekhyun, cauteloso.

—Alguien que querías conocer desde hace mucho.

Baekhyun arqueó una ceja y se preparó para salir corriendo si era necesario. Nunca se sabía qué podían hacer un par de hombres extraños que salían de un coche.

—Deja ya los juegos, Luhan. Vinimos a explicarnos y hacer las cosas bien por una sola vez.

—Es tan extraño que seas tú el que diga eso, Kris—dijo Luhan, poniendo una cara de enfado que no duró mucho—. Pero está bien. Baekhyun, te preguntarás quién soy yo.

—Es lo que he estado preguntando desde hace unos minutos, sí.

—Estás frente a la persona que inventó los carteles.

—¿Los carteles?

—Los de CMB, para ser más precisos. Espero que quieras tomar una taza de café con nosotros, porque la explicación va a ser larga.

Baekhyun decidió no asistir a las clases de la mañana para hablar con los que se presentaron apropiadamente como Kris y Luhan cuando tuvieron una taza de americano en la mano. Él prefirió una botella de agua. Presentía que la iba a necesitar para pasar el enfado.

—¿Qué quieres saber primero?—preguntó Luhan, después de su tercer sorbo de café—. Te diré lo que quieras.

—¿Quién hizo los carteles?

—Directo, me gusta—comentó Kris, y luego no dijo nada más.

—Es la pregunta que esperaba—celebró Luhan, sonriente—. Debes saber que el manager de Chanyeol nos contrató para promocionar su nuevo álbum hace unos meses.

—¿El manager de Chanyeol?

—Sí, ¿cuál era su nombre, Kris?

—Tao—respondió Kris, y volvió a callar.

—Claro, Tao. Nos llamó y nos pidió que hiciéramos una campaña que se hiciera viral en poco tiempo. El problema es que Chanyeol no tenía nada en mente para hacer música. O, mejor dicho, lo único que le preocupaba era cierta persona en su clase de oratoria…—Luhan probó su café y se tomó su tiempo para continuar—. El chico es como un cachorro, ¿sabes? No le costó demasiado pensar en nosotros como sus amigos. Así nos enteramos de mucho de lo que pasaba en su cabeza. Cuando sabes cómo hablar con Chanyeol, puedes hacer que te diga justo lo que quieres escuchar.

—Fue él quien nos pidió que habláramos contigo. ¿Parece que crees que fue él quien creo todo el problema?—preguntó Kris—. Eso no es cierto. Todo fue idea de Luhan.

El aludido abrió tanto los ojos que Baekhyun temió que se salieran de sus cuencas. Esos gestos le quitaban lo atractivo a su rostro.

—Gracias, Kris, me alegra saber que nos podemos apoyar mutuamente—dijo, fingiendo estar herido. Kris lo ignoró poniendo los ojos en blanco—. ¿En qué estábamos? Ah, sí, Chanyeol. Digamos que quizás le pedí que hablara un poco de ti, que en el fondo eras el tema de todo el nuevo álbum, y hubo un pequeño problema de comunicación.

—Muy pequeño—corroboró Kris, entre sorbos de café.

—Pequeñísimo.

—¿Qué problema?—preguntó Baekhyun, presintiendo que seguirían dándole vueltas al asunto.

Luhan y Kris se miraron, como si no supieran cuál de los dos debía decirlo.

—Está bien—se rindió Luhan. Tuvo que aclararse la garganta para seguir—. Nos dio el nombre de su nuevo álbum, pero sólo dijo CMB, y luego nada más. Y yo quizás supuse que las letras significaban… ¿llámame Baekhyun? Ya sabes, Call Me Baekhyun, en vez de Call Me Baby.

—Un pequeño error.

—Muy pequeño—repitió Luhan—. Basamos toda la campaña en esa suposición y bien, ya sabes cómo terminó todo. No pensamos que sería tan exitosa, pero creemos que fue como un misterio por resolver. Nosotros sólo sabíamos que te llamabas Baekhyun, y eso fue lo único que tuvo la gente para adivinar de quién se hablaba en los carteles.

—La búsqueda del tesoro—comentó Kris.

—Todos querían encontrar la verdad y fue interactivo, por lo tanto, divertido. Estuvimos en redes sociales, conversaciones e incluso televisión. Creció bastante, pero no habíamos pensado en lo que sucedería contigo.

—Y lamentamos mucho todos los problemas que te hemos causado, Byun Baekhyun de la clase de oratoria.

Ambos se inclinaron sobre sus bebidas en lo que parecía una disculpa sincera.

—Ahora ya sabes que no fue culpa del pobre chico—continuó Luhan, entrecerrando los ojos—. En el fondo, creo que él estaba tan sorprendido como tú por todo lo que estaba sucediendo.

—¿Por qué no lo detuvo entonces?—preguntó Baekhyun.

—Estuvimos en China los últimos meses. También debemos trabajar, ¿sabes? Y creo que él tampoco imaginó qué tan lejos llegaría todo el mundo con esto—le dedicó una última mirada sobre el vaso a Baekhyun, que estaba tan concentrado en sus pensamientos que apenas parpadeaba—. Si te hace sentir mejor, vamos a hacer otra campaña muy parecida. Pronto tu nombre será borrado de la memoria colectiva.

—¿Ah, sí?

—Sí, se va a llamar “Cosas necesarias”. Ya verás que será un éxito.

 

 

 

 

 

“#CallMeBaby1stWin”

Chanyeol había cantado con los ojos cerrados, y cuando bajó del escenario, había más de una persona que lloraba en silencio. Una de las bebidas que Luna hacía con un poco de café, frutas y otros ingredientes que nunca decía estaba sobre su mesa. Mientras tanto, Onew, esta vez sin errores, se preparó para tocar sus canciones.

—Yo pensé que lo de la canción que hiciera llorar a Jongdae había sido una broma.

Chanyeol giró la cabeza tan rápido que su cuello chasqueó.

—¿Baekhyun?

—¿No es gracioso que este lugar se llame Red Light y sólo tenga luces amarillas?—dijo él, rodeando las manos de Chanyeol que sostenían el vaso.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Por qué no puedo estar aquí?

—Pensé que tú…

Como antes había hecho Chanyeol, Baekhyun apretó sus manos con fuerza y lo miró a los ojos bajo las luces amarillas de Red Light. Onew cantaba sobre una bella vista al fondo, donde parecía muy lejos para interrumpirlos.

—Espero que no hayas hecho llorar a Jongdae con ninguna canción, porque tenía entendido que sólo la escribirías si yo te rechazaba—dijo—. Que yo sepa, nunca lo he hecho.

—Y yo no la he escrito.

Baekhyun miró un momento el escenario, antes de que sus manos se cerraran sobre el aire y Chanyeol cambiara sus posiciones.

—Parece que ha pasado mucho tiempo desde la última vez—murmuró, acercándose sobre la mesa, junto a la vela y apretando las manos de Baekhyun y la bebida en ellas.

—No han sucedido muchas cosas buenas. Y conocí a Luhan, por cierto—le hizo saber—. Es bastante… interesante.

—Los carteles… yo no fui quien…

—Lo sé, me lo dijo él. Y también ese otro que andaba con él pero no decía nada importante—se encogió de hombros—. Digamos que las circunstancias no han sido… muy favorables. Pero siempre se debe mirar hacia delante, ¿no?

—¿Y las cámaras? ¿Ya no te están siguiendo?

—Me acostumbraré, así como lo hiciste tú—Chanyeol abrió la boca para decir algo, pero al final sólo sonrió de lado—. Digamos que si voy a estar cerca de ti durante mucho tiempo, las cámaras no dejarán de seguirnos.

Chanyeol se rió, echándose para atrás en su silla y cerrando un ojo más que el otro.

—No puedo creer que hayas dicho eso.

—No han sucedido muchas cosas buenas, pero ya me he enojado lo suficiente…

—… has llorado lo suficiente…

—… y he hecho todo lo que he podido para soportarlo. Me queda ver a dónde nos lleva esto.

—Me gusta ese “nos”.

Como si ya lo hubiera hecho antes, Chanyeol entrelazó sus manos y acarició la palma de Baekhyun con sus pulgares.

—¿Quieres ir detrás del bar y besarnos?

Baekhyun le devolvió la sonrisa, pero a su manera, antes de lamerse los labios con deliberada lentitud y deleitarse con la manera en la que las pupilas de Chanyeol se dilataban.

—Creo que podemos hacerlo…

Chanyeol sonrió hacia el lado en que tenía el hoyuelo. Se pusieron de pie con torpeza, sin alejarse, casi como si no pudieran esperar hasta llegar a su destino. Y antes de que Chanyeol abriera la puerta hasta el callejón, Baekhyun habló.

—Sólo tengo una pregunta… ¿sabes sobre el nuevo proyecto de Luhan?

—¿”Cosas necesarias”? Sí, ¿qué hay con eso?

—¿A quién crees que meta en problemas esta vez?

—No lo sé—respondió Chanyeol, sin pensarlo—. Pero cuando eso suceda, ya no será algo que nos interese.

Y era verdad. 

Notas finales:

 

Y eso fue todo :D ¿Qué les pareció?

Espero que se hayan divertido al leerlo y no les haya costado mucho. Si tienen alguna pregunta, estaré muy contenta de responderles ^^

 

Ask: neusa_chan

 

Visiten la Masterlist de Cara y Cruz y no se olviden de leer todo y dejar muchos comentarios: EXOCarayCruz

El nombre de la nueva campaña de Luhan, "Cosas Necesarias", es el nombre de un lugar muy importante en uno de los libros de Stephen King, se llama La Tienda. Si alguien lo lee sabrá porqué el proyecto de Luhan se llama así :'D

Gracias por leer. ¡Hasta la próxima!

Usagi


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