Sé que no sabes lo que yo sé de ti… y sé que nunca lo sabrás.
—¿Acaso no le gustas a alguien?—
Esa había sido su respuesta. Había tardado al menos un par de segundos en contestar a aquella pregunta que Takeo había realizado, la cual lo había tomado desprevenido: “Suna, ¿te gustó?”.
Lo tenía de frente, estaban solos y su expresión tierna de inocencia que a la vez era graciosa a su manera, le hacía pensar que la única respuesta factible que podía darle a su mejor amigo y a la vez amor platónico de tantos años sería un “sí” rotundo, tan fuerte como los sentimientos que guardaba…
Pero sabía que debía decir “no”; sin embargo, no pudo hacerlo.
Y había terminado diciendo aquella frase que daba un sí indirecto que, si tan solo Takeo hubiese sido más perceptivo, hubiera entendido aquella indirecta tan obvia que hasta Maki-chan hubiera entendido; “¿Acaso no le gustas a alguien?” volvía a repetir en sus pensamientos y recordaba ahora la respuesta tan ingenua de Takeo que incluso le había dado algo de risa, “¡Suna! ¡Espero encuentres a alguien que te guste!”
De aquel acontecimiento habían pasado como si nada, dos meses en que aquella visita de Takeo, tan diferente a las otras que realizaba, lo había dejado pensativo por mucho tiempo… creía que tal vez confundía amor con la amistad tan fuerte desde la infancia que llevaba con Takeo, pero salir por primera vez con una chica lo había hecho darse cuenta de todo; de absolutamente todo.
Su excusa perfecta siempre fue que las mujeres que querían salir con él, se burlaban de Takeo a sus espaldas; y podía asegurar que ésa era la razón por la que no le gustaba ninguna mujer en especial, pero Amami Yukiko-san había aparecido, inclusive disculpándose con Takeo y llevándose bien con él, ¿entonces por qué no le había gustado? Respuesta sencilla: su excusa perfecta era una total farsa.
Cerró sus ojos un momento y se levantó de la cama en la que se encontraba pensando, escuchar desde la distancia el abrir de la puerta de su apartamento solo podía significar una cosa…
—3, 2, 1—contó mentalmente
—¡Suna! ¡Necesito tu ayuda!— entró alarmado como siempre Takeo, dándose cuenta inmediatamente de que Suna se encontraba con su ropa de dormir, sentado en su cama. —Oh, lo siento Suna, ¿estabas dormido?—
—No, para nada, ¿en qué quieres que te ayude?— comentó son su monótona voz prestándole atención a Takeo quien se encontraba preocupado; sin embargo por una milésima de segundo Takeo notó la voz apagada de su mejor amigo, aquella voz que hacía poco había aparecido en Suna, pero obvió eso al recordar a qué había llegado.
—Mis padres me pidieron que cuidara a Maki-chan mientras iban a cenar, ¡así que ven!—
—… la dejaste sola en la casa— Uno, dos tres segundos de silencio por parte de ambos e inmediatamente Takeo agarró la mano de Suna para arrastrarlo corriendo hacia su casa, específicamente a la habitación de Maki que ante el somatón de puerta que Takeo dio, empezó a llorar desconsoladamente.
—¡Maki-chan! ¿¡qué hago!?, ¿¡qué hago!?, ¿¡qué hago!?, ¿¡qué hago!?...— y mientras Takeo corría desesperado por toda la casa Suna simplemente tomó en brazos a la pequeñita y la arrulló un par de veces tranquilizándola al instante.
—Eres definitivamente bueno para estas cosas Suna—
—Gracias, aunque no lo creo en realidad— quedó pensativo sentándose sobre el futón en el que estaba antes la bebé y sintiendo la presencia de Takeo sentándose a la par.
—Yo creo que sí, serías buen padre—comentó despreocupadamente e inmediato Suna frunció el ceño, —¿Suna?—
—¿Eh? ¿Sí, Takeo?—volvió a su expresión monótona centrando por una milésima de segundo en los ojos de su amigo para después apartar la mirada y enfocarse en la bebé que empezaba a dormirse en sus brazos.
—Umm, nada; me dio la impresión que estabas molesto—
—Nunca estoy molesto contigo—respondió simplemente enfocando su atención en Maki.
—Cierto… ahora que lo pienso; tú y yo jamás hemos peleado, mi mamá dice que es porque nuestra relación es fuerte, como si hubiera sido el destino… ¿tú qué crees Suna?—
—¿Quieres cargar a Maki-chan?—
—¿Eh? Umm— Takeo olvidó aquella pregunta cuando empezó a ver cómo cuidadosamente Suna pasaba a la bebé completamente dormida hacia su regazo. —es hermosa—
—Sí, lo es— comentó Suna.
—Oye Suna, ¿te quieres quedar a dormir? Estoy seguro que mis papás no regresan sino hasta media noche y no creo poder cuidar a Maki-chan todo ese tiempo.
—Umm, estará dormida pero si quieres, te acompaño— Suna cerró los ojos un leve momento, sintiendo inmediatamente como su corazón había palpitado más rápido al haber escuchado aquellas palabras. De tantas noches que se había quedado a dormir en la casa de él y de tantas otras noches en que Takeo se había dormido en su cuarto, en ninguna había sentido lo que ahora sentía. Una pequeña sensación de nervios que jamás había experimentado. Estaba consciente, hacía mucho sus sentimientos de amistad habían cambiado; y aunque no quisiera aceptarlo sabía muy bien que Takeo se había dado cuenta.
—Bien, toma a Maki y prepararé mi habitación para los tres— comentó y Suna se acercó lo suficiente a Takeo para pasar de nuevo a la calientita bebé a sus brazos. A esa distancia podía sentirse incluso el calor de los brazos de Takeo que le transmitía a Maki, Suna bajó la mirada, sabía que lo que estaba sintiendo en esos precisos instantes tenía un nombre y ese nombre era prohibido para la relación que llevaba con Takeo.
Minutos más tarde y tres futones estaban perfectamente acomodados en el cuarto de Takeo, los dos de los lados levemente montados sobre el de en medio para estar más cerca de Maki quien dormía apaciblemente. Suna cerró sus ojos, y esperó pacientemente a que Takeo realizara la misma pregunta que hace ratos la tenía en mente, su mejor amigo era tan fácil de leer que era sencillo adivinar lo que iba a decir, o podría ser que estaba tan enamorado que conocía demasiado bien a Takeo; tal vez sería lo segundo… podía adivinar perfectamente que no había otra persona en la Tierra que fuera tan perceptivo y detallista con su mejor amigo como lo era él con Takeo.
—Oye Suna— el aludido ensombreció la mirada y volteó al lado contrario de donde se encontraba Takeo acostado.
—Dime—susurró en ese cuarto oscuro en el que solo podía escucharse la respiración de los tres.
—¿tú papá está bien?— preguntó y Suna sonrió sin que éste lo viera por la posición en la que se encontraban, el que Takeo fuera distraído era una ventaja.
—Sí, el próximo mes viaja con mi mamá a Estados Unidos por seis meses para una última operación—
—¡Suna, pero…!— Takeo se levantó y Suna lo volteó a ver
—Tranquilo, no es nada; ahora la operación no es riesgosa— lo tranquilizó viendo como su mejor amigo le sonreía de vuelta y volvía a acostarse
—Me alegro, pero… entonces ¿Qué es lo que tienes?, ¿has estado actuando raro desde que saliste con Amami-chan—
Un silencio incómodo inundó el pequeño cuarto semi oscuro de Takeo, y Suna desvió la mirada volteando su espalda al lado contrario de Takeo pero cuando escuchó a Takeo levantarse de la cama, apenas le dio tiempo a voltear cuando sintió como Takeo lo tomaba de los hombros y lo hacía acostarse boca arriba, posicionando Takeo ambas manos a los costados de Suna y enfocando su mirada en él entre las penumbras.
—¿Ta-keo?— Suna tragó en seco, estaba acorralado y como acto reflejo empezaba a sentir calor en la cara, sabía que se estaba sonrojando pero la leve presión del cuerpo de su mejor amigo sobre el suyo le impedían siquiera moverse por lo que lo único que atinaba a hacer era desviar la mirada.
—Suna…— Takeo frunció el ceño. Nunca antes Suna le había desviado la mirada, no entendía por qué últimamente lo hacía, ¿tal vez le ocultaba algo?, muy probablemente eso era pues, tal vez había vuelto a cometer aquel error de no saber sobre la operación de su padre.
Conocía muchas cosas de Suna, pero era muy poco lo que le contaba, el también bajó la mirada… ¿y si por emparejarlo con Amami-san, él se había enojado?; aunque Suna no era de las personas que se enojaban por algo tan absurdo como eso, ¿entonces qué era?, aquellos ojos avellanados que ahora desviaban su mirada no le daban buena señal, ¿qué debía hacer entonces para recuperar al Suna que tanto quería y conocía? —Suna, sabes que puedes decirme lo que sea ¿verdad?— intentó formular las palabras más adecuadas en su mente y a cambio en vez de la sonrisa típica en el rostro de su mejor amigo, solo vio su rostro volteado y un leve asentimiento. Dejó de colocar las manos a los costados de Suna y se levantó para volver a su lugar, pero una pequeña vocecita lo paró en seco.
—Takeo, yo… —el fuerte pitido del teléfono lo hizo desviar completamente su atención, Suna respiró hondo, aquella mirada baja que le había hecho Takeo lo había hecho querer decirle la verdad, pero ahora agradecía aquel sonido peculiar del mensaje de texto —Descansa.—
—Umm— respondió quedamente Takeo extrañado mientras Suna chequeaba su celular. “Makoto, mamá pidió que nos viéramos en su oficina mañana, nos quiere hablar”— y con aquel mensaje, Suna presentía que hubiese sido mejor no haber sido interrumpido.